Los ojos de Alma 8

Asediado

ASEDIADO

Cuando Bea me ninguneó en la cafetería, me sentí mal. Había llegado a apreciarla mucho como amiga y quizás también, empezaba a sentir algo más. No entendía su ataque de ira, no había nada entre nosotros más que una gran amistad y yo jamás le había cuestionado la relación que mantenía con su novio.

Este desplante, sumado a lo que me pasó con Nuria, me hacían dudar de mi adaptación a estas nuevas vivencias. Mi vida en el campo, o mis años de soledad en casa de José, eran más simples, blanco o negro. Pero la vida en comunidad, los pequeños gestos, las insinuaciones, decir una cosa pero hacer otra, me tenían confundido. Se suponía que una relación de afecto debería ser algo para disfrutar y yo las estaba sufriendo.

Pensaba que estaba enamorado y me correspondían y me dejaron bien en claro que una cosa era follar y otra muy diferente una relación formal de cara a la sociedad. Creí encontrar una amiga y  me humillaron. Pero cuando Bea vino a mi casa y se colgó de mí desesperada, diciendo que me amaba, deje de entender del todo.

El Ente no sabía de celos

Después de que Bea se fuera corriendo, me di vuelta y descubrí que Blanca se estaba vistiendo con expresión avergonzada.

-. ¿Por qué te vas?

-. Porque es lo que corresponde, yo ya no pinto nada aquí, te estoy perjudicando.

-. Por favor Blanca, no me abandones tú también.

-. No te abandono, siempre estaré para tí, pero como una amiga.

-. Pero para mí eres mucho más que una amiga.

Se acercó ya vestida, me acarició y me dió un pequeño beso en los labios.

-. Y no sabes cuanto te lo agradezco, pero esto debe terminar. Esa chica está enamorada de ti y se ha ido por mi culpa.

-. Pero si la semana pasada, me despreció por un estúpido ataque de celos y además tiene novio-

-. Ja ja ja, por eso te lo digo. Está loca por tí.

-. No te entiendo.

-. Ni te lo pienso explicar. Es hora de que vivas tus propias experiencias con chicas de tu edad. Tarde o temprano las entenderás... O no... ja, ja, ja.

-. No te burles.

-. Jamás podría hacerlo. Te quiero demasiado. Y otra cosa… déjalo con Juana también.

-. ¿Cómo sabes eso?

-. Pregunta equivocada. La pregunta es: ¿quién no lo sabe?

-. Joder…¿José también?

-. No sería nada raro.

-. ¿Y por qué nunca ha dicho nada?

-. Eso deberías preguntárselo a él... Pero no te lo aconsejo. Ja, ja, ja.

Y de esa manera, dejándome con la boca abierta, se marchó. Esa noche me costó conciliar el sueño. La posibilidad de que José estuviera al tanto de mis relaciones con Juana me tenían muy preocupado.

El miércoles, siguiendo los consejos de Blanca, hablé con Juana.

-. Blanca cree que José sabe lo nuestro.

-. Yo también lo creo.

-. ¿Y no temes que algún día pueda reaccionar mal?

-. No. Tiene el culo demasiado sucio

Mientras hablábamos, se iba desvistiendo sin dejar de mirarme a los ojos.

-. ¿Y tu le temes?

Preguntó tomando mi polla en sus manos, luego de bajarme el pantalón y los interiores.

-. Temo más por tí, que por mí.

-. Buena respuesta.

Y se tragó mi polla. Cuando ya me tenía al borde del colapso, la soltó y me empujó a la cama. Se trepó a mi cuerpo ronroneando como una gatita y se empaló.

Oscilando sus caderas, fue bajando su torso hasta juntar su boca con la mía, y así sin dejar de besarme me fue llevando al abismo. Al llegar al borde, nos precipitamos juntos a sus profundidades.

A partir de ese momento, se terminó la dulzura y tuvimos una tarde salvaje, quedando los dos para el arrastre. Cuando se vestía en silencio, con lágrimas en los ojos, supe que nuestra historia también había llegado al final.

El resto del  año se fue consumiendo sin que tuviera ningún encuentro sexual. Tampoco los eché de menos. Entre cursar las dos carreras, los cursos de apoyo y los exámenes finales, estaba hasta las manos. De lo que pude percatarme, ahora que no estaba Bea de guardameta, era que se habían multiplicado las participantes de los cursos con deseos de convertir un tanto. Algunas tardes debía escaquearme a la carrera para evitar el acoso.

