Los nuevos vecinos

Unos nuevos vecinos se mudan al adosado de al lado. Ambos son jovenes, atractivo, y cada uno oculta sus propios secretos...

Hacia ya 2 semanas desde que nos habíamos mudado al Chalet mi novia Sandra y yo, que me llamo Daniel. Son unos chalets a estrenar, proporcionados a gente joven en sorteos públicos, mas en concreto a las afueras de Madrid, a tan solo 15minutos.

Vivíamos casi solos en la urbanización, sin muchos vecinos aún, puesto que la gente no se había mudado todavía, aunque poco a poco podía apreciarse como la calle se iba llenando, y era raro el día que no aparecía un camión de la mudanza.

Sandra y yo, ya instalados, nos acostumbramos rápido al ajetreo de los camiones y demás, por lo que no dimos mucha importancia a que uno de ellos se parara cerca de nuestra casa. Ya a la tarde llamaron al timbre, y al abrir, vi a una pareja también de nuestra edad, pues rondarían los 25 años, que resultaron ser nuestros nuevos vecinos.

Hicimos buenas migas con ellos. El se llamaba Juan, dueño de un par de gimnasios por Madrid junto con un amigo. La verdad que se le veía bastante guapo por lo que pude apreciar en la mirada de Sandra, que desde el primer momento pareció hacérsele la boca agua con ese cuerpo musculado del gimnasio, así como su pelo largo y rubio. Maria, como se llamaba su novia, trabajaba como doctora en un ambulatorio cercano, por lo que suponía que seria ese el motivo de la mudanza.

Era muy diferente a mi chica. Sandra se caracteriza por su carita aun juvenil, de niña buena por así decirlo, con una melena rubia asta los hombros, con mechas oscuras y doradas, y un cuerpecito con curvas elegantes, donde destaca su preciosa e intachable delantera, bastante grande ( 95 de sujetador) y sobretodo, de unas formas preciosas, además desobedecer las leyes de la gravedad con su firmeza. Maria en cambio era una chica mas alta, de unos 1,75 metros de altura, con unas curvas mas marcadas y fuertes ( supongo que iría al gimnasio mucho con Juan), con poco pecho, pero compensado sin duda por un precioso culo, que no dudada en lucir con un vaquero apretado de cintura baja. Estuvimos los 4 tomando algo en el salón, hablando de nuestros trabajos, como habíamos decidido venir aquí y demás. Sandra y Maria congeniaron enseguida, y se fueron por toda la casa enseñando a Maria como la habíamos decorado, y que más íbamos o como teníamos pensado redecorar algo. Nos despedimos asta la noche, para irnos a cenar a un restaurante cercano al barrio y conocernos mejor.

Sandra se puso muy guapa, con un vestido negro de falda corta y ceñido de cintura para arriba, marcando muy bien su figura, mientras yo fui mas de "casual" con un vaquero y una camisa. Durante la cena con nuestros amigos, Juan y Sandra hicieron muchas migas, hablando sin parar de lo duro de dirigir varios gimnasios, del ejercicio que realizaba con sus alumnos y como se mantenía así. La verdad que no me hacia mucha gracia verles a los dos tan animados hablando, viendo como mi mujer escuchaba atentamente cada palabra que salía de su boca, me estaba poniendo celoso, asta tal punto que me costaba seguir la conversación que estaba teniendo con Maria, la cual me contaba como era su trabajo, y lo difícil de compaginarlo con su vida normal, ya que era duro escuchar tantos problemas de la gente y demás. Al final de la cena, pusieron algo de música en un saloncito, y Juan insistió en que fuéramos a bailar, para que viéramos lo bien que se le daba (mas bien para que lo viera mi mujer).

Estuvimos bailando un rato mientras nos bebíamos algo, pero Maria y yo nos cansamos rápido, y Juan, sin pareja, decidió bailar con mi mujer. Tras echarme una mirada de duda, salió a la pista con él. Por desgracia para mí la música pasó de una mas animada a una balada lenta, lo que supuso que este la cogiera por la cintura y se arrimara bastante.

