Los primeros cuernos
Como aún siendo novios, le puse los cuernos a mi marido
Hasta ese momento no me había planteado nunca hacerlo, siempre hay una primera vez. Llevaba saliendo con mi chico un par de años y apenas unos pocos chicos antes que él, pero nunca había tenido sexo con otra persona.
Entonces era yo una menudita estudiante en una ciudad ajena a la mía, viviendo desde hacía dos años con las mismas compañeras de piso, en un piso de estudiante típico, cada una con su habitación y zonas comunes. El curso estaba avanzado y mis 21 años me hacían de salir en busca de mi novio cada fin de semana, o esperarlo en casa para disfrutar de la noche y de la tranquilidad de un piso vacío, ya que las compañeras volvían casi siempre a casa.
Un fin de semana, yo tenía un examen en viernes tarde y me hacía imposible volver a casa ese fin de semana y mi chico, hasta el domingo no podía venir, a tomar unas cervecitas y pasar la tarde antes de tener que volver. En eso estábamos el sábado a la tardes, compramos las 2 unas cervezas, (mi compi tampoco pudo irse), y unos snacks para poder ver esa noche el festival de eurovisión por la tele, cada año lo veíamos en casa y ese día lo teníamos como una fiesta donde salíamos a tomar algo a algún pub cercano, cuando acababan las votaciones.
Ese año fue distinto, unos compañeros de la universidad que vivían en el edificio contiguo, que alguna vez coincidíamos tomando algo en el bar que había bajo el edificio, se apuntaron a la fiesta en cuanto sabían que íbamos a estar, y que ellos llevaban las copas. Acepté a regañadientes pero mi compi Azucena, pareció encantada de estar acompañadas, y yo tuve que acceder para no parecer la sosa del grupo.
A la hora acordada se presentaron los 3, con una botella de vodka y un par de naranjas, bebida que yo no tomo, y empecé la noche mosqueada, pero con las cervecitas de la cena, se me fue pasando a la vez que los países pasaban y cantaban en la tele del salón. Empezamos las copas y nos sentamos en el sofá los cinco con las copas en la mano. Álvaro en un brazo, Marcos a mi lado, Azucena y Alberto al otro lado. Nos reíamos de la estética de los grupos de la época, imitaciones y demasiado vodka en algún caso hizo que marcos pusiera una mano en mi pierna, Me puse para la ocasión, pensando en salir después de la cena, una minifalda, botas negras y en la parte de arriba una camisa de botones tapando un bodi blanco con florecitas que utilizaba como ropa interior.
No dije nada a si mano pues era mi rodilla y no pensaba en nada más. Salí a por hielos a la nevera y al volver vi como azucena y Alberto se estaban comiendo la boca delante de los demás. Azucena era una chica alta, morena de pelo rizado, vestía siempre de vaquero, y lo más importante para mí en ese momento, con novio hacía varios años, como yo, y que nunca había visto tontear con ningún chico en esos años de convivencia. Me miró y no dijo nada, volvió hacia el chico y continuaron besándose.
Me senté en mi sitio, volví a poner unas copas a Álvaro y Marcos y una para mí. La mano de Marcos volvía a mi rodilla y subió unos centímetros por mi muslo. Ahí lo paré y le dije que tenía novio y que no se pasara. Volvió a la situación anterior en mi rodilla. Azucena y Alberto estaban ya muy acaramelados hablándose susurros, y Álvaro en ese momento dijo que se marchaba a casa, sabiendo que ellos no iban a ganar nada conmigo, retirándose. Pero Marcos dijo que se quedaba un ratillo y que luego se veían.
Allí estábamos los cuatro en el sofá, Azu enrollándose con un chico y nosotros dos viéndolo más que mirando la tele, que para aquel entonces había pasado a un segundo plano. La mano volvió a subir un poco por mi pierna hasta casi llegar a taparla con mi minifalda.
-tengo novio Marcos-
-pero él no está aquí, ¿no?- dijo
-yo también tengo novio y no voy a decir nada María- dijo azucena.
