Los Nachos

La relación de "Los Nachos", padre e hijo, cambia con la presencia de Ubaldo, el instructor del gimnasio donde va el padre.

Mi padre ha sido mi modelo a seguir incluso en lo sexual. Vivimos juntos en la Ciudad de México y nos dicen "los Nachos" porque los dos nos llamamos Ignacio. Mi papá es un hombre de cuarenta y dos años, moreno claro y de cabello negro, tiene unas cejas muy pobladas y un cuerpo definido y marcado por su gusto por el gimnasio, él dice que le gusta ir ahí porque "se respira una gran camaradería" pero yo sé que es por otra cosa, después de su rutina de ejercicios prosigue en el baño de vapor otra mucho "más intensa" con su entrenador, Ubaldo, un muchacho apenas unos años mayor que yo pero con una musculatura digna de un atlas, blanco y con el pelo castaño. ¿Qué como sé yo todo esto?.

He aquí la historia.

Papá siempre me insistía en que fuera con él al gimnasio, quería que pasaramos más tiempo juntos y pensó que sería excelente idea. Yo no le hacía mucho caso, hasta que un día invitó a comer a la casa a Ubaldo, su entrenador. Solo dijo " él es un amigo muy querido y quiero que lo trates con respeto, de ser posible también quiero que se vuelvan intimos amigos ". Eso me pareció muy extraño, ya que entre mi papá y Ubaldo se veía una gran complicidad y eso me intrigaba, ¿acaso serían amantes?. Después de comer mi papá me dio dinero para ir al cine y me dijo que tenía que hablar con Ubaldo sobre su nuevo sistema de entrenamiento. Yo tenía ganas de quedarme a ver a esos dos titanes follarse el uno al otro pero mi papá me llevo hasta la entrada del cine. No presté atención a la película imaginándome los jadeos de papá con su entrenador...

Fue así como decidí inscribirme al gimnasio y asistía todos los días después de clases.

Entonces yo era un muchacho de apenas dieciocho años recién cumplidos, ya había tenido experiencia con algunos muchachos de mi escuela y también hube follado con hombres mayores. El tema del sexo era algo muy natural y abierto en la casa, papá salía seguido con amigos y amigas pero no le conocía novia hasta el momento. Siempre me excitaba espiar a mi padre en su recámara a través del picaporte, cuando él creía que yo estaba dormido sacaba del cajón de las calcetas un dildo muy grande y se lo empezaba a insertar poco a poco (ayudado de un poco de lubricante). Yo lo veía morder la almohada para sofocar los gritos de placer que sentía y evitar que yo lo escuchara, yo mientras tanto me masturbaba afuera de su puerta para gozar mejor el show. Siempre me ha gustado mi papá, aunque sé que le gusta meterse cosas por el culo, eso no merece menos respeto de mi parte, mi padre traba muy duro para ayudarme con mi educación y si sobra algo de tiempo dildearse. Siempre fuimos "él y yo" pero ahora Ubaldo se hizo presente, admito que me dieron... ¿celos?.

Pasaron los días y yo seguía yendo al gimnasio, Ubaldo se convirtió en mi entrenador personal. A veces mi padre y yo acomodábamos nuestras agendas para hacer ejercicio juntos. Ver a mi papá entrenar con esos shorts que solo hacían resaltar su enorme y firme trasero hacía que me embobara viéndolo, Ubaldo pareció notarlo pero yo desviaba la mirada y ya, porque él entonces tendría que admitir que también se me quedaba viendo el paquete que tengo en medio de las piernas.

Las semanas seguían y a veces Ubaldo iba a comer a la casa. Entonces supe que tenía veinticuatro años y que además de ser instructor también estudiaba arquitectura. Mi padre es arquitecto y en cuanto termine la preparatoria yo mismo aplicaré en la universidad para estudiar esa carrera. Entonces fue como poco a poco me empezaba a simpatizar.

Uno de esos días en que Ubaldo vino a la casa a comer (como era habitual una ó dos veces por semana) estaba lloviendo fuertemente y venía todo empapado, mi papá le ofreció nuestra regadera para que se duchara y ropa limpia para que no se enfermara. Mientras mi papá estaba preparando la cena me pidió que fuera a ver si no le faltaba nada a Ubaldo así que subí al baño y la puerta estaba abierta. El instructor se estaba bañando y a través de la cortina se podía ver el cuerpo de un dios griego. Al sentir mi presencia ahí cerro la llave del agua y abrió la persiana, lo que tuve frente a mí me hizo abrir los ojos como de plato. Los músculos perfectamente marcados, una cintura breve y una espalda muy ancha, pero el pene (entre flácido y duro) se veía muy pero muy grande, con un glande rosa precioso. Lo único que se me ocurrió decir fue:

-¡¡La tienes enorme!!.

El instructor se puso rojo de la pena y se cubrió sus partes con las manos, pero nomás no le cabía. Cuando se dio cuenta que se le estaba empezando a poner más gruesa mejor se destapó esa zona y se puso a reír.

-Tu papá la tiene grande y supongo que tu también Nacho.

-Sí, supongo que son grandes, pero la tuya está muy gorda.

-Es para que entre mejor.

-Por cierto, ¿cómo es que le has visto la polla a mi papá?.

-En las regaderas del gimnasio, ahí no se puede ocultar nada.

-Sí, la tiene grande, parece que la pollas grandes abundan en mi familia.

