Los problemas con Laura _ Episodio 1
Ir a buscar a tu novia al gimnasio y encontrártela con una polla metida hasta la garganta te cambia la vida.
El día en la universidad había sido agotador. Parece que les encantaba dar por culo con trabajos y exámenes, sin importar el tiempo libre que nos robaban. Era descarado. Desde hacía una semana no había podido ver a Laura, y creo que eso estaba pasando factura a nuestra relación. Últimamente la notaba más distante y creo que podría decir que ya no le importaba si no podíamos vernos, en serio, a veces parecía como si le quitase un peso de encima cuando le decía que tenía que quedarme estudiando y que no podría ir a verla.
Pero hoy estaba dispuesto a demostrarle lo mucho que me importaba. Había salido del examen a toda prisa y fui directo al coche. Tenía pensado sorprenderla yendo al gimnasio donde entrena a recogerla. Primero para demostrarle que la quiero y que la pobre no tenga que ir en autobús hasta casa despues de darse una paliza en "spining", y lo segundo porque me daba un morbazo terrible verla absolutamente húmeda, sudada, con las mallas tan apretadas y esas camisetas holgadas que llevaba sin sujetador, que me empalmaban nada más verla. Sí, soy un romántico.
Al entrar al edificio de tortura que hoy llamamos gimnasio me paré en recepción y le expliqué la situación al recepcionista cachas: que si mi novia, que si quería sorprenderla, que me dejase pasar, y todas esas cosas. Parece que al final la neurona logró entender lo que le decía, y me dejó entrar a la sala de máquinas. Para llegar hasta la sala era obligatorio atravesar los vestuarios, por lo que pasé al vestuario masculino. No había nadie, aunque también lo entiendo, un viernes a las 8 de la tarde no creo que haya mucha gente con ganas de entrenar (a excepción de Laura). Cuando estaba a punto de alcanzar la puerta de la sala me di cuenta de que detrás de las taquillas, junto a los bancos había un tío cachitas sentado, totalmente desnudo. Se me hizo un nudo en la garganta cuando vi que Laura estaba de rodillas con las piernas abiertas, hincándose la polla del cachas hasta la garganta, mientras se tocaba el coño descaradamente por encima de las mallas, y aparecía una mancha de flujo vaginal por toda la zona. La camiseta rota que solía llevar había sufrido un tirón, de modo que sus dos redondas tetas quedaban fuera, y botaban al ritmo que se hundía la polla hasta el fondo, haciéndola desaparecer en su boca mientras apretaba el ceño para, supongo, contener las ganas de vomitar. EL cachitas le apretaba la cabeza sin compasión para que fuese más rápido, y ella amasaba sus cojones con la mano que le quedaba libre.
- ¡¡¿Qué coño haces Laura?!!
Al oir mi voz Laura se sacó la polla de golpe de la boca y se quedó de piedra, con sus ojos azules mirándome, una mano en los huevos del imbécil del musculitos y la otra en su coño, mientras desde su boca colgaban hilos de saliva y líquido preseminal directamente hasta la polla que tenía a escasos centímetros de su cara, delantado descaradamente lo que allí estaba pasando.
- Mario, no es lo que pare...
Antes de acabar la frase el cachas había comenzado a correrse, y sin importarle una mierda la situación le agarró la cara a Laura, le abrió la boca con una mano, metiéndole dos dedos y abriendo su mandíbula, y con la otra empezó a pajearse fuerte mientras rociaba la cara de Laura de semen, apuntando la mayoría dentro de la boca. La corrida había caido en su boca, pero también en su cara y en su pelo, mientras se escurría por el cuello y le llegaba a las tetas, goteando lentamente. Laura me miraba a los ojos, sin poder hablar (al menos era educada, con la boca llena no se habla, una zorra, pero educada), mientras el cachas daba grititos y salpicaba las últimas gotas de semen de su polla, y aprovechaba el pelo de Laura para limpiase los restos de semen del sable.
No aguantaba más, me di la vuelta y quise salir por donde había entrado. Oí que Laura me llamaba a la espalda
- Mario, espera, te lo puedo explicar, en serio. No te vayas. No pienses que...
