Los Misterios del Vaticano (4)

EL Vaticano reúne a muchas santidades, peor también sus muros guardan a muchos pecadores y pecados... he aquí algunos

EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS (IV)

Las cosas por la Curia Vaticana, debido a determinados traspiés de algunos clérigos en materia de sexo y pornografía, fueron haciendo que el ambiente se pusiera cada vez más tenso y peligroso y como además parecía que había problemas más allá de las murallas vaticanas, mi protector y Sor Angélica pensaron que era buena idea  alejarme por un tiempo de la Curia,  además de ser  conveniente que también echara un vistazo por los aledaños del Monasterio de San Pancracio y San Prepucio, para lo cual me trasladé hasta el monasterio de los Hermanos de la Sagrada Obediencia y Estricta Observancia, que  eran quienes abastecían las dispensas de la Curia con sus ricas viandas y e alguna que otra real hembra para el real servicio de los más altos y nobles clérigos del Vaticano

El monasterio no me era del todo desconocido, pues cuando mi madre quedó preñada del Cardenal de la Congregación de la Fé, este fue el lugar de reposo y de parto de un chiquillo llamado Franchesco , que protagoniza en parte las labores de voyeur y de contador oral de estas aventuras a este viejo fraile de Leyre.

Mi supuesto padre, como digo Prefecto de la todopoderosa Congregación de la Fé , pronto hizo de mí un hombre de ricas y diversas virtudes al más puro estilo de los Borgia: espionaje, control de vidas y cuentas, intrigante y fiel a determinadas divisas secretas.. en suma unas especie de  monje policía de la Orden de San Benito en la Curia Que yo fuera monje no era una desventaja sino todo lo contrario pues gozaba de sus status especial, que de lo contrario como civil e hijo  de quien se supone que soy hubiera sufrido más de un percance.

Así pues a pesar de mis escasos  veintiocho años, aquí me tienen ustedes en el monasterio que me vio nacer, encargado de la contabilidad y recuento de hechos, animales y personas y medio perdido en la inmensidad de éste microcosmos donde se juntan monjes de toda índole y estofa: hermanos legos, novicios, conversos,  padres rebeldes, esto en cuanto al monacato masculino, como el Monasterio es dúplice lo mismo sucede en el convento femenino, que  tan solo estaban  separados por gruesos muros cimenteros.

En realidad el Monasterio de los Hermano/as de la Sagrada Obediencia y Estricta Observancia, es más bien un conglomerado de monjes de diversas órdenes monacales; franciscanos, benedictinos, cistercienses, clarisos, carmelitas y otras órdenes de menos pujanza y presencia y,  como no, de  algunos misioneros/as de la Congregación del Santo Espíritu Cartesiano  que fundara el judío Padre Kaiterman, cuyos miembros  habían heredado y traído consigo extrañas enfermedades y costumbres de allende de los mares.

Mi misión además de contabilizar todo aquello y gobernarlo con mano dura, tenía como misión  dar cuenta cabal de lo que allí sucedía, pues corrían graves rumores y la Curia no estaba para muchos sustos.

Lo primero que hice nada más presentar mis credenciales y órdenes al Superior del Monasterio y tomar posesión de mis aposentos, una retirada casita en la esquina de la gran huerta, lo cual me permitía observar desde lejos todo el movimiento alrededor del monasterio y las entradas y salidas por la puerta falsa del monacato, fue inspeccionar de cabo a rabo el convento. Una vez concluidas la labores de instalación, fui a ver a una vieja amiga de Sor Angélica, una fornida campesina, ahora viuda, que en ausencia de mi madre, requerida prontamente por sus familiares en América, fue quien se encargó de mi crianza.

Me trasladé pues,  hasta el cercano pueblo de Armille Non Tropo donde encontré la casita de Aprile allí al fondo en un recóndito huertecito donde estaba en esos momentos enfrascada mi mucama en las labores hortelanas, lo que no fue óbice para que me divisara o me oliera prontamente.

Mi querido Franchesco, que alegría, que buen mozo y que guapo estás, aunque veo que estás también muy bien armado ..- todo esto me decía mientras me abrazaba besaba y palpaba..- Pero cuenta como es que estás por estos lares tan lejos de la Santa Sede.. ya me supongo..? - Las cosas se están enredando por todas esas muertes cerca de los Palazzos  .eh ? - No creas,  por aquí las cosas andan también un poco manga por hombro y cada uno hace de su hábito un sayo de pasiones y vicios, supongo que como siempre.., Aunque parece que ahora no corren buenos tiempos para el jolgorio.

