Los ojos de Alma 5

Los libros de Manuel

LOS LIBROS DE MANUEL

Si algo debía agradecerle al monstruo, es que me enseñó todos los secretos de la huerta y me acostumbro al trabajo fuerte y despiadado. Debi hacerme cargo junto a mi nueva madre de la economía familiar. Por suerte nuestra producción era diversificada y suficiente como para mantenernos.

Nuestra cosecha se vendía bien a los mercados de la zona y era entregada por un productor amigo. Una parte la reteníamos y con ella, Jacinta elaboraba conservas y mermeladas que luego vendía en el pueblo y eran muy solicitadas.

El trabajo era arduo, pero bastante rendidor ahora que el dinero no iba a las putas, y no dábamos abasto. Aprovechando que Pepe, el hijo recién casado de un vecino conocido de mi madre que  ya había trabajado en mi casa, se había quedado sin trabajo, Jacinta les ofreció empleo en la granja, pagándoles con un porcentaje de la cosecha. Aceptaron y desde entonces, mientras  él colabora en el huerto, ella trabaja con Jacinta elaborando conservas.

Mejoramos nuestra oferta agregando postres y  tortas que distribuye Pepe en las panaderías del pueblo con su moto. También se hacían por encargue para algunos vecinos, especialmente cuando tenían alguna fiesta o celebración.

Al año de la muerte de mi padre Jacinta conocio a Manuel, un profesor retirado que buscaba un lugar aislado y tranquilo para escribir sus novelas. Le ofreció la casa chica y él se mudo con una maleta y  dos grandes baúles donde guardaba sus preciosos libros.

Como parte del pago de la renta conectó la casa a internet y se ofreció a educarme, cosa que fue posible gracias a disponer yo de tiempo, por la ayuda de Pepe.

A partir de ese momento le dedicaba al estudio seis horas todos los días, desde las cuatro de la tarde hasta las diez de la noche. Todo un mundo nuevo se abrió para mí,  lo que me permitió recuperar mucho tiempo perdido. Manuel me  anotó a un programa de educación a distancia, me llevó a rendir exámenes y a los quince años ya había equilibrado el nivel de tercero de secundaria

Los cambios en la granja se empezaron a notar. Además de mi progreso educativo, también retornó la alegría al rostro de Jacinta. Quizás tuvieran algo que ver sus visitas de todas las noches a la casa de al lado, luego de que yo me acostaba a dormir.

Lo primero que me enseñó Manuel, fue a querer a sus queridos libros y a clasificarlos para su mejor aprovechamiento, usando los baúles como lugar de almacenamiento y la biblioteca como lugar de consulta.

Así fue como poco a poco, aprendí a amar a esos fieles compañeros que aún conservo conmigo. Es cierto que con las nuevas tecnologías tengo todo al alcance de la mano, con un solo click en la pantalla del ordenador. Pero sentirlos en mis manos, aspirar su inconfundible fragancia, llena mi alma de paz. Y gracias a los libros conocí a María.

CAMBIO DE VIDA

Llegadas  las fiestas, Juana se reunió con su familia en la casa de la costa. Antes de irse le encomendó a María, nuestra vecina, que me asistiera en caso de necesitar algo y que de paso me pidiera ayuda para mantener su casa, ya que en la suya habría poco trabajo.

María era una viuda de buen ver, que siempre estaba vestida muy sobria y con colores oscuros. Su casa estaba pegada a la de Juana y los jardines solo estaban separados por un cerco natural, a través del cual, era muy fácil pasar de uno al otro.

Ese primer Lunes de Enero se presentó muy caluroso. Había vaciado la piscina y había aprovechado para hacer una limpieza profunda del fondo y las paredes, ya que no se iba a volver a usar por un largo tiempo.

Al terminar a media mañana, transpirado y sofocado. Salí de la misma y me saqué el mono para darme una ducha en la flor exterior de la piscina, quedando solo vestido con un pequeño short de Lycra.

-. Vaya, vaya, qué cambiado está mi callado vecino.

Soltó María apareciendo en el jardín. Presuroso y sin secarme me puse los lentes, sin poder evitar que me mirara a los ojos.

