Los ojos de Alma 10

Póker de reinas

PÓKER DE REINAS

Consciente del problema en el que me había metido con las mellizas, apenas Carla salió del baño, me levanté, me duché, desayuné solo y me fuí a la playa, necesitaba pensar.

Soplaba un cálido viento del norte y el mar estaba planchado, ideal para nadar. Después de precalentar un rato, me metí en el agua y lo estuve haciendo por espacio de una hora.

Acababa de volver a mi toalla, cuando aparecieron Nuria y Bea con sus novios. Sin siquiera saludarme, empezaron con el show de la provocación para delicia de sus parejas.

Poco tardaron en despojarse de sus vestidos y corpiños y pedirle a sus tortolitos que las encremaran mientras me vigilaban de reojo para ver mi reacción. Lo llamativo era, que mientras sus parejas tenían el nabo a reventar, yo estaba tan servido del día anterior, que ni miraba.

Al rato llegaron Carla y Lucía y presenciaron parte de la escenografía montada por su prima y la amiga. Cuando llegaron Ramón y Esteban, para sorpresa de Nuria y Bea, traían dos kayaks dobles sobre sus cabezas e invitaron a los otros varones a una competencia. Para mi regocijo, me ignoraron como si no existiera.

Apenas se metieron en el mar y cruzaron a los gritos la rompiente, Carla, que había hecho las paces con Lucía, indujo a su hermana a mejorar la oferta de sus amigas, se desnudó completamente y me pidió que la encreme colocándose boca abajo. Acepté gustoso y sentándome sobre sus piernas comencé un sobeteo descarado empezando por su cuello. Cuando llegué a la mitad de su espalda la rubia levantó ronroneando su torso, apoyándose sobre sus codos, y me permitió colocar las manos para amasar sus tetas.

Para cuando llegué a su culo, ya temblaba como una hoja. Fue cuestión de colar un dedo entre sus nalgas, para que se corra a los gritos. Mientras se recuperaba de su orgasmo, completé la tarea con sus piernas.

Lucía me aguardaba excitada con la mirada vidriosa. No hizo falta perder el tiempo, directamente empecé por sus nalgas, y después de amasarlas un rato, las separé y le apliqué la lengua en su culito. Dos golpecitos y explotó. Al igual que a Carla, la terminé de encremar mientras se calmaba.

Cuando se calmaron las dos, sin ponerse las bragas me encremaron a mí, las esperé boca arriba con un empalme de campeonato. Carla me frotaba el pecho mientras me comía la boca, mientras Lucía lo hacía en mi abdomen con la polla en la boca. Cuando la situación estaba por terminar en cualquier cosa, aparecieron los botes a la distancia.

Ante la advertencia de la excitada Nuria. Las hermanas se pusieron las bragas rápidamente y se tiraron a tomar sol mientras yo me fuí al mar para bajarme el empalme.

Al mediodía volvimos a la casona y compartimos el almuerzo escuchando las hazañas de los remeros. Cuando todos se echaron a dormir la siesta, yo decidí salir de excursión.

Lindero con las cabañas, reinaba una frondosa plantación de pinos y eucaliptus. Una reserva natural que se extendía por kilómetros y que había sido plantada cien años atrás con el fin de fijar los médanos de arena.

Corría todo a lo largo entre la ruta interbalnearia y la costa y estaba serpenteada por una gran cantidad de senderos trazados por los guardaparques que vigilaban la plantación. Tomé uno de ellos al azar y me dispuse a recorrerlo.

La frescura de la vegetación, el aroma inconfundible de los árboles y los rayos de sol filtrándose entre las ramas, componían una imagen de ensueño. Dos horas más tarde, agotado de las continuas subidas y bajadas por los médanos de la plantación llegué a un claro donde se encontraba el remanso de un arroyo, alimentado por una vertiente que se desprendía de la pared rocosa de una sierra lindante.

Dejé todas mis cosas sobre una gran roca plana, me desnudé completamente y me introduje en el agua. La combinación del fresco del  agua con el calor de los rayos del sol, me resultó tan estimulante que quedé semi adormecido flotando de espaldas en el remanso.