Las reuniones de trabajo en mi casa o en el jardín, se convirtieron en un aquelarre de féminas alborotadas mostrando carne para llamar mi atención. Pero mi cabeza no estaba por la labor.

Finalmente llegó el verano. Aprobé todas las materias y María me invitó a pasarlo con ella en su casa de la costa, a cuatrocientos kilómetros de la ciudad. Acepté con la condición de que me dejara hacerme cargo del mantenimiento del jardín y me permitiera instalarme en una carpa en forma independiente. Insistió en que viviéramos en la misma casa, pero me pareció excesivo, no quería alterar su ritmo de vida, ni dar que hablar a sus vecinos. Después de negociar largo y tendido, aceptó mis condiciones, pero me pidió que usara la casa de huéspedes. Cosa en la que estuve de acuerdo.

Partimos hacia allá en su auto dos días después de nochevieja. El viaje fue muy ameno, María se divertía muchísimo con todas las historias de mi primer año en la universidad y diréctamente se descojonaba con las historias de acoso de las féminas y mis tribulaciones.

Arribamos después de cuatro horas de viaje. El lugar era un hermoso chalet con pileta en medio de una frondosa arboleda a orillas del mar, rodeado de dos o tres propiedades de la misma característica.

Para sorpresa de María, salió a recibirnos una mujer muy parecida a ella, de unos cuarenta y cinco años de edad. No pude evitar ver en María, un gesto de disgusto por la novedad.

-. Rosa, que sorpresa, te hacía en Uruguay.

-. Ya lo ves hermanita, uno propone y los maridos disponen. A Pepe le surgió repentinamente un viaje de negocios a Europa, y me dije ¿ Por qué no visitar a mi hermanita que está sola?. Aunque te veo muy bien acompañada. Espero no incomodar.

Noté que María se sintió muy molesta por el comentario y decidí salir al cruce.

-. Disculpe señora, pero si se refiere a mi persona, yo solo vengo a ocuparme del parque y la piscina.

Y tomando mi bolso del baúl del auto, me dirigí a la casita de huéspedes, sin agregar una palabra más.

-. Conque es el parquero...vaya, vaya...entonces imagino que no tendrás ningún problema en que me lo tire. JA, ja, ja.

ROSA

Después de sufrir todo el año, viendo a las mujeres que rondaban a Luis, pude notar en los últimos meses, que él estaba en otra cosa. No pude enterarme del motivo, pero se me abría por fin una oportunidad de acercarme a él como algo más que su mentora. Cuando se me ocurrió el viaje a la costa y él aceptó, creí tocar el cielo con las manos. A pesar de que puso cierta distancia a la convivencia, ya me encargaría de acortarlas. Era mi oportunidad y no la pensaba desaprovechar.

Encontrarme con la puta de mi hermana, me dejó helada. En un segundo leyó todo el panorama, y a pesar de la pronta reacción de Luis, no dudó en provocarme.

-. Conque es el parquero...vaya, vaya...entonces imagino que no tendrás ningún problema en que me lo tire. JA, ja, ja.

No sé qué cara habré puesto, pero se descojonó de la risa. Yo sabía que no era una simple broma, más de un amigo mío había sucumbido a su encantos. Bastaba que algún hombre se me acercara, para que la muy puta lo provocara y se lo tirara. Y no era para menos, en aquella época, yo era muy delgada y tímida, mientra ella lucía un físico explosivo y era muy lanzada. Solo Enrique fue inmune a sus encantos, a pesar de lo obscenamente descarada que llegó a comportarse con él, aún en presencia de su complaciente esposo.

Lo más grave ocurrió durante una celebración de Nochevieja en mi casa, en la que habíamos bebido demasiado y estábamos bailando divertidos con las parejas cruzadas, como siguiendo un acuerdo tácito, mi hermana, que vestía un obscenamente corto vestido, intentó morrearse con Enrique, mientras su marido intentaba hacer lo mismo conmigo.

Con lo que no contaron, fue con la reacción del gigantón bueno de mi esposo. Los tomó del brazo a los dos, los llevó a la rastra hasta la salida y los echó de la casa. Tuvieron que tocar el timbre durante media hora, para que Enrique accediera a devolverle abrigos y documentos, pero nunca volvieron a pisar mi hogar.

Recién retomé contacto con ella en el velatorio de mi esposo, donde después de escuchar sus disculpas, nos dimos un abrazo de reconciliación. Sin embargo a su marido no lo volví a ver.

La mañana siguiente amaneció radiante, me levanté justo para ver entrar a Luis de su carrera matutina. Media hora después, para mi sorpresa, comenzó a cortar el pasto vestido con su viejo mono de trabajo. Al rato apareció mi hermana en la cocina de muy mal humor. Los ruidos la habían despertado, pero al ver que era Luis, mudó su expresión a la de una malvada sonrisa.

Para media mañana, todo el césped estaba cortado y la basura juntada. Mientras Luis empezaba a ocuparse de la limpieza de la piscina, Rosa apareció por el jardín vestida con un indecente biquini brasilero y portando una reposera y un bolso. Se instaló en el solario y le pidió que le pase crema protectora en la espalda, para lo cual se ubicó boca abajo dejando al descubierto su perfecto culo de gimnasio solo protegido por la tira que se hundía entre sus nalgas.

Para su sorpresa, Luis se dió vuelta y viéndome en el balcón me pego el grito

¡MARIAAA! Ven a ayudar a tu hermana, que yo tengo las manos sucias.

Mi hermana lo miró estupefacta, se dió vuelta, se levantó, y sin decir palabra, tomó la reposera y se ubicó en la otra punta del jardín. Mi descojone fue escandaloso, pero mucho me temía que la cosa no iba a quedar ahí.

A última hora de la tarde, la pileta ya estaba llena, pero era imposible pensar en meterse. El agua de pozo con la que se había llenado estaba helada a pesar del funcionamiento del calentador.

Ocupado en las tareas del jardín, Luis apenas cruzó palabras con nosotras, solo comió unos emparedados que le alcancé a media tarde. Cuando terminó las tareas de poda y limpieza, ya habíamos terminado de cenar y lo estábamos observando desde el balcón mientras tomábamos una copa y charlábamos divertidas. La diversión duró hasta que me comentó que la semana siguiente vendría a pasar el verano su hija Laura, con su insufrible novio Raúl.

Laura cursaba la carrera de Económicas en la misma facultad que Luis y las mellizas, pero a pesar de que era un año mayor, como era más puta que su madre y se la pasaba de fiesta en fiesta estaba un poco más atrasada que ellos. Sobre todo este año, que había suspendido matemáticas y física. Su novio Raúl era un neandertal, capitán del equipo de básquet de la universidad, bueno para nada, muy prepotente y maleducado.

Cuando me empezaba a envarar, dispuesta a quejarme por la intrusión, salió Luis de su vivienda, luciendo su físico imponente vestido solo con un pequeño bañador de Lycra y dispuesto a pegarse un baño en la piscina. Decir que a Rosa se le cayeron las bragas, es decir poco.

Estuvimos observándolo cachondas mientras se duchaba, deleitadas cuando elongaba y fascinadas mientras nadaba largo tras largo. Absorta en mis pensamientos, no me dí cuenta del momento en que mi hermana se retiró a su dormitorio.

Cuando la ví aparecer en el jardín vestida solo con su escueto bikini y meterse en la casa tras él cuando terminó de nadar, ya era tarde. Una vez más, me había ganado de mano.

Me levanté furiosa, dispuesta a cortar de cuajo la situación, aunque eso significara perder del todo a Luis. Si bien esa era la casa de mis padres y ella tenía tanto derecho a estar como yo, no podía permitir que me volviera a humillar.

Acababa de salir al jardín en el momento que se abrió la puerta de la casa de huéspedes y apareció Luis con mi hermana acurrucada en sus  brazos. Cuando todo parecía que iba a culminar con un polvo furioso en las tumbonas, la arrojó de cabeza al agua helada.

-. Cuando te enfríes, hablamos.

Verla salir tiritando, temblando enfurecida como un perro mojado, es una imagen que no se me olvidará jamás. Pero la alegría me iba a durar poco.

EL DOLOR DE LA TRAICIÓN

-. Conque es el parquero...vaya, vaya...entonces imagino, que no tendrás ningún problema en que me lo tire. JA, ja, ja.

Con esa frase fuera de lugar, Rosa cerró todas las puertas de acceso a mi persona. Era una clara declaración de intenciones para humillar a María, y no lo iba a permitir. Para colmo de males, poco después llegó su hija Laura acompañada de su impresentable novio Raúl.

Sabiendo de antemano, a la clase de personas que me enfrentaba, decidí bajar el perfil como en los viejos tiempos. Desempolvé mis anteojos, usé mi mono de trabajo el día entero y no contesté a ninguna de las provocaciones de Raúl. El mico se divertía fumando porros y arrojando las colillas al parque o llenado de latas u otro tipo de basura, la piscina por las noches.

Pacientemente, todas y cada una de las mañanas dejaba todo reluciente para evitarle el disgusto a María, que viendo la clase de personaje que era, lo evitaba como la peste. Era tan descarado su comportamiento, que no paraba de hacerle comentarios subidos de tono a su suegra. El problema era que a la muy puta le gustaba y redoblaba la apuesta comportándose en forma descarada y provocativa, aún sabiendo que eso le molestaba a su hija.

El primer incidente grave entre los dos, ocurrió una mañana a la vuelta de mi habitual carrera. Pensando que todos estaban durmiendo, y extenuado por las altas temperaturas, decidí pegarme una ducha de agua fría en la flor del solario. Justo en ese momento entraron a la casa los novios algo pasados de copas. La juerga se les había alargado más de la cuenta.

Cuando Laura me vió en la ducha, abrió los ojos como platos y me encaró

-. Sabía que te conocía de algún lado, eres el profe de recuperación. El amante de Bea.

Decidido a no contestarle, seguí con mi ducha, pero alentada por mi silencio, volvió a la carga.

-. Me habían contado que eras un jardinero, y no lo quise creer. Con razón Bea te pateó, eras poca cosa para ella. Solo así se entiende que haya vuelto con el imbécil de Antonio. ¿Se puede saber de qué conoces a mi tía?

Ante mi silencio, el novio decidió hacerse notar, tomándome del pelo me giró hacia él y me espetó.

-. Escúchame imbécil, si mi novia te habla le contes….

No pudo terminar la frase, mi gancho de izquierda impactó furioso y contundente en su hígado, dejándolo boqueando en busca de aire, arrodillado en el piso. Laura miraba la escena sin poder creer lo que veía, su novio humillado y ahogado como pez fuera del agua, mientras yo seguía con mi ducha en silencio.

El siguiente choque fue más complicado, una semana después de mi retorno a la casa, Rosa y María decidieron tener una noche de chicas. Vestidas para el infarto con cortos vestidos elastizados y grandes escotes, partieron en la búsqueda de caza mayor.

Al día siguiente de madrugada, mientras salía a correr, las vi bajar de un taxi achispadas y muertas de risa. Me puse contento por María, hacía mucho rato que no la veía reír de esa manera.

Una hora más tarde entré a la casa y al mirar por la ventana de la cocina, observé a María lavando los enseres del desayuno reclinada sobre la mesada. Su corto vestido descubría a la vista, ese delicioso tramo entre el final de las medias y el comienzo de las bragas. Estaba deleitándome con tan encantadora vista, cuando sigilosamente irrumpió en la cocina Raúl vestido solo con un escueto slip.

Se ubicó tras ella, y tomándola de las tetas, empezó a besarle el cuello mientras le incrustaba el erguido paquete en el culo. Para mi sorpresa. María comenzó a colaborar, refregando su culo contra el invasor con los ojos cerrados por el placer.

Anonadado, pude observar como Raúl liberaba su nada despreciable polla y la introducía entre las piernas de María, que suspirando abrió los ojos y observó el reflejo del macarra en el acero de la campana de extracción. El salto que pegó indicó a las claras, que esperaba a otra persona. Intentó zafarse a los tirones, pero el macho alzado no estaba dispuesto a dejar escapar la presa tan fácilmente e intentaba penetrarla a como diera lugar, elucubrando quizás, que una vez ensartada, la hembra se entregaría.

Su sueño terminó en el momento que mi empeine tomó contacto con sus genitales. Raúl volvió a quedar arrodillado, sosteniendo esta vez sus partes pudendas, situación que aprovechó María para volverse furiosa y encajarle un tremendo cachetazo, que lo puso mirando para atrás.

