Los pintores y el gotelé

Mira uno, dos y tres, me dijo señalándose respectivamente coño, culo y boca.

Aquel día ella iba vestida de forma espectacular, llevaba puesto unos leggins y una blusa blanca que dejaba poco a la imaginación, ya que se le observaba con claridad el sujetador blanco que usaba. Los leggins se le metían por el culo y por el coño, dando una presencia de buscona. Me vino a recoger al trabajo, habíamos quedado para ir a comer. Se bajó del coche para que condujera yo, ¡era todo un espectáculo!, todos miraban el culo de Tania sin disimulo alguno. Me besó, mejor dicho, me comió literalmente la boca mientras me abrazaba, con lo que la blusa se subió un poco más permitiendo una mejor panorámica de su perfecto trasero. Cuando se dio la vuelta se dio cuenta del revuelo que estaba causando entre mis compañeros de trabajo. Con una sonrisa en la boca, se montó en el coche y nos dirigimos al restaurante.

Por el camino íbamos comentando la jugada, la encanta ser una calientapollas y sabe que a mí eso me pone a mil. Llegamos al restaurante y la dinámica era la misma, todos los hombres babeaban y no dejaban de mirarla. El camarero, que ya nos conocía, estuvo presto para tomar nota de nuestra elección. Seguimos a los nuestro mientras estábamos comiendo. Yo la picaba para calentarla diciéndola lo sexy estaba y lo calientes que nos estaba poniendo a todos, sobre todo a mí. La pregunté por el color de su braga, y ni corta ni perezosa sacó de su bolso un tanga negro que puso sobre la mesa mientras decía “no me he puesto”. Me subió un calor a la cabeza, ya que la situación no pasó desapercibida para tres hombres que estaban comiendo en la mesa de al lado, pero ella reaccionó con esa sonrisa de cabrona y volvió a guardar el tanga en su bolso. Cuando está cachonda es una bomba de relojería y aquel día lo estaba y quería follar claramente. Bromeamos siempre con el número de tíos con los que ella puede follar, siempre dice que puede hacerlo con cinco a la vez y tener las cinco pollas ocupadas; masturbar a dos, follar a otras dos (culo y coño) y mamar la que queda. Bromeaba con que nos faltaba otro para que fuéramos cinco. Creo que los de al lado se llegaron a pensar que iban a triunfar pero terminamos de comer y nos fuimos a casa a hacer los deberes.

Subiendo las escaleras no paré de meterla mano y notar que estaba muy húmeda y caliente. Por aquel entonces estaban pintando el portal dos pintores contratados por la comunidad para esa labor. Cuando nos vieron subir nos saludaron y no dejaron de mirar el culo a Tania de una forma completamente lasciva. Por la edad, podrían ser padre e hijo, uno rondaba los 50 y el otro apenas pasaría de 20. Ambos eran más altos que yo, al mayor ya se le notaba la tripita y el joven era pura fibra, con manos rudas y grandes y, según Tania, ciertamente atractivos. Una de las ventanas del portal da a nuestra habitación y cuando pasamos a ella Tania se dio cuenta de que se encontraban observándonos desde dicha ventana. Pensé que iba a bajar la persiana pero estaba cachonda y dispuesta a darnos un espectáculo a los tres, me hizo una señal para que me sentara en el sillón que tenemos en la habitación y sacó de la mesilla varios consoladores y lubricante.

Sabedora de que también la estaban observando los pintores, empezó a desnudarse de forma sensual, primero la blusa, luego el sujetador, posteriormente los zapatos de tacón, y por último aquellos incrustados leggins sin flexionar las rodillas y mostrando su estupendo culo y su húmedo chocho en dirección a la ventana. Tenemos varios espejos en la habitación, `por lo que desde mi sillón era capaz de ver a Tania y ver las caras de deseo de nuestros nuevos vecinos. Tania se subió a la cama, cogió el lubricante y extendió éste con abundancia en el capullo de uno de los consoladores que tenía a mano. Empezó a frotarse con dicho consolador los labios vaginales y poco a poco se iba introduciendo la polla de látex en su divino coño. Los pintores se acercaban cada vez más a la ventana y, cuando estaban completamente asomados, nos cruzamos las miradas. El joven parecía más tímido pero el mayor me miró fijamente y me hizo un gesto resoplando como dando a entender que se lo estaban pasando de miedo. Tania seguía a lo suyo metiéndose cada vez más el consolador. Cogió otro con la otra mano y se lo llevó a la boca para simular que estaba mamando la polla de otro. Así estuvo cerca de cinco minutos poniéndonos como burros observando como tenía un cipote en su depilado coño y otro cipote en su boca. Cuando se cansó de esta situación se levantó, se dirigió hacia la ventana desnuda como estaba y mirándolos con esa sonrisa picarona en la boca bajó la persiana dejándolos con un palmo de narices y tremendamente excitados.

