Los primos de Guadalajara 4

Diana descubre un impactante secreto y por fin se entrega a manos de su prima Ana.

Como siempre quiero agradecerles el que me lean y me comenten. Siempre me gusta leer sus críticas aunque algunas sean severas, se que lo hacen para que mejore y eso me da mucho gusto. Como cualquier escritor trato de mejorar relato con relato, algunas veces se consigue otras no, pero tengan por seguro que seguiré tratando. En verdad muchísimas gracias y espero que disfruten esta entrega. Les mando un beso muy grande y si quieren contactarse conmigo mi e-mail es moniecat@live.com.mx

Los primos de Guadalajara 4

Salí de mi casa apresurada. Lo que menos quería era que mis padres se dieran cuenta que los cache follando, y menos fantaseando conmigo. Eso los pondría locos y quién sabe que pasaría.

Caminé por mi colonia un rato sin saber qué hacer. Mis primos no llegarían hasta dentro de un par de horas y por supuesto no podía regresar a casa sin levantar sospechas, por lo que me senté en una banqueta a dos cuadraras de mi casa a analizar todo lo que me estaba sucediendo.

No podía dejar de fantasear con la vergota de mi padre. La manera en la que se cabía empalmado a mi madre me ponía cachondisima. Me fascinaba la imagen que tenía de mi padre siendo todo un semental, ya que hasta hace poco tiempo jamás había pensado en él de esa manera. A mí nunca se me hubiera ocurrido tener a mi padre entre mis piernas chupándome el clítoris y haciéndome venir como una puta, pero la llegada de mis primos había cambiado mi manera de ver las cosas y no podía ser más feliz a pesar de que ponerlo en práctica aún me atemorizaba un poco.

El cielo comenzó a oscurecer y decidí que era hora de volver a casa. Caminé los pocos metros de distancia y abrí la puerta con cuidado, no quería que rechinara y asustara a mis padres si es que seguían cogiéndose. En verdad quería volver a ver esa escena y masturbarme, aunque lo que más quería en el mundo era ser la perra que mi padre montara.

Subí a las habitaciones y las encontré completamente vacías. Al parecer mis primos no habían llegado y mis padres debieron de haber salido por las compras, así que se me ocurrió prender un cigarrillo y ver alguna película porno que mi padre guarda en el closet, ya que, a pesar de haberme tocado más veces este par de días que toda mi vida, seguía caliente y mi coñito rogaba por más placer.

Abrí el armario del cuarto de mis progenitores y revolví un par de cosas en búsqueda de los DVDs que tanto ansiaba. Entre varios que ya había visto cientos de veces encontré uno nuevo, al parecer casero que sólo tenía escrito: Coñito sabroso. El nombre me sonó tentador y pensé que tal vez, al ser un video que no había comprado en la Sex Shop, podría ser uno de mis padres. Sin dudar un segundo guardé los demás y jalé para mi cuarto.

Me aseguré de cerrar la puerta con cerrojo por si llegaba Ana o alguien más y puse la misteriosa película en el reproductor. Me acosté en la cama con las piernas bien abiertas y me quité la tanga que ya tenía bien encajada en mi rajita. Apreté el botón de play en el control y me dispuse a disfrutar y darle a mi coño lo que quería.

La película comenzó con una edición bastante pobre donde se veía un cuarto de baño que al principio no reconocí. El cuarto está vacío, esperando algo. A los pocos segundos de comenzada la película entra una mujer de pelo rubio con una bata color vino

No pude evitar dar un respingo. ¡La mujer era yo! ¡Mi padre me había grabado!

Excitada con la idea continué viéndolo. Mi imagen deja caer la bata en el piso y aparece mi cuerpo desnudo más bronceado que de costumbre. El video debió de haberlo tomado mi papi después de haber regresado de Cancún en semana santa.

Abro la llave del agua y espero un tiempo en lo que se calienta. Mientras lo hago me miro en el espejo y toco mis tetitas, siempre duras y bien paraditas. En cuanto la ducha comienza a emana vapor me meto y comienzo a mojarse y disfrutar del agua que corre tibia por mis muslos. Mi cabello esta empapado y tapa mis pezones. Todo mi cuerpo está en contacto directo con el agua por lo que mis pezones se paran y apuntan directamente a la cámara.

Tomo el jabón líquido y me lo unto en todo el cuerpo sin olvidar ni una minúscula parte de él. Paso el jabón por mi clítoris y decido concentrarme un rato ahí por lo que me empiezo a tocar suavemente, disfrutándolo, sin ninguna intención de llegar al orgasmo, sólo una limpieza cotidiana de relajación. Subo la mano con la que me toqué a mis labios y me la chupo, para continuar con mi labor de enjabonarme las nalgas. Me volteo, mostrando al espectador mi parte trasera. Bajo mis manos a mis cachetitos y los abro para dejar ver a la cámara mi ano aún virgen y deseoso de verga.

Después me vuelvo a voltear y me enjabono mis tetas con movimientos circulares y repetitivos. A continuación apago el grifo y me enrollo en la toalla más cercana para salir inmediatamente hacia mi cuarto. La imagen se pone negra y ahí termina el video.

