Los ocho orgasmos de Ariadna

Ariadna supo que lo tenía. Le metió el dedo medio en la boca. Enrique se lo chupó. Luego mirándolo a los ojos le metió el dedo en el culo al tiempo que lo masturbaba cada vez más aprisa.

Los ocho orgasmos de Ariadna

Se oía a lo lejos la voz de uno de los vocalistas de la orquesta Panorama cantando una canción de moda. Ariadna había comprado un boleto en la tómbola, a un par de metros de ella, Enrique, compraba diez boletos. Ariadna abrió el boleto y no le había tocado nada, decepcionada tiro el papel al suelo, se iba a ir cuando le dijo Enrique:

-¿Me ayudas a abrir los míos?

Ariadna miró para aquel hombre maduro, de pelo cano, con buen porte, trajeado y con sonrisa blanca, y le respondió:

-No doy suerte.

Enrique se acercó a ella, y le dio cuatro boletos.

-Pues debías darla, eres muy bonita.

-Es usted muy galante, pero no lo soy.

Sí que lo era. Era muy guapa, era una preciosidad sudamericana, morena de ojos oscuros y con todo muy bien puesto.

Ariadna cogió los boletos, los abrió y en el último. ¡Premio! Le había tocado un osito. Le dio el boleto.

-Tome, algo es algo.

Cuando le dieron el premio a Enrique, el osito tenía una gargantilla de oro al cuello y el charlatán de la tómbola lo pregonó a los cuatro vientos, lo que hizo que más gente se acercara a comprar boletos... Enrique le dio el osito a Ariadna y le dijo:

-Para ti, bonita.

-No puedo aceptarlo.

-En ese caso devuélveselo a quien me lo dio. Me tengo que ir.

No se lo iba a devolver al charlatán de la tómbola.

-¿Adonde va que esté mejor que en una fiesta?

-Mejor no voy a estar, pero debo ir al hospital, por si hay una urgencia en el turno de noche, al haber fiestas hay mucho trabajo. Por cierto, mi nombre es Enrique.

-El mío Ariadna.

-Un placer haberte conocido, Ariadna.

-Lo mismo digo.

Una semana mas tarde, Ariadna, estaba en el hospital visitando a una amiga que había sido operada de apendicitis. La enfermera, le dijo:

-Te tienes que marchar. Viene el doctor a ver cómo sigue tu amiga.

Ariadna aún seguía allí cuando entró el doctor con otra enfermera en la habitación. Al verla le dijo:

-Nos volvemos a encontrar, Ariadna.

Ariadna no sabía que decir. Pensara que Enrique era enfermero, le dijo:

-¡¿Es usted médico?!

-Cirujano.

Hablaron mientras examinaba la cicatriz de su amiga, y al final, Enrique, le preguntó:

-¿Qué planes tienes para esta noche?

-Ninguno.

-¿Cenamos juntos?

-Si invita...

-¡Faltaría más!

Quince días después...

En la cama de una habitación de la casa de Enrique en el reproductor de C Des sonaba la canción de Queen:To much love will kill you.

Primer orgasmo.

La punta de la lengua de Enrique cuan tímido caracol se deslizó de abajo a arriba por la raja del chochito de Ariadna, una, dos, tres, cuatro, cinco y seis veces, el coño, se abrió un poquitín, luego, la lengua, se deslizó de abajo a arriba, por el labio izquierdo, una, dos tres, cuatro, cinco, seis veces, y luego por el derecho otras seis veces. El coño se iba abriendo como se abre una flor con el calor de la primavera. La lengua penetró la vagina, y de la garganta de Ariadna salió un sensual gemido. La volvió a penetrar, una, dos..., hasta veinte veces. Luego la lengua subió al clítoris, lamió a ambos lados del capuchón y se apretó contra él hasta que el glande asomó la cabecita. Lo lamió y lo chupó. Ariadna ya componía una balada con sus gemidos. Acto seguido, Enrique, metió dos dedos dentro de la vagina, y con la misma lentitud de antes acarició su punto G. Luego su lengua lamió el bello pezón de su teta izquierda mas de veinte veces, después aplastó y chupó la teta succionando sobre la areola. Pasó a la otra teta y le hizo lo mismo, lamer, aplastar y succionar. Sintió como sus dedos se iban encharcando de jugos y como el punto G se hacía más grande. Besó a Ariadna en el cuello, le mordió los lóbulos de las orejas, la besó en la frente, en los ojos, en la punta de la nariz, en la comisura de los labios, y en la boca. La besó con dulzura y la respuesta de Ariadna fue devolverle un beso apasionado, y le dijo:

-Métemela. La necesito dentro de mí.