-. Disculpe señora, no la había visto, ya me cambio.

-. Si es por mi no lo hagas. Eres muy agradable a la vista. Ja, ja, ja.

Por supuesto no le hice caso, no estaba en condiciones de tener un problema con mi vecina. Me volví a calzar el mono y continué con el trabajo, poniendo a llenar la piscina y adicionando los productos para conservar el agua.

Una hora después, pasé al jardín vecino y le ofrecí mi ayuda.

-. La única ayuda que necesito es un poco de compañía, tengo jardinero y también quien se ocupa de la cocina, asi que si tu quieres, ve a ponerte un traje de baño y tomamos un refresco a la sombra.

-. No tengo señora. La única ropa que poseo, es la de trabajo y poco más.

-. Increíble, ¿y cómo haces para salir .

-. No salgo señora.

-. ¿Me estás tomando el pelo? ¿Qué edad tienes?

-. Veinte señora

-. Veinte años y no sales? ¿Y qué haces con tu sueldo?

-. Mi sueldo es casa y comida señora.

-. Más increíble. Ven conmigo.

Me llevó dentro de su casa, tenía una decoración muy moderna y minimalista, nada que ver con el estilo recargado de la casa de Juana. Me hizo pasar al vestidor de su dormitorio

-. Todo lo que ves aquí, era de mi difunto esposo. Pensaba regalarlo a alguna casa de caridad. Si no eres supersticioso, puedes quedártelo.

-. Se lo agradezco mucho, pero no tendría donde guardarlo, ni como cuidarlo. Mejor que lo regale señora.

-. Eso ya lo veremos, toma ponte este bañador y ven a tomar un refresco conmigo. Antes que nada, ¿cual es tu nombre?

-. Luis, señora.

-. O.K. Yo soy Maria y de ahora en mas me tuteas.

-. Como usted diga señora.

-. Ja, ja, ja, eres imposible, va a ser un verano divertido.

Tomé el bañador y fuí a mi departamento a cambiarme. Al volver, me senté a la sombra frente a una mesa llena de papeles a esperarla. Para no aburrirme me puse a revisarlos y eran tests de diferentes niveles de matemáticas, física y Literatura.

Aburrido, tomé un lápiz que había allí y me puse a rellenarlos. Habrá pasado más de una hora o algo así, cuando levanté la vista y la ví. Estando entretenido, no me dí cuenta del paso del tiempo. María vestía un sobrio bikini negro que le marcaba una figura espectacular y me miraba con la boca abierta y los ojos como platos.

-. ¿Qué has hecho?

Me asusté por el comentario.

-. Uy, disculpe señora, no sabía que eran papeles importantes, ya borro todo.

-. María... coño... María... No me lo hagas repetir...y tutéame... No es por eso... Son solo copias.

-. ¿Y entonces?

No entendía qué pasaba.

-. Esos documentos, son pruebas de nivel de segundo año de ciencias. Y tú las has resuelto todas en un par de horas.

-. ¿Y...?

-. Cómo ¿Y…?, se supone que eres analfabeto.

-. Ja, ja, ja. Mi estigma, me persigue

Cuando le conté toda mi historia flipaba.

-. ¿Y dices que eres autodidacta y que tu única fuente de consulta son tus libros? ¿Me dejarías verlos?

Pasamos a mi hospedaje y estuvo revisando la bibliografía un largo rato.

-. Increíble, si me lo cuentan no lo creo. Ya te digo que el material es de primera, pero tu esfuerzo y tu voluntad son de asombrar. Más aún viviendo en esta pocilga... Tengo una idea, ven.

Cruzamos a su jardín y me llevó a su casa de invitados. Me ofreció mudarme allí, una cabaña con todas las comodidades. La posibilidad de cambio me generaba muchas inseguridades, pero María sin hacer caso a mis temores , fue mudando todas las pertenencias de su fallecido esposo a la nueva casa. Incluyendo toda su oficina, su ordenador personal, el ordenador portátil y un móvil de última generación.

-. María esto es demasiado para mi, no lo puedo aceptar

-. No te estoy regalando nada, tómalo como un préstamo.

Finalmente mudé mis libros y mis pocas posesiones a la nueva casa. María trabajaba como una especie de cazatalentos para una universidad privada de mucho prestigio. Me pidió mi curriculum, el listado de las materias cursadas a distancia y fijamos una audiencia con el secretario académico para el primer lunes de febrero.

El resto del mes seguí con mi rutina de trabajo, con la diferencia de que las tardes las pasaba conversando con María. Mas pronto que tarde a nuestras habituales conversaciones, se le agregaron salidas de viernes y sábado a restaurantes y salas de cine. María insistía en que debía socializar para intentar una vida normal.

Antes de la primera salida, me aconsejó como vestirme; pantalón negro, camisa blanca, chaqueta y zapatos de piel. Como la ropa de su difunto esposo me quedaba perfecta, cuando María me vio soltó un silbido.

-. Dicen que el hábito no hace al monje, pero en tu caso disiento. Pareces todo un modelo profesional.

Incómodo por la falta de costumbre, y por los piropos de María me sonrojé, más cuando se acercó y suavemente me quitó los lentes.

-. Conmigo no los ocultes, si los ojos son el reflejo del alma. Tu debes tener el alma pura.

No quise contradecirla, el Ente no pensaba lo mismo.

Las salidas me enseñaron un mundo nuevo. Aunque no tuviera experiencia, tampoco necesitaba un curso para saber como comportarme. Para eso estaban los libros y la internet, además María lo volvía todo muy natural.

Cuando llegó el momento de la entrevista, había logrado que me moviera con desenvoltura al contacto con otras personas. Me atendió el secretario académico, un hombre sonriente y bonachón que estaba al tanto de mi historia y ya disponía de mi historial académico. Como resultado de la misma, dispusieron para esa misma semana una serie de pruebas con los titulares de las diferentes cátedras.

Finalmente se pusieron de acuerdo y estimaron, que conforme al nivel demostrado, me anotara en tercer año de las carreras de ciencias y empresariales a modo de prueba y me ofrecieron un trabajo de  ayudante de matemáticas y física, para alumnos de cursos menores con dificultades, para que tuviera ingresos para mantenerme.

Mi vida acababa de dar un vuelco y pensaba aprovecharlo. El domingo siguiente, volvía de correr, cuando me encontré a Nuria esperándome sonriente sentada en su motito. Estaba para comérsela, con una pollerita corta tableada y un top muy sugerente que le lucía el bronceado playero. Nos saludamos con dos besos discretos, pero nada más cruzar el portón nos empezamos a comer la boca desesperados.

Tan calientes estábamos que sabiéndonos solos en la casa, saqué mi polla, le corrí la braga y se la enterré allí mismo, contra el portón. Nos corrimos juntos en un par de minutos. Cuando riendo y tomados de la mano, pasamos al fondo y crucé al otro jardín, se asombró. En el momento que  la invité a entrar a mi nueva casa, no lo podía creer. Pero al enterarse de todas las novedades, me miró preocupada, como meditando alguna cosa. Por primera vez desde que nos conocíamos, nos pasamos todo el día conversando y sin nada de sexo

El Viernes de esa semana, aprovechando que María tenía reunión de chicas con sus ex compañeras de Instituto, vi la gran oportunidad de demostrarle a Nuria que ya no era un paleto bruto. La llamé desde mi flamante móvil para invitarla a cenar.

-. Hola Nuria, ¿Te gustaría que esta noche fuéramos a cenar para festejar las novedades?

-. ¿Cómo dices? Sabes que eso es imposible. Los viernes salgo con Jorge.

-. P...pe..pero, ¿No habías cortado con él?

-. Sí, pero este verano se acercó a la costa a pedirme perdón y estuvimos hablando mucho, no sabes lo que ha cambiado.

-. Y...y...¿E...entonces lo del Domingo a qué se debió?

-. Eso es otra cosa. Lo nuestro es nuestro, es pasión, es fuego, es viscera. En eso Jorge no tiene nada que ver. Pero tampoco podemos mezclar las cosas.

-. Ahh.. Ahora lo tengo claro. Por favor el próximo domingo no vengas.

-. Pero ¿ Que dic….

