Los Prieto (II)
Sigo conociendo familiares de Don Prieto y mi placer va en aumento.
Como bien conté a partir del día de mi primera penetración y pérdida de virginidad a manos de Don Prieto, pasé a ser su niña mimada, todo los días debía quedarme después de hora y una vez que se habían retirado todos los empleados y operarios debía concurrir a su despacho, donde ya me esperaba casi desnudo y manteníamos nuestro coito diario. Enorme fue mi alegría cuando al recibir el primer mes de paga pude apreciar la generosidad del patrón para recompensar mis horas extras, mi madre también se asombró y pudo advertir que un solo mes tenía dinero suficiente para abonar todos los libros para el año de estudios y por supuesto me felicitó por mi "empeño" en el trabajo.
Yo trataba de pasar el día ocupado y no pensar en la cita diaria con el patrón, porque sino pasaba el día ansioso y agitado y debía correr al baño a masturbarme, cada vez gustaba más de ser penetrado y necesitaba esa verga dentro de mí.
Un día Don Prieto me llamó a media tarde a su oficina, cosa que no ocurría normalmente, cuando entré me recibió con una amplia sonrisa y me entregó un pequeño paquete y me dijo que quería que lo usara esa tarde. Cuando lo abrí me encontré con una pequeña bikini de mujer, era de seda y de un tenue color rosa. Fui al baño me saqué el slip y me puso el bikini que en realidad me quedaba algo apretado, creo que de tanto metérmela, apretarme y pellizcarme las nalgas Don Prieto le ha ido dando forma a mi culo, que ahora parece más grande y redondeado.
Esa tarde mi macho fue toda dulzura me sacó la ropa hasta dejarme solamente con la bikini rosa y comenzó a besarme largamente, recorrió largamente todo mi cuerpo en especial mi tetitas y mis pezones, que como buena puta al rato se me ponián bien duritos.
Al buen rato me puso su verga en mi boca y comencé a chuparla con maestría, nunca llegaba a acabarme en la boca, porque gustaba de que su único polvo diario terminara dentro mío, por eso me sacó el bikini me puso en cuatro patas sobre el escritorio y comenzó a pasar la punta de su lengua en el agujero de mi ano y a los pocos minutos sin decir "agua va" me la enterró hasta los huevos. Este día mi hombre me serruchaba de una manera brutal, aumentando mi placer a niveles increíbles, estábamos en plena faena cuando escuché un ruido, al levantar la cabeza vi la puerta del despacho entreabierta y una sombra que se alejaba, a los pocos segundos Don Prieto me llenaba de leche tibia y concluimos nuestra cogida diaria, nos despedimos y me fui al vestuario a lavarme y cambiarme la bikini. Estaba en esa tarea, desnudo de la cintura para abajo, cuando en la puerta apareció Vicente el sereno y encargado de controlar el ingreso a la empresa, es un hombre muy mayor como casi todos los que trabajan en la empresa, creo que supera los 75 años, muy delgado y fibroso. Vicente no se anduvo con vueltas, me dijo que no era la primera vez que me espiaba cuando Don Prieto me penetraba y que mi cuerpo lo enloquecía, que conocía a mi mamá y si yo no quería que ella no se enterara de que su hijo era en realidad una nena muy puta, debería acceder a lo que el me pidiera, pero que no me preocupara, porque como era primo del patrón y su apellido también era Prieto, todo quedaría en familia. Dicho esto Vicente comenzó a desnudarse y yo comencé a resignarme a ser penetrado dos veces por día, primero por el jefe y luego por su primo, grande fue mi asombro al ver el miembro que este señor me ofrecía, era un tremendo pedazo de 20 cms. que caía muerto y flácido entre sus piernas, me disponía a tomarlo y comenzar a chuparlo, cuando Vicente me detuvo y me dijo que ya estaba viejo y que no se le paraba ni a cañonazos y que lo único que quería era chupármela a mi, desde ese día podía desahogarme en la boca de Vicente que en realidad la chupaba como los dioses, mi única exigencia fue que mientras la tenía en la boca me metiera los dedos en el ano para redondear aún mas el goce de esos momentos.
Estaba diariamente con el patrón y con el primo, con uno recibía y con el otro daba y en verdad "Los Prietos" eran una "magnífica familia".
Pasaron varios días y Don Prieto volvió a llamarme a su escritorio, allí me dijo lo contento que estaba conmigo, quería mantenerme para siempre a su lado, pero necesitaba pedirme una favor, y este era que le ayudara a desahogar a su hijo, su deficiencia mental no le permitía encontrar otra solución y que mi culo estaba listo para nuevas experiencias. Acepté con la condición de que estuviera presente y que cuidara de que yo no saliera lastimado, besó dulcemente mis labios y me dijo que yo era su niña y que jamás permitiría que me pasara algo malo.
Cuando llegué a su despacho su hijo estaba parado detrás de él, era mucho mas pequeño de estatura, pero muy fornido, Don Prieto me besó largamente con su lengua y poco a poco comenzó a desnudarme, de inmediato vi como el retrasado se bajaba los pantalones y dejaba al descubierto una verga descomunal, con su cabeza roja sin piel y con un tremendo brillo, no pude dejar de mirar ese tremendo aparato que el muchacho se meneaba, pero también pensé como hará mi culo para asimilar tremenda pértiga. Don Prieto acercó a su hijo tomó mis manos y las puso sobre esa verga fabulosa, que comencé a acariciar, para inmediatamente recibir un tremendo chorro de leche en mi cara, sin más me la metí en la boca y comprobé que solo podía entrar la mitad, pasaron un par de minutos cuando un nuevo chorro de leche inundó mi boca, era su segunda acabada en pocos minutos, el bobo era en realidad un semental. Don Prieto me acomodó sobre la mesa y comenzó a llenar de vaselina mi ano, penetrándome con sus dedos me lubricaba y preparaba para la tremenda cogida que se venía. De reojo pude ver como mi nuevo amante mantenía durísima su verga y comenzaba a babearse por el costado de su boca. Don Prieto abrió lo más que pudo mis piernas, paró a su hijo detrás de mí y colocó su verga en la puerta de mi ano, yo sentí su cabeza ardiente apoyada contra mi agujero y tuve miedo. Enseguida sentí que comenzaba a empujar y de un solo golpe me metió mas de la mitad, grité con desesperación porque el dolor que sentí era indescriptible, pero nada podía hacer porque el animal me atacaba con todo lo que tenía, el dolor no cedía y litros de baba caían sobre mi espalda, de pronto el animal pegó un grito gutural que me hizo estremecer y recibí mas leche que en diez cogidas de Don Prieto juntas. El semen que tenía en el ano alivió en buena medida mi dolor, pero cuando creía que ya me la sacaba comenzó a ir y venir nuevamente y a los pocos minutos me acabó nuevamente. Así lo hizo cuatro veces sin sacar su enorme falo de mi ano, pasé casi una hora sobre esa mesa acostado boca abajo, cuando levanté la cabeza Don Prieto se estaba pajeando y acabó en mi cara. De pronto el bobo me la sacó y cayó al piso exhausto, y allí me di cuenta que mi agujero se había dilatado de tal manera que ya no sentía dolor alguno.
Todo el verano fui carne de padre, hijo y primo, Los Prieto, una "magnífica familia" me daban todo el placer que había soñado y aún más, pero para contar eso será necesario otro relato.