Los terribles y sádicos piratas de Berbería (10)
Tanto la madre como la hija y la criada son presentadas a su Amo, el Emir, teniendo que exhibirse desnudas y bailar la danza del vientre como un paso más de su degradación.
Los terribles y sádicos piratas de Berbería (10)
Capitulo 10 – La degradación de las tres esclavas inglesas
Personajes: - Ellen Baker , viuda y novia del Coronel Alan Risz.
- Julia , hija de Ellen Baker.
- Nicole Talbot , criada de Ellen Baker.
- Murak , el eunuco jefe del harén del Emir.
- Turki , joven eunuco y entrenador en el harén del Emir.
Amordazadas con una bola en la boca, arrastrándose a cuatro patas y sujetas como perras de una correa atada al anillo en la parte posterior de sus collares, Ellen, Julia y Nicole intentaban mirar, entre los pliegues de la pesadas cortinas de brocado, a la sala de exhibición.
Sus manos estaban encerradas en unos guantes de cuero sin dedos para evitar que, en su desesperación, se hiciesen daño… Además estos guantes les impedían coger cualquier cosa y también les hacían imposible desabrocharse sus mordazas e incluso tocarse la una a la otra.
Un dulce olor a incienso salía a través de las cortinas que separaban la sala de exhibición del harén del Emir, el lugar en que estaban siendo retenidas las tres mujeres por su entrenador.
Ellas llevaban sus muñecas esposadas y unidas por una brillante y pulida cadena y estaban arrodilladas a cuatro patas, esperando nerviosas a ser llamadas para realizar la danza del vientre ante su Amo, el Emir.
Debían bailar la danza del vientre, las tres al mismo tiempo, encadenadas por el cuello... Julia estaría en el medio, su madre a su derecha y Nicole a su izquierda.
Para asegurarse de que sus vientres giraran correctamente en la forma lasciva que les habían enseñado, imitando la excitación femenina y el orgasmo, su joven entrenador, el eunuco Turki, estaría de pie justo detrás de ellas... En una mano sostendría las correas sujetas al anillo en la parte posterior de sus collares de latón y en el otro, el látigo corto con el que haría llevar a las mujeres jadeando a esfuerzos aún mayores.
Para bailar, con sus manos esposadas sobre sus cabezas en la moda oriental, Turki les quitará los guantes de cuero para permitirles usar sus dedos y gesticular como lo hacen bailarinas orientales bien entrenadas, pero aún se mantendrían amordazadas para evitar que estropeen su actuación con cualquier protesta sin sentido.
‘ Qué humillante era ser entrenada tan íntimamente por un joven’ , pensó Ellen, mientras miraba al látigo… Pero no fue sólo el entrenamiento lo que era muy humillante… Debido a sus guantes sin dedos, que usaban en todo momento, también dependían de él para todo… Él las lava y alimenta y está delante de ellas cuando realizan cualquiera de sus funciones excretoras.
En este momento eran como bailarinas de un ballet esperando entre los bastidores del teatro para comenzar un ‘ baile a tres’ … Pero las bailarinas de ballet que esperaban actuar no están arrodilladas a cuatro patas como perras, controladas por un estricto eunuco joven armado con un látigo.
Tampoco los bailarinas de ballet vestían como ellas estaban… Colgando de los pezones de sus desnudos pechos llevan unos grandes y gruesos anillos de oro… Y los pezones, al igual que sus párpados, labios y labios vaginales, habían sido cuidadosamente pintado de un azul claro brillante, el color del equipo del harén al que ahora pertenecían.
Las mujeres del harén estaban divididas en cuatro equipos rivales, cada uno con su color propio: rojo, verde, amarillo y azul... Cada equipo tenía sus propios eunucos supervisores… El joven Turki era uno de los supervisores del equipo azul.
