Los ratones hacen maravillas

Quién es la puta que se coge a mi marido? Realmente será capaz de concretar sus fantasías sin mi?.

  • Vos sabés con quién se acuesta tu marido?

Qué? Qué decís?

Y escuché el clic de la orquilla del teléfono.

Mi marido me es infiel? Desde cuándo? Y con quién? Todas esas preguntas pasaron como ráfagas de 80 kilómetros por hora en mi cabeza. Empecé a llorar y me dejé caer en la cama. Tal vez no fuera cierto, pero esa voz femenina.... ella debería ser la que se acuesta con mi marido. La voz me era conocida pero no lograba determinar de quien. Me levanté y fui derechito a revisar todos los bolsillos de sus sacos y pantalones, su escritorio, los cajones de la cómoda... Y no encontré nada. Olí y escudriñé sus camisas sucias buscando rastros de la puta que cogía con mi marido, mi hombre. Restos de lápiz labial, perfume y cabellos rubios creí ver en un futuro temprano pero la realidad no me dejó ver mas que restos de mugre y olor a humedad. Volví a la cama matrimonial, exhausta mentalmente y traté de calmarme. Probablemente fuera un invento, una voz anónima que solo estaba jugando, un número al azar. Eso. Eso es. La ley de los grandes números hizo que sus dedos marcaran mi teléfono. Si. Así fue. Tal vez... No se si por paranoia o porque algo en mi interior lo afirmaba pero sospechaba que mi marido no me era del todo fiel. Siempre esa idea rondó en mi cabeza. Esto sería la confirmación? Pensé en llamarlo a su oficina pero no serviría de nada. Cuando llegara a casa vería.

Angustiada por la duda, mejor la completa certeza a la incertidumbre aguijoneante, me vestí y salí. Necesitaba estar rodeada de gente. Fui al shoping cerca de casa y en cada mujer joven y guapa que veía imaginaba el pene ancho de mi marido acabando entre aquellos miles de pares de tetas. Practiqué con creces mi deporte favorito, comprar zapatos que probablemente usaría poco y nada, y cuando ya no tenía mas que para un viaje en bondi volví a casa. Y ahí estaba el cuasi infiel, sonriéndome de par en par.

Mi amor, como estás? Fuiste a pasear?

Si, a despejar un poco la mente. Ya comiste?

No, pero podríamos pedir una pizza, te parece?

Bueno.

Y cuando sería el momento justo para decirle lo del llamado? O mejor, debía decirle lo del llamado? Mejor esperar un tiempo y prestar mas atención a todos sus movimientos, a todo lo que hacía y dejaba de hacer.

Esa noche nos acostamos temprano, de espaldas, tocándonos apenas. Y entonces pensé cuanto tiempo hacía que no teníamos sexo. No mucho, tres o cuatro días atrás, casi no lo recordaba. Tendría sexo con otra los días que no lo tenía conmigo?

Me desperté temprano. Había dormido poco y no podía pensar mas que en Ezequiel cogiendo a cuanta mina se le cruzara delante. Y volvió a sonar el teléfono.

Hola

Sabes lo que hace tu marido en mi cama? Me coge por delante y por detrás. Su pija entra y sale con tanta pasión que me hace estallar en muchos orgasmos.

Y cortó.

Esta vez me quedé sin habla. No pude responder, ni siquiera putear. Ahora ya no era el azar. Es mas, con lo que me había dicho era evidente que la puta me conocía. Cuánto me conocía? Pensé en mis amigas, en las esposas de los amigos de Ezequiel, en sus compañeras de la oficina. O era una desconocida? No sabía que hacer, ni siquiera como empezar a hacerlo.

Ese fin de semana había reunión familiar en la quinta de la familia de mi esposo. No estaba de ánimo para ir de paseo pero me convencí de que el aire fresco me haría bien. Por suerte, esta vez, solo asistirían Anabella, la hermana de Ezequiel, y su marido Lucio. Conocí a Ezequiel gracias a Anabella, compañera de facultad quien con el tiempo se transformó en mi confidente. No estaba segura si debía contarle acerca de los llamados que estaba recibiendo. Finalmente, decidí que sí lo haría. Tal vez ella supiera algo.

No, no, no, te digo que no va a aceptar...

Solo hay que prepararla, vos dejalo por mi cuenta.

