Los peligros de trabajar en un Sex Shop

Como me metí en un buen lio y acabé disfrutando...

La Idea de trabajar en un Sex Shop, a muchos les puede parecer un "último recurso". Seguramente todo el mundo piensa que el dependiente debe pasar una vergüenza horrible cada vez que tiene que atender a alguien...

Y así es. Al menos al principio. Mientes a tu novia, mientes a tus padres y mientes a los colegas. A veces están a punto de pillarte la farsa. Y tienes que tener planeadas mil ideas para salir de cada situación.

En este tiempo, para ellos, he sido camarero, repartidor de pizzas y ayudante de un fontanero.

Por suerte, nunca se han preguntado porque cobro siempre lo mismo y porque mis horarios son también los mismos...

Lo peor de los primeros días de aquel trabajo, fue que cada vez que se abría la puerta, mis piernas temblaban como hojas, pensando que tal vez, quien entrase fuese un conocido...

Hasta que un buen día, eso fue precisamente lo que ocurrió.

Yo estaba subido a una escalera, detrás del mostrador y de espaldas a la puerta, intentando colocar unos artículos en la balda de arriba ,cuando oí que esta se abría y entraba alguien.

Los pasos se acercaron al mostrador mientras yo colocaba la última caja.

Di las buenas tardes mientras bajaba de la escalera, pero el cliente no contestó al saludo sino que directamente le preguntó.

¿Tienes consoladores de esos dobles? Los que tienen un capullo por cada lado...

En aquel momento yo había llegado al suelo y me di la vuelta...

Su cara de sorpresa fue digna de foto y la mía no debió ser menos.

La situación es para imaginarla. Los dos mirándonos abriendo la boca sin saber que decir.

Era una de las últimas personas que hubiese imaginado ( y deseado) que apareciesen por mi local.

Hombre casado ( con Marga ) hacía treinta años ( Ignacio ) y con más de cincuenta a sus espaldas, con una vida supuestamente feliz, con dos hijas ( Cristina y Sofía ) y un hijo ( Álvaro )...el cual era mi mejor amigo.

Bien...no había forma de salir de aquello de forma elegante... Así que lo único que pude hacer fue hacer de tripas corazón y sacarle sobre el mostrador varios modelos.

El no se entretuvo, cogió el primero que había sacado, pagó en efectivo y sin decir nada más se dispuso a irse dejándome allí anonadado.

En el último momento, cuando ya había abierto la puerta, se dio la vuelta y me dijo...

Chico..Por tu bien y por el mío, ni una palabra de esto a nadie...

Y sin más se fue...

Ni que decir tiene, que en ese mismo momento supe que para que yo volviese a casa de mi amigo tendría que darse una situación realmente necesaria.

Durante los días siguientes, aunque un nudo de angustia atenazaba mi estomago cada vez que recordaba a Ignacio o cada vez que me encontraba con Álvaro, mi humor en el trabajo fue más relajado. Pues que entendí que si a me daba vergüenza trabajar en un Sex Shop, más vergüenza les daba aún a los que venían como clientes.

Parecía que aquel incidente me había traído una cierta calma. Pero, y dando vuelta a la conocida frase, después de la calma siempre viene una tormenta...

Y los primeros nubarrones aparecieron el día que al salir del trabajo reconocí el coche de Ignacio aparcado unos metros más abajo.

Al ver que él estaba dentro del automóvil intenté pasar de largo como si no le hubiese visto, pero la estratagema no dio resultado. Salió del coche y me llamó en voz alta por nombre...

¡ Marcos... ¡ ¡ Eh Marcos... ¡ ¡ Chico....!

Bien, no podía seguir disimulando, así que cogí aire y me di la vuelta...

¡ Ah, hola Ignacio ! Perdone, no le había visto....

Chico, tengo que hablar contigo, sobre un tema un poco delicado...

Dígame...

Bueno...mira vayamos a esa cafetería de la esquina y hablaremos tranquilamente...

En mi imaginación en aquel momento el padre de mi mejor amigo, conocido y apreciado desde que yo era un mocoso, se convirtió en un monstruo horrible que pretendía hacerme las más deshonestas, escandalosas y degeneradas proposiciones indecentes aprovechándose de lo que había descubierto de mi...

