Los pecados de tía Susana

Una mujer infelizmente casada seduce a su sobrino.

Los pecados de tía Susana

El viaje de Boulder a Denver había sido largo y Miguel se sintió aliviado de llegar a la terminal de los autobuses. Cuando el vehículo se detuvo totalmente, descendió junto con los demás pasajeros, retiró su equipaje del compartimiento, y caminó hacia la terminal.

Aunque hacía tres años que no la veía, Miguel no tuvo problemas para encontrar a su tía Susana entre la multitud al otro lado de la puerta. Ella era una mujer pequeña mediando los treinta y tenía el cabello largo de color castaño oscuro y ojos azules igual que su madre, que era su hermana mayor. Vestía una blusa de algodón y una conservadora falda de color azul, lo que le hizo pensar que venía directamente de su oficina en el centro de Denver. La cara de la tía Susana se iluminó al verlo.

"Miguel cariño, que gusto verte" dijo, mientras le daba un cálido abrazo y un beso en la mejilla. "¡Dios mío, mírate – estas tan alto! ¡Apuesto que debes tener mucha suerte con tus compañeras de la universidad!"

"Eso creo" – murmuró el apenado.

"Cariño, tu tío Pedro y tu primo Juan están tan contentos de pudieras pasar unos días con nosotros estas vacaciones"

"Bien, ya que papá está en el negocio de Bienes raíces, él trata con muchos arquitectos e hizo unas llamadas por mí. Con un poco de suerte, creo que tendré una decente posibilidad de lograr una pasantía pagada este verano."

"Vas a tener que contarme todo en el camino a casa," chilló ella mientras le agarraba la mano llevándolo al estacionamiento.

Durante el trayecto, su tía lo interrogó acerca de sus dos primeros años en la Universidad de Colorado. Parecía estar muy interesada en lo que ocurría con su vida, pero cuando él preguntó sobre su tío Pedro, le pareció detectar cierta tensión en la voz de ella.

Bien, ha habido cierta tensión entre nosotros desde el accidente de Pedro el año pasado, pero al menos. Tiene trabajo repartiendo pizas por las tardes, pero no pierde la esperanza de obtener pronto un empleo mejor.

Miguel sabía que su tío había salido muy golpeado después de volcar con su pick-up. El pobre hombre había pasado meses en el hospital con la pelvis fracturada y un par de vertebras fisuradas. Como consecuencia, su prospero negocio se había venido abajo y la tía Susana había tenido que volver a trabajar.

Aunque Miguel se sentía mal acerca de la situación, lo sentía aún más por su tía. No había convivido mucho con su tío durante su niñez. El hombre rara vez aparecía en las reuniones familiares, y cuando lo hacía, siempre parecía encontrarse en otro lugar. Los familiares de Miguel no tenían gran estima por su tío; tanto, que su padre se refería a él como el "pendejo con el que se había casado Susana". El consenso general era que ella se podría haber casado mucho mejor. Miguel preguntó por su primo Juan, con la esperanza de recibir mejores noticias.

"Él está bien – el típico chico de 11 años que pasa la mas tiempo jugando con su x-box que estudiando, pero ¿Qué vas a hacer? Tal vez algún día un chico mayor como tú tenga una influencia positiva en él. Miguel recordaba a su primo como un pequeño regordete y llorón, permanentemente de mal humor.

Durante el resto del trayecto la conversación giro en torno trivialidades. La mayor parte de las veces su tía hablo de películas, televisión y chismes de las celebridades en turno. Media hora después abandonaban la autopista para transitar a través de un modesto vecindario lleno de restaurantes de comida rápida y locales comerciales.

Nadie salió a recibirlos cuando entraron al garaje de la casa, y Miguel arrastró su equipaje al interior de la casa.

"Chicos, ya estamos en casa" Gritó al tía Susana, mientras abría la puerta de entrada a la casa.

El tío Pedro dejó de ver el televisor levantándose lentamente del reclinable. Su primo Juan hizo lo mismo mientras al fondo se escuchaba el sonido de la película de acción que estaban viendo.