Y como vas a hacer?

Inducirla. Hacer que pise el palito.

No es ninguna tonta.

La duda ya la tiene. Solo que la próxima vez que la llame voy a contarle mas detalles. Vamos a hacer que desee ser parte. Hacerle creer y sentir que ella es la que lo propone, nosotros estamos "casualmente" ahí, dispuestos.

Me parece que va a ser muy difícil...

La conozco. Hay que calentarla y hacerla desear. Los ratones hacen maravillas, no lo sabías?

Fuimos a la quinta y cuando los hombres se retiraron a hacer el asado aproveché para contarle a Anabella lo de los llamados.

Y cuánto hace que llama?

Desde antes de ayer. Revisé todo pero no encontré nada. No se que hacer.

Tal vez dejarlo rodar y ver que pasa.

Si, eso pensé. Pero no se si voy a soportar otra de esas llamadas.

No volvió a hablarse del tema. Anabella no había aportado mucho para la solución a mi dilema. Volvimos a casa y justo cuando entrábamos el teléfono sonaba. Fui corriendo a atenderlo.

Hola?

Me gustaría ser tu marido. Podría hacerte saltar. Te haría vibrar, estremecerte, te lamería toda hasta hacerte acabar, te la met....

Corté.

Quién era?

Equivocado.

Alguien estaba jugando conmigo. Y esta voz masculina también me era conocida. Solo que esta y aquella voz sonaban muy lejanas. Alguien estaba armando una maraña lúdica. Entraría en ella. Jugaríamos ajedrez. Al mediodía siguiente sonó el teléfono. Lo esperaba.

Hola?

Una serie de jadeos se escuchaban a través de la línea. Ella gritaba y él jadeaba. Eso me pareció.

Somos tres, solo faltás vos. Tu marido la tiene enterrada en el culo de mi esposa. Y a mi me gustaría penetrarte a vos. Los escuchás gozar? Así puedo hacerte gozar si quisieras.

Mi marido está trabajando.

Tu marido está trabajando a mi mujer. Llamalo si querés.... no va a estar ahí donde decís, está acá.

Dónde está?

Sentí que el hombre que jadeaba llegaba al orgasmo, emitiendo un sonido cercano al grito. Imaginé a Ezequiel extasiado, dando paso a su eyaculación, remarcando cada tiro de semen con jadeos de voz gruesa entrecortada. Y eso me excitó. Escuchar esa voz y ver a Ezequiel en mi mente me estremeció. Tal vez ni siquiera fuera Ezequiel pero la duda seguía carcomiéndome.

No querés venir? Entre los cuatro podríamos pasarla muy bien.

No. Ni siquiera sabés el nombre de mi marido, ni siquiera el mío

Vos sos Julieta Leiva y tu marido es Ezequiel Agustino, no? Para cerciorarte llamá a la oficina de tu marido... Dentro de 10 minutos vuelvo a llamarte.

Corté sin decir mas palabra. Llamé a la oficina y allí me dijeron que Ezequiel había salido a almorzar y todavía no había vuelto. Tal vez fuera solo la casualidad, al mediodía todo el mundo salía a comer. O quizás a coger. Mierda. De un solo modo podía sacarme de encima esa incertidumbre: ir a donde me dijeran que vaya. Era peligroso. Y sonó el teléfono.

Dame con Ezequiel.

Está muy ocupado.

Quiero hablar con él!!!!!

No puede hablar, su boca está ocupada en la vagina de mujer. Los escuchás?

Otra vez oí jadeos de fondo. Y me dije que no era Ezequiel el que estaba ahí si no quería darme con él. Corté.

Sentada a la mesa de cocina recordé que varias veces Ezequiel me había planteado hacer un trío. Me negué, por supuesto. Hasta me había dado la posibilidad de elegir entre un hombre y una mujer, pensé irónicamente. Como podían saber esas personas la fantasía de Ezequiel? Solo alguien muy cercano: algún amigo supuse. Cuál de todos? Quién sería capaz de incorporar a un tercero? Yo sería capaz? Ezequiel finalmente había realizado su fantasía y yo estaba fuera de ella, simplemente porque me había negado a concretarla? A decir verdad, la idea del terceto no me parecía mala, solo que me protegía de algo que podría dañar la relación...

