Los terribles y sádicos piratas de Berbería (11)

El Emir toma posesión, por primera vez, de las tres mujeres inglesas disfrutando de su humillación y gozando con sus cuerpos

Los terribles y sádicos piratas de Berbería

Se recomienda la lectura de los capitulos anteriores para poder seguir el relato

Cap. 11.- Disfrutando el Emir de sus esclavas inglesas

Personajes: - Ellen Baker , viuda y novia del Coronel Alan Risz.

- Julia , hija de Ellen Baker.

- Nicole Talbot , criada de Ellen Baker.

- Murak , el eunuco jefe del harén del Emir.

- Turki , joven eunuco y entrenador en el harén del Emir.

En la privacidad del baño del Emir y para incrementar la degradación de las esclavas, dos de ellas siempre eran encadenadas a las argollas que habían en la parte de abajo de las paredes del baño turco… Ellas estaban arrodilladas desnudas sobre el suelo de mosaico, con cuencos de agua de rosas en sus manos, esperando en silencio la llegada de su Amo.

Cuando él llegaba y se metía en el baño, ellas introducían sus lenguas en el agua de rosas, para luego a continuación, lamer sus genitales y culo hasta dejárselo impecablemente limpio y perfumado… El Emir era un hombre muy exigente en todo esto.

Más tarde, bajo la atenta mirada de su eunuco supervisor, serían las responsables de lamer no sólo todas las paredes de cerámica de porcelana sino también el suelo y la rejilla de plata del desagüe hasta dejarlo todo brillante.

El Emir siempre iba a la ducha antes de pasar a su habitación donde una o más concubinas nerviosas estaban esperándolo para que disfrutase con ellas cómo mejor le plazca... Por lo tanto, en el baño ya debían dejarlo con la polla tiesa antes de entrar en sus aposentos.

Las esclavas del baño turco se mantenían temporalmente mudas al tener un gran anillo de oro metido en sus bocas atravesando sus lenguas… Esto las obligaba a mantener la punta de la lengua hacia fuera a través de sus labios.

Estos anillos, además de servir para garantizar la higiene personal y provocarle la erección de la polla al Emir, tener la lengua siempre fuera, también servía para que las esclavas no pudiesen hablar entre ellas.

Cuando el Emir la vio desnuda ante él, pensó que si Nicole ya había sido entrenada en Europa como doncella, ahora sería una esclava ideal para su baño, aunque sus deberes ahora serían, naturalmente, muy diferente... Él disfrutaría de las pequeñas cosquillas de su lengua mientras lo limpiaba arrodillaba con su cara mirando hacia arriba,  excitándolo y preparándolo para su antigua ex Señora y su hija… Manteniéndola muda le impediría hablar con ellas.

El Emir volvió a mirar los labios vaginales de Nicole perfectamente recortados… Esta esclava, con ese bonito cuerpo, también podría darle mucho placer cuando se la follara.

Murak estaba encantado de ver los ojos del Emir mirando bailar a Julia… Él, cogió la cinta blanca sujeta a su cuello y tirando suavemente le quitó la ligera prenda que cubría su cuerpo y la desnudó completamente ante el Emir.

Lo que fascinó al Emir cuando vió su cuerpo desnudo fue la ausencia de labios vaginales: sólo había una rosa marcada en su pubis calvo, montada en un tallo verde con hojas a ambos lados, que llegaba hasta donde antes estaba su clítoris... Hassan, el traficante de esclavos, debe tener un médico y tatuador experto para conseguir todo esto… Todos estaban fascinados observando eso.

El Emir miró los tres vientres que giraban… Todos eran muy planos y suaves, efecto que a él le gustó… Imaginaba cómo serían preñadas, con su marca en sus vientres estirados gradualmente con el paso de las semanas.

Miró sus pezones anillados pintados y se preguntó cómo se verían hinchados con leche para su alimento… Estas mujeres, seguro, le generarían una buena fuente de dinero cuando las vendiese mientras viajara a La Meca… El hecho de que llevaban en el vientre la marca tatuada de un Emir, mejoraría su valor.

Superado por el erotismo de la escena, el Emir podía sentir su polla ponerse muy tiesa... Él no podía esperar más para inspeccionar, de cerca, su nueva propiedad.

