Los Mecánicos

Una recién casada encuentra un buen trabajo.

Después de un cuidadoso análisis, la pareja llegó a la conclusión, de que solo trabajando la esposa podrían solventar los gastos de adquirir el departamento en condominio que deseaban. Lo que no se esperaban era la competencia para los puestos donde ella se podría colocar, se había graduado como Técnica en Motores de Combustión Interna y era un área predominantemente masculina, mas de un barbaján, le sugirió que se metiera de puta, donde seguramente se podría hacer rica con esa cara y ese cuerpo, que se adivinaba bajo las bastas ropas que usaba. Esa mañana estaba particularmente frustrada. Hacía por lo menos una semana que no había tenido sexo, y buen sexo, por lo menos tres meses.

Comprendía que su esposo estuviera tenso, tanto por su trabajo, como por que el dinero que ganaba no les alcanzaba, pero también consideraba, que ocasionalmente, él podría tratar de complacerla totalmente, principalmente los fines de semana, cuando en lugar de regresar directamente del trabajo, se desviaba a "Convivios", donde se reunían los compañeros de trabajo y de donde salía en un estado de semi embriaguez, que le impedía atenderla adecuadamente. Ya estaba pensando muy seriamente en seguir los malos consejos recibidos, pero le habían educado de otra manera y sobre todo, le preocupaba que su esposo se enterara, eso le haría daño y no estaba tan enojada con él como para lastimarlo.

Fue a tres maquiladoras infructuosamente. "Ni la madrugada" Pensó. Efectivamente, se había levantado a las cuatro de la mañana y a las cinco y media ya iba en el colectivo hacia la zona industrial norte. Por cierto que, durante el viaje, se colocó el bolso de tal manera, que con la vibración del vehículo le producía un agradable cosquilleo, que tuvo que suspender, cuando tomó conciencia del lugar público en que estaba y podría alcanzar un orgasmo, que no podría disfrazar. Esto la dejó mas frustrada y muy caliente. Recordó que a su marido le habían hablado de una planta industrial donde había varias mujeres trabajando como operarias, la paga era buena, pero había que trabajar diferentes turnos, aunque le aseguraron un excelente ambiente laboral, esperaba que tuvieran una vacante.

No muy convencida, se dirigió a la dirección que le habían dado. Ésta estaba en un bodegón, que aunque limpio, se veía tenebroso. Medrosa, tocó el timbre y a través de un intercomunicador la interrogaron brevemente y le indicaron que pasara, empujando el portón cuando escuchara un zumbido. Así lo hizo, pero no se sintió mas tranquila. Dentro estaba muy caliente y muy ruidoso. "Si afuera no se oye este fragor, menos oirán si grito" Pensó temerosa, pero continuó avanzando hacia un cubículo iluminado al final del pasillo. Sentado frente a un escritorio, con el torso desnudo, estaba un moreno de gran tamaño. De facciones negroides, pero de piel solo ligeramente oscurecida, tenía la barriga y la cara hinchada del típico bebedor de cerveza, se incorporó al verla y se acercó amenazadoramente. Intranquila, pensó en salir corriendo, pero no lo hizo, él ya estaba prácticamente encima y ella levantó las manos para protegerse y apoyó éstas sobre del pecho del hombrón. Sintió una descarga eléctrica como un temblor que le recorrió el cuerpo, teniendo como epicentro su vagina, cuando el tipo acercó su cara a la de ella, simplemente cerró los ojos y abrió los labios. Una enorme y jugosa lengua le llenó la boca y la hizo beber un río de saliva que la excitó al máximo, las manazas del tipo le acariciaban lascivamente las nalgas, mientras ella le pellizcaba los pezones.

Él empezó a desnudarla y ella bajó los brazos y dejando caer su bolso, dirigió sus manos al pantalón del hombre, lo desabrochó y dejó caer la prenda, alzó las manos para que él la despojara de su blusa y sostén y a continuación metió las manos en el elástico de los calzoncillos de él bajándoselos de un tirón, no se aseguró de que cayeran totalmente, pues le agradó el tamaño del miembro que descubrió. Su marido estaba pobremente dotado en este departamento, nunca se animó a medirlo, o pedirle que lo midiera, pero considerando que con una de las manos de ella casi lo cubría, calculaba que escasamente alcanzaría los 14cm, cuando mucho 14.5, éste en cambio, seguramente sobrepasaba los 19cm, desde luego mas grueso, lleno de venas y tan recto como una flecha. Tomó el enhiesto miembro y empezó a acariciarlo, al igual que los testículos. Ella amaba a su marido, pero se sentía frustrada y en este momento tenía literalmente la solución en sus manos.

Estaba considerando seriamente agacharse a chupárselo, cuando repentinamente, tomándola de los sobacos, él la levantó en vilo y ella abrió las piernas y rodeó con ellas la cintura de él, cruzándolas por detrás, mientras se acomodaba el palpitante mástil a la entrada de su gruta del placer. Él la dejó caer suavemente, mientras ella pensó que en la primera estocada había sido penetrada mas profundamente que nunca y sentía como el magnífico miembro se abría paso en sus entrañas y se abrazó al cuello del fulano, buscando nuevamente sus labios y la enorme lengua, el aliento de él no era agradable, pero en vez de repugnarle, extrañamente la excitaba. Ni ella misma se explicaba cuan fácilmente se rindió, no solo no opuso resistencia, sino que lo tomó como algo acostumbrado. En su interior sintió que empezaba a formarse un orgasmo, como cuando va a hervir la leche, cuando éste llegó, pegó tremendos alaridos de gusto, como nunca había emitido, con la seguridad de que no podrían ser escuchados por otro que no fuera su "violador" (Que lejos estaba de serlo, pues era ella quién se movía frenética, cabalgando sobre la dura pieza que la llenaba por dentro), un segundo orgasmo casi le hace perder el sentido y si él no se hubiera detenido, hubiera alcanzado el tercero unos tres minutos mas tarde.

