Los rincones de tu sensualidad
Aprender a conocer una mujer para llegar hasta sus rincones más íntimos es toda una aventura que merece la pena vivir :)
Plantada ante mi con tu piel casi desnuda resplandeces con ese halo plateado que te da la noche filtrándose por nuestra ventana, la ventana por la que pasan las horas mientras nos amamos, mientras el sol baja y sube la luna, las nubes se mueven lentas y perezosas dando pasos a cielos de azul vivido.
A través de ese cristal se desatan tormentas, deshojan los árboles mientras caen las de nuestro calendario, odioso tiempo tan veloz cuando te tengo entre mis manos.
Recrudece el frío mientras la calidez te protege escondida en mi pecho, descansando hasta que la vida vuelve a florecer en el exterior.
De todas las flores que la primavera abrió para inundarnos con su fragancia solo hay una que mi alma, exploradora e inquieta sueña con descubrir.
Los rincones de tu sensualidad no tienen límites, los mapas que he trazado en mi mente están llenos de lugares en blanco, lugares que mis manos y mis labios aun desean descubrir, aventureros, apasionados, firmes, ansiosos pero seguros.
Escondida en tu cuerpo, la travesía comienza en tus labios, sensuales, siempre prestos a sonreír, el puerto donde atracan todos mis besos y mis mordiscos, el lugar donde mis dedos se aprovisionan de tu dulce saliva para trazar el camino en el mapa de tu piel.
Recorrí tu cuello lentamente, sintiendo tu pulso embravecido agitando tu cuerpo y el mío aferrados el uno al otro sobre la única balsa que nos impedía ahogarnos. Mis labios seguían a la emblemática carabela que abría la expedición en busca de la flor más deseada.
Tu piel se erizaba encrespándose mientras el ambiente se llenaba con tus suspiros.Tras recorrer lentamente aquellas millas que me separaban del punto de partida me detuve a admirar la belleza de las cordilleras de tu cuerpo, mis manos las recorrieron con suavidad y firmeza, aferrándolas entre mis dedos para sentir tu boca abrirse en un quejido de placer y dolor.
El viaje se perdía en un mar de aguas tranquilas, mis dedos rozaban tu vientre provocando que las aguas se agitaran mientras asía firmemente tu pelo para no zozobrar. Pronto llegaría el abismo, el abismo donde caería para anclarme a el y buscar la flor secreta.
Lo bordeé lentamente mientras te besaba, la yema de mi dedo sintió tu tacto suave y húmedo rozándome, tu respiración se mezclaba con la mía como un halo suave que atrapaba mi boca alimentándome.
Dejé que mi dedo ascendiera engañosamente inofensivo rozando la entrada de tu sexo aun sin entrar en el, sintiendo como se contraía y se dilataba de deseo y redoblé la presión apretando mi mano y mi boca contra ti, sabiendo que había llegado donde tanto ansiaba.
Tu cuerpo se afirmó a mis caricias, incapaz de escapar de ellas, deshaciéndote en gemidos mientras te mordía y lamía tus labios.Comencé a acariciar tu clítoris sintiéndolo palpitar contra mis dedos, podía sentir su relieve cada vez más henchido de placer, lo castigué con una lentitud extasiante que te llenaba lentamente de sensaciones, rozándolo con la suavidad de una pluma, para apretarlo con firmeza tirando de el luego mientras pugnaba por escaparse. Entonces descendí por tu húmedo sexo y mis dedos entraron en ti sujetándote, penetrándote con fuerza, empujando tu ser hacia arriba y hacia abajo mientras el volumen de tus gemidos aumentaba como música complaciendo a mis oídos.
Y allí sujeta a mis manos, finalmente con la rosa henchida y florecida, húmeda y enrojecida estallaste en un éxtasis que no parecía tener principio o fin, inmensurable, indefinible, y al mismo tiempo finito y desalentador mientras las aguas retrocedían, tu respiración se calmaba y tu cuerpo se encogía buscando de nuevo mi pecho, mi piel y mi abrazo, escondiendo tu boca contra mi cuello mientras acariciaba tu pelo y sentías tu latir acompasarse de nuevo al mío.