Las tres mujeres arrodilladas mostraban una visión muy erótica, pero estarían aún más eróticas cuando bailaran, porque sus pezones pintados de azul estarían muy tiesos y sus pechos se moverían al ritmo de la música… Su bolero de seda azul, abierto totalmente por delante y abrochado por detrás, dejaría al descubierto sus pechos... Sobre el pecho derecho de cada una estaba tatuado el nombre del emir con letra árabe y en negrita... Llevaban también pequeñas gorras bordadas azules… Las zapatillas turcas azules completaban casi su vestimenta.
Alrededor sus caderas llevaban una delgada cinta azul que sostenía unos pantalones de seda azul, transparente, totalmente abiertos por delante que mostraban sin pudor alguno, sus coños afeitados... Pero una vez más el efecto sería ser aún más erótico cuando se pusieran de pie y mostraran el pubis al Emir… También tenían tatuados sus vientres desnudos con la marca del Emir coloreadas con pigmento azul.
Sin embargo, eso no era todo... Ellen se sonrojó ante la idea de que, mientras bailaba, mostraría sus labios vaginales también pintados del mismo azul, haciendo juego con la marca del Emir tatuado sobre su vientre desnudo… La humillación de que las tres fueran marcadas el mismo día de su llegada al palacio del Emir era algo que nunca olvidaría.
Además, como estaba previsto, le hizo darse cuenta más que nunca que ella era ahora una esclava y que de allí no podría haber escapatoria… No hay liberación posible... Y si saliera, ¿cómo podría volver a casarse con el tatuaje que lleva marcado en su vientre y pecho?
Los ahora pequeños labios vaginales de Nicole, sin ningún signo de labios internos porque fueron cortados, también estaban pintados de azul… Ellen, que no sabía nada de esto, se preguntó si el clítoris de Nicole, también estaría cortado como el de ella… No sabía si fue también capada por el terrible traficante de esclavas.
¡Cómo esa pequeña operación había cambiado su vida!... Ya no podría tocarse el clítoris y disfrutar de una masturbación, aunque esa practica estaba totalmente prohibida en el harén... En cambio, sus pezones se habían vuelto mucho más sensibles y para correrse necesitaba de una polla en su coño, metiéndosela y sacándosela con fuerza... No había otra forma de tener un orgasmo que no fuese así.
Pero lo que le habían hecho a ella y a Nicole ese terrible traficante de esclavas era insignificante en comparación con lo que parecía haberle hecho a su preciosa hija Julia... ¿Cuántas veces había deseado abrazarla
y consolarla?... Pero, por supuesto, eso no estaba permitido.
¿Y la ‘ danza delvientre ’?... Qué humillante fue tener que aprender el difícil control muscular en la ‘ Escuela del amor’ del vendedor de esclavas... Sólo el miedo constante al látigo había llevado a Ellen a aprenderla.
Julia y Nicole, con sus cuerpos más jóvenes, lo aprendieron mucho más rápido y mejor... Pero estaba claro que no se buscaba la perfección en el baile para complacer al Amo, sino ofrecerle la visión de una educada mujer europea, degradada de esta manera.
Nunca se había sentido tan impotente, manipulada y entrenada simplemente para dar placer mental y físico a su Amo... Ni tampoco nunca se había imaginado que ella tenía que practicar, varias veces al día, su papel en la próxima pérdida de la virginidad de su hija Julia por su Amo árabe… O que su hija Julia tendría que practicar ayudando en la violación de su madre por este mismo siniestro Amo.
Hasta ahora ni siquiera había visto al hombre de quién era ella ahora… Su Amo… Ahora iban a tener que bailar eróticamente delante de él, lo que le habían enseñado a hacer en la ‘ Escuela del amor’ … Desde que llegaron aquí, habían estado practicando para estar preparadas para ser presentadas al Emir, listas para bailan frente a su Amo… Listas para ofrecerse a él.
Mirando entre las cortinas, Ellen vio a cuatro grupos de concubinas bereberes semidesnudas, vestidas como ella.
Cada grupo constaba de una docena de hermosas mujeres jóvenes bereberes dispuestas en dos filas, seis delante y seis detrás… Todas estaban frente a un estrado elevado en el que había colocado un gran sofá turco, que ahora estaba vacío… Dos grupos estaban a la izquierda del estrado y los otros dos, a la derecha... Cada grupo estaba vestido con los colores de su equipo.
