Los terribles y sádicos piratas de Berbería (18) F
Con este capítulo termina el relato de las aventuras del renegado excapitán Inglés Rory Curry, hoy convertido el Aslak Brek, Coronel de los Jenízaros y las mujeres de su harén.
Los terribles y sádicos piratas de Berbería (FINAL)
(Para poder seguir el hilo del relato es necesario leer los capitulos anteriores)
Cap. 18.-Encontradas en la granja de Hakin Pasha y cambiadas
Personajes.- Aslak Brek , ex capitán ingles Rory Curry, renegado.
- Mosul , jefe eunuco harén de Aslak Brek.
- Ellen Baker , viuda y novia del Coronel Alan Risz.
- Julia , hija de Ellen Baker.
- Carmen , esclava embarazada del harén de Aslak Brek.
- Eugenie , esclava embarazada del harén del Pasha.
- Mohammed , traficante de esclavas.
- Hakin Pasha , rico egipcio que tiene granjas de esclavas
- Abbu , encargado de Hakin Pasha
- Onan , joven eunuco ayudante del jefe eunuco Mosul.
Mohammed y el coronel Aslak Brek, el renegado ex capitán ingles Rory Curry, cabalgaron a la cabeza del pequeño cortejo por la carretera polvorienta en dirección a El Cairo.
Detrás de ellos había varios carros largos de cuatro ruedas tirados por mulas... El contenido de los carros estaban ocultos por cubiertas de lona ajustadas y, para un observador casual, parecían los habituales carros de campo que se utilizaban para transportar mercancías a la ciudad.
Dentro de cada carro, sin embargo, había dos bancos enfrentados unos al otros, y en cada uno había una fila de semidesnudas y silenciosas mujeres a las que se les había pasado una cadena entre las piernas de cada una, por encima de las esposas de los tobillos y atadas a los anillos en cada extremo del carro.
Otra cadena había sido similarmente pasada ahora por encima de sus cabezas y atar las esposas de sus muñecas, por lo que mantenían las manos bien levantadas para que no se tocaran o intentasen escapar.
A cada una de ellas se les había puesto un bozal de cuero sobre la boca y atados detrás de sus cuellos... Este bozal era más ancho que sus bocas y en el interior había una proyección de cuero que presionaba sobre la lengua y también servía para mantene la mordaza en su lugar.
Incapaces de ver o gritar, simplemente estaban sentadas impotentes mirándose y balanceándose con los movimientos de su carro.
Carmen y Eugenie, sin embargo, iban solas en el carro trasero... Las otras dos esclavas lecheras del coronel, iban entre las esclavas de Mohammed en la primer carro.
El cortejo pasó por numerosas granjas bastante descuidadas y plantaciones poco cuidadas por árabes que por lo general llevaban túnicas bastante sucias y turbantes sencillos, o mujeres, también árabes, vestidas de negro.
Mohammed salió del camino polvoriento y nos fuimos por un camino que llevaba a un puente que conducía a una de las muchas islas que hay en el delta del Nilo... Esa isla estaba custodiada por guardias negros elegantemente uniformados y armados con mosquetes.
- "Actúa como si fueras mi asistente y no digas una palabra", le murmuró Mohammed al coronel.
Sin apenas mirar a Rory, los guardias sonrieron e hicieron señas al cortejo, como si supieran lo que había debajo de las cubiertas de lona de los carros... Era evidente que Mohammed fue reconocido cómo un visitante bienvenido.
Mientras cabalgaban sobre el puente bien construido, Rory miró hacia las aguas fangosas que se movían lentamente por el cauce del río... Asombrado, vio varios cocodrilos holgazaneando en las orillas fangosas esperando, con la boca abierta, la comida que estaba siendo arrojada para ellos por los guardias.
- "Tendría que ser una chica valiente que, habiendo logrado escapar de su cadena, tratase de cruzar el río a nado... Todas saben lo que contiene el río ", se rió Mohammed.
Mientras hablaba, Rory vio a un grupo de una docena de mujeres blancas corriendo al paso hacia el puente... Estaban todas encadenadas por el cuello... Sus manos sujetaban grandes tinajas que llevaban en la cabeza.
