Los pies de Doménica

El la deseaba en secreto, la hacía suya en sus sueños, sin saber que ella tambien sentía lo mismo...

Hola, mi nombre es Marianne y soy nueva en esto, así que espero por favor sean pacientes conmigo. Vivo en Lima, Perú. He ido descubriendo poco a poco el mundo del sexo que, a decir verdad, me llena por completo y que iré contándoselo poco a poco. Aquí va mi primera historia. Seré yo, acaso? Juzguen ustedes mismos.

Todo sucedió en clase de Lenguaje. Ella, como siempre en verano, llevaba esa mini falda que enloquecía a cualquiera. Sabía de sus encantos y de su risa de bebita que enternecía el corazón de muchos. Sabía también el poder que tenían sus piernas blancas y su voluptuoso trasero. Ojos y cabellos negros que brillaban a la luz del día. A pesar de no tener un busto muy desarrollado, se las arreglaba para mantenerlos firmes y notorios. Su nombre era Doménica, cursaba el 3er ciclo de Literatura y Lingüística.

El era más bien callado, observador, pero terriblemente inteligente. Se las ingeniaba para pasar desapercibido en clase a pesar de tener las calificaciones más sobresalientes. Tenía pocos amigos, vivía en su propio mundo. Fantaseaba con la idea de poder tener, al fin, su primera relación sexual. Al llegar a casa, prendía la computadora y solía ver un par de horas pornografía, imaginándose dueño de una mujer, controlándola a cada instante, sintiéndose un verdadero héroe. Lástima que esto sólo durase un par de minutos.

Siempre le llamo la atención los pies. Desde que por primera vez vio en la TV aquella hermosa rubia descalza bailando, quedó hechizado por la magia de los pies de una mujer, por su simplicidad y hermosura, de esas uñas a veces pintadas que esconden una cierta elegancia, sexy y tierno a la vez, de esos talones que al verse calzados con tacones provocaban en el una erección. Adoraba los bellos pies, pero sobretodo, adoraba a Domé

nica.

Siempre la veía entrar al salón y siempre quedaba por cortos segundos, con la boca abierta. Domenica lo era todo, hermosa, sexy, provocadora, habladora, locuaz, no muy inteligente pero si empeñosa. Sabía su asiento favorito, al costado de la ventana, y siempre se las ingeniaba para escoger un asiento detrás de ella. Miraba sus senos, su trasero, pero sobretodo esa cara angelical de la cual estaba perdidamente enamorado.

De un momento a otro, llegó el verano, y como muchos de ustedes, amigos lectores, comprenderán que a cada mujer nos gusta enseñar lo que tenemos. Domé

nica sabía de sus invencibles y hermosas piernas. Es por esto que, el primer día de verano, llegó con una mini falda espectacular que dejó, hasta al profesor, con la boca abierta.

El todavía la recuerda aquel día. Camiseta amarilla a tiras, mini falda de jean y sandalias blancas. Quedó hipnotizado. Había llegado tarde y no sabía donde sentarse. Era un trabajo grupal. Felizmente, el profesor le informó que había un grupo en el cual faltaba una persona. Era el grupo de Domé

nica.

Tímido, avergonzado, pero a la vez feliz de la vida, se sentó a su costado. Nunca había hablado con ella, ni siquiera para pedirle prestado un lápiz. Pero aquel día era distinto, hasta pensó en algún momento que podría tratarse de un sueño. Domé

nica le hablaba como a cualquier amigo. Era simplemente exquisito. En ese momento, su personalidad cambió. Se mostraba ameno en las conversaciones, sorprendía por su natural inteligencia y hasta llegó a hacer un buen chiste. Doménica reía a carcajadas y lo miraba con una sonrisa pícara. El no podía pedir más.

Pero sí había más. Hubo un momento en el cual Doménica, un tanto distraída, arrojó su lapicero de forma casual al piso. Le pidió que por favor lo recogiese. El ya sabía lo que sus ojos iban a ver desde un primer momento. Se agachó y no dudó en darle una mirada a sus piernas y a su hilo dental rosado que pudo distinguir al menos un poco. No se imaginó en la vida que sus pies eran simplemente PERFECTOS.

Blancos, con las uñas pintadas de un suave color rosado y una pedicure hecha recientemente, produjeron una erección casi inmediata en él. No podía ocultar su ansiedad y se quedó allí por un momento más.

Tuvo una idea. Empujó distraídamente el lapicero hacia ella para acercase un poco más, casi llegándole a rozar las piernas. Sintió un olor penetrante, perfumado, que lo llevó por completo a las nubes. En pocas palabras, lo enloqueció.