Alineadas como estaban en filas silenciosas e idénticamente vestidas, le recordaron a Ellen que estaba viendo a perros en fila en una exposición canina.
Todas llevaban collares de latón altamente pulidos y sus muñecas maniatadas con una corta cadena pulida… Ella se pregunto si estas cadenas serían para dar más placer erótico a su Amo porque la posibilidad de escapar era nula, estuvieran esposadas o no.
Más tarde se enteraría de que también era porque así era más difícil poder dar placer sexual estando atadas y se tenían que esforzar mucho más a riesgo de recibir una paliza por no hacerlo.
Y también, era una práctica habitual del harén, que cuando una joven era llevada a la cama del Emir, sus manos debían estar encerradas en estos mismos guantes sin dedos que ahora las tres estaba usando.
Al lado de cada grupo de mujeres semidesnudas, vestido con una suntuosa túnica que combinaba con el color del vestido escaso de las mujeres, estaba el eunuco supervisor del equipo... Cada uno llevaba un pequeño látigo en la faja de su cintura, además del látigo enrollado que sostenía en una de sus manos... Cada uno miraba a su equipo en busca de la menor señal de risa o truculencia para castigarla.
De pie junto a cada eunuco supervisor del equipo estaba su ayudante de supervisión... Algunos de estos eunucos ayudantes, como Turki, eran muy jóvenes… Otros, en cambio, eran mucho mayores y gordos.
Otros eunucos, aparentemente no vinculados a estos equipos estaban alrededor de la sala listos con sus látigos para imponer silencio y respeto… Disciplina y seguridad estaban muy controlados en el harén del Emir y éste podía permitirse el tener muchos supervisores eunucos porque así cogían experiencia antes de enviarlos a su ‘ Granja de cría’ .
Ellen vio a una joven en medio de la línea del Equipo Verde saltar hacia arriba… Estaba vestida de rojo y, al darse cuenta de que estaba con el equipo equivocado, corrió hacia la fila de su Equipo... El supervisor del equipo se había dado cuenta de la equivocación y mirándola, levantó cuatro dedos de una mano y con la otra le mostró su látigo… Le estaba diciendo que ella recibiría cuatro golpes de su látigo como castigo por su grave falta de atención.
Mientras esperaban la llegada del Amo, cada equipo fue puesto a prueba por sus supervisores… Ellen vio que el Equipo Azul, a la derecha del sofá vacío, estaban arrodilladas sobre sus tobillos, con las muñecas esposadas, tendidas sobre sus regazos y la cabeza baja… Las miró nerviosa, pensando que en poco tiempo tanto ella como Julia y Nicole, tendría que tomar su lugar en ese equipo.
Su supervisor del equipo gritó una orden.
- “Equipo azul… ¡Atención!”
Ellen vio que las mujeres no se movían… Entonces el Supervisor del Equipo hizo estallar el látigo en el aire y, moviéndose como una sola, todas las mujeres se levantaron obedientemente con las rodillas separadas y sus manos esposadas detrás de sus cuello… Levantaron la cabeza, miraron directamente adelante y sacaron sus lenguas… Su largo pelo negro ahora colgaba de sus espaldas casi desnudas.
Era una posición que mostraba sus pechos, sus vientres, sus bocas y labios vaginales, forzadamente hacia delante.
El supervisor del equipo caminó lentamente detrás de las dos líneas de mujeres, tocando una con su látigo para que tirase los hombros más hacia atrás y así sacara más pecho, otra para separe más las rodillas y otra para que levantase más la barbilla… Todo muy denigrante.
Se fijo que muchas de las chicas tenían barrigas bastante regordetas... Entonces se dio cuenta de que las marcas en sus vientres parecían estar ligeramente distorsionadas desde que fueron tatuadas.
Si sus barrigas estaban más pronunciadas que las de las demás, sólo se podría explicar en que ellas estaban preñadas… Pero, ¿por quién?... Jamás por el Amo porque estas eran sus concubinas, no sus esposas.