Mientras veía esto no lo podía creer. Mi padre realmente fantaseaba conmigo, y no sólo eso, incluso había llegado a grabarme para masturbarse con él. La idea me excitaba y a la vez me escandalizaba. ¿Desde cuándo pasaba esto? ¿Cómo es que no me había dado cuenta que había una cámara escondida en el baño? ¿Acaso fue él el que me espió la otra noche? Deseaba respuestas pero no sabía cómo obtenerlas y mis padres estaban llegando a la casa. Después averiguaría, por que ahora necesitaba regresar el DVD a su lugar sin que nadie se diera cuenta que lo había tomado.

Salí de mi cuarto y lo puse en la gaveta tal como lo había encontrado. Bajé a reencontrarme con mis padres y me encontré con que mis tíos y mis primos ya habían regresado. Cenamos todos juntos y después nos dispusimos a cambiarnos de ropa, ya que esta noche los sacaría de antro.

Ana y yo subimos a mi cuarto y buscamos entre nuestras cosas lo que nos iríamos a poner. Para mí es muy difícil vestirme y la decisión me toma normalmente un par de horas, por lo que Ana me sugirió que me pusiera un par de prendas y se las modelara para que ella me diera el gusto bueno.

Comencé con una blusita blanca de tirantitos y unos jeans ajustados color beige, pero a Ana no le gusto. Comentó que con mi cuerpo debería de usar algo más provocativo, algo que enseñara más de los dones que Dios me dio, por lo que me enfundé en un vestido rojo muy cortito, que apenas me llega debajo de la nalga y un escote que no deja absolutamente nada a la imaginación. En cuanto salí de mi vestidor y me encontré cara a cara con Ana, pude ver su mirada de lujuria recorriéndome todo el cuerpo, de arriba para abajo. No pude evitarlo y me calenté mojando mis braguitas.

El vestido tiene un cierre en la espalda que no alcanzo, por lo que Ana se ofreció a subírmelo. Bajó su mano hasta la rayita donde empiezan mis nalguitas y me dio un beso húmedo que me hizo dar un respingo hacia delante. Mi prima se rió pícaramente y se volvió a acercar a mi cuerpo. Yo sólo me quedé ahí parada, completamente inmóvil esperando el siguiente movimiento de esa escultural mujer que tenía a mi disposición.

Anita se hincó en la alfombra y acarició mis nalgas con sus manos finitas y bien cuidadas. Las rodeo con sus palmas y as apretujo un poquito lo que hizo que de mi boca saliera un gemido que no pude reprimir. Me subió el vestido a la espalda y acercó su lengua a la rayita de mis nalgas humedeciéndome toda la raja. Yo seguía parada con miedo de que me fueran a fallar las rodillas de tanto placer.

Aquella belleza me agarró de las caderas y me hizo voltearme hacia ella, donde tenía contacto directo con mi coñito suplicante. La tanga que había escogido para esa noche era de encaje blanco transparente, por lo que tenía hoyitos que mostraban la piel de mi vagina completamente depilada. Ana los aprovecho lamiéndome sólo ahí dándose y dándome un gran gusto.

Yo lo único que quería era sentir su lengua en mi pucha. Lo deseaba tanto que se lo hice saber. Mi prima se paro y me miró fijamente a los ojos.

-¿Así que quieres que te coma toda tu raja eh prima?-me dijo con una voz enojada, algo que me sorprendió pero hizo que me excitara aún más.

-Si primita por favor, estoy que exploto.-le dije suplicante.

-¿Crees que te lo mereces?¿Que has sido una buena putita? Que te chupe es un premio, y tu no has hecho nada por ganártelo Dianita, has sido una niña mala.-respondió desafiante pero con una pizca de excitación en su voz.

Al parecer a mi prima le gustaba el juego de la dominación y, al igual que el incesto, para mí nunca había sido una opción. Era algo impropio de una muchachita bien, pero en ese par de días yo había dejado de serlo, por lo que no me importaba dejarme arrastar al juego con ella.

-Por favor Anita. Dámelo, haré lo que quieras pero hazme venirme. Necesito sentir tu lengua, nunca nadie me la ha comido, ándale Ana, no seas mala.-le dijé con las manos en posición suplicante.

-Quiero que me ruegues puta. Quiero que llores y te revuelques por mi lengua.

-Te juro que haré lo que sea, sólo dímelo. Soy tu putita zorra si eso es lo que quieres.-le rogué una vez más, pero esta vez agachada frente a ella y abrazada a sus piernas,

-Ok, me has convencido perra. Lo que tienes que hacer es escucharme muy bien, si no haces lo que digo olvídate de mí y de que alguna vez me conociste. ¿Oíste güila?

-Sí ama sí, haré lo que me pidas.-mencioné con lágrimas en los ojos. Me gustaba ser humillada, pero aún así era la primera vez y todavía me tenía que acostumbrar.

-Bien, lo que quiero que hagas es que te quites esas bragas de mierda y las chupes lentamente.

Bajé mis manos a mis pantaletas y las bajé apresuradamente. No quería excitarla, sólo quería obedecer órdenes. Las saqué de mi coñito y la bajé por mis piernas. Las tomé las olí y pasé mi lengua por toda ella, incluso la parte que va encajada a mi ano.

-Muy bien. Eres una zorrita. Pero eso no es todo…Quiero que salgas así a la calle, sin tu tanga y quiero que seduzcas a mi hermano. No hace falta recordarte que si no lo haces tu deseo no se hará realidad, ¿verdad?

Yo sólo la miré y me mordí el labio. Sería una noche muy larga