Los problemas que nos trajo el disfraz de caballo.
Nuestras novias nos obligaron a ir al baile con un disfraz de caballo. Rolando fué adelante y yo atrás, oliéndole el culo. Qué lindo culo tiene Rolando...
LOS PROBLEMAS QUE NOS TRAJO EL DISFRAZ DE CABALLO.
Por Lindo Culo 04.
Nuestras novias insistieron que fuéramos al baile de disfraz, disfrazados de caballo, ellas se encargaron de conseguir el disfraz. Por su parte, una de ellas se disfrazó de azafata y la otra de bailarina árabe. Yo sospecho que la intención de ambas era independizarse de nosotros con quién sabe qué intenciones. Así que se fueron adelante, dejándonos abocados al complicado problema de compartir el traje. Rolando, que es más culón, tomó la parte de adelante, dejándome a mí la de atrás. Su justificación era que temía que le tocaran el culo, ya que además de grande lo tiene bastante lindo.
Así que, como pudimos, nos acomodamos dentro del absurdo disfraz de equino.
La primera cuestión fue que el traje era un poco corto, por lo que tuve que enterrar mi cara en el culo carnoso de Rolando. Por suerte llevaba su pantalón. Pero igual debí aplastar mi nariz entre sus nalgas, sacando mi cara de vez en cuando, para respirar. Y así emprendimos el viaje hacia la fiesta. Eran unas cuantas cuadras, pero así vestidos ni caso tenía pensar en un medio de transporte. Así que aferrando mis manos al culo de mi compañero, comenzamos nuestra caminata.
Para ser directos debo confesar que nunca antes había estado mi rostro en esa situación, con respecto al culo de otro hombre.
A medida que caminábamos, las redondas nalgas de Rolando iban masajeándome la cara. Yo no tenía más remedio que ir oliéndole el culo, que afortunadamente no tenía ningún olor en particular. Pero la situación me producía extrañas sensaciones. Y creo que a él, en cierto modo, también.
Además el hecho de tener que ir agachados era bastante incómodo, así que yo sólo contaba con su culo y él con mi rostro.
Como su culo estaba algo caliente, mi cuerpo tomó sus propias decisiones y mi pene se fue parando. Mi Dios, qué vergüenza.
Sabrá Dios por dónde andarían las chicas a estas alturas. Pero yo estaba oliendo el gran culo de Rolando, con sus redondos glúteos amasándome el rostro.
Mi pene se fue endureciendo, muy a pesar mío. La situación era ridícula.
Pero no pude evitar la impresión de que, a su vez, Rolando estaba imprimiendo a sus glúteos leves movimientos laterales que me lo estaban haciendo sentir un poco más de la cuenta.
Las cuadras pasaban lentamente, muy lentamente, y a cada cuadra mi empalme era mayor.
A estas alturas, sentir su culo con mi cara estaba siendo un placer. E inconscientemente mis manos se aferraron con un poco más de fuerza a ese enorme y precioso culo que estaba dándome vuelta la cabeza.
En una esquina debimos pararnos por el semáforo, y sin embargo Rolando continuo frotando su culo en mi rostro. Evidentemente, a él también la cosa le estaba gustando y no intentó disimularlo, quizá por la fruición con que yo enterraba mi cara entre sus nalgas. En realidad, a través de la tela del pantalón, con mi boca abierta había comenzado a besarlas.
En el siguiente semáforo Rolando se detuvo y me dio una culeada de cara que ya no tenía excusa posible, más que el placer. Mi pulso se aceleró en consecuencia.
Juntando coraje metí una de mis manos bajo su culo para tantear su bulto con levedad. Rolando tenía una erección impresionante, puro palo. Así que se la acaricié decididamente, apretándole el palo.
Continuamos nuestro avance, pero ahora me atreví a bajarle el pantalón y el calzoncillo, y empecé a besarle el culo. Le fui dando lamiditas por todo el culo, y el me facilitó la cosa abriendo sus nalgas para que pudiera besarle el ojetito. A estas alturas nos detuvimos y Rolando, que era el que veía, se desvió hacia una calle oscura, y retrocediendo hasta la pared, comenzó a culearme el rostro con pasión.
Yo también bajé mi pantalón y tanga, para poner mi nabo con su furiosa erección en contacto piel a piel con su culo.
Mi pija iba y venía a lo largo de su raya, y Rolando retrocedió para que yo me lo montara. El caballo quedó más cortito, pero más alto de cuerpo. De cualquier modo no había nadie por allí que pudiera apreciar el aspecto que teníamos, aunque cuando mi pija entró en su agujero la conmoción fue claramente perceptible.
Mi pija fue entrando lenta pero decididamente en ese culo que se me ofrecía. A medida que lo penetraba Rolando jadeaba de pura calentura. Y yo comencé a darle apretones en la polla, que estaba a punto de explotar.
La garchada que le dí no fue muy larga, estábamos demasiado calientes los dos. Así que pronto le llené el culo de leche, con varios impulsos de mi pene en su orto. A lo cual, en forma prácticamente inmediata, Orlando soltó su leche, que me empapó la mano.
Nos quedamos descansando un rato, a medida que los jadeos iban menguando.
Cuando nos repusimos, volvimos a ponernos las prendas inferiores y, como pudimos continuamos nuestro camino.
Finalmente llegamos al baile, las chicas estaban bailando con otros muchachos, y nosotros no estábamos en condiciones de hacer gran cosa.
Eso sí, Rolando me dijo que a la vuelta íbamos a invertir las posiciones. Pena, pensé, porque ese culo me había vuelto loco. Pero bueno, él también tenía sus derechos, y mi culo estaba más que dispuesto a recibir sus pijazos.
De cualquier modo ambos sabíamos que ese era el comienzo de una gran amistad.
Las chicas no se dieron cuenta de nada. Pero como cada una de ellas se había perdido con algún galán decidido, la cosa también había estado bien para ellas.
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