"Miguel… ¿cómo estás?," preguntó su tío con monotonía dándole un flácido apretón de manos. El tío Pedro se encontraba en el inicio de los cuarenta pero aparentaba más de 50 años. Vestía la camisa rojo y azul del uniforme de una conocida cadena de pizzerías.

"No tan mal tío Pedro, ¿Qué tal tú?"

"Fantástico chico;" replicó. Apenas haciendo esfuerzo por ocultar el sarcasmo. "Susana, voy a mi turno de trabajo; espérenme al rededor de medianoche," gruñó su tío mientras pasaba junto a Miguel en camino a la puerta.

"No lo culpes," suspiró su tía. "los medicamentos que le están dando para la espalda lo ponen un tanto gruñón algunas veces."

La tía Susana llamó a Juan un par de veces sin obtener respuesta. Solo fue cuando enojada se paro frente a él y apagó el televisor que el regordete chiquillo se dirigió a Miguel con un aburrido "Hola"

Después de un torpe esfuerzo por conversar con su primo, todos se sentaron a la mesa a cenar. Juan devoró su comida en instantes y rápidamente regresó al televisor. Su rápida salida no molestó a Miguel; su tía parecía menos tensa sin la presencia de su hijo. Después de ayudarla con los platos, ella le propuso enseñarle su habitación.

Ella lo condujo a través de la puerta posterior y el pequeño patio trasero hacia el garaje. Dio vuelta al interruptor de la luz y continuó por una crujiente escalera de madera hacia el departamento que había sido de su suegra y que Pedro había construido sobre su taller.

Miguel estaba agradablemente sorprendido, se trataba de un pequeño estudio amueblado con una cama individual, una mesilla de noche, un viejo reclinable, un mini refrigerador, y una mesa con dos sillas. También había un pequeño baño con ducha. Su tía le explicó que hasta hacía poco tiempo, le rentaban el espacio a un joven coreano que trabajaba como mesero en un restaurant local.

"¡Está genial tía, realmente te lo agradezco!"

"Me agrada que te guste cariño, y recuerda que cualquier cosa que necesites, estoy a tan solo unos pasos" contestó ella mientras señalaba por la ventana hacia la casa principal.

"Gracias tía Susana, lo tendré en cuenta"

Ella lo abrazó para despedirse y descendió por las escaleras de regreso a la casa principal.

Miguel desempacó y luego pasó una hora hojeando las revistas que había adquirido en la terminal de autobuses. Después de eso, se desvistió hasta quedar en bóxers y apagó la luz. La habitación olía mal e imaginó que las cosas podrían mejorar si abría una ventana.

Mientras Miguel se aproximaba a la ventana frontal, se dio cuenta de que había una luz prendida en la planta alta de la casa justo frente a él.

Se asomó tras las persianas y vio a su tía Susana de pie frente a la cama y de espaldas a su ventana. Observó con curiosidad mientras ella se quitaba los zapatos y soltaba su largo cabello. Estaba por regresar a su cama cuando ella giró desabotonando su blusa.

Miguel se sintió incomodo por espiar a su tía, pero la sensación de observar a su tía en un momento privado lo excitaba.

La situación se tornó más interesante cuando ella se quitó la blusa y cuidadosamente la puso a un lado. Podría estar a mediados de los treinta años, pero su pequeño cuerpo y su abdomen plano le daban un aspecto juvenil.

Maldición, esto está mal, pensó Miguel mientras la veía caminar por la habitación con un sexy brasier negro.

El permanecía sorprendido mientras ella se volvía de espaldas a la ventana y soltaba su falda dejándola caer al piso. Aunque se sentía culpable, sus hormonas no le permitían dejar de observar.

Vio su apretado trasero enfundado en un par de pantis negras y esto fue capaz de lograr una tremenda erección en él. Podría ser la hermana de su madre, pero eso no la volvía menos mujer.

Su corazón se aceleró cuando ella soltó su brasier mostrando un par de firmes senos. No eran enormes como las de una estrella porno o una desnudista, pero eran bonitas y se mecían con gracia mientras luchaba por abrir el cajón de la ropa sucia.

