Los Pezonacos de Alicia calientan a mi mujer (II)

-Nosotros no hemos venido aquí a ver como se la chupas a tu marido- escuché la voz de Óscar. Me saqué el rabo de Carlos de la boca y me giré. A la altura de mis ojos tenía las pollas ya tiesas de los dos.

Este relato es la continuación de

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No es que Carlos fuera un pesado, pero ya hacía mucho tiempo que a la mínima oportunidad me recordaba su fantasía de hacer un trío. El colmo fue cuando me aseguró que incluso estaría dispuesto a que lo hiciéramos con otro tío con tal de vivir la experiencia. Estoy segura de que era capaz de aceptar que otro tío me follara con tal de que yo le permitiera después meter a otra mujer en nuestra cama.

La verdad es que nunca he sentido mucha atracción por hacer un trío, me basta con el sexo que tengo con Carlos. Pero de tanto escucharlo en alguna ocasión, secretamente me había imaginado comiéndole la polla a Carlos mientras otro tío me follaba a cuatro patas. También, y esto si que me resulta extraño, pero la imaginación vuela libre, me vi comiéndole el coño a otra mujer mientras Carlos me follaba. Pero claro de la imaginación a la realidad, al menos para mi había un camino muy largo. Hasta estas vacaciones.

Sé que Carlos ya os ha contado como conocimos a Alicia y lo que pasó, así es que yo no entraré en detalles pero si os quiero contar algunas de las cosas que Carlos no pudo relatar. Por ejemplo, su cara de pasmado cuando vio salir a Alicia del agua. La verdad es que los pezones de la chica eran impresionantes y debo confesar que a mi también me llamaron la atención, pero yo sé disimular mejor. Carlos estaba ojiplático y lo que más me puso fue ver como su polla se levantaba a pesar de estar contenida por el bañador. Esta situación me puso muy cachonda y fue cuando decidí que tenía que hacer algo.

El día menos pensado me ponía los cuernos con otra y era mejor que fuera yo misma la que controlara la situación y porque no aprovechar a esta chica. Decidí pasar a la acción. Le conté que mi marido se había quedado embobado con sus pezones y que me gustaría que hiciéramos un trío. La chica se quedó sorprendida, sobre todo por mi forma, algo brusca de abordarla. Pero no tenía nada que perder, sólo podía mandarme a tomar viento fresco.

-Hola, me llamo Clara, me he fijado en ti esta mañana en la playa. Bueno, en realidad el que más se ha fijado es mi marido.

-¿Cómo dices?

-Sí, chica, que se ha quedado pillado con tus pezones cuando saliste del agua. La verdad es que a mi también me impresionaron. ¿Debes tener muchos problemas para disimularlos?

-Pues,... la verdad es que sí, me han puesto en más de una situación comprometida y... pero, ¿por qué me estás contando todo esto?

-Te voy a hablar sin tapujos. Si te molesta lo que te digo, nos decimos adiós y si te vi no me acuerdo. Esta mañana mi marido se excitó como un caballo mirando tus pezones. Él no se dio cuenta de que yo me percaté de todo, pero así es. Así es que voy a proponerte que nos conozcamos los tres un poco y si te apetece hagamos un trío. No creas que esto lo hago todo los días.

-Me has dejado tan flipada que se me antoja conoceros, aunque no te prometo nada. Tomamos una copa esta noche si te parece, pero nada más.

-Me parece perfecto y es un alivio, chica, no te imaginas lo mal que lo he pasado para decirte todo esto. Cuesta, no creas.

-Me lo supongo la verdad.

Quedé con ella en simular que nos conocíamos de la Universidad y en hacernos las encontradizas por la noche. Ya me encargaría yo de calmar un poco a Carlos y pedirle que bajáramos a tomar una copa, porque la primera noche de las vacaciones siempre llegaba en celo y lo único que quería era follar. Me encontré con la sorpresa de que él me lo pedía, así es que me lo ahorré. Además, cuando me pidió que me pusiera sexy supe que tenía algo en mente. Decidí eliminar de mi vestuario la ropa interior. Sabía que así lo tendría a mi merced y no podría negarme nada.

Ya en el bar, mientras Carlos pedía en la barra, vi entrar a Alicia y le hice una señal para irnos al baño y terminar de planear nuestro “encuentro sorpresa”. Le conté algunos detalles de mi época universitaria y le pedí que me siguiera el juego, como a Carlos lo conocí más tarde no sería difícil que se tragará el engaño.

