Los secretos de Hogwarts: Hagrid y Hermione
Hagrid ha salido hace poco de Azkaban, y una preocupada Hermione Granger va a verle a su cabaña sin sospechar lo que el guardabosques tiene en mente... entre las piernas.
Había pasado una larga semana desde que Hagrid había sido liberado de Azkaban, una semana, donde prefiriendo resguardarse en el calor de su destartalada cabaña, no se había dejado ver por los terrenos que tan alegremente solía custodiar. La estancia en la cárcel de los magos sin duda alguna había dejado una huella indeleble en el interior del semi gigante, y por lo mismo, prefería sanar sus heridas mentales y emocionales en la privacidad y soledad de su cabaña.
Aquella noche comenzó como todas las demás, el enorme reloj de la torre marcaba las 00 horas, y tanto dentro como fuera del castillo se advertía una paz y tranquilidad que pocas veces se era capaz de disfrutar. La cabaña se encontraba rodeada de serenidad, de su interior y a través de las precarias cortinas, solo se advertía la tenue luz que destilaba la chimenea, y ni siquiera el suave tronar de la brisa contra las gigantescas ramas de los árboles, eran capaz de enturbiar la serenidad que se respiraba.
Dentro, todo podría haber parecido normal a primera vista, Fang descansaba cerca de la chimenea como siempre, el caldero que siempre contenía alguna infusión albergaba un burbujeante líquido verdoso que destilaba un potente olor a té. Y sentado en la mesa, se encontraba Hagrid. Nada parecía fuera de lugar en aquél recóndito rincón de los terrenos, pero solo hacía falta prestar un poco de atención para darse cuenta de que no todo era lo que parecía ser.
Acomodado en su enorme asiento, Hagrid tenía el rostro enrojecido, su respiración trabajosa agitaba su pecho de forma rítmica y feroz. En una de sus manos se encontraba una foto donde se podía apreciar a la hermosa y jovencísima Hermione Granger, y con su otra mano, una que se encontraba mucho más abajo, acariciaba su enorme y gruesísima verga. El miembro del semi gigante hacía por completo honor a su condición, un miembro tan largo como un antebrazo de un hombre adulto y tan grueso como aquél mismo antebrazo, por el largo tronco de su hombría, varias y notorias venas se podrían apreciar, y su prepucio, enrojecido e hinchado, solo precedía a los dos enormes huevos que colgaban de tamaño miembro.
Si, la verga del guardabosque era tan descomunal como el mismo lo era en proporción a un humano normal, y mientras su mano recorría con brío aquella enorme polla completamente empalmada, sus ojos no perdían detalle de cada rasgo del rostro que la Gryffindor mostraba en aquél inocente retrato.
Hagrid llegaba tiempo fantaseando con poder poseer a Hermione, deseando meter todo su monstruoso miembro dentro de aquella boca, de aquél coño que imaginaba completamente carente de vello púbico. Entre más lo imaginaba, entre más lo deseaba, su mano se movía con mucha más rapidez e intensidad, y cuando por fin estaba a punto de descargar, cuando su enorme polla estaba a punto de expulsar aquellos largos y calientes chorros de semen, unos suaves golpes en la puerta le hicieron detenerse en el acto. La voz de Granger no tardó en resonar dulcemente al otro lado de la puerta, y nervioso como estaba, el guardabosque guardó torpemente la foto en su bolsillo y su enorme falo dentro de su pantalón.
Se levantó, y con paso presuroso se apremió en abrir la puerta – ¡Hermione! ¿Qué haces aquí? Ya sabes que no debes estar fuera a esta hora, pasa ¡rápido! –** le dijo con voz apremiante al tiempo que se hacía a un lado para dejarla pasar. Hermione obedeció, y no fue hasta que pasó por su lado que la joven advirtió el enorme bulto que escondía el pantalón de su amigo mayor. Y mientras ella observaba con recato aquella bestia enjaulada, Hagrid aprovechó para mirarla con descaro. Sus largas piernas se comenzaban a tornear, sus caderas ya habían comenzado a ensancharse, y su corta falta del uniforme, le permitía fantasear con lo que no le dejaba admirar. La blusa de la chica tampoco ayudaba a menguar la imaginación de semigigante, ya que a través de la tela, se podían intuir dos turgentes y redondeados pechos. Hagrid se pasó la lengua por los labios ante aquella idea, y el bulto de su pantalón parecía luchar por ser liberado.
