Los terribles y sádicos piratas de Berbería (7)

El Jefe eunuco del harén pone en marcha un maquiavélico plan con el fin de apartar a la mujer del capitán del ejército inglés, hoy convertida en esclava.

Para poder entender este relato es necesario leer los capitulos anteriores

Capitulo 7.- El maquiavélico plan de Mosul para apartar a la concubina Camyl del harén.

Personajes.- Aslak Brek , ex capitán ingles Roy Curry, renegado.

- Mosul , jefe eunuco harén de Aslak Brek.

- Onan , ayudante eunuco de Mosul.

- Bakú , cómitre (=maestro) de la galera de Aslak Brey.

- Camyl , esclava inglesa del haren de Aslak Brey.

- Grace , esclava irlandesa del harén de Aslak Brey.

- Marie , esclava francesa del harén de Aslak Brey.

Un día en que Camyl estaba –como siempre solía ponerse- arrodillada sobre la alfombra colocada encima del suelo embaldosado del patio cubierto, se sobresaltó ante un ruido repentino... Vio a Onan, el joven ayudante eunuco, que desde la esquina del patio vigilaba de cerca a las mujeres, que se acercaba hacia ella con el látigo en la mano.

¡Crack!... ¡Crack !...

Las demás concubinas que estaban chapoteando desnudas en el piscina poco profunda, bailando dentro de ella o saltando a la cuerda, se quedaron quietas, esperando una orden... Dos de ellas se sonrojaron… Pero eso no era todo… Sus pechos estaban hinchados y sus pezones erectos, signos reveladores, como bien sabía Onan, que se habían palpado entre ellas y eso estaba terminantemente prohibido y merecedoras de un castigo muy duro.

Onan había notado que dos de las concubinas del grupo, impulsadas imprudentemente por la frustración a la que estaban sometidas constantemente por falta de sexo, habían dejado caer discretamente sus manos hacia abajo y por debajo del agua se habían tocado los labios vaginales depilados... El toqueteo fue muy breve… Sin embargo, tocar, lamer, chupar o incluso simplemente besar los pezones o los labios vaginales estaba estrictamente prohibido sin autorización del Amo.

Onan señaló a las dos chicas infractoras, ahora rojas de vergüenza y nerviosas, que se pusieron de pie… Una, era la concubina irlandesa, Grace, que llevaba marcada a fuego en su vientre la pluma roja, distintivo del Coronel Aslak Brey… y la otra era la joven francesa Marie, que llevaba marcada en su vientre el distintivo del Emir de Zanda a quien el Coronel Aslak Brey se la había comprado.

Mientras las restantes mujeres miraban boquiabiertas, Onan sacó un pequeño cuaderno de sus voluminosos pantalones rojos y comenzó a escribir:

  • ¡Concubinas números nueve y diez!, les gritó… Sois denunciadas por intento de infidelidad a vuestro Amo y Señor Aslak Brey, Coronel al servicio Imperial de Su Majestad el Sultán.

Este hecho fue escuchado con sollozos de consternación por las dos concubinas muy preocupadas por ello y con jadeos de horror por el resto de concubinas… ¡Todas sabían cuál era el castigo por “Intento de Infidelidad”!... Y si las dos jóvenes esclavas estuviesen realmente involucradas de haber obtenido placer por tocarse entre ellas, podrían incluso ser acusadas ​​de adulterio y el castigo era ser lapidadas hasta la muerte, aunque esto quedaba a voluntad y decisión de su Amo.

Con lágrimas en los ojos, las concubinas suplicaban misericordia, jurando que nunca lo harían de nuevo y se mantendrían totalmente puras para su Amo... Naturalmente, el Amo podía decidir en lugar de matar a estas dos hermosas esclavas blancas suyas, ordenar que les cortasen el clítoris para evitar así que volviesen a tener otras tentaciones de buscar placer en el futuro.

