Los terribles y sádicos piratas de Berbería (14)

El Coronel es enviado por el Gobernador a una misión de protección militar y el Emir lo agasaja como invitado de honor y más tarde le enseña su granja de cría.

Capitulo 14.- La visita del Coronel jefe de Jenízaros al Emir

Personajes: - Capitán Roy Curry , convertido en Aslak Brek,

- Murat , jefe eunuco harén del Emir.

- Batra , joven eunuco asistente.

- Abdu kunk , mayor tratante de esclavas de Túnez.

- Ellen Baker , viuda y novia del Capitán Alan Risz.

- Julia , hija de Ellen Baker.

- Nicole Talbot , criada de Ellen Baker.

- Grace , esclava irlandesa del harén de Aslak Brey.

- Marie , esclava francesa del harén de Aslak Brey.

- Camyl , esclava inglesa del harén de Aslak Brey.

  • “Es un honor tener a un oficial de alto rango del Sultán en mi casa… Tenemos mucho que hablar, pero eso puede esperar hasta mañana… Has tenido un largo y agotador viaje para llegar a mis dominios y lo menos que puedo hacer es ofrecerte lo mejor que tengo para aliviarte como invitado de honor que eres”, dijo el Emir mientras ambos tomaban unas pequeñas tazas de café turco, servido por el eunuco joven blanco al servicio intimo del Emir.

El Coronel Jefe de Jenízaros Aslak Brek, antes Capitán Roy Curry, sonrió… Sabía que la forma habitual de alivio para honrar a un invitado significaba aquí, en el norte de África, tener una esclava en su cama, tapada con capucha para que ella nunca lo viera, ni él a ella, tampoco.

Aunque no le gustaba que la esclava fuera con capucha, eso era mejor que no tener nada… Ya había pasado mucho tiempo desde que tuvo una mujer esa última noche en su harén antes de irse y recordaba ese maravilloso trío que hizo con Grace, Marie y Camyl, cada una intentando celosamente superar a las otras dos en darle placer… Fue una noche en la que estuvo pensado repetidamente durante el viaje.

  • “Soy afortunado de poder ofrecerte, dos mujeres europeas para tu placer, pero por desgracia con las restricciones normales… Confío que las encontrará agradables… Mi eunuco jefe negro les ha dicho que les espera una paliza si no quedas completamente satisfecho con su trabajo."

‘¿Dos mujeres europeas aquí en el harén del Emir?... Dios mío... Pobres mujeres’ pensó el Coronel Aslak Brek, muy sorprendido por ello, pero disimulando.

  • “Una cosa más, Su Excelencia... Para no ser fastidiosamente importunado por estas esclavas cristianas, que siempre mendigan para ser liberadas, he ordenado que las amordacen bajo sus capuchas y así no pueden hablar”, agregó el Emir.

Cuando terminaron, el eunuco jefe negro Murat hizo pasar al Coronel Jefe de los Jenízaros a un suntuoso dormitorio... El asistente eunuco Batra quedó de servicio en la parte de fuera de la puerta.

  • “Si tiene algún problema con las mujeres, simplemente llame y mi asistente acudirá de inmediato”, le dijo el eunuco jefe Murat con una insinuante sonrisa que ocultaba su enojo por tener que proporcionar mujeres para el uso de este extranjero, incluso si él era un alto funcionario turco.

El Coronel Aslak Brey vio dos figuras desnudas estiradas en la gran cama, con espacio para él entre ellas... Las veía moviendo sus caderas como invitándolo a que se acostase a su lado.

Sus cuerpos eran bonitos... Uno era claramente más joven que el otro... Las esposas que unían sus manos habían sido colgadas de ganchos en la cabecera de la cama... El Coronel se dio cuenta de que le resultaría fácil poder desenganchar las cadenas.

Cada cabeza estaba cubierta con una capucha de cuero, con dos pequeños agujeros para el intercambio de aire debajo de la nariz... Cuando la joven sacudió la cabeza, el Coronel vio que la capucha estaba abrochada en la parte posterior del cuello con un pequeño candado.

Pero eso no era todo, porque vio que había otro pequeño candado debajo que bloquea la capucha y la mantiene en su lugar... Parecía estar sujeto a una correa que pasaba por debajo de la capucha.

