Los ortiz
Familia bien y los chicos se divierten...
LOS ORTIZ
La familia Ortiz vivía en un hermoso country cerca de la capital,. Esos lugares donde hay vigiladotes. Puertas enormes. Casi muros. Allí nadie entra o sale sin autorización y sin pasar por varios controles.
Allí al señor Felipe Ortiz se le había antojado en ese verano, concretar en su casa unas reformas que tenía hacía tiempo en carpeta. La casa era enorme y muy bonita. Era de dos plantas como casi todas las de ese lugar.
El señor Felipe estaba casado hacía años con Juana y de ese matrimonio habían nacido tres hijos: Lucrecia, Joaquín y Violeta, la menor.
El lugar era muy tranquilo, porque a pesar de estar cerca de la Capital, se encontraba a varios metros de la autopista y los ruidos de motores era lejanos.
El ruido avanzó cerca de las diez de la mañana. Eran unos cuantos operarios, obreros de la construcción que invadieron la casa como hormigas. Así lo sintió al menos Joaquín. Los ruidos hicieron que se despertará y se sintiera de bastante mal humor. Ellos no estaban acostumbrados a levantarse muy temprano.
El señor Felipe recibió a los muchachos y enseguida comenzaron a discutir e intercambiar opiniones con Lorenzo, el jefe de obra. Estuvieron así un rato, mientras departían unos mates espumosos. Una vez que llegaron a un acuerdo, el señor Felipe se marchó hacia su trabajo en la ciudad. Juana, la esposa aún descansaba dormida en el cuarto marital.
Joaquín observó por la ventana y vio a los obreros que iban y venían de un lado a otro. Estiró los músculos y bostezó automáticamente, dio unas vueltas por el enorme espacio de su habitación. Se sentó frente a la computadora, miro algunos mensajes y entró en algunas páginas. Volvió a mirar por el ventanal y decidió darse un baño. El calor comenzaba a hacerse sentir.
Se quitó el calzoncillo tipo pantaloncito, única prenda que llevaba encima y se metió en el cuarto de baño, que también contaba con un enorme ventanal, donde la luz penetraba con una fuerza descomunal a esa hora. Abrió el grifo dorado y el agua comenzó a resbalar por el joven y atlético cuerpo de Joaquín.
Fue en ese momento en que Lorenzo se dirigía al techo de la casa y sin querer se quedó mirando la imagen. Algunos cuartos estaban en el piso de arriba y este de Joaquín estaba en planta alta, fue por eso que Lorenzo quedó transpirando. Una pared le servía de escudo. Allí pudo mirar tranquilamente al joven disfrutar de su baño. Observó sin temor aquellas nalgas duras. Su imaginación se calentó y pensó en acariciar esas nalgas. Vio como el joven pasaba el jabón sobre su cuerpo. Vio el instrumento semi duro y observó que el chico lo masajeaba con placer. Se sintió caliente y cada vez más excitado. Pensó en cogerselo allí mismo, pero se contuvo y se dijo a si mismo que aquello era una locura. El sudor le chorreaba por la frente morena y ancha. Su nariz se hinchaba al ver aquel cuerpo que le gustaba.
A Joaquín entretanto, le pareció ver un movimiento, una sombra contra la pared, se puso alerta y sonrió perverso. Miro de reojo, pero no podía ver quien andaba por ahí. Sentía que alguien estaba observándolo. ¿Quién sería? Busco como al pasar entonces las poses más calientes. Pasó varias veces los dedos por su cola. Se apretó las nalgas con ambas manos. Se abrió y se hurgó para que el mirón babeara. A esa altura Lorenzo volaba a punto de estallar de calentura abrasiva. Joaquín hundió sus dedos en el agujero de su culo y se masturbó suavemente con la verga dura, pero sin acabar. Solo masajeándolo y sobando sus huevos jóvenes sin rastro de bello en ningún sitio.
Después de un rato se envolvió una toalla de colores fuertes. Se la paso lentamente por su piel ardiente, mirando siempre de reojo, pero en ningún momento alcanzó a descubrir al voyeaur.
La verga de Lorenzo estaba a punto de estallar. Tenía que hacerse de aquel culo. No sabía de que manera, algo se le ocurriría. Joaquín desapareció del ventanal y Lorenzo con gran esfuerzo continuó con sus tareas, siempre con la cabeza en aquel cuerpo que deseaba, en aquella carne que lo hacía vibrar. La imagen, esa visión hacía que su verga creciera sin demora.
Cuando aquel día finalizo, la esposa de Lorenzo fue la afortunada. Casi no la dejo hablar, la cogió sin miramientos, alzado completamente con la imagen del chico en la cabeza. La esposa hasta fue atendida por su trasero con especial cariño. Ella agradecida.