Onan sonrió para sí mismo… Cómo disfrutaba disciplinando a estas esclavas blancas… Y cómo disfrutaba teniendo esa sensación de autoridad sobre ellas… Y cómo le gustaba también mantenerlas puras y muy frustradas para que su Amo pudiera disfrutar mucho con ellas.

Un día sería un jefe eunuco a cargo exclusivo de un harén… Mientras tanto, la vida aquí era mucho más cómoda y gratificante que en su pueblo primitivo más allá del Sahara, incluso habiendo sido castrado por los esclavistas que lo habían capturado cuando era niño.

Él miró su vestido… En lugar de lo simple taparrabos que era todo lo que habría estado usando en su pueblo, aquí estaba vestido con magníficos pantalones blancos, un chaleco rojo y un turbantes que contrastaban con la desnudez de las esclavas blancas a su cargo.

Por otra parte, en lugar de una dieta de trigo aburrida y sin carne, ni pasteles, aquí comía tres veces al día deliciosos kebabs y cuscús, con cordero y arroz, lo cual contrastaba con la dieta simple de frutas y yogurs, que era todo lo que Mosul permitía a las esclavas.

Había escuchado historias aterradoras en su pueblo de otras personas negras llevadas a trabajar como esclavos bajo el látigo para los odiados blancos en tierras muy lejanas atravesando el gran mar.

Él podría ser un esclavo aquí, pero estaba a cargo de mujeres blancas, y en lugar de ser azotado por gente blanca cruel, él tenía la autoridad de azotar a las mujeres blancas… En lugar de tener miedo de los blancos, las mujeres blancas se asustaban de él… En lugar de tener que obedecer a las personas blancas, él tenía mujeres blancas corriendo para obedecer sus más mínimas órdenes… Qué más podía pedir.

Tenía claro que nunca disfrutaría físicamente de una mujer por estar castrado pero la sensación de tener poder sobre estas hermosas criaturas compensada eso… Podía examinar sus cuerpos cada vez que lo deseaba… Podía humillarlas de una manera que nunca soñó con poder hacerlo a las chicas en su pueblo... Encima, él, un joven negro, podría hacer que estas mujeres blancas lo trataran con respeto y miedo…. Estaba muy contento con la vida que llevaba.

Detrás de su celosía, Mosul había sido testigo de esta escena y estaba contento de ver la forma en que lo manejó, Onan… Este joven eunuco estaba haciendo cada vez mejor su trabajo.

Pero lo que más llamó la atención de Mosul fue que las concubinas involucradas, las número nueve y número diez, ambas antiguas institutrices, eran muchas veces elegidas por el Coronel, lo que provocaba grandes celos en la inglesa Camyl... Además, una de ellas, la irlandesa Grace no tenía ningún afecto por su rival inglesa… Y lo mismo sucedía con la concubina francesa Marie… ¿Podría aprovechar esta ocasión y usar a ambas para buscar la forma de deshacerse de Camyl? , pensó Mosul.

¿Y por qué no?... Ahora ambas harían cualquier cosa para evitar ese terrible castigo de diez golpes dos veces al día durante cinco días y tal vez, castigo mayor si se lo comunicaba a su Amo... Mosul dio media vuelta y bajó las escaleras hacia una gran puerta, reforzada con barras de hierro - la puerta del harén-... La abrió y luego la cerró con cuidado de nuevo, entrando al patio.

  • "¡Atención!", gritó Onan.

A toda prisa Camyl, que había estado arrodillada sobre la alfombra se puso de pie y, como el resto de concubinas de la piscina, colocó los brazos a los lados y los talones juntos… Ninguna de ellas quería arriesgarse a ser acusada de desobediencia por el joven Onan… Sabía que él tenía autoridad para darle tres golpes de bastón sin decirle nada a Mosul… Todas las concubinas lo miraron nerviosas porque sabían por amarga experiencia que el joven Onan siempre estaba buscando la ocasión para usar el bastón de castigo que estaba colgado en la pared de la sala principal del harén para que todas lo viesen y que cuando lo utilizada realmente dolía bastante.

