Los pies de alejandra

Alejandra tenía los pies más bellos entre todas las damas de la oficina; un día me jure besarlos y al cabo de un tiempo pude lograrlo... eran mucho más adorables de cuanto yo había imaginado.

Sucedió un día en que participamos en una reunión y ella llevaba sandalias. Se sentó a mi lado y no pude resistir la tentación de acariciarle sus pies. En eso estuvimos las dos horas que duró la reunión. Poco antes de irnos a almorzar ella fue a mi oficina y se sentó sobre mi escritorio. Yo fui inmediatamente y la descalcé para besar sus pies desesperadamente, aquel aroma era enloquecedor… ella me dio las gracias y –extrañamente- me ofreció hacerme igual cuando yo se lo pidiese. Ya en la tarde antes de retirarnos yo fui a su oficina y le pedí que me permitiera de nuevo besar sus pies y ella accedió. Esta vez no pude contenerme y los coloqué sobre mis piernas, junto al pene y fue delicioso eyacular sintiendo aquellas divinas plantas en mi sexo. Alejandra se puso roja de la impresión y sin mirar me alcanzó una servilleta para que me limpiara. En otras oportunidades se lo pedí de nuevo, pero ya no quiso hacerlo más.