Al día siguiente mas o menos a la misma hora, Joaquín repitió lo anterior y otra vez se sentía espiado y eso le encantaba. Lorenzo con su pantalón a punto de romperse, empujando con la verga crecida. Igual que el día anterior, Joaquín se divertía calentando al mirón.
Era la hora de la siesta cuando Lorenzo tocó a la puerta de Joaquín. El joven atendió.
__Perdón, pero necesito tomar una medidas, ¿Puede ser?__ preguntó Lorenzo
__Pase, pase, adelante__ la boca de Lorenzo casi se cae de lado. El chico solamente tenía puesto un bóxer y mostraba su cuerpo sin vergüenza alguna. __Haga lo que tenga que hacer, por mi no se preocupe__ diciendo esto el chico tomo un toallón y se dirigió al cuarto de baño.
La cabeza de Lorenzo estaba a punto de romperse. Más aún cuando escuchó el agua caer, quiso entrar ahí mismo, pero se contuvo. Su verga latía. El sudor bañaba su cuerpo.
__¡Si quiere algo de aquí, entre sin problemas!__ gritó Joaquín . Los oídos del hombre se pusieron alertas. Los músculos se tensaron. Un frío recorrió su espina dorsal. El corazón dio un salto, bombeaba sangre a un ritmo enloquecido. La verga no lo dejaba caminar tranquilo.
Entró al cuarto del chico y este le daba la espalda. Miro de cerca ese culo y la baba le corrió entre los dientes.
__¡Permiso, debo tomar unas medidas aquí! __dijo excusándose Lorenzo
__Haga nomás__ contestó Joaquín, restregando como al descuido sus duras nalgas.
Lorenzo hacía como que tomaba unas medidas, pero no podía quitar la mirada de aquel cuerpo. En eso estaba cuando escuchó como un quejido del chico.
__¿Qué le pasó?
__Nada, nada un poco de champú en los ojos y el jabón que voló no sé donde…__dijo esto mientras daba vueltas en el lugar, girando sobre su eje, en realidad haciendo que buscaba, pero buscaba otra cosa. Lorenzo recogió el jabón y al acercarse al chico rozó la verga con su mano, el chico se detuvo, la acarició y notó que comenzaba a crecer y a ponerse dura.
__¡Ohhhh, que bueno!__ exclamó el muchacho dejándolo hacer. Lorenzo apretó más la herramienta, la sopeso, la recorrió, la pija estaba completamente alzada. La ropa de Lorenzo se estaba mojando porque el agua seguía cayendo sobre ellos. Beso las tetillas del chico que se endurecieron rápidamente. Las lamió y las mordisqueó, mientras Joaquín acariciaba el pelo del hombre caliente. El chico jadeaba mientras le quitaba la camisa a Lorenzo, la verga de Joaquín era sacudida por Lorenzo. Le acariciaba los huevos, y apretaba otra vez la verga. El hombre como pudo fue quitándose los pantalones. Joaquín hurgo en los calzoncillos y atrapó por fin la vergota del hombre que estaba a punto de reventar de dura, todo era lujuria. Joaquín prontamente en cuclillas atrapó la verga de Lorenzo, la beso con los labios, como no queriendo, como resistiéndose al placer, le paso su lengua y la degustó glotón. La hizo vibrar, le hizo unos cuantos mimos y finalmente la tragó. Lorenzo se tuvo que apoyar en la pared porque temió desmayarse del placer y el deseo cumplidos. El muchacho lo atacaba con sus fauces abiertas, como desesperado, como que había esperado el encuentro con el mirón, porque ahora sabía que era él quien lo había estado mirando. El chico lo chupó, lo mordió suave, y volvía a tragar la verga. Tomaba alternativamente los grandes frutos del hombre que estaban hinchados. Lorenzo acariciaba la cabeza del chico, tiraba sus cabellos y lo empujaba contra su virilidad al máximo.
Joaquín se puso de pie, mientras el agua fresca seguía cayendo sobre los ardientes cuerpos desnudos. Busco la boca del hombre y se confundieron en besos. Tomándose cada uno de la poronga del otro y masturbándose, en tanto las lenguas se escarbaban por toda la cavidad. Fue Lorenzo quien luego de un momento bajó y atrapó la pija del chico que gemía. Los huevos de Joaquín fueron deglutidos por la boca enorme de Lorenzo. Un rato después lo giró lentamente mordiendo cada rincón de carne. Las nalgas quedaron a la vista. Las pellizcó. Los dientes saciaron la sed de piel. Hurgo en su agujero medio abriendo las nalgas. Chupó y succionó sin contemplaciones ese objeto. En tanto Joaquín se retorcía como animal herido de muerte, entregándose por completo a aquel masaje.