El Emir aplaudió y la música calló, dejando a las tres mujeres paradas incómodamente delante de su aterrador Amo... Él se volvió y murmuró algo a Murak... De inmediato, dos eunucos trajeron un banco y lo colocaron inmediatamente frente al Emir.

Las tres mujeres, aún encadenadas juntas, fueron llevadas por su joven entrenador para ponerse de pie en el banco, con las manos juntas detrás de sus cuellos y sus coños al nivel de los ojos brillantes del Emir.

Murak vino y se paró entre el Emir y el banco… Ordenó a Turki, que estaba de pie detrás el banco, que sujetara a Ellen por su pelo y la atrajese bruscamente para que doblase su cuerpo hacia atrás, haciéndola empujar su vientre hacia adelante.

Murak se inclinó un poco y, cuidadosamente, con ambas manos, separó los labios vaginales de la sobresaltada Ellen, mostrando al Emir la pequeña cicatriz donde debería haber estado el clitoris… El Emir asintió con la cabeza lleno de satisfacción.

Ellen se sonrojó de vergüenza e intentó gritar desde detrás de su mordaza mientras Murak ponía dos dedos dentro de ella y expertamente comenzó a moverlos dentro de su coño… Pronto fue recompensado con pequeños jadeos de la mujer.

Finalmente, mostró sus dedos húmedos, satisfecho de que había demostrado que, a pesar de estar capada, la mujer le daría todas las satisfacciones, una vez penetrada.

Murak se dirigió después a la sonrojada Nicole y repitió el proceso… Además de mostrarle la cicatriz oculta, también mostró al Emir que los labios vaginales internos habían sido cuidadosamente cortados... Luego mostró al Emir cómo ella también había sido capada y respondía mojandose cuando le metió dos dedos dentro de su coño.

Luego, a un gesto del Emir, Murak le desabrochó su mordaza

  • “¡Silencio!... Lengua fuera!”, le ordenó.

Animada por un golpe fuerte del látigo de Turki en las nalgas, Nicole, nerviosa, se esforzó por sacar su pequeña lengua puntiaguda.

El Emir le tendió la palma de la mano y sonrió contento mientras sentía la pequeña y suave lengua moverse en su mano... Se sentiría aún más encantado lamie¡éndole el culo o sus genitales.

Miró a través del salón hacia donde el anciano eunuco, a cargo de sus esclavas del baño, estaba de pie expectante.

A diferencia de los supervisores de los diversos equipos de color, el anciano eunuco estaba vestido completamente de negro y sostenía en su mano un gran anillo de oro, una larga pinza para retener rápidamente el anillo en la base de la lengua de la joven Nicole para que ésta quedase la punta fuera de la boca.

El Emir hizo un gesto y el anciano eunuco asintió y se acercó… Desabrochó a Nicole y la condujo fuera del salón.

Luego vino lo más destacado, ya que Murak invitó al Emir a acercarse y tocar el tallo tatuado en el pubis calvo de la joven Julia, que ruborizandose sintio cómo le separaban sus labios vaginales para mostrarle al Emir el arranqué  del tallo de la rosa roja y también mostrarle el clitoris capado y los puntos de sutura debajo del tallo de rosa tatuado.

Murak explicó al Emir, que esos puntos de sutura podrían ser cortados fácilmente en el momento en que se decida la desfloración de la joven, que aún es virgen… Luego, podrían coserse de nuevo para restaurar el efecto tan bonito del tallo y para hacer cumplir también, la pureza estricta que rije en el haren.

  • “¡Ofrécele hija!'”, le ordenó Turki, soltando temporalmente la mordaza de su madre Ellen.

  • “¡No!... ¡No!”, gritó Ellen.

El Emir sonrió… La angustia obvia de la madre haría la desfloración de la hija, muy agradable.

Horrorizado por el aparente insulto que esta mera esclava estaba dando al Amo, el joven eunuco le golpeó fuerte con su bastón en la espalda.

  • “¡Ofrecer hija!”, gritó una vez más, golpeándola de nuevo con el bastón.

  • “¡Ofrecer hija!”, gritó otra vez.

Incapaz de resistir más, Ellen sollozó en el árabe que le habían enseñado:

  • "Por favor, toma la virginidad de mi hija."

Ellen pensó que probablemente Julia desconocía el significado de lo que estaba diciendo.

  • “¡Otra vez!”, dijo Turki.

Y Ellen repitió de nuevo la frase humillante.

La reacción de todo esto en el Emir fue fulminante.