El Coronel Aslak Brey recordó lo que el Emir le había dicho de tener a las mujeres amordazadas para que no le importunaran mendigando para ser liberadas... Más probablemente, él pensó con una risa cínica, que fue para evitar comunicarse entre ellos y poder conocer su nacionalidad e identidad.

Quitándose la ropa, trepó a la cama, arrodillándose entre los dos bellos cuerpos femeninos... La mujer más joven dio un pequeño gemido debajo de su capucha... Bajando la mirada hacia ella, Roy Curry quedó fascinado al ver la forma en que sus jóvenes pezones rosados ​​habían sido alargado... Pensó en lo que iba disfrutar, chupándoselos... Lástima que ella no estuviera produciendo leche.

Luego dio un grito ahogado cuando vio, marcada en su vientre, por debajo de la marca del Emir -una cresta verde-, salir de sus labios vaginales, un bonito tallo que terminaba en un pequeño capullo de rosa.

El Coronel Aslak Brey, reconoció lo impactante de este grabado y admiró la habilidad con que todo había sido hecho, mientras él pasaba su mano por el tatuaje y vio también que el clítoris había sido cortado... La joven estaba capada.

Intrigado, se volvió hacia la otra mujer que yacía junto a su otro lado... Le acarició sus grandes pechos y fue recompensado por un gemido sofocado por debajo de la capucha... Luego movió su mano hasta su vientre, admirando la bella marca cresta verde del Emir tatuada en su piel.

Sonrió al ver que los labios vaginales eran normales pero de nuevo percibió que el clítoris también había sido cortado... Le separó los labios vaginales a la mujer y vio para su asombro, que sólo había una pequeña cicatriz... ¡Ella también había sido capada!

Él sabía, que a muchos árabes ricos les gustaba cortarles el clítoris a sus esclavas para así demostrarles su poder sobre ellas, sin que esto disminuyera su propio placer... El placer de ellas, les daba igual.

De repente, notó un pequeño diamante rojo tatuado discretamente en el interior del muslo izquierdo de la mujer mayor... Debajo del diamante tatuado estaban tatuados también algunos pequeños números arábigos... Miró entonces el interior del muslo izquierdo a la mujer más joven... El tatuaje del diamante también estaba allí pero los números arábicos eran diferentes... Supo de inmediato que esto era la marca de Abdu Kunk, el mayor tratante de esclavas de Túnez, el puerto corsario rival más cercano a Marsa.

El Coronel había oído que Abdu Kunk se había especializado en cortar clítoris y educar a mujeres europeas, pero estas fueron las primeras que había visto.

Durante sus primeros tiempos en Marsa, él pensó en ir a Túnez a comprar una o dos hermosas esclavas europeas a Abdu Kunk, pero se dio cuenta de que con su exiguo sueldo jamás podría permitirse el lujo de tener una esclava procedente de este tratante de esclavas... Sin embargo, ahora, gracias a la generosidad del Pasha (=Gobernador) de Marsa tiene algunas mujeres europeas que se las ha cedido por tener él demasiadas concubinas... Y gracias a su cargo, tiene un pequeño harem, y una pequeña galera bien equipada de mujeres remeras.

¿ Cómo el Emir, que vive tan lejos en el interior, puede ser un cliente de Hassan? ’, se preguntó.

No era de extrañar que estuviera tan orgulloso de sus esclavas europeas y quisiera mostrárselas a su invitado... Claramente el Emir quería que su invitado se diese cuenta de su poder económico y de lo satisfecho que estaba de poseer hermosas mujeres europeas, que otros jamás tendrían, aunque no sabía de guerras.

Y no es de extrañar que el Emir haya tomado precauciones para asegurarse de que el Coronel de Jenízaros, también era un europeo, aunque ya renegado de todo, pero mejor que no las viera ni nunca hablase con ellas.

El Coronel de Jenízaros se preguntó que quizás podría saber más cosas del Emir por su jefe eunuco negro, pero recordó la mala mirada que este personaje le había dado, obviamente resentido por haber tenido que entregar a sus perras sumisas entrenadas para complacer a un visitante y no a su Amo.