Iban desnudas excepto por unas pocas tiras de algodón azul colgando sobre sus intimidades... Sus cabezas estaban afeitadas, dándoles un aspecto extraño y tenían una mirada triste.
Pero lo que fue aún más sorprendente es que todos los vientres estaban curvados de forma idéntica... ¡Trabajaban, preñadas!
- “Todas son preñadas bajo la atenta mirada y control del capataz a los pocos días de estar en la granja", explicó Mohammed señalando a un pigmeo vestido con una túnica blanca y un turbante azul cuyo color coincidía con el de las tiras azules de algodón colgando por debajo de la hinchazón de las mujeres preñadas.
El capataz montaba un burro, que ocasionalmente golpeaba con un palo para mantenerlo trotando y estaba controlando el grupo por una cadena que conducía al cuello del primera mujer de la fila.
- "Para aumentar el espíritu competitivo, cada grupo de la cadena viste un color distintivo y también lo lleva igual, su capataz", volvió a explicar Mohammed.
Al ver el interés de Rory en el grupo de mujeres encadenadas, Mohammed hizo un gesto a su cortejo para que se detuviera y viese lo que iban hacer.
El capataz pigmeo gritó una orden y obedientemente, la cuadrilla de la cadena se detuvo con una precisión que debió ser ensayada en numerosas ocasiones.
Al grito de otra orden, la cuadrilla de mujeres se pusieron en fila frente al río... Rory vio miradas de horror y miedo en el rostro de las mujeres mientras miraban hacia los cocodrilos.
El capataz gritó otra orden y las mujeres avanzaron tres pasos hasta el borde de la orilla del río.
Los cocodrilos dejaron de pelear por su comida y las miraron.
El capataz desmontó... Tenía un látigo largo en su mano... Dio otra orden y las mujeres con cuidado bajaron las grandes tinajas de sus cabezas, nerviosas por miedo a caer al río y ser presa de los cocodrilos que estaban esperando cazar una presa.
El capataz chasqueó el látigo y, moviéndose como una sola, todas las mujeres tiraron el contenido: basura y desechos animales, al río.
Los cocodrilos se lanzaron a toda prisa a por la comida.
El capataz dio otra orden y las mujeres pusieron las tinajas vacías en sus cabezas, dieron tres pasos hacia atrás y volvieron, de nuevo, a ponerse en fila.
Otra orden del capataz y corrieron hasta una rueda de riego cayendo de forma continua... Pusieron las tinajas vacías debajo donde el agua saltaba... Otra nueva orden y se despojaron de sus tiras de algodón azul para cargar agua... Era otra forma más de degradarlas.
Rory vio que cada una de las mujeres había sido marcada en una nalga con la marca de Hakin Pasha y un número.
- "Es su número de cría", le explicó Mohammed.
Cuando las mujeres obedecieron otra orden de su capataz pigmeo, se dieron la vuelta y vieron que todas tenían el vientre idénticamente hinchado.
"Como verá", el sistema de mejora de Hakin Pasha se basa en crear cadenas rivales de mujeres, todas preñadas al mismo tiempo, con el fin de que la progenie parida por la cadena, pueda compararse con el de otras cuadrillas de cadenas con diferentes tipos de capataces."
¿Quieres decir que ese pequeño pigmeo se folló a toda su cadena”, preguntó asombrado Rory.
"Sí... Muchas veces, hasta preñarlas... Estos pigmeos son muy viriles", se rió el traficante de esclavos.
Rory recordó la escena no hace mucho tiempo, cuando a su esclava Carmen también la había entregado a un pigmeo, que la preño.
- "De hecho, Hakin Pasha está ahora experimentando cruzar a sus mujeres blancas con pigmeos, para obtener una cepa más pequeña, pero más robusta, que es más barata de alimentar, pero que tiene la inteligencia de la madre... Y también un primer parto más fácil... Luego, para el segundo cruce, será con gigantes nubios como capataces, para obtener una progenie con mayor fuerza y tamaño."
