Los ojos de Alma 11
Propuesta indecente
PROPUESTA INDECENTE
El regreso del campamento con mis amantes, se presentaba confuso. Por suerte, pasada la excitación del momento, ninguno pensaba repetir la experiencia. Lo allí pasado, allí se quedaba.
Durante el viaje de retorno, se largó un diluvio que nos obligó a marchar con cuidado. Al llegar a casa y entrar a mi cabaña, me encontré con la desagradable sorpresa de la cama totalmente mojada producto de una gotera. Resignado, pasé la noche en el sofá.
A la mañana siguiente, por suerte amaneció soleado, subí al techo para buscar el origen de la gotera y me encontré con un par de tejas rotas. Bajé a buscar los reemplazos en el trastero y volví a subir para realizar el recambio. Estaba terminando el trabajo cuando escuché unos gritos...
-. ¡NO, NO, NO, POR FAVOR!... DÉJEME... ¡NOOO!
CARMEN
Carmen fue bendecida con el mismo don que le arruinó la vida. Aunque cueste entenderlo, la belleza angelical de esa pequeña rubia de ojos celestes que todos veneraban como la reencarnación de un ángel, se fue convirtiendo en el gran temor de sus padres a medida que la niña fue creciendo.
Fervientes católicos de infaltable misa semanal, veían con terror como la niña fue desarrollándose desde pequeña, para llegar a convertirse a la temprana edad de quince años en una esbelta mujer de curvas sugerentes, admirada por los hombres y envidiada por las pacatas mujeres de la iglesia.
Tan preocupados estaban, que no dudaron en consultar con el líder de su comunidad, la mejor manera de mantener su virtud intacta. El prelado luego de meditar, les comentó, que si ellos estaban de acuerdo, podían presentarle a la muchacha a su sobrino Carlos. Un muchacho de veinte años, hijo de su hermana, de santidad comprobada, amante de cristo y de la iglesia y un ferviente activista de la orden.
Los padres de Carmen no cabían en sí de la alegría, pertenecer a la familia del prelado, los colocaría en un lugar de privilegio en su comunidad. Le transmitieron a su líder el agradecimiento por la propuesta y quedaron en presentar a los muchachos en la próxima reunión de la orden.
Dos semanas más tarde, la sumisa muchacha, tuvo la oportunidad de encontrarse con Carlos. El muchacho era alto, delgado, de nariz aguileña y extremadamente tímido. No era exactamente el tipo de hombre que le hubiera gustado conocer, pero con tal de salir del control de sus padres y del asedio de los otros hombres, lo aceptó con agrado.
A los dieciocho años se casaron y se fueron a vivir a una casa con parque y pileta que compraron los padres de ambos. Si bien la ceremonia fue emocionante y la fiesta muy divertida, la noche de bodas no alcanzó sus expectativas.
Ambos llegaron vírgenes, pero mientras Carlos recibía el asesoramiento de su guìa espiritual, Carmen había estado leyendo a escondidas, historias muy cachondas sobre el tema. Lejos del temor reverencial que tenían sus amigas a la desfloración, ella la esperaba con ansiedad.
Cuando dejaron la fiesta para dirigirse a su habitación, en medio de risitas capciosas y comentarios subidos de tono, Carlos iba totalmente ruborizado, mientras ella estaba terriblemente excitada.
La primera sorpresa fue la exigencia de su esposo de desvestirse a solas en el baño, la segunda, que apareciera con pijamas y la peor, que su encuentro íntimo fuera con la luz apagada.
Cuando Carmen se acostó, vestida solo con un conjunto de ropa interior muy sugerente, el muchacho se le subió encima, le corrió la braga y la penetró sin ningún trabajo previo, le dió un par de caderazos y se corrió. El único recuerdo que la muchacha tiene de esa noche, es un leve pinchazo en el coño y la mancha de sangre en su trusa, la cual fue demandada por su marido, a los fines de que su madre corrobore su virginidad.