Excusas, no quería oir nada más. La chica que había sido mi novia durante cuatro años le había comido la polla a un tío de su gimnasio. Y no sólo eso, sino que había aceptado que se le corriera en la cara sin ningún tipo de reparo. Qué puta diferencia, conmigo no pasábamos del misionero, y si tenía suerte lo hacíamos a cuatro patas. Eso sí, de chuparme la polla nada de nada, que decía que le daba asco. Genial, ya veo el asco que le da chupar pollas.
Esa noche apenas pude dormir. La imagen de Laura, de rodillas, tocándose y llena de corrida me perturbaba y excitaba a partes iguales. Se había acabado nuestra relación y eso era una mierda. Compartíamos amigos y bares, estaba claro que mi vida cambiaría a partir de ahora. Joder, casi prefería no haberla pillado y que todo siguiese igual. Estaba realmente enganchado a esa chica. Pero a mi familia no pareció importarle mucho, aunque también es cierto que a ellos les conté las versión censurada de lo que había pasado. Mi madre decidió que lo mejor era que me olvidase de ella y montó una quedada familiar en un restaurante cercano. Dos días después de pillar a mi novia siendo empalada me encontraba rodeado de mi familia, comiendo en un buen restaurante y pasando un buen rato.
-Eh tú, ¡gilipollas!
Al oir el insulto me giré. Menuda sorpresa. Detrás de mi y mirándome hecha una furia estaba Elsa. Elsa era la mejor amiga de Laura, eran como uña y carne, y la verdad es que cuando las dos se juntaban e iban de fiesta no había chico que se resistiera. Así fue como las conocí. La noche de discoteca que conocí a Elsa y Laura fue alucinante, todos mis amigos y yo estábamos tratando de ligárnoslas. Mi primer objetivo sin embargo fue Elsa, mulata de piel tostada, alta, con el pelo castaño y muy liso. Tenía un cuerpo espectacular, y unas tetas perfectas que desconocían absolutamente el significado de "gravedad". Sin embargo era su cara, una cara angelical, de ojos caramelo y unos labios perfectos lo que me volvía loco. Ella no me hizo ni caso aquella noche, y ese fue el motivo de que estuviese con su amiga y empezásemos la relación de 4 años que acabó con una polla agena en la boca de... bueno, ya sabéis. Sin embargo, allí estaba Elsa, llamándome gilipollas delante de toda mi familia.
- Hola Elsa, ¿qué haces aqu..
- ¡Eres un hijo de puta! ¿Cómo se te ocurre ponerle los cuernos a Laura? Con todo lo que ella ha hecho por ti en estos cuatro años.
- ¿Cómo?
- Sí, Laura me lo ha contado todo, que te pilló con otra y que habeis dejado la relación por tu culpa.
- ¿Qué dices Elsa? Eso no...
- Que no me hables más imbecil, espero que toda tu familia sepas la clase de hijo de puta que eres.
Ya no aguanté más y me puse de pie. Agarré a Elsa por un brazo y la alejé de la mesa donde estaba toda mi familia, que ahora se había convertido en un gallinero debido a las burradas que había soltado Elsa. Cuando estuvimos lo suficientemente lejos no le solté los brazos, me acerqué a su oído para que nadie más pudiese oirnos y le dije:
- No sé qué coño te crees que haces, ni qué cojones te ha contado Laura. Y la verdad es que me da igual, pero para tu información fui yo el que encontró a Laura con una polla atravesada en la garganta en los vestuarios de su gimnasio. No sé cómo te atreves a humillarme así delante de mi familia, pero me las vas a pagar.
Mientras se lo decía ella había girado la cara, dejándome unas vistas alucinantes de su cuello y del arranque de su escote. Olía genial, y notar el calor de su piel tan cerca de la mía me produjo escalofríos. Nunca durante estos cuatro años había olvidado a Elsa, y habían sido muchas las pajas que me había hecho en su honor. Lástima que ella nunca hubiese mostrado el mínimo interés por mi.
Al acabar la frase Elsa me miró a los ojos y pude notar como la verguenza la invadía. Se había dado cuenta de que Laura había mentido, y de que la había cagado humillándome delante de mi familia. Desvió la mirada al suelo y por primera vez desde que la agerré, solté sus brazos. Sin darle tiempo a explicarse me fui de allí. Ella pensó que me fui por orgullo, o por indignación, pero la verdad es que me fui porque empecé a notar como mi corazón bombeaba sangre diréctamente a mi miembro y se comenzaba a hinchar. Como pude llegué al baño y me lavé la cara con agua fría. Ahora quedaba una parte difícil: hablar con mi familia, y hacerles entender que la aparición de Elsa fue un error. Mi familia estaba dividida entre los que me creían y los que preferían pensar que Elsa había dicho la verdad. Cuando llegué a casa por la tarde fue un alivio meterme solo en mi cuarto y masturbarme viendo porno.