Presumiblemente, lo mismo pasaría con el joven eunuco que está en la puerta de su habitación, a la espera de castigarlas o llevárselas más tarde cuando se lo ordenasen.

Que humillante debe ser para estas mujeres europeas, presumiblemente bien educadas, desde que fueron capturadas y luego vendidas por Hassan, y ahora ser supervisadas por un joven castrado.

Pero estas mujeres indefensas, que estaban a ambos lados de él, en su cama, dispuestas para su placer, tenían cuerpos bonitos y le excitaban... Él no había tenido una mujer desde que se fue de Marsa... Sintió que su polla se le puso muy tiesa y dura a la vista de sus cuerpos desnudos y levantó las esposas de las mujeres los ganchos para que lo satisfacieran, acostándose entre ellas.

Inmediatamente ambas mujeres, comenzaron a excitarlo, apretando sus pezones contra su cuerpo, haciéndole cosquillas entre sus piernas y acariciándole su gran polla... Mientras ellas lo calentaban, notó leves marcas de bastón en sus pechos lo que le hizo pensar claramente que los eunucos las habían entrenado bien.

Estaba sorprendido por la intensidad de reacción de la mujer más joven mientras chupaba sus pezones alargados... Pronto ella estaba gimiendo en éxtasis, bajo su capucha... Y la misma reacción ocurrió cuando cambió su atención a la mujer mayor... Claramente la pérdida de sus clítoris habían hecho que sus pezones fueran más sensibles.

Bajó una mano para separar los labios vaginales de la más joven e inmediatamente sintió su dedo apretado... Y lo mismo paso al hacérselo a la mujer mayor... El hecho de estar capadas les provocaba tener más ganas de ser estimuladas internamente.

Durante los siguientes minutos, Rory se folló primero a la más joven y luego a la mayor... Cuando se las follaba, las oyó respirar con fuerza y ​​proferir pequeños gritos de placer y emoción.

Finalmente, incapaz de aguantar más, se corrió dentro del coño de la mujer mayor, sintiéndola correrse ella también... Todo ello le resultó muy agradable y quedó muy satisfecho.

Se recostó y, medio dormido, se dio cuenta que el joven eunuco se llevaba a ambas mujeres, presumiblemente a ducharlas vaginalmente para asegurarse de que no quedasen preñadas.

Más tarde, esa noche, con su polla ya tiesa y las mujeres en su cama, él era consciente de que iba a follarse a la chica más joven, cómo así hizo, tras demostrarle ella su habilidad para excitarlo.

‘Cuán afortunado es el Emir de tener esta pareja tan bien entrenada’ , pensó, mientras de nuevo se quedaba dormido.

Cuando despertó a la mañana siguiente, estaba solo.

Horas más tarde, seguido por sus guardias, el Emir y el Coronel de Jenízaros cabalgaban lentamente hacia una antigua fortaleza que albergaba las extensas instalaciones de cría del Emir detrás de sus paredes almenadas.

En su camino, pasaron junto a varios grupos de patrullas de la Guardia Negra del Emir.

  • Tengo que tomar precauciones especiales de mis yeguas de cría de dos patas, para que no me las roben, escapen o sean rescatadas por su angustiadas familias o sus maridos... Hay mucho en juego en la cría como para no cortar cualquier riesgo”, le explicó el Emir.

Cuando se acercaron a la fortaleza, el Coronel vio una granja cercana en la que habían yeguas de cuatro patas con sus pequeños potrillos que pacían tranquilamente.

  • “Estas son mis mejores yeguas de cría... Mantenemos los sementales en la misma granja junto con las yeguas que pronto van a ser preñadas... Supongo que eso lo conoce, Coronel”, le dijo el Emir a su invitado.

Pero esto no era lo que realmente el Coronel quería ver... De entrada vio una gran extensión de tierra fértil, dividida en numerosas parcelas y cada una de las cuales  estaba dedicada a diferentes cultivos de hortalizas... Se notaba que era una gran explotación agrícola que produciría grandes beneficios con la venta de esos productos.

Pero, ¿Y los trabajadores de estas tierras?... Pronto vio el Coronel  la primera cadena de mujeres jóvenes bereberes, medio desnudas  y esposadas trabajando en las parcelas... Estaban recogiendo, regando, cavando o poniendo estiércol.

