Los Juguetes de Tedy (04)
Esta vez el dominante y guapo hermanito introduce un nuevo elemento que causará más vergüenza, humillación y calentura a su cornudo y sumiso hermano mayor...
Los Juguetes de Tedy (IV)
Amigos: cornudo y zorra
Las cosas con Tedy estaban cada vez más idas a fondo. Mi novia y yo éramos verdaderos esclavos sexuales de mi hermanito y no teníamos más oficio que el de servirle y darle placer, atendiéndole hasta sus más mínimos caprichos.
Para Tamara era la hostia que Tedy me hubiera introducido en sus juegos porque ello había dado pie para que él se la follara más seguido. Por mi parte, yo no acababa de acostumbrarme a tener que andarme mamándole la verga y tragándome su semen, pero mi hermanito no me daba opción y parecía haberle tomado gusto a la forma en como yo se la chupaba.
Aunque debo confesar con vergüenza, que ser usado, abusado y humillado por Tedy y verlo a él usar, abusar y humillar a mi novia, me ponía loco de calentura, a tal punto que cuando mi hermanito nos usaba al mismo tiempo a Tamara y a mí, yo no precisaba ni siquiera de tocarme mi pilila para lograr los más estremecedores orgasmos, al tiempo que de la poderosa verga de Tedy me llegaban sus trallazos de semen mezclado con los jugos del coño de Tamara. En esa etapa de la relación andábamos cuando sucedió lo de Jim.
Con todo lo bien que le iba con las chicas y disponiendo de Tamara y de mí para lo que le saliera de sus varoniles cojones, mi hermanito no tardó mucho en empezar a agregarle elementos nuevos a su diversión y a su placer. Fue así como sumó a sus juegos a Jim, mi mejor amigo de toda la vida.
Jim y yo habíamos crecido juntos. Nos habíamos conocido el primer día de clase y desde ese momento congeniamos a la perfección. Él era tímido y retraído y en cambio yo me mostraba extrovertido y algo osado. Éramos diferentes y tal vez por eso, por complementarnos, logramos tejer una amistad que había durado para toda la vida.
Su papá era el dueño y director del colegio donde estudiábamos y sin dudarlo, el carácter autoritario del señor Harlan – su papá – unido al talante mojigato de la señora Harlan, habían hecho que Jim fuese tan tímido y tan retraído.
Cuando entramos en la adolescencia y empecé a fijarme en las chicas y a ligar con ellas, a Jim se le despertó cierta admiración por mí y eso me agradaba. Siempre andaba preguntándome qué se sentía besar a una chica y cuando me hice novio de Tamara, tuve en Jim a mi confidente, guardándome muy bien de ir a mencionar la realidad de mi vida sexual con ella y, en cambio, narrándole episodios imaginarios en los que yo quedaba como un semental y mi novia como una hembrita satisfecha y agradecida.
Me divertía saber que Jim, a sus casi 16 años, se mataba a pajas luego de escuchar mis relatos y fantaseaba con la posibilidad de ir a conseguirse una novia tan zorra como la mía, con la cual follar como se suponía que yo follaba con Tamara. Y así, de esa forma se habían mantenido las cosas entre Jim y yo hasta que a mi hermanito se le había ocurrido involucrarlo en los juegos sexuales en los que mi novia y yo éramos simplemente sus esclavos.
Empezó a suceder un lunes. Aquel día, durante la hora del receso entre clases, me sorprendió mucho ver que Tedy se acercaba a donde yo estaba departiendo con Jim. Me estremecí de miedo al suponer que mi hermanito vendría a humillarme y a putearme frente a mi mejor amigo. Eso me haría caer del pedestal en el que me tenía Jim y me causaría una horrible vergüenza.
Pero en cambio de que mis temores se hicieran realidad, Tedy ni se fijó en mí. Dirigiéndose a Jim, mi hermanito le pidió que fuera con él. Le argumentó que deseaba hablarle de un asunto privado y se lo llevó a un rincón del patio. Aquello me extrañó mucho, pues Jim no era ni la sombra de un chico popular y en cambio mi hermanito era el más popular y el más asediado de todo el colegio y no acostumbraba a perder su tiempo con aquellos que eran considerados poco menos que parias. Tedy se movía entre las chicas más lindas y se dejaba adular de ellas con algo de desdén.
Me quedé observándolos detenidamente pero sólo los veía hablar a lo lejos, o más bien veía que Tedy le hablaba a Jim mientras mi amigo asentía con algo de entusiasmo, pero sin poder enterarme ni siquiera de una sílaba de su conversación. La verdad es que me estaba matando la curiosidad y al regresar a clases, abordé a Jim para preguntarle qué le había dicho mi hermanito.