Sandra, al juntarse Juan a ella, puso una cara de asombro, que no entendí, pero el se la sonrió, la dijo algo al oído, y empezaron a bailar bastante animados.

Al llegar a casa nos despedimos en la puerta de ellos y una vez dentro se lo pregunte:

-Cariño, ¿qué tal te lo has pasado? Te he visto muy animada con Juan.

-Si, es majo, ¿No te parece?.

-Si, te he visto muy cariñosa con él. Por cierto, ¿qué te sorprendió tanto cuando se te acerco para bailar?

Ante tal pregunta dio un respingo, como si pensara que no lo hubiera visto, y tardo en contestar un poco, lo que, tras años de experiencia conociéndola, significaba que me iba a mentir.

-Nada cariño, un comentario tonto, una ocurrencia suya, no te preocupes, no me ha pedido matrimonio ni nada jaja. ¡Que celoso eres!.

Precisamente lo que más me preocupaba era eso, que me digas que no lo haga, pero lo deje estar, no sin encenderse en mi la llama de los celos en mi interior. Nos fuimos a dormir aunque, cuando estábamos cogiendo el sueño, empezamos a escuchar gemidos que provenían desde la casa de Juan y Maria, ya que con el calor ( era julio) dormíamos con las ventanas abiertas. Según se podía oír estaban echando un polvo de campeonato, pues Marta no paraba de gemir y gemir, gritando de vez en cuando alguna frase del estilo "O Juan me matas, que polla, es enorme" o alguna de Juan como "O cariño vas a dejarme la polla seca". Mi mujer y yo nos miramos sin decir nada, y una vez acabado el juego en la habitación de al lado, nos dormidos como pudimos, no sin antes empezar a entender algunas cosas que gracias a las frases de Maria estaban empezando a iluminarme. Posiblemente Juan tuviera una polla bastante grande, y fue eso lo que noto mi mujer al estar bailando, por lo que puso la cara de asombro, claro que también pueden ser imaginaciones mías. Tenia que averiguarlo.

La semana transcurrió con normalidad, hicimos amistad rápidamente, llenando en el jardín los 4 y demás cosas, pero yo seguía intrigado sobre el "tema" de Juan, y las miradas de Sandra a él no hacían otra cosa que atestiguar mis sospechas. El fin de semana quede con Juan para ir a su gimnasio, y que me lo enseñara y de paso quitarme algún kilito que me sobra. Al llegar me estuvo mostrando todas las maquinas, y como funcionaban, y me preparo una ronda de maquinas con varias repeticiones para entrar en calor, seguido de un rato en bicicleta estática y algunas abdominales.

-Ya veras como te quitas esos kilos en nada Dani, tu solo ten fuerza de voluntad y ejercicio constante.

-Si si se dice rápido pero esto es agotador, no se como puedes hacer esto todo los dias, yo hasta me canso viendo a la gente.

Una vez finalizada la tarde, nos fuimos a las duchas (razón por la que había venido), y nos aseamos para volver a casa. Él, sin pudor debido a la costumbre, se despojo de la ropa en pocos segundos, y al verme que no me decidía, se dio la vuelta y me dijo que no pasaba nada

-Oh venga no tendrás vergüenza, que es un simple vestuario, ¿nunca te has cambiado de pequeño jugando al fútbol o algo?.

-Si si, que estaba pensando en otra cosa.

La otra cosa que estaba pensando era la polla de Juan. Debo de decir que nunca he sentido atracción por otro tío, pero reconozco que cualquier tía que viera eso no podía escapar a su influjo. En estado normal ya era de una longitud endiablada que sin duda pasaba los 20cm en pleno apogeo, y con un grosor superior al normal, que sin duda seria la mezcla perfecta para cualquier mujer.