Domé

nica sabía todo esto. Se hacía la desentendida pero ella lo sabía. Notaba desde hace ya un buen tiempo que él siempre la miraba, que siempre terminaba con un protuberante bulto en los pantalones. Muchas veces, en su cama, imaginaba su sexo entre sus manos, acariciándolo, palpándolo, metiéndoselo a la boca interminables veces, casi comiéndoselo. Ella también lo deseaba.

El no podía ocultarlo más y ella tampoco. Se miraban muchas veces como haciendo el amor mentalmente, desesperados, excitados hasta el límite, ansiosos, locos.

Hasta que él no aguantó más.

Ante la sorpresa del grupo, del salón y del mismo profesor, se acercó a Domenica y la besó en la boca. Interminables sensaciones, escalofríos, felicidad, pasión. Todo en un mismo lugar. Doménica no parecía sorprendida, lo besaba insaciablemente, lo tocaba por todas partes. Toda la clase, incluida el profesor, estaba atónita. El la despojó de la falda, la besó muchas veces en la pancita, lamía con profunda excitación sus orejas, sus senos, sus labios, sus hombros. Ella correspondía a cada beso, le cogía los cabellos, le quitó la camisa, el pantalón y el bóxer rápidamente. Sin importarle que alrededor hubiera compañeros suyos, la cargó como si fuera su esposa llevándola a la cama, y la puso en una mesa. Allí, lo primero que hizo fue hacerle sexo oral, tal como había visto en las películas. Muchos de sus compañeros reían, las muchachas gritaban, otras no sabían donde meterse, el profesor se había quedado pasmado. El lamió y relamió muchas veces su clítoris, ponía un dedo suyo alrededor y lo introducía despacito, oyendo sus gemiditos. Ella estaba depilada, y eso le excitó mucho más. Ella le dijo YA!, HAZLO!, y el, como un esclavo, por fin, pudo introducir su pene dentro de la tan deseada Doménica.

Esto ya fue demasiado para el salón.

El profesor reaccionó y les gritó, les insultó, les ordenó que pararan, que llamaría a seguridad inmediatamente, y le pidió a todos que salieran.

A ellos no les importaba absolutamente nada. El tenía a Doménica en su poder. Metía suavemente su enorme pene en su vagina, mientras ella con un dedo se la acariciaba. El levantó sus piernas y al fin, pudo tener esos pies en su boca. Eso desató la locura. Estaba hecho un salvaje. Tenía el dedo gordito de Doménica en su boca pero no dejaba, ni por un segundo, de introducir su pene. Lo hacía cada vez más rápido y más rápido…Olía sus pies, crema de fresas y banana, lamía toda la planta, se llegó a meter los cinco dedos a su boca, y seguía metiéndola sin cesar. Ella gritaba, gemía, no resistió más….había llegado al orgasmo…mientras el seguía penetrándola, cada vez mas rápido y salvaje. Escucharon voces viniendo del balcón y el no dudó en cerrar la puerta con llave. El guardia de seguridad llegó y tocó insistentemente la puerta. Ellos no pararon, no les importaba absolutamente nada en aquel momento. Doménica aprovechó aquel instante, se agachó y comenzó a lamer aquel pene tan grueso y gordo con el que había soñado tanto. Lo introdujo a su boca primero suavemente, primero dándole pequeñas lamidas, luego se lo metió todo a la boca. Chupaba el pene como si fuera un helado, con suma destreza, lo tenía todo en su boca sin importarle nada. Lo masturbaba con las dos manos, se lo puso entre los senos, siempre mirándolo. Siempre clavándole la miraba. Lo lamía de arriba para abajo, sin cesar, como una ninfómana.

  • Te vienes mi amor? Te vienes, vente…Vente en mi boquita…Hazlo…Si….

  • Si mi amor…Todo…Me vengo todo…No puedo más

Eyaculó en su rostro. Doménica lamió incansablemente ese pene, tratando de tragarse su semen. Y lo hizo.

Se cambiaron fugazmente. Afuera los esperaba el guardia de seguridad, el coordinador general y la vice-rectora, furiosos pero más sorprendidos que nada en el mundo.

Está demás decir que fueron expulsados de la universidad, pero esto se mantuvo en secreto. Era algo de otro mundo. En cuanto a su relación, se hicieron novios y a partir de aquel día tuvieron sexo todas las noches, sin falta. La clase entera lo comentó, pero nadie creyó ni una sola palabra. Era de esperarse, no creen?