Pero en cambio de soltarme prenda, mi amigo se dedicó a evadirme el resto de la jornada, a duras penas balbuceando cuando yo logra acercármele y lo acribillaba a preguntas. El muy tuno ni siquiera me miraba a la cara y parecía fastidiarle mi presencia. Supuse que Tedy se había ido de la lengua contándole a Jim cómo me tenía de esclavo cornudo, traga – semen y lame – pies y eso me puso realmente mal.
El resto de la semana Tedy y Jim se juntaban a la hora del receso entre clases, hablaban por unos momentos y luego mi hermanito se iba con sus aduladoras y lindas chicas y mi amigo desaparecía como por arte de magia, sin darme ocasión para hablarle. Supuse que seguramente al enterarse de lo que pasaba entre Tedy y yo, Jim había repudiado nuestra amistad y eso me tenía triste y meditabundo.
De otra parte, no me atrevía a preguntarle a Tedy qué tanto era lo que hablaba con Jim en los recesos y seguía como si nada, entregado a servirle a mi hermanito con devoción, a complacerle hasta sus más mínimos caprichos, lamiéndole sus pies cada tarde y chupándole la verga una o dos veces por día. Hasta que por fin el sábado vine a enterarme de por dónde iban los tiros.
Aquella tarde, Tedy llegó como a las cuatro. Venía de jugar uno de sus habituales partidos de fútbol y me requirió para que viniera al living a traerle un refresco helado y me dedicara enseguida a atenderle sus pies con un buen masaje de lengua.
Con mi habitual sumisión lo descalcé de sus botines de fútbol, le retiré sus calcetines empapados de sudor y me dediqué a lamerle sus pies empezando desde sus sudorosas y suaves plantas, metiéndole la lengua por todas partes, lambisqueándole el empeine y chupeteándole los dedos como le gustaba a mi hermanito que le atendiera sus pies en esas ocasiones.
Me fijé que se había quedado dormitando un poco, seguramente relajado por el modo en como yo le estaba lamiendo los pies y sin perder el empeño en mi tarea, me empecé a calentar imaginándome que tal vez en cualquier momento llegara mi novia para que Tedy se la follara. ¡Joder…qué adicto me había vuelto a ser humillado y corneado por mi guapo hermanito!
Al cabo de un rato, Tedy se revolvió un poco en el sillón y posó su mano sobre su fabuloso paquete y se lo acarició un poco. Sin despegar mi lengua de sus pies, observé lo enorme que estaba su bulto y me desanimé porque supuse que mi hermanito me ordenaría mamarle la verga, algo que no me atraía especialmente pero a lo que no podía oponerle ninguna objeción.
— ¡Venga cornudo, ponte en cueros que me vas a chupar la verga! – me ordenó Tedy dándose un nuevo sobijo sobre su paquete.
Bien acostumbrado como estaba ya a obedecerle sin la menor objeción, me apresuré a desnudarme hasta quedarme en cueros completamente. Tedy por su parte, se sacó su sudada camiseta, se despojó de su pantalón de deporte y terminó por sacarse su bóxer húmedo de sudor y algo apestoso a meo y me lo lanzó a la cara y me ordenó que me lo pusiera en la cabeza ciñéndome mi frente de cornudo con el elástico que normalmente iba sobre su cintura.
Le obedecí con puntualidad todas sus órdenes y cuando me tuvo como me requería, se despatarró sobre el sillón, le dio una patada al puf donde había estado descansando sus pies mientras yo se los lamía y me hizo seña de acercarme para empezar con mi tarea de mamarle su enorme verga que ya la traía bien tiesa.
Me puse en cuatro patas y repté hacia él, pasando saliva por la ansiedad que me causaba el tener que ir a ejecutar aquella tarea que me resultaba tan poco grata. Tedy tomó su potente tranca y me la apuntó a los labios indicándome que me la tragara y empezara a mamársela.
Me comí su verga hasta más allá de la mitad y me dediqué a mamársela con empeño, buscando que mi hermanito se corriera lo antes posible para así terminar pronto con mi tarea. Me dejó ir a mi ritmo por algunos minutos, hasta que me asentó un bofetón ordenándome que me retirara para enseguida señalarme sus huevos e indicarme que se los atendiera con mi boca.
Aunque con los ojos llenos de lágrimas, no tuve más opción que hacer lo que mi hermanito me indicaba y me amorré a sus huevos para dedicarme a lamérselos y chupeteárselos suavemente sintiendo en mi lengua el sabor áspero y salado de su sudor. Aquello pareció complacerlo y se despatarró aún más, dándome la oportunidad de hacer mi trabajo de la mejor manera.