Pero claro...el tenía mucho más que perder que yo...Aún así intenté escaquearme de aquella incomoda situación...

Bueno, verá Ignacio, tengo un poco de prisa...

No te robaré mucho tiempo, necesito tu ayuda chico...

No sabía si suspirar de alivio o echarme a temblar...

Bueno, está bien...

Nos dirigimos a la cafetería y nos sentamos en una mesa alejada del resto de la gente, el camarero vino rápidamente a tomarnos nota. Un Cacique cola para el, una media de cerveza para mi...

Cuando Ignacio comenzó a contarme su historia, me arrepentí de no haber pedido algo más fuerte...

Chico, lo que te estoy contando ya se que te puede sonar a que soy un degenerado de lo peor, pero estoy a punto de cumplir los sesenta, estoy casado con una mujer muy buena en muchos aspectos pero es totalmente frígida y la última que nos metimos en la cama para hacer algo más que dormir fue hace más de dos años. Y yo aún, bueno...puede parecer mentira, pero soy un hombre potente, con deseos, con ganas de probar cosas que me han sido negadas y con ganas de cumplir fantasías...

Me sentía ligeramente mareado. El padre de mi mejor amigo me acababa de contar que se iba de putas cada vez que podía, que lo había hecho con chicas, con chicos, en tríos... Incluso me contó que había pagado por ver un espectáculo sadomasoquista....

¿Hacía falta que me contase todo aquello?

Ni siquiera sabía aún a donde quería llegar, y no acaba de encajar que aquel hombre que conocía desde la niñez tuviese esa segunda vida...

Por fin me decidí a poner fin a aquello...

Ignacio, ¿a donde quiere llegar con todo esto...?

Bueno chico...yo...necesito que me hagas un favor...

¿ Y cual es ?

Bueno te sonará un poco brusco, pero...necesito que alguien le eche un polvo a mi mujer y he pensado que nadie mejor que tú...

Bien... Decididamente tenia que haber pedido un cubo del coñac más endemoniadamente fuerte de aquel bar.

Tras unos segundos, llegué a la conclusión de que no debía haberle oído bien, cosa que le dije...

No chico, has oído perfectamente... Necesito que te tires a Marga.

Esto es una broma ¿ No ?

En absoluto. Entiéndeme chico. Necesito acallar mi conciencia de alguna forma y ¿que mejor manera de hacerlo que sabiendo que mi mujer se ha acostado con otro?

¡Eso es una locura! ¿ A eso le llama usted "acallar su conciencia"? ¿Acallar sus pecados con un pecado más?

Marcos, es posible que no lo entiendas, pero si, dormiría más tranquilo por las noches sabiendo que ella también tiene un amante, aunque no lo disfrute, al menos eso me da una excusa a mi para seguir con mis juegos...

Eso no es una excusa, el meter a una, ¡ No! A dos personas inocentes en algo que no tiene sentido. No pienso hacerlo. No le haría algo así a Marga, ni a Álvaro, ni a mi novia...Tirarme a la madre de mi mejor amigo...¿ Pero por quien me ha tomado ?

Mira chico, no tengo tiempo ni ganas de discusiones. Lo vas a hacer y punto. Has olvidado que se en que antro trabajas. Tu eres aún más degenerado que yo. Acaso pretendes que me crea que en ese sitio en el que estás te portas como un chico inocente, a saber que secretillos tienes entre manos...

Bien...habíamos llegado al momento que yo temía...las amenazas.

Y usted parece haber olvidado que entró en mi establecimiento, que compró aquel consolador y que me ha contado una historia en la que dice haber puesto los cuernos a su mujer cientos de veces...

Claro que no chico, pero yo hago las cosas mejor que tú... Tengo fotos tuyas hechas con una cámara digital con fecha y hora impresa, entrando y saliendo de ese establecimiento. Aunque no consiga demostrar que trabajas ahí, si demostrare que frecuentas el sitio... ¿ Cómo crees que reaccionará tu católica madre al saberlo? ¿ Y tu honrado padre ? ¿ Y esa chica tan guapa con la que llevas años saliendo? ¿ Como se llama...? ¿ Mónica ?