Lorenzo de golpe se fue parando, besando la espalda del chico palmo a palmo. Mordía y rozaba con el animal brillante y deseoso. Fatalmente apoyo la cabeza violácea en la entrada entreabierta por los masajes. Empujó suave, esperó, tensó sus nervios. Empujó otra vez y la cabeza fue entrando. Los alaridos del chico fueron creciendo. El ardor daba paso al placer. El instrumento entraba por completo, avanzando, disfrutando y escuchando los grititos de placer enloquecido que daba Joaquín. Lo clavaba profundamente. Se movía feroz dentro del chico totalmente penetrado. El chico empujaba las caderas hacia atrás ayudando a la cogida. Lorenzo besaba el cuello del chico y apretaba sus tetillas paradas. Tomaba la pija del muchacho y lo pajeaba sin descanso. Apretaba los huevos haciendo gozar más y más al chico deseoso y pasional. Fue entonces que Joaquín empezó a soltar los chorros de leche, sobre la mano del hombre, el piso, las paredes. Dando un grito salvaje, estertóreo. El cuarto de baño se llenó de gritos de pasión por todas las paredes. Lorenzo aún aferrado en la verga de Joaquín fue acabando y llenando el culito del chico que se movía y se movía y gozaba con el pedazo de Lorenzo dentro de el.
Continuaban pegados, dando suspiros y acariciándose mutuamente. No se dieron cuenta de que estaban siendo observados. En el marco de la puerta Mica sonreía. Esperando ser vista.
__¡Oh! Lo siento…__ dijo sorprendido y tímido Lorenzo, mientras sacaba el bamboleante fierro del orto del chico
__¡Tranquilo, es mi novia!
__¡Ah!__ exclamó más confundido aún.
__¡Hola amor!¿Divirtiéndote sin mi?¡Que malo!__ Lorenzo no entendía nada.
La chica tomo de la mano a Joaquín y lo arrastró a la cama. Sentido en el borde se metió su verga en la boca y empezó a mamar. La verga se levantó enseguida. Mica lamía y chupaba. Se detuvo y miró a Lorenzo __ No seas tímido veñi__ Lorenzo se acercó y ella poniéndose de pie, alcanzó su boca y la pegó a la del hombre, cruzando su lengua febril y metiéndosela hasta la garganta. Mientras con la mano iba acariciando la poronga que daba signos de vida. Se desvistió, Lorenzo vio ese hermoso cuerpo, joven, con las carnes duras. Mica hizo señas para que el hombre se sentará la lado de Joaquín y así lo hizo. La chica empezó a chupar ambas pijas alternando una y otra. Los dos hombres con sus pijas arriba gozaban de la mamada que les daba aquella gata salvaje. Entretanto ellos se besaban chorreando saliva y peleando con sus lenguas a punto de derretirse.
Ellos tomaron a la chica y la acostaron en medio. Chuparon sus tetas pequeñas pero sabrosas. Uvas del trópico. Sabores extraños. Aromas que perfumaban el lugar y le daban un sentido aún más caótico y despreocupado. Lorenzo bajó a la entrepierna de la chica y lamió la cueva que se iba mojando despacio. Entró en ella. Succionando, clavando un dedo, entrando con dos. Así como estaba Lorenzo apuntó su verga en la entrada de la chica que lo recibió sin miramientos. Joaquín seguía lamiendo y mordiendo las tetas de su novia que recibía la pija del hombre dando un gemido largo. Así estuvieron un rato. Hasta que Joaquín se colocó detrás de Lorenzo y empezó a chupar el culo. Lorenzo meneaba aún más las caderas. En eso Joaquín metió un dedo y luego dos. Mas tarde apoyó la verga en la entrada posterior y fue haciendo fuerza y penetrando, mientras la novia era cogida por el hombre. Lo bombeó unos instantes. Entonces Mica quiso ser penetrada por los dos. Joaquín se apoderó de su vagina y Lorenzo entró por detrás la chica disfrutaba de la cogida. Arañaba el pecho de su novio. Tenía orgasmos ininterrumpidos, y no paraba de gozar. Cambiaron otra vez de posición unas cuantas veces. Ella otra vez se apoderó de las vergas de sus amantes y primero se bebió la leche de uno y luego del otro. Los chupo alternativamente hasta que las pijas desfallecieron. Los limpió y chupo los anillos, los huevos, dejando a sus amantes sin aire.
Se besaron hasta el hartazgo hasta quedar rendidos y sumidos en un sopor de siesta que los hizo pasear por otros cielos.-