Los ladrones se llevan más de lo que buscaban

Sola en casa recibo una visita inesperada

Como cualquier otra noche crucé el umbral de una puerta donde del otro lado, nadie me esperaba.

Una fría y gran casa, eso tenía.

Me quité el abrigo y los zapatos, me tumbé en el sofá y encendí el televisor. Cuando cerré los ojos un momento, vi una excitante imagen que no paraba de dar vueltas en mi cabeza.

Ahí estaba él con su fuerte y desnudo torso mojado. Se trataba de un nuevo compañero en la oficina el cual había tenido que quitarse su camisa delante mío hace unos días porque derramó un zumo sobre ella, sin querer. Desde entonces, hasta estimulaba mi clítoris fantaseando con él.

Al abrir los ojos, pude ver en el televisor una escena de sexo apasionado. Mi reacción fue subir el volumen y así comencé a escuchar gemidos los gemidos que salían de ella.

Mi mano que parecía actuar sola comenzó a acariciar una de mis piernas subiendo lentamente mi vestido. Entonces, tiré el mando al suelo y me cogí mis pechos bien fuerte, con deseo, como hace mucho tiempo nadie lo hacía.

Ya muy mojada y caliente deslicé suavemente mi mano hasta meter sin problema un dedo en mi vagina, y luego otro.

Aunque no era suficiente, mi coño cada vez estaba más dilatado…ufff

Un ruido intentó interrumpir mi momento, pero estaba tocándome tan a gusto que lo ignoré y seguí, ya con tres dedos totalmente metidos en mi jugoso coño.

De repente, al cerrar los ojos sentí como me cogían de los pies y me deslizaban fuertemente por el sofá.

En ese instante, pensé que me había corrido de tal manera que estaba alucinando. Pero al abrir los ojos ví dos hombres con pasamontañas y fuertes cuerpos desgarrándome la ropa.

Como dos animales comenzaron a oler mi cuerpo y lamerlo con fuerza. Uno me tapó la boca, pero yo no quería gritar, al menos no de auxilio.

Mis frustrados gemidos se comenzaron a confundir con los del televisor, debido a que uno tenía toda su barbilla dentro de mi vagina mientras lamía rápidamente mi clítoris y cogía fuertemente mis muslos.

Su barbilla ya no era suficiente para mí. Yo quería más e intente zafarme de ellos para poder coger sus penes y meterlos en mi coño, pero me lo impedían cogiéndome cada vez más fuerte de brazos y piernas.

Mientras uno seguía comiendo todo ahí abajo, el otro me metió toda su gorda polla por la boca. Estaba tan dura que me daba fuerte en el final de la garganta y hacía que se me saltaran las lágrimas.

Aun así, no le importó si me ahogaba con toda la saliva que se me estaba juntando en la boca. Él no sacaba ni un centímetro su polla y, para ser sincera, a mí no me importaba mucho tampoco.

Mientras tenía toda su verga metida en mi boca sentía sus huevos también ensalivados frotándose con mi nariz.

Cuando la sacó de mi boca,  sentí como el otro me comenzaba a follar sin piedad por el culo, dejando mi vagina toda dilatada y empapada.

El otro ladrón al ver esto no aguanto su sed y dio un lametón muy lento bebiendo así toda esa leche que me salía sin parar.

Sin quitarme la polla del culo me cogió en brazos y se paró, follándome un poco de pie, besándome boca y cuello. A petición del primer ladrón me bajó y me obligó a montar a su cómplice que estaba sentado en el sofá.

La polla de éste que ya había tenido en mi boca era aún más gorda y con gusto la metí rápidamente en mi coño.

El otro que al parecer le gustó mucho mi culo continúo por ahí. Así sentí sus dos enormes pollas dentro de mí. El placer me llevaba a cabalgar cada vez más rápido entre esos cuerpos que me encerraban en puro placer. La melodiosa combinación de gemidos me hacían erizar la piel y el choque de sus pelvis en mi cuerpo se coordinaban con un fuerte gemido mío.

Cuando estaba a punto de correrme por tercera vez, sentí que uno de ellos quitaba la polla de mi culo y me obligaba a comérsela, igualmente, hasta hacerme saltar las lágrimas. En esa postura, me cogía con fuerza  del pelo para así empujar hasta que mi nariz tocara su ombligo.

Y como si me leyera la mente, el otro metió al menos 4 dedos por mi culo para llenar el vacío que había dejado su compañero, con la mano que usaba para follar mi culo me meneaba también. Eso se sentía riquísimo, uff.

De pronto su compañero desapareció, lo note porque me lo saco de la boca, pero no lo tome en cuenta y comencé a besar a aquel cabrón que me estaba follando en ese momento.

Me saco lo dedos del culo, me puso a cuatro patas sobre el sofá, y comenzó a lamer y meter toda su cara en mi vagina y culo.

Yo sentía mi cuerpo entero contraído de placer. No sé cuánto tiempo había pasado y no me importaba.

De pronto comenzó a follarme el culo con rabia. Me daba duro, sin compasión y aplastaba mi cara en el sofá para ahogar mis gritos.

Así continuó unos minutos cuando empecé a sentir que me orinaba. Todo el pis caliente fue corriendo por mis piernas mientras no paraban de follarme el culo. Mi violador, si le puedo llamar así, comenzó a gemir fuerte y agitado mientras yo orinaba.

En ese momento sentí como me levantaban del pelo, era el otro delincuente, y me tiraban al suelo para así atarme las manos con unas bufandas que había ido a buscar a mi habitación.

Con las manos ya atadas me levantó y ató a una viga que había en el salón, dejando mis pies a centímetros del suelo.

Entonces se arrodillaron los dos debajo de mí y comenzaron a comerme, uno el coño y otro el culo. Se peleaban mis partes como dos perritos disputando un jugoso trozo de carne.

El que me lamía el coño se paró y comenzó a meter sus dedos en mi boca simulando su miembro y cuando estaba disfrutando de comerle cada dedo con lujuria, sentí que me clavaba lentamente su polla. Ahí me corrí al instante derramando toda mi leche y formando un charco debajo de mí.

Entonces, su compañero se levantó y comenzó a follarme el culo que llevaba rato comiendo, y así como un saco de boxeo comenzaron a follarme los dos sin parar. Yo estaba tan extasiada que ya me mareaba. Ellos no pararon durante un largo rato. Me follaron como dos salvajes hasta comenzar a llenarme de leche. Entre jadeos y algún espasmo uno de ellos se cogió fuertemente de mi cuello mientras se corría tan a gusto.

Y yo, uff, yo estaba feliz de sentir toda esa caliente leche desbordando mis partes.

Ellos, se pusieron los pantalones y continuaron su fechoría: marcharon llevándose las joyas y el dinero que había, dejándome allí atada chorreando de leche con espasmos de placer.

FIN