Los olivenza (1)

Este el el primer relato de una serie que narra la historia de la familia Olivenza, que desde hace muchas generaciones han tendio relaciones sexuales entre los hombres de la familia. En este primer relato, un tío se lo cuenta a su sobrino después de una mútua mamada.

LOS OLIVENZA

(1)

Víctor oyó los toques en la puerta de su habitación, dejó el libro en la mesilla y contestó. La puerta se abrió una rendija y su sobrino Telmo le preguntó: ¿Puedo pasar tío?. Pasa dijo el tío. El sobrino entró en la habitación. El tío lo observó, vio que estaba apesadumbrado y tenía los ojos turbios.

  • Telmo, qué te pasa?

  • Tengo que hablar contigo. Por favor.

  • Pasa -. Se incorporó en la cama y le dijo al sobrino que se sentara junto a él.

  • Dime que te pasa, te veo mal.

Telmo se sentó junto a su tío y se cogió la cabeza con las manos. -No se como empezar...

Víctor se incorporó, se sentó en la cama y abrazó a su sobrino. En ese momento se dio cuenta que estaba desnudo y se incomodó, pero ya estaba hecho, cualquier movimiento parecería ficticio. Prefirió olvidarlo.

  • Telmo, ¿Qué te pasa?.- le dijo acariciándole el hombro y estrechándolo con su brazo.

  • No se como empezar...

Ese cuerpo de diecisiete años se estremecía y Víctor se apiadó de tal forma que le abrazó y le besó en el cuello. Ese cuello joven y bello que pertenecía a ese cuerpo tan perfecto. El tío se excitó pero se reprimió. Era su sobrino y estaba en un trance de ansiedad. Debía controlarse.

  • Telmo, por favor, cálmate y cuéntame que te pasa-. Le abrazó de nuevo y le besó en la frente mientras le acariciaba el pelo.

  • Me da vergüenza...tío....me muero de vergüenza y no se a quién contárselo...

  • Telmo, por favor...cuéntame que te pasa...no se lo diré a nadie, lo juro, pero no puedo verte así. Por favor...

  • Tío...no se lo digas a nadie...por favor....por favor....

  • Te lo juro por lo más sagrado, lo que me cuentes no saldrá de aquí. Sabes que te quiero más que a nadie y no te haré daño. Pero no quiero  verte en esta situación. Te juro que no le diré a nadie lo que me cuentes.

  • Tío...creo que soy gay.

  • ¿Y?...

Temo le miró incrédulo. -¿No te importa?.

  • No, no me importa. Y dime, ¿Porqué esas dudas?.

  • Llevo tiempo dándome cuenta que me gustan los hombres. Ya sabes que me gustan los deportes, que estoy en el equipo de remo. En fin...ya sabes...veo a mis compañeros...entrenamos, competimos...sudamos...nos duchamos...hacemos gimnasia juntos...nos vemos...en fin tío ya sabes... y me pongo al verlos. Las tías me dan igual, me importan una mierda... pero los tíos...

  • ¿Te pajeas al acordarte de ellos?

  • Si. Todas las noches.

Víctor sintió otra punzada en la entrepierna e intentó que no se notara y con disimulo se cubrió con la sábana.

  • Telmo. No se cómo decírtelo. Se que en este momento es difícil y no sabes como afrontarlo, pero es normal...con el tiempo te darás cuenta que es normal...serás feliz, encontrarás a alguien.

  • Tío, no sabes lo que dices...no tienes ni idea...

Víctor le cortó  la frase. - Lo se perfectamente Telmo, perfectamente.

El tío sujetó la cara de su sobrino con sus manos le acercó la cabeza a la suya. Frente contra frente, nariz frente a nariz, alientos enfrentados.

El sobrino miró sorprendido a su tío. -Tío...¿que dices?...tu?...

  • Telmo, yo soy gay. Pero eso no es todo. Tu padre también es gay...

...Tío...no digas tonterías...

... lo mismo que tu abuelo, tu bisabuelo y no sabemos hasta cuando llega la dinastía...pero en esta familia, todos hemos sido gays. ¿Lo entiendes?. Otra cosa es que hayamos ocultado el tema casándonos y teniendo hijos...bueno...yo no... pero los demás sí.

  • Tío, por favor..estás loco. No me creo nada...No he venido para que me tomes el pelo. Es algo muy serio para mi.