Enrique le frotó el glande de la polla entre los labios y sobre el clítoris varias veces. Luego, muy lentamente, se lo metió y sacó otras tantas. Al rato quitó el glande y lo volvió a frotar con su coño, para luego volver a meterlo. Ariadna cogía el culo y lo apretaba contra ella, pero Enrique no dejó que entrase más que el glande. Estuvo jugando con ella largo rato. Ariadna, gemía. Estaba perra... Al final, en uno de los apretones de culo, Enrique, dejó entrar toda la polla, polla que se clavó hasta el fondo del encharcado coño. Con toda dentro, la folló con violencia, con unos arreones que parecían chupinazos... Ariadna, le dijo:

-Me voy a venir.

Enrique la besó y aceleró el mete y saca. Sintió la explosión dentro del coño y cómo la vagina le apretabala polla. Siguió metiendo y sacando. El coño echaba por fuera y la polla chapoteando entre los flujos hacía : "¡Chaffff, chaffff, chaffff, chaffff...! Ariadna, acabó arqueando su cuerpo, y exclamando:

-¡¡Me vengoooooo!!

Segundo orgasmo.

Al acabar de correrse, Enrique, bajó besando sus pezones, su vientre y su ombligo. Le metió dos dedos dentro del coño. Los sacó mojado de jugos, Ariadna, le cogió la muñeca, se llevó dos dedos a la boca y los chupó. Enrique volvió a meter su cabeza entre las piernas de la preciosidad, y con la lengua plana lamió su coño de abajo arriba, se detuvo en el clítoris y lamió de abajo a arriba, de arriba a abajo y alrededor, acelerando cada vez más, paraba y volvía acelerar.... Diez minutos después, Ariadna, le cogió la cabeza y movió la pelvis de abajo arriba y de arriba a abajo a toda pastilla, y le dijo:

-¡¡Me corro, otra vez!!

Enrique le metió la lengua en el coño y sintió sus gemidos de placer mientras el coño de Ariadna se abría y se cerraba apretando su lengua. Saboreó los jugos de su corrida, unos jugos con sabor a manzana ácida.

Al acabar de correrse la volvió a besar y Ariadna volvió a probar el sabor de sus jugos.

-Eres un follador de carajo.

-Se hace lo que se puede. ¿Nos tomamos un vino?

-Tomamos.

Enrique le dio un pico en los labios y fue a echar dos copas de vino.

Tercer orgasmo.

Después de tomarse los vinos y de charlar un ratito, le dijo Enrique a Ariadna:

-... ¿Qué tal lo haces tú?

-¿Lo qué?

-¿Eres buena dando placer?

Ariadna le cogió la polla.

-¿Quieres saber cómo cojo?

-Quiero.

-La verdad es que me gusta más que me hagan.

-Y a mí me gusta más hacer, pero por un día cambiemos los papeles.

Se la meneó. La polla engordó y se puso dura.

-¿Cómo te gusta que te lo hagan?

-El sexo cuanto más guarro más placentero.

Meneando la polla, Ariadna, humedeció los labios y le dio unos piquitos repartiéndolos a lo largo de los labios. Fue de un lado al otro, de comisura a comisura y acabó dándole un beso envolvente y un suave mordisquito en el labio inferior. Después fue de un lado a otro con la punta de la lengua entre sus labios. Enrique levantó su lengua para que la acariciara la de Ariadna. Luego la besó en cuello, en los lóbulos de las orejas, en el mentón..., y acabó ese recorrido con un largo beso con lengua. Luego, Ariadna se metió entre sus piernas. Masturbando la polla, se la mamó y le lamió y chupó las pelotas. Tiempo después, Enrique, el maduro, gemía cómo un adolescente. Ariadna supo que lo tenía, le metió el dedo medio en la boca, Enrique se lo chupó. Luego, mirándolo a los ojos le metió el dedo en el culo al tiempo que lo masturbaba cada vez más aprisa. Cuando vio que sus ojos se iban a cerrar, volvió a meter la polla en la boca y recibió una tremenda corrida en ella. No dejó de mamar hasta que la polla no soltó su última gota. Entonces soltó toda la leche acumulada en su boca y la echó sobre la polla. Puso su coño encima de ella, la clavó hasta el fondo, y le dijo:

-Abre las piernas, Enrique.