La semana siguiente transcurrió con calma, poco a poco quitándome a Laura de la cabeza. Así que decidí darme un capricho y comprarme una consola nueva. Al menos, como no tenía novia, no tendría que darle explicaciones a nadie. Al llegar al centro comercial me dirigí a la tienda de videojuegos y consolas, pero el destino quiso que pasase por delante de una famosa tienda de lencería y pijamas para mujer. Se me iluminó la cara al ver quién estaba dentro. Elsa estaba seleccionando unos tangas y un camisón. Alcancé a ver cómo se metía en los probadores, y me sorprendí a mi mismo entrando en la tienda. Por suerte estaba casi vacía, a excepción de dos chicas que miraban pijamas y una dependienta que estaba absorta mirando la pantalla de su ordenador, por lo que a nadie le extrañó que un hombre entrase hasta los probadores.
No entiendo qué me pasó, no sé si fue la excitación del momento, o tal vez en alguna parte de mi cerebro ya lo tenía planeado, pero al descorrer la cortina del probador y ver a Elsa con el vestido en el suelo y sólo con un tanga y un camisón transparente mi di cuenta de que estaba decidido: me iba a follar a Elsa.
- Hola Elsa.
- ¡AAhhh! Mario, joder, qué haces. ¡¡No puedes estar aquí!!
- ¿Sabes? Desde que me humillaste delante de mi familia sólo he pensado en ti, aunque es justo decir que llevo muchos años pensando en ti. Y creo que hoy voy a solucionar algunos asuntos pendientes contigo.
Mientras le hablaba Elsa se había encongido, tratando de ocultar las partes de su cuerpo que estaban a la vista, y haciendo un intento en vano por alcanzar su ropa del suelo. Esta vez yo fui más rápido, y con una mano alcancé los cinco tangas que ella tenía reservados para comprar y con la otra le agarré los brazos fuertemente y la puse totalmente de pie. Hice una bola con uno de los tangas y se lo metí en la boca. Elsa me miraba con los ojos muy abiertos, y su cuerpo había comenzado a temblar. Me coloqué en su espalda y la coloqué mirando al espejo. Teníamos la cortina a nuestra derecha y enfrente el espejo del probador y un perchero metálico sobre el espejo. Como si de un plan preparado con años de antelación se tratase, cogí una de sus manos y la até con un tanga al extremo del perchero metálico, y la otra mano al otro extremo. Ya no podía taparse por lo que lo único que me separaba de ver su maravilloso cuerpo era un camisón muy transparente que no dejaba nada a la imaginación. Con sus manos inmovilizadas por encima de la cabeza, agarré sus tobillos y le separé las piernas, atando cada tobillo con un tanga a los extremos del asiento del probador.
La imagen era lo más morboso que he visto en mi vida, una chica con un cuerpo de infarto, totalmente atada, colocada de frente al espejo, y yo detrás, viendo su espalda y su precioso culo abierto por la posición de sus piernas y beneficiándome del reflejo de la parte delantera de su cuerpo en el espejo, oliendo la maravilla que tenía entre las piernas. En ese momento me di cuenta de tres cosas: la primera es que Elsa debía tomar el sol desnuda, pues no había ningún tipo de marca en su cuerpo, toda su piel estaba tostada, con su color tan característico que sus raíces mulatas le ofrecían, lo segundo es que estaba totalmente depilada, ni un solo pelo en todo aquel precioso cuerpo, y lo tercero que mi polla no podía estar más dura, el pantalón era una auténtica carcel para mi miembro. Elsa me miraba a los ojos a través del espejo, con un gesto de miedo en la cara y la boca colapsada por el tanga que no la dejaba hablar. Cuando vio cómo me abría el pantalón y dejaba que cayese junto con los calzoncillos al suelo vi como todo su cuerpo se contraía. De repente dejó de mirarme a la cara y mi miró directamente a la polla. Noté cómo su cara cambió a la sorpresa en un momento. Nunca me he quejado de tamaño, tengo un miembro de 20cm de largo, pero en aquel momento, con esa diosa casi desnuda delante de mi yo creo que mi pene había alcanzado un tamaño muy superior.