  • “Quiero a ella y su hija ahora", gritó casi... El Emir se ha estado preparando durante varios días para este momento.

  • Poner a la madre en la jaula de mi habitación y que su entrenador esté con ella por si la necesito... ¡Rápido!... Ponerle las manoplas de cuero en las manos… No quiero que ella se arañe la cara en su furia y dolor cuando vea la escena.

Murak hizo un saludo, con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

El Emir estaba en silencio con los pies bien separados sobre la reluciente porcelana húmeda de la ducha... El cuarto de baño estaba muy perfumado para ocultar su verdadero propósito.

El Emir, gordo de cara, miró por encima de su gran barriga a las dos bonitas mujeres desnudas y arrodilladas a sus pies sobre el plato de porcelana... Como todas las mujeres del Emir, sus muñecas tenían gruesas esposas de hierro que estaban unidas por una corta cadena.

Pero lo que las diferenciaba del resto de esclavas era que sus lenguas sobresalían de manera antinatural a través de sus labios, gracias a un gran anillo de oro insertado en su boca al cual estaban pinzadas.

Una de las mujeres era una chica bereber de cabello oscuro y

la otra, una pelirroja de piel blanca… Una cadena pesada unia el collar de cada chica a una argolla situada en el lado de la reluciente ducha… La joven bereber estaba aguantando una vasija grande con sus manos esposadas, mientras que la joven pelirroja estaba usando las suyas para dirigir la polla del Emir hacia la vasija… Pronto el Emir comenzó a orinar mientras la pelirroja le sontenía su polla.

Mientras meaba, echó un vistazo a la parrilla plateada que yacía sobre el desagüe entre sus pies… Estaba muy brillante... Las lenguas de las dos chicas se encargaban de ello.

El anciano eunuco, que estaba parado silenciosamente en un rincón del cuarto de baño y que estaba a cargo de este tipo de esclavas, no dudaba en utilizar su látigo para que lo dejasen reluciente, incluso si la pelirroja era nueva en su tarea.

Luego, cuando el Emir hubo terminado, el eunuco estalló sus dedos.

Con un pequeño grito de protesta, la pelirroja se acostó en la porcelana de modo que su cabeza quedó entre los pies del Emir aún de pie… La túnica del Emir bajó a ambos lados de su cabeza... Su cuerpo desnudo yacía estirado en el suelo de porcelana, con los brazos esposados directamente hacia abajo lado, la boca abierta y los ojos mirando horrorizados al gran culo que estaba encima de ella.

La chica bereber cogió un frasco de una pomada especial… Era hora de comenzar a levantarle la gran polla al Emir para ir a su cama en la habitación de al lado.

El Emir dobló sus rodillas y se bajó sobre el rostro de Nicole... Su túnica excluyó la luz para que ella estuviera en la oscuridad haciendo su desagradable y humillante trabajo.

El eunuco golpeó el vientre de Nicole con su látigo y le ordenó:

  • “¡Lamer!”

Aterrorizada ante la posibilidad de recibir otro latigazo, Nicole alcanzó con su lengua recién anillada, y dolorida, el ano de su Amo y comenzó a lamerlo con desespero… Nunca hubiera imaginado que ella haría esto a un hombre.

El Emir era un hombre muy exigente y la joven pelirroja ahora no sólo estaba simplemente haciéndole una impecable limpieza, lamiéndole su orificio anal sino también le estaba enviando brotes de placer que se manifestaba por una erección cada vez mayor de su polla.

Esta fue la señal para que la chica bereber comenzara a masajear el ungüento en la polla del Emir... Pronto el efecto combinado de la lengua tensa de Nicole, las manos pequeñas y suaves de la joven bereber y la vista de los bonitos cuerpos desnudos de las dos chicas, lograban cada vez más el efecto deseado.

El Emir se subio la bata hasta el estómago y miró a las dos jóvenes

mujeres, cada una tratando de despertarlo y prepararlo para su placer… Vio a la pelirroja parpadear y luego mirar horrorizada a su vientre y la virilidad que sobresalía de ella.

El placer mental aumenta el placer físico… Cada una de estas dos jovenes esclavas no podía ver la erecta polla  de su Amo e incluso tocarlo, lamentando amargamente que todo lo que le hacía era que se pusiera tieso para otra mujer.

Pero eso era así… El papel de estas dos, muy atractivas mujeres jóvenes desnudas, eran simplemente un papel preparatorio.

