Los primeros pasos - Capítulo 4 (Primera relación)

Nuestra generación tiene el dudoso honor de ser la pionera en los "ciberligues". Y todos los que hemos buscado citas y encuentros por internet hemos tenido unos comienzos desastrosos...

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Mi primera relación

Seguimos quedando. Meses después me confesó que en aquellas primeras citas estaba deseando que me durmiera para poder masturbarse a gusto y quitarse el calentón.

Yo odiaba el sexo. Pero adoraba a Sarah. Desnudar aquel cuerpo divino me resultaba irresistible. Me fascinaba que le diese vergüenza besarnos en público, pero que me la chupase en todos los ascensores que encontrábamos. O follar en mi patio de vecinos. O que supiese más palabras cerdas en español que yo.

Esto último fue un misterio que tardó en desvelarme, resultó que había mantenido una relación con su compañero de piso.

“¿Con Robert? Pero... ¿ese no es alemán?”

Era alemán y también un masturbador compulsivo. Se hacía más de 13 pajas al día. Veía tanto porno para cumplir el cupo que descubrió a Nacho Vidal y se hizo un devoto de sus películas. Las veía tanto que empezó a chapurrear castellano y, poco a poco, a dominar el idioma. Así que se vino a España, conoció a Sarah y el alemán le enseñó a la americana todas las palabras cerdas de nuestro idioma.

Sarah empezó a abrirse, me contaba cosas de ella con cuenta gotas. Resultó que en Estados Unidos había tenido un magnífico trabajo para el gobierno, le pagaban un dineral. Dejó el trabajo y toda su vida para venirse a Europa. Ella sola, sin nada. Quería empezar de cero y ser escritora.

La intimidad y la confianza ayudó a mejorar el sexo. Mejoré tanto que hasta teníamos sexo. Y una noche, por fin, el maravilloso día en que conseguí que Sarah llegase al orgasmo. Sus arrebatadores ojos en blanco, sus brazos aferrándose a mi cuerpo… Es difícil sentirse tan cerca de alguien como yo en aquel instante de Sarah. Estaba prendado, consumido, besaba su cara, sus cabellos...

“Sarah, oye, mmm... s-sé que nos conocemos poco, pero… si tu quieres, pues... podríamos ir en serio y tal...”

“¿En serio? ¿Salir en...? ¿En exclusiva se dice, si?”

“Si, si, pero si tu quieres. Yo no necesito a nadie más, y te quiero para mi solito y eso… jeje... ”

“Oooh... ¡Que tierno!”

Me dio un dulce beso en los labios.

“…pero es que me caso la semana que viene.”

Me quedé congelado, roto. Sarah me vio tan destrozado que se apresuró a añadir:

“¡P-pero, si quieres, podemos seguir follando! ¡Ningún problema!”

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