El joven eunuco Onan sacó lentamente un látigo de mango corto de cuero negro fuera de su faja y dejo que el final de éste tocase el suelo… Todas las esclavas no podrían quitarle la vista de encima a ese látigo... De repente, levantó el mango del látigo y lo agitó en el aire y se escucho el típico ¡Crark! que emitía.

  • '¡Mostrad respeto!'

A toda prisa las concubinas desnudas que estaban en la piscina pusieron sus manos detrás de sus cuellos y miraron directamente adelante… Ni arriba, ni abajo… Como un signo de respeto, todas  separaron las piernas y doblaron las rodillas, dejando bien visible las marcas de sus vientres, su pubis depilados y sus labios vaginales igualmente lampiño y pintados de escarlata... Debajo de la barriga de Carmen, los labios vaginales además de estar bellamente pintados, también se veía que estaban cosidos… Y en el caso de la esclava inglesa Camyl, sus labios vaginales, además de pintados estaban  contorneados en negro para mayor vergüenza y degradación suya.

Hubo una larga pausa y luego, de forma muy lenta Mosul entró al patio... Él era alto, fornido y muy negro, con cicatrices en sus mejillas que le daban una apariencia aterradora y casi grotesca… Una sonrisa divertida revoloteaba alrededor de sus ojos, dándole un aspecto engañosamente amigable.

Estaba elegantemente vestido con una túnica de seda dorada con una larga capa negra, con flecos rojos... Su cabeza estaba cubierta con turbante con la raya roja de un jefe eunuco negro… La suntuosidad de su vestido era el reflejo de la estima que le tenía el Amo Aslak.

Así como Onan llevaba un pequeño látigo como señal de su autoridad, Mosul llevaba un largo bastón con una punta plateada y un adornado mango curvo en su empuñadura... Mirando de reojo y asustadas, muchas concubinas, entre ellas Camyl, doblaron un poco más sus rodillas para exponer mejor sus labios vaginales como un signo de respeto y miedo al mismo tiempo.

Mosul estaba feliz de ver la forma en que las mujeres se pusieron de pie rápidamente y se mantuvieron inmóviles, a la orden de “Atención”... Esto era un signo de un harén bien disciplinado… Miró silenciosamente, disfrutando del miedo en los ojos de las esclavas desnudas y temblorosas mientras estaban en la humillante posición de mostrar respeto - una posición que estaba reservada sólo para él y el Amo-… Una posición totalmente denigrante para ellas.

Sus ojos enfocaron a cada una de las concubinas mientras contaba... ¡Diez!... Sí, todas estaban allí y todo parecía estar en orden.

  • '¡Continúa!', ordenó con un gesto a Onan... El joven dio la orden a las mujeres y estas reanudaron nerviosamente su juego en la piscina.

Las mujeres parecían felices y contentas, pensó… Y de hecho no estaba sorprendido de que el régimen estricto que imponía no daba lugar ni a caras agrias ni mal humor en el harén del Amo… De hecho, el miedo y la constante amenaza de su bastón, aseguró que incluso la concubina más joven, resentida o malhumorada, hiciera todo

lo posible para actuar como una niña feliz, al igual que le gustaba ver a todas las demás concubinas comportarse del mismo modo.

Y en cuanto a conseguir que las concubinas le diesen a su Amo el mayor placer posible en su cama, Mosul tenía dos cosas muy claras… La primera, cuando el Amo ordenaba desfilar a sus concubinas frente a él, para elegir a quien se llevaba a su cama, aquellas concubinas que no eran elegidas, le mandaba a Onan que automáticamente le pagase tres fuertes golpes de caña en el culo para que la próxima vez lo hiciese mejor y lograse ser elegida.

Y la segunda, mientras levantaba las colchas por la parte de abajo de la cama del Amo para la concubina elegida entrase gateando, le susurraba que su bastón la estaría esperando cuando volviera de la cama de su Amo si veía que no se entregaba con toda la intensidad necesaria… Esto era más que suficiente para asegurar una excelente actuación de la aterrorizada esclava que se desvivía en hacer todo lo posible por darle el mayor placer a su Amo.

