Los Primeros Pasos - Capítulo 3 (Sarah)

Nuestra generación tiene el dudoso honor de ser la pionera en los "ciberligues". Y todos los que hemos buscado citas y encuentros por internet hemos tenido unos comienzos desastrosos...

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3

SARAH

Se llamaba Sarah, y aquella experiencia nos acercó. Descubrí que su frialdad era solo una máscara de su timidez. Un día fuimos a tomar una copa y yo pedí al camarero cerveza con cocacola:

“¿Perdone? ¿Con cocacola?”

“Si, como una clara, pero con cocacola”

“Vale, vale... ¿Y para la señorita?”

“Pues, hmmm... Veo que teneis vodka...”

“Si.”

“Y arándonos...”

“¿Un vodka con arándonos?”

“Es que no está en la carta.”

“Ningún problema.”

“Thanks!”

“Yo estoy aquí para servirte...”

Y lanzó a Sarah una mirada pícara delante de mí.

Mientras bebíamos nuestras copas Sarah fue al baño. El camarero volvió a la mesa.

“¿Necesitáis algo más?”

“Nada, nada. Gracias.”

“¿Qué tal los cócteles?”

“Estupendos, los dos. Muchas gracias.”

“Oye, te quería preguntar una cosa… ¿tú y ella...?”

“Yo y ella...”

“No salís y tal ¿verdad?”

“Pues si.”

“Bueno, pero no es algo serio ni nada...”

“¿Pero cómo que no es algo serio? ¿qué dices?”

“Eh, eh, solo pregunto. Sin malos rollos ¿eh? Buen rollo.”

Y me ofreció un puño para chocar los nudillos en señal de paz.

Comenté a Sarah lo ocurrido mientras paseábamos. Yo reía y bromeaba, pero Sarah estaba muy seria.

“A ver, Sarah, tu tienes que estar acostumbrada a cosas así.”

“¿Acostumbrada? Why?”

“Pues, porque... coño, Sarah, si eres una Diosa. Los tíos tienen que...”

Ella se cruzó de brazos y me interrumpió.

“Luis, hmmm, sé que intentas ser amable, te lo agradezco. Pero no ¿vale? No hace falta.”

“Sarah, por Dios, si...”

“No, no, no ¿vale? No”

Como no me dejaba hablar la besé con ternura. Sarah parecía sacada de un hentai, una chica que siempre estaba avergonzada y buscando mi protección, pero que respondía al más leve beso o caricia con una pasión desorbitada. Y por fin fuimos a mi casa.

Nos encerramos en mi dormitorio y nos desnudamos. Ella me besaba con locura y desesperación, me hacía perder la cabeza. Se tumbó en la cama, contoneándose, y yo me puse un preservativo. Me tumbé sobre ella y... y mi erección empezó a descender. Me parecía imposible, llevaba empalmado desde el primer momento que la vi. Hace cuatro días... Miré hacia abajo y comprobé lo q había pasado: me había corrido. Me había corrido con el contacto del preservativo. Pero ni me había enterado, no tuve orgasmo ni nada. Sentí tanta vergüenza que me lancé sobre ella, le metí mi pene flácido y empecé a gritar frenético.

“¡Ooooh! ¡Oooooh! ¡Dios, siiiiii! ¡SIIIII!”

Y me eché a un lado mientras ella me miraba aterrada. Aquello era demasiado patético, Dios, como añoraba las pajas... Pensé que un poco de conversación aliviaría la tensión.

“H-ha-a estado… b-bien ¿Eh?”

Ella se encogió de hombros. Intenté masturbarla y hacerle un cunniligus. Todo inútil.

Conseguí empalmarme dos veces más aquella noche. Y las dos tuve que fingir el orgasmo.

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