  • ¿Se conformarán con eso?. ¡Venga, vamos al lío que no puedo más!, me dijo.

Me estaba desnudando cuando a los pocos segundos sonó el timbre de la puerta, situación que produjo una risa histérica en Tania.

  • ¿Serán ellos?, me preguntó.
  • Pues no lo sé pero con el show que nos has dado no me extrañaría. Voy a ver, respondí.

Miré por la mirilla y efectivamente eran ellos dos que querían unirse a la fiesta, se lo dije a ella y le pregunté que qué hacía.

  • Mira uno, dos y tres, me dijo señalándose respectivamente coño, culo y boca.
  • ¿Estás segura?, la dije.
  • Por supuesto.

Dicho esto, me volví a la puerta y la abrí. Les indiqué que me siguieran y volví a la habitación con ellos. Se colocaron cada uno a un lado de ella y con sus grandes manos la estuvieron recorriendo en su totalidad. Ella estaba de rodillas y abierta. Ambos se lanzaron a chupar sus erectos pezones. El mayor también con el dedo corazón, o dedazo mejor dicho, estimulaba el clítoris. El joven estaba maravillado con los pezones, los cuales no dejaba de tocar mientras le metía toda la lengua en la boca. La tumbaron boca arriba y el mayor cogió el consolador que antes utilizó Tania para recrearse y metérselo con lujuria en el coño ya encharcado mientras el joven la separaba y sujetaba las piernas para que no las cerrara. Pasados unos minutos, la pusieron a cuatro patas e inyectándole en el ano gran cantidad de lubricante la fueron metiendo el otro consolador en este orificio sin dejar de meterla el primero en el chocho. Yo no aguanté más y decidí pasar a la acción dándole a comer mi rabo cogiéndola con ambas manos la cabeza para ayudarla a follarme con la boca.

Ya tenía sus tres agujeros llenos de polla pero ella quería otro tipo de polla en sus bajos. Los pintores, cuando vieron que el culo lo tenía suficientemente dilatado, se desnudaron y se fueron alternando para follarla por detrás. El primero en metérsela fue el mayor, tenía una polla bastante gruesa y venosa con grandes huevos. Se la metía por el coño y, cuando la había percutido varias veces, la sacaba y se la metía posteriormente por el culo. Como he dicho anteriormente se iban alternando. El más joven tenía también una polla gruesa y un poco más larga que la de su compañero. Realizaba la misma operación que el anterior y se la tiraba desde atrás por el coño y por el culo alternativamente. Tania, mientras la follaba el jovencito, se corrió como una perra dejando de mamarme la polla y dejó caer su cabeza en el colchón.

Cambiamos de papeles, me tocaba follarla a mí. La tumbamos boca arriba y en la posición del misionero se la introduje de un golpe y sin dificultad en su coño. Los pintores se volvieron s colocar cada uno a un lado y le pusieron la polla a su disposición para que se las chupara. Mientras mamaba una, masturbaba la otra. Posteriormente, fue ella la que tomó la iniciativa y le dijo al mayor que fuera él el que se tumbara en la cama para cabalgar encima de él. Parece que se había recuperado del orgasmo que tuvo antes y era ella la que se estaba follando al mayor con el culo. Recostada hacia atrás, era agarrada por sus tetas por el pintor mayor que la estimulaba los pezones con sus dedos. El otro pintor aprovechó la posición para hacer un sándwich de Tania y yo completé la triple penetración metiéndola mi polla en su boca. Así, estuvimos un rato hasta conseguir que Tania se corriera una vez más. Entonces nos tocaba a nosotros, pusimos a Tania tumbada y, en la posición del misionero, nos pusimos uno detrás de otro a follarla para llenarla de lefa. El primero fue el pintor de más edad, estuvo bombeando en su coño un rato mientras la separaba las piernas para que no las cerrara. Tras unos minutos echó dentro del chocho todo el gotelé que tenía en sus gordos huevos. Cuando sacó la polla, leche espesa y grumosa salía del coño de Tania. El siguiente fue el otro pintor. En la misma posición se la clavó también por el coño. Este se tumbó encima de ella para comerla la boca mientras la follaba. Sólo se oía el chapotear del coño mientras era taladrado repetidamente y cada vez más rápido. Tras otros minutos, el otro pintor le echó la segunda capa de gotelé, llenándola a rebosar  el chocho. Tras él, el último en follarla fui yo. Una gran sensación fue meter la polla en su encharcado y caliente coño. Estaba dilatado a tope. La follé sin conocimiento por la calentura que tenía y me corrí también dentro. Nos quedamos abrazados, yo encima de ella. Tania y yo nos quedamos dormidos y cuando despertamos parecía que había sido un sueño ya que entonces ya no estaban los pintores allí. Una gran mancha de semen en la cama, debajo de Tania, y su coño lleno de leche eran las pistas de que no había sido un sueño.