- Eso es lo que me ha traído en parte hasta aquí, mi querida Aprile, que ya veo que a pesar de los años, sigues tan picarona como siempre y tan enterada de todo como antaño .

.- Los años no pasan en balde, aunque los años pasados no me estorban para reconocer un buen badajo,  y bien harías, mi querido pillín, en enseñarme eso que llevas entre las piernas, para comprobar in situ si mi leche,  mis cuidados y mis chupadas han dado su justo fruto.

Apenas acabó la frase cuando echó mano bajo mí hábito y de un remangazo llegó a mis huevos y badajo .

Cabroncete, mira que vas bien armado, que nos llevas ni calzones cortos, y que buen instrumento tienes: grande y gordo como a una buena matrona italiana le gusta ..

Y sin encomendarse ni adiós ni al diablo, comenzó un suave sorbeteo que pronto me puso a tono a la vez que conducía mi mano entre sus refajos para que manoseara su reseca higa.- Ya ves que está un poco reseca, pero no  así mi lengua que aún no ha olvidado como exprimir un pinchoncete como tú ..

El paroxismo llegó a su chumen a los pocos minutos de lamidas y rechupones, ya me iba casi corriendo en su boca, cuando se separó de mí levantando prontamente sus refajos, se restregó toda mi semilla por su higa.

Así cuando me huela recordaré viejos tiempo y a buen seguro que mi reseco chocho agradecerá un poco de mejunje humano, y será una alegría para ésta vieja chocha, que ya nadie quiere ni para una miserable mamada.

Mi querido Franchesco, cuídate del Padre Prior, que es un mal bicho y está hecho un hijoputa, pues a más de uno ha estado a punto de enviarlo al otro mundo a base latigazos, no sé si debajo de las berzas del huerto habrá algún que otro monje..; de los demás poco te puedo contar salvo que cada uno anda a lo suyo y andan metidos en inocentes juegos comparados con los del prior y la jodida Abadesa Mitrada Dª Landaya, todo un caballón con tetas; guárdate de ellos y si tienes algún problema ya sabes donde me tienes.., seré vieja pero no olvidadiza y tengo unos cuantos recuerdos y secretos que no olvido, que bien te pudieran servir en caso de peligrar tu físico.

De vuelta al monasterio me encontré con que organizaba una gran cena en mi honor y en acción de gracias por las cantidades que había traído en auxilio de la exigua economía del monasterio; en la cena se reunieron monjes y monjas separados ambos por las distintas mesas y a cuyo frente estaban sus respectivos superiores, y entre tan altas dignidades me sentaron para que contemplara aquella mansedumbre monacal.

Tal y como Aprile me había contado, el Prior tenía esa dulce sonrisa de clérigo, una sonrisa bastarda bajo la que se escondía un auténtico inquisidor, capaz de arrancarte los huevos a mordiscos sin pestañear ni perder su angélica sonrisa. La Revenda Madre Landaya no le debía ir a la zaga en perversiones y maldades, a pesar de sus amplias sonrisas y afectadas caricias. Alababa la abadesa mi persona y las noticias que de mí le habían hecho llegar. Como Aprile me había puesto en guardia y no queriendo caer tan pronto en las redes de aquellos dos maquiavelos, me retiré pronto a mis aposentos.

Camino de mi pequeña casa, oí un pequeño revuelo en la zona de las porquerizas, lo cual llamó mi atención, me acerqué con cautela y me asomé tras los sucios cristales del edificio, allí estaban tres hermanos legos y una monja todos desnudos, refocilándose en pleno acto zoofílico: El más viejo con un enorme pollón buscaba el chocho de una gran cerda que se dejaba hacer, mientras esta se  iba cagando sobre el monje que ante el espectáculo  soltaba grandes risotadas,.

Otro de los hermanos con pinta más retrasado iba cogiendo gallinas y les insertaba un ridículo espécimen que tenía por polla, y cada gallina que conseguía encular requería la atención de los demás hermanos, para que vieran que bien cantaban las gallinas cuando se las trajinaba;  el hermano más joven se tiraba al estilo perro a una vetusta y gruesa monja de inmensas tetas,  ambos tirados entre las moñicas y los orines, simulando una especie de cerdos en celo.