Rory se dio cuenta que estaba en un lugar bien organizado y con una próspera plantación... Vio también otras cuadrillas de cadenas de mujeres blancas, de nuevo cada una desnuda hasta la cintura y con tiras de algodón pequeñas y de diferentes colores, sujetas por debajo de sus vientres.
Sin embargo, dos de los grupos de cadenas eran bastante diferentes a las demás cadenas... En lugar de mujeres blancas, la cadena estaba formadas por muchachas muy jóvenes de piel color marrón y de pequeño tamaño pero muy fuertes... En la otra cadena, todas las mujeres eran excepcionalmente altas, casi como gigantes.
‘¿Estas cadenas serán de algunos de los experimentos de Hakin Pasha?... ¿O son ya la progenie resultante del experimento?, pensé.
El coronel también vio que algunas de las cuadrillas de cadenas estaban recogiendo algodón, otras cavando hileras para plantar, otras cortando caña de azúcar y otras construyendo carreteras... Todas las cuadrillas de cadena estaban bajo la estricta supervisión de un capataz negro armado con un largo látigo... Algunos de los capataces eran pigmeos y otros eran gigantes.
Todo el trabajo se hacía en el más estricto silencio, basado en el desesperado esfuerzo femenino, lo que le recordó a Rory su visita a la granja de cría del Emir y sus huertos circundantes... Pero esto era algo sobre una base mucho más científica.
Finalmente llegaron a un conjunto de edificios blancos... El cortejo se detuvo, y Mohammed y Rory desmontaron de sus caballos y entraron en un patio.
En el centro del patio había una línea de asustadas mujeres, con las muñecas y tobillos esposadas de la forma habitual... Estaban firmes con las muñecas cruzadas detrás del cuello.
Un capataz caminaba lentamente hacia arriba y hacia abajo al frente de ellas con un látigo de perro corto debajo del brazo.
Todas estaban desnudas excepto por las tiras de algodón pequeñas y de diferentes colores, sujetas por debajo de sus vientres... Sus cabezas aún no habían sido afeitadas... Sus pechos desnudos estaban bastante firmes.
Un hombre egipcio, inmaculadamente vestido de blanco, estaba sentado en una silla en medio de la plaza... Al frente de él había un pequeño taburete... Una mujer blanca, semidesnuda, sostenía un paraguas sobre él para protegerlo del sol... A un lado de él había un escriba árabe con un gran libro de contabilidad en el que estaba ocupado escribiendo.
- "Ese es Abbu, el encargado de Hakin Pasha... Supongo que el escriba está tomando nota de las nuevas compras y la propiedad, llevando un registro del ganado... ¿Puedes ver a la madre e hija británicas entre ellas?, le dijo Mohammed.
‘ Son esas’ pensó Rory, mientras miraba ansiosamente a la línea de mujeres inmóviles... Su corazón comenzó a latir rápido al verlas.
Allí, en medio de la fila, había una hermosa mujer rubia y junto a ella una jovencita, su hija... Ambas con las muñecas y tobillos esposados como el resto de ellas… Eran Ellen y su hija Julia.
Se veían tan hermosos como siempre y aparentemente no se veían muy estropeadas por el año pasado en el harén del Emir y por el reciente nacimiento de sus bebés gemelos mestizos.
Rory sintió que su virilidad se ponía tiesa mientras miraba sus pechos cargados de leche y sus pezones alargados por ser lecheras... Ambas miraban muertas de miedo.
- "Allí, en el medio... Las dos rubias", murmuró Rory.
Éste, medio escondió su rostro en su ropaje para que no lo reconocieran y arruinar la operación de intercambio.
- "¡Bueno, al menos todavía no han sido marcadas!", susurró Mohammed con una pequeña risa, señalando a la fragua de un herrero, que estaba a un lado de donde Abbu estaba sentado.
Un pequeño eunuco estaba ocupándose de que ardan las brasas y se alcance mayor calor y un hombre enorme con un delantal de cuero ceñido a la cintura, evidentemente el herrero, sacó un hierro de marcar del fuego... Brillaba en rojo, pero negó con la cabeza y lo arrojó de nuevo a las brasas, no contento aún de la temperatura del hierro para marcar a las esclavas.