Cuando eran dos las concubinas seleccionadas para ir a la cama de su Amo, las esclavas sabían de antemano que a cada una el Amo le daría un nota sellada, marcando hasta cinco, su rendimiento: el placer que habían dado y su muestra de amorosa obediencia.

Luego Mosul abriría las notas traídas a él por las temblorosas esclavas y leería en voz alta la puntuación de cada una frente a todas las concubinas reunidas… Con una puntuación de cinco, se salvaba de recibir varazos pero si la nota llevaba anotadas cuatro signos, la esclava en cuestión, tendría que inclinarse para recibir un fuerte golpe de la caña, que son los que le faltaban para llegar a cinco y así sucesivamente.

De esta manera, Mosul se aseguraba que cada concubina pasaría toda la noche entregándose lo más posible a su Amo para darle el mayor placer posible y sin buscar ella ninguno… Así evitaría los varazos si conseguía la máxima calificación de cinco puntos o al menos reduciría su número de la paliza que le pegaría el eunuco negro por no haber llegado a conseguir los cinco puntos.

Y el Amo se quedaba muy satisfecho viendo como se comportaban sus concubinas, lamiéndole, chupándole y besándolo de una manera tan desinhibida que incluso sus concubinas, que antaño estuvieron casadas, no habrían soñado hacérselo jamás a sus maridos en Europa antes de que fueran capturadas.

De hecho, el Amo y el jefe eunuco negro estaban bastante compenetrados y siempre que las concubinas de su harén continuasen entregándose tan bien en la cama, él no investigaría demasiado acerca de los métodos empleados por Mosul para lograr este resultado, y sonreiría al escuchar cualquier queja susurrada en su oído por cualquier concubinas tratando de aprovechar el momento para decírselo, sin pensar en las consecuencias que ello tendría, como ya le ocurrió a la esclava inglesa Camyl.

Así fue como Mosul se aseguró astutamente que una mezcla de miedo a la caña y una frustración sexual haría que cada concubina intentara desesperadamente estar tan atractiva como le fuese posible en los desfiles de selección diaria para ser elegida… Y luego, una vez seleccionada para darle el mayor placer a su Amo, más miedo a la caña aseguraba que lo hicieran lo mejor posible aunque ellas terminasen totalmente maltrechas, sin haber obtenido ningún placer, con moratones y mordiscos por todo el cuerpo y con dolores anales al haber tenido que soportar, penetraciones muy fuertes y profundas de su Amo, al que todo esto le agradaba mucho hacerlo.

  • '¡Nueve y diez!', gritó Mosul.

Inmediatamente las concubinas Grace y Marie salieron de la piscina, atropelladamente y obedientemente se quedaron desnudas frente a él, con sus manos unidas detrás de sus cuellos, su cara arriba con sus ojos fijos al frente y las piernas abiertas y flexionadas.

  • '¡Venir!'

Y Mosul saliendo del patio se dirigió a una alcoba donde estarían fuera del alcance del oído del resto de concubinas… Las dos esclavas blancas, obedientemente y en silencio, lo siguieron manteniendo sus manos entrelazadas detrás de sus cuellos.

Una vez en la alcoba les dio a ambas esclavas instrucciones breves y claras, diciendo que si las llevaban a cabo correctamente, entonces se olvidaría de su reciente intento de infidelidad… Satisfecho de la respuesta obtenida, volvió a la celosía de su alcoba donde podría mirar hacia abajo del patio a esperar acontecimientos.

Un día Camyl vio llegar a sus dos peores enemigas riendo y señalándola... A ellas se les permitía usar hermosos caftanes, -túnicas de seda trasparentes que llega a los tobillos, con mangas cortas y abotonadas por delante- mientras ella vestía como una puta de harén con prácticamente el cuerpo desnudo a la vista.

Ambas habían sido elegidas por el Coronel Aslak Brey para estar en su cama la última noche antes de partir de gira y habían recibido cinco marcas cada una, algo que les señalaba como muy buenas esclavas por la excelente entrega de sus cuerpos y el placer que daban.