Cuando Ezequiel llegó a casa, sin decirle siquiera hola, lo ataqué

Ezequiel, vos me estas engañando?

QUEEEE?

Me estás engañando. Alguien está llamando diciendo que me estás cuerneando, con un hombre y con una mujer. Los dos a la vez y en la misma cama.

No entiendo nada. Pará un poquito. Explicame desde el principio

Y le conté todo con lujo de detalles.

Qué tengo que pensar?

Que te están jodiendo, eso tenés que pensar.

Y cómo saben de tus ganas de un trío?

No tengo ni la mas remota idea. Y yo no soy el que está ahí cuando te llaman, te lo aseguro.

No sabía si confiar en sus palabras o no. Decidí que sí, era mi marido, y la relación se basa en la confianza, no?

Y qué hacemos?

Ignorarlos. Eso tenés que hacer.

Por la noche, tuvimos sexo. Nos besamos y abrazados nos quedamos dormidos.

A la tarde del día siguiente suena el teléfono:

Hola

Hola, mi amor. Hoy voy a llegar tarde a casa tengo una reunión de trabajo. No me esperes para cenar. Ya tengo que cortar. Adiós.

No me dio tiempo ni para despedirme. Se lo escuchaba agitado, apurado... y también me pareció excitado. Y los 15 minutos vuelve a sonar el teléfono.

Hola

Hoy es el día. Tenés que venir.

No voy a ir a ningún lado.

Tu marido hoy no va a estar en casa, no? Va a llegar tarde, no?

No, vendrá a cenar como todas las noches.

No es cierto. Lo sabés. Y sabés con quienes va estar? Conmigo y mi marido, nos vamos a culear hasta morirnos de placer. Y cuando cojamos vamos a pensar que te estamos cogiendo a vos. Cuando cojo con Ezequiel siento que te estoy cogiendo a vos.... Te chuparía toda la concha mientras mi marido te penetra por detrás y Ezequiel la tiene enterrada dentro de tu garganta..... hum..... la visión me encanta. No querés probar? No me digas que no te gusta.... sé que te gusta.....

No podía negar que me gustaba, era cierto, me excitaba su voz ronca y lejana que todavía no lograba identificar. Me quedé en silencio.

Lo estás pensando? Venite, dale, que podría pasarte mas que gozar? Y le damos una sorpresa a Ezequiel.

No pensé mas.

Está bien, voy. Dame la dirección. A que hora?

A las 7 en punto, si?

Por suerte habían elegido un buen hotel en el centro. La habitación era la 434. Toqué a la puerta y nadie respondió. Volví a tocar y giré el picaporte. La luz estaba apagada y entre la sombras pude apenas distinguir cuerpos, brazos y piernas mezclados en una maraña de sexo. Me quedé con la boca abierta contemplando aquella excitación que inició la mía. Jadeaban a mas no poder cuando me di cuenta que la puerta de la habitación seguía abierta. No podía ver caras, solo cuerpos retorcidos en sí mismos.

Encendí la luz y una mezcla de sorpresa y excitación inundó mi expresión al ver aquello: alguien estaba lamiendo la concha de una mujer y el marido de Anabella tenía la pija dentro de la boca de ella. Después de esa visión que hizo mi piernas aflojarse y mi concha latir distinguí inmediatamente las figuras hasta el momento anónimas: Ezequiel y su hermana Anabella, mi amiga, se estaban acicalando.

Aquello me sorprendió aun mas, y sin pensar fui a unirme a ellos. Anabella jadeaba el tiempo que la pija de su marido lo permitía y fui hacia la boca de Lucio. Ya no me importaba nada. Deseaba disfrutar como lo hacían ellos. Enseguida las manos de Lucio fueron a mi cuerpo, sacándome la ropa lo mas rápido que pudo. Mientras me besaba, me desabrochaba el corpiño y la mano de Anabella fue a dar a mi culo que era apretado como una pelota de goma. La tanga me molestaba. La saqué rápidamente y me entregué a bocas y manos. Me senté en el borde de la cama y Ezequiel empezó a chupar mi concha, lamiéndome el clítoris, jugando en él, haciendo penetrar su lengua y sus dedos al mismo tiempo en mi vagina pulposa y caliente.

