Los senos de Olga, una fantasia
Me excitaban y los disfruté
Los senos de Olga, la realidad de una fantasía.
Siempre los admiré, porque me despertaron permanentemente la libido. Supongo que así como existe fetichismo por prendas femeninas, también podrá considerarse fetichismo el excitarse y sentir fijación por alguna parte del cuerpo de una mujer.
Eso es exactamente lo que me sucedía a mi con los senos de Olga, mi amiga hace varios meses. Aparte de tener un rostro sensual, Mónica posee unos senos de película, y lo mejor de todo es que casi siempre utiliza blusas semitransparentes, de seda, lo que permite apreciar sus tetas en todo su esplendor. Los senos de Olga han sido el motivo para muchas de mis masturbaciones, en ocasiones imaginándolos, en otras disfrutando en soledad de algunas fotos que tengo de ella. Los senos de Olga se habían convertido en mi obsesión y cada oportunidad que debía encontrarme con ella, o visitarla con cualquier pretexto, interiormente anhelaba que se hubiere puesto una de sus excitantes blusas. Pese a que mi trato con ella era muy cercano y nos teníamos mutuo afecto, jamás había pasado por mi mente proponerle algo íntimo, incluso pensaba que si ella se daba cuenta de mi fijación y excitación por sus senos, me lo reprocharía y todo llevaría a un conflicto, lo que yo menos deseaba pudiera suceder porque me encantaba hablar con ella.
Sin embargo, e insisto que era mucha mi confianza con Olga, un día en que hablé con ella en la oficina, pues estaba sola y para mi fortuna con una blusa blanca, muy transparente, que dejaba semidescubiertos sus deliciosos senos, sin que ella se inmutara en modo alguno. Por el contrario, siguió en su diálogo conmigo, y yo no hacia sino mirarle esos globos por entre el encaje, ofreciéndome ese hermoso panorama que obligó a mi verga a una tremenda erección de la que tampoco ella se dio cuenta. Fue entonces cuando le comenté que yo utilizaba frecuentemente el Internet y que en una de las páginas que había visitado aparecía la promoción de un concurso de fotografía femenina en el cual la característica era el absoluto anonimato de las participantes, pues se trataba solamente de que quien concursara enviara fotografías de algunas partes del cuerpo de la mujer a la que se escogía. Olga, algo intrigada, me dijo que porqué le contaba eso y fue entonces cuando, con algo de temor, le confesé mi admiración por sus senos, de los que le dije podían perfectamente concursar con éxito.
Al comienzo se sorprendió, pero luego, sin reprocharme nada, me preguntó si yo así pensaba, que si creía que podía participar en ese concurso y mi respuesta fue inmediata y afirmativa. Olga se sintió halagada, y, contrario a lo que yo pensaba, me agradeció que la hubiere tenido en cuenta, para luego preguntarme de qué modo podía participar en el concurso, eso si teniendo mucho cuidado en que no se vaya a revelar su identidad. Yo, que la tranquilice sobre que en ningún instante se podía saber su identidad, le dije que le podía tomar varias fotografías, siendo necesario simplemente que pudiéramos ubicar un lugar con la suficiente intimidad. Olga aceptó y me dijo que yo me ocupara de buscar ese sitio.
Acordamos que en el fin de semana, ella estaría sola y yo igual, la recogería en mi coche e iríamos al lugar previamente determinado, el cual era una elegante habitación de uno de los hoteles centrales, la misma que yo había reservado previamente. Recogí a Olga, quien, por razones de precaución, se había vestido con una chaqueta de cuero, pero al subir al coche, y como yo me inquieté por ello, me dijo que en la maleta que portaba llevaba varia de sus blusas, es decir aquellas sensuales y excitantes que tanto hacían relucir sus bellos senos, esos senos que me excitaban y con los cuales me había pajeado tantas veces y tan rico. Desde luego, que yo no cabía de la emoción, pues al menos iba a tener a Olga luciendo para mí sus deliciosas tetas y yo le tomaría fotografías las que sabia me deleitarían en el futuro. Con las precauciones necesarias, llegamos frente al hotel y el recepcionista nos abrió la puerta del garaje, suponiendo que se trataba de una pareja más que iría por un momento de sexo. Nadie nos observó y llegamos directo a la habitación, que tenía unas cortinas muy oscuras que no permitían el ingreso de luz solar, tenía igualmente una sala de estar con mullidos muebles y, lo mejor, una cama doble, con sabanas de seda, mientras el ambiente era inundado por música cadenciosa y sensual. El ambiente era absolutamente propicio para todo .. Le dije a Olga que se cambiara de modo tal que pudiéramos hacer las fotografías y fue así como entró a la habitación contigua donde se hallaba la cama, mientras yo alistaba mi cámara para esa sesión tan deliciosa que tendría, muchas cosas ni siquiera me las imaginaba, tenía una tremenda erección pero iba a procurar que ella no se diera cuenta, por lo menos no tan rápido.