¡ Fotos...! Lo que me faltaba... Aquel cabrón me tenía cogido por lo huevos, y yo no podía demostrar nada sobre él...

Pensé que tenía que ser un farol. Y él como si me leyese mi mente, se metió la mano en el bolsillo y de él sacó una foto que puso bocabajo en la mesa. La cogí, y al verla se me cayó el mundo a los pies...Era yo y se me veía cerrando la verja del local....

Realmente estaba atrapado. Pensé en amenazarle con contar todo, pero me di cuenta de que las probabilidades de que le creyesen a él y no a mi, jugaban en mi contra.

También pensé en darle un puñetazo y romper su cara de hijoputa, pero también me di cuenta de que no era buena idea.

Bueno chico, creo que ya está todo hablado...Como y cuando lo hagas es cosa tuya ¡pero que sea rapidito eh!

Ignacio se levantó y dejando un billete de diez euros sobre la mesa, se marchó dejándome allí solo, mareado, asqueado y sin saber que hacer...

No creo que haga falta que cuente las vueltas que aquella conversación dio en mi cabeza durante los días siguientes. No acababa a hacerme a la idea de hacerle aquello a la madre de Álvaro. Y no es porque la señora no estuviese de buen ver. Tenía cuarenta y nueve años, algo más joven que el cabrón de su marido, y aunque sus pechos ya no eran altos y su trasero no era respingón, aún se mantenía esbelta y muy atractiva, deseable para todos. Pero era la madre de mi mejor amigo, era poco menos que hacérmelo con mi propia madre.

Diez días más tarde, sonó el teléfono en el Sex Shop...

Dígame...

Chico, se me empieza a agotar la paciencia. ¿ Creo que la primera en ver las fotos será tu novia...? Tienes dos días...

Colgó...

¡Maldito carbonazo hijo de la gran puta! ¡ Cerdo de mierda! Aquellas sólo fueron algunos de los cariñosos apelativos que se me ocurrieron para, el un día apreciado, Ignacio.

¡ Pues hala ! Si, soy un cobarde incapaz de enfrentarse a las cosas.... Eso me lo decía mientras llamaba al timbre de casa de Álvaro y preguntaba por él, sabiendo que él no estaba y que tardaría más de dos horas en volver, con la excusa de que me dejara unos discos.

Hola Marcos hijo....Marcos no está, pero sube si quieres y los coges tu mismo...

Si, gracias Marga...

El portal se abrió y entré con piernas temblorosas. Era un primero y siempre subía andando, pero esta vez no creí que fuese capaz de aquel esfuerzo, así que cogí el ascensor.

Al llegar al rellano, la puerta del primero B, estaba abierta... Asomé la cabeza y saludé en voz alta antes de entrar...

Holaaaaa.....

Pasa Marcos, estoy en la cocina fregando...

Bien, pues para allá me fui...

A esa hora el cabrón de Ignacio estaba trabajando, Cristina y Sofía estaban en clase y Álvaro aquel día hacía de entrenador de fútbol para un grupo de niños.

La casa para nosotros solos...

¿ Sería realmente capaz de hacerlo?

En aquel momento, se me ocurrió algo en lo que no había pensado antes...¿ Y si ella me rechazaba? Me costó pasar saliva... Eso sería un buen marrón...

Cuando entré en la pequeña cocina mi cara debía ser de color verde del mal trago que estaba pasando.

Para colmo me encontré a Marga inclinada hacia el suelo dándome la espalda ( más bien el culo) recogiendo la bayeta que se le debía haber caído. Vestía un pantalón corto y una camiseta amplia de algodón blanco bajo la cual se transparentaba un sujetador también blanco que recogía sus grandes senos.

A veces nuestro cuerpo nos traiciona en las peores situaciones y esa fue una de ellas, puesto que empecé a notar un agradable cosquilleo en la polla...

¡Ni se te ocurra empalmarte!...me dije a mi mismo...¡por lo menos, no ahora!

Hola Marga ¿ que tal todo?

Ella ya se había erguido y vino hacia mi para darme dos besos. Ella siempre había sido muy cariñosa conmigo y la trataba de tú.