El excitante show termino cuando ella se puso una enorme playera para dormir. Segundos más tarde, las luces se apagaron y Miguel quedó solo en la oscuridad con su erección.

Saltó a la cama e invocó las imágenes de una escena lésbica protagonizada por Katie Holmes y Scarlett Johanson. Por lo general algo así era suficiente para logara una buena corrida pero, después de veinte minutos de infructuosos tirones, decidió recordar la reciente imagen de su tía Susana a través de la ventana y la corrida se produjo de manera casi instantánea.

Minutos más tarde, dormía como un bebé. A la mañana siguiente Miguel despertó con el sonido de alguien tocando a la puerta. Medio dormido giró en la cama y se puso unos vaqueros dirigiéndose a la puerta.

Su corazón saltó cuando vio a su tía Susana sonriéndole al otro lado de la puerta.

"Lamento despertarte cariño, pero ya me voy al trabajo y quería decirte que hay waffles en el refrigerador para el desayuno y puedes tomar los emparedados que hay ahí mismo a la hora de comer. Espero que te gusten los de ensalada de pollo.

"Mmm, seguro… gracias tía" – murmuró

"Adiós cariño, te veo a la hora de la cena"- le dio un beso en la mejilla y descendió por las escaleras.

Miguel decidió omitir los waffles. Después de una larga ducha pasó el resto de la mañana, y parte de la tarde, puliendo su currículo en la Laptop. El único contacto que tuvo con su tío Pedro fue cuando el viejo le gruño un fastidiado "buenas tardes" cuando fue a la casa por un sándwich. No vio a su primo Juan para nada, pero escucho los ruidos de los disparos y explosiones en su X-box con cierta frecuencia durante el día.

Alrededor de las seis de la tarde, su tía le llamó para comer. Puesto que el tío Pedro se encontraba trabajando y Juan pasaba la tarde en casa de un amigo, serían solo ellos dos a la mesa.

Era una tarde cálida y la tía Susana vestía un top -sin brasier debajo- que le traían a Miguel incómodos recuerdos de la noche anterior. Después de la cena se dirigieron a la sala para platicar.

¿Ahora que ya tienes 19 años, que dices de un poco de vino blanco mientras recordamos viejos tiempos? – propuso la tía Susana

Antes de que él pudiera contestar, ella le tendía una copa llena de vino. Miguel la aceptó mientras ella se serví una copa también.

Durante una hora más o menos, estuvieron sentados en el sofá platicando animadamente sobre la universidad, sus familiares y su próxima entrevista. Todo era por demás inocente hasta que la tía Susana decidió dar un poco de sabor a las cosas recién terminada su tercera copa de vino.

"¿Dime, estas saliendo con alguien?, preguntó"

"No, no realmente"

"¿Qué quieres decir con no realmente"

"Bien… hay un par de chicas con las que tengo amistad y de vez en cuando nos enredamos."

Miguel se arrepintió de inmediato de haber sido tan inocente. Con certeza ella querría saber que quería decir con "enredarse".

"¡Qué! – ¿Quieres decir que duermen juntos?" ella soltó una risa aniñada. "¡No te preocupes cariño, no voy a decirle a tu madre, sé cuan aprehensiva suele ser mi hermana algunas veces!"

Miguel no contestó; simplemente miró hacia su copa y sonrió. Cuando levantó la mirada vio sus pezones erectos bajo la delgada tela del top.

"Eres un semental" dijo bromeando mientras le acariciaba el pelo cariñosamente.

De inmediato tuvo una erección y se le aterrorizo que su tía pudiera notarlo.

El teléfono sonó en la cocina, y Miguel lanzó un suspiro de alivio cuando ella fue a contestarlo.

"¡Oh hola cariño! Efectivamente ya habré terminado, le oyó decir en el receptor antes de colgar.

"Era Juan; quiere que vaya recogerlo, dijo ella mientras regresaba de la cocina.

"De acuerdo, supongo que te veré mañana," replicó Miguel haciendo un esfuerzo por no ver directo a sus senos.