Me despertó el ruido de pasos acercándose. Cinco minutos más tarde ví asomar la cara sonriente de Bea entre las ramas.

LUJURIA

Soportar la indiferencia de Luis, después de mi ninguneo en el bar se me hizo duro. Vivir la humillación de postrarme a sus pies para que me perdone y comprobar que se estaba follando a otra, fue denigrante. Pero tener que arrastrarme para que Antonio me acepte nuevamente a su lado, ya fué el acabose. Se que todo fue culpa mía, yo monté la película y yo precipité el final, pero culpar a Luis fué más fácil.

Lo único que hacía soportable mi relación con Antonio, era que  mantenía a los moscones alejados. Ser la novia de una de las estrellas del equipo, me ponía una capa de protección. Pero intimar con él, hacía inevitable las comparaciones, y en esos momentos mi necesidad de Luis, se me hacía insoportable.

Cuando me enteré que venía con nosotros al campamento, me puse muy inquieta. Tenerlo cerca y no poder tocarlo, o verlo con otra, me iba a poner mal. Nunca imaginé que viniera solo, y menos por imposición de José para cuidar de sus hijas.

Cuando en la cena de recepción, Nuria lo empezó a provocar refregándose exageradamente con su novio, decidí imitarla. Si no podía tenerlo, que supiera lo que se estaba perdiendo. Para mi disgusto, pasó de nosotras como si no existiéramos.

Pensé que simulaba, pero cuando al día siguiente desapareció, supe que él pasaba de nosotras y tenía otros planes. No lo volví a ver hasta la noche. Extrañamente también desapareció Lucía, la que al retornar tuvo una pelotera muy grande con su novio y su hermana. Todo muy extraño. Algo estaba pasando y yo lo iba a descubrir.

Esa misma noche, salí a dar una vuelta y para terminar de volverme loca, desde la ventana de Luis llegaban ruidos apagados de una gran follada, de solo imaginarlo se me mojaron las bragas. El tema era averiguar a quién se estaba follando, pero no me atreví a preguntar.

Todo pareció aclararse a la mañana siguiente. A nuestro pobre intento de calentarlo le siguió un show erótico protagonizado por Luis y las hermanas que me hizo volar la cabeza. Se confirmó que teníamos competencia y eran más decididas que nosotras.

Al llegar a la playa y verle, Nuria empezó nuevamente la exhibición obscena con su novio, a la que no tardé en sumarme, con el resultado de que me calenté como una estufa y él ni nos miraba.

Cuando Antonio debería haberse hecho cargo de apagar el fuego, el muy estúpido se fue a remar. Lo peor fue ver como las mellizas se despelotaron y casi se lo follan, las hijas de puta lo tenían servido cuando aparecieron los botes. Creí que me moría de la calentura.

PEREZA

En la hora del almuerzo, aguantar las bravuconadas fálicas de la competencia de remo, se me hizo casi insoportable, pero cuando me llevé a mi cansado novio a los tirones a la cabaña, haciendo gala de una gran pereza  se quedó desmayado nada más tocar la cama, fue el acabose.

Estaba tan caliente que me asomé a la ventana desnuda para enfriarme un poco, pensando en que me iba a tener que volver a apañar sola.

Estaba respirando aire fresco para no ponerme a patear paredes, cuando descubrí que Luis se estaba yendo a donde sea que fuera todos los días y decidí seguirlo.

Sobre el cuerpo desnudo, me coloqué a las apuradas un conjunto de pantalón corto y top elastizados y me lancé tras él. Tuve que correr para no perderlo de vista, con las zancadas que daba me costaba seguirle el paso.

Cuando ya no podía con mi alma,se detuvo en un remanso. Esperé que se desnudara y estuviera en el agua para aparecer.

-. ¿Me estás siguiendo?

-. ¿A tí qué te parece?

Le respondí mientras mi escasa ropa volaba de mi cuerpo y me introducía en el agua.