Eso envalentonó aún más a marcos que ayudado por el vodka con naranja puso su mano por detrás mío mientras la otra ahora si estaba cubierta por mi mini.
La verdad es que estaba un poco nerviosa pero a la vez estaba a gusto. Marcos era un chico de 24 años, alto, pelo cortito a la moda de aquellos años, y bastante deportista, no era un chico feo ni mucho menos, y empecé a no decir nada cuando la mano de mi pierna empezó a pellizcarme con delicadeza los muslos y la otra jugaba con mi melena rizada.
Azucena dijo que se iban a la habitación a seguir con su copa.
- Tía, no nos dejes solos ahora
- No diré nada, no te preocupes
- Pero …
Desaparecieron por el pasillo agarrados de la mano y con cierta prisa. Su puerta se cerró.
Mi ahora solitaria pareja, saco su mano de mi pierna y la paso por encima de mi cintura, pasando por debajo de la camisa esperando encontrar mi piel, pero lo que encontró para su sorpresa fue la licra del bodi.
- Vaya- dijo
- Te va a costar un poco más- dije con una sonrisa que ya casi invitaba a que continuara
- No tengo prisa- contestó
En ese momento sus labios se posaron en los míos con tranquilidad, sin prisa, sabiendo que ya no tendría oposición por parte de los míos, un beso cálido, enseguida noté su lengua rozando mis labios y eso me hizo de recibirla con la mía con agrado. Su mano en mi pelo empezó a acercar nuestras cabezas aún más, convirtiendo el beso en más apasionado aun, y nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas. Besaba deliciosamente bien, y el alcohol terminaba por dejarme llevar completamente al notar que su mano aprisionaba completamente mi pecho sobre el bodi, un pecho pequeño, redondo, coronado por una areola grande y oscura para mi piel blanca, y un pezón gordo que ya parecía notar la mano de mi pareja.
Su masaje de pecho termino por ponerme en situación y querer tener sexo con él, no me importaba mi novio, y no tener más experiencias con otros chicos hasta ese momento.
Desabroche su camisa apareciendo un torso marcado, sin pelo alguno que acaricié con mis manos, arañé suavemente con mis uñas, todo eso sin abandonar su boca, sus mordiscos en mis labios me estaban terminando de poner justo donde él quería.
Sus manos ya masajeaban mis pechos por debajo de la ropa interior entrando por el escote, mientras su mano hacia levantar mi cara, dejándome de lamer por todo el cuello, hombros y volviendo a mis labios con unos besos intensos mezclados con mordiscos leves y una lengua que quería recorrer todo. Desabrochó mi camisa lentamente apareciendo mi cuerpo tapado por mi ropa interior. El pequeño encaje de la copa del bodi apenas podía disimular la dureza en mis pezones.
-vamos a la habitación
-no, prefiero aquí, contesté
-Como quieras.
Me colocó encima de sus piernas, sentada, con la minifalda ya por mi cintura, enseñando la terminación de mis muslos, con ambas manos en mis pechos, masajeándolos a la vez que me miraba a los ojos. Estaba un poco colorada, por los nervios, por la situación, por el calor que me provocaba, por todo eso. Yo gemía cada vez que sus dedos acariciaban mis pezones que ya sobresalían por encima del encaje, me estaba muriendo de gusto.
Para mi sorpresa se levantó, se bajó el pantalón, dejando su bóxer a mí vista. Negros, de marca, dejando a la vista un buen bulto, que enseguida desveló al bajárselos completamente, apareciendo ante mí su miembro. Aún estaba en semi-reposo, con unos huevos gordos, depilados su vello púbico negro y su glande descubierto. No lo exteriorizaba pero me relamía al verlo.
En ese momento que se quitaba los calzoncillos, cogió por sorpresa una cámara de fotos de esas desechables que había en aquellos años. Una cámara donde yo tenía apenas 5-6 fotos de las chicas y que pensaba hacer una de aquella noche, y vaya si las iba a haber. Me hizo una foto, así, con mi falda levantada y recogida en la cintura, con mi bodi, en ropa interior, un casi desconocido. La cogió, y la llevo hacia el sofá, bajo mis tirantes y aparecieron mis tetas. Pequeñas, algo hinchadas por la situación, con mis areolas rosa oscuro, con mis pezones bien duros. Disparó una segunda foto.