Corté la comunicación. Había sufrido el primer golpe de realidad. De alguna manera su franqueza brutal, que me había dejado a la altura de un pedazo de carne descartable, me puso en mi lugar. Abatido, me decidí a pasar la noche con mis inseparables y fieles amigos. Mis libros.

El Ente se removió inquieto, acababa de conocer el desprecio

¿UN BUEN PLAN?

Corté la comunicación atragantada por las lágrimas, acababa de lastimar con una mentira, a la que quizás fuera la persona más noble que había conocido. Pero mi futuro era primero. Y Luis podía ser una distracción que no me podía permitir.

Descubrir el hombre que se escondía detrás del mono de trabajo arreglando el parque de Carla, me conmovió. Dentro del mundo de apariencias en el que se movía mi familia y mis amistades, encontrar que todavía existe gente noble y desinteresada, fue como una revelación.

Lo veía moverse por el jardín, como un gigante fuera de tiempo, con su apariencia rústica y despreocupada. Pero cuando se ponía con las plantas se transformaba, las trataba con un cariño y una dulzura que conmovía.

Por eso no me extrañó su reacción, cuando el idiota de mi novio pisó sus plantas para provocarlo. Ni se había molestado en enojarse cuando le pegaban los pelotazos en la espalda, pero bastó que lastimaran sus amores, para que, con una parsimonia que asustaba, lo metiera de cabeza en el agua podrida. Igual camino siguió su compinche, cuando intentó golpearlo.

Fué tan sin maldad ni violencia, que parecía una escena de una película cómica. Verlos salir del agua como perros mojados pidiendo explicaciones a Carla por el agravio fué el acabose. El descojone de las tres fue imparable.

Pero en vez de tomarlo con humor y disculparse, el imbécil de mi novio, lo sintió como un agravio personal por una supuesta superioridad de clase social. Se enfadó y no tuvo mejor idea que agredirme.

Ahí la reacción de Luis fue distinta, con una velocidad inesperada para alguien de su tamaño, me defendió sin dudarlo y en un par de minutos, Jorge estaba en la calle, inconsciente sobre una pila de basura.

Sentí la necesidad de agradecérselo. Y a la mañana siguiente lo esperé a la hora que sabía que terminaba su rutina aeróbica, con unos bollitos de regalo que había cocinado para él.  Mientras se bañaba, estudié sus cosas con curiosidad, recorrí la biblioteca de la que se burlaba Carla y descubrí asombrada que de figuritas nada. Esos eran libros de estudio. Verlo salir arreglado de la ducha y mirarlo a los ojos fue mi perdición. Me enamoré de él como una idiota. La primera vez que follamos, directamente entré en éxtasis.

Cuando descubrí la facilidad con la que me explicaba los temas más difíciles y la nobleza que tenía para ver la vida, tuve miedo. Sabía que lo iba a lastimar. Me sentía sucia a su lado, pero no lo podía evitar. Cada domingo volvía a él como la mosca a la miel.

Por supuesto que al idiota de Jorge no lo ví mas, me enfermaba el solo oírle la voz, a pesar de todo su dinero. Su enfado fue monumental. Para colmo, cuando intentó vengarse de Luis, -al que tenía muy en claro que me estaba follando-, denunciándolo por agresión ante el  padre de Carla para que lo despida, se encontró con una negativa absoluta.

A pesar de la presión ejercida por su propio padre que  tenía negocios muy importantes con él, la posición de José fue intransigente.

Este verano intenté despegarlo de mi piel follándome a todo lo que se puso en mi camino, pero más hombres conocía, más comparaba y más lo extrañaba. Apenas retorné a casa, salí corriendo a buscarlo y no me pude aguantar. Apenas me tocó, me dejé follar extasiada.

La sorpresa vino después, cuando las novedades de su vida empezaron a hacerme sentir, que mi fantasía envasada en ese pequeño cuarto, podía expandirse a toda mi existencia y destrozar mis proyectos. En cuanto salí de su casa ese día, elaboré un plan para alejarme de él. Y acababa de ponerlo en práctica.

Pero…si todo ha salido como pensaba.  ¿Por qué me siento tan mal? Han pasado dos horas desde su llamada y no puedo parar de llorar.