Los novios

Mario y Esther, unos novios muy especiales.

En un relato anterior aparece un personaje que en este relato pasa a ser la protagonista. Hablo de Esther, una doctora endocrino que trata a una paciente en su feminización administrándole hormonas. Pues bien, Esther tenía 26 años y acababa de terminar la carrera. Trabajaba en un hospital y vivía con su novio Mario con el que tenía intención de casarse. Mario era un chico que también estudió medicina y trabajaba en el mismo hospital que Esther. Esther era una chica un poco distinta a las demás, se la notaba muy macho, Mario le notaba que de vez en cuando seguía con la mirada a alguna chica guapa que se cruzaba delante de ellos y al igual que él la notaba que las miraba con deseo. Los dos estaban enamoradísimos y Esther no paraba de decirle que era la persona de su vida y que iban a acabar casándose. Mario la notaba cada vez más masculina, se fijaba en sus gestos y en su forma de ser e incluso tenía momentos de agresividad típicos de un varón. Mario se lo decía y ella le respondía que estuviese tranquilo que lo quería mucho y que se casaría con él. La verdad es que tampoco es muy típico de una mujer hablar así de boda, se supone que tiene que ser el hombre el que pide matrimonio a la mujer pero Mario la dejaba pasar. Mario la notaba cada vez más agresiva.

A los dos meses de todo esto Mario empezó a sentirse mareado cada vez más a menudo y se notaba raro en su interior. Se estaba volviendo más sensible y Esther estaba empezando a tener el poder dentro de casa. Mario se asustaba cuando Esther le gritaba e incluso alguna vez se puso a llorar ante las amenazas de Esther pero ésta le consolaba dándole fuerte abrazos y besos. Mario ya no sabía qué hacer con ella, ya no la podía dominar y él cada vez se sentía más vulnerable.

Mario vivía en continuo estrés y lo notaba en que ya no le salía la barba tan asiduamente como antes. Después de cada jornada de trabajo tenía que soportar a su novia que cada vez se parecía más a él y Mario necesitaba cada vez más su cariño y afecto ante la impotencia que sentía frente a ella. El se dejaba llevar cada vez más por ella y Esther se hacía cada vez más fuerte ante él. Mario se desesperaba ante su falta de dominio y se pasaba largos ratos llorando de impotencia. Por fin decidió no insistir más y pasó a ser el elemento pasivo de la relación. La verdad que se empezó a sentir cómodo en su nueva función y Esther se dio cuenta empezó a ser ella la que tomaba la iniciativa en todo. Ella lo cogía y empezaba a darle mimos a Mario y lo dominaba como si ella fuese el hombre y Mario la mujer, pero Mario había perdido su orgullo y se sentía más a gusto si ella llevaba las riendas.

Al tiempo todo seguía igual pero más acentuado. Mario había renegado de su rol de hombre de la casa y ahora Esther llevaba los pantalones. Ella empezó a llevar el cabello corto y le decía a Mario que lo quería ver con el cabello más largo, le decía que le ponían los tíos con el pelo largo y él dejó de ir a la peluquería para complacerla a ella. En la cama ahora era Esther la que manejaba la situación y le empezó a gustar ser penetrada pera estando ella sentada sobre él y cabalgar como si fuese ella la que se la está metiendo a él. Mario empezó a sentirse a gusto así, él necesitaba cada vez más cariño y comprensión y ella se lo daba, no siempre pero si bastantes veces. Mario ya había renegado de su pasado y aceptaba la nueva situación feliz de su nueva posición.

Una noche Mario se fijo que Esther tenía unos brazos enormes para ser mujer y ella le respondió que había empezado a ir al gimnasio y ya se empezaban a notar las pesas sin embargo a él le gustó el hecho de que su novia estuviese poniéndose fuerte porque él sin embargo se estaba quedando en los huesos y le gustaba que Esther lo abrazase y se solía quedar dormido entre sus brazos. También la descubrió un día depilándose en casa todo el cuerpo y se quedó asustado, ella le respondió que sufría una alteración hormonal y por eso le salía tanto vello.

Mario cada vez se sentía más confuso, se pasaba largos ratos llorando por cualquier cosa, cada vez estaba más enamorado de Esther, pero de la nueva Esther. Le gustaban sus músculos y que le dominase a la hora de tener sexo. Lo que cada vez le gustaba menos es que ella ya no le daba tantos abrazos y besos como antes y Mario cada vez los necesitaba más. Llevaba el cabello largo y Esther muy corto, parecía como si se estuviesen cambiando las tornas pero eso a Mario le traía sin cuidado porque cada vez la quería más y le gustaba muy mucho su nueva situación. Mario se asustó mucho cuando descubrió que su piel de su rostro se estaba volviendo muy fina y ya apenas tenía que afeitarse. Esther le dijo que igual se debía a algún problema hormonal y ella se ofreció a hacerle un análisis y encontrar el problema. Esther analizó a su novio en el hospital y le dijo que tenía un problema de andrógenos y le dijo que le iba a poner unas inyecciones durante dos semanas que resolvería su problema. Así lo hizo y durante dos semanas estuvo pinchando Esther a su novio. Cada vez que Esther le ponía una inyección, Mario se notaba muy raro y sufría unos cambios de humor muy repentinos sin que él pudiera dominar, Esther le decía que eso era normal debido a las hormonas masculinas que le inyectaba. Como lejos de aparecerle la barba, ya apenas le salía nada de barba, y además había notado un ligero debilitamiento de su miembro a la vez que una considerable disminución en el tamaño Esther le recomendó seguir inyectándose hormonas hasta que todo volviese a la normalidad.