Ellen, nerviosa, miró a los otros equipos que también estaban siendo puestos a prueba... Y comprobó que las mujeres de la primera fila de cada grupo tenían las barrigas abultadas… Y estaban colocadas en las filas: de barriga más abultada a menos abultada.
Ella vio que el Supervisor del Equipo Azul, ahora patrullando arriba y abajo frente a su equipo, miraba con orgullo los vientres de las mujeres preñadas como si él hubiera recomendado a la joven para su embarazo y ahora supervisaba de cerca su progreso.
Mientras Ellen observaba, lo vio darle un toque al vientre hinchado de una de las embarazadas medio desnuda, haciéndola arquear la cabeza y los hombros hacia atrás para que ella exhibiera aún más su barriga.
Ellen jadeó horrorizada... Ya es bastante malo que una mujer esté bajo las órdenes de estos horribles negros, pero serlo cuando estaba preñada era aún peor.
‘¿Ella también estaba destinada a ser preñada?... ¿Y Nicole?… ¿Y su hija Julia?, pensó horrorizándose de ello.
Pero eso no fue todo, porque Ellen notó que los pechos de las chicas, con mayor estado de gestación, parecían anormalmente hinchados… Y vio que los supervisores del equipo estaban orgullosos mirando a aquellas esclavas que tenian los pechos más grandes.
Ella pensó que los eunucos supervisores de cada equipo debían competir deliberadamente entre ellos para tener las mejores productoras de leche… Leche que servía para amamantar al Emir, su Amo.
- "¡Abajo!", ordenó el Supervisor del Equipo Azul.
Moviéndose como uno y manteniendo sus espaldas rectas, las dos filas de mujeres del equipo azul bajaron sus cabezas hasta tocar con sus frentes el suelo… sus brazos extendidos ahora las lenguas lamiendo el suelo y sus caderas levantadas… Las manos esposadas las colocaron con la palma hacia abajo. al lado de la cabeza. con las cadenas desplegadas hacia adelante, con su largo cabello negro reluciente, sobre sus cabezas.
De nuevo, su Supervisor de Equipo avanzó a lo largo de las dos filas de mujeres postradas, golpeando algunas con su bastón para hacer que se esfuercen para elevar sus culos más alto y a otras para que empujases sus cabezas más abyectamente... Luego vino la orden:
- "¡Cuatro patas!"
Obedientemente las mujeres enderezaron sus brazos para de arrodilladas pasasen aponerse a cuatro patas como Ellen, pero con sus cabezas levantadas mirando hacia adelante.
‘Más que nunca, le parecieron una fila de perros bien entrenados… Qué vergüenza de ser tan humillantemente controladas por estos ignorantes negros tan estrictos’ , pensó Ellen.
Los únicos hombres negros con los que se había encontrado antes fue en Inglaterra… Eran unos buenos sirvientes respetuosos, generalmente ex esclavos en las Indias Occidentales traídos a Inglaterra por sus dueños… Qué diferencia con estos hombres negros de ahora.
Turki miró posesivamente las tres suaves nalgas blancas frente a él… Realmente estaban encantadoras… Y les dio un tirón a sus correas.
- "¡Atención!", ordenó.
Al instante, las tres levantaron la cabeza y miraron al frente, como perritas obedientes.
Turki sonrió… Eran las primeras mujeres europeas que le habían encomendado adiestrar y se sentía inmensamente orgulloso de que Murak lo hubiera elegido para ser su entrenador.
Sin duda, el Emir disfrutaría mucho de ellas y esto podría hacerle ganar no sólo prestigio sino dinero si el Emir quedaba satisfecho con la entrega y sumisión de cada mujer, aunque el dinero era para todos los supervisores de su equipo, y para Murak, no para la esclava, claro está… Éstas lo que tendrían que hacer es esforzarse al máximo, por miedo al látigo con el que la castigarían si el Emir no quedaba satisfecho.
El joven Turki había estado encantado de descubrir como al haber sido capadas su trabajo para mantenerlas puras fue mucho más fácil.
