Los Juguetes de Tedy (02)
La zorra y el cornudo. Esta vez el cornudo cae muy, pero muy bajo...el hermanito demuestra con creces su superioridad y el cornudo se resigna a ser un esclavo servil y muy guarro...
Los Juguetes de Tedy (II)
La Zorra y el Cornudo
Tedy siguió follándose a mi novia con cierta frecuencia y a mí me calentaba cada vez más que mi hermanito me hiciera cornudo para ir luego yo a comerle el coño a Tamara rebosante de la lefa con la que él se lo inundaba.
De hecho sólo tenía sexo con mi novia luego de que Tedy se la follaba bien follada y me limitaba exclusivamente a comerle el coño, tragándome todos los restos de semen que encontraba entre sus pliegues y calentándome a más no poder con aquel acto.
En el mismo sentido, cada vez veía a Tedy más superior, más hombre, más digno se ser venerado. Y con cada gesto quería expresarle a mi hermanito todo el sentimiento de inferioridad que me invadía ante él.
Ya no sólo le obedecía con sumisión cualquier orden que él quisiera darme, sino que además empecé a mostrármele servil, ofreciéndomele para hacer todos los deberes que le correspondían en la casa y aún para lavarle su ropa, asear su habitación y hasta para ir a descalzarlo y llevarle sus chanclas cada vez que llegábamos del colegio.
Le entregué el absoluto control de mi vida a Tedy, llegando incluso a darle mi mesada completa para que él la administrara y me diera exclusivamente lo de mis más elementales gastos y se quedara con lo que sobraba para que se comprara lo que más le apeteciera. Por esa vía, también le entregué mi tiempo a mi hermanito, quien de ahí en adelante disponía de mí para lo que le salía de sus varoniles cojones y tenía todo el derecho de permitirme salir de casa o de ordenarme que me quedara encerrado cocinando para él o lustrando su calzado o aseando su cuarto de baño o cualquier cosa que le hiciera a él la vida más cómoda y más confortable.
Mi sometimiento ante Tedy era tal que me plegaba a hacer cosas verdaderamente humillantes, como besarle los pies cada vez que lo descalzaba y lamérselos cuando los traía especialmente sudorosos y con olor. Él por su parte disfrutaba como un Dios de mi sumisión y mi servilismo, sin dejar pasar ninguna ocasión para hacerme sentir su superioridad.
Me había convertido en el esclavo cornudo de mi hermanito y él parecía tener talento para dominarme y para lograr sin ningún esfuerzo que yo me arrastrara a sus pies venerándolo y reconociéndolo como mi Amo y Señor.
— ¡Venga cornudo! – me ordenaba – ¡Dame una buena lamida en mis pies que los traigo algo olorosos!
— S…sí…Tedy…sí…co…como…como tú…digas…Tedy…
Y allí iba yo, a postrarme ante él para descalzarlo y dedicarme a lamerle sus pies con esmero, aunque aquella tarea no me entusiasmaba realmente y más bien me daba algo de asco. Pero todo lo hacía por demostrarle a mi hermanito que podía utilizarme para lo que él quisiera.
— Jajajaja… – se carcajeaba Tedy viéndome cómo le lamía sus sudorosos pies –…jajajaja… ¡serás cerdo ¿eh cornudo?! …jajajaja…
A mí iba calentándome con prisa el que mi hermanito me humillara de semejante manera y más me aplicaba a chuparle sus pies con empeño, tragándome todo su sudor y dejándoselos impecables. Lo que no lograba encajar muy bien era la posibilidad de que Tedy se fuera de la lengua y le contara a mi novia cómo yo me arrastraba ante él y me humillaba tanto. Una cosa era que me hicieran cornudo y otra cosa bien distinta era que Tamara se enterara de que yo había terminado convirtiéndome en el esclavo de Tedy. La vergüenza no me dejaría que volviera a darle la cara a mi novia.
Un sábado empezando la tarde, Tedy se dispuso a salir de casa sin duda a reunirse con sus amiguetes o tal vez con alguna chica para divertirse. Cuando lo vi irse me apresuré a pedirle permiso para salir también yo, pues estaba algo aburrido y quería pasarme por Tamara para invitarla al cine.
— T…Tedy… – le dije entre gagueos –… ¿p…puedo sal…salir yo tam…también…Tedy…?
Se dio vuelta y me dedicó una mirada de absoluto desprecio que hizo que me encogiera y agachara la cabeza. ¡Joder con mi hermanito que con solo mirarme ya me humillaba y me intimidaba! Poco me faltaba para dejarme caer al suelo y dedicarme a besuquearle las zapatillas cuando me espetó:
— Mira cornudo que tienes mucho trabajo…ponte a lavar mi ropa y cuando termines te dedicas a ordenar mi habitación y al final aseas mi cuarto de baño…si terminas antes de que yo regrese…puedes salir…
— S…si…T…Tedy… – le respondí sumisamente –…como tú…como digas…Tedy…gra…gracias…Tedy…
Completamente desanimado pero incapaz absolutamente de ir a desobedecerle a Tedy, me fui a hacer lo que él me mandaba, sabiendo de sobra que me pasaría la tarde y hasta el anochecer cumpliendo con sus órdenes. ¡Ni modo…lo único que me mantenía era saber que todo lo hacía por satisfacer a mi hermanito y por mostrarle que estaba dispuesto a lo que fuera por complacerlo! Sentía que estaba llegando al fondo, pero eso precisamente me hacía percibir a Tedy mucho más poderoso.
Y la verdad es que me gustaba ese sentimiento de inferioridad ante mi hermanito. Así que sin cuestionarme nada, me dediqué a lo mío y efectivamente me acabé toda la tarde en las tareas que Tedy me había impuesto y cuando ya empezaba a caer la noche empecé con el aseo de su cuarto de baño.
Andaba allí en cuatro patas, vestido solamente con un apretado short y fregando con empeño el piso del cuarto de baño de Tedy, