Los origenes de Lobo

Historia caliente con algo de humor y mucha imaginacion, donde nuestro escritor es convertido en Hombre Lobo.

Me sorprendí despertando en la noche, en un lugar que no conocía...

Poco a poco mi mente se fue clarificando y pude darme cuenta de donde me encontraba. Era una habitación blanca aséptica, como de hospital ¡Coño, era un hospital! Intenté incorporarme y sentí mis manos sujetas con unas cintas a la cama que impedían moverme. No entendía nada, solo recordaba mi viaje a Frankfurt a la feria.

Me fijé en mi brazo izquierdo, y allí donde estuvo mi tatuaje, se hallaba escondido por un vendaje ensangrentado. Me entraron sudores fríos, o sea me acojoné.

Intenté llamar a alguien y no pude articular palabra. Pasando los minutos, comencé a recordar flashes de algo ocurrido anteriormente. Paseaba con alguien por un parque frondoso, era de noche. Intuí en mi recuerdo que era una mujer la que me acompañaba, pero su cara no la reconocía. De golpe, recordé como me sentí impelido hacia el tronco de un árbol golpeándome en le pecho y cayendo luego al suelo. Al instante sentí un dolor lacerante en mi hombro izquierdo, como si me dieran dentelladas. Luego gritos, sirenas y voces en alemán, no entendía ni papa, me desmayé.

Empezaba a recobrar la voz, me salía con esfuerzo... Emití un gruñido lo mas fuerte que pude y al cabo llegó una enfermera como un armario ropero. Me recordaba a las matronas nazis, mas de 1,80 recia y de brazos fuertes, pelo recogido en un moño y rubia, de piel muy blanca. La mujer hablaba con fuerza y no le entendía nada, me soltó las muñecas de las ataduras, me dio la vuelta como si fuera un oso de peluche clavándome una inyección que me hizo ver todas las constelaciones. ¡Joder con la tía! En décimas de segundos me coloco en de cubito supino y note con cierta vergüenza como una tienda de campaña se erigía en el camisón que llevaba puesto. No sé que me inyectó la jodida enfermera pero mi pene reaccionó al instante poniéndose como una piedra de duro.

Los ojos de la enfermera, parecían querer salir de sus orbitas. La muy zorra me levanto el camisón y mirándome en mis partes se relamía con fruición. Cogió con su mano mi instrumento y lo manoseó colocándose muy cerca de mí.

La gigante blanca, engullo en un tres por dos mi polla, chupándola como si fuera lo ultimo que iba a hacer. Yo estaba alucinado, no es que no hubiera tenido experiencias raras, pero esta... Joder, no me había dado tiempo ni de decir "Pío".

Mientras me chupaba y pajeaba con una mano, con la otra sacaba unas tetas enormes de su uniforme. En mi vida había visto semejantes tetas, alguna vez en fotos porno y eso, pero al natural y sin siliconas, no. Me cogió mi mano derecha y la llevo a sus ubres, y claro como por inercia, me puse a magrear semejantes atributos. La muy zorra me estaba dando un placer de la ostia. A los los minutos y sin quererlo, me corrí en su boca con unos espasmos que hacia que mi hombro izquierdo ardiera de dolor. Pero el placer fue sublime, mas cuando la mujer se enderezo, saliéndole mi semen por la comisura de sus labios y se llevo mi mano a su conejo. Aun no salía de mi asombro cuando la tía se masturbaba con mi mano como si fuera un puto consolador y comenzando a decir palabrotas y lanzar gemidos ahogados. En menos que canta un gallo, la enfermera cayó como fulminada en mi cama, desparramándose encima de mí.

De repente, la mujer se levantó y salió como cuando a alguien lo lleva el viento. Casi chocando con un hombre con bata blanca que entraba en esos momentos a la habitación.

-Buena noshes, senor Manu... -Quise entender que decía el recién llegado. El hombre chapurreaba algo de español e intentaba explicarme lo que me había ocurrido.