No dije nada, se sentó a mi lado. Sabía lo que tenía que hacer. Me agache según estaba sentada, y di un primer lametazo. Lamia desde la base hasta la punta, para bajar hasta los huevos de nuevo. Apenas dos lametazos más y me la metí en la boca. Aún estaba morcillona y me entraba completamente en la boca. Era la primera vez que me comía una polla que no fuera la de mi chico, me gustaba su olor. Notaba como crecía poco a poco, y cada vez mis labios podían bajar menos que la anterior, hasta que la dejé, me incorpore y la miré a la vez que la agarraba con mi mano. Me encantaba mirarla, era un poco más gorda que la de mi chico, y parecía un poco más larga, en ese momento me parecía una maravilla, a mi disposición. Volví a lamerla a la vez que el ruido de la cámara me volvía a sorprender, acababa de hacerme una foto mientras le hacia una mamada a un desconocido. El disfrutaba de mi mamada y de la fotografía. Hasta que se movió rápidamente, cogió mi cintura por detrás y sacó mi culo un poco del sofá. Mis pies en el suelo, él se agacho delante de mí, soltó los corchetes que aun mantenían tapado mi sexo. Saltaron haciendo que mis húmedos y brillantes labios aparecieran ante mi amante. Mi sexo estaba sin depilar, una mezcla de rizos alborotados de color castaño sobre mi pubis coronaban un sexo, rosado, abierto e hinchado por el momento. Otra foto. Apenas hablábamos, nos mirábamos, el desnudo, yo con la falda y el bodi recogidos en mi cintura, con el coño abierto ante su mirada y la de mi cámara, con mis pechos hinchados ahora acariciados por mis manos. Bajó su cabeza y un primer movimiento de su lengua hizo que mis labios se separaran para él. Subía y bajaba con para mi edad me parecía maestría, hizo de separar mis labios con las manos, lamia muy dentro de mí, nunca había disfrutado de ese placer hasta ese momento, volví a mis pechos temiendo llegar al orgasmo, y fue él, el que me separo los labios para volver a lamer, de arriba abajo, como mis gemidos le decían que me gustaba, y vaya si me gustaba. Hizo separar mis labios mientras se incorporaba de nuevo. Me tenía a su merced y así me disparo una nueva foto.
-Deja ya la cámara
Dejo la cámara en su sitio, cogió su cartera del pantalón y cogió un preservativo. Se lo coloco y se volvió a acercar. Me tumbe en el sofá y se colocó sobre mí. Mirándome, me besó a la vez que su polla entraba en mí. Su lengua había dejado mi sexo preparado para que de un solo empujón entrara dentro, haciéndome gozar y gemir más alto que antes. Empezó un movimiento enérgico, y rítmico, que me hizo llegar en unos minutos al clímax. Al parecer grité muy alto, según me comentó posteriormente. Notaba como seguía empujando fuerte durante otro ratito, antes de salir, colocarse sentado y hacerme sentar encima suyo. Ahora tenía yo el control, subía y bajaba a mi ritmo, veía como marcos no parecía estar cerca de terminar y así hacia que yo disfrutara totalmente. Subía y bajaba, mientras él ahora jugaba con mis tetas, las amasaba y cerraba sus ojos, de repente, se paró, me tumbo como estaba inicialmente y volvió a follarme en esa posición. Fuerte, le notaba más agitado, resoplaba, la saco y quito el condón que le cubría.
-Me corro
-Córrete
Empezó a correrse sobre mis tetas, salpicando el cuello, haciendo todo lo posible para no mancharme el pelo ni el sofá, empecé a restregarlo sobre ellas. Termino completamente de salir. Se levantó, me beso. Se sentó a mi lado.
Fui a beber agua a la cocina, necesitaba reponer fuerzas, y en la cocina estaba azucena y Alberto que parecían disimular en calzoncillos él y en sujetador y braguitas ella. Yo aún estaba en pelotas, con el semen de marcos decorando mi cuerpo.
