Los rabos de la familia. La tía Rosita1

Rosa atrae a los hombres de su familia, lo sabe y juega con ello.

Los rabos de la familia

La tía Rosita. 1.

Sobrino.

Leonardo , tumbado, con el pantalón y el boxer en los tobillos y la enorme verga en alto, sonríe satisfecho viendo como su novia se quita el vestido quedando solo con un pequeño tanga rojo. Los ojos azules destacan en el bello rostro de facciones finas y labios gordezuelos. Las tetas como medias naranjas , con los duros pezones rosados en los pequeños triángulos de piel blanca que destacan en el dorado del cuerpo. El cabello largo, a media espalda.

  • Te voy a sacar toda la leche de esa torre, que estás demasiado caliente para ir al cumple de Edu y como te la noten tan gorda, tan grande y tan tiesa te van a robar las chicas. - lo dice con una sonrisa que destaca su blanca dentadura.

Le agarra la base de la polla, tira un poco para descapullar el cipote y luego pasa la lengua por los bordes del ciruelo, lame el capullo echando un poco de saliva que rebosa y cae hasta la base y despacio con los labios acolchándose va metiendo la pija en la boca. No le cabe completa, por eso deja la mano, para ayudarse en la caricia y para no ahogarse.

A Leo le gusta su novia, es una “muñeca preciosa”, como dice su padre, que siempre define a las mujeres con pocas y claras palabras. Recuerda como definió a Rosa, la tía Rosita como la llaman , porque tenía 21 años cuando se casó con Rafael, el hermano de su madre: “ es muy simpática” les dijo a la vuelta de un viaje a Buenos Aires, en que se la habían presentado.

“ Eso de simpática es por qué es poquita cosa”- insinuó su madre haciendo que ver que estaba de vuelta de todo.

  • “ No, Alejandra, a Rosita se le caen las tetas hacia arriba y tiene unas patas de potranca que impresionan”

Leonardo tenía 10 años, no entendió la definición hasta que la conoció, y lo entendió. Lo entendió tanto que aquella noche se hizo la primera de una larga serie de pajas en honor a su tía. Porque su tía Rosita le volvía loco.

La boca de su novia trabaja su verga, Leo se deja hacer, es buena chupándole la pija, a ella le gusta y a él le encanta.

Nota que va a estallar. No debe apretar la cabeza de la chica , le pidió una vez que no se la agarrara, porque si se la metía muy dentro, le daban arcadas y no podía tragarse todo su semen , eso que a él le gusta tanto. De la polla sale un torrente que llena la boca de la joven.

Se relame como una gatita que se ha bebido su leche, sonríe mimosa y le besa, dejando que Leo paladee parte de su hombría desbordada.

  • León mío, te quiero, sos lo más.

Y se queda apoyada sobe el pecho ancho del hombre.

Julieta , su novia, cree que el calentón es por ella. Y sí, estaba muy sexy, con el vestido rojo para el cumple de Eduardo, pero él venía burro por su tía.

Estaba totalmente salido por haber pasado todo el día de playa con ella. Le tocó hacer de cuida niñas, sus dos hermanas y sus dos primas . Una de doce, dos de ocho y una de seis, su madre tenía trabajo y él ha ido a ayudar a su tía.

¡ Y qué pedazo de hembra es su tía Rosita! A los 31 años, con un bikini negro, que le dejaba los cachetes al aire, las patas de muslo lleno, que se musculan en la pantorrilla para afinarse en los tobillos. De potra, de yegua. Y las tetas turgentes, que vibraban al con el andar cadencioso. Todo el día con ella, cachondo perdido.

Leo adora a su novia y le encanta el placer sexual que le da, pero su tía le vuelve loco.

Cuñado.