-Telmo, te estoy hablando muy en serio-. Víctor sujetó la cabeza de su sobrino y le miró muy fijamente a los ojos. -Escúchame. Escúchame atentamente. Te voy a contar algo que sabemos todos los hombres de esta familia, incluyendo  tu padre. Esto te lo debería contar él, pero ya que estamos... - Víctor comenzó a reírse. - Telmo,  fue tu padre el que me desvirgó, el que me inició. O sea que no tengas duda en contarle tus problemas. El lo comprenderá mejor que nadie.

La tranquilidad y la sonrisa franca de su tío dejó a Telmo ¿Helado? ¿Petrificado? ¿Asustado?.

  • Tío, ¿que me estás contando?. ¿Te has vuelto loco?. ¿Mi padre?.

-  Y tu abuelo, y tu bisabuelo...Viene de lejos...de nuestros ancestros...Si Telmo. Es verdad.

Y para dejar claro que lo que estaba diciendo era  cierto, le acercó los labios y le besó a su sobrino. Le besó con ternura esos labios rosáceos y carnosos.

Telmo no supo como reaccionar. Quiso retirarse, salir de esa habitación, pero el cálido contacto de esos labios le paralizó.

Su tío siempre le había gustado físicamente y personalmente. Era alegre, inteligente, despierto, cariñoso. Desde pequeño quería que le abrazara, sentir su pecho cubierto de vello oscuro en su piel, los besos que le daba arañándole la cara con la barba sin afeitar, el bulto de su entrepierna rozándole. Víctor, su tío, había sido su referente a la hora de cascarse las primeras pajas. Sobre todo cuando lo recordaba en la piscina con su bañador speedo marcando paquete y sus vellos saliendo de la cinturilla de su bañador y subiendo en zig-zag hacia ombligo para ir abriéndose en abanico hacia el abdomen y el pecho.

Telmo miró con vértigo los ojos negros de su tío y se dejó llevar por esa maravillosa oscuridad. Se acercó de nuevo a aquellos labios  morenos y los abrió para sumergirse en ellos. La humedad que encontró  le hizo perder la cabeza. Ningún compañero suyo , ni el más deseado, le hubiera dado el placer que en ese momento experimentaba.

En realidad Víctor no supo el porqué de la reacción que tuvo al besar por primera vez los labios de su sobrino. Pero los besó.

Telmo siempre había sido su sobrino favorito desde pequeño. El físico de aquel niño le había impactado siempre. Era varonil, fuerte,  de piel clara y pelo castaño claro. Los ojos oscuros destacaban en la claridad de su cara y de sus cejas. Era cariñoso y sonriente. Se abrazaba a él cuando lo veía cubriéndole de besos el cuello (zona erótica donde las había en Víctor).  Con los años el cuerpo se desarrolló sin exageración, pero dándole un aspecto más varonil y deportista. En la actualidad, Telmo se había dejado esa barba débil de adolescente y el pecho se le iba cubriendo de vello rubio casi imperceptible. Pero el cordoncillo umbilical le volvía loco.

Cuando Telmo volvió a acercar los labios, Víctor se dejó llevar por el deseo de tantos años reprimidos y cuando su sobrino abrió los labios para dejar paso a su lengua, el deseo de poseer esa boca fue la delicia que buscaba desde hacía tanto tiempo.

...Y las bocas se encontraron y las lenguas se acariciaron. Los labios se besaron y se mordieron. La temperatura de sus cuerpos comenzaron a subir y su pasión se desató. Se abrazaron, se mordieron, sudaron, se agarraban de la cabeza para no dejarse, se mordían con el afán de sentir la sangre se sus labios. Se estaba desatando una gran batalla de pasión del que ninguno de los dos deseaba salir vencido sino victorioso.

Telmo tomó la iniciativa y metió la mano entre las sábanas para encontrar el objeto deseado desde la infancia y lo encontró, pero no como lo había recordado, sino como un gran trofeo, como un cetro fuerte y duro que se le ajustaba a su mano como si se hubiera forjado para el contorno de su mano. Lo agarró y lo calibró. Era suyo. Lo habían hecho a su medida. Su cetro.

Víctor  se estremeció al notar la mano de su sobrino agarrar su polla, que se endureció y agrandó por la excitación. Se descontroló y metió la mano por la entrepierna de la bermuda de su sobrino para encontrar el tronco de Telmo. -¡Dios que tranca!-, pensó y la agarró con fuerza y la descapulló.

