Los ojitos de mi alumna

una jovencita colegiala de tan solo 17 años acude a la casa de su profesor para satisfacer sus ansias de ser desvirgada por el hombre al que ama. buenos aires, argentina.

Era un día común, el sol entraba por las ventanas de aquella fresca aula. El profesor no pudo evitar observar las piernas desnudas de sus alumnas. Había una chica que no era como las otras, era especial, llevaba una pollerita escosesa más corta y una camisa de un color blanco que era más bien transparente. Siempre me atrajo, no sólo por su vestimenta, sino también por el pelo que era de un negro brillante, y sus ojos, que poseían una mirada muy intensa.

Era gratificante trabajar en esa escuela. Esa tarde terminó como las demás, llegadas las 16, me retiraba a mi departamento, caminando por unos quince minutos hasta llegar. Mi paso era bastante rápido. Saqué las llaves del maletín y las intruduje en la cerradura. Me dispuse a comer algo que encontré en la heladera, y me recosté un rato. Vivía sólo y por ende disfrutaba de mi vida, dormía con un slip, me resultaba más cómodo. A las 16:55 de ese mismo día sonó el timbre. Me desperté medio aturdido por el ruido y me dirigí a la puerta. Observé por la ventanita de la misma y ví unos ojos marrones, que resultaron muy conocidos. La abrí y un cuerpo femenino se introdujo dentro de la habitación.

-Hola! -dijo nerviosamente, lo noté en su voz.

-Hola!, que hacés por aquí?- le pregunté. Era la misma chica de la escuela, me dije a mi mismo contento.

-Pues necesitaba verlo..., hace varios días que no dejo de pensar en usted...

-Señorita, sabe que esto no está bien, no es correcto que una alumna tenga otra relación más que la de alumna-profesor.

-Si, lo sé muy bien...

Hubo una leve pausa, de repente me tomó por la cintura y me abrazó. Era una chica alta, diría que medía 1,70 cm. Tenía un perfume muy suave en su cuello, que a la vez de ser medio dulzón era excitante. Después de ello me miró a los ojos y me agarró la mano, llevándome al dormitorio, muy cerca, ya que no disponía de mucho espacio ni contaba con tanta plata como para tener otra cosa. Me tiró sobre la cama y se paró en frente de la misma. Se tocaba primero el pelo, después bajaba por el cuello y tocaba sus senos, noté que sus pezones estaban duros. Qué ganas tenía de agarrárselos y chuparlos, pero tuve que contenerme.

Mi ``amigo´´ ya estaba en alto cuando me abrazó. Bajaba con sus manos y se las metía por dentro de la pollerita. A veces se daba vuelta y la levantaba, dejando ver la tanguita blanca. Después de haberse sacado la camisa y la pollera de manera muy sexy, se acercó a mi y diría que se montó a mi cuerpo. Aferró sus manos a mi pecho y empezó a hacer movimientos que cada vez me excitaban más.

Llevó mis dedos a su pecho y me los dejó acariciarlos. Le desabroché el corpiño como pude y quedaron al aire esos senos que me volvían loco. Los aproximó a mi boca y los lamí y chupe por un largo rato, mientras mis manos estaban apretando esa colita. No podía creerlo, ni ahora que lo cuento, fue una experiencia inolvidable. Le bajé la tanguita y me sentí dueño de toda la situación. La voltee en mi cama y me saqué el slip lo más rápido que pude, ella al verlo se quedó asombrada, es que sí, estaba muy erguido el pobre y necesitaba una buena dosis de sexo oral.

Lo chupó y lamió muchas veces, mientras con las manos presionaba el tronco, y lo subía y bajaba. Cuando solté el líquido, ella lo puso todo en su boca y se lo tragó, mientras con su lengua limpiaba los restos del mismo. Era toda una experta. Ya estaba preparado y la penetré, soltó gritos que por suerte quedaron en el departamento. Al finalizar nuestro acto sexual, nos dimos un beso largo e intenso y se vistió. Al acercarse a la puerta me dijo con alegría:

-Gracias, profe. Gracias por haberme desvirgado. Fue lo mejor que me pudo haber pasado. Algún día de estos me doy una vuelta y volvemos a repetirlo. Adiós.

Y se fue, moviéndo su mano derecha, saludando a lo lejos, desapareciendo lentamente. Cuando ya no alcanzaba a verla me volví a la puerta y la cerré. Quedé unos instantes apoyado en ella, razonando lo que había sucedido. Esa chica sí que me volvía loco. Retorné a mi cama, que era testigo de la pasión ocurrida hace unos instantes, las sábanas destendidas, las almohadas dispersas y yo, cansado, pero muy feliz. Esa noche no pude dormir, no dejaba de pensar en ella, en sus senos, en su cola, en su cuerpo siendo penetrado por mí...

Al día siguiente la escuela ya no era la misma. Esa chica ya no era solamente una persona especial, ella me pertenecía. Yo sabía que algo ocultaba en su mirada, pero recién ayer estuve seguro. Al entrar al aula, saludé como siempre y me senté en el asiento, junto al escritorio. Tomé lista, su apellido comenzaba con L, y la volví a ver, pero con otros ojos. Ella estaba con una sonrisa que no podía ocultar. Casi cuando ya me retiraba me agarró de la cola y me besó la mejilla. Por suerte no había nadie presenciando esa escena, sino ya el relato hubiese sido otro. Espero cada tarde que vuelva, acostado en mi cama, reviviendo el pasado y contemplándolo, adorando a ese ser que hizo de mi vida un lugar mejor.

------- md y fk