Enrique abrió las piernas, Ariadna cerró las suyas y la polla quedó aprisionada dentro de su coño. No era tonta, sabía que así aunque se le pusiera blanda entraría y saldría apretada... Pero la polla no se puso blanda, es más, no dejó de estar tiesa en ningún momento. Ariadna, le dijo:

-Voy a hacer que te vengas.

Le dio las tetas a mamar al tiempo que lo follaba lentamente, muy lentamente. Enrique le cogió las nalgas y las apretó contra él. Ariadna, al mover el culo de adelante hacia atrás y de atrás hacia delante, rozaba el clítoris con la pelvis de Enrique. Poco después los movimientos dejaron de ser lentos para ir aumentando de velocidad progresivamente, hasta que el culo de Ariadna se movió a la velocidad del rayo. De repente se quedó quieta, y... ¡Booooom! Algo explotó dentro de ella e inundó la polla de Enrique con una deliciosa corrida. Ariadna, perdida en la boca de Enrique, temblaba y gemía. Enrique, sin poder evitarlo le llenó el coño de leche.

Estuvieron así, pegados y besándose un par de minutos.

Cuarto orgasmo.

Luego, sin quitarla la polla de dentro de su coño, Enrique, le dio la vuelta, se puso encima de Ariadna, entrelazó los dedos con los suyos, y le dijo:

-¿Quieres que te llene otra vez de leche el coño?

-No, ahora le toca a mi culo. Quiero que me lo bautices.

Enrique se quitó de encima. Ariadna se puso a cuatro patas. Enrique vio salir de su coño leche mezclada con jugos. Mojó la cabeza de su polla en ellos y después la frotó en su periné y en su ano. Ariadna, le dijo:

-Mete.

-No seas impaciente.

Le lamió el ojete, le metió la punta de la lengua dentro y le folló el coño con dos dedos de una mano, y con la otra le acarició sus bellas tetas. El ojete comenzó a meterse para dentro y a echarse para fuera. Era el momento de profanar aquel culito. Le metió el glande y no se quejó, al contrario, con una mano cogió la nalga izquierda de Enrique y lo apretó contra ella. La polla fue entrando, muy, muy apretada, pero entró hasta el fondo... Al bombear su culo, Ariadna sentía cómo si la quisieran reventar, más al ratito ya estaba cachonda a más no poder, tanto que metió dos dedos en el coño y lo folló al tiempo que acariciaba el clítoris. Tardó poco en decirle:

-¡Me voy a venir otra vez!

Enrique le quitó los dedos de coño, le agarró las dos manos y le puso brazos y manos a la espalda. Ariadna con el cuerpo y la cara apretados contra la cama sintió cómo Enrique le follaba el culo sin piedad. "¡Zassssssss, zassssss, zassssssssss, zasssssssss, zaaaaaaaas, zasssssssss...!" La nalgueó. "¡Plasssssss, plassssssss, plasssssss. plasssssss, plassssssss, plassssss...!" A Ariadna se le abría y se le cerraba el coño. No decía nada, solo gemía, gemía, gemía y echaba el culo hacia arriba. Tiempo después, cuando abrió la boca fue para decir:

-¡Vente conmigo, vente conmigo, vente conmigo! ¡¡¡Me vengoooooo!!!

Enrique, no le llenó el coño de leche, la sacó del culo y se volvió a correr dentro de su coño.

Quintó orgasmo.

Ariadna era insaciable. Con la polla de Enrique dentro de su coño, le dijo:

-Dame sexo más sucio.

-No me provoques que puedo llegar a ser muy guarro y muy malo.

-¡Me encantan los hombres guarros y malos! Yo cuando estoy caliente también soy una guarra y una mala.

Enrique, no se creía nada.