Según dilucidé y al parecer, me había atacado un perro lobo de gran tamaño que llevaban buscando hace unas semanas ya. Habían disparado al animal pero su cuerpo no fue encontrado. Le pregunte por la mujer que me acompañaba, quedando perplejo el tío, me comento que no había nadie conmigo que estaba paseando solo. Me callé y quede pensativo, sin darle mayor importancia, total no me acordaba de nada más.

La herida del hombro se curaba rápido, según les oía decir a las enfermeras que me curaban. Llevaba ya cinco días allí y no me daban el "alta" esperando unos análisis especiales para saber si el animal me había contagiado rabia o algo por el estilo.

La enfermera gigante, como la llamaba yo, se desvivía en atenciones conmigo, todas las noches me mimaba y me mamaba mi miembro y se pajeaba con mi mano sana. La ultima noche que pasé en aquel hospital, la mujer esta, vino con mas animo y, la verdad, casi me asuste al ver su cara de lujuria. Ya movía mi brazo izquierdo bastante bien, la herida no dolía ni sangraba. La enfermera, cerró la puerta de la habitación y la atranco con una silla en el pomo. Le bastaron dos segundos para quitarse la bata blanca, soltarse el moño de pelo recogido en la cabeza y quedar ante mí con un liguero blanco sujetando las medias también blancas y nada más. ¡¡¡Joder!!! ¡¡Que cuerpo tenia la muy zorra!! Las tetas enormes que ya dije, se sujetaban como si tiraran de los pezones con un hilo hacia arriba, desafiaban las leyes de la gravedad. El cuerpo a pesar de ser tan grande no tenía ni un gramo de grasa, se notaban músculos que no conocía yo en ninguna mujer. La tripa la tenia plana y blanca como todo su cuerpo. El coño, estaba tapado por una tupida mata de pelo rubio ensortijado que le llegaba desde el ombligo a las ingles y parte de la cara interna de los muslos. Levantó los brazos enseñando unas axilas peludas de rubio también y las tetas acompañaron la subida de brazos ascendiendo hasta la altura de su cuello casi.

La melena que lucía, era de puro vicio, lo que más me impacto gratamente de ella, o más bien lo único. El pelo le caía por los hombros y bajaba por debajo de sus tetas y en la espalda hasta la mitad. Al soltarse el pelo su cara había sufrido una grata transformación, denotaba una belleza escondida y entonces me fije en los detalles de su cara mientras ella intentaba hacer movimientos sexis. Una cara fina, labios regordetes y ojos azules como el cielo, franqueados por unas finas cejas y largas pestañas casi blancas. Ni que decir tiene que mi polla se puso tiesa y dura como el hierro. Se subió en la cama y puso su culo en mi cara dirigiéndose a la polla que había adorado estos días todas las noches. La lamía con desespero mientras trajinaba en mis testículos. Como pude, abrí sus nalgas dejando ver su pelambrera espesa que tapaba su raja y subía hasta su ano. Explore con las manos aquel chocho y lo abrí dejando ver unos labios grandes de color rosado oscuro y mojados y relucientes. Se veía que la enfermera gigante estaba excitada mucho antes de entrar. Acerque mi lengua a esos labios y los recorrí, sintiendo un como un escalofrió le erizaba los pelos del lomo y gemía mas fuerte mientras jugaba con su boca en mi polla.

Mojé todo su alrededor y llegando a su vagina le introduje l apunta de mi lengua, metiéndola y sacándola como si la follara.

La tenue luz de la habitación me había impedido ver algo que me alucino al máximo. Allí a escasos centímetros de mi boca vislumbre un clítoris que parecía un pene en miniatura. Calcule que mediría dos o tres centímetros de contorno y unos cuatro de largo. Acerque mi lengua y note como las palpitaciones de sangre llegaban a él, y lo ponían duro como un pene. Lo metí por completo en mi boca y lo chupe con fuerza, lo tildaba con mi lengua. La tía se estaba volviendo loca por momentos.