Tan de cerca quise ver aquél espectáculo, que pronto fui descubierto, sin que por ello se alterar el orden de proezas y ejercicios, e incluso sugiriéndome que si aquello me asombraba podía acercarme hasta las antiguas mazmorras y allí si que podía un espectáculo de impresión.

La verdad es que estaba cansado y lo que había visto me había hastiado, con lo cual volví sobre mis pasos hacía mis aposentos, cuando llegué me extrañó ver la puerta entornada, subí mosqueado hasta la parte alta del edificio y allí encontré a una Hermana Clarisa, preparándome la cama y el baño.

- Perdone Fray Franchesco, han sido órdenes de la Madre Abadesa, de que se le prepare el dormitorio y demás.. Soy la hermana Sandrina y tengo desde hoy como responsabilidad el cuidado de sus aposentos y de cuanto usted necesite para la realización de su trabajo ..

- Muy bien hermana, no se preocupe y estoy contento por su amabilidad, pero ahora solo quería tomar una tisana tranquilizante, pues el día ha sido muy duro

La hermana que no llevaba traje talar, sino una especie de bata gris para el servicio, cuando se estiraba a coger los accesorios de la tisana, dejaba entrever unos torneados muslos a poco que me inclinara, ésta debía darse cuenta de la situación pues alargaba las faenas para deleitarme con su escenografía.

Nos sentamos a tomar la tisana, y en un momento que quise reacondicionar mi badajo, un tanto alterado, derramé sin querer la tisana, acudió pues solícita la monjita y trapo en mano se arrodilló a limpiar mi hábito, su eficiencia pusieron  más aún  a  tono mi cuerpo, y ya mi cerebro maquinaba  como hacerse con los servicios de aquella pequeña arpía .

- Querido padre, pase a la habitación y cámbiese de ropas para poder llevar éstas a la lavandería y de paso le prepararé el baño con las hierbas que me ha dado el hermano boticario, para que se relaje de tanto ajetreo .

Pasé pues a la habitación a cambiarme de ropa,  pero cuando volví encontré a la hermana inclinada sobre la bañera con aquellas turgentes formas pidiendo guerra, me acerqué y como quien no quiere empujé a la Sor a la bañera, ésta casi se ahoga del susto y del remojón., le ayudé  pues a salir del trance, en ese coger y tirar, quedamos un rato arrebujados en el minúsculo baño, lo cual fue el detonante para que nuestras pasiones se desbocaran.

La hermana parecía una experta en el tema, no tardó en hacer salir las ropas volando y obtener la posición dominante, y allí mismo en el suelo se encalomó en el turgente príapo que se alzaba bajo ella y su precioso chocho lo engulló en un santiamén.

Gozaba la cabrona, a más no poder cada vez que pivotaba sobre mi vergajo, sin importarle si me hacía   daño, o yo tuviera placer con ello, de vez en cuando metía su mano entre su coño y levantándose un poco apretaba con una mano mi vergajo para comprobar que no perdía textura ni rigidez. En esas condiciones no tardó en llegar a su ansiado orgasmo y tan pronto se recuperó del éxtasis se fue la cocina, creí que se había acabado todo, pues mi polla ya en plan morcilla no estaba para muchas más trotadas, de nuevo llegó a la habitación donde me había medio refugiado buscando la ansiada cama y me mostró unos tarros de mermelada y mostaza que untó sobre la flácida verga, ésta con las cremas y los lengüetazos pronto recuperó su vieja forma.

- Mi querido Fraile va hacerme usted el último favor de la noche..

Se subió de nuevo encima de mí, me dio sus diminutas tetas a chupar y cuando ya estaba suficientemente excitada, cogió el medio pollón y se lo enchufó en el culito de un empellón, labor que a mí me hizo llorar de dolor, pues creo que entró medio doblado.. Perdí el conocimiento o mi fatiga era tan grande que no sé cuando aquella tortura, que no follada, acabó,  aunque a juzgar por mi estado y los retazos de recuerdo que tenía, creo que ella siguió un buen rato amarrada al pilón con mi voluntad y conocimiento perdido en una nebulosa de placer y dolor..

GERVASIO DE LEYRE