Cada cadena estaba formada por una docena de mujeres, unidas por ligeras cadenas atadas a sus collares... Cada cadena tenía un supervisor que era un eunuco, que llevaba un látigo con el que mantenía trabajando duro y en línea a las mujeres.

El Coronel se extraño al ver que la mayoría de las mujeres de las cadenas eran mujeres que estaban preñadas, por lo que el Emir, al darse cuenta, le explicó:

  • “Cada cadena está formada por mujeres con días de diferencia para parír... Luego que han parido, deben estar siempre arrastrándose a cuatro patas y las metemos, con las manos atadas a sus espaldas, en  pequeñas jaulas individuales para que alimenten a sus crías.”

“Cada amanecer, son sacadas del corral y atadas a su cadena para trabajar en nuestra importante empresa de hortalizas, hasta el calor del mediodía... Luego las vuelven a meter en el corral para alimentar a su pequeña progenie que estará hambrienta, esperándola.”

  • "¿Mantenerlas produciendo leche hace más difícil lograr que queden de nuevo preñadas?”, le preguntó fascinado por curiosidad el Coronel.

  • “Nooo... Nuestros supervisores tienen una poción especial que resuelve ese problema... Funciona muy bien tanto en animales de cuatro patas como de dos patas... Las yeguas de cría alimentan a una progenie mientras que llevan la siguiente en su vientre... Así siempre están produciendo leche sin parar una vez comienzan a lactar”, le explicó el Emir.

  • "Todo esto es muy productivo. pero seguramente hay un riesgo, cuando traen a las mujeres aquí para que trabajen porque este trabajo podría interferir con la valiosa progenie que lleva en su vientre", le dijo el Coronel.

  • “Te estás olvidando Excelencia, que aquí las mujeres no están condenadas a trabajo duros mientras están producido con éxito un número determinado de crías... Si te fijas, Coronel, cada cautiva es marcada con una estrella en la nalga izquierda cada vez que ella produce una cría saludable y ella también estará ansiosa de ganar su número estipulado de estrellas y así se le permitirá regresar a su casa”, dijo el Emir con un astuta sonrisa.

-"Muy inteligente", comentó el Coronel.

Alzando la vista, el cruel Emir miró para ver que las torres de observación en cada esquina de la fortaleza era bien vigilado por su Guardia Negra.

Cuando la comitiva del Emir se acercó, las puertas de hierro con su emblema estaban abiertas... Un grupo de  Guardias Negros, todos Dinkas, del Sudán, hombres excepcionalmente altos, se apresuraron a formar y presentar armas ante el paso del Emir y su séquito.

Estos gigantes Dinkas son los que sirven como sementales humanos para las mujeres bereberes, algo que hace que este establecimiento sea muy solicitado por los Dinkas, aunque sólo los más altos y más fuertes eran seleccionados para servir al Emir.

Una vez dentro de la fortaleza, el Emir le presentó al Coronel de los Jenízaros a su Jefe de Granja, un árabe alto, con una bata blanca inmaculada y llevando un látigo de montar, que le hizo un profundo saludo.

Luego, éste le presentó al Coronel, al Jefe de capataces a cargo de la cría, que también iba vestido como el Jefe de Granja, con un vestido árabe blanco impecable, pero su piel negra como el azabache y las cicatrices tribales en sus mejillas mostraba su origen negro... Él, también era un importante personaje, ocupando un tercer lugar en la escala de servidores, encabezada siempre por Murak.

  • “Ellos son los responsables de cumplir con la cuota que he marcado este año... Quiero un centenar de potros jóvenes de cuatro patas y otra cuota similar para las yeguas de dos patas... Estas últimas tienen a toda hora apareamientos y paren a lo largo de todo el año... Las yeguas de cuatro patas tienen su progenie para nacer a principios de la primavera o el otoño”, le dijo el Emir al asombrado Coronel.

“Ambos hacen un buen equipo y logran resultados muy exitosos... Los excrementos que se recogen son un producto muy importante para el campo... Ese es el secreto de mi exitosa empresa de verduras, que me deja también grandes beneficios.

