Los masajes de mi Suegra
La buena relación entre una suegra y su yerno termina en la más erótica experiencia.
Los masajes a mi Suegra
Esta historia es fruto de la buena relación existente entre mi suegra, de 60 años de edad y el que suscribe (42 años). Al decir buena relación me refiero a que desde el día en que me casé fui muy bien aceptado por la familia de mi esposa e incluso partió de ellos el ofrecimiento de instalarnos en su casa.
Al año de casados; mis suegros se tuvieron que ir a viviir al interior del país -por razones de trabajo- dejándonos la casa a nuestra entera disposición. Eso si, todos los meses recibimos su visita, ya que tienen que realizar algunas operaciones fiancieras en esta ciudad.
En una de las visitas llegó mi suegra sola y lo primero que observé fue que uno de sus tobillos tenía un vendaje, le pregunté de su lesión y comentó que fue producto de un estiramiento muscular, al mismo tiempo que levantaba la pierna para mostrar su tobillo; por la corta distancia en que estabamos, pude ver aquellos muslos que nunca pensé ver. Esto me produjo cierto morbo y me excitó un poco.
A los dos días de su estancia, regresé muy temprano del trabajo y entré a la casa muy sigilosamente pensando en no interrumpir la acostumbrada siesta de mi suegra. Me acerque a su dormitorio para comprobar si estaba descansando y observé que no estaba. Así que me dirigí a mi dormitorio y sorpresa... estaba durmiendo plácidamente sobre la cama, al parecer vino a ver televisión, ya que tenemos un gran televisor de 34" y por lo visto, el sueño la venció. Pero lo que más me llamó la atención fue ver que tenía el vestido muy subido, con las piernas ligeramente separadas, que dejaban ver claramente sus bragas y el nacimiento de su intimidad. Esto, mas aquella visión que tuve de sus muslos, me hicieron pensar en mi suegra más como mujer que como madre política.
Menuda situación en que me encontraba, tenía que ducharme y después vestirme ¿Dónde lo hacía?. -Ya se... sacaré mi ropa, me ducho y me visto en su cuarto, total mientras ella esté aquí no me queda otra cosa"- pensé.
Después de terminar de ducharme me cubrí con la toalla y con mi ropa en la mano me dirigí al cuarto de mi suegra para vestirme. Cerré la puerta, extendí la toalla sobre su cama para tumbarme y echarme talco, estaba de lo mejor cuando se abre la puerta y entra mi suegra
-Ohhh... no sabía que estabas aquí- dijo avergonzada, tenía la cara roja como un tomate; eso si, no apartaba la vista de mi miembro. Inmediatamente traté de taparme, pero no sabía si con las manos o con un pedazo de toalla; al final pensé "total... ya me vio" y actuando normalmente le contesté que había entrado a su cuarto debido a que no quería despertarla. Ella me dijo que no me apenara y que siguiera con lo mio, que solo sacaría su pomada para aplicarsela a su tobillo y se iba.
Como yo sabía dar masajes le dije - Espera, si quieres te ayudo con la pomada y te aplico unos masajes, de paso que practico para no olvidarme-
-Que bueno, pero creo que primero debes de cuidar que no se resfrie... jajaja - dijo refiriéndose a mi falo, ya que seguía exhibiendome totalmente desnudo, como si no pasara nada.
-Te incomoda que me quede así? claro solo me pondré mi boxer para evitar tentarte... jajaja- continué la broma.
Grande fue mi sorpresa cuando ella contestó mas seria -Así no vale... o te vistes completamente o te quedas así-
Dicho esto me levante y .... me quedé así, en traje de Adán, completamente desnudo. Lo que hice fue dirigirme a la puerta y cerrar con llave. -Lo hago para evitar disgustos o malos pensamientos si alguien viene- le dije.
Ella se sentó en la cama; la sentía agitada pero segura de si misma. Me acerqué, me arrodillé, la tomé de la pantorrilla acomodando su pierna sobre mi desnuda rodilla; me unté la mano con la crema y empecé a darle los masajes. Sentí como se le ponía la piel de gallina cada vez que la tocaba; era evidente que algo le producían mis tocamientos. Lo mismo me estaba pasando, sólo que para mi era imposible disimular la erección que iba en aumento. Así que fingiendo perder el equilibrio, hice como que me caía hacia atrás; quería salir de esa posición incomoda. Pero mi suegra por tratar de asirme con su pie, lo estiró hacía mi dándome tal golpe en los testículos, que me hizo ver los mil millones de estrellas del firmamento y por supuesto, logró encogerme el pene a su mínima expresión.
-Lo siento, te hice daño?- preguntó
Me senté en la cama; no podía ni hablar del dolor que sentía. Así que se acercó y me empezo a tocar suavemente los testículos, tratando de aliviar el dolor. Lo fue consiguiendo; pero también fue consiguiendo volver a erectarme el pene.
-Uyy.. por lo que veo... ya estás mejor- comentó
-Ya va pasando, pero creo que me diste también en mi aparato- dije maliciosamente.
Ella captó inmediatamente el mensaje y dejó mis testículos para dedicarse a masjearme el pene. Enseguida se arrodillo y diciendo -mejor será que le de un poco de calor- se lo metió en la boca dandome la mejor mamada que me han hecho hasta el día de hoy. Le pasaba la lengua por el glande, por la base del pene, por los lados hasta que se la comió toda, succionaba, soltaba, volvía a succionar, la soltó para preguntar -ya está mejor?-
-Solo pude decir -ahhh ahhh ahhh.... si... si..... sigue por favor.... ahhh-
La tome de la cabeza y la retiré antes de que me hiciera acabar. Nos tendimos los dos en la cama y luego se dio la vuelta para hacer un deliciosos 69 posando su sexo sobre mi boca, mientras que mi falo se perdía dentro de la suya. Era maravillosa la forma como se entregaba al placer; yo trataba de hacerla gozar mucho; sentía como se corria una y otra vez y la abundancia de sus jugos.
Despues de un rato de estar comiéndonos mutuamente, se levantó y se puso de espaldas a mi, para enseguida sentarse sobre mi pene, hasta tenerlo totalmente dentro de su caliente sexo. Que no hicimos!
Esta fue una de las mejores sesiones de sexo que he tenido. Nunca pensé que los masajes de mi suegra fueran mejor que los mios. Lo malo es que sólo puede dármelos una vez al mes.
Fin