Después de muchas hormonas masculinas en su cuerpo Mario notó que estaba adelgazando muchísimo y sus problemas no solo persistían sino que se acentuaban cada vez más. Ahora tenía la barriga que siempre había querido tener, ya no tenía nada de grasa y era muy lisa y dura, sin embargo el vello que siempre había tenido y le subía desde el pubis hasta el ombligo había desaparecido. A Mario no le importó pues le gustaba mucho más así. Esther ya pesaba más que él pero a Mario eso dejó de importarle. Cada vez se sentía más a gusto con su cuerpo más delgado y suave y le gustaba que Esther no dejara de hacerle mimos en la cama porque debido a su problema con el pene ya no podían tener sexo pero eso a Mario sorprendentemente dejó de importarle y Esther no ponía ninguna objeción tampoco. Ahora se tiraban largos ratos tirados en la cama acariciándose y besándose. Eso le excitaba bastante a Mario y le llegó a decir a Esther que le gustaba más que el sexo. Mario empezó a tener sensaciones que nunca antes había sentido y se lo hacía saber a Esther y esta le respondía que seguramente era porque ella ahora llevaba las riendas de la relación y nunca antes había sido así. El se quedaba tranquilo y veía todo como algo normal. Ya no se sentía capaz de dominarla pero no le preocupaba porque prefería ser el dominado, acurrucarse entre sus fuertes brazos y dormirse allí sintiéndose seguro. Todo esto no lo había sentido antes pero en verdad que le gustaba muchísimo.

Esther siguió poniéndole hormonas masculinas para curarle pero Mario cada vez adelgazaba más, ya no tenía ni un músculo en sus brazos, ya no se afeitaba nunca, el cabello le salía más fuerte y poco a poco iba desapareciendo todo el vello de su cuerpo. Esther ya no disimulaba nada y solo se fijaba en las mujeres cuando iban por la calle. Mario se sintió triste porque creía que a Esther le empezaban a gustar las mujeres porque él no podía cumplir como hombre. Mario le preguntó a Esther si le empezaban a gustar las mujeres porque él no podía darle servicio y ella se echó a reír. Lo abrazó muy fuerte y le dijo al oído que siempre había dicho que se casaría con él y así iba a ser. Mario se sintió muy a gusto porque ella seguía enamorada de él.

Después de mucho tiempo inyectándose hormonas estalló la bomba. Mario estaba muy delgado pero su trasero seguía como antes. Su mente estaba muy confundida porque sentía cosas que nunca antes había sentido, ahora se sentía más susceptible. En la cama era tratado por Esther como si fuese la mujer de la pareja, pero en realidad todo eso no le molestaba, al revés, le encantaba. Pero todo cambió el día que mirándose al espejo descubrió que sus pezones eran muy grandes y en su pecho empezaban a asomar dos bultitos. Rápidamente se los mostró a Esther y esta le respondió que el problema de hormonas no lo podían atajar de aquella manera, así que le volvió a hacer análisis y le dijo que le iba a duplicar la dosis de hormonas masculinas. Esther le siguió pinchando hormonas y Mario notaba muchísimo el aumento de dosis. Después de cada inyección se quedaba completamente descolocado y era capaz de sentir las hormonas por todo su cuerpo. Sin saber porque, Mario dejó de comportarse como tal y en casa asumió un rol más parecido a como era Esther que como era él. Necesitaba cariños todo el rato. En la cama necesitaba ser manejado por Esther, así es como se sentía más a gusto. Empezó a estar más pendiente de las pequeñas cosas, detalles que antes ni se fijaba. Su manera de sentir había cambiado por completo. Quería más que antes a Esther pero de una manera distinta, ahora la veía como su protectora. Su pene casi había desaparecido y le dolía no poder darle placer a Esther pero en realidad para excitarse ya no le hacía falta el pene, sentía cosas que nunca antes había sentido. Esther para tranquilizarlo le decía que no echaba en falta su pene y que las cosas son mejor así. El pensaba igual, ahora no necesitaba penetrar a Esther para sentir placer. Su pecho empezaba a ser muy sensible y cualquier roce lo hacía estremecerse. Cada vez le gustaba más su cuerpo y empezó a cuidarse más. Era muy delicado, frágil y sensible, más parecido al de una chica que al de un chico pero a Mario le gustaba sentirse así.