Lo que pasó en el bar me dejó un poco extrañada. Las dos conversamos animadamente y Carlos, con una sonrisa boba, parecía ajeno, nos miraba sin casi participar. Igual me había equivocado y eran imaginaciones mías lo de la playa. El caso es que la charla con Alicia fue muy animada y cada vez nos reíamos más. El juego de inventarnos un pasado en común nos estaba divirtiendo. Cada vez que dejaba caer su mano sobre mi muslo notaba un cosquilleo. ¿Me estaba calentando con esta chica? Nunca me ha llamado la atención acostarme con una mujer, pero algo que no comprendía estaba pasando. Después de un rato Alicia dijo que se iba a marchar. Supuse que quería pensarse un poco mi propuesta aunque decidí que tenía que seguir con la estrategia que había puesto en marcha y le propuse desayunar los tres juntos. Ella aceptó y supe que no le habíamos caído mal, así es que el juego podía seguir, de momento.

Por la mañana decidí quemar mis naves y durante el desayuno propuse irnos a una playa nudista. Alicia aceptó y Carlos se puso pálido. Bueno ya sabéis lo que pasó después. Yo aún no tengo una explicación clara, pero le pedí a Carlos que se la follara en el agua y yo me comí a gusto sus pezones salados. Jamás me había imaginando haciendo eso. El caso es que allí mismo, con el coño encharcado y sin haberme corrido tomé una decisión.

Tenía que buscar un hombre para completar el intercambio. Me había llamado la atención uno de los socorristas de la piscina y pensé que podía ser una buena opción. De camino de vuelta al hotel le dije a Carlos que por la tarde me apetecía bajar a la piscina. A pesar de la experiencia de la playa le dije a Alicia que nos veríamos al día siguiente -Tenemos que asimilar lo que ha pasado- y a ella le pareció estupendo. Yo creo que estaba todavía temblando y alucinada.

Estaba como loca. Entablé conversación con el socorrista y rápidamente le pregunté si tenía planes por la noche. El se sonrió y me dijo “¿Quieres que te eche un polvo?”. Le dije que sí, pero que mi marido también participaría. Yo creo que no era la primera vez que le pasaba porque no se sorprendió lo más mínimo. Quedamos en que a las once y media más o menos llamaría a la puerta de nuestra habitación.

Esa noche cenamos pronto y rápido y le dije a Carlos que subiéramos a la habitación a tomar una copa -tengo una sorpresa para ti-. A él se le hicieron los ojos chiribitas y poco después de las once ya estábamos en el balcón tomando una copa. Yo me había puesto una mini y una camisa transparente y había vuelto a dejar en el cajón la ropa interior. Me senté frente a Carlos para disfrutar de la copa y abrí las piernas para enseñarle el coño sin un sólo pelo.

-Bueno, ¿está es la sorpresa que me habías preparado?

-Disfruta del paisaje y ten paciencia- le dije mientras le bajaba un poco el pantalón y me metía su polla en la boca. Empecé a lamerle el rabo lentamente, quería que estuviera tan caliente como yo, pero no quería que se corriera. Repase la cabeza con la lengua y baje por el tronco hasta lo huevos. Ya lo tenía en mi poder. -Ya estás listo, ahora me voy a seguir tomando la copa-.

En ese momento, alguien llamó a la puerta y Carlos se guardó la polla rápidamente. -Ahí llega tu sorpresa- le dije. Estoy segura de que esperaba que al abrirse la puerta apareciera Alicia dispuesta a seguir con la aventura de la mañana. Al abrir la puerta apareció la figura de Javier, el socorrista, un chaval de 25 años y algo más alto que Carlos, 1,85 más o menos, y un físico más que aceptable, un tío bueno, pero sin excesos. Detrás de él, otro chaval, algo mayor y enjuto, miraba mis tetas sin disimulo y sonreía. -¿Podemos entrar?- pregunto Javier.

La verdad me quedé un poco parada, no esperaba que viniera acompañado. Miré hacia el balcón desde donde Carlos observaba algo mosqueado la escena. -Ya puestos... que más da uno que dos-, adelante. El chaval que me miraba las tetas se llamaba Óscar, y al darme dos besos me colocó la mano mano en el culo sin disimulo. Al presentárselos a Carlos, Óscar, le dijo, sin cortarse un pelo, -Venimos a follarnos a tu mujer, porque no nos invitas a una copa para ir entrando en calor-. Carlos no salía de su asombro. Se fue hacia el pequeño frigorífico y me pidió que lo siguiera.

-¿Te has vuelto loca?

-Te dije que ahora me tocaba a mi- y sin esperar a que pusiera las copas me puse de rodillas le baje los pantalones y me metí su polla de nuevo en la boca. Había perdido la erección de la anterior mamada, pero rápidamente se recuperó y empecé a mover la cabeza adelante y atrás. Lo agarré por el culo y lo animé a que me follara la boca. Sabía que eso lo volvía loco.

-Nosotros no hemos venido aquí a ver como se la chupas a tu marido- escuché la voz de Óscar. Me saqué el rabo de Carlos de la boca y me giré. A la altura de mis ojos tenía las pollas ya tiesas de los dos. Óscar tenía una buena herramienta, más grande que la de Carlos y más gruesa, pero cuando miré a Javier, no pude evitar sonreírme. Su polla no llegaba a 10 centímetros y además era más bien delgada. Lo miré y a modo de disculpa me dijo -es lo hay-.