Ella bajó las piernas y él la depositó suavemente en el piso y la volteó empujándola por la cabeza para que recostara el pecho sobre el escritorio, ella adivinó lo que él quería y le pareció que no podría alojar la enorme pieza, pero no dijo palabra alguna, simplemente colocó sus brazos sobre el escritorio y separó mas las piernas para facilitar el acceso. Él volvió a penetrarla normalmente, pero solo bombeó muy lentamente su equipo, tomó un frasco con vaselina y se lo untó en el ano, introduciendo fácilmente un dedo, ella tenía experiencia, así que simplemente aflojó el esfínter, a continuación metió un segundo dedo y después de ver lo integrada que estaba ella a la operación, un tercer dedo, éste último ya no entró tan fácil, pero después de un rato ya aceptaba los tres sin problema.

Ella sintió cuando él colocó el grueso glande a la entrada del orificio e involuntariamente apretó el esfínter. Él le iba a decir que aflojara, pero ella ya lo sabía y eso hizo, preparándose mentalmente para una dolorosa acometida. Ella se sorprendió al notar como se le distendía el ano sin molestia alguna, solamente una agradable sensación. "¿Me pusiste algún adormecedor?" Preguntó ella "No" Contestó él "Únicamente lubricante" A ambos les agradó la voz del otro, la de ella era salerosa y la de él muy grave y sonora. "Voz de hombre" Pensó ella. El bálamo continuó su recorrido ensanchando a su paso las paredes, para delicia de ambos ejecutantes. Ella volvió a sorprenderse cuando sintió que las bolas de él chocaban contra su vulva, nunca pensó que tuviera tal capacidad para acomodarlo.

Permanecieron unos minutos sin moverse, disfrutando ambos el deleite que mutuamente se proporcionaban. Ella levantó su carita y él le acercó los labios, volvieron a besarse casi con amor, saboreando mutuamente la lengua del otro, mientras que lentamente empezó él a bombear la dura estaca en el estrecho pasaje. Ella no se movió los primeros embates, mientras él tomaba ritmo, pero pronto estuvo acoplada a sus movimientos, empujando hacia atrás cuando él entraba y retirándose cuando él salía. Ella empezó a frotarse frenética el clítoris y pronto tuvo el tercer orgasmo de la mañana. Aún estaba recreando las últimas convulsiones, cuando sintió que le llenaban las tripas de tibia leche. Él se salió de ella y se sentó jalándola hacia él, quién no se hizo de rogar y se sentó en su regazo. Volvieron a besarse, mientras él le colocaba una mano en las nalgas y se las pellizcaba suavemente y dejaba la otra sobre sus impresionantes muslos. Ella le pasó un brazo detrás del cuello y le dejó a su alcance los erectos pezones, que él inmediatamente empezó a lamer y mordisquear. Después de unos momentos ella inquirió:

"¿Cómo sabías que iba a aceptar tus avances?"

"No lo sabía" Sonrió él "Si me hubieras rechazado, te hubiera ofrecido disculpas y mentido que pensaba que eras alguien diferente"

Ella sonrió y lo volvió a besar, él le preguntó: "¿Cómo te llamas?"

"Elsa" Respondió ella

"Bien Elsa, el empleo es tuyo si aun lo quieres"

Elsa se acordó entonces que era recién casada y que sin haber celebrado el primer aniversario ya había sido infiel a su marido, quiso sentir un poco de remordimiento, pero se sentía tan satisfecha que el sentimiento solo le duró una fracción de segundo.

"Claro que lo quiero" Dijo sonriente "Supongo que ya pasé la prueba"

Él le dijo que no se preocupara, el trabajo lo haría supervisada siempre por él mismo, que le enseñaría como si jamás hubiera abierto un motor. Tenían 6 compresoras, de las cuales siempre estaban trabajando tres, dos paradas y una desmantelada para mantenimiento. Éste duraba un mes y medio se armaba, entraba a operación y se desmantelaba otra, cada dos meses se le daba este mantenimiento a cada unidad, así que al terminar el año, todas habían recibido el tratamiento completo, además cada 24 horas, se detenía una de las máquinas que estaba operando, para mantenimiento menor y entraba en operación una de las que estaba parada, al cabo de cinco días las cinco unidades habían operado y se repetía el ciclo.

"Ahora lo interesante" Dijo él "El trabajo diario, lo podemos hacer en solo 6 horas, pero los turnos son de 8 y como ya te dije desmantelamos y volvemos a armar una compresora en mes y medio y tenemos 60 días completos para hacerlo, lo cual nos deja un montón de tiempo libre para pasarla bien" Dejó pasar unos segundos y luego inquirió: "¿Alguna pregunta?"

"¿Cuál es tu nombre?" Susurró ella pasando la lengua por su oído.