Al volver a casa, decidí sacar el tema con mi mujer, mientras cenábamos viendo una película de amor (que remedio, que sino se enfada y no hay cama).

-Cariño ya sé porque te asombraste cuando te cogía Juan para bailar la semana pasada en el restaurante. ¿Es por su paquete verdad?

Parece que había dado en el clavo, pues ella se puso inquieta, intentando rehuir, pero ante mi insistencia me lo confirmó

-Si cariño, no quería decírtelo para que no te enfadaras o algo. Cuando se acerco y me cogió, note todo su paquete sobre mi, y aunque me sorprendió que estuviera así, lo que más me asombro fue... su tamaño, parecía enorme, y Marta me a dicho que así es, que le mide 23cm, me cuesta creerlo.

-Pues así es, yo mismo se la he visto hoy en los vestuarios

Dejamos así el tema, y callados acabamos de ver la película, y nos fuimos a dormir, con el sonido del polvo de Juan y Marta, cosa que pareció encender a mi mujer pues esta empezó a calentarme, tocándome el paquete, para acabar follando como nunca habíamos hecho.

Dias después, Marta llamó a nuestra casa, pidiéndome que la llevara al ambulatorio, ya que le tocaba guardia durante la tarde-noche y su coche se había averiado al rompérsele un manguito. A Sandra le pareció buena idea, y me animo a que la llevara y de paso la hiciera un par de recados en el supermercado. Me animé y acerque a Marta al ambulatorio, pero de camino a casa vi que el supermercado estaba cerrado. Lógico, era domingo, ¿Por qué me ha habrá mandado mi chica a un supermercado un domingo si ella sabe mejor que yo que estaba cerrado?. Ahora caigo, solo era una estratagema para quedarse a solas con Juan, o simplemente que le fue de la cabeza. Ante mis dudas, opte por acercarme a casa, dejando el coche en la calle de al lado, y me acerque andando a casa. Abrí la puerta de fuera de mi casa, dándome así acceso libre al jardín, y desde hay me acerque por detrás para entrar por la puerta que da acceso al jardín (que siempre solemos tener abierta). Antes de entrar, me pegue lo mas junto posible a la puerta para poder escuchar algo. No escuche nada, lo que me tranquilizo, y avergonzó al poder pensar que mi chica hubiera estado follando con otro. Fui a por una cerveza a la cocina, cuando escuche un ruido en el jardín de mis vecinos. Ante la posibilidad de ser descubierto y enfadado de mi error por no haber mirado bien, avance a hurtadillas asta la ventana mas próxima, pero solo vislumbre a mi mujer entrando a la casa de Juan, en compañía de otra persona, que lógicamente seria el dueño de la casa. Presa del pánico y los celos, decidí pasar desde mi terraza a la suya. Al entrar a mi terraza, empecé a escuchar su conversación, en la cual Juan, ni corto ni perezoso, estaba hablando de su polla a Sandra. Conseguí saltar a su terraza no sin muchos problemas, ya que entre las prisas y la cosa de no ser visto, estuve cerca de tirar una de las macetas recién plantadas de mi chica. Una vez dentro de su casa, busque el mejor sitio, donde tuviera algo de visibilidad, y decidí permanecer quieto a ver que sucedía y, sobretodo, si mi mujer me quería lo suficiente como para dejar hay tirado a Juan. Ambos estaban sentados en unos pequeños sillones de masaje, uno enfrente del otro, con un refresco cada uno.

-Supongo que Marta ya te contó mi "pequeño" secreto, ¿verdad? Y bien, ¿Te gustaría verlo?

Mi mujer, bastante silenciosa, se debatía en su fuero interno, que puedo apreciarse en su contestación –Juan, tu tienes novia, y yo también, y no creo que le gustara esto a Dani... –Parece ser que esta contestación no fue la que esperaba el, pero muy listo volvió al acecho de mi mujer –Oh Sandra, Dani no esta aquí, y no tiene porque enterarse nadie, y además lo estas deseando, siempre me estas mirando el paquete, venga que me dices, ¿Quieres verla?- -....S..i..- Su si entrecortado y bajito, fue síntoma de que su lucha interna había acabado, que necesitaba ver esa polla, y quien sabe que más.

Juan se levanto del sillón en el que estaba sentado delante de Sandra, dio un par de pasos para situarse a pocos centímetros de Sandra, y empezó a desabrocharse el cinturón, que tiró cerca de donde me encontraba, por lo que me arremetí rápidamente pensando que me habían visto. Cuando volví a mirar Juan ya estaba en calzoncillos y con una erección bastante descarada, se bajo los boxers de golpe, asomando como un resorte su polla, aun más grande de lo que me temía. A Sandra también le asombro un poco, sin apartar los ojos de ella. Juan había conseguido lo que quería, había conseguido que mi mujer, hipnotizada con aquel falo, hiciera lo que él quisiera. Acabo quitándose toda la ropa, y arrimó su polla a la cara de mujer, que aun seguía sentada en el sillón, disfrutando del espectáculo.

-Venga Sandra, ¿Por qué no nos muestras a nuestro amigo y a mí como se te dan los trabajos manuales? Espero que no nos decepciones

Aquello pareció tocar el orgullo de mi niña, que nunca había defraudado a ningún hombre, se decidió a enseñarle cuanto placer sabia dar a un hombre con sus manos. La única contestación que tuvo Juan de mi mujer fue una mirada que esta la lanzó, una mirada explicita, directa, de las que son capaces de resucitar a un muerto y, porque no, levantar aun más esa polla. Deslizo su mano derecha asta alcanzar aquel miembro, y empezó a tantear el terreno, moviendo la mano por su glande, acostumbrándose a su tacto, a su tamaño, siguió bajando hasta llegar a sus huevos, con los que empezó a jugar cariñosamente y en los que decidió dejar su mano izquierda, mientras la otra volvía al duro miembro, a empezar un cimbreante movimiento, muy lento, como con miedo a romperlo. No tardo mucho en acelerar el ritmo de la masturbación, mientras miraba a los ojos a Juan, el cual no daba crédito, al conocer a su verdadera vecinita, la cual parecía muerta de hambre, por lo que decidió sacarle partido.

-Venga, cómemela, lo estoy deseando, y tu también, a que esperas, cómetela

-Yo no hago esas cosas, no me gusta.

La verdad que ni niña en la cama no tiene muchos reparos, pero la única cosa que no le gusta es practicarle el sexo oral a un hombre, porque según ella le incomoda tener semejante cosa en su boca, además de darle cierto asco, por lo que solo conseguía sacarla alguna mamada de vez en cuando, para días especiales. Una pena.

Sandra siguió masturbando aquel rabo, echándole saliva para lubricar la paja y proporcionar aun más placer a Juan. Este, poco a poco, iba avanzando su polla cada vez mas a la cara de mi novia, asta el punto que a este la resultaba difícil masturbarlo en aquella posición. Juan le dijo que le diera un beso a su polla, para calmar su "mono", y esta accedió, dándole un cariñoso beso en el glande, al que siguió un "morreo" en todo el capullo, succionándolo entero. Juan soltó un suspiro enorme, y sé recolocó un poco, sin dejarme ver. No me quedaba otra que entrar por la ventana del dormitorio que daba a la terraza y salir por el pasillo para ver. Cuando conseguí realizar tal acción, digna de las mejores PornoStars actuales, viendo a mi novia con la totalidad del rabo de Juan dentro de su boca mientras este mantenía con sus manos la cabeza de mi mujer. Cuando la soltó, mi chica siguió en su empeño de sacar toda la leche al miembro, así opto por lo que más me pone a mí, empezó a comerle los huevos, mientras dejaba reposar la polla en su cara.