Echó un vistazo a la lista de palabras árabes que tenía escritas en un papel que llevaba metido en su cintura… Estas palabras eran las que el traficante de esclavas les había enseñado a obedecer… Él también se las había aprendido de memoria, tal como Murak le había ordenado para la follada de la joven virgen, la violación de la madre y también para su sodomización.
‘ Sí… ciertamente podría enorgullecerse de su papel en el harén… Y un día sería jefe eunuco negro a cargo exclusivo de un harén, al igual que el propio Murak’ , pensó.
Todos parecían estar esperando que algo iba a suceder… De repente, uno de los eunucos observadores dio una advertencia con el chasquido de su látigo.
A una orden de mando del Supervisor del Equipo, cada línea de mujeres adoptó la actitud sumisa que habían estado practicando: bajar la cabeza humillantemente, manteniendo la espalda recta, hasta que sus frentes toquen el suelo embaldosado entre los brazos extendidos… Cada supervisor estaba verificando que su equipo lo hizo perfectamente.
Cuando la frente de cada mujer tocó el suelo, alargó las manos y se inclinó hacia adelante para que la cadena y su largo pelo quedaran extendidos frente a ella.
Los grupos de mujeres ahora postradas hicieron una bonita imagen con sus lomos desnudos rectos y su levantado culo que brillaba a través de sus pantalones de colores… Era una buena muestra de mujeres bien disciplinadas.
Ellen se quedó sin aliento cuando vio a un hombre pequeño, de aspecto árabe y cara gorda entrar en la silenciosa sala del harén.
Tenía barba corta y ojos penetrantes... Él se veía cruel y despiadado… Vestía una túnica de colores brillantes y una gran turbante azul… Él era el primer hombre, aparte de los eunucos, que Ellen había visto desde que llegó al harén.
¡Así que este era su Amo!... Se sintió mal al pensar que iba a ser una de sus concubinas… Y se sintió aún peor ante la idea que era él quien tomaría la virginidad de su hija.
Todas sus grandes esperanzas para que Julia hiciera un matrimonio brillante con el hijo mayor de un hombre rico de Inglaterra estaban a punto de terminar en el harén de este hombre, posiblemente un bruto.
Detrás del Emir llegó el negro Murak, el eunuco jefe del harén del Emir, vestido de blanco, con su largo bastón con punta de plata en la mano... Estaba mirando con orgullo las líneas de mujeres silenciosas e intercambiando miradas con sus Supervisores de Equipo, sus jefes eunucos subordinados.
El Emir se acercó al sofá y se sentó en él, examinando las líneas de humilladas mujeres postradas ante él... Todas eran hermosas y todas eran suyas, para disfrutarlas, para golpearlas o para ser preñadas.
Murak estaba detrás de él.. El Emir asintió con la cabeza, aprobando todo y Murak chasqueó los dedos... En turno, la primera fila de mujeres en cada grupo, obedeciendo una palabra de orden de su eunuco Supervisor, levantaron al unísono sus cabezas para ponerse otra vez en cuclillas sobre sus talones, sus manos sobre sus regazos y los ojos mirando hacia abajo.
El Emir miró a lo largo de la línea de mujeres y cabeceó con aprobación.
Con otra palabra de orden de cada uno de sus Supervisores del equipo, toda la línea de cada equipo se levantaron a la vez sobre sus rodillas abiertas, manos esposadas detrás de sus cuellos y, mirando al frente, sacando sus lenguas, pechos y mostrando sus labios vaginales.
Esta era lo que se llamaba ‘ posición de visualización’ .
Luego, a una nueva orden, la primera fila de cada equipo volvió a adoptar la posición de sumisión anterior y la segunda fila ahora asumió la postura de muestra corporal, ofreciéndose a su Amo sobre sus hermanas esclavas postradas en la primera fila.
Después de dejar tiempo para que el Amo viese con detalle la escena erótica y tal vez fijarse en una chica en particular, Murak nuevamente chasqueó sus dedos.