Rory vio que otra fila de mujeres, esta vez encadenadas por el cuello estaban de pie, inclinadas sobre una barandilla de madera por la cintura, sujetas por las muñecas y con sus nalgas blancas desnudas, esperando para ser marcadas por el hierro al rojo vivo... Todas sollozaban.
Pavoneándose con orgullo de arriba a abajo detrás de ellas había un pigmeo elegantemente vestido, que llevaba un látigo... Él estaba mirando los culos desnudos de las mujeres a su cargo con interés, haciendo una pausa de vez en cuando para mirar su coño entre sus piernas.
- "Su trabajo inicial será hacer que todas rápidamente queden preñadas... Se las follará a todas horas hasta lograrlo", explicó Mohammed.
Y luego, me señaló a un nubio gigante que, de manera similar, caminaba hacia arriba y hacia abajo detrás de otro grupo de mujeres encadenadas... Me explicó:
- "Su grupo estará formado por mujeres que ya han dado a luz, o que Abbu cree que necesitará una progenie gigante la primera vez... Él será el encargado de follárselas a todas y volverlas a preñar, igual que hará el pigmeo.”
Dos muchachos eunucos, uno con un balde de jabón y un cepillo grande y el otro con una cuchilla de afeitar, iban por la fila de las indefensas mujeres y, tras cortarles el pelo, les afeitaban la cabeza y se la frotaban con una loción para impedir el rebrote del pelo.
También afeitaron las cejas de las mujeres y eso fue lo hizo al coronel que las viese con el aspecto de un animal inhumano y la mirada que había notado antes.
. "Haciéndoles esto creen que pueden sacar más trabajo a una mujer si ella sabe que ha perdido su apariencia de mujer y es un animal... Incluso aunque sea de forma temporal", explicó Mohammed con una sonrisa.
‘ Gracias a Dios que he llegado antes de que Ellen y su hija Julia no las hubieran dejado calvas... No podría imaginar la cara que pondría el Pasha de Marsa si hubiera llegado con dos mujeres como si fuesen animales’ , pensó Rory.
Entonces una de las jóvenes blancas fue llamada salir de la fila... Aterrorizada, dio un paso adelante, con las manos esposadas todavía entrelazadas detrás del cuello... Ella parecía italiana... El capataz volvió a hacer restallar su látigo y corrió a sentarse nerviosa en el taburete frente al hombre sentado.
Un capataz retiró sus manos esposadas, haciendo que su cuerpo se arquease... Para no caerse le empujó el vientre hacia adelante, separó sus piernas y le dobló las rodillas.
Otro capataz le desató las tiras de algodón que formaban su faldita y la tiró al suelo... Ahora estaba bien expuesta para su inspección.
Sin prisa, el Abbu se inclinó hacia adelante y con manos expertas palpo sobre sus muslos, sus senos, su vientre y la curva de sus caderas... Luego miró hacia arriba y asintió con la cabeza al capataz detrás de ella, quien tiró de las esposas de sus muñecas aún más atrás, haciéndola empujar su vientre aún más hacia adelante y doblar más sus rodillas.
Abbu insertó un dedo en su coño y comenzó a sentir, para su satisfacción, que la chica era virgen, lo que nuevamente se anotó en el libro mayor.
- "En esta parte del mundo, nos gusta empezar a que críen cuando una chica aún es joven... Y si todavía es virgen, mucho mejor", murmuró Mohammed.
El escriba dijo un número y el herrero empezó a preparar todo para crear una nueva marca, deslizando números de metal en un pequeño marco de hierro, que luego arrojó al fuego.
Su jovencito ayudante estaba trabajando duro con los fuelles para avivar las brasas.
Mientras tanto, los dos capataces habían arrastrado a lo aterrorizada joven a la primera cuadrilla encadenada.
Claramente encantado con su nueva recluta, el capataz pigmeo comenzó a atarla a su cadena, sujetándola inclinada sobre la barandilla como las otras chicas... Su culo fue colocado de manera similar a las que tenían todas las mujeres de la fila a la espera de ser marcada con los hierros que estaban en la fragua.