-Oh nena sigue así, vas a hacer que me corra. Maria te pudo haber dicho lo grande que era mi polla, pero lo que seguro que no te dijo es que guardas otras sorpresas en su interior y si sigues así vas a verla mi amor Ohh..

Sandra empezó a centrarse en hacer que se corriera, comiendo el glande y jugando con el, para volver a metérsela y provocar un endiablado ritmo que apenas duro un par de minutos porque Juan no lo resistió. Saco su polla de su boca, la colocó a unos 10centimetros de distancia, apuntó a la cara de mi chica y empezó a disparar chorros de leche. Los dos primeros fueron a parar a la boca de mi mujer, que empezó a tragar todo lo recibido, pero Juan seguía expulsando oleadas de leche, sobre su cara, pelo, mejillas y con una potencia fuera de lo normal. Mi mujer, por su parte, se afanaba en no desperdiciar nada de aquel preciado liquido, acercando su boca a donde se dirigían los chorros, y acercándose a la polla, para acabar comiéndosela, mientras esta aún daba signos de derramar los últimos chorros. Aquel hombre que tenia delante de mí había echado la mayor corrida que hubiera visto en cualquier película porno, mucho más abundante y fuerte, pero lo peor de todo, es que lo había hecho en la boca de mi mujer, y esta, lejos de desagradarle, estaba contenta y saboreando los últimos flujos que su ocasional amante derramaba sobre su hermosa carita y su viciosa boca.

-Nena a sido perfecto, y tranquila, enseguida me recupero.

Mi chica, la cual a estas alturas estaba más caliente que un volcán, y ya que, durante unos instantes, su actual amante iba a ser incapaz de satisfacerla sexualmente, se tumbó en el sillón y, abriendo sugerentemente las piernas, empezó a masturbarse con su mano derecha, su precioso y ardiente sexo. Empezó bajando su mano desde su cara, haciendo un pequeño camino que descendía entre sus pechos, llegando a su ombligo y acabando en su coño. Se entretuvo un poco jugando con su clítoris, mientras que su mirada estaba prendida en su amante, buscando la provocación y el renacer de su aparato sexual.

No tardo mucho en introducirse los dedos y empezar a masturbarse de una forma más salvaje pero, por suerte para ella, esto no duro mucho, pues Juan no pudo contenerse mas y se lanzó a comerse aquel manjar que ofrecía mi mujer entre sus piernas.

Desde la posición en la que me encontraba no podía ver mucho, pues los tenia de lado y me era imposible ver la labor que hacia mi vecino sobre mi novia pero, según los suspiros de esta, y su manera de arquear la espalda, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, era mas que probable que aquel cabrón estuviera haciendo un trabajo bastante bueno. Sandra solo conseguía suspirar y gemir, agarrando con una mano la cabeza de Juan y suplicándole que siguiera y acelerara el ritmo para llegar al orgasmo. Él, como buen amante, obedeció sus ordenes y aceleró el ritmo, que podía apreciarse en como movía la cabeza entre las piernas de mi mujer, de una manera rápida y precisa, provocando gritos de placer en mi chica, apunto del orgasmo.

Este nunca ocurrió, o al menos no en ese momento, pues Juan ya se había recompuesto de su corrida anterior, así que, sin apenas dar explicaciones, levantó a Sandra del sillón, se sentó él, y dijo a mi chica:

-Ven y siéntate aquí Puta, que vas a probar lo que es un rabo de verdad y no a lo que estas acostumbrada.

-Follame cabrón, no aguanto más, necesito probar esa polla.