Cuando la saqué de la cocina para que no lo mate y se calmó un poco, me pidió avergonzada que no dijera nada, faltaba poco para que se fueran y no valía la pena armar escándalo. Después de todo, conciente o no, ella había colaborado en la agresión. De lo que no hablamos y tomé nota, era de que María me deseaba.

Finalmente, logramos arribar al anteúltimo día del mes sin nuevos inconvenientes. Esa noche, las amigas de Laura organizaron una noche de chicas para despedir las vacaciones. Me acosté pensando que de ahora en más, volvería la tranquilidad a nuestras vidas. Cuanto me equivocaba.

En mitad de la noche, una mano tapó mi boca. En las penumbras pude distinguir a Laura, que con la otra mano, me indicaba que hiciera silencio. No podía distinguir bien, pero parecía tener lágrimas en los ojos. Cuando se aseguró por mi asentimiento que guardaría silencio, retiró la mano que tapaba mi boca y comenzó a desvestirse.

Ver ese hermoso cuerpo desnudo, no era apto para cardíacos y mi polla que de medicina no sabe nada, se irguió lista para la batalla. Tomándome de la mano me acercó a la ventana, me indicó que me sentara en la silla que allí se encontraba y mirara afuera.

Pude observar a Raúl, que iluminado por la luna, se hallaba sentado de lado en una tumbona, recibiendo una majestuosa mamada por parte de su suegra, arrodillada entre sus piernas.

Laura se colocó de espaldas frente a mí y tomando mi polla con sus manos, se fue sentando despacio hasta quedar completamente ensartada. A continuación comenzó una lenta cabalgata, mientras no dejaba de filmar lo que sucedía afuera con una mano y se estimulaba el clítoris con la otra.

Casi en simultáneo con su novio, Laura alcanzó un orgasmo descomunal que la dejó tiritando. Cuando se calmó, se desclavó y tomándome nuevamente de la mano, dejó el móvil grabando y me llevó a la cama.

No estando dispuesto a dejarla llevar la iniciativa, la dí vuelta y me eché encima. Comencé a besarla por el lado interior de sus rodillas, fuí subiendo por sus muslos y al llegar a su entrepierna, ya estaba temblando. Bastaron un par de lametones a su clítoris, para que se volviera a correr. Mientras se calmaba, seguí subiendo y mirándola a los ojos la penetré.

Siempre opiné que los besos hablan de sentimientos más profundos que el coito en sí mismo, por eso recibí con agrado, que Laura me tomara del cuello y se prendiera a mis labios con pasión.

No pude determinar en ese momento la razón, si era por el morbo de la situación o por venganza hacia su novio, pero la muchacha encadenaba orgasmos uno tras otro, hasta que finalmente no aguanté mas y exploté llenándola de lefa.

Nos quedamos dormidos abrazados. Al despertar, Laura me estaba mirando a los ojos mientras me masturbaba suavemente. Cuando lo creyó apropiado se subió a mi cuerpo, se introdujo mi polla en el coño y me cabalgó sin dejar de mirarme.

Cuando le llegó el orgasmo, me arrastró con ella y volvió a quedarse dormida, esta vez echada sobre mi cuerpo. Nos despertamos a media mañana, nos bañamos juntos y cuando salimos de la casa, nos encontramos con las miradas reprobatorias de su madre, su novio, y María.

Sin inmutarse, tomó su teléfono y le pasó el video a los tres. Mientras Raúl y Rosa no sabían donde meterse, María montó en cólera.

-. Puta de mierda, no te alcanzó arruinarme la vida a mí, que tenías que hacerlo con tu hija. Larguense los dos de esta casa. ¡YA! . Y tú Laura, ven a hablar conmigo.

Viendo como estaban las cosas, los amantes dejaron la casa un par de horas después sin decir palabra. Después nos enteramos que se fueron a un hotel, donde estuvieron follando dos días seguidos, antes de retornar a su casa.

Entretanto María, en su carácter de tía y coordinadora de estudios, conminó a Laura a abocarse todo Febrero a preparar conmigo las materias que había dejado colgadas si deseaba quedarse en su casa. Caso contrario debería marcharse al igual que su madre.