- "Debe preñarlas a todas este mes y luego él será responsable de ellas a medida que sus vientres crezcan de manera uniforme", susurró Mohammed.
De repente hubo un grito espantoso... La chica había sido marcada con la marca de Hakin Pasha en su nalga derecha, como todas lo eran... Ella se retorcía de agonía y desesperadamente trataba de liberar sus manos.
El herrero regresó a su fragua y recogió el pequeño marco de metal brillante... Lentamente se acercó a la joven... Hubo otro chillido de pánico mientras se acercaba... Luego otro grito agonico mientras la marcaba en la otra nalga con su número de criadora.
Aprovechando una pausa en el proceso, Mohammed tosió... Abbu se volvió y sus ojos se fijaron en Mohammed.
“¡Bienvenido, mi hermano!... ¿Qué piensas de mis compras recientes?... Las conseguí bastante baratas del campamento de peregrinación hacia La Meca... Algunos de los peregrinos estaban demasiado dispuestos a vender a sus esclavas en el acto, sin tener que molestarse en enviarlas al mercado de esclavos en el Cairo.
"¡Eso es competencia desleal!... Deberé informar al Gremio de Traficantes de Esclavos!", se rió Mohammed.
"Hermano, no lo digas... Te lo compensaré comprando una o dos de tus chicas!... Jajaja... ¿Has traído alguna interesante?... Ya conoces los gustos de mi Amo.“
“Eso espero... Pero espera... Creo que reconozco a esas dos en el centro de la fila, las de pelo rubio."
Mohammed señaló con un dedo nervioso a Ellen y su hija Julia y dijo poniendo voz asustadiza y cara de preocupación:
“¡En el nombre de Alá!... No me digas que son las ex concubinas del Emir de Gondah... La madre y su hija... ¡Oh, no!”
"Oh, sí, mi hermano... Pero, ¿qué te está preocupando?... Me encantó la idea de su compra cuando el jefe eunuco negro de Emir me las ofreció... Una madre y su hija, justo lo que necesitamos aquí... El jefe eunuco trato de hacer un trato caro por ellas, pero al final los conseguí bastante baratas... Creo que Hakin Pasha se alegrará mucho cuando se entere de mi adquisición para él", se rió Abbu
“¡Oh, hermano mío... Oh, por Alá!... Has sido engañado.”
“¡Qué absurdo es lo que me dices!... ¿Qué sabes sobre esas dos mujeres?'
"Casi las compré yo cuando me las ofrecieron antes de que el Emir de Gondah partiera para La Meca", gritó Mohammed con voz temblorosa y convincentemente.
"¿Y por qué no las compraste?”, preguntó Abbu que estaba cada vez más intranquilo.
¡Alá me protegió!... ¡Solo él me salvó!... Justo cuando estaba finalizando la compra ganga, uno de mis empleados llegó corriendo con noticias terribles que me hicieron querer irme del lugar y no tener nada más que ver con ellos, ni con el Emir, ni con su principal eunuco negro... Yo, deje Gondah de inmediato", gritó el traficante de esclavos fervientemente.
“¿Qué noticias?”, jadeó Abbu, con la cara pálida.
"Que la antigua sirvienta de estas mujeres, capturada con ellas, había sido vendida al Pasha de Marsa para su harén."
"¿Y qué hay de terrible en eso?... ¿Eso es lo que hace que todo sea tan terrible para ti?, le dijo Abbu.
“La antigua sirvienta había desarrollado de repente la plaga... Menos mal que yo no tuve contacto con ellas... Yo no estaría aquí para decírtelo"
“¿Qué?... Ella desarrolló la plaga”, gritó Abbu.
Rory se reía internamente mientras escuchaba la fantástica historia del traficante de esclavos... Pero sus siguientes palabras lo cogieron incluso a él con la guardia baja.
“¡La plaga!... ¡Había desarrollado la plaga!"
“¿¡La plaga!?... ¡Oh... Alá, que nos proteja!”, Gritó Abbu.
Qué inteligente idea de Mohammed, pensó Rory... La peste había sido la maldición del Mediterráneo durante mucho tiempo y ahora estaba casi eliminado... ¡Casi!... Pero aún había.