  • "El Amo no te quiere, le dijeron a Camyl despectivamente... - Ha enviado un mensaje de que quiere que estemos preparadas para él cuando regrese mañana… Eres demasiado vieja y fea, cerda engreída!"... Y continuaron durante varios minutos en la misma vena denigrante… Camyl intentó ignorarlas, pero primero una de ellas, y luego la otra, le dieron una patada despectiva.

  • "Eres una vieja, le repitió la concubina Grace con su irresistible acento irlandés y volvió a darle otra patada a sabiendas de que Mosul no le diría nada... El Amo te va a vender a un burdel y será lo mejor para ti, horrible vieja bruja."

  • "Ojalá te vendan, cerda inglesa",… gritó Marie en su francés nativo.

  • "¿Crees que eres superior al resto de nosotras porque eres inglesa?", le gritó Grace… -" Tú eres sólo una vaca vieja y fea que..."

El autocontrol Camyl estalló de repente... Abrumada por los celos sexuales, se tiró sobre ellas tratando de arañarlas con sus largas y afiladas uñas.

En cuestión de segundos, el tranquilo patio se lleno de gritos con las tres mujeres lucharon como gatos, con sangre en sus caras, mientras que las otras concubinas miraban con una mezcla de horror y entendimiento comprensivo por los celos constantes que había para conseguir sentir algo de placer en sus cuerpos a pesar de pagarlo muy caro a base de dolorosos varazos como pago por su servicio.

El joven Onan se apresuró a ir, con el látigo levantado, furioso de que tal escena no debería tener lugar mientras él estaba al cargo de las mujeres.

Al igual que los perros golpeados, las tres mujeres dejaron de luchar y se arrodillaron a cuatro patas, jadeando y sin aliento.

Camyl estaba aterrada por la enorme ofensa que había cometido… Ella había arañado las caras de dos de las mujeres que pertenecen al Amo… ¿Cómo podría haber dejado escapar sus sentimientos?... ¿Qué podría pasarle, ahora? , pensó temblando de miedo.

Sus pensamientos quedaron interrumpidos por el chasquido del látigo de Onan anunciando la llegada de Mosul… A toda prisa todas las esclavas se levantaron respetuosamente incluidas las que aún permanecen desnudas en la piscina… Camyl y las otras dos mujeres que habían sido las protagonistas del incidente quedaron arrodilladas a cuatro patas con sus cabezas pegadas al suelo.

Mosul miró lentamente a las mujeres temblorosas… Sus brillantes ojos observaron una a una a las tres esclavas y al final se detuvieron en Camyl… ¿Me atrevo hacerlo? , pensó… ¡Si!... Sin duda debo hacerlo… Creo que es lo mejor para el bien de mi Amo el Coronel Aslak Brey aunque con la decisión que tomo, yo puedo correr riesgo, pero es mi deber hacerlo.

  • "¡Tú!", gritó con su voz aguda de falsete.

Mosul llevó el bastón a la espalda de Camyl y le dijo:

“Intentaste dañar a estas dos mujeres del Amo… Por ello te castigo”... -vaciló un instante antes de anunciarle su sentencia-… “Te castigo a tres meses en los remos.”

¿Remos?… ¿Qué remos?, pensó Camyl… ¡Oh, qué tonta había sido!

  • “¡Vete, puta cristiana!... Ve con Mosul!... ¡¡Ahora!”,… le gritó Onan, levantando su látigo amenazadoramente.

Aterrorizada, Camyl corrió detrás del gigante Mosul siguiendo sus pasos hacia la gran puerta que conducía fuera del harén… Una puerta a la que no le habían permitido pasar hace más de un año… Ahora, ¿ Qué iba a pasarle a ella?... ¿Por qué se fue mi Amo?... ¿Por qué no está aquí para salvarme ?, pensaba mientras seguía a Mosul.