- Lo has pasado bien eh guarra. Dijo Azu socarrona
Alberto ni pestañeaba. Apoyado en la encimera, miraba mi cuerpo.
- Vamos a la habitación Alberto, que estos tienen que limpiarse.
Al oír la conversación, se acercó Marcos, con sus atributos al aire, y me dijo, vamos a la habitación nosotros, y me pellizco en mi culo
Cogimos un poco de agua, un par de copas y el cogió su cartera.
Al momento estábamos en mi cuarto, con mi pequeña cama de colegial, con mis postes de niña, con un tío que apenas conocía. Me limpie con un clínex y sentí como se volvía a abalanzar sobre mí, tirándome en la cama. Puso su culo encima de mi pecho, poniendo su morcillona polla sobre mis labios, empecé a lamer, y relamer aquello, aun un poco húmeda de su orgasmo anterior, no me gustaba el sabor del semen, pero aquello me parecía un manjar. Notaba como la polla de mi amante palpitaba en mi boca, mientras él, con su mano, acariciaba mi sexo, separaba con delicadeza mis labios interiores, muy lubricados de nuevo, estaba poniéndose otra vez en estado óptimo. Forzó la posición apoyándose en la pared de mi cabecero y empezó a mover la cintura, haciendo que pareciera me follaba la boca. Notaba sus embestidas demasiado dentro de mi boca y empezó a molestarme y provocar alguna arcada. Le tumbe empujándolo a la cama y me coloqué de nuevo a horcajadas sobre él, pero esta vez mirando a sus pies. Dejando mi culo a su entera visión. Masajeaba mis glúteos mientras yo volvía a cabalgar sobre él, haciéndome entrar en éxtasis. En la habitación contigua, empezamos a oír los gritos de nuestros compañeros, lo que nos hizo reír y romper un poco la tensión.
- Te gusta, preguntó
- Ufff. Me encanta
- Tu novio te hace esto
- Mi novio me hace muchas cosas- repliqué
- ¿Y te gusta tanto como lo que yo te hago?
- Nooo, no me gusta tanto… no aguanta lo que tu…- le confesé entre gemidos
- Pues cuando quieras, estoy en mi casa, ya sabes...
- Ponte un condón, venga- le dije
- Un poco más…
- No, o lo dejamos aquí.
Se levantó, cogió otro condón de la cartera y se lo colocó sobre su brillante polla, mojada por mis abundantes fluidos. Así. Se volvió a poner tumbado y esta vez mirando hacia su cara volví a colocarme sobre él y aceleré un poco mis movimientos, mezclándolos con movimientos de mi pelvis adelante y detrás.
Verdaderamente era un amante extraordinario. Llevábamos creo, media noche follando y aun solo se había corrido una vez. Yo estaba agotada y casi celebro cuando me dijo que se corría. Aceleré el ritmo no dejando que saliera de mi interior, derramando en su preservativo toda su carga.
Ahora sí, parecía agotado, nos quedamos dormidos casi al instante. En mi cama, con las sabanas por los suelos.
Ya entraba sol por las persianas cuando note como su lengua volvía a lamer mis pechos, mordisqueaba mis pezones
Mmmmmm buenos días
Buenos días…
Estoy cansada, y es tarde…
Siguió lamiendo y volvió a ponerme muy caliente. Quedaban apenas un par de horas para que mi novio llegara a casa y allí estaba yo en la cama con un vecino, desnuda, siendo devorada por sus labios. Notaba como mi coñito volvía a humedecerse de nuevo. Estire mi brazo, alcanzando su polla. Prácticamente estaba como al principio, dura, marcando las venas. Empecé a masajear sus huevos mientras él se puso a lamer y masajear mis tetas a la vez.
Dejo su trabajo y coloco su polla entre mis tetas. Apretó mis pequeños pechos intentando masturbarse con ellos, pero apenas era posible, entre el tamaño de la cama y el de mis tetas, dejo por imposible.