Acto seguido se sentó sobre aquel enorme falo, al principio con cuidado, pero entre las ganas y la calentura que ya tenia, no le costó mucho meterse aquel enorme falo tan diferente al que habitualmente usaba. Tras un pequeño tiempo de adaptación con un mete-saca lento, fue Juan quien empezó, gracias a su fuerza, a mover a mi chica sobre su polla, llegando a un ritmo bastante salvaje, al que mi novia acomodo rápido y empezó a ser ella quien saltaba sobre aquel miembro sin necesidad de Juan, que intentaba coger las tetas al vuelo de mi chica. Desde mi posición podía ver como los saltos de Sandra sobre Juan eran tales que prácticamente se sacaba y se metía la polla de él en cada salto, provocando cada vez un grito de placer mayor, hasta que acabó por correrse en uno de ellos, mientras gritaba lo maravilloso que era follarse una polla así, cosa que, en vez de disgustarme, provocaba una excitación mayor en mi aquellos insultos.

Tras el orgasmo de mi mujer y la posterior debilidad, Juan lo aprovecho para poner a Sandra a cuatro patas sobre el sofá, de manera de su cara quedaba sobre la parte superior de los asientos, y su culo se ofrecía a su amante de una forma difícil de resistir. Este intentó usar dicho agujero, pero Sandra le dijo que no, que ya habría tiempo para hacerlo por hay, pero que ahora mismo no podía meterse aquella polla por hay debido a su falta de experiencia ( de hay que durante las próximas semanas me pidiera a mi sexo anal de forma tan inesperada ). Tras un par de intentos, Juan se dio por vencido y decidió follarsela tal y como estaba, a cuatro patas. Aquella postura le daba la libertad de ser él quien marcada el ritmo que debido a la excitación de ambos fue muy rápido, introduciendo la totalidad de su miembro en el ya de sobra dilatado coño de mi chica, la cual intentaba, casi en vano, sujetarse y apoyarse bien el sillón con el fin de recibir las embestidas salvajes de su amante. Juan aprovechaba tal situación para darla palmadas en el culo o para coger las tetas de mi chica, pero lo bueno acaba pronto, y tal ritmo solo facilitó que se fuera a correr antes, por lo que saco la polla del ardiente coño de mi niña y esta, capto la indirecta y saltó del sillón al suelo, donde se puso de rodillas, esperando pacientemente el premio a todos sus esfuerzos. Juan empezó a masturbarse delante de ella para correrse ya, mientras la iba diciendo lo puta y guarra que era, y lo bien que lo iban a pasar en el futuro, y toda la leche que iba a tragarse.

-Si, soy tu puta, y necesito leche, tu leche. He sido una chica buena y me la he ganado así que correte ya cabrón.

Dicho esto quito la mano de Juan de su polla y puso sus labios ardientes en el ya de sobra excitado glande de Juan que, por el contacto de la boca de Sandra o las palabras que había dicho, no pudo mas y se corrió en la boca de ella. A decir verdad no puedo afirmar si se corrió o no, puesto que Sandra no dejó escapar ni una gota de la corrida de Juan, la cual, por su forma de arquear la espalda, los gritos y el suspiro que profirió, no fue precisamente pequeña. Una vez tragado el regalo de su amante y tras su posterior limpieza del rabo de Juan, Sandra me sorprendió con un:

-Eres todo una caja de sorpresas vecinito, no sabia que podías almacenar tanta leche, y menos después de haberte corrido hace un rato.

-Como te dije, tengo muchas sorpresas vecina, y muchas mas que te quedan por descubrir.

Ambos rieron y empezaron a hablar un poco, hasta que Juan se vistió y fue a por algo a la cocina, y mi chica se fue a lavar y a vestirse al baño. Poco después se despidieron con un pico y, temiendo que me pillaran, decidí volver a casa por la terraza, y me tumbe en el sillón haciéndome el dormido y, sobretodo, como dar la vuelta a la tortilla es decir, como conseguir montármelo con Maria.

FIN

Espero que les haya gustado mi relato. Siento las posibles faltas de ortografía que se me hayan colado. Cualquier critica, comentario, sugerencia o demás será bien recibido aquí o en mi correo skrelatos@yahoo.es donde intentare contestar a todos.

Un saludo.