Con otra palabra de orden, todas las mujeres del lado derecho de donde estaba el Emir se levantaron, giraron y marcharon hacia un lado.
El supervisor de su equipo se dirigió hacia el Emir sentado y se inclinó en señal de respeto… Luego, con su látigo de perro levantado, hizo un gesto hacia la línea de mujeres que estaban esperando su señal:
Inmediatamente, una a una, comenzaron pasar por delante del Emir, levantando sus rodillas en el aire, las manos juntas detrás de su cuellos, pechos rebotando y las cabezas hacia él.
De repente, el Emir levantó un dedo.
- "¡Alto!", gritó el Supervisor del Equipo.
Una bella mujer bereber, que parecía muy avergonzada, se detuvo y permaneció inmóvil, frente al Emir… Su cabeza levantada y sus ojos fijos en la pared sobre su cabeza.
“Número Nueve, del Equipo Rojo… Esta esclava fue enviada al harem hace tres meses después de que ella y su esposo trataron de robar a su Excelencia para no compartir su cosecha e intentar escapar”, informó el Supervisor del Equipo, encantado de que una de sus mujeres hubiera sido captada por el Amo.
“Ah, si, lo recuerdo… Y el marido está abajo en una mazmorra”, reflexionó el Emir y chasqueó el dedo.
El supervisor del equipo hizo un gesto con su látigo y la mujer, mirando muy aterrorizada, cayó de rodillas… Su Supervisor del Equipo enganchó una correa en el anillo de la parte posterior de su cuello y la llevó hacia delante para arrastrarse a cuatro patas hacia donde el Emir estaba sentado.
Luego, con el supervisor del equipo sosteniéndola por la correa tensa, la mujer se quedó quieta en el silencio del harén… El Emir se inclinó y le levantó uno de sus pechos y se lo palpó... Luego, se volvió hacia Murak y le dijo:
- “Quiero esto más grande… Hazlo.”
La mujer jadeó de horror… El supervisor del equipo sonrió y Murak hizo una reverencia, un sonrisa cruel se cirnió sobre su boca… Sólo había una forma para que sus pechos fuesen más grandes… Y eso sólo se solucionaba enviándola a la granja de cría.
“Voy a prepararla para cubrirla de inmediato, Excelencia", dijo Murak.
'Sí… Pero asegúrate de que ella primero vea a su marido en su mazmorra antes de ser preñada y que le diga antes lo que va a suceder… Y que la preñen delante de él… Que sean al menos seis gigantes los que la preñen… Y cuando ella tenga el vientre hinchado, asegúrate también de que se lo muestre… Quiero que sepa lo que les sucede a las esposas de los hombres que intentan evadir el pago de sus impuestos… Luego que la vuelvan a preñar siguiendo las mismas ordenes que te he dado”, asintió el Emir.
“Por supuesto, Su Excelencia, por supuesto”, respondió Murak con otra reverencia humilde… Luego hizo un gesto hacia el Supervisor del equipo de la mujer para llevársela.
Minutos más tarde, mientras que otra línea estaba haciendo cabriolas, el Emir ordenó detenerse de nuevo... Esta vez era una esbelta joven bereber adolescente, que fue llevado arrastrándose frente al Emir… Ella, también, se mantuvo quieta mientras le palpaba su pecho.
“Si tu virgen europea no me atrae, entonces me follaré a esta perra esclava”, dijo el Emir dijo girándose hacia Murak.
“Su Excelencia… Estoy seguro de que no será necesario”, murmuró Murak.
El Emir sonrió y la chica fue llevada de nuevo a la fila.
Al final, todas las mujeres habían desfilado ante el Emir y estaban de vuelta en sus líneas, con sus cabezas pegadas al suelo.
Hubo una pausa mientras el Emir mordisqueaba dulces de un plato… Entonces Murak levanto su bastón en dirección a una alcoba con cortinas frente al entarimado del salón en que estaba sentado el Emir, en donde las tres mujeres inglesas estaban esperando.