La cosa no ha cambiado cinco años después, la ceremonia es siempre la misma, y el resultado también. Lo único distinto, son los comentarios malintencionados de su suegra, por la maternidad que se retrasa,
A pesar de que sus chequeos de salud son perfectos y de que nunca usaron protección, el embarazo no llega, lo que tiene más preocupados a los padres de Carlos que a ella. Todavía se siente muy joven para ser madre.
Para colmo de males, este año las cosas empeoraron. Con motivo de una gran reestructuración en la empresa de su marido, han cambiado a todos los gerentes. Y por lo que cuenta su esposo, el que le ha tocado a su grupo, es un cabrón que los ha puesto en competencia permanente y ya ha despedido a media docena de compañeros.
Es tanta la tensión a la que está sometido, que para poder dormir toma unas pastillas que lo dejan planchado nada más tocar la cama. Llevan cinco meses sin tener sexo, lo que no hace una gran diferencia ya que ella solo tiene satisfacción cuando se atiende en soledad.
La última cabronada de su superior es exigirle a todos su empleados que lo inviten a sus casas. Está por elegir al próximo supervisor de área y quiere asegurarse que sea gente confiable y de buena familia. El próximo fin de semana les toca a ellos.
Al contrario de su marido, que la situación lo tiene de los nervios, ella está muy tranquila. Ha sido entrenada para ser una excelente ama de casa y tiene su hogar impecable, además es una excelente cocinera y mejor anfitriona.
Finalmente, llega el día de la reunión y Carmen se ha peinado con una trenza que deja su bello rostro expuesto, un vestido floreado a la rodilla con vuelo y poco escote. Enmarcando el conjunto, muy poco maquillaje. No podía estar más bella y apetecible, sus curvas son imposibles de disimular.
La pareja llega a la hora fijada y para sorpresa de Carmen, Pablo, el gerente de Carlos es un hombre de cuarenta años, muy atractivo, de altura media y anchas espaldas. Su mirada expresa inteligencia y picardía y sus comentarios y expresiones, muestran una persona seductora y decidida. El típico hombre hecho para triunfar.
Su mujer, Paula, debe tener una edad similar, pero se nota que ha pasado por el quirófano más de una vez. Rubia teñida, es una mujer exuberante y se ha puesto un vestido ajustado y extremadamente corto y escotado. El idiota de Carlos no puede sacarle los ojos de encima.
Pablo en cambio, haciendo gala de una educación exquisita, ha disimulado muy bien lo atraído que se siente por la rubia y se ha cuidado muchísimo de hacérselo notar. Como resultado de su estrategia. Carmen queda encantada con la visita.
Un mes después de la cena, Pablo llama a Carlos a su oficina para comunicarle que en treinta días va a tomar la decisión y que espera un último esfuerzo de parte de todos, para que sea la correcta.
-. Usted ha visto que mis números son los mejores del equipo.
-. Por supuesto, eso es innegable. Pero no es el único requisito a considerar. También hay que contemplar el don de mando y la capacidad de sacrificio.
-. Usted sabe que hace años que lidero el equipo, y además le pongo todas las horas que se necesita al trabajo.
-. Querido mío, eso es dedicación, no sacrificio.
-. ¿Y cual sería un sacrificio que usted valoraría?
-. La pregunta es otra. ¿Qué estarías tú dispuesto a hacer?
Carlos, para quien su necesidad de triunfar y progresar, -para no defraudar a su madre-, era mas obsesiva que la de un obeso mórbido por comer, no dudó en contestar...
-. Lo que sea necesario.
-. ¿Estarías dispuesto a hacer un intercambio?
-. ¿Co...como dice? ¿Q...qué tipo de intercambio?
-. De parejas, por supuesto. Ya he visto en la reunión como mirabas a mi mujer.
-. Pero eso es antinatural, está contra la ley de Dios.
-. Mira querido, no pienso discutir de religión contigo, piénsalo esta semana y me contestas. Es tu única oportunidad.
-. P...pe...pero como se lo digo a mi mujer, no va a permitirlo de ninguna manera.
-. Tu mujer es mucho mas puta de lo que tu te piensas. No debes decirle nada. Me dejas a solas con ella y te la dejo bien follada, que buena falta le hace.