-Mas!! er, saugt sie mas laut!!! Dollar!!!- Le oía gritar sin sacar mi polla de la boca.

Justo cuando sentía que mi eyaculación salía, me agarro con fuerza de los testículos tirando de ellos; El dolor y la acción en si cortaron mi corrida de raíz.

Seguí chupando la almeja de la gigante con ansia y cierta dosis de violencia, pensaba estar vengándome del dolor de huevos que me había prodigado. Le metí dos dedos en el ano, sin mojarlos ni nada y de golpe, hasta los nudillos mismos.

Arqueo la espalda sin soltar mi pene que mordió al quedarse sin respiración, y gritando empezó a correrse como una puta. Al instante recibí en mi boca y mi cara un chorro de liquido caliente, pensé que era que se había meado, pero el sabor y la textura del liquido me hizo comprender que era una eyaculación femenina. Sorprendido, por ser la primera vez que sentía eso, seguí chupando hasta que violentamente se retiro de mi cara.

La gigante se colocó encima de mi pubis y con una mano encaró mi polla en su vagina y acto seguido se dejo caer a peso.

-AGGGGHHHHHHHH!!!!-El dolor que tuve me dejo casi sin sentido, note como la piel de mi polla se estiraba de golpe y porrazo; ¡¡la muy zorra era virgen!!! La mujer tenia la cara descompuesta del dolor, pero no dejo de subir y bajar metiendo y sacando mi polla en su chocho.

La tía sudaba como una cerda, su sudor me empapaba la cara. Sujete sus ubres con ambas manos y apreté amasándolas. Los pezones duros como piedras permanecían erectos, eran tan grandes y gruesos como una falange de mi dedo meñique. Acerque mi boca a ellos y mordí con saña, dándole mas placer que dolor a la muy puta. Subiendo y bajando... se volvió loca por momentos incrementando la velocidad de sus embistes. Se corrió emitiendo gritos y sollozos.

-Meine Liebe!!! Repetía una y otra vez. Hasta que de pronto, eyaculé dentro de ella como un toro. Ella al sentir mi corrida y mis gruñidos, aumentó la velocidad impulsándose fuera de la cama y cayendo al suelo como un saco de patatas. Me hizo gracia y me asuste al mismo tiempo al ver el cuerpo en toda su envergadura despatarrado por el piso. La ayudé a levantarse mientras me besaba en la boca.

Sus tetas me descansaban en mis hombros, a su lado parecía un muñeco.

Se vistió y me dijo:

-Teuer auf Wiedersehen… moñana acompañar a hotel. La entendí a la primera, joder y tanto, mañana me iría del hospital al hotel a esperar mi regreso a España.

Acomodado en el hotel, a cargo de las autoridades de la ciudad, me dispuse a dar una ducha. Me miré al espejo y vi con cierta alegría como mi cuerpo estaba en perfectas condiciones después de aquellos días de "reposo". Me afeité, joder como me había crecido la barba desde la mañana... Fue una sensación, pero vi como mi pecho tenia mas vello que el acostumbrado. Dije para mis adentros: ¡¡Me estaré haciendo ya mayor!! Jajajaja

Abrí la ducha y metí mi cuerpo debajo del agua helada, tenia mucho calor y eso que era puro invierno. Me sequé y me puse un albornoz saliendo al bacón a fumar un pitillo.

La noche era fría y había nieve en las cornisas. Noté como el humo del cigarrillo se mezclaba con el vapor que salía de mi boca. La luna se empezaba a enseñar, una gran bola blanca. Un escalofrió recorrió mi espalda y un dolor laceró mi cuerpo obligándome a emitir un chillido extraño:

-AUUUUUUUUUUUUUUUUUGHHHHHHHH!!!!!!

Encogí mi cuerpo, quitándome el albornoz y me vi saltando desde el bacón a la calle...