Todavía con su vestido de harén desgarrado, el pelo alborotado y hecha un desaguisado por esa horrible lucha, Camyl fue llevada por un Mosul, ahora extrañamente sonriente, hacia los corrales de esclavas en el sótano del palacio.

Camyl nunca había visto esto antes… Aunque sólo escuchaba el ruido de las olas, no sabía que el harén estaba tan cerca del mar, ni tampoco había visto prácticamente nada de la ciudad de Marsa donde estaba el harén y menos aún, de la existencia de una galera propiedad del Coronel Aslak Brey.

En el sótano fueron recibidos por otro eunuco, llamado Bakú que llevaba una insignia de oficial y un corto y trabajado látigo de cuero negro trenzado… Parecía ser un viejo colega de Mosul y se dirigió a él como “maestro de remos”… Estaba acompañado por otro eunuco más joven de la misma edad que su ayudante, el eunuco Onan.

Mosul estaba muy sonriente cuando entregó a Camyl al maestro de remos… A cambio éste le dio una correa que sujetaba el cuello de una joven italiana desnuda.

Varios meses antes, esta joven era la esposa del alcalde de un pueblo en la costa italiana que había sido atacado por los Corsarios berberiscos… Su marido, miro impotente, con una espada sujeta a su garganta, como los piratas la capturaron y se la llevaron al barco  para unirse a una veintena de jóvenes aterrorizadas encadenadas en la bodega.

Cuando el barco llegó a Marsa, ella fue regalada por un grupo de comerciantes como esclava para la galera del Coronel Aslak Brey, en agradecido reconocimiento del papel que sus jenízaros habían jugado atacando siempre con éxito la costa italiana.

Con su cuerpo joven y fuerte, la joven italiana había demostrado ser una excelente esclava de remos... Camyl notó celosamente que ahora parecía encantada de haber ganado el ascenso al harén de su Amo, mientras que en su lugar una de sus concubinas estaba siendo degradada repentinamente de concubina blanca a... ¿qué?... No lo sabia aún pero de inmediato comenzaría a enterarse.

El eunuco Bakú sostuvo a Camyl mientras su asistente le quitaba la raída ropa hecha jirones y quedaba totalmente desnuda… Mientras tanto, con un líquido especial, Mosul borraba los números arábigos 18 que estaban pintados en la parte anterior del hombro izquierdo de la otra chica, cerca de su pecho... Usando una pintura impermeable permanente especial, el eunuco joven pintó los mismos números en el hombro de Camyl, por encima también de su pecho izquierdo.

Jamás Camyl olvidaría la vergüenza que paso cuando los dos eunucos fornidos la condujeron a ella y a la joven a quien estaba reemplazando, ambas desnudas, a la fragua de un enorme herrero negro, que esperaba para atenderlas... Sonriendo, golpeó las muñecas de la joven y su corta cadena, liberando sus brazos… Acto seguido se lo colocó todo a Camyl, quedando esta ahora como antes estaba la joven.

A continuación las dos mujeres fueron atadas en un banco con las piernas muy separadas… A la muchacha italiana le fue quitando con delicadeza, uno a uno, cinco pequeños anillos de plata que llevaba en cada labio vaginal, que estaba sin vello, como los de Camyl… Luego, los cinco pequeños anillos de plata se los puso, taladrando de forma dolorosa, los labios vaginales de Camyl.

Luego siguió la eliminación de los dos anillos de plata grandes de los pezones de la mujer italiana… De cada anillo colgaba una campana… Camyl gritó y se retorció mientras los anillos le fueron insertados a través de sus  pezones agrandados, pero amarrada como estaba, no había nada que pudiera hacer para evitar esta pequeña dolorosa operación.

Lo peor de todo fue cuando le colocaron unos cordones de cuero negro a través de los anillos en sus labios vaginales recién insertados en sus doloridos labios vaginales. y se los apretaron con tal fuerza que los labios quedaron fuertemente comprimidos y atados con un pequeño lazo, como en un zapato… Pero mientras con un zapato, el usuario puede desatarlo y aliviar la molestia, a Camyl nunca se le permitiría hacerlo… Esa era la prerrogativa de Baku o de su joven asistente, los únicos que podían hacerlo.

