Los polvos en familia, se quedan en familia.
Todo el mundo sabe que si tu tío no satisface a tu tía, el sobrino debe de hacer algo al respecto ¿No?
Todos los veranos mis padres se van de viaje y eso significa dos cosas; la primera es que mi casa se queda sola y la segunda es que por tener todavía 17 años mis padres no se fían de mí y me obligan a dormir en casa de mis tíos.
-Cuando tengas 18 años tu padre y yo nos pensaremos si te dejamos solo en casa me repetía mi madre una y otra vez cada verano.
También existía la posibilidad de irme de viaje con mis padres, pero esa opción no la contemplaba debido a que prefería quedarme con mis amigos en el pueblo. Cuando te haces mayor te das cuenta de que cualquier oportunidad es buena para viajar, incluso con tus padres, pero cuando eres adolescente parece que siempre tienes que hacer todo lo contrario de lo que te dicen.
Quedarme en casa de mis tíos tampoco era tan malo, al no haber tenido hijos me cuidaban y me consentían como quería; lo único es que a veces se pasaban de sobre protectores y me recordaban a mis padres. Aquella noche mi tío Carlos había hecho pizza para cenar, mi tía Fabiola ordenaba un poco el caos que este había hecho y yo mientras ponía la mesa.
Después de cenar, cada uno de nosotros ayudó a recoger la mesa, vimos un rato la tele en el salón y un rato después nos fuimos a la cama. La casa de mis tíos era bastante grande para lo solos que estaban, pero eso también me beneficiaba porque me permitía tener un cuarto y una cama para mí solo.
-Ey, qué haces me mandó Rubén en un mensaje al móvil.
-Nada, ya lo sabes, estoy en casa de mis tíos le conteste.
-Entonces no te apetecerá quedar con Susana y Carol ¿verdad?
Susana y Carol eran dos chicas que Rubén y yo conocimos un día que salimos de fiesta, ambas eran guapísimas por lo que no tuvimos problemas en repartírnoslas entre nosotros.
-Había pensado que como tus padres se han ido y tu casa está sola, podríamos ir con ellas y…
Aquel mensaje de Rubén con aquellos puntos suspensivos abría un mundo de posibilidades que solo consiguió que se me pusiese muy dura.
-Dame diez minutos que me vista y salgo.
La habitación en la que dormía en casa de mis tíos estaba justo al lado de la puerta, no era la primera vez que me escapaba de casa y volvía justo antes de que ellos se despertasen. Cogí unos vaqueros del macuto y una camiseta; me aseguré de llevar las llaves de mi casa, la cartera y sobre todo condones, eso era fundamental.
Giré el picaporte de mi habitación con la máxima delicadeza para que el óxido de la puerta no me delatase, así que una vez abierta, anduve de puntillas por el pasillo y cuando me disponía a abrir la puerta de la calle escuché una serie de voces. Parece que mis tíos estaban todavía despiertos, si abría la puerta tal vez se diesen cuenta y me pillasen. Decidí esperar un rato para ver si se dormían, pero las voces continuaban y pasaron a un tono más elevado, estaban discutiendo.
Poco a poco me acerqué a su habitación hasta estar lo suficientemente cerca como para entender bien lo que decían.
-De verdad cariño, esta noche no me apetece replicaba mi tío.
-Es que no es solo esta noche Carlos, llevas así un mes ya dijo mi tía Fabiola resignada.
-¿Y qué hago yo si no me apetece follar? Continuó mi tío con su tono apagado.
-Nada, no hagas nada respondió mi tía con tono tajante y girándose hacia el lado de la pared para no ver a mi tío.
La luz del cuarto se apagó y todo quedó a oscuras, siendo el momento perfecto para mi huida. En ese momento en el que me disponía a irme, mi ojo se había acostumbrado del todo a ver en la oscuridad y eso junto con la luz que entraba de la calle por la ventana de la habitación de mis tíos me permitió fijarme en mi tía Fabiola.
Cómo era posible que mi tío no quisiera hacerle el amor, era una mujer que estaba muy pero que muy buena. Era morena, de pelo rizado y mediría 1,75cms, tenía unas caderas prominentes, las cuales combinaban con unas piernas y unos glúteos de escándalo.
El sueño parecía serle esquivo a mi tía y esta no paraba de moverse en la cama; en uno de esos movimientos, esta se quedó bocarriba y eso me permitió contemplar ahora sus enormes pechos. Aquella noche mi tía llevaba un pijama de estos finitos que se cuelgan del hombro y tapan desde los pechos hasta un poco más del coño. Esos pijamas eran mis favoritos, no solo porque al más mínimo roce ya se notaban los pezones, sino porque daban paso a la imaginación. Yo nunca he sido de esos hombres a los que les gusto lo explícito, en verdad prefiero lo sutil y que mi imaginación haga el resto; por eso ese pijama y las sábanas de la cama cumplían mis expectativas.
-¿Qué te queda? Me preguntaba Rubén con otro mensaje harto por tener que esperarme.
-Estoy saliendo de casa le mentí.