Ese pedazo de carne ardiente, jugoso pasaba tan rápidamente por mi clítoris que deseé nunca ser obligada a dejarlo. Empecé a gemir. Escuché a Anabella estallar gracias a la boca, lengua y dedos de mi esposo que tenía la pija empinadísima. Ahora él se le acercaba para penetrarla. La visión con el rabillo del ojo me puso como loca.

Cuando Ezequiel la penetró Anabella gritó ardorosamente. Lucio se despatarró en la cama y lo monté para que me penetrara. Saboreé con mi clítoris su pija, refregando su punta por él. Su pedazo era tan gordo y corpulento como el de Ezequiel pero mucho mas largo. Estuve haciéndome desear el momento en que me clavara para luego dirigirla directamente a mi vagina. Con el primer envión nomás me hizo saltar de placer. Me apretaba las tetas y me la metía con ganas, cada vez mas fuerte, cada vez mas rápido, penetrándome con su larga e inmensa pija hasta donde parecía el fin de mi cuerpo, haciéndome explotar. Sentí mis piernas flaquear, mi sexo palpitar, mis jugos rodeando su dura carne. Y sentí su leche llenándome y luego corriendo hacia mi culo. Ese orgasmo fue lujurioso pero quería nuevamente sentirme penetrada y gozada.

Quería otra vez sentir chorros de leche mojándome mas de lo que estaba. Por eso, empecé a chupar la pija de Lucio, lamiéndola, saboreándola, pasando la lengua por toda su suave piel, sus pliegues, sintiendo que me clavaba hasta la garganta para hacerlo acabar. Cada vez mas rápida era la mamada, mas intensa, mas feroz, mis manos acariciaban sus huevos cuando Lucio no pudo contenerse mas y acabó en mi boca. Traté de no tragarla, pero parte del precioso tesoro caliente se me escapó aunque mantuve lo que pude en la boca y fui a besar a Anabella. Le pasé todo el semen de su marido. Su lengua era larga y ardiente, llena de saliva. La sentí tragar la leche que ambas habíamos disfrutado cuando aquella visión hizo estallar a mi marido.

Me aboqué a sus tetas y sentí un dedo en mi culo luchando por entrar..... eso era lo que mas me gustaba.... Lucio me acomodó de costado, frente a Anabella que también estaba en la misma posición. Su boca empezó a chupar y morder mis tetas mientras Lucio ya tenía dos dedos en mi culo. Ezequiel, detrás de Anabella se bailoteaba tras su culo, apretándole y amasándole las tetas. Jadeábamos como locos, gozándonos, penetrándonos mutuamente. Anabella mordió mis tetas haciéndome saltar de placer cuando Ezequiel la penetró por el culo, la pierna levantada recibiendo al taladro saciador, la piel mojada y sensibilizada por todo aquello.

Ahora era Lucio quien intentaba penetrarme por detrás, sentía su cabeza dando empujoncitos suaves, imaginando el instante previo a tenerla dentro por completo. Busqué agarrarme a las tetas de Anabella que jadeaba como posesa, cuando encontré las manos de mi marido. Cuatro manos apretaban y acariciaban esas tetas duras y casi perfectas. Ella, fue hacia las mías exactamente en el momento en que un empujón en mi culo hizo arquearme hacia delante. Ya tenía toda su pija dentro de mi deseando que no me hiciese esperar mas por su bombeo. La sacaba y la metía completamente. Apenas mi ano empezaba a achicarse el arremetía metiéndola toda hasta el fondo, haciéndome doler y vibrar. También Lucio se agarraba a mis tetas, con cada empujón dentro de mi cuerpo, me las apretaba.

Anabella buscó mi boca, nuestras lenguas apenas se encontraron. Su aliento caliente chocaba con el mío. Su voz ronca y aterciopelada, las manos, la pija en mi culo, el contacto con toda esa piel ajena y cercana a la vez hicieron que volviera a explotar. En el instante en que mi jadeo se convertían en gritos de placer escuché a Ezequiel que estaba llegando al orgasmo.

Y los demás estaban como posesos tratando de alcanzar la cúspide. Antes de Ezequiel, cuando yo ya estaba en mis ultimas venidas, el semen de Lucio invadió mis adentros. Anabella no dejaba de tocarme las tetas, lo mismo Lucio y volví a acabar junto a mi taladrador. Anabella y Ezequiel acabaron casi al mismo tiempo.

Y esta fue mi primera orgia donde todo quedó en familia.