Como les dije, la habitación estaba casi en penumbra, en un ambiente delicioso y cuando ya había dispuesto todo el equipo para las tomas, Olga salió a la sala de estar, estaba preciosa, no solamente se había puesto una excitante blusa negra, de encaje, transparente, que permitía mirar su brasier del mismo color, sino que se había maquillado de modo tal que su rostro estaba hermoso, su cabello color miel brillaba, mi erección era tremenda, creo que ella no se daba cuenta, pero si todo seguía así, no tardaría en percatarse de algo que era inocultable. Esto último me intrigó, porque ella y yo sabíamos que su identidad se mantendría en absoluta reserva, sin embargo me dijo que no me sorprendiera porque ella quería estar arreglada para esa ocasión tal especial. Me preguntó si para la primera sesión de las fotografías me parecía adecuada esa blusa y mi respuesta era lógica, Olga, repito, estaba preciosa, sensual, sus senos grandes y provocativos, lucían como nunca, estaban mas deliciosos e insinuantes que en otras ocasiones, y le dije que estaba perfecta, que las fotografías quedarían excelentes. Olga se sentó en uno de los sillones de la sala y zafó tres de los botones de su blusa de encaje, la vista era esplendorosa, aún sin sacarse por completo la blusa. Así la capté, cuidándome de no hacerlo con su cara, le pedí que llevara su blusa mas debajo de los hombros, lo hizo, mi erección era tal que resultaba casi imposible que Olga no se diera cuenta, al zafar su blusa, el brasier hacia esfuerzos por mantener ajustados esos riquísimos melones, mi excitación no podía disimularse y eran tan solo las primeras tomas. Olga, se despojó de su blusa y quedó solamente en el brasier negro, de encaje, que rica estaba, posaba como yo le pedía, le dije que cogiera sus senos con las manos como ofreciéndomelos, lo hizo, ella no tenía inconveniente en mostrarme las tetas como yo se lo pedía, no hubo necesidad de que se vistiera con las restantes prendas que llevó, las fotos eran de una sensualidad extrema, Olga me dijo que cual me parecía su mejor pose y yo le dije que aquella donde cogía sus senos, le pedí que volviera a hacerlo y lo hizo.
Debí haber tomado mas de 50 fotografías, en todas las posiciones, en eso Olga me complacía absolutamente en todo, pero llegó un instante en que ella se dio cuenta, porque ya era inocultable, de mi erección, mi húmeda verga estaba como si quisiera salirse del pantalón e incluso había mojado una parte de mi pantalón y me preguntó, como queriéndose dar por no enterada, que si en esos momentos sentía algo especial, que ella se había dado cuenta que las miradas hacia sus senos no solamente eran las de alguien que captaba fotografías, sino que ella intuía algo más. No tuve alternativa diferente a la de confesarle lo que de mucho tiempo atrás sentía por ella, le dije que me excitaban tremendamente sus senos, que vivía obsesionado con ellos, que casi diariamente me masturbaba pensando en esos deliciosos melones, que pensaba que no habría nada más delicioso que tenerlos al alcance y poder disfrutar de ellos, pero también le dije que nuestra cercana relación me obligaba a ser extremadamente prudente y reservado.
Olga se sorprendió inicialmente, pero no hubo ningún reproche en sus palabras, me dijo que ella nunca había sido infiel a su esposo, que no pensaba serlo, pero que la situación en la que nos encontrábamos en esa habitación también la había excitado, que solamente estando excitada hubiere llegado a la desinhibición de posar en la forma que lo había hecho, mostrándome sus senos de manera tan íntima, accediendo a todo lo que yo le pedía. En ese momento, me senté a su lado y Olga dejo sus senos al alcance de mis manos, ella tomó mis manos y las colocó sobre sus hermosas tetas, yo empecé a tocarlas, en este momento Olga se recostó en el sillón, dejándose hacer, permitiéndome con entera libertad que tocara sus senos, dejando que mis manos recorrieran la seda de su brasier, empezó a retorcerse, estaba excitada, y lanzaba gemidos, mis manos trabajaban en la textura de sus deliciosos senos, y Olga, esa bella mujer, tomó mi verga por sobre el pantalón e hizo como si me quisiera masturbar; yo no aguantaba más el deseo sexual teniendo tan cerca de aquella mujer que me había llevado a tantos momentos de excitación y a masturbaciones deliciosas; ante la actitud de ella, bajé mis pantalones y tomé mi verga entre las manos, le dije que quería masturbarme en su presencia, sobre sus senos y ella aceptó me dijo que quería que yo quedara satisfecho, frenéticamente movía mi verga entre las manos, a tiempo que me dedique a lamer las tetas de Olga, a darles lengua, a coger con mis dientes sus pezones y hacerle sentir placer también a ella;