-¡¿Tú?!

-Sí, yo, ya lo verás.

Enrique sacó la polla del coño de Ariadna, se metió entre sus piernas y le comenzó a lamer el periné y el ojete. Ariadna sentía como sus jugos y la leche de Enrique salían de su coño y caían sobre su lengua y oía cómo se los tragaba. Luego le metió un dedo en el culo, la miró, lo sacó y lo chupó. Acto seguido le comió el coño... Lamió sus labios, le folló la vagina con la lengua, le lamió y le chupó el clítoris... Ariadna ya estaba perra cuando Enrique le metió dos dedos en el coño y le succionó el clítoris, y cuando apretó su lengua contra él e hizo círculos, se corrió como una fuente, diciendo:

-¡¡¡Me vuelves locaaaaaaa!!!

Sexto orgasmo.

Sin dejarla respirar y sin sacar la polla del coño, la sacó de la cama, la levantó en alto en peso, la empotró contra la pared de la habitación y le dio caña mientras se lamían, se mordían y se saboreaban la boca, el cuello..., lo que iba surgiendo. Ariadna, rodeaba el cuerpo de Enrique con sus piernas y el cuello con sus brazos. Sentía su coño chorreando y cómo la polla llegaba al fondo de su coño con tal fuerza que parecía que lo quería romper. Se comunicaban por gemidos y por miradas de lujuria. Esta vez, Ariadna no dijo nada, chupando la lengua de Enrique y temblando y sacudiéndose de placer soltó una corrida que bajando por la polla acabó goteando en el suelo de la habitación.

Al acabar de correrse, Enrique la puso en el suelo, se agachó y le lamió el coño encharcado de jugos, después la besó, hizo que se agachara, se la metió en la boca, la meneó y le llenó la boca de leche. Ariadna, después de recibir la leche en su boca, se levantó, besó a Enrique y le devolvió leche que le había dado. Al acabar de besarse, le dijo:

-¿Soy una guarra o no lo soy?

-Lo eres, pequeña, lo eres.

Séptimo orgasmo.

En el reproductor de C Des sonaba Bohemian Rhapsody cuando Enrique se levantó de la cama para echar otro par de vinos. Al volver vio que Ariadna se estaba tocando, con un dedo acariciaba su clítoris y con la mano izquierda acariciaba sus bellas tetas. Le dijo a Enrique:

-Hagámoslo.

-¿Lo qué?

-Masturbarnos mirando cómo lo hace el otro.

Enrique posó los vasos sobre la mesita de noche, se metió en cama, se sentó frente a Ariadna y comenzó a masturbarse. Ariadna, viendo cómo la mano de Enrique bajaba y subía por la polla, le dijo:

-Voy a venirme antes que tú.

-Así, si, pero no te correrías antes que yo si te masturbas a cuatro patas.

Ariadna sonrió, y poniendo cara de niña mala, le preguntó:

-¿Qué le quieres hacer a mi culito?

-Comerlo.

-La verdad es que cochino eres un rato largo, para ser médico tienes unos gustos... Pero malo no eres.

-¡Qué no soy malo!

Enrique salió de la cama. Cogió debajo de ella una pantufla gris con piso de goma negra y le dijo:

-¡En pie, pajillera!

Ariadna dejó de masturbarse y salió de la cama. Enrique se sentó en el borde y le dijo:

-Ven aquí, niña mala.

Ariadna, sonrió, meneó el culo y las tetas, y le dijo:

-¿Me vas a dar en el culo, papito?

-Échate sobre mis rodillas, cochina.

Ariadna se echó sobre sus rodillas y Enrique le largó.

-¡Plassssss, -¡duele!- plassssss, -¡ayyyyy!-, plassssssss, ¡ayyyyy cómo duele, -plassssssss, -¡me haces daño!plasssss, -¡eres malo!-, plasssssss!, ¡eres muy malo¡

Las nalgas de Ariadna estaban al rojo vivo y la polla de Enrique, tiesa. Le lamió las nalgas y le metió dos dedos en el coño encharcado.

-Hazme correr así, papito.

-¡Plasssssss!, -¡sádico!-, plassssssss, -¡abusador!-, plassssss, ¡oooooooh, más, dame más fuerte! -¡¡plasssssss, plassssss, plasssssss, plassssss!!