El Emir se puso de pie… Su polla estaba ahora orgullosamente erguida frente a él, saliendo entre sus túnicas abiertas.

Nicole, todavía acostada boca arriba en la suave porcelana, no pudo evitar mirar hacia arriba y ver la gran polla que tenía su Amo… Ella se sentía completamente avergonzada por lo que había hecho, pero el tamaño y la cercanía de esa gran polla estaba teniendo un efecto inevitable de excitación y su coño se humedeció.

Al levantar la vista, indefensa y avergonzada, la invadió una sensación de orgullo al haber sido seleccionada para servir de una manera tan íntima a este hombre superior, elegantemente vestido… Él era de hecho su Amo y ella, la esclava íntima de su cuerpo.

Turki hizo pasar al Emir al dormitorio del harén… Era la única habitación del harén con estilo tradicional… Las mujeres no elegidas para su cama dormían en esteras en el suelo en los dormitorios de su equipo.

El Emir asintió con aprobación al ver una mujer agachada y amordazada en una pequeña jaula colgando de una pared… Sus ojos horrorizados miraban por todos lados y las manoplas de cuero de sus esposadas manos quedaban impotentemente a través de los barrotes de la jaula mientras se balanceaba lentamente de un lado a otro.

Una hora antes, ella y su hija Julia habían sido llevadas al baño, lavadas y secadas por Turki y el eunuco supervisor del Equipo Azul, bajo la supervisión del propio Murak… La rosa de Julia y sus propios labios vaginales habían sido cuidadosamente engrasados.

Finalmente, Murak había aplicado personalmente una crema especial de olor dulce para evitar la concepción, una crema basada en una receta antigua muy usada en la aldea en la que había sido criado.

Según sus cálculos, ni Ellen ni Julia estaba en la parte peligrosa de sus ciclos mensuales... Sin embargo, era una regla estricta del harén el aplicar siempre la crema a todas las mujeres seleccionadas para la cama del Emir, porque el Amo tenía que poder disfrutar de sus concubinas sin preocuparse de que puedan concebir y así causar un problema con los hijos de sus esposas oficiales, ya que los hijos del Emir tenían, como él mismo, ser verdaderos descendientes del Profeta a través de su madre y su padre.

Por lo tanto, a pesar de que las madres de los hijos del Emir -todas

hijas de otros Emires y Caids-, vivían en su harem bajo la supervisión de sus eunucos, separadas de las concubinas, disfrutando de cierta

relajaciones de la estricta disciplina del harén que era impuesta a las demás mujeres.

Cuando esta misteriosa crema había sido debidamente aplicada, a Ellen la obligaron a gatear a través de una trampilla y luego se encontró en esta pequeña jaula oscilante.

El Emir asintió con la cabeza cuando vio que la gran cama había sido abierta y que acostada sobre ella estaba el cuerpo desnudo de Julia.

Ella estaba tumbada de espaldas con los tobillos separados y levantados por dos pequeñas cadenas enganchadas a las columnas del cabezal la cama, de modo que sus rodillas quedaban dobladas.

Sus caderas, a mitad de la enorme cama, estaban levantadas hacia

arriba por un gran cojín, mostrando, debajo de la marca del Emir en su vientre, la rosa con el tallo verde tatuada hasta donde sus labios vaginales deberían haber estado.

El Emir vió que las esposas que unían sus manos y muñecas con guantes de cuero estaban sujetas a la cabecera de la cama, sobre su propia cabeza, para que ella no pudiera interferir con su placer.

El Emir también vio que ella no estaba amordazada… Así disfrutaría escuchando, indefensa, sus gritos de protesta y dolor que a pesar suyo cambiarían gradualmente en gemidos de placer, una vez la desflorase.

Pero lo que realmente llamó la atención del Emir fue el brillante capullo de rosa rojo que evidentemente había sido bien engrasado

para facilitar la penetración.

  • “¡Mover!”, le ordenó Turki levantando su bastón… Julia dio un pequeño grito de protesta y luego, como bien entrenada que estaba, comenzó a mover sus caderas de lado a lado, acentuando el capullo de rosa.

Ella estaba, por supuesto, aterrorizada y horrorizada, primero

al haber sufrido la humillación de tener que bailar casi desnuda frente al Emir... Y ahora tenía que ofrecerse ella misma a él aún más íntimamente… Ella podía ver la mirada horrorizada de su madre mientras la miraba encerrada en su jaula, sin atreverse a gritar.