"Sí... Deb¡ó haberla pillado en Gondah o en el viaje a Marsa... No se puede saber eso ya que tarda un mes en mostrar sus signos fuera... ¿Habrá infectado a estas dos mujeres? Ella, a estas alturas, se lo podría haber pasado a todo el harén del Pasha de Marsa, así como estas dos lo pudieran tener y se lo pasarán a todas tus mujeres aquí... No se sabe."
“¡Que el bondadoso Alá me salve!... Hakin Pasha nunca me lo perdonaría... Así que es por eso que ese pícaro de jefe negro eunuco me las vendió tan baratas!", gritó el ahora angustiado Abbu.
"Así fue, mi hermano... Así fue", dijo Mohammed para consolarlo.
"¿Pero por qué se permitió al Emir de Gondah marchar de peregrinación llevándolas consigo?... ¿Por qué no fueron todos puestos en cuarentena?, preguntó Abbu enfadado.
"Porque marchó antes de que pudiera ser retenido, dejando a la antigua sirvienta... Yo salí de Gondah y navegué en el siguiente barco, desesperado por escapar antes de que estallara la plaga y antes de que todos quedásemos retenidos allí."
'”Ay, Alá!... ¡Qué voy a hacer!”, exclamó Abbu.
Luego le gritó al capataz a cargo de la fila de mujeres que estaba esperando para ser rapadas y marcadas, diciéndole:
"Aleja a esas mujeres rubias de las demás... ¡Rápido!”
"Estas mujeres, por supuesto, todavía no saben nada sobre su posible contagio de la peste por lo que no hay riesgo de que nadie más se entere de eso... Sólo lo sabemos tú y yo... Y mi ayudante, aquí presente... Todo lo que estas dos mujeres saben es que su ex sirvienta, con quien habían estado encerradas en el harén del Emir, fue vendida al Pasha de Marsa”, murmuró Mohammed.
“¡Pero no puedo hacer que les disparen o estrangulen!... Hakin Pasha querría saber los motivos la próxima vez que venga en una gira de inspección... ¿Qué le diré?... La compra de dos mujeres blancas en leche ha sido anotado en las cuentas que le fueron enviadas ayer... ¿Qué voy a hacer, Mohammed?... ¿Puedes salvarme?
“Sí... Creo que sí, pero necesitaré tu cooperación'', respondió el traficante de esclavos con lentitud tentadora y sus ojos brillantes.
“Haré cualquier cosa... Dime cómo... ¿Qué he de hacer?”
"Bueno, para empezar, mi asistente podría llevarlas a las dos mujeres lejos, en uno de nuestros carros, de regreso a la costa donde nuestro barco está cargando un cargamento de algodón para llevar a Marsa y meterlas discretamente a bordo."
“¡Sí, sí... Pero ¿y la entrada en las cuentas de la compra de dos mujeres cargadas de leche en sus pechos"?, dijo Abbu, todavía preocupado.
"Bueno, da la casualidad de que entre las mujeres blancas que he traído conmigo, dos están produciendo leche, y muy adecuadas también para la cría... Puedo cambiártelas por la madre y la hija."
“¿Pero ellas se han infectado?... ¿Están a salvo?", preguntó Abbu con ansiedad.
“¡No lo sé!... Yo nunca conocí a la sirvienta infectada, ni a la madre e hija o cualquiera de las mujeres del Emir de Gondah, o del Pasha de Marsa... Yo dejé Marsa antes del comenzó de la epidemia... Todas mis chicas son totalmente seguras”, respondió el traficante de esclavos.
“¡Maravilloso!”, gritó Abbu.
Apenas pudo creer en su suerte, cuando un pensamiento repentino cruzó su mente.
- “¿Cómo puedo pagarte por esto?... Las cuentas sobre la madre y la hija han sido cerradas... No puedo ingresar otra cantidad para lo que se supone que son las mismas mujeres... Oh Dios mío, Hakin Pasha lo descubrirá y me castigará.”