"Adiós guapo," le dijo mientras le daba un abrazo. Sintió un nudo en la garganta cuando los erectos pezones de su tía se clavaron en su pecho.

Se despidió de él con una cariñosa palmada en el trasero.

De regreso en su habitación, se puso a dar vueltas en ella como león enjaulado. Eventualmente se tranquilizo, tomo un par de aspirinas, y se sentó a estudiar para su entrevista.

Un par de horas después estaba listo para dormir. Se desvistió y se deslizó bajo las sábanas. Sin embargo, la suave luz proveniente de las persianas era difícil de ignorar. Sabía que no debería, pero no podía resistir la tentación de espiar a su tía.

Espió a su tía mientras ella se encontraba acosta sobre su cama encima de las cobijas, leyendo lo que parecía ser una novela romántica. Vestía una bata corta de color rojo estilo kimono y su largo cabello estaba suelto y caía sobre sus hombros.

Ella se sentó a leer en silencio por varios minutos antes de dejar el libro, cerró con fuerza sus ojos y aspiró profundamente. Permaneció inmóvil por unos segundos y después giró abriendo el cajón superior de la mesita de noche. Revolvió un poco antes de encontrar lo que Miguel creyó un teléfono móvil.

Ella acarició el largo objeto cilíndrico al que Miguel calculó al menos 20 centímetros de largo.

Joder – tiene un vibrador, pensó él.

Dio vuelta a un botón en la base y arqueo ligeramente la espalda. Miguel no podía creer lo que pasaba mientras el artilugio cobraba vida con un zumbido.

Una enorme erección le vino al tiempo que ella abría sus piernas e introducía el juguete entre sus muslos.

Su Kimono rodó y Miguel pudo ver sus negros vellos púbicos pulcramente arreglados. Había una sonrisa dichosa en su cara cuando ella abrió un poco más ancho y pasó el aparato de arriba a abajo de los labios exteriores de chocha. Su boca formó una "o" pequeña mientras ella arqueaba más su espalda y suavemente se introducía el juguete.

Lo hizo lentamente pero firmemente al principio, finalmente cogió el paso y encontró su ritmo. Ella se retorcía como serpiente metiéndose el dildo más profundo y más rápido con ambas manos.

Cuando ella empezó a brincar como un potro y su cara se torció en una mueca, Miguel sacó su miembro y comenzó a cascarse una buena paja...

"Sí, córrete pequeña perra caliente" - murmuraba, mientras sonreía con desprecio - tirando de su verga cada vez más rápido.

Sólo entonces, el cuerpo de su tía, sufrió un pequeño espasmo, giró bruscamente, y de repente se puso rígida, Eso era todo lo que Miguel necesitaba - él se corrió intensamente, mientras disparaba espesos chorros de semen sobre las persianas.

La tía Susana permanecía inmóvil en su cama – con las piernas abiertas y el dildo aún enterrado en su chocha. Lentamente fue recuperando las fuerzas y buscó entre sus piernas removiendo su amante de baterías.

Miguel seguía viendo cuando ella se levantó de la cama y guardo nuevamente el juguete en el cajón de donde lo había tomado, dirigiéndose después al baño. Momentos después ella salió enfundada en una playera.

Mientras ella apagaba las luces de su habitación, Miguel vio las luces de la camioneta de su tío que en ese momento llegaba.

Miguel se levantó tarde a la mañana siguiente. Apenas tenía tiempo de bañarse, rasurarse y vestirse para su entrevista con el Sr. Davis de Clark & Asociados, el más importante despacho de arquitectos en Denver.

Durante el viaje en autobús a la ciudad, vívidas imágenes de la tía Susana y su vibrador rondaban por su cabeza. Se preguntó si el coreano que vivía antes que él en el apartamento tuvo la oportunidad de disfrutar del mismo espectáculo.

Llegó a la oficina a las 10:27 AM, justo tres minutos antes de la cita, aunque el Sr. Davis lo tuvo esperando otra media hora antes de recibirlo.