Finalmente el collar de hierro que llevaba la mujer, con sus anillos colgando de la parte delantera y trasera, le fue retirado y colocado alrededor del pequeño cuello de Camyl, una vez lo reemplazó por el brillante collar de latón grande que a partir de ahora luciría alrededor del cuello de la nueva concubina italiana para comenzar otra etapa.

El eunuco Bakú cogió la correa de cuero, como una correa de perro, y la ató en el anillo en la parte posterior de su collar… Luego ordeno a Camyl que se pusiera a cuatro patas y, aguijoneada por el látigo de su asistente, fue conducida gateando a lo largo de un corredor... Luego traspasaron los tres una puerta metálica que el eunuco previamente había abierto y una vez dentro, la cerraron de nuevo.

Camyl vio que la puerta protegía la entrada a una larga y estrecha estancia adoquinada con un pequeño canal de desagüe a ambos lados… La estancia emanaba un olor que le recordaba a los establos… Al avanzar vio que a ambos lados de la estrecha estancia había una hilera de puestos estrechos.

Ella jadeó al ver que en cada puesto había de pie una joven mujer blanca desnuda, encadenada por el cuello a un anillo en la parte de atrás del puesto… Todas llevaban los ojos maquillados de colores muy llamativos y el cabello largo colgando detrás de sus cuellos… Al igual que Camyl, sus muñecas estaban esposadas con una cadena corta… Y  vio también, que el anillo del medio de esta corta cadena, estaba sujetado al anillo de la parte delantera de sus collares de hierro negro, evitando que pudiesen bajar sus manos a tocarse sus pechos.

Cada puesto estaba numerado con un número como el que llevaba pintado en el hombro la muchacha italiana... Y colgando de un gancho, al lado del establo, había una máscara de cuero negro con pequeños agujeros para los ojos... En la frente de cada máscara habían los mismos números arábigos, escritos con clavos plateados, que coinciden con el grabado en el hombro de cada mujer y el del establo.

Camyl se fijo en que los pechos de todas las mujeres estaban sorprendentemente muy tiesos… Como sus pezones habían sido anillados, al igual que los de Camyl, y las pequeñas campanas se veían de diferentes tamaños, al moverse, podrían tintinear al unísono produciendo una gran variedad de sonidos, que sería lo que se pretendía conseguir con ello para mayor degradación de las esclavas.

También notó Camyl que, al igual que la mayoría de las concubinas en el harén, llevaban en sus vientres la marca del Amo y sus labios vaginales lisos y sin pelo, como los llevó ella, ahora, estaban cerrados por negro cordones de cuero sujetos por un lazo.

Cuando el eunuco Baku pasaba por cada puesto, su ocupante silenciosamente llamaba su atención levantando el látigo… Entonces la esclava sacaba el vientre y las caderas hacia delante y mostraba los labios vaginales hacia él, en un gesto de servil respeto.

Las esclavas observaron también a Camyl, que estaba tan desnuda como ellas, mientras la conducían a un puesto vacío marcado con los números arábigos 18.

Como los establos estaban un palmo más altos para comodidad de la supervisión por parte de los eunucos, a Camyl la hicieron subir a él y luego cogiendo una pesada cadena que estaba fija a un anillo en la parte posterior de su puesto 18, lo unieron al anillo en la parte posterior de su collar, quedando atada como todas las demás esclavas.

Como sus esposas estaban atadas a su cuello, Camyl tampoco podía bajar sus manos debajo de sus pechos… ¿Sería esto para evitar que se los pudiera acariciar?... ¿Sería esto una forma de hacer cumplir la pureza y evitar gastar energías?... ¿Por qué harían esto también aquí? , se preguntaba… Después de toda la frustración sexual impuesta por Mosul en el harén, era demasiado horrible descubrir que aquí, de manera similar, la frustración continuaba igual.