El traficante de esclavos se rió y se frotó las manos y le dijo:
- "No te preocupes, amigo mío... Todo va a estar bien... Todo lo que tendrás que hacer es comprar, digamos diez de mis otras chicas a un precio ligeramente superior y eso pagará por las dos chicas extras que te entrego."
‘ Esto se va a conseguir gracias a que el Pasha lo había puesto en manos de este ingenioso hombre como es Mohammed’ , pensaba Rory.
Abbu no tenía ni idea de que a Mohammed le iría también bien esto... Iba a vender la mitad de las chicas que trajo de Marsa de una sola vez y a un precio inflado... ¡Brillante!
El traficante de esclavos se volvió hacia Rory y le dijo:
- "Ve y dile a mi eunuco que traiga a las dos doncellas blancas aquí y luego también que traiga a las demás, para que mi amigo pueda elegir cuáles quiere."
Luego, señalando a Ellen y a su hija Julia, agregó:
"Y dile a Mosul que se apresure y ponga a esa madre e hija en el carro trasero vacío, pero que no deje que se acerquen a ninguna de mis chicas... Vamos, lárgate, ahora mismo... Vete rápido o perderás el barco."
“Sí, señor”, respondió el asombrado Rory, porque sabía que sentadas encadenadas y amordazadas en el que decía ‘vacío carro’ trasero estaban su preciosa Carmen y la linda chica francesa, Eugenie del Pasha... Ellas volvían de nuevo a casa y con ellas iban también Ellen y su hija Julia... ¡Y sin pagar un centavo por ellas!
Minutos después vio, escondido detrás de una palmera, como Mosul amordazó a Ellen y a su hija Julia... Ambas pusieron miradas de asombro cuando al entrar en el carro vieron, sentadas en silencio en un banco, las figuras igualmente esposadas y con bozal de otras dos mujeres: Carmen y Eugenie.
Luego, pasando las cadenas de seguridad a través de sus esposas, Mosul los encadenó al banco de enfrente, cerró la tapa de nuevo y se subió al asiento para conducir el carro.
Mientras tanto, dos de los eunucos de Mohammed habían sacado las dos esclavas de pechos llenos de leche que Rory había comprado en Marsa fuera de su carro y las estaba haciendo marchar, todavía con bozal y esposadas, para ser inspeccionado por Abbu.
Cada mujer fue puesta frente a él y tocada con sus manos expertas, mientras Mohammed ensalzaba su probado potencial de reproducción... Luego, llegó la negociación del dinero a pagar por todas las mujeres que se hizo sin problema alguno.
Abbu estaba claramente satisfecho con ellas y de inmediato fueron llevadas al grupo de la cadena del pigmeo para ser rasuradas de pelo y cejas y marcadas con los hierros a fuego.
Mientras tanto, montado en su caballo para seguir el carro que Mosul estaba conduciendo, Rory sintió que su virilidad se plantaba.
Pensó en las cuatro mujeres indefensas, ahora encadenadas en el carro... Tres de ellas, serían sus mujeres en su harén.
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Dos meses después, el coronel Aslak Brek estaba mirando a través de las rendijas de la celosía que daba una vista al patio cerrado de su harén... A su lado estaba Mosul.
Abajo en el patio, media docena de hermosas mujeres blancas desnudas, estaban chapoteando en la piscina como niñas pequeñas, o jugando inocentemente con un gran pelota.
Su pelo largo y oscuro colgaba por la espalda según la moda tradicional del harén, impuesta por los eunucos negros.
Y, como de costumbre, de pie en la esquina del patio, mirándolas, estaba el joven Onan, látigo en mano.
Las muñecas de las mujeres estaban esposadas y todas llevaban un prominente collar de latón pulido, signo de su esclavitud.
Todas habían sido depiladas y sus prominentes labios vaginales habían sido pintados con pintura a prueba de agua para que coincida con la pintura de sus prominentes pezones.
En el patio habían otras dos mujeres, que se distinguían de las demás por su largo cabello rubio y mayor edad... Estaban sentadas en una alfombra al lado de la piscina, hablando con bastante tristeza la una a la otra, compadeciéndose mutuamente de ser retenidas como esclavas y concubinas indefensas cuyo único fin en su vida era complacer a su cruel, pero sin duda guapo, Amo.