Al acercarse para besarme, noté sus pechos contra mi torso y el dulce aroma que venía de su cuello. Su cabello corto y negro me hizo cosquillas en la cara...

¡ Maldita sea! Pero...¿ a mi desde cuando me atraía esa mujer?.... Se supone que cuando te obligan a algo, automáticamente, ese algo te horroriza. Pues bien en este caso fue todo lo contrario.

De repente Marga estaba dejando de ser la madre de mi mejor amigo de la infancia para volverse una mujer madura atractiva y deseable.

Me preguntó que si quería tomar algo, y le dije que sólo un vaso de agua, tenía la boca seca.

En ese momento sonó el teléfono. Marga me dijo que fuese al cuarto de Álvaro y cogiese lo que necesitase mientras ella contestaba.

Se fue al salón y yo al cuarto de mi amigo.

Por hacer algo y por disimular si Marga veía, me puse a repasar con los ojos la estantería de discos de Álvaro. Pero no era capaz de leer los nombres de los lomos. Sólo podía pensar en el trasero de Marga, cubierto por un pantalón corto y en pompa.

De repente oí a marga gritar. Los gritos de una discusión. No sabía con quien hablaba y desde donde yo estaba no podía entender lo que decía.

Me encogí un poco, pensando en la incomoda situación, yo con la polla dura en la habitación de mi mejor amigo, teniendo domo misión follarme a la mujer que mantenía una discusión a gritos por teléfonos.

Estaba pensando en salir corriendo por la puerta cuando de pronto los gritos cesaron.

Esperé un par de minutos antes de salir al pasillo. No se oía nada.

Me dirigí al salón aunque no sabía que decirle a Marga.... "Marga, no encontré lo que quería, me voy", "Marga, esto...me parece que es mejor que me vaya..." No, no tenía ni idea de que decir, pero tenía que irme....

Al entrar al salón, me encontré a Marga sentada en el sofá al lado del teléfono...Llorando...

Me quedé en el quicio de la puerta sin decidirme a entrar...y seguía sin saber que decir...

Fue ella la que habló entre sollozos.

Lo siento Marcos, siento que hayas tenido que oír esto...

No, yo... no he oído nada Marga...

Pero ella no escuchaba.

Es un hijo de puta. Se piensa que soy idiota. Se queda trabajando dice..¡ Ja! Hace mucho que dejé de chuparme el dedo. Con qué fulana estará hoy...

Entendí enseguida que con quien había discutido Marga era Ignacio. Y al saber porqué la cara me empezó a arder y se me puso roja como la grana de vergüenza, sobre todo al recordar las historias que me había contado él.

Marga se levantó del sofá como de un salto...

¿Es que acaso no soy deseable ya? Si, ya no soy una niña... Decía esto atragantándose en lágrimas y estirando las manos hacia mi como si buscase que yo la salvase... pero aunque no lo sea, siempre me he intentado mantener apetecible para él, pero él prefiere a sus fulanas...¡ Dime Marcos ¡ ¿ Ya no soy deseable para un hombre ?

No pensé lo que dije. Me salió sin más...

Claro que eres deseable Marga, yo mismo te deseo ahora mismo...

Y es que ni siquiera me tembló la voz al decirlo... Ya me temblaría todo unas horas después al recordar lo que le había dicho...

Marga dejó de llorar de repente. Se me quedó mirando sorprendida. Supongo que no esperaba aquella respuesta...

No puedes hablar en serio...

Claro que si...Si no me crees, puedo demostrártelo

Decididamente aquel que hablaba no era yo. Las piernas que se movieron en dirección a Marga no eran las mías, las manos que cogieron su cabeza y la llevaron hacia unos labios que deseaban besarla tampoco me pertenecían....

Y allí estaba yo besando a aquella mujer que me había curado las heridas de guerra de mis travesuras con Álvaro, que me había secado la cabeza cuando íbamos a su casa desde el colegio y llovía, que me había cuidado siempre como un hijo...

Y no sentí el más mínimo remordimiento por ello...

Muy al contrario, al sentir que su labios me correspondían y que su lengua se abría paso en mi boca para buscar la mía, me olvidé de todo...De Marcos, de Ignacio, de Mónica. En ese momento sólo existió Marga y mi deseo por ella, el cual iba en aumento...