Al cabo de un rato me asentó un tortazo por la cabeza y me indicó que le atendiera la poderosa verga con una buena sesión de lamidas a todo lo largo y ancho de aquella enorme y tiesa tranca. Tuve entonces que dedicarme a lamérsela desde la base hasta el glande, asentándole la lengua con esmero.
Al cabo de un buen rato de estarme lamiéndole su poderosa verga, de nuevo mi hermanito me indicó que me dedicara a chupársela como al principio. Me tragué poco a poco su enorme y potente tranca para dedicarme mover despacio mis labios sobre ella, al tiempo que le lamía suavemente el capullo intentando que Tedy se estuviera muy a gusto y eyaculara lo antes posible.
En esas estaba cuando oí que alguien abría la puerta de entrada de la casa y me aterré pensando que tal vez hubiese llegado mamá o el papá de Tedy y nos pillara en tremenda escena. En ese momento no caí en cuenta que ellos andaban de viaje y que no regresarían hasta pasada una semana.
Intenté retirarme para ir a ocultar mis vergüenzas en cualquier parte, pero Tedy no me dio ninguna oportunidad. Posando su mano sobre mi cabeza, me la empujó hacia abajo con fuerza, obligándome a tragarme por completo su poderosa verga, al tiempo que me asentaba un tortazo indicándome que me estuviera en mi oficio de mamársela.
— ¡Joder cornudo, que no te he mandado que dejes de chupar!
No tuve otra opción que seguir mamándole la verga a mi hermanito, esforzándome para poder seguir lamiéndole el capullo, con mi garganta hinchada por la potente erección que me penetraba y sintiendo que me faltaba el aire y que los ojos se me llenaban de lágrimas, sin tener la menor posibilidad de retirarme, dado que Tedy mantenía su mano sobre mi cabeza obligándome a estarme empalado hasta el fondo por su poderosa tranca.
Sentí pasos que venían desde la entrada hacia el living y me consolé un poco de mi miedo a ser descubiertos pensando que tal vez sería mi novia la que había entrado y vendría para que mi hermanito se la follara. Aquello me causó un cierto entusiasmo que, a pesar de sentir que me ahogaba, me dio ánimos suficientes para acariciarle con mayor entusiasmo la polla a Tedy.
Quien hubiera entrado, definitivamente había venido hasta el living y se había quedado de pie junto al sillón en el que Tedy estaba despatarrado y frente al cual yo me mantenía en cuatro patas, ensartado hasta más allá de mi garganta con la poderosa verga de mi guapo y dominante hermanito.
La mano de Tedy hizo más fuerza sobre mi cabeza, como si quisiera que además de haberme tragado toda su descomunal polla, también me comiera sus huevos. En ese momento sentí que su verga se ponía increíblemente rígida y supe lo que venía enseguida. Un grueso y abundante chorro de semen me entró directo al pecho, y tras esa primera lefada vino la segunda y otra más y otra y otra…
Tedy se corrió con una eyaculación tan potente y tan abundante, que no pude evitarme toser y eso me causó que el semen de mi hermanito se me saliera por las narices como dos buenos goterones de mocos. Además, la leche era tanta, que la que no alcancé a tragarme se me escurrió por la barbilla, dejándome con un aspecto peor que cerdo. Sentí como mi dominante hermanito me apartaba con un fuerte tortazo por la cabeza y lo oí tronar una orden:
— ¡Venga zorra, a limpiarme la verga que este cornudo me la ha dejado pringada!
Me arrastré sobre mis cuatro patas para hacerle espacio a mi novia a que viniera a chuparle la verga a mi hermanito y en mi movimiento me percaté que además de Tamara, había otra persona allí de pie. Levanté un poco la cabeza y con horror me encontré con los ojos de Jim, que me miraban desde arriba con un gesto que no supe identificar si era de asco, de desprecio, de burla, de asombro, de superioridad o de qué.
Y mientras Tamara se comía la enorme polla de Tedy para limpiársela de los restos de su corrida, yo seguía allí en cuatro patas, horrorizado y congelado por la vergüenza, con mi cabeza cubierta por el oloroso bóxer de mi hermanito y con su semen resbalándome por las narices y la barbilla.