De pronto, el harén se lleno con la música árabe procedente de una alcoba con cortinas en que los músicos del Emir habían comenzado a tocar las melodías que las mujeres blancas habían sido obligadas a aprender y practicar la danza del vientre.
Las tres mujeres jadearon… Ahora era el momento en que, por primera vez, su Amo vería la mercancía que su principal eunuco negro había gastado tanto dinero en comprar para él.
Al mismo tiempo ellas verían de cerca al hombre que habían visto a través de las cortinas de la alcoba… Su dueño… El hombre cuyo nombre estaba escrito en los discos que cuelgan de sus cuellos… El hombre cuya marca que llevaban en sus vientres… El hombre en cuya cama pronto estarían actuando.
La música se detuvo... El joven eunuco apartó la cortina de la alcoba y usó su látigo para conducir a las tres mujeres blancas adelante, gateando a cuatro patas en presencia de su Amo.
Ellen echó un vistazo a las mujeres del harén, mirándolas a través de sus dedos mientras estaban arrodilladas con sus cabezas hacia el suelo.
Luego, yendo hacia delante a cuatro patas junto a su hija y su ex criada, y retenida por la correa agarrada fuertemente por el niño, se encontró arrodillada medio desnuda, frente a un hombre desconocido que era su Amo.
Todavía sosteniendo los correas tensas con una mano, sujetando a las esclavas, Turki se inclinó profundamente hacia el Emir… Su otra mano, respetuosamente, la cruzó sobre su pecho, en señal de respeto y obediencia.
El Emir asintió con la cabeza.
“¡Arriba!”, ordenó el chico y, como habían ensayado, las tres mujeres europeas se levantaron... Ellas permanecieron en línea, una al lado de la otra, con las manos ahora juntas por detrás sus cuellos y la cabeza al frente mirando la pared.
'¡Cabriola!'
Impulsado por Turki, que todavía tenía sus correas de detrás, las tres mujeres, como caballos amaestrados, comenzaron a pasear alrededor del área frente al Emir, levantando sus rodillas en el aire y sus pechos rebotando con cada paso que daban.
Ellen podría sentir que se quedaba sin aliento por la tensión del momento... Sólo los golpes continuos del látigo de Turki en su culo la mantuvo activa… Por fin él, les ordenó detenerse frente al Emir.
El chico desabrochó hábilmente sus guantes de cuero y dio una orden… Las tres mujeres levantaron los brazos y sus manos se pusieron por arriba de sus cabezas en la postura tradicional de la danza del vientre.
Ellen sintió su látigo tocar la parte baja de su espalda.
A toda prisa empujó su vientre hacia adelante… Ella sintió que todo su cuerpo, incluso sus labios vaginales, estaban en completa exhibición.
La música comenzó a sonar de nuevo y las tres mujeres comenzaron a girar y luego lanzar su vientres en la forma en que se les había hecho practicar una y otra vez.
Fascinado, el Emir miró a las tres europeas encadenadas retorciéndose frente a él… Y pudo sentir su virilidad reaccionar... Hasta hace poco, estas mujeres cristianas habían estado viviendo la vida de una mujer libre en Europa… Ahora le pertenecían a él… Él era su Amo.
El Emir miró las voluptuosa volteretas del cuerpo de Ellen, con sus grandes pero firmes pechos, su inusual pelo rubio y ojos azules, y su aire inteligente… Sí, ella sería una buena concubina, pensó.
Pero también vio que tenía unas buenas caderas y que, por tanto, criaría bien cuando él decidiera preñarla.
Se volvió hacia el cuerpo que giraba de manera similar… Era Nicole.
Observó su pelo rojo, sus ojos verdes, su alto y esbelto cuerpo… Vio sus recortados labios vaginales y su mirada rebelde.
Tal vez, como una ex sirvienta, él podría ponerla en su equipo personal de esclavas mudas… Cada equipo de color en el harén le proporcionaba una o dos chicas, que luego eran entrenadas por su propio eunuco anciano.
Los deberes de estas chicas eran asistirlo en el privacidad de su baño, junto a su habitación, de la forma más denigrante e inimaginable posible como detallaremos.
Continuará....