Pedro está caliente. Ha vuelto de la cena con sus suegros empalmado. No lo puede evitar. Rosita, su cuñada le pone cachondo. Le ocurre desde que la conoció. No es solo que esté buena, es que es el tipo de mujer que le pone a mil. Sonrisa y cara de ángel y cuerpo de diabla. En verano, cuando viene a Mar del Plata, con las niñas a pasar las vacaciones, aprovecha para verla y tocarla, de forma disimulada pero todas las veces que puede.

Mira a su mujer, Alejandra. A sus cuarenta y dos sigue estando buena, un pedazo de hembra, rubia teñida, alta, más que él, fuerte, de esas mujeres que la gente mira en la calle, más cuando camina en sus tacos altos, como una reina poderosa moviendo las caderas. Los amigos se lo dicen: “ Pedro ¡que pedazo de mujer tienes!”

Le ha gustado siempre cogerla, romperla con su polla grande y gorda, oírla chillar de placer. Es feliz con ella, pero la hembra que le pone a mil, que le excita en cuanto la ve, cuando la siente cerca de él, es su cuñada Rosita. No puede evitarlo, le entran unas ganas de follar enormes. Ha estado con ella en la cena con sus suegros, al ir a recoger a sus hijas tras el día de playa, y se ha puesto cachondo.

Su mujer se está desnudando, la piel dorada contrasta con las marcas blancas del cuerpo que tapa el bikini. Los pezones rosas en las montañas de las tetas, el pequeño triángulo de vello del pubis, la sonrisa incitante, que pide que la coja. Le gustaría estar con Rosita, pero es a Alejandra la que está para su placer.

  • Ale, ¡ponte en cuatro!

Alejandra le mira risueña, los besos de su marido camino del dormitorio ya le han animado. No se le pasa la gana de joder con él. Le encanta que siga siendo un macho cogedor y adora ese pollón maravilloso. Es médica y sabe que tiene un hombre muy bien dotado. Se arrodilla en el suelo, apoya las manos y mueve la cola como una perra pidiendo guerra.

La dedos de Pedro entran en su sexo, se mueven haciendo que la gruta esté más mojada. Alejandra respira hondo cuando siente el cabezón de la pija de su marido en la entrada de su concha. Recula para ayudar a que entre. Y feliz va soltando un largo suspiro , cuando la verga enorme la va llenando.

Pedro la agarra por las caderas, y comienza a moverse duro, rápido. Cierra los ojos y piensa que es a Rosita a la que se está cogiendo. No puede evitar dar unas nalgadas como si su mujer fuera la yegua de su cuñada en una galopada para darle placer. Siente que se va correr y agarra a Alejandra por las caderas moviéndose como una ametralladora hasta que dispara su leche.

Se deja caer sobre la espalda de ella que cede hasta quedar tumbada, con la mano derecha libre para tocarse el clítoris y poder venirse antes de que la pija enorme del macho se salga de la vagina.

  • Pedro, me gusta volverte loco … y eso que llevamos mas de veinte años casados... sos mi tigre.

  • Y vos, mi diosa griega.- miente el hombre besándola el cuello como si ella hubiera sido el motivo de su desahogo sexual.

Rosita.

Rosa se mueve sensual en la cama, se siente como una gata satisfecha pese a no tener a su marido al lado. Es la noche del miércoles, hasta el día siguiente no lo va a volver a tener en el lecho, está trabajando en Buenos Aires. Algunas semanas de febrero se va el martes a la mañana, muy temprano y vuelve el jueves a la noche. Ella con las niñas se queda en Mar del Plata. Los reencuentros son deliciosos, Rafael viene ansioso de ella y el sexo se convierte en algo salvaje, duro, la posee con una lujuria y un deseo que la revienta de gozo.

Pero ahora, sola, disfruta de la cama grande, de poderse tocar tranquila, fantaseando, de prolongar el camino de la explosión final, estando en una nube de olas que la tienen en la nirvana del placer. Le vuelve loca masturbarse sin prisas, gozándose de ella misma y dejando que la mente recorra caminos … a veces un poco perversos.