Sabía que era mentira porque desde hace rato no podía dejar de mirar aquel cuerpo bailar en la cama, de un lado para el otro. Mi entrepierna fue creciendo por momentos, hasta tal punto de tener que bajarme la cremallera del pantalón porque la presión me estaba matando.
Quise acercarme pero los nervios me pudieron. Sin saber cómo me quité los pantalones, los calzoncillos y comencé a masturbarme. La escena era digna de admirar, mientras mis tíos dormían, yo observaba a mi tía a través del hueco de la puerta, siendo consciente así de lo mucho que ponía aquella mujer. Mi capullo impactaba de vez en cuando contra la abertura formada por la puerta y el marco de estaba, haciendo así que quisiera más.
Poco a poco fui superando mi vergüenza hasta entrar a la habitación de mis tíos y colocarme a escasos centímetros de mi tía, al mismo tiempo que grababa aquella escena con el móvil. El orgasmo estaba a punto de llegar.
-Ojalá poder correrme tocando una de sus tetas me decía para mis adentros.
Pero daba igual, mi mano frotaba mi polla erecta cada vez más rápido, mi única duda en ese momento era en dónde correrme. En sus pies, en sus piernas, en sus tetas…pero esos pensamientos desaparecieron cuando vi cómo los ojos de mi tía se abrieron. Mi cuerpo se arqueó debido al placer que el orgasmo le estaba produciendo, pero mi semen y mi polla cambiaron de rumba y apuntaban hacia mi tío. Fue entonces cuando mi tía agarró mis caderas con sus manos y se tragó mi pene y el semen consigo.
Cuando pude recobrar un poco la compostura, mi tía me cogió del cuello y me acercó su boca a mi oreja.
-Espero que te queden fuerzas para follarme porque si no despertaré a tu tío y será él el que te folle, pero a golpes.
Aquellas palabras no hicieron sino motivarme aún más. Mi tía y yo comenzamos a comernos la boca, le arranqué de una sola tirada aquel pijama que tanto me gustaba, pero llegados a ese punto qué importaba.
Mi tía Fabiola se acostó sobre la cama de nuevo y con su mano clavada en mi nuca me condujo hasta su coño. Comencé a comérselo a bocados, como si de un león me tratase, sabía que a ella le gustaba que se lo comiese así. Es cierto que otros veranos cuando dormía en casa de mis tíos, los escuchaba follar y en más de un viaje al aseo en medio de la madrugada había escuchado a mi tía pedirle a mi tío que se lo comiese de esa forma. Pero ese verano era distinto, era el momento de demostrarle que el león joven de la manada estaba preparado para destronar al león viejo.
Fabiola comenzó a gemir, tuve que morder el mando de la televisión que estos tenían en el cuarto para no hacer ruido. En un momento dado, el clítoris de mi tía estaba tan hinchado que se convirtió en una especie de bolita, la cual se quedó enganchada en el hueco que tengo entre las paletas. Mi instinto me hizo tirar la cabeza hacia atrás, zarandear para que aquello saliese de entre mis dientes, lo que dio lugar a que mi tía soltase un gemido incontrolable debido al dolor y al placer que aquello le causó.
-Cariño, te encuentras bien dijo mi tío medio dormido al mismo tiempo que yo me escondía bajo la cama–te he escuchado como quejarte.
-No No, no pasa nada, es que estaba teniendo una pesadilla, duérmete cariño le respondió mi tía mientras se ponía de rodillas sobre la cama y le daba un beso. Acto seguido Fabiola se giró y dedicándome una mirada maliciosa, fue abriendo poco a poco sus piernas, permitiéndome escuchar el mágico sonido que hacían sus labios empapados mientras se separaban y dejándome ver qué era lo que ella quería que hiciese.
Salí de debajo de la cama y mientras veía como mi tía seguía a cuatro patas sobre la cama, dándole besos a mi tío para que este se durmiese, agarré mi polla con mi mano y una vez que la coloqué sobre la entrada de la vagina de mi tía comencé a follarla, embistiéndola cada vez más.
-Así es como se folla, le repetía mi tía en forma de susurro una y otra vez a mi tío al oído estando segura de que este dormía ya desde hace rato.
Era precioso ver como mi polla entraba en el coño de mi tía y la cara de ella estaba a escasos centímetros de la de mi tío. Muchas veces me pregunto qué estaría soñando mi tío mientras en el mundo real, yo me follaba a su mujer y ella le decía al oído que aprendiese a follar. De la manera más inoportuna posible, Rubén me llamó al móvil, haciendo que este vibrase sin parar, pero lleno de un arrebato de creatividad, coloqué el teléfono a ciegas hasta encontrar el clítoris de mi tía. Aquella mezcla de embestidas con mi polla y la vibración del móvil hicieron que mi tía alcanzase el nirvana.
Fabiola terminó corriéndose y empapando toda la cama. Yo no pude volver a correrme, los nervios del momento me pudieron. No sé qué excusa le pondría a mi tío a la mañana siguiente para explicar el olor a semen en la cama, pero de lo que estoy seguro es que a partir de aquel día, dormiría todos los veranos en casa de mis tíos.