Fascinado por todo esto, el Emir se arrodilló en la cama y dejó caer

su pesada túnica para preparar su polla para romper este pequeño capullo de rosa.

No sintió vergüenza tener que hacerlo delante de Turki, porque  al fin y al cabo él era sólo un eunuco y su único propósito en la vida era conseguir que las mujeres a su cargo le den el máximo placer a su Amo.

La chica lanzó otro pequeño grito de horror al sentir, por primera vez, una polla tocando su secreto lugar... Desesperadamente trató de escabullirse, pero sus tobillos encadenados y levantados y el cojín grande debajo sus caderas, la sostuvieron firmemente en posición.

Julia, anhelaba arañar esa horrible cara regodeta del Emir, pero

las esposas de sus muñeca estaban firmemente sujetas a un anillo en

la cama sobre su cabeza… Además, sus manos estaban dentro de unos guantes de cuero… No había nada que ella pudiera hacer para defender su preciosa virginidad.

Para deleite del Emir, los pétalos se separaron fácilmente… El cirujano barbero del traficante de esclavos había hecho bien su trabajo y los eunucos habían preparado a la joven Julia muy satisfactoriamente.

El Emir resistió el impulso de meterle su gran polla a la joven... No, la toma de una virgen era algo que debe hacerse lentamente y con refinamiento, especialmente ahora que la madre de la joven estaba presente para ayudar.

El Emir movía suavemente su polla por la hendidura vaginal de la joven, es decir, la que separa los labios externos de su coño... El placer era intenso... La joven Julia no paraba de emitir pequeños gemidos.

Después de un tiempo haciendo esto, el Emir se retiró levemente y asintió con la cabeza indicando a Turki lo que debía hacer… Éste corrió a la jaula y la abrió, levantando su bastón amenazadoramente.

  • '¡Fuera!', ordenó en su falsete voz… Él habló en árabe, usando las palabras de orden que le habían enseñado.

Nerviosa, pero obediente, Ellen salió de la jaula... Ella todavía no se atrevió a pronunciar una palabra de protesta.

  • '¡A cuatro patas!', ordenó el chico.

Ellen se dejó caer de rodillas, con sus guantes de cuero sobre el suelo muy alfombrado.

Turki se inclinó y colocó una correa en el anillo en la parte delantera de su collar de latón.

  • '¡Vamos!', ordenó, dándole a sus curvas un fuerte latigazo y la condujo a la cama.

  • '¡Arriba!', ordenó.

  • '¡De espaldas!', volvió a ordenar.

Con un sollozo de desesperación, Ellen asumió la posición que sabía que tenía que adoptar… Era la posición que ella había tenido que practicar cuando escuchaba estas extrañas palabras de mando: significaba acostarse boca arriba, con los brazos directamente hacia abajo pegados a los costados y las muñecas por debajo de sus muslos.

  • '¡En posición!', ordenó el muchacho, dándole un golpe en el vientre.

Cerrando los ojos con disgusto y miedo, se colocó entre las rodillas separadas del Emir... Ella pudo oler su cuerpo, su masculinidad y su excitación.

  • '¡Ojos abiertos!',  gritó el chico enojado, colpeando con su látigo de nuevo su vientre.

Ellen levantó la vista… Horrorizada, vio que justo encima de sus ojos estaba el capullo de rosa brillante de su hija y, a sólo 3 cm. de distancia, la orgullosa gran polla del Emir con los grandes testículos colgando hacia abajo por encima de ella.

Sobre ellos vislumbró con disgusto, tal como lo había hecho Nicole antes, el enorme vientre del Emir sobresaliendo mucho.

  • “¡No!... ¡No!", gritó, repelida y sublevada.

Encantado, el Emir se echó a reír y miró hacia abajo a la cara manchada de lágrimas entre sus piernas y sus ojos horrorizados.

Sí le gustaba o no, esto hermosa mujer iba a tomar parte en la toma de la virginidad de su hija… Su angustia mental hizo su hombría se levanta aún más fuertemente.

  • "¡Alcanza y lame!" Escuchó a Turki ordenar.