Carlos salió de la reunión anonadado, por un lado le excitaba la idea de una aventura con esa mujer tan exuberante, y más aún lo excitaba la posible promoción, pero por otro, le aterraba entregar a su esposa.
Finalmente, pudo más su necesidad de un ascenso. Organizaron una reunión en la piscina de la casa de Carlos, en la cual, en un determinado momento se retiraría con Paula a su vivienda con cualquier excusa y dejaría a Carla con Pablo para que pase lo que tenga que pasar.
Cuando le avisó a Carmen que invitaba a la pareja a pasar el día y a contrario de lo que pensaba, está se mostró dispuesta y alegre, empezó a creer que su jefe tenía razón.
Llegado el día, invitaron a la pareja a pasar a la casa de huéspedes para que se cambiaran y prepararon unos aperitivos para la recepción. Mientras Carlos lucía un bañador tipo bermudas sobre su esmirriado fìsico, y Carmen un bañador normal de dos piezas, que insinuaba un físico de portento, Paula apareció con un bikini brasilero que quitaba el aliento y Pablo con un corto pantaloncito elastizado y una camiseta entallada marcando grandes músculos y una gran polla.
Fiel a su estrategia, el gerente apreciaba la belleza de la joven sin mostrar excesivo interés, mientras Carlos, en cambio, babeaba por Paula. La mañana transcurrió cálida y placentera y para el almuerzo se decantaron por comidas frías para combatir el agobiante calor.
Estaban degustando un café después de comer, cuando sonó el móvil de la señora. Se excusó y se levantó a atender. Volvió al rato alterada, su madre había sufrido un accidente y estaba hospitalizada.
-. Nos vestimos y te llevo.
-. No Pablo, con el vino que has tomado, lo único que nos falta es que te pare la policía. Quédate y disfruta la tarde, allá está mi hermana, no hace falta que vengas. Me tomo un Uber.
-. ¿Por qué no la llevas tú Carlos? ...
Terció Carmen
-.
Tú no has bebido.
Media hora después Carlos y Paula se dirigían entre risas a la casa de ella, risa auténtica por parte de la hembra y claramente acojonada en el caso de él.
-. Apenas su marido se fué con Paula, Carla se acomodó en la tumbona y se disponía a encremarse abdomen y espalda, para no quemarse por el intenso sol, cuando Pablo saltó como un resorte y se ofreció a ayudarla.
Al levantarse él de su silla, Carla no pudo dejar de apreciar la enorme erección que insinuaba su bañador. Halagada por la situación, y pensando en no ser descortés le alcanzó el tubo de crema y se colocó boca abajo.
El hombre, apelando a sus años de experiencia, desató el corpiño antes que la muchacha pudiera impedirlo y la empezó a encremar, masajeando su espalda como un profesional. Carmen, impresionada por la destreza del varón, se dejaba hacer ronroneando semi adormecida,
Sus alarmas se dispararon, cuando notó las manos de Pablo en sus nalgas, cuando se irguió alterada para pararlo, el macho aprovechó para subirse a la tumbona, adueñarse de sus pezones e intentar meterle la desnuda polla entre las piernas.
-. Pero ¿qué hace, está loco? ¡Déjeme!
-. Hago ni más ni menos, que lo que en este momento está haciendo tu marido con mi mujer.
-. ¡POR FAVOR SUËLTEME! No mienta, Carlos nunca haría una cosa así.
-. Se ve que no lo conoces. Tu esposo haría cualquier cosa por la promoción.
Al tomar conciencia de la realidad, la sumisa muchacha apretó fuerte las piernas y se derrumbó sobre la tumbona entre llantos convulsivos.
-. ¡NO, NO, NO, POR FAVOR!... DÉJEME... ¡NOOO!
-. Eso no te lo crees ni tú, hoy no te queda un agujero sin fo...UGHHH
PACTO FORZADO
Cuando ya estaba por claudicar y me preparaba para ser abusada por el animal, noté una sombra que saltó el cerco y me lo sacó de encima. La lluvia de golpes que siguió, mostraban una furia que asustaba. Cuando todo cesó, Pablo era un guiñapo en el piso. Extrañamente, no tenía ni un golpe en la cara.