Ponte a cuatro patas, me ordenó
Así me coloqué. Mirando a la pared, notaba como me devoraba con su boca, mis labios estaban muy sensibles del polvo que apenas 4-5 horas antes habíamos echado. Volví a gemir sin ningún pudor ya, no me importaba que mi compañera supiera que volvíamos a la carga.
A los pocos segundos, se colocó tras de mí, de pie junto a la cama. Me giró un poco para acomodar su polla en la entrada de mi sexo. Despacito empezó a introducirla. Yo estaba muy mojada y después de la sesión de la noche, muy dilatada, entraba y salía con facilidad, me lo hacía muy despacio, haciéndome gozar mucho. Su ritmo era constante, marcado por sus manos en mi cadera, haciéndome estar en un punto muy cercano al orgasmo durante mucho tiempo, me tenía rota de placer. Mi cara tuvo que apoyarse en el colchón para poder seguir, pues mis brazos apenas me respondían. Su ritmo empezó a acelerar, dándome un orgasmo larguísimo, Notaba como me recorría el cuerpo, haciéndome caer sobre la cama aún más.
Note como salía de mí. No tenía más condones, así que no le quedó más remedio que terminar fuera. Me volví hacia él, de pie, frente a mí. Vi cómo se acercaba masturbándose enérgicamente frente a mí. Doblo un poco las rodillas para poner su polla justo frente a mi cara. No pude negarme, después de su regalo de noche, cerré los ojos y me sorprendí abriendo para él la boca. Notaba el calor de sus chorros cayendo por mi cara, muy liquida, entrando por mi comisura, no lo había hecho nunca, pero tampoco todo lo anterior. Abrí los ojos y vi como mi vecino, desnudo, en mi habitación de niña buena, con la foto de mi chico en la mesilla, se escurría la última gota de semen que le quedaba en mi cara, y yo la recogía con la lengua.
Vaya, que bueno. Me dijo
Si, ha estado muy bien la noche. –le dije
Follas muy bien
Tú también lo haces.
Ya sabes, cuando quieras un buen polvo estoy a tu disposición – terminó diciendo
No creo que vuelva a pasar-
¿Por qué?- preguntó.
No está mal para una noche de fiesta, pero no necesito más de lo que tengo.
Pues a mí me parece que has disfrutado como nunca.
La mirada al despertador de mi mesilla, cortó la conversación.
Mi novio estaba a punto de llegar. Si se hubiese adelantado, me pillaría allí el timbre.
Tienes que irte, le dije.
Se vistió rápidamente, me dio un beso largo, sin haberme yo cambiado ni limpiado aun y se marchó.
Cogí todas las sabanas, las metí en la lavadora, y me fui a la ducha.
Me limpié, me lavé mi sexo, muy dilatado e hinchado aun. El agua fría era muy agradable por allí abajo.
Me puse el albornoz y salí a cambiarme.
La habitación de azucena, estaba cerrada y su amante aún estaba dentro. Pero no llamé, volví a entrar al salón dispuesta a secarme el pelo. Allí estaban las copas y el preservativo tirado en el suelo. Lo cogí, lo tire, recogí las copas.
Acababa de secarme el pelo cuando sonó el timbre. Mi chico apareció por la puerta. Besos, abrazo tierno, lo contrario a mis últimas 8 horas. Me pregunto por el pelo húmedo. No me había dado tiempo anoche y me he duchado esperando. Intento llevarme a mi cama, pero le dije que estaba Azu con el novio y que mejor a la tarde. Mi cuerpo necesitaba volver a estar en su sitio, pero no le convencía. Le dije que fuéramos a tomar unos vinos y luego a la vuelta se lo agradecería.
Accedió finalmente a mi empeño, y a la vuelta, después de hacernos unas fotos con la cámara desechable en el paseo, volví a mi habitación. Azu ya no estaba, nos metimos en mi habitación, ya bastante ventilada y allí, volví a ver a un chico desnudo para mí, esta vez era mi novio.
Al terminar de follar, comimos, y mirando la cámara me dijo:
, está casi acabada. ¿Lo revelo?
- No te preocupes, voy yo.
Y las fotos aún están guardadas en mí….