¿Qué explicación podía darle a Jim sobre lo que había visto? ¿Acaso iba a convencer a nadie de que a mis casi 17 años, mi hermanito tres años más joven que yo, me había obligado a hacer lo que me había visto hacer mi amigo de toda la vida? Aquello era inconcebible. Y menos posible se me haría darle una explicación algo creíble a todo aquello cuando Tedy empezó a decir:
— Que te lo dije...este idiota además de cornudo es un puto… – le decía mi hermanito a Jim mientras mi novia le lamía y le chupeteaba la potente verga.
Mi amigo no dejaba de mirarme sin decir ni una sílaba y yo sentía que mi cuerpo se bañaba en sudor por la vergüenza y quería que la tierra se abriera bajo mis cuatro patas y me tragara. Pero extrañamente mi pequeña pija estaba más tiesa que nunca y amenazaba con explotar en cualquier momento ante la increíble humillación de que estaba siendo objeto por parte de mi hermanito.
Entonces todo empezó a suceder como en un sueño. Al momento vi a Tamara desnuda y arrodillada a los pies de Jim, manipulando la bragueta de sus pantalones para liberarle su polla, mientras yo volvía a estar en cuatro patas ante Tedy, con su enorme y morcillona verga entre mi boca, mamándosela suavemente para lograr que de nuevo se le pusiera bien tiesa.
De ahí en adelante el espectáculo fue algo atroz. Mientras seguía chupeteándole la descomunal verga a mi hermanito, miré por el rabillo del ojo como mi novia lograba liberar la polla de mi amigo. El cabrón tenía una herramienta normal, nada que ver con la poderosa y enorme tranca de Tedy, pero eso sí mucho más grande que la mía, pues a Jim le debía medir sus buenos 16 centímetros mientras que la mía no alcanzaba ni los 11.
La muy zorra de Tamara se tragó la polla de mi amigo de un jalón y se dedicó a chupársela con deleite. Jim suspiró cerrando los ojos y la dejó hacer a su ritmo por unos instantes. Pero al cabo de menos de dos minutos, la agarró por los pelos y se dedicó a follarle la boca con tal desesperación y desorden, que cada dos de tres estocadas las erraba y en cambio de metérsela entre los labios la punteaba por la nariz o por las mejillas o por los ojos.
Luego de tantas pajas que seguramente se había corrido Jim en honor de mi novia y verla ahora allí desnuda y arrodillada a sus pies mamándole la verga, aquello debió haber sido demasiada excitación para él y el muy zafado se corrió con el mismo desorden con que le había estado follando la boca, regando toda su abundante eyaculación sobre la cara de Tamara.
Mi novia quedó hecha una cerda. El semen de Jim le escurría desde la frente, empapándole las mejillas, los labios y la barbilla para terminar goteándole hacia sus turgentes y voluptuosas tetas, mientras la muy zorra seguía de rodillas, relamiéndose y poniendo cara de puta al tiempo que alternaba su mirada entre Tedy y mi amigo.
Mi hermanito se reía con soltura viendo aquella escena tan salida, mientras su poderosa verga volvía a ponerse tiesa entre mi garganta. Jim, por su parte, como si estuviera desmayado luego de derramar su semen sobre el rostro de mi novia, se dejó caer sobre uno de los sillones, resoplando y con los ojos cerrados.
— ¡Anda cornudo…! – me ordenó Tedy dándome un tortazo para apartarme de su erecta verga – ¡Ve a darle un buen morreo a la zorra de tu novia…y déjala bien limpita, que voy a follármela y no querrás que me manche con la leche de tu amigo!
— Co…como…como tú digas…Tedy… – me atreví a responder.
Y muriéndome de la vergüenza, casi llorando por la humillación, pero también terriblemente excitado por todo aquello, volví a reptar sobre mis cuatro patas hasta quedar frente a Tamara y levantando un poco mi cabeza me dediqué a besuquearla en la boca y a lamerle la cara, tragándome despacio todo el reguero de semen con que la había obsequiado Jim.
Mi hermanito y mi amigo observaban atentos mi labor. Tedy reía a carcajadas y hacía cometarios a cual más humillantes sobre mi condición de cornudo sumiso y puto, mientras Jim se manoseaba suavemente su polla, que empezaba a mostrarse de nuevo dura y dispuesta para lo que viniera.
— ¡Vamos cornudo…no seas tímido y cómele las tetas a tu novia que también las trae pringadas del semen de tu amigo! – me ordenó Tedy.
Ni que decir tengo que le obedecí de inmediato a mi hermanito, dedicándome a lamerle y chupetearle las tetas a Tamara, hasta dejárselas tan limpias del semen de Jim como ya le había dejado limpio su rostro. Ya viendo concluida mi tarea de limpieza, luego de humillarme a mas no poder con sus comentarios y de reírse a carcajadas de mí, Tedy entonces le ordenó a mi novia que se acercara.