Cuando me atreví a mirar, me encontré con un hermoso muchacho, de físico imponente y ojos de ensueño que me miraba con una sonrisa embriagadora.
-. ¿Estás bien?
-. Si gracias. ¿Quién eres?
-. Luis, tu vecino del fondo, de casualidad estaba en los techos y me pareció que necesitabas ayuda.
-. Yo soy Carmen y te lo agradezco, pero no sé cómo saldremos de esto.
-. Yo si
Sin decir nada más, levantó al maltrecho Pablo y lo sentó en una silla.
-. No sabes con quién te has metido.
-. Ohh si que lo sé. Para empezar lo tengo todo grabado, ¿cómo crees que lo tomarán en tu empresa cuando lo vean? ¿Y la policía? Porque esto era una violación en toda la regla.
-. No te atreverías.
-. Se vé que no me conoces. Tratar a basuras como tú es mi especialidad. ¿Cuál era el plan?
-. Hacer un intercambio, darle la promoción al esposo y seguir intercambiando mujeres una vez por semana, durante un mes.
Escuchaba estupefacta las novedades e iba a expresar mi repudio, cuando Luis se adelantó.
-. Perfecto, esto es lo que vas a hacer, el Lunes le agradeces a su marido por la hermosa tarde pasada, le cuentas con lujos de detalle el encuentro y como disfrutó su mujer, le das la promoción y todos los sábados le cedes a la tuya, mientras tú te las arreglas por ahí. Lo cumples y los videos nunca ven la luz, caso contrario vas preso.
Luego me miró con una una sonrisa pícara y agregó..
-. Y tú, no te dejes tocar por tu marido mientras todo dure. Luego decides si quieres seguir con semejante sujeto.
Atontada, dejé que decidiera mi futuro con desparpajo, mientras Pablo acorralado asentía dolorido. Cuando Carlos regresó el Domingo a la noche, lo hice bañar y dormir en la habitación de servicio sin dirigirle la palabra. A la mañana siguiente, durante el desayuno, me interpeló ...
-. ¿No piensas hablarme?
-. Debo meditarlo. Me has entregado como a una puta por un ascenso de mierda y te odio por eso. Pero por otro lado, debería agradecerte.
-. ¿Y eso por qué?
Porque por primera vez en mi vida, me han follado en condiciones, perdí la cuenta de los orgasmos que tuve, y no te imaginas que polla se gasta.
Valió la pena la mala experiencia, solo para verle la cara que puso.
A partir de esa semana, nada más irse Carlos los sábados, con la recomendación de no volver el domingo sin avisar antes, aparecía Luis por los techos para pasar el día juntos, cosa que repetía el Domingo.
Parecíamos dos críos, nos atropellamos para contarnos cosas divertidas y de las otras. A sus terribles vivencias de niño maltratado, le contestaba con las de mi acoso juvenil. Y a las graciosas anécdotas con los novios de sus vecinas, las complementaba con los chismes jugosos de la congregación.
El asco que me ocasionaba, ver a Carlos volver de sus inmundas y casi seguro fracasadas relaciones extramaritales, solo lo atenuaba la esperanza de volver a ver a Luis, la semana siguiente. Pero todo llega a su fin.
La mañana del último fin de semana del asqueroso convenio, decidí agasajar a Luis estrenando un atrevido bikini blanco que me había comprado para mi fracasada luna de miel y que nunca pude estrenar.
Se trataba de una pequeña tanguita, de esas anudadas a los costados, combinada con un corpiño conformado por dos triángulos de tela, que escasamente cubrían mis grandes tetas. Para no parecer tan atrevida, me cubrí con una corta salida de baño, y salí a esperarlo.
Apareció por los techos media hora más tarde, luciendo esa sonrisa que me encandilaba. Desayunamos juntos contándonos las anécdotas de la semana. Solo temas personales que no incluían a nuestras relaciones, como si esas horas solo fueran para nosotros dos.
A media mañana, cuando el sol ya apretaba, me levanté de mi silla, me dirigí a las tumbonas y dándole la espalda me saqué la salida de baño. Cuando me dí vuelta para alcanzarle el pote de protector, juraría haberlo visto babear por la sorpresa.
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