Sus pechos se aplastaban contra mi, ofreciéndome una cálida y placentera sensación. Mis manos soltaron su cabeza y se deslizaron despacio por sus hombros y su espalda hasta llegar a su culo. Lo apreté en mis manos atrayéndola más hacia mi, y ella gimió.

Mi pelvis estaba pegada a la suya y comencé a mover mi cadera contra la de la ella mientras mi boca bajaba a su cuello para besarlo y lamerlo.

Cuando ella se separó un poco de mi para desabrocharme la camisa, nos miramos un instante a los ojos...Ella los tenía aún hinchados por el llanto, pero el brillo que vi en ellos ya no era de las lágrimas, sino de lujuria...

¿ Seguro que esta mujer es frígida? Me pregunté mientras mi camisa caía y llevaba mis manos a su camiseta para quitársela.

Sus pechos asomaban por las copas del sujetador de una forma sugerente, como las bolas de una copa de helado. No pude evitar zambullirme en ellas y recorrer aquella suave piel con la lengua.

Tuve que pegarme unos segundos con los enganches del sujetador antes de conseguir desabrocharlo. Tras liberar los senos, los acaricié mientras los observaba... El sujetador tenía trampa y hacía que pareciesen más firmes de lo que en realidad eran; aún así eran dignos de darse un buen banquete con ellos, cosa que hice...

Devoré sus pezones con ansia, con hambre. Los lamí en círculos, para después metérmelos por completo en la boca y succionarlos y mordelos por turnos.

Noté sus manos deslizándose por mi espalda hasta llegar a mi culo, el cual acarició suavemente, antes de apretarlo con fuerza, a lo cual respondí chupando con más ganas sus pezones.

De nuevo volví a besarla, metiendo mi lengua en su boca, buscando la suya con avidez, mientras desabrochaba y dejaba caer su corto pantalón. Llevaba unas bragas de algodón blanco sin ningún tipo de adorno.

La empujé contra la pared más cercana y la puse de cara a ella, cogiendo sus manos y haciendo que elevase los brazos y los apoyase como si fuese a ser cacheada.

Aparté el pelo de su nuca y la besé allí, para después deslizar mi lengua por su espalda hasta llegar a la cinturilla de sus bragas. La cual enganché con los dientes. Intenté bajárselas tirando de ellas, pero no podía; así que me rendí y lo hice ayudándome con las manos, pero mi lengua iba recorriendo el trayecto de aquella prenda, lamiendo su aun firme nalga izquierda.

Saqué las bragas por los pies y volví a levantarme para besar su hombro mientras desabrochaba el cinturón y la bragueta de mi pantalón.

Al agacharme para quitarme el pantalón y los zapatos, ella hizo ademán de moverse para darse la vuelta, peor se lo impedí poniendo la mano en su trasero y aplastándola un poco contra la pared.

Me quité el boxer y me volví hacia ella.

Metí mi mano entre sus piernas, hasta llegar a su coño, el cual estaba empapado.

"Pero que cabrón y mentiroso es Ignacio" Pensé. "Definitivamente, esta mujer de frígida no tiene nada. Tal vez es que ese imbécil ni siquiera sabía ponerla cachonda".

Saqué mi mano de su coño, acerqué mi cuerpo al de ella y puse mi polla entre sus nalgas. Empujé un poco hasta, notando como mi polla recorría toda su entrepierna desde el culo hasta el clítoris.

Entonces ella, bajo una mano y pasándola por delante de su cuerpo cogió la punta de mi polla empezando a acariciarla.

Yo me movía cada vez más rápido en aquella masturbación contra su coño, la cual parecía que ella también le resultaba muy placentera.

De pronto, ella se dio la vuelta y sin preámbulos se puso de rodillas ante mi. Cogió mi polla y comenzó a lamerla desde la base hasta la punta, de abajo a arriba y otra vez abajo. Cuando cogió mis huevos con la mano y empezó a darles ligeros golpecitos, creí fallecer de placer.