El sobrino gemió de placer y un chorro ambarino mojó la mano del tío que, sin poderse contener abrió la bragueta , sacó el rabo de su sobrino y se lo metió en la boca para darle la primera gran mamada de su vida. El sabor  que destilaba ese rosado capullo y el olor que emanaba de esa joven polla le descontroló y la mamó a lo bestia. Quería comérsela, bebérsela. Sobaba los huevos rubios con pasión mientras se bebía lo que destilaba la polla. Tumbó a su sobrino en la cama para estar más cómodo y poder comer todo lo que le daba el chico. Se metía la polla hasta la garganta mientras le acariciaba el pecho, los pezones, los sobacos...todos los rincones que encontraba.

Telmo gemía y se estremecía de placer. Desde que su tío le descapulló todo fue un torbellino de sensaciones que le llevaban al placer más extremo que había sentido en toda su vida. La mamada le estremecía, las caricias por todo su cuerpo eran como corrientes eléctricas que se alojaban en su sexo y en su ano llevándole a una sensación tan extrema que no sabía definirla.

En ese huracán de sensaciones hubo un momento en el que la imagen de su padre apareció. Su padre iba  desnudo, como le había visto tantas veces, tan atractivo, tan guapo, con su polla oscura abrigada por el vello negro que le cubría...

...y entonces se corrió en la boca de su tío. Sin avisar, sin decir nada. Solo con unos bramidos sordos y eróticos.

Víctor, que notó la llegada de la corrida, la dejó entrar para saborear a su sobrino en su totalidad. Notó como la lefa corría por su lengua y su garganta y la saboreó, mamó la polla para dejarla seca y luego la lamió para limpiarla.

Telmo perdió el sentido unos instantes después de la corrida. Había sido la sensación más fuerte y placentera que había sentido en su vida.

-Telmo... Telmo....

El sobrino recuperó el sentido.

  • Tío...ha sido...uffff....ha sido....lo más....

  • No mi amor, lo más ya lo descubrirás más adelante.  Ahora que te he probado me tienes que probar a mi.

Telmo puso cara de interrogación. Víctor se levantó, llevó su polla a la boca de su sobrino y le dijo: Ahora me tienes que probar a mi.

El chico abrió la boca para recibir la tranca de su tío y se dejó follar la boca, no podía ser de otra manera.

Cuando notó que su tío iba a correrse, cerró los labios para experimentar la sensación de como  una polla se prepara para estallar...y la notó...notó como se hinchaba, como se endurecía...como su tío se tensaba  y como la lefa entraba a trallazos en su boca.

Ese sabor extraño...esa textura suave...esa fuerza que le llegaba hasta la garganta...esa polla caliente y dura que se estremecía dentro de su boca y que el acariciaba con su lengua..¡Dios!....qué era todo aquello?....¡LA GLORIA!.

Las sensaciones que había tenido esa noche no podría olvidarlas nunca...nunca en su vida.

El tío se acercó a él y le besó en los labios, le lamió la boca buscando su propio sabor y el sobrino se lo dio. Estuvieron un rato lamiéndose jugando con las lenguas  pegajosas de lefa. De vez en cuando el tío dejaba caer saliva en la boca de su sobrino para luego meter la lengua e intentar recuperarla a lo que Telmo respondía con placer que le lamía la lengua jugando con la saliva y mordiéndole los labios.  Víctor le abrazó con tanto cariño...TANTO....

Se abrazaron y se tumbaron juntos en la cama.

Cuando estaban más relajados, el tío encendió un cigarrillo soltando volutas de humo, respiró placenteramente, le dio un beso en la frente al sobrino y le dijo: Telmo, te voy a contar una historia...no como me desvirgó tu padre, no...es otra historia que tienes que conocer. No se si es verdad o es una leyenda, pero es la que nos han contado a todos nosotros desde hace muchos años de padres a hijos.Te la tendría que contar tu padre, pero...Si quieres te la cuento yo?

  • Por favor tío, cuéntamela.

-Te la contaré, pero de ahora en adelante no me llames tío por favor, llámame Víctor. Ya soy algo más que un tío. ¿No?.

  • Vale Víctor. Cuéntame.

  • Bien...esto ocurrió durante la guerra de Cuba, cuando la perdimos a comienzo del siglo veinte.

Continuará... LOS OLIVENZA (2)

Este relato está dedicado a  Pablo ( de Bariloche), pero como no se como conectarme con  el le envío este texto. Espero que te guste.

karl.koral@gmail.com