Olga se retorcía y gemía de pura satisfacción sexual, tomaba mi cabeza con sus manos y la empujaba más y mas hacia ella, yo seguía masturbándome, disfrutando de algo que consideraba inalcanzable, seguí lamiendo sus senos y cuando ya me di cuenta que estaba punto de tener un fuerte orgasmo, le dije que quería echar mi leche sobre esas tetas deliciosas y ella me dijo que lo haga, que quería que yo lo haga, y en ese momento me subí sobre ella y dejé en sus senos un inmenso chorro de semen, mientras yo miraba su rostro de satisfacción, tan excitada estaba en ese instante que ni siquiera quería limpiarse la leche que había caído en sus tetas, yo ya no las sobaba pero ella gemía y me pedía que no la deje así, que la masturbe, que quería tener su propio orgasmo y cómo no iba a satisfacerla después del delicioso placer que me había proporcionado. Le dije que quería hacerla correr con mi lengua, y entonces Olga retiro por completo su brasier de encaje y sus hermosos melones quedaron frente a mi boca, saque mi lengua y empecé a darle lengua en las tetas, lengua de forma repetida, ella se echaba hacia atrás y me pedía mas y mas, mas, más, ya no aguantaba, en un instante tomó mi cabeza y llegó a un orgasmo pleno y delicioso, el mismo que me agradeció luego con un beso húmedo y profundo. Olga y yo nos habíamos masturbado y pudimos calmar nuestra excitación, pero la ocasión no se podía desaprovechar, estábamos solos, no teníamos ninguna prisa, nadie nos esperaba, nos encontrábamos en una habitación de hotel, sitio muy discreto, nadie se había dado cuenta de nuestro ingreso a ese lugar. Aunque los dos quedamos exhaustos, yo le dije Olga que quería hacer el amor con ella y ella, que tenía aun su brasier casi en la cintura y había dejado descubiertos sus deliciosos senos, dijo que si y lo hizo sin palabras, simplemente me tomó del cuello y empujó mi cabeza nuevamente hacia sus hermosas tetas, las mismas que comencé a mamar de nuevo, a colocar mi lengua en los pezones que se encontraban duros, lo que excitaba profundamente a Olga, mientras chupaba sus senos, mi mano buscaba la forma de bajar sus pantalones, pero fue ella la que me recordó que no teníamos prisa, que estábamos solos, y teníamos a nuestra disposición esa cama ancha, grande, en la que podríamos gozar muchísimo, todo lo cual aumentó al máximo mi excitación y los deseos de gozar a tope a esa sensual mujer que era Olga.
Ella me tomó de la mano y me condujo a la habitación donde estaba la cama, y procedió a desnudarse completamente a meterse entre las sábanas, mientras yo me quitaba toda la ropa lo que dejó al descubierto mi verga gruesa y húmeda, en el máximo de la erección, y Olga al verla lo que hizo fue humedecer sus labios con la lengua, como indicándome cuantas ganas tenía de que yo me la comiera esa tarde. Me metí entre las sábanas y dimos inicio a una sesión de sexo que ni ella ni yo habríamos de olvidar en mucho tiempo. Me subí sobre Olga mientras ella me abrazaba y me apretaba ofreciéndome sus labios, labios que bese detenidamente introduciendo repetidamente mi lengua en su boca; mi verga apretaba su pubis como haciendo esfuerzo por entrar en esa deliciosa mujer.
Mientras continuaba besando a Olga en la boca, mis manos tomaban esos senos deliciosos y provocativos, apretándolos suavemente para hacer que ella se excitara al máximo; Olga me besaba con su lengua en el cuello y cada vez se excitaba más y más, sus piernas me ajustaban y sin decirlo estaba deseosa de que yo la penetrara en ese mismo instante. Me detuve en los besos, dejé sus senos y tomando mi verga la dirigí hacia ella, Olga abrió sus piernas, tomó mi verga en sus manos y la colocó a la entrada de su concha, "penétreme, métamela" me dijo, "estoy excitada, quiero un orgasmo delicioso, quiero gozar, hágalo, ya, ahora, métamela" me decía mientras su boca buscaba desesperadamente la mía y mientras abría sus piernas en espera de la estocada. Así lo hice, le hundí mi verga con todas las fuerzas, a tiempo que seguía agarrado de sus senos, metiéndomelos en la boca y lamiéndole los pezones. Empecé a bombear, a entrar y a salir de una forma deliciosa, el placer era infinito, algo inimaginable, me di cuenta que a Olga nadie, ni siquiera su marido, le había hecho el amor así. Cuando le solté un chorro de semen, Olga me agradeció metiendo su lengua en mi boca, mientras me repetía " papito, eres una delicia, que verga tan rica tienes, rica, deliciosa".