Parecía querer devolverme mis atenciones a sus pezones, y como yo hice antes con ellos, ella lamió mi polla, mordisqueó y succionó la punta... y todo sin dejar de jugar con mis huevos, los cuales acabó por meterse en la boca.

Ahí creí que me corría...

Tuve que apartarla para no hacerlo. No quería perderme su coño. Quería lamerlo y follarlo, así que no podía correrme aún. No tenía tiempo para recuperarme y echar un segundo polvo...

No la levanté, sino que me puse de rodillas yo, y la tumbé en la moqueta del suelo. Me situé entre sus piernas y le separé las rodillas.

Su coño, aunque no completamente depilado, se veía recortado y cuidado, y con aquélla humedad se veía apetitoso.

Fui a él sin ninguna delicadeza, con ímpetu glotón, lamiendo entre los pliegues de sus labios y metiendo la lengua es su lubricada vagina todo lo que podía.

Cuando los gemidos de Marga empezaron a hacerse bastante audibles, pasé a meter dos dedos en su coño y amoverlos en su interior, mientras mi lengua se encargaba de su clítoris, lamiéndolo en círculos, presionándolo hacia dentro como su fuera un botón e incluso tratando de atraparlo suavemente con los dientes.

Ella empezó a retorcerse mientras sujetaba mi cabeza con sus manos y me la hundía más en su entrepierna.

Su sabor y su olor me volvían loco. Aquello en vez de relajarme un poco, me estaba excitando cada vez más. Por suerte, ella me pidió que la follara...

¡ Ahora! ‘No aguanto más! Quiero sentir tu polla dentro de mi y correrme...

Pues yo...encantado...

Marga ya no tenía edad de quedarse embarazada, o al menos eso pensaba yo, pero de todas formas, me arrastré como pude hasta donde estaba mi pantalón, cogí la cartera del bolsillo trasero y saqué un condón.

Pero no tuve que ponérmelo yo, porque ella lo cogió, rompió el envoltorio con los dientes, sacó el preservativo, pellizcó la punta para sacare el aire y delicadamente lo puso sobre la punta de mi polla para después desenrollarlo hasta la base.

La sensación de sus manos colocándome el preservativo hizo que un escalofrío recorriera mi espalda...

Se volvió a tumbar, pero sin soltar mi verga. De forma que me arrastró con ella. Abrió bien las piernas dejándome sitio entre ellas y coloco mi polla en su entrada.

Se deslizó dentro de ella sin ningún esfuerzo. Recordé en ese momento que Marga era madre de tres hijos, con lo que debía estar bastante dilatada.

Pero enseguida descubrí que ella sabía compensar eso con otra habilidad, pues para mi sorpresa noté como las paredes de su vagina se cerraban contra mi polla aprisionándola a cada embestida.

¡ Aquello era la leche! He de reconocer que no follado con muchas mujeres, pero aquellas que me había llevado al catre nunca me habían hecho algo así. Era demasiado delicioso.

Tras unos pocos minutos, me corrí sin poder hacer nada por evitarlo.

Hice mis últimas embestidas más feroces en un intento de que Maga se corriera también, cosa que, gracias a Dios conseguí, sino me hubiese muerto de vergüenza...

Respecto a lo que pasó después, no hay mucho más que contar excepto la visita de Ignacio al día siguiente en mi curro.

Hola chico, no hace falta que me digas nada. Se que has cumplido. Solo hacía falta ver a Marga anoche como actuaba para saberlo. Ni siquiera me echó la bronca por llegar tarde...

Puso un sobre la mesa...

No hay más fotos chico, lo juro. He borrado todo el material que tenía.

No le dije nada. Cogí el sobre, lo puse bajo el mostrador y sin dirigirle la palabra, me di la vuelta y simule que ordenaba cosas en la balada.

Oí como Ignacio se iba del local, sin poder reprimir una sonrisa, pensando en que a partir de aquel día, no iban a hacer faltas fotos ni chantajes para que yo me tirara a su mujer...

La cuestión de los remordimientos de conciencia por mi novia...ya era otro tema, que no voy a contar y que tampoco me impidió seguir adelante en mis escarceos sexuales con Marga...

Para cualquier comentario, podéis escribirme a estadovirgen@yahoo.es