Seguido por el Jefe de Granja, el Emir llevó a Coronel Aslak Brek a un gran edificio construido a lo largo de una pared de la fortaleza que proporciona sombra a los pequeños establos (boxers) dispuestos a derecha e izquierda y que albergan a sus preciadas yeguas de cría y a sus potrillos pequeños.

En un edificio más pequeño cercano a estos boxer, estaban los boxes de los preciados sementales, y el boxer de apareamiento, con el collar y las correas fuertes unidas por cadenas para evitar que una yegua rebelde pueda dañar al valioso semental a punto de montarla.

El Emir señaló al Coronel las pizarras colocadas en cada pequeño establo y en la que estaba escrito en árabe el número de cría de la yegua del boxer, un número que coincide con el número de estrellas marcados en sus cuartos traseros laterales... También estaba escrita su edad, el nombre del semental que la había montado la última vez y la fecha en que fue montada.

También había una nota sobre su salud y la cantidad de comida de crianza especialmente nutritiva que debería ser dada para garantizar el crecimiento adecuado del potrillo que ella todavía estaba amamantando.

  • “Los registros precisos son esenciales para un éxito en el negocio de cría", dijo el Emir señalando a un joven potro mamando de su madre.

  • “Muy interesante todo”, dijo el Coronel.

“Luego se toma la decisión de si se le castra o lo mantenemos entero para ser semental.”

Como norma, todos los valiosos potros del Emir que salían a la venta, estaban castrados, porque no quería que otros criadores los usaran como sementales para sacar criar de él... Además, un caballo castrado daba menos problemas en los establos.

Acompañado por su Jefe de Granja, el Emir se acercó al otro lado del patio hacia un edificio sombreado de gran tamaño, similar al anterior y también con los establos pequeños (=boxer)... En ellos están las yeguas de dos patas y sus crias.

  • “Lo mismo que se hace en los establos de yeguas de cuatro patas, se hace con las yeguas de dos patas y las crías machos (=Haratín), paridos por ellas... Un Haratin castrado da menos problemas como trabajador cuando crezca y se vende bien como eunuco para los harenes”, explicó el Emir.

  • “Tras parir, los sementales se encargan pronto de volver a preñar a la yegua... Cuando llega la hora de destetar al potrillo y alejarlo de su madre, para ponerlo a la venta si sobrevive al castrado, ésta ya tiene la leche preparada para dársela al nuevo potrillo y pronto lo olvidará porque tiene a otro potrillo para cuidarlo y alimentarlo... Este ciclo se repite una y otra vez hasta que cumpla su sentencia y se la deja regresar a su tribu”, termino de explicar el Emir.

El Coronel vio que aquí, cada boxer tenía una rejilla metálica de malla ancha a veinte centímetros del nivel del suelo... En el centro de la rejilla había un pequeño espacio circular, en donde la yegua excretaba.

También vio una pizarra similar a la que había en los boxer de las yeguas de cría de cuatro patas, con todos los datos de la yegua.

De repente, el capataz restalló ruidosamente su látigo y gritó con su voz de falsete:

  • "¡Cabezas fuera!"

Como respuesta se escuchó un traqueteo de cadenas y luego aparecieron a través de los agujeros de las puertas de cada uno de los boxers del establo veinte cabezas que se asomaban mostrando sus adornos de plumas en la cabeza.

  • "Estas son las yeguas que pronto se van a aparear para preñarlas y producir crías que dejarán buen dinero a nuestras arcas”, le explicó el Emir, que señaló el elegante cabellos que tenían y que les colgaba por sus espaldas, un claro signo de buena salud, y  sus ojos que estaban cuidadosamente delineados con pintura negra.

Al Emir le gustaba que sus yeguas fueran mantenidas bien arregladas por sus supervisores, no sólo por importantes razones de higiene, sino también por un sentido de orgullo en ser sus yeguas de cría seleccionadas para producir hermosas crías.

Las mujeres yeguas no hablaron... Todas miraban a su alrededor con entusiasmo porque normalmente no se les permitía nunca levantar la cabeza, excepto para peinarles el pelo y pintarles los ojos pero eso lo hacían dentro de sus boxers y mirando a la pared.