No esperé a que me contestara, en dos brazadas estuve sobre su cuerpo y me aferré a su morcillona polla.

-. Hola preciosa, ya nos conocemos. ¿Me recuerdas?

Parecía que sí, porque en segundos se puso dura como estaca de madera. Sin darle tiempo a reaccionar, me trepé a su cuerpo y me ensarté.

-. Aghhh…. Poor fiiin... Que placeeer.

GULA

Debido al hambre de hembra que traía desde la mañana, por el pequeño show de las hermanas, ver aparecer a Bea y desnudarse, me puso como una moto. Iba a aprender esta muchacha que con algunas cosas no se juega. Me iba a dar un suculento festín.

La dejé follarse sola, tomada de mi cuello y con las piernas enroscadas en mi cintura, parecía poseída, tenía los ojos en blanco y la lengua afuera, mientras subía y bajaba sin parar. Hasta que estalló en un orgasmo brutal y temblando como una hoja se apretó a mi cuerpo gritando enloquecida.

Cuando se calmó un poco, le pasé los brazos por sus corvas, la apoyé en el borde rocoso y la empecé a perforar como un martillo neumático, Empezó a encadenar orgasmos unos tras otro, hasta que en el momento que eyaculé, quedó semi desvanecida.

Estuvo así como quince minutos sin dejar de abrazarme con brazos y piernas, como para que no me fuera. Cuando se calmó, empezó a hablar.

-. ¿Nunca me vas a perdonar?

-. No tengo nada que perdonarte, soy yo el que se equivocó. Te creí mi amiga y solo éramos compañeros.

-. Estas equivocado, yo sentí que éramos mucho más que eso, estaba enamorada de tí hasta los huesos, y no me di cuenta. Creo que aún lo sigo estando.

Podría tolerar que una mujer que ame, me defraude. Pero me dolía que lo hubiera hecho una amiga. Los árabes dicen que el amor de una mujer crece y decrece, como la luna del Ramadán. Pero el amor por un amigo permanece como las estrellas en el firmamento. Pero no se les ocurrió nada para explicar que pasa cuando alguien que consideras un amigo te ama. Habría que improvisar.

-. ¿Y tu forma de demostrar el amor, es humillando a quien amas?

-. Estaba loca de celos.

-. No voy a intentar entenderte. Solo te puedo asegurar, que te sigo queriendo como amiga. No puedo ofrecerte más que eso. Ni puedo permitir que sufras por lo que no te puedo dar.

-. Me conformo con que dejes de ignorarme.

Mientras tanto, tener ese cuerpo exuberante pegado a mi, empezó a pasarme factura, mi polla golosa hasta ahora flácida y caída entre nuestros cuerpos se empezó a empinar, alojándose entre sus nalgas.

Entre la lefa que chorreaba hacia abajo y la que embadurnaba mi polla, el camino estaba más que lubricado. Cuando Bea sintió el glande punteando su ojete, empezó a moverse suavemente, logrando que poco a poco, la invasión prosperara.

Cuando media tranca había conquistado territorio enemigo, empezó la batalla por la conquista de la meta soñada, cuando la alce de las corvas y la empecé a subir y bajar sobre mi tranca, empezó a culear en forma desesperada, para terminar derrengada en un orgasmo escandaloso que casi me deja sordo. Dos caderazos más tarde la acompañé.

Media hora después seguíamos abrazados haciéndonos arrumacos, como si necesitáramos recuperar el tiempo perdido. Cuando decidimos pegar la vuelta, salimos del agua y nos secamos con unas toallas que yo había llevado.

El problema se presentó en el momento de elegir cual de los caminos que llegaban hasta el remanso, era el que nos llevaría a la cabaña. Terminamos decantándonos por seguir el curso de agua hasta el mar y luego volver por la playa, lo que nos llevó a una larga caminata.

Arribamos a las cabañas ya cayendo la tarde. La cara del novio de Bea no presagiaba nada bueno. Cuando les explicamos dónde habíamos estado, que se nos pasó la hora y que nos habíamos perdido al volver, le exigió a su novia, que le muestre el lugar.