Para mi sorpresa, aceptó y se mudó a mi casa. Arrancábamos la mañana, con un polvo y  luego me iba a correr mientras ella preparaba el desayuno.  A continuación nos poníamos con sus estudios hasta las cuatro de la tarde, con solo un pequeño descanso para comer lo que nos preparaba María. La tarde la rematábamos relajándonos en la pileta, o con un paseo abrazados por la costa y las noches eran pura pasión

Aprobar los exámenes, para Laura fue coser y cantar. Era una muchacha muy inteligente, pero poco predispuesta a esforzarse. En agradecimiento, compró dos colgantes conjuntados que simbolizaban nuestra unión. Se suponía que solo debíamos desprendernos de él, si nuestro amor se extinguía.

Al terminar las vacaciones, se mudó a mi cabaña en casa de María y nos volvimos novios oficialmente. El cambio nos vino bien, podíamos apoyarnos en los estudios y a pesar de mis múltiples ocupaciones, al vivir juntos, pasábamos el poco tiempo libre entre besos y arrumacos.

Los únicos momentos incómodos se producían cuando nos cruzábamos con Nuria o Bea. Momentos a los que Laura contribuía, abrazándome fuerte para marcar territorio.

El año se dió bien y lo finalizamos con solo un par de materias pendientes. Al llegar fin de año y ser de diferentes grupos. La fiesta de fin de curso se realizaba en lugares distintos. Acordamos ir por separado y juntarnos horas más tarde.

La de mi grupo tuvo lugar en la casa de Juana. Estuvo divertida hasta que a las dos de la mañana el alcohol empezó a hacer estragos y empezaron los ridículos y las vomitonas. Tiempo justo para que me marchara.

Me dirigía a buscar a Laura a su fiesta, cuando me percaté que la dirección coincidía con la casa de Raúl. Nada más cruzar la entrada, presentí lo peor. La casa estaba en penumbras y desparramadas por el parque se hallaban un montón de parejas desnudas, borrachas o drogadas, fornicando como descosidas.

Las fui observando una por una, con un nudo en el estómago. Finalmente, llegué a un extremo del parque, donde se hallaba Raúl acostado desnudo sobre una tumbona. Con los ojos cerrados acariciaba las tetas desnudas de Laura, que vestida solo con su corta pollerita tableada, lo cabalgaba poseída y obnubilada, ensartada en su polla.

Me acerque despacio a su espalda para que no me escuchara, me saqué el collar que me había regalado y lo coloqué en su cuello sin que se diera cuenta. Luego me marché en silencio. Quizás, pensando en el pasado de Laura, no fuera tan extraño lo que había ocurrido, pero verlo en directo, golpeaba.

El Ente en mi interior, se retorció asqueado, había descubierto el dolor de  la traición.

Es que tres de tres, era para el Guinness. Tres relaciones fuertes, tres fracasos rotundos. Me pagaron el amor con desprecio, la amistad con humillación y el compromiso con cuernos. Realmente, mi vida privada era una mierda.

Volví a casa y coincidí con María que volvía de estar con sus amigas. Cuando vió mi cara me llevó a las tumbonas y nos acostamos con su mejilla apoyada en mi pecho. Nos quedamos dormidos mientras le contaba lo acontecido acariciándole la cabeza.

Cuando desperté a la mañana, con los gritos de Laura, tardé en ubicarme. Cuando lo hice, alcancé a escuchar que María había tomado todas sus cosas y se las entregó en la puerta de entrada sin dejarla pasar, tratándola de puta para arriba.

Imagino que cuando mi novia se despertó desnuda en la cama de Raúl y se vió con los dos collares puestos, poco tardó en comprender que yo estaba al tanto de todo. Lo que no se esperaba era que su tía no la dejara pasar a justificarse, vaya a saber con qué cosa.

Apesadumbrado, me retiré a mi cabaña, me desnudé y echándome en la cama, me volví a quedar dormido. A primera hora de la tarde, escuché pasos y al abrir los ojos, distinguí a Juana, que había entrado a mi habitación vestida solo con una bata, bajo la cual no llevaba nada.

-. ¿Qué se supone que estás haciendo?

-. Traerte la cura para el mal de amores.

Se desprendió de la bata y trepando gatuna por los pies de la cama, se amorró a mi polla por un par de minutos, para luego seguir subiendo hasta clavársela en el coño. Me dedicó uno de esos polvos cariñosos que sabía mezclar con los explosivos y debo decir que sentirme querido me hizo bien.

Cuando al final de la tarde, se retiró, me entró un mensaje urgente de José.

-. Ven urgente a mi casa. Tenemos que hablar.

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