También era una orden que Ellen había practicado muy a menudo… Ahora iba hacerlo de verdad… Ella vaciló y escuchó gritar a Turki para que no demorase… Y le azoto las plantas desprotegidas de sus pies por retrasarse… Ella sabía que era una forma favorita de eunucos para castigar a las mujeres a su cargo y para hacer que obedezcan cualquier orden al instante.

A toda prisa ella sacó la lengua y comenzó a lamerle sus testículos.

El Emir gritó en éxtasis cuando sintió su lengua acariciando sus testículos… Sin prisa, la dejó continuar por un tiempo, cerrando los ojos en señal de gran deleite.

Luego se movió lentamente hacia adelante y, de nuevo, empujó su gran polla hacia la entrada del pequeño capullo de rosa.

El Emir sostenia con sus manos el cuerpo tembloroso de Julia… Y mientras lo hacía, su gran polla se adentró aún más en el capullo de rosa y luego, para su deleite, se encontró con una pequeña y delicada obstrucción que le impedía seguir penetrándola.

Podía oír a Turki usando su látigo para instar a Ellen a aún mayores esfuerzos… Él sintió la punta de su lengua ahora lamiendo la base de su virilidad mientras se sumergía suavemente dentro y fuera de su hija.

¡Qué placer estaba teniendo!... ¡Qué entrenamiento le han dado sus eunucos a esta una vez orgullosa mujer europea!... ¡Qué sensación de degradación debe estar sufriendo ahora!... ¡Qué sensación de poder tiene mi Amo sobre mí debe pensar siempre!

Miró a Julia que yacía impotente bajo él, mirándolo lastimosamente.

  • "¡Dilo, niña!", ordenó Turki.

Hubo una pausa y luego el Emir escuchó a la joven susurrar las palabras que ella había tenido que aprender:

  • “Por favor, fóllame, Amo... ¡Me entrego a ti, mi Amo!”

  • "¡Dilo, mujer!", gritó Turki, esta vez tocando las plantas sensibles de los pies de Ellen con su látigo.

  • “Por favor, fóllate a mi hija, Amo!”, gimió Ellen bajo el vientre del Emir.

Fue suficiente... Con un grito de triunfo, el Emir empujó hacia delante su tiesa gran polla y rompió el himen de la muchacha, que gritaba desesperada incapaz de haberlo evitado… El Emir era el dueño de ella y de su madre, y podía hacer lo que quisiera con ellas.

Ellen escuchó el grito de su hija… Ella había visto meterse la gran polla del Emir dentro del coño de su hija y sabía lo que significaba… Estaba a punto de gritar de nuevo en señal de protesta cuando de repente recibió otro fuerte golpe en las plantas de sus pies.

Ella se calló y en su lugar comenzó a esforzarse por complacer a su Amo con su lengua mientras él, gruñendo de alegría, entraba y salía del apretado y pequeño coño de su hija.

Ellen estaba horrorizada al notarse excitada.

El Emir bajó su rostro y, con sus labios barbudos, encontró los labios delicados de la joven.

Ella giró la cabeza de un lado a otro tratando de evitarlo, pero el Emir, de una manera magistral, empujó su lengua en su boca, al tiempo que empujaba de nuevo su gran polla cada vez más profundamente en el coño de la joven Julia.

Ellen, cada vez más, era consciente de que debía mover su lengua para darle placer a su Amo y horrorizada descubrió como su hija respondía a las embestidas de polla que le daba el Emir, retorciéndose de placer y respondiendo a su lengua que le penetraba su boca.

De repente el Emir sintió que se acercaba el clímax… ¡Se iba a correr!

Con una sacudida repentina, Ellen sintió la parálisis de la virilidad del Emir y luego la descarga de sus testículos.

‘¡ Oh Dios mío!... ¡Mi hija! ’, pensó mientras seguía lamiendo los testículos de su Amo para darle placer.

Simultáneamente, Julia se sintió emocionada al recibir las descargas desemen en el interior de su coño desflorado… Ella se soltó de la lengua metida en su boca y dio un grito terrible… Un grito de terror mezclado con increíbles temblores cuando ella también llegó al clímax… Se había corrido… Y por primera vez había sido follada.

El Emir cayó sobre el cuerpo de Julia, agotado por la follada y corrida que acabada de dar a esta joven infiel.

‘Murak tenía razón… Estas mujeres británicas iban a estar bien entrenadas para proporcionarle una variedad infinita de deliciosos placeres participando todas ellas en la tarea.”

Continuará…