Entre todos decidimos volver al día siguiente y pasar el día “en ese paraíso” como lo llamaba irónicamente Antonio, sin creer demasiado el cuento. Esa noche no hubo clima de fiesta y sí, muchas caras largas.

Al otro día tuve la precaución de caminar cerrando la marcha y con una navaja ir dejando marcas en los árboles para marcar el sendero. Cuando arribamos a la poza el clima cambió. Reconocieron que el camino era difícil y les encantó el lugar. Media hora después, estaban todos jugando en el agua mientras yo preparaba la comida.

Estaba entretenido cuidando la carne, que se estaba asando en una pequeña parrilla que habíamos llevado, cuando Nuria se acercó para hablarme.

-. Parece que voy a ser la única que no se va a llevar premio.

-. ¿Hay que premiar el comportamiento estúpido que has tenido estos dias?

-. Pensé que si te ponía celoso, ibas a venir por mi.

-. ¿Para usarme como un pedazo de carne? ¿O para darte el gusto de volver a descartarme como si fuera basura?

-. Eres un estúpido, no entiendes nada...

me escupió con lágrimas en los ojos.

-. Un estúpido que te amaba, y al que despachaste por teléfono. Y si no era así, solo tenías que explicármelo, para que no me sintiera una mierda.

Nuria se alejó llorando por uno de los senderos y  cinco minutos más tarde, Jorge preguntó por ella. Solo levanté los hombros declarando mi desconocimiento. Media hora después reapareció, aduciendo un malestar pasajero.

Al caer la tarde, una vez más los varones, plantearon una competencia. Ver quien volvía más rápido al albergue. Apagamos bien el fuego con agua, tomamos todas nuestras pertenencias y cada pareja se adentró en un sendero distinto.

Yo esperé a que todos se marcharan para emprender el camino por el que habíamos llegado y habia marcado previamente, que no era un solo sendero, sino la combinación de varios.

AVARICIA

Llevaba media hora de marcha, cuando me encontré a Nuria sentada sobre un tronco caído. Me detuve extrañado. Vestida con una pequeña pollera  y una camisa anudada bajo su prominente busto estaba arrebatadora, Lamentablemente estaba llorando.

Me acerqué y la rodeé con mis brazos.

-. Déjame, no necesito tu compasión.

-. No puedo compadecerte de lo que solo tu has provocado. Pero puedo acompañarte para que no te sea tan duro.

-. ¿Es que no lo entiendes? Muero al ver que otras están contigo, si las cosas fueran diferentes te tendría solo para mí. No dejaría que ninguna se te acerque sin sacarle los ojos.

Levantó la vista, se paró y me acarició la cara mirándome a los ojos. Se levantó en puntas de pie y me dió un pequeño beso en los labios. Se retiró, estudió mi reacción y me volvió a besar.

Media hora después estábamos desnudos, tirados en unas mantas que llevaba en mi mochila, follando como desesperados. Después del segundo polvo mio, con ella saltando a caballito sobre mi vientre, quedó derrumbada sobre mi cuerpo con su mejilla apoyada en mi pecho.

-. Es tan hermoso como lo recordaba.

-. Pero así y todo, decidiste volver con él.

-. Tuve miedo

-. ¿De mi?

-. No... De mi. A fin del verano me voy a especializar a Estados Unidos. Si seguía enganchada a tí, no iba a ser capaz de dejarte. Y esa no era una opción posible. Mi padre no me lo hubiera permitido.

-. ¿Y Jorge?

-. Jorge es descartable. Pero finalmente viene conmigo.

No hablamos más, nos vestimos en silencio y retomamos el camino. Y a pesar del polvo, llegamos media hora antes que el primero del resto. Graciosamente el desconfiado Antonio junto con Bea, llegaron últimos por el camino de la playa.

Al otro día recogimos todo y emprendimos el regreso en silencio. Muchas cosas habia cambiado y otras lo estaban por hacer. Había mucho en que pensar.

…………………………………………………………………………………..