Le volvió a lamer las nalgas... Le metió un dedo en el culo y otro en el coño y se los folló. Ariadna apretó las piernas y le dijo:

-¡Ayyyyyyy que riiiiico! ¡¡Me voy a venir, me voy a venir!!

Enrique era un castigador.

-Ahora vas a esperar para correrte.

-¡Noooooo!

-Sííííí. ¡Y ni se te ocurra tocarte el coño!

Enrique dejó de calentarle el culo, la echó sobre la cama, le cogió con las dos manos un pie y comenzó a acariciarlo, luego, besó, lamió y chupó los dedos uno a uno, besó y lamió las plantas, los tobillos y los talones... Hizo lo mismo con el otro pie, y después besó y lamió una pantorrilla, Ariadna abrió las piernas sin dejar de jugar con sus tetas y sus pezones. Enrique fue acariciando, besando y lamiendo el interior de sus muslos. Al llegar al lado del coño, bajó y le metió la punta de la lengua en el ojete, lamió su periné, la metió dentro de su vagina, lamió el coño, apretó el clítoris con la lengua, siguió hasta el ombligo y después de lamerlo siguió besando y lamiendo hasta sus tetas. Magreó las tetas, lamió, besó y chupo sus duros pezones, lamió las areolas y mamó, todo ello despacito y entre los gemidos de Ariadna. Besó su cuello, y mordió los lóbulos de sus orejas... Cuando besó su boca, los dedos de Ariadna entraron en su coño. Enrique, dejó que se masturbara. Comenzó a darse caña... Al llegar los dedos al fondo de su coño y toparse con el flujo vaginal hacían este ruido: "¡Classssssss, classsssssl, classssssh, classssssh, classssssh, classssssssh...!" Enrique, echado al lado de Ariadna y magreando sus tetas tenía la polla tiesa cómo un palo. La muchacha se la cogió, se la masturbó, y después le dijo:

-Métemela y córrete dentro.

Enrique subió encima de Ariadna, abrió las piernas. Ella las cerró (le encantaba esa posición). La polla se deslizó de afuera a dentro y de adentro a fuera, apretadísima. Ariadna le cogió el culo y movió el suyo alrededor. Enrique no iba a durar nada... Cuando Ariadna sintió la polla latir dentro de su coño, le dijo:

-Dame tu leche.

Enrique, con un tremendo temblor de piernas y mordiendo su boca, le llenó el coño de leche.

Al acabar, Ariadna, lo echó hacia un lado, sacó la polla del coño, miró y vio cómo salia la leche de él. Se lo puso en la boca, le cogió la cabeza, frotó el coño contra su lengua y poco más tarde comenzó a correrse cómo una loba.

-¡¡¡Bebe, cochino, bebeeeeeee!!!

Octavo orgasmo.

Al acabar de tragar, Enrique, le dio la vuelta, cogiéndola con una mano por la nuca le metió la polla en el coño, apretó su cabeza contra la almohada y la folló cómo si estuviera poseído por un diablo. Le dio leña, y le dijo:

-¡Toma, cerda! ¡¡Asquerosa!! ¡¡¡Te voy a romper el coño!!!

Ariadna le respondió:

-¡Rompe! ¡¡Me gusta que me lo rompan!!

Basta que quisiera que se lo rompiera para llevarle la contraria. Le metió la punta del dedo pulgar en el culo, dejó la puntita de la polla en la entrada de su coño y la volvió a nalguear: "Plassss, plassss, plasssss, plasssss..."

Ariadna levantaba y bajaba el culo y la polla y los dedos entraraban y salían en su culo y en su coño... Se lo estaba pasando en grande, sus gemidos así se lo decían a Enrique. Se folló a su aire, hasta que llegó al momento de no retorno.

-¡Ay que me corro! ¡Ay que me vengo! ¡¡¡Me corroooo!!!

Enrique, al sentir cómo el coño de Ariadna apretaba su polla y la bañaba, se dejó caer sobre ella y se corrieron juntos.

Ariadna ya no quiso más. Quedara satisfecha.

A ver si esta vez se le da a alguien por comentar... ¡Vagas! Que sois unas vagas y unos vagos.

Quique