Esther cada día estaba más fuerte y desarrollaba más músculos. Pese a que se ponía maquillaje parecía que le salía la barba y cada vez era más agresiva y menos afectiva. Le encantaba acostarse con Mario y hacer como que se lo follaba y después sentirlo entre sus fornidos brazos mientras se duerme.

Mario no se podía creer lo que estaba viendo en el espejo. Su figura era decididamente femenina y sus pechos habían aumentado de manera considerable, eran como los de una joven adolescente que empieza a usar sostén. Mario se lo comentó a Esther y esta puso cara de susto cuando vio los pechos le dijo que seguirían un mes más con las hormonas y si nada volvía a ser como antes irían a otro sitio para que le visitase otro doctor. Esther ya se había hecho con las riendas de la relación y Mario aceptó la decisión de ésta. Por las noches Esther empezó a tratar a Mario como mujer y le masajeaba los pequeños pechos llenos de sensibilidad, Mario sentía un placer que nunca jamás había experimentado y le transportaba a la luna, Esther sabía cómo excitar unos pechos y le daba un placer inigualable. El cambio de roles llegó a tal punto que Mario no podía tocar los pechos de Esther pero ésta si se los tocaba a Mario porque era una mujer en la cama. Durante ese mes los pechos le crecieron lo bastante como para no poder camuflarlos con nada, eran tremendos y Mario habló con el director del hospital y cogió la baja temporal para ver como afrontaba su nueva situación.

Mario empezó a usar sostén porque aquello empezaba a tomar unas medidas considerables, el tiempo que estuvo en casa se dedicó a las labores domesticas y con ese cuerpo se sentía una autentica mujer. No quería quitarse los pechos porque le hacían sentir algo que no tenía palabras y cada vez empezó a asumir más el papel de mujer en casa. Un día decidió que no quería volver a cambiar, le encantaba su nuevo cuerpo con curvas y enormes pechos, empezó a comprender que sus sentimientos también se asemejaban más a los de una mujer que a los de un hombre y con valor y decisión abrió el armario de Esther y se vistió con ropa suya de cuando era delgada, terminó en el baño maquillándose o por lo menos intentándolo y se calzó unos zapatos de tacón enorme que aunque le costó, consiguió dominar casi a la perfección, así vestido se puso a hacer la cena para su querida y darle una gran sorpresa. Esther llegó a casa y lo vio vestido de mujer y sonrió, en vez de asustarse le dijo que estaba preciosa, eso a Mario le encogió el estómago y se abalanzó sobre ella dándole mil besos. Mientras cenaban Esther le contó toda la verdad. Le dijo que a ella le gustaban las mujeres y que se sentía hombre, por eso su cuerpo estaba adquiriendo dimensiones masculinas y su forma de ser y pensar también empezaban a ser varoniles, el problema era que quería demasiado a Mario y quería casarse con él, siempre se lo estaba diciendo, por esa empezó a ponerle hormonas femeninas en la bebida y cuando éste empezó a sentir cambios en su cuerpo y le pidió ayuda a Esther, ésta empezó a inyectarle las hormonas femeninas directamente sin tener que camuflarlas en la bebida así se podrían casar pero pasando a ser el novio la novia y la novia el novio. Mario se enfadó muchísimo con ella y se sintió ridículo así vestido cuando escuchó que había sido engañado. Esther lo cogió del brazo y lo llevó a la cama, Mario no se podía defender ante semejante fuerza. Esther se desnudó y se puso un calzón de Mario y empezó a quitarle a Mario la ropa de mujer que traía puesta. Mario se dejó hacer por Esther y sus gemidos se escuchaban desde la calle. Mario no dudó un momento y le dijo a Esther que estaba enamoradísimo de ella y que por favor la convirtiera en su esposa.

Al día siguiente Esther también pidió la baja temporal estuvieron viviendo Mario como mujer y Esther como hombre, Esther dejó de camuflar su cambio y en poco tiempo tenía barba y todo el cuerpo lleno de vello. Le comentó a Mario su plan y este pasaba por una clínica privada de Barcelona de un amigo de Esther para operarse los dos y cambiar de sexo. Mario no lo pensó dos veces y acepto y Esther llamó a su amigo que ya estaba al corriente de los planes de Esther. Al cabo de un mes volvieron a Madrid como María y Sergio. Fueron al hospital y le comentaron al director lo de su cambio y pidieron volver a trabajar como la doctora maría y el doctor Sergio, el director al ver que traían todos los papeles en regla los readmitió en el hospital.

A los seis meses María llevaba un vestido blanco de novia y estaba radiante y Sergio iba de esmoquin. Pasaron a ser marido y mujer.