Davis era mucho más joven de lo que Miguel esperaba y la entrevista duró no más de 20 minutos. Para su sorpresa fue extremadamente sencilla, no hubo preguntas difíciles y demostró sin lugar a dudas sus conocimientos en la carrera. Miguel dejó la oficina sintiéndose confiado de obtener el empleo.

Sin prisa por regresar a la casa, él pasó el día explorando el centro de la ciudad, visitando cafés, librerías, y parques. Alrededor de las cinco de la tarde, cuando la mayor parte de la gente se dirigía a casa, decidió entrar a ver una película. Aún seguía consternado por las imágenes de su tía Susana masturbándose y se le hacía incomodo el tener que sentarse frente a ella a la mesa a la hora de cenar.

Se preguntaba si ella habría dejado las cortinas de su habitación abiertas a propósito

Tonto, es tu tía – pensó – ¿Por qué demonios dejaría abiertas las cortinas intencionalmente?

Era tonto profundizar tanto en la situación. ¿Por qué la culpo a ella? ¡Soy yo el que invade su privacidad! ¡Soy yo el pervertido, no ella! Concluyó

Regresó alrededor de las 8:30 esa noche. Cuando vio el resplandor de la TV en la sala, optó por ir directo a su habitación sin pasar por la casa principal.

Lo primero que hizo fue quitarse el traje y ponerse una playera y un pantalón corto. Tomó una vieja revista de ciencia ficción y se sentó en el reclinable.

Más o menos una hora después, Miguel escuchó el sonido de alguien subiendo por las escaleras. No necesitaba una bola de cristal para adivinar de quién se trataba. Puso la revista a un lado y se levantó para abrir la puerta.

"Miguel, me asustaste" - dijo ella

Extrañamente ella vestía el mismo Kimono de la noche anterior.

"Lo siento, no fue mi intención hacerlo. Escuché tus pasos en las escaleras y me levanté a abrirte la puerta" – dijo invitándola a pasar.

Susana traía con ella un plato de galletas y un vaso de leche los cuales puso en la mesita de noche.

"Sólo quería saber cómo te había ido en la entrevista" – dijo ella.

"De maravilla, creo que me van a contratar para ese internado" – respondió Miguel.

¿En

verdad

?

¡Es fantástico! Cuando evitaste pasar por la casa, imaginé que no te había ido tan bien y decidí traerte un bocadillo para consolarte.

Se sentó en el borde de la cama y se recostó después sobre sus brazos. El kimono se levanto un poco y Miguel alcanzó a ver parte de sus pantis color azul cielo.

Miguel comenzó a creer que ella estaba jugando algún tipo de perverso juego con él

Me sentía muy cansado cuando regresé de la ciudad y simplemente deseaba un momento a solas – dijo Miguel tratando de que pareciera verdad.

"¡Oh, está bien, los cariño…! lo entiendo" dijo ella mientras con lentitud abría sus piernas tímidamente para enseñarle otra vez sus bragas.

Su Kimono se había puesto flojo y se había abierto bastante para dar una vista completa de sus pechos desnudos. Ella le vio mirar fijamente y no hizo ningún esfuerzo por cubrirse.

Ésa era toda la prueba que él necesitaba.

"BIEN - ¿QUÉ COÑO PASA AQUÍ, TÍA SUSANA?", exigió.

El enojo en su voz la cogió claramente por sorpresa - ella cerró y abotonó su kimono

"Miguel

por

favor",

gimoteó

.

¡No trates de hacerme pendejo! ¡Es tan jodidamente obvio! – ¡El flirteo, andar medio desnuda frente a mí, sin mencionar los espectáculos nocturnos que montas cuando el tío Pedro está repartiendo pizzas!

"Miguel, por favor… tu no entiendes"

Él la agarró por los brazos y la arrinconó contra la pared.

"¿Qué es lo que no entiendo?"

"¡Bien, lo siento! " su voz se quebró y lágrimas inundaron sus ojos. "¡Lo siento mucho cariño - lo siento mucho!"

Ella se derrumbó sollozando entre sus brazos. Su confesión enfrió su enojo un poco y él la abrazó.