Camyl fue obligada a ponerse de pie como el resto de esclavas… Ella podía notar el gran peso de la cadena… ¿ Sería para fortalecer sus músculos ?, pensó.

Dejándola allí de pie, encadenada y desnuda, el eunuco Baku dio media vuelta y salió del pasadizo… Un gran silencio reino en los corrales de las esclavas-remeras… Hablar estaba terminantemente prohibido… Una forma muy humillante que debían soportar todas.

Unas horas más tarde, cansada de soportar el peso de la cadena, Camyl oyó un fuerte golpe y la voz del eunuco dando el grito de advertencia:

  • "¡¡Hacer fuentes!!"

Esto fue seguido por el crujido de su látigo… Nerviosamente, Camyl siguió rápidamente a las otras mujeres saliendo al frente de su puesto hasta que su cadena del cuello quedó tensa detrás de ella... También vio como las esclavas rápidamente apartaron la paja a un lado con los pies y se colocaron en contacto con los adoquines.

Segundos después se escuchó otro golpe de látigo y de nuevo, Camyl siguió nerviosamente a las otras mujeres al separar sus piernas y doblar sus rodillas, mientras miraban hacia adelante con la cabeza en alto y estiraban los codos hacia fuera para mostrar bien los pechos a pesar de que las muñecas de cada brazo permanecían atadas al cuello por las cortas cadenas.

El eunuco Bakú bajó para ver cómo Camyl se adaptaba a la nueva posición… La obligó a sacar su vientre mucho más hacia adelante… Era una posición extraña y humillante para una mujer tener que ponerse así frente a un hombre, incluso aunque fuera un eunuco.

De repente Camyl se horrorizó al darse cuenta de lo iba a suceder... Fue lo peor que le había pasado hasta ahora y eso que pasó mucho.

Estaba horrorizada cuando vio que el joven ayudante de Bakú situándose ante una esclava que miraba al frente con los codos estirados para sacar los pechos, le desató el lazo y le quitó los cordones... Luego alivio los labios vaginales moviendo un poco los pequeños anillos de plata, permitiendo así que los labios vaginales se abrieran ligeramente… Y ahí la dejó.

Estaba mortificada cuando le tocó el turno y sintió las manos del joven eunuco realizando con ella la misma operación que había observado en otras esclavas, pero no se atrevió a mirar abajo o decir una palabra... Luego, cuando el ayudante de Baku termino su tarea con todas las esclavas, asintió con la cabeza a su jefe eunuco que parado al final de la estrecha estancia.

  • “¡Número 18!”,… dijo Baku… “¡Preparada!”, le gritó.

Camyl se mordió el labio e intentó relajar sus músculos como ella sabía que debía hacerlo… Baku parecía estar esperando por ella, dándole, como una esclava nueva, un tiempo extra.

El látigo rompió de nuevo el silencio... A continuación hubo el ruido de una veintena de pequeñas fuentes que caen musicalmente a los adoquines en el pasadizo y luego corren a lo largo de los pequeños desagües que hay a cada lado… ¡Estaban todas meando!... ¡Y lo hacían sólo cuando lo decidía el eunuco jefe!... Qué horror y que degradación tan grande sintió Camyl… Jamás se lo habría imaginado.

Baku gruñó con satisfacción al ver que la nueva esclava, la número 18, después de un comienzo lento, meó como las demás.

El ayudante eunuco volvió aparecer con una pequeña esponja en su mano… Abrió los labios vaginales de cada esclava, los limpió con la esponja, colocó los cordones, tiró con fuerza de ellos y los volvió atar haciendo un lazo.

Esa noche una Camyl horrorizada y degradada yacía encadenada en su puesto con el lecho de paja, al igual que el resto de esclavas todas en silencio… Sus muñecas estaban encadenadas a su collar… Ella podía sentir pero no tocar sus labios vaginales fuertemente apretados sobre su palpitante pero impotente clítoris… Y así, seguramente, pasaría los tres meses de condena, sin saber aún que más torturas y humillaciones que no conocía, le esperaban.

Continuará….