Los sádicos inventos de Samanta: La venganza 1
Esta vez Sam ha diseñado un pequeño dispositivo con forma de pistola con el que puede controlar a la gente. Planea una venganza más que directa contra todos aquellos que la han obligado a ser un transexual desdichado. Empezará vengándose de su ex mujer Catherine, con imprevisibles consecuencias.
Al fin podría vengarse de Catherine por todo lo que le había hecho. Con su nuevo invento iba a cobrarse todas las frustraciones que su ex mujer le había causado. Con una sonrisa siniestra en el rostro, cogió el móvil y la llamó.
_ Ya te dije que no me llamases_ exclamó Catherine al otro lado_ Hemos acabado para siempre Samuel.
_ Cállate, zorra_ le dijo Sam, furiosa_ Con la pensión que te paso y lo que me hiciste, creo que merezco algo más de respeto. ¿Acaso quieres volver a tener problemas legales conmigo?
_ No, sabes que no quiero_ dijo, con voz queda_ ¿Qué es lo que quieres?
_ Quiero que vengas a mi casa, ahora mismo_ dijo, autoritaria.
_ ¿Acabaremos con esto si lo hago?_ quiso saber ella.
_ Sí Cat, te aseguro que no volveremos a discutir_ contestó Sam.
_ Muy bien, en tal caso iré_ dijo ella, de mala gana, antes de colgar.
Samanta sonrió, y se dirigió a su habitación, se cambió la ropa de trabajo por un elegante vestido rojo, se pintó los labios y se puso algo de maquillaje, sin prisas. Cogió su invento, que tenía la apariencia de una simple pistola de juguete, y se sentó a esperar. Cat abrió la puerta, pues aún tenía su llave, y la cerró tras de sí. Aún llevaba la bata del trabajo, y su rostro reflejaba impaciencia. Su cabello oscuro estaba recogido en una cola de caballo, sus ojos oscuros observaban a Sam fijamente. Pero ella estaba atenta a las formas que bien conocía. Sus generosos pechos que la hacían enloquecer, y sus piernas que parecían no tener final.
_ Buenas noches Cat_ dijo Sam, sonriendo misteriosamente_ siéntate.
Catherine se sentó, y le observó fijamente.
_ Samuel, creí que habíamos dejado esto para siempre, y ambas partes habíamos quedado en paz_ musitó Cat, bastante nerviosa.
_ Así fue, pero creo que ya es hora de que me pagues por el daño que me has hecho, y no sólo por las cuestiones económicas_ dijo Sam_ Me convertí en mujer para satisfacer tus fetiches, y después me abandonaste. Y ahora voy a tomarme mi venganza.
Cat quiso levantarse e irse, momento que aprovechó Sam para disparar con su invento, provocando un zumbido muy desagrable. Cat se quedó totalmente paralizada, incapaz de moverse.
_ ¿Qué me has hecho?_ preguntó, al tiempo que Sam se acercaba, con una expresión siniestra en el rostro.
_ Ven aquí cariño, vamos a despertar tu verdadera naturaleza_ dijo Sam.
_ Déjame marchar_ exigió Cat, con lágrimas en los ojos.
Sam no le contestó, sencillamente le colocó el rostro a la altura del suyo y le dio un ardiente beso en los labios. Cat hubiese querido retirarse, pero no pudo controlar la excitación que había hecho presa de ella. Se aferró a Sam y comenzó a besarla apasionadamente. Sam se apartó, sonriendo.
_ Cómo he añorado esos besos_ dijo Sam, ante su llorosa amante.
_ Sam, para, tú no eres así. Tenemos nuestras diferencias, pero sé que tu nunca me harías esto. Tú no quieres hacerme daño.
_ No voy a hacerte daño, sólo voy a recuperar lo perdido. Cat, si eres tan amable de quitarte la ropa.
Cat obedeció, sin mirar a los ojos a Sam, se quitó la bata, los zapatos y los pantalones que llevaba debajo, Se quitó la camisa, dejando ver su ropa interior, blanca y amplia, que parecería poco atractiva para algunos, pero que había provocado que Sam se excitase hasta lo más hondo.
_ Sam, no quieres violarme_ dijo Cat, a la desesperada, mientras sus juguetones dedos se disponían a abrir su sujetador_ Sé que me sigues queriendo.
_ Claro que te quiero, y no voy a violarte, vamos a disfrutar mucho los dos_ dijo ella, sonriendo.
El sujetador cayó al suelo, dejando ver los pechos de Cat, hermosos y bien desarrollados, que tan bien había conocido Sam, sus pezones sonrosados estaban apuntados por la excitación, por mucho que ella intentase ocultarlo.
_ Ven_ le pidió Sam, deteniendo el impulso de Cat de quitarse su última prenda.
Cat aún lloraba cuando se sentó junto al que ahora la dirigía como una marioneta. No podía ocultar lo excitada que se sentía, y lo mucho que estaba disfrutando, en su fuero interno siempre había querido que la manipulasen, y quizás por eso su anterior relación con Sam no había funcionado, dado que ella siempre dirigía.
_ Levántame el vestido_ le pidió Sam, con esa voz autoritaria que la estaba excitando tanto.
_ Sí, amo_ dijo, con una sonrisa pícara que extraño a Sam.
Él no le había ordenado que la llamase de esa manera, ni que sonriese. Por extraño que pareciese, debía estar haciéndolo por su propia voluntad. Al levantar el vestido Cat se tropezó con el miembro enhiesto de Sam, sin que ninguna tela lo retuviese. Cat no tuvo que recibir orden alguna para tragárselo de una sola vez, sacando un gemido de placer a Sam. Sam nunca había conseguido que Catherine se plantease siquiera la acción que ahora estaba realizando gustosamente.
_ ¿Lo hago bien, Amo?_ preguntó, sacándosela sólo un instante de la boca antes de volver a tragar.
_ Lo haces muy bien cariño, no te detengas_ dijo Sam, acariciando su cabello, después de quitarle su moño.
Cat no tardó en tragarse toda la semilla de Sam, con una sonrisa excitada en su rostro, dirigida hacia Sam.
_ Te dije que disfrutaríamos mucho los dos_ dijo Sam.
Cat sólo asintió sumisamente a sus palabras, y le miró con una muda súplica, mientras con su mano acariciaba ligeramente el sexo de Sam, tratando de volver a ponerle en marcha.
_ Quítate las bragas_ dijo Sam, divertida por como su esclava, se quitaba la prenda anegada de fluidos y se ensartaba a sí misma, ya marcando un ritmo rápido desde un inicio para satisfacer lo más posible a su adorado amo.
_ ¡Te quiero!_ gritó la esclava con todo lo que daban sus pulmones_ ¡Nunca he dejado de quererte, quiero ser tuya para siempre!
Sam sufrió un intenso orgasmo al escuchar esas palabras, llenando totalmente a Catherine. El amor no se podía inducir, no se podía condicionar, por lo que sus palabras eran sinceras. Cat le sonrió una vez más, y comenzó a darle apasionados besos en el cuello. Sam se quedó dormida ahí mismo, con una sonrisa en el rostro. Ese era el principio de una larga venganza que tenía entre manos, y la iba a disfrutar.