— ¡Ven acá zorra que te llegó la hora de que te folle!
Tamara soltó una risita, se puso en cuatro patas y reptó hacia el sillón donde estaba sentado mi hermanito, ya con su enorme verga bien dispuesta para ensartársela en el coño. Y con su habitual autoritarismo, Tedy le ordenó que se levantara para ir a sentarse a horcajadas sobre su regazo, dándole la espalda y abriendo su raja al máximo.
Mi novia hizo lo que mi hermanito le mandaba. No en balde ya tenía experiencia en esos menesteres pues aquella era una de las formas preferidas por Tedy para follársela. Por mi parte, yo también sabía perfectamente lo que debía hacer, pues ya habían sido más de media docena de veces que había participado en el placer de mi hermanito y mi novia en circunstancias parecidas.
No obstante, sin poder recuperarme de la vergüenza que me causaba la presencia de Jim allí, estaba medio alelado y no atinaba a ejecutar mi papel, hasta que Tedy me sacó de mi trance recordándome cuál era mi tarea en ese momento.
— ¡Cornudo imbécil! – me gritó – ¡¿A qué putas esperas para venir a servirme?!
Tragando saliva y sin la menor opción de desobedecer a mi hermanito, repté también sobre mis cuatro patas hasta quedar a sus pies. Entonces tomé su poderosa verga con reverente cuidado y me la llevé a la boca para darle una suave mamada ensalivándosela muy bien. Enseguida la apunté hacia el coño de mi novia y vi alucinado como la muy zorra bajaba sobre aquella enorme estaca empalándose por completo.
Sabiendo muy bien lo que tenía que hacer, acerqué mi rostro y empecé a lamer desde los huevos de Tedy, subiendo con mi lengua bien pegada a lo largo de su escroto y hasta el coño de Tamara. Enseguida la muy zorra empezó a botar sobre la tiesa y enorme verga de mi hermanito, ensartándosela una y otra vez, mientras yo no paraba de lamer, esforzándome por aumentar aún más el placer que seguramente debían estar sintiendo ambos.
Los jugos del coño de mi novia, mezclados con el precum que debía estar saliendo a borbotones de la poderosa verga de Tedy, iban empapándome la cara, mientras yo no paraba de lamer, olvidado un poco de la vergüenza por la presencia de Jim allí y más bien perdiendo la cabeza por la excitación tan profunda que me producía la forma en como mi hermanito se follaba a mi novia literalmente en mis narices.
Al cabo tal vez de una buena media hora de estarse follando a Tamara de semejante forma, conmigo puesto en cuatro patas y en cueros lamiéndole los huevos y la verga al mismo tiempo que el coño de mi novia, Tedy la agarró firmemente por las tetas y la empujó hacia abajo obligándola a estarse estática y ensartada completamente en su enorme tranca.
Entonces los dos se estremecieron y gimieron como animales y un espeso líquido blanco salió del coño de mi novia y empezó a deslizarse por la verga de Tedy hacia sus huevos. Me lancé a lamer aquello como un poseso, tragándome el jugo en el que se mezclaban lo jugos del evidente y desaforado orgasmo de ambos.
Ya satisfecho, Tedy apartó a Tamara haciendo que su potente verga, brillante y palpitando aún quedara libre del coño de mi novia. Sin pensármelo, sin necesidad de que mi hermanito tuviera que ordenármelo, me la llevé a la boca y me dediqué a mamársela con mucha suavidad, acabando de tragarme los restos de su orgasmo y dejándole su enorme y poderosa tranca bien limpia y reluciente.
— ¡A ver cornudo imbécil…anda y hazle una mamada a tu amigo que como va, termina manchando el sillón! – me ordenó Tedy.
Volví a tener conciencia de la presencia de Jim allí. Muerto de la vergüenza y de la humillación pero sin la menor posibilidad de desobedecer a mi hermanito, me fui en cuatro patas hacia donde estaba mi amigo, con la cabeza gacha y pidiéndole al cielo que me evitara tener que chupársela a ese adolescente que había sido mi confidente y mi mejor amigo de toda la vida. Pero no tuve opción.
— ¡Venga, puto…a chupármela! – me ordenó Jim autoritario y con tono de desprecio.
Y así, mientras iniciaba a mamarle la verga a Jim, sentí que mi novia introducía en mi ano un par de dedos lubricados con el semen de Tedy que quedaba en su coño. Y al tiempo que mi amigo eyaculaba en mi boca, yo también me corría como una puta guarra, mientras Tamara no paraba de dedearme.