- Tal y como te dije, me las vas a pagar. Y no sólo lo de mi familia, sino que vas a pagar cada uno de los días en los que has ido provocando, con tu ropa minúscula y poniéndome cachondo para luego ignorarme y dejarme caliente. Vas a pagar cada paja que me he hecho pensando en ti. Y por supuesto vas a pagar lo que la zorra de tu amiga Laura me hizo.
Mientras hablaba, había comenzado a restregarle la polla por la espalda y el culo. A veces me agachaba y le restregaba mi mango por la entrada de su coño. Noté algo extraño y me separé, me senté en el asiento, dejando su ano a diez centímetros de mi cara. No me lo podía creer. Elsa se había puesto cachonda, pero no un poquito, si no que había comenzado a chorrear y el flujo le caía goteando por los muslos, hasta las rodillas. Me dejé llevar y comencé a lamer todo el flujo que le caía por las piernas, sin llegar a lamer su órgano. Cuando me puse de pie estaba ciego de excitación, pero quería continuar con el juego. Volví a restregarle la polla por el culo, y ahora era yo el que dejaba restos de líquido preseminal por todos sus glúteos.
- Te lo voy a hacer como nunca nadie te lo ha hecho.
Elsa dejó de mirarme por el espejo y giró la cabeza para mirarme directamente a la cara. Aproveche la curvatura que tenía su cuerpo como resultado de estar atada y comencé a acariciarle el vientre, totalmente plano de gimnasio, mientras subía a sus tetas. No me contuve y le agarré las tetas muy fuerte y le pellizqué los pezones. A ella le flaquearon las piernas y se tambaleó un poco. Vi como su piel estaba erizada de la excitación, y comencé a mover la cintura para darle golpes con la polla el su perfecto culo mientras le apretaba una teta y su precioso y pequeño pezón con una mano y con la otra le arañaba lentamente la espalda. No aguantaba más. En uno de los impulsos que dí con la cadera apreté lo suficiente como para colocar mi polla en la entrada de su ano. Elsa comenzó a moverse para intentar evitarlo, pero le apreté más fuerte las tetas, y se quedó inmóvil, mirándome a los ojos con miedo. Apreté más y Elsa comenzó a gritar, notaba cómo iba rompiendo centímetro a centímetro su ano, cómo mi polla se veía aplastada por su culo, y cómo se retorcía su cuerpo para impedir que la violase.
Con mi polla totalmente dentro de su ano empecé a bombear y Elsa continuó gritando.
- ¿Está usted bien? ¿Hola? ¿Va todo bien dentro del probador?
Era la voz de la dependienta, que desde fuera había oído los gritos del Elsa y se había acercado para ver que todo estuviese bien. Tenía que pensar rápido para salir airoso de aquella situación, pues si la dependienta se daba cuenta de que le estaba follando el culo a una de sus clientas en contra de su voluntad... bueno, podría meterme en problemas. Le susuré a Elsa:
- Voy a sacarte el tanga de la boca, y voy a soltarte la mano derecha. Con mucho cuidado para que la dependienta no se de cuenta de nada, ni vea nada, abrirás lo justo la cortina para asomar la cara y decirle que está todo bien, que simplemente estás viendo qué camison te sienta mejor. Si intentas engañarme o hacer alguna cosa...
Mientras lo decía saqué casi toda mi polla de su culo.
- ...te la clavaré tan fuerte que no te podrás sentar nunca más, y te bombearé hasta que pierdas el sentido. ¿Lo entiendes?
Elsa hizo un movimiento afirmativo con la cabeza y le solté la mano y le saqué el tanga de la boca. Con medio capullo de mi polla aún dentro de su ano, Elsa abrió despacio la cortina, hasta ver a la dependienta.
- Disculpe, pero esque... no logro decidirme entre los camisones...
- Muy bien señorita, disculpe, pero me había parecido oir un ruido extraño.
- Pues en realidad s...
En el momento en que noté que Elsa le iba a confesar a la dependienta lo que en realidad estaba pasando allí dentro empecé a empujarle poco a poco la polla dentro. Ligeramente empecé a bombearla, para recordarle lo que le pasaría si se iba de la lengua.
- ... bueno.... no se preocupeeeeh, aaah, está todo bien, si necesito su... aaaahyuda la llamaré, gracias...