"¿De qué va todo esto, tía Susana… dime la verdad?"

Ella lo veía con las mejillas humedecidas por las lágrimas.

"Desde el accidente de tu tío, no ha podido hacerme el amor. ¡Hemos probado todo - Viagra, las salidas románticas, todo! ¡Nada funcionó… los doctores piensan que el daño podría ser permanente! "

Hizo una pausa para limpiar una lágrima con su kimono antes de continuar.

"¡Sólo necesito saber que aún soy capaz de hacer que un hombre me desee! Lamento haberte involucrado, pero no pude evitarlo"

El enojo de Miguel se volvió lástima. Pero cuando él sostuvo su tembloroso cuerpo en sus brazos, sintió que algo más se apoderaba de él. Él tenía una tremenda erección, y sin duda ella podía sentirla presionando contra ella.

Ella buscó y sostuvo su mirada.

"Yo creo que yo te debo algo por ponerte en este aprieto" dijo ella serenamente anunció.

Sin decir otra palabra, se arrodilló delante de él.

Miguel no puso objeción mientras ella bajaba sus pantalones, sacaba su tiesa verga y la lamía lujuriosamente.

¡Joder, mi propia tía me la va a mamar! – pensó

Tiernamente, ella besó el glande de su enhiesto miembro antes de meterlo totalmente en su boca.

Ah, sí… suspiró el mientras su amada tía Susana le daba una tremenda mamada.

Mmmm… mmmm… mmm… gemía ella mientras magistralmente trabajaba la tranca con los labios.

Parecía un sueño, pero cuando volteó hacia abajo y vio a su tía chupándole la verga, supo que se encontraba bien despierto. La tomó de la parte posterior de la cabeza y comenzó a follarle la boca.

Susana continuó masturbándole con la mano cuando se retiro para tomar aire

"Vamos bebé, córrete" – dijo ella e introdujo de nuevo la tranca en su boca.

Miguel asió su cabeza con ambas manos tomando el control. Él comenzó a bombear en su boca cada vez más rápido con tal fuerza la hizo perder el equilibrio. Como auténtica campeona, se recupero rápidamente y se esmeró más en complacerlo. Parecía como si se alimentara de su propia lujuria.

El cuerpo de Miguel se tensó ante lo inevitable advirtiendo a su tía. Él afianzo su cabeza y una erupción de semen llenó la tibia boca de Susana.

¡¡Ahhhh!!

Ella se atragantó cuando la primera explosión roció sus amígdalas. Sus ojos giraron atrás mientras la leche de Miguel goteaba por su barbilla.

Sus rodillas debilitaron y él perdió el equilibrio cayendo hacia atrás - chorros de leche rociaban la cara de Susana formando espesas gotas

"Oooh… Oooh… Oooh", gemía ella conforme cada borbotón aterrizaba.

Él se asió de la mesa para sostenerse, mientras su Tía Susana se apoyaba atrás y devoraba golosamente el semen que encontraba fuera de su boca. Después de acabar con la última gota, ella lo limpió diligentemente la verga de su sobrino con la lengua antes alejarse para hacerle saber que había hecho más que suficiente.

Después de tomar varias respiraciones profundas, ella se levantó, agarró una camiseta sucia de su bolsa del lavado y limpió lo poco que no había bebido.

"No estoy orgullosa de mí, Miguel… Espero que puedas perdonarme", dijo ella serenamente sin hacer el contacto visual.

Miguel estaba mudo. ¿Aun cuando él pudiera hablar, que podía decir?

"Yo te llevaré mañana a la ciudad. Prometo que yo no habrá jugueteo. Espero que las cosas entre nosotros vuelvan a ser como antes… creo que lo mejor para los dos es que pretendamos que esto nunca pasó", dijo tristemente cuando ella se volvió y salió por la puerta.

Miguel fue a la ventana y vio pasar a su tía por el patio. Él podía ver el resplandor de la TV fluctuar en el cuarto delantero cuando ella abrió la puerta trasera y entró en la casa.

Miguel estaba aturdido.

Sabía que sería imposible pretender que nada de eso había pasado.