-Es lo que tiene dejarse llevar por el aspecto físico- dijo Óscar -pero no te apures que yo te voy a llenar el coño de polla-

Miré a Carlos y con la mirada asintió mientras se quitaba el pantalón y se sentaba en la cama a observar la escena. Agarré los dos rabos y me metí en la boca el de Javier de un golpe. Casi no lo sentía, pero quería dejar el plato fuerte para después. Recorrí su polla con mi lengua y empecé a mover la cabeza mientras con la mano izquierda pajeaba la herramienta de Óscar lubricando mis dedos con sus líquidos y masajeando la cabeza. Había llegado el momento, solté la pollita de Javier y empecé a lamer el glande de la otra, baje hasta los huevos y recorrí el tronco con la lengua. Me la metí en la boca y está no me cabía entera pero también le di lo suyo, y lo disfruté. Javier mientras, me comía las tetas, hasta que se cansó. Entre los dos me tumbaron en la cama.

El socorrista metió la cabeza entre mis muslos y con su lengua recorrió los pliegues de mis labios vaginales. Estaba empapada. Los flujos chorreaban hacia el culo y estaban lubricando mi ano. Javier aprovechó y me metió un dedo en el culo. Ya sabía que iba a entregarles también el culo, aunque esperaba que fuera la polla de Javier la que me penetrase por detrás. Tumbada seguí chupando el rabo de Óscar y el de Carlos, que se intercambiaban para follarme la boca.

Óscar se tumbó y me pidió que me subiera encima. Casi sin darme cuenta tenía la cabeza se su rabo dentro de mi coño y un momento después ya estaba bombeado ese pedazo de carne dentro de mí. Javier seguía trabajando mi culo hasta que decidió que era el momento de metérmela. Fue suave, Carlos había sacado un tubo de lubricante para facilitar la penetración, pero era la primera vez que tenía dos pollas en mis agujeros y era de agradecer que no me estuvieran rompiendo el culo. Le pedí a Carlos que se acercará para chuparle la polla mientras los otros dos me follaban. - No quiero que nadie se corra dentro de mí- les avisé.

De repente una mano me sacó la polla de Carlos de la boca y abrí los ojos. Era Javier que había empezado a pajear a mi marido. Tiró de él y empezó a chuparle la polla. Eso me puso cachondísima. Un tío le estaba chupando la polla a Carlos y él parecía encantado.

-Es que Javier es aficionado a los rabos- se justificó Óscar.

Cogí el lubricante y empecé a dilatar el culito de Carlos. A él le encanta que le meta un dedo cuando le estoy comiendo la polla, pero cuando Javier vió lo que hacía fue él quuien se encargó de meter su dedo en el culo de mi marido mientras le comía a conciencia el rabo. Óscar que seguía observando la escena mientras se ocupaba de mi coño incrementó el ritmo hasta que sentí un huracán de sensaciones subir por mi vientre y me corrí empapándole la polla con mis jugos. Me dio la vuelta y me puso a cuatro patas. -Ahora os vamos a follar a los dos-.

Apuntó la cabeza de la polla hacía mi culo y empezó a presionar. No iba a ser fácil, pero poco a poco fue ganando terreno hasta que noté que la tenía dentro. Me dolía pero al tiempo me estaba volviendo loca de placer. Lentamente fue moviéndose y con cada embestida gananba terreno dentro de mi culo que se estaba comiendo una polla enorme y gorda sin quejarse. No me había dado cuenta pero Javier, después de salirse de mi culo, había tumbado a Carlos bocaarriba con las piernas abiertas y levantadas y le estaba comiendo el culo, acercó su polla al culo de mi marido y se la metió de un golpe.

La escena era surrealista. Óscar me follaba el culo a cuatro patas y me estaba reventando con su enorme rabo. Javier follaba el culo de mi maridito mientras le hacía una paja. Sólo de mirarlo volví a correrme pero Óscar no paró de follarme el culo. Sacaba la polla hasta la mitad y embestía con fuerza mientras que agarraba las caderas. Notaba que mis tetas se movían sin control hasta golpearme a veces en la barbilla.

Decidí intervenir en la follada que le estaban dando a mi marido y nos movimos para que pudiera comerme la polla de Carlos mientras el socorrista se lo follaba. Era complicado aguantar las embestidas de Óscar y comerme la polla de Carlos pero me la metí en la boca y no la solté mientras me apoyaba en las manos para aguantar los empujones en mi culo. Cuando decidieron correrse me pusieron de rodillas en el suelo y los tres empezaron a pajearse muy cerca mi cara hasta que uno tras otro me llenaron de leche la cara, el pelo, las tetas.

Nos quedamos descansando un rato, exhaustos, y acabé por pedir a nuestros dos folladores que se marcharan. -Igual repetimos la experiencia otro día- les dije -si a Carlos le ha gustado-

Mi marido sonrió y me besó.