Ambas llevaban la marca del Pasha en sus vientres, pero una de las dos, Ellen, tenía sus pezones muy prominentes y sus pechos muy hinchados, propios de una mujer que se mantiene en leche para dar de mamar a su Amo.
"Las dos esclavas inglesas, Camil y Ellen, parece que se han hecho amigas", estaba diciendo el coronel Aslak Brek a Mosul.
“Si, mi Amo”, respondió Mosul.
"Tuviste una idea brillante comenzar entrenándolas para darme placer juntas, como una alternativa a Ellen y su hija... No es que tenga nada que decir sobre la formación que la madre y la hija han tenido en los harenes del Emir de Gondah y del Pasha de Marsha... ¡Todo lo contrario!.. Pero cualquier cambio siempre es interesante!"
Mosul hizo una pequeña reverencia como agradecimiento... Era importante para él tener un Amo que estaba agradecido por sus esfuerzos en conseguir darle cada vez mayores placeres.
Luego, con el ceño fruncido, señaló a una joven rubia muy bonita... La chica tenía un parecido sorprendente con Ellen... Era su hija Julia... Estaba sentada sola en una alfombra lejos de las demás.
Al igual que su madre, ella también tenía los pezones prominentes y los grandes pechos de una mujer que se mantiene con leche para dársela a su Amo cuando éste la requiera... Y también cómo su madre y el resto de esclavas llevaba los pezones pintados de azul.
Ella miraba con una expresión de desprecio y superioridad a las mujeres que juegan alegremente e ignorando sus invitaciones para unirse a ellas en la piscina.
"Eso es lo que solía hacer Camyl antes de que la enviaras a la galera cómo castigo'', dijo Rory.
“Y ahora mírala cómo ha cambiado... Es una concubina feliz e inocente, muy entregada a su Amo, con la mente de niña y cuerpo de mujer madura", comentó Mosul.
"Estoy de acuerdo en que si quieres, puedes enviar a Julia a la galera durante tres meses... Estoy seguro de que el Pasha lo aprobaría", se rió Rory.
Mosul sonrió feliz... Ya estaba pensando en una Julia aterrorizada que tiraba de su remo bajo el látigo de su colega Bakú y, con cada golpe, empujaría su vientre, con la marca del Pasha y la línea del capullo de rosa, en dirección hacia donde estaría sentado su Amo... Ella volvería con un carácter totalmente cambiado y entregándose al máximo para evitar volver a la galera.
La disciplina a Julia sería perfecta... La joven estaría encadenada por el cuello a las mujeres de delante y detrás de ella, y con los pechos y los pezones cargados de leche, tendría que esforzarse con tirar de su remo bajo la constante amenaza del látigo, que más de una, dos y más veces la golpearía sin piedad alguna.
Con cada golpe se vería obligada a tirar su panza hacia arriba mostrando la marca del Pasha grabada en su vientre liso y debajo de esta marca, la rosa y la cicatriz de haber sido castrada, cada vez que separaba sus piernas
Incluso sería divertido ordenar una pausa en el remo ordenar a Julia que se sentara con la espalda recta, todavía encadenada a su remo, y Bakú le exprimiría sus pezones, a modo de ordeño, para llenar un recipiente con su leche, lista para ser servida a su Amo.
‘Qué delicioso sería ver en sus ojos una mezcla de odio y amor hacia él... Ella regresaría al harén totalmente cambiada, tal como había hecho con Camil’ , pensó Rory
"Está bien, pero con dos condiciones", dijo su Amo.
¿Cuáles, Amo?, preguntó Mosul.
“La primera, que aproveches su ausencia para entrenar a Ellen y Camil para realizar nuevos juegos sexuales en mi cama y así compensar la pérdida temporal de disfrutar los de una madre y su hija!"
“¿Y la otra condición?”, preguntó Mosul.
"Que, como su madre, la hija siga produciendo leche, incluso si está siendo utilizada como esclava de galera... No hay nada tan rico como la leche de una niña que debo beber todos los días."
Y así se hizo todo, tal y cómo ordenó su Amo.
F I N del relato