Se sentaron en torno a la mesa, y aunque durante unos segundos ambos se mantuvieron en silencio, Hermione fue, como siempre, la primera en hablar – Hagrid, nos tienes a todos muy preocupados, desde que regresaste nadie te ha visto el pelo, Harry y Ron se están comenzando a agobiar por no saber de ti, y a mi me tienes muy preocupada ¿Te encuentras bien? – le preguntó, y aunque la joven comenzó mirándole a los ojos, los suyos le jugaron más de una mala pasada desviándose a la entrepierna Hagrid. Y éste lo notó.
Estoy bien, bueno, casi bien, el tiempo en la cárcel ha sido muy duro, aun tengo pesadillas con los dementores cuando duermo e incluso cuando estoy despierto, aunque he salido siento que aún estoy ahí – reconoció al tiempo que sus ojos se perdían en las piernas de la muchacha, su voz sonaba sincera y lo era, pero su mente ya comenzaba a trazar un plan para conseguir aquello que en realidad deseaba. Así que bajó tristemente la mirada, posó sus manos cruzadas sobre sus piernas, y volvió a quedarse en silencio, dando la imagen de un hombre desvalido y devastado.
Hermione se entristeció, y poniéndose de pie de un brinco, se acercó al guardabosques para poder abrazarse. Paso sus delicados brazos por grueso cuello del semi gigante y se pegó a él como tantas otras veces había hecho en el año anterior. Pero esta vez todo parecía diferente, pegado a sus piernas, la joven podía sentir el duro miembro del guardabosques, y cuando este la abrazó, la joven podría haber jurado que lo había hecho con más fuerza que cualquier otra vez. Pero aún así confió, y cerrando sus ojos, la joven dejó un dulce beso sobre la mejilla barbuda del hombre – No me imagino lo que estás pasando Hagrid, pero si puedo hacer algo por ayudarte, cualquier cosa, solo tienes que pedirlo –** susurró desde la más tierna inocencia, sin saber que aquellas palabras eran justo lo que Hagrid quería oír.
Aprovechando el tenerla entre sus brazos, una de las manos de Hagrid comenzó a bajar por la espalda de la joven, y gracias a su enorme tamaño, solo tardó unos segundos en ponerla sobre el trasero de Hermione – Gracias Hermione, y de hecho, hay algo que puedes hacer – susurró mientras su mano levantaba su falta y acariciaba su trasero protegido ahora únicamente por la delgada tela de su braga – **Ha…Hagrid ¿Qué haces? – le preguntó la joven de forma retórica, se había quedado petrificada ante aquella osadía, y siendo sincera consigo misma, no sabía que hacer o que pensar en realidad. Pero el semi gigante tenía muy claro lo que deseaba, y por lo mismo, al ver que la joven no lo apartaba, coló uno de sus dedos bajo su tanga y comenzó a acariciar su rajita. Aquél dedo era del porte de la polla de un hombre ya formado y adulto en plena erección, y sin creer la suerte que había tenido, su sucio dedo de uña mugrienta, encontró el clítoris de la jovencita, y lo comenzó a acariciar y restregar – Tu has dicho que harás lo que sea por hacerme sentir mejor, y esto me ayuda, tu solo no grites, o hazlo si quieres, aquí nadie te escuchará –** le susurró, posando ahora su cálido aliento sobre el delicado cuello de Hermione.
L a joven estaba paralizada, muerta del miedo y la conmoción, pero como toda muchachita en edad de desorden hormonal, su cuerpo reaccionó a las caricias y Hagrid no tardó en sentir en su dedo la humedad que comenzaba a despedir su entrepierna. – Siempre supe que tras esa pinta de mosquita muerta había una zorrita de cabello rizado – susurró con una sonrisa obscena – Ahora, y como has prometido, harás que me sienta mucho mejor – y dichas aquellas palabras, quitó la otra mano de la espalda de la joven y desabrochó su propio pantalón, dejando libre su enorme y durísima polla. Alejó un poco a la joven para que pudiese admirar su verga, y los ojos de Hermione casi se salen de sus órbitas al comprobar su tamaño, la chica lo miró y luego volvió los ojos a aquella monstruosidad, temblando del miedo la excitación – No seas tímida, hazme una paja como se las haces a Ron y a Harry, por que sí, ambos me lo han contado –** le dijo mirándole a los ojos.