Al cerrar la cortina se giró y me miró con cara de verguenza.
- ¿Lo he hecho bien?
- Lo has hecho muy bien, y te voy a dar un premio, a la mejor actriz.
Al decirle eso me miró con cara de asombro, y le desaté la mano que le quedaba atada. Me senté en el asiento, al cual ella tenía atados aún los tobillos, y mientras la agarraba por la cintura empece a bajarla para que ella también se sentara... sobre mi polla.
- Aaaaaaaaaaahhhhh
Eso era todo lo que Elsa pudo decir cuando empecé a meterle la polla en el coño, mientras le besaba la espalda y con una mano masturbaba con rabia su clítoris. En ese momento fue ella la que comenzó a saltar sobre mi pene y a cabalgarme mientras ponía los ojos en blanco. Podía ver su cara en el espejo, y cómo con dos dedos empezó a apretar y a estirarse los pezones muy fuerte. Le liberé los tobillos de las ataduras y le empujé la cabeza hacia delante, de modo que apoyó su peso sobre sus manos en el suelo, y su vagina quedó a una altura perfecta para que, sentado, fuese yo el que le bombease. Aproveche esa posición para abrirle las nalgas con las manos, y dejar su ano al descubierto. Me chupé el dedo índice hasta el puño, y comencé a insertárselo en el ano mientras no paraba de bombearle con mi sable en su cueva. Verla así, curvada, recibiendo una follada con mi polla y con mi dedo era lo más morboso que he vivido en mi vida, y noté cómo unas increibles contracciones empezaron a apretarme el dedo y la polla, y el cuerpo entero de Elsa empezó a convulsionar. Elsa se estaba corriendo. Los líquidos de su flujo eran muy abundantes, y me dejaron la polla totalmente lubricada, manchándome la tripa por completo y las piernas. Cuando aminoró el ritmo de la corrida, le saqué mi miembro de dentro de ella.
- Ahora te voy a explicar lo que vi cuando tu amiguita Laura me puso los cuernos.
La guié para que se pusiese de rodillas delante del asiento y se quedase con mi polla en la entrada de su boca. Le agarré la cabeza como recordaba que había hecho el cachas del gimnasio con Laura, enredando mis dedos en su precioso pelo, y le empecé a meter la polla en la boca. Elsa me miraba a los ojos, como una perrita, y no oponía ninguna resistencia. De hecho me pareció por un momento que jugaba con mi frenillo haciendo círculos con su lengua. Ver sus preciosos ojos mirándome mientras tenía mi polla dentro de la boca fue el clímax, no podía más, me iba a correr. Le saqué la polla de la boca, y se la abrí con una mano, mientras que con la otra me masturbaba muy fuerte. Comencé a correrme sobre Elsa, salpicando el primer disparo dentro de su boca, y apuntando después al resto de su cara y a su pelo. Cuando había acabado de correrme, le cogí la melena y al igual que hicieron con Laura, me limpié los restos en su pelo.
En ese momento me di cuenta de lo que había hecho. Me había follado a Elsa, pero además la había forzado. Si ella me denunciaba, estaba perdido, tenia restos de mi ADN por todo su cuerpo. Empecé a acojonarme. Cuando la polla se ablanda las cosas empiezan a tomar importancia.
Al mirarla a la cara Elsa sacó la lengua, y sin dejar de mirarme a los ojos lascivamente empezó a recoger todos los grumos de semen que tenía por la cara, a metérselos en la boca y a tragárselos. Agarró la zona de su pelo donde me había limpiado el pene e hizo lo mismo, lo metió en su boca, y lo chupó todo. Se acercó con la boca muy abierta a mi polla flácida y me la chupó durante unos segundos hasta que quedó limpia. De la forma más sensual posible se puso de pie y se puso el vestido que estaba en el suelo. Yo estaba totalmente mudo, sorprendido y sin saber qué hacer. Se agachó, poniéndome las tetas en la cara y su boca junto a mi oreja y muy flojito dijo:
- Eres un hijo de puta, me has violado. Espero que jamás vuelvas a hacerlo, y que nunca volvamos a vernos... Mañana estaré de compras en esta misma tienda a las 6 y media de la tarde, en este mismo probador, espero que no vengas...
Acto seguido salió del probador no sin antes dedicarme una preciosa sonrisa.