-En la mía también, mi padre la tiene como de tronco, uno muy venoso.

-¿Cómo es que sabes eso?.

-Porque un día que llegó muy borracho se la mamé.

-Eh?, cuéntame todo.

Mientras empezaba a contar su historia empezó a acariciarse la polla que poco a poco empezaba a ponerse dura, yo mientras tanto hacía lo mismo por encima del pantalón.

Ubaldo me platicó que cuando tenía mi edad (18) su padre era muy dado a la bebida, y que un día lo dejaron totalmente ebrio en la puerta de su casa, él lo recibió y para quitarle toda esa ropa apestando a alcohol, lo tuvo que desnudar y vió su pito, la tentación fue demasiado grande y comenzó besando primero la punta y después de agarrar un poco más de valor (sobre todo al darse cuenta que su papá estaba "más ebrio que la navidad" y no se daba cuenta de nada) se la chupo completa. La carne es carne y su polla reaccionaba a las succiones de Ubaldo, quien en poco tiempo recibió el premio a su labor y su papá se vino en su cara y en su boca, soltando una colosal cantidad de esperma lechoso que le embarró hasta el cabello. Fue una sola vez pero el muchacho no lo olvidaría jamás.

Para cuando termino de contar su historia yo ya estaba con los pantalones abajo y masturbándome. Ubaldo la tenía tiesa como de roca.

-Mira como me has puesto Nacho.

-Tendremos que remediarlo lo más pronto posible.

Me hinqué frente a él y le empecé a lamer las bolas, que estaban afeitadas y se sentían realmente bien en mi boca.

  • UHF, qué bien lo haces Nacho, vamos sigue con la polla, Ahhhh.

Tienes un glande precioso Ubaldo, suelta muchísimo precum. Si esto lo vendieran en galones lo estaría bebiendo día y noche.

Hazlo despacio Nacho y verás como suelto hasta un litro.

UHF, que rica está tu polla, ¡déjame hacerte venir!.

No, espera.

Ubaldo se detuvo y salió de la bañera, así sin secarse. Me tomó de la mano y fuimos rumbo a dirección de la habitación de mi padre. Unos gemidos de placer venían de ahí dentro, ¡¡era mi padre quien se estaba dildeando!!. Ubaldo y yo nos quedamos afuera sin hacer ruido y hablando en voz muy baja.

-Me extraña que no hayas follado antes con tu papá.

-No lo veía como algo necesario, además no me lo ha pedido.

-Platiqué con él y me dijo que su fantasía sexual es hacerlo contigo y conmigo.

-Entonces ¿todo esto fue planeado?.

-Sí, tu padre y yo hemos sido amantes durante muchos meses. ¿Te molesta?.

-Antes sí, pero ahora me caes bien.

-Es un alivio, ¿qué dices?, entramos a follar con tu papá?.

-Vale.

Mi papá estaba ahí moviendo el culo igual que una perra, con ese enorme dildo ensartado en su ano, se veía que gozaba como nunca pues ya sabía lo que vendría. Ahí estabamos desnudos Ubaldo y yo, su hijo Nacho, los dos con las pollas sumamente tiesas y él entendió lo que veníamos a hacer. Se sacó poco a poco el dildo, diciendo " ya está lo suficientemente dilatado, ahora tengamos sexo ". Ubaldo le dio a mamar su verga mientras que yo por primera vez ponía mis manos sobre el enorme trasero desnudo de mi padre, abriendo las nalgas encontré ese precioso ano que tantas veces había imaginado, con sus pliegues, abriéndose y cerrándose, como invitándome a besarlo, y así lo hice. Lo lamí y un vago sabor a lubricante invadió mis papilas gustativas, pero detrás de eso estaba el sabor del ano de mi padre, así que no pude más y le metí la lengua.

-AHHHH, AHHHH, así hijo, tienes una lengua prodigiosa.

-¿Así papá, ó más profundo?.

-Un poco más, AAAAAAAAAAH!!.

Mi papá movía el trasero de arriba abajo, pidiendo algo más que mi lengua. Olvidando que somos padre e hijo, hice lo que la naturaleza me ordenó hacer. Coloqué mi glande sobre la entrada y el ano hizo el resto, se clavó de un solo golpe y mi papá gritaba de gusto, ahora no tenía que morder almohada alguna para sentirse hombre. Mientras tanto Ubaldo se masturbaba frente a su cara y le embarraba el precum en sus cejas y párpados. Sin que se tocara mi papá empezó a correrse sobre las sábanas y la forma en que su esfínter apretó mi polla me hizo gemir de placer y soltar mi leche dentro de su culo. Ubaldo seguía masturbándose y finalmente se vino en nuestras caras, mi papá y yo, "Los Nachos", estabamos abriendo la boca y sacando la lengua como un par de perras sedientas de leche, de mecos de hombre. Después de eso nos besamos y acordamos que ya no habría celos entre nosotros y que seríamos más amigos que nunca.

Después de esa noche Ubaldo se mudó con nosotros, ahora oficialmente como "nuestra novia". Mi papá le ayudó a terminar la carrera y yo empecé a estudiar arquitectura en la universidad, en cuanto me gradúe podré unirme al negocio de la familia, una compañía constructora. A la fecha seguimos follando los tres, a veces incluímos a otras personas pero básicamente no nos traicionaríamos por nada el uno al otro.