La joven se quedó atónica ante aquella confirmación, y sin poder objetar puesto que sabía que aquella información no era más que un arma arrojadiza, puso ambas manos sobre el miembro del semi gigante y ni siquiera así, pudo juntar sus dedos. Hagrid sonrío, él sabía del miedo que aquel falo tenía sobre las mujeres, ya que Hermione no era la primera alumna que caía en sus sucias artimañas, y aquel rostro de pánico simplemente le calentaba aún más.
Sabiendo que no tenía escapatoria, Hermione puso ambas manos alrededor del enorme falo del que hasta entonces había sido su amigo, y aun así, posando sus dos manos alrededor, la chica fue incapaz de juntar sus dedos. La muchacha se quedó sin respiración, pero aun así, comenzó a mover sus manos sintiendo en sus palmas las rugosas y resaltadas venas de aquella polla, sintió, el fuerte aroma a sudor que el enorme hombre expelía, y aunque todo aquello la calentaba y le producía nauseas por igual, el travieso dedo que Hagrid movía en su rajita hacía que la joven temblase e incluso gimiese de manera involuntaria.
Pero aunque el hombre disfrutaba de aquellas temblorosas caricias que la muchachita le regalaba de manera forzada, aunque su dedo había comenzado a moverse incluso de forma dolorosa contra su hinchado clítoris, el guardabosque quería mucho, mucho más. Y por lo mismo, poniéndose de pie y apartando de ella sus manos, la cogió por los hombros y alzándola la acostó de espalda contra la vieja mesa del comedor. Hermione tenía pánico de lo que sabía que vendría a continuación, miedo a ser desgarrada por la enorme polla venosa y maloliente de Hagrid y entonces comenzó a gritar a todo pulmón.
Pero lejos de asustarse, Hagrid soltó una carcajada que resonó dentro de su cabaña y que incluso hizo que Fang despertase de su octava siesta del día – Tan inocente y tan zorrita, dos cosas que me encantan, me encanta escucharte gritar, pero créeme, no te servirá de nada – y dichas aquellas palabras susurradas, arrancó de un solo tirón las bragas de la chicha, dejando expuesto aquél coño en el que recién aparecían escasos vellos. Hagrid se agachó, y pegando su nariz a su sexo, respiró profundamente para después pasar su áspera lengua con descaro. Recorrió cada centímetro de su tierna piel, cada rincón y pliegue hasta que terminó hundiendo su lengua en la entrada de su sexo, el cual saboreo cual perro sediento o al menos así sonaban las caricias que le proporcionaba con su lengua.
Los gritos de la joven pronto se convirtieron en gemidos, sus movimientos con los que intentaba escapar, en temblores, y sus ojos, aquellos tiernos ojos se cerraron ante el placer que aquella lengua intrusa le entregaba. Hagrid por su parte prosiguió, mordiendo sus labios mayores, restregando su nariz contra su clítoris y pasando su lengua desde su entrada hasta el pequeño agujerito de su culo, lubricando, metiéndose y ampliando cada entrada hasta que se sintió saciado. Y fue entonces cuando se incorporó, su barba relucía gracias a los fluidos de la joven, su mirada completamente enajenada, no perdía detalle del cuerpo de la muchacha, y con aquel brillo desquisiado en la mirada, con su polla palpitando en el más mórbido deseo, destrozo la blusa y el sujetador de la muchacha para contemplar por primera vez los dulces pechos de Hermione. Se lanzó contra ellos como un animal hambriento, lamió, mordió y tiró de sus pequeños e hinchados pezones con fuerza, amasó aquellos pechos con completa brusquedad haciendo la joven sollozase y gimiese por partes iguales producto del dolor y el placer.
Y mientras el devoraba aquellos pechos a los que aún les quedaba por crecer, la mano que libre le quedaba volvió a perderse entre sus dulces muslos, pero esta vez, lejos de acariciar, uno de sus dedos se fue introduciendo en su estrechísimo agujero – Duele…duele mucho..para por favor – gimoteaba la muchacha al sentir como era abierta por aquél dedo inmenso, intentó, en vano, cerrar sus piernas para protegerse, pero entre más se movía, entre más intentaba liberarse, el hombre le atacaba con mayor intensidad – Esto no es nada, espera a cuando te meta mi polla en tu estrecho coñito, eso si que te va a doler pero terminarás pidiéndome más, todas las zorras de este colegio lo terminan haciendo – gruñó el guardabosque para después morder con fuerza su pezón.