Se da cuenta, que los hombres la desean y le gusta. Y juega un poco con ellos, les calienta, se deja rozar y tocar haciendo que no se da cuenta que lo que buscan es sobarla un poco, lo que permiten las normas de la educación. Le hacen mover los flujos hacia la concha, la esponjan de sensualidad.

Los dedos juegan con su concha , a veces exploran dentro, y bien mojados vuelven al clítoris, duro, que le envía corrientes de lívido a la columna. Sonríe sola, le divierte ser un poco mala y pensar en lo que está pensando: en las pijas de su cuñado y su sobrino. Son enormes. Se muerde el labio inferior, cierra los ojos, las imagina y le sale un uuuuhmmm sin apenas sonido pero cargado de deseo.

Que Pedro tenía un pollón, ya lo sabía. Lo había comentado un día Alejandra, la hermana de su marido, cuando contaba la teoría de la L con la mano, haciendo ver que su hombre no era alto, pero sí muy muy bien dotado.

Hoy a la tarde noche, cuando han venido a por sus hijas, ha jugado con él. Ha sido ella la que ha buscado el toque, el roce, algunos choques, disfrutando de como se le iba poniendo duro el rabo. Porque se le notaba bajo el pantalón. Y entonces, ha puesto caritas, ha hecho alguna postura sexy, como sin querer, se le han soltado un par de botones de la blusa. Y encima se ha pegado para que notara sus tetas al darle el beso de despedida.

¡ Que mala es! Piensa con los dedos jugando despacio en su pequeño pene, porque su clítoris parece un pene muy pequeño cuando está como ahora duro. Tiene que seguir con cuidado, todavía no quiere llegar. Debe pagar por los malos pensamientos que tiene. No es de buena esposa tener esos deseos de gata juguetona.

Tiene que compensar a Rafael. Va hacer que se la ponga en el culo. A él le gusta, a ella no tanto, así que es un regalo. Lo harán el jueves a la noche, cuando llegue. Primero le chupara un poco la poronga y luego cuando esté bien dura, se pondrá en cuatro, se untará el ojete con la crema hidratante y se dejara dar. Es la ventaja de que la pija de Rafael no sea tan enorme como la de su cuñado. Alejandra le confesó, que el dolor que siente cuando le mete el rabo por detrás, no la deja gozar. A ella no le pasa.

Rafael es guapo, fuerte y alto, un lomo bárbaro, pero la tiene “ normal”, eso cree porque no le han metido otra. Cuando era adolescente si tuvo algunas entre manos, pero no es lo mismo. Se toca recordando a Luis, el primero, tan rubio, tan lindo, y como le gustaba tocarle las tetitas mientras ella le sacaba la leche con la mano en los lugares oscuros. ¡ Que maravillosa sensación de placer ordeñar a un chico! Los dedos se deslizan por el botón rosado inflamado. Luis, Antonio, Tomas … no hubo más pollas que meneara hasta que llegó Rafael, mayor que ella, con departamento y la sedujo, bueno ella se dejo seducir y un día debutó con él.

Se da cuenta que está muy cerca de llegar al final de la ola del orgasmo. Sabe que va a ser un deslizar enorme en fuerza y placer, como un surfero que toma una ola y sube y sigue encima hasta que rompe y va empujado hacia la arena. Y en su imaginación está Leonardo, guapo, alto como su marido, como su cuñada, lo tiene en los genes... y también la polla enorme de su padre. Hoy lo ha visto, cuando le ha ayudado a sacarse el traje de neopreno y tuvo a su alcance el cuerpo musculado, de atleta joven, viril. No ha podido evitar caer en la tentación de acariciar su piel desnuda, cálida. Ella ha tenido un subidón de deseo y de una manera inconsciente ha bajado la vista y se ha encontrado con el bulto enorme, que levantaba la goma negra, del rabo del chico excitado.

Ese rabo soltando leche sobre ella es la imagen con la culmina su largo viaje hacia el orgasmo enorme,explosivo, salvaje.

Continuará...