Al ver al Emir, las mujeres yeguas lo miraron temerosas.

Una vez más, el capataz hizo sonar su látigo en voz alta.

  • “Saludar a vuestro Amo!”, gritó.

  • “¡Amamos a nuestro Amo!”, gritaron a coro las mujeres yeguas.

  • “¿Qué es lo que más queréis?”, preguntó gritando el capataz.

  • “Entregar el fruto a nuestro Amo!”, volvieron a gritar al unísono.

El Emir sonrió muy satisfecho... Las voces sonaron casi fervientes... Era una buena forma de controlar la moral en las mujeres yeguas... No había duda de que el jefe de los supervisores estaba manteniendo a las mujeres yeguas bien disciplinadas... Él asintió con su aprobación el trabajo de sus capataces.

  • "¡Cabezas dentro!", gritó el capataz.

Todas las mujeres yeguas desaparecieron de la vista y se metieron en sus respectivos boxers.

Dos jóvenes esclavos eunucos llevando un carro hizo su entrada por el pasillo entre las líneas de boxers.

  • "¡Empezad con vuestro trabajo!", les gritó.

Uno de ellos comenzó a poner comida a través del espacio de las rejillas... Los comederos eran de latón y allí se dejaba caer una papilla nutritiva hecha de cebada hervida con picado de zanahorias.

El otro joven esclavo eunuco abría la pequeña puerta de madera de cada boxer y con un rastrillo amontonaba y recogía la paja sucia que tenía cada mujer yegua y le echaba nueva paja que servía no sólo para abrigarse y cubrir los adoquines del suelo, sino también como una receptáculos para sus desechos sólidos y líquidos.

El Emir caminó por el pasillo y se detuvo al azar en un boxer e invitó al Coronel a mirar dentro... Arrastrándose a cuatro patas estaba una chica bereber bonita, joven, de piel casi blanca, dentro de un cajón con rejas que apenas debía medir unos 70 x 70 x 50 cm.

A cada lado de ella, y enganchados a cada uno de sus pezones de sus pechos hinchados, habían dos pequeños potros de color café, desnudos, mamando de sus pezones.

La joven también estaba desnuda a excepción de un collar de hierro enganchado a una cadena que estaba sujeta a un anillo en la pared del boxer.

  • “Esta que ves es una jovencísima yegua que ha tenido dos crías y ahora las está amamantando... No le está permitido tocarlas bajo pena de 50 latigazos y siempre se las mantiene con collar y cadena, incluso cuando salen de sus corrales para el apareamiento, para el trabajo o para la entrega de su progenie”, le explicó el Emir.

El Emir miró la pizarra que había ante la puerta y comprobó que las dos estrellas marcadas en su nalga derecha, coincidía con lo que decía el tablero... Le explicó al Coronel que ella había sido condenada a darle seis crías.

Tener gemelos la primera vez, era un buen comienzo y el tablero indicaba que ella ahora estaba de nuevo preñada... El Coronel se fijo en que ella debería estar preñada de casi ocho meses porque su barriga estaba muy hinchada... Se dio cuenta de que el Emir no las dejaba descansar y las preñaba de nuevo, de inmediato.

  • “Era una chica muy joven cuando la envié aquí hace un par de años... Quedó preñada de inmediato y eso me satisfizo mucho porque mejor serán las crías que produzcan y mejor será como yegua ya que sólo se centrara en dejarse preñar, criar y trabajar", dijo el Emir.

Mirando de nuevo hacia abajo a la jovencita yegua, el Emir se felicitó a sí mismo por haber introducido la jaula para evitar que se levanten mientras amamantan... Ha sido un experimento muy exitoso que les ha demostrado que las yeguas alimentaban muy bien y por más tiempo a sus crías, ya que apenas se pueden mover y el capataz comprueba rápidamente que en todo momento la cría mame.

Además, las jaulas mantienen a cada mujer yegua aislada de sus yeguas vecinas de bóxer y evita posibles infecciones que se pueden pasar de una a otra... Y, sobre todo, el flujo de leche también es mejor al tener que estar en todo momento con sus pechos colgando debajo de ellos y facilita a sus pequeñas progenies alcanzar los pezones.

Continuará....