Así se mantuvo durante largos e interminables minutos, su lengua recorrió sus pechos, su cuello e incluso sus labios y cara, su dedo terminó follando brutalmente el estrecho y dolorido coño de la Gryffindor, hasta que se hartó, y volviendo a separarse de ella, puso su descomunal prepucio frente al pequeño agujero de la chica, que le miraba con ojos cargados de pavor – Por…por favor Hagrid, eso no va a caber dentro de mí, es imposible, me vas a destrozar – imploró, pero ante aquellas palabras, la sonrisa del hombre se enturbió, y fue entonces que la joven comprendió que era justo aquello lo que Hagrid deseaba.
Y entonces Hagrid comenzó a empujar, en un principio, la estrecha entrada de la joven se negaba a dejarle pasar, pero los bruscos movimientos del hombre terminaron por hacer que aquella descomunal cabeza entrase, y ella gritó.
Sintió como su entrada ardía, como sus carnes, vírgenes hasta entonces se ampliaban hasta el punto del dolor, se sintió completamente abierta, desgarrada. Hagrid por su parte gimió fuertemente de placer, aquella estrechísima entrada estrangulaba la cabeza de su polla al tiempo que le entregaba un ardiente calor, aquello le encantaba, su cara de dolor, su cuerpo tenso, sus ojos bien abiertos y sus gritos! Como le gustaban aquellos gritos. Y comenzó a empujar otra vez, con cada embestida un poco de aquél largo y grueso tronco se metía dentro de aquel sexo carente de pelo, sentía como las paredes internas le abrazaban en contra de su voluntad, sintió, como la fina tela de su virginidad se rasgaba ante sus arremetidas violentas.
Solo se detuvo cuando su polla entró por completo, cuando sus enormes huevos golpearon el trasero de la chica y entonces río – Ves como te ha entrado toda, tienes toda mi inmensa polla dentro de tu coñito de zorra, a muchas no le entra ni la mitad, pero eres tan putita que te ha entrado hasta toparte con mis huevos – le dijo con cierto desdén, y entonces, afianzando una de sus manos a su fina cadera y otra a uno de sus pechos, comenzó a arremeter.
Hermione se sintió desfallecer, sentía como aquél pedazo de carne la partía por la mitad, como su sexo estaba separado, desgarrado, todo su sexo ardía, todo su cuerpo dolía, pero por alguna extraña razón lejos de llorar, comenzó a mover sus caderas al son que marcaban las de Hagrid – Me vas a matar Hagrid, me duele, me duele mucho – se quejaba, pero el movimiento de su cuerpo la delataba por completo, no pasaron muchos segundos hasta que comenzó a gemir de puro placer, y fue entonces, cuando sus fuerzas le fallaron, que sintió el primer orgasmo de su vida. Su cuerpo tembló, su sexo se estrechó aún más, y mientras gemía y gritaba de placer, mientras ella misma amasaba uno de sus pechos y tiraba de su pezón, que Hagrid sintió como su polla era bañada por los jugos de la muchacha – Que puta eres, una puta exquisita y hambrienta de polla – le decía mientras seguía moviendo su cadera de manera bestial – Vamos putita, pídeme más, pídeme más polla que lo estás deseando – le increpó, y como si estuviese presa de un hechizo, Hermione abrió los ojos y le miró.
No pares por favor – fue lo único que pudo decir, avergonzada por su debilidad, por como su cuerpo la había traicionado ante aquella violación, y Hagrid siguió, durante eternos minutos hasta que se sintió reventar, y fue cuando alcanzó a sacar su verga descomunal para lanzar cuantiosos chorros de semen sobre el cuerpo de la Gryffindor. Muchos cayeron en su vientre, otros en sus pechos, otros muchos en su rostro y labios, quedó completamente bañada en la leche del guardabosque – Ahora límpiate y vuelve a tu sala común antes que alguien se dé cuenta de que no estás, y recuerda, ni una palabra de esto a nadie, o todos sabrán lo que le haces a tus amigos en los ratos de “estudio” – le advirtió con una sonrisa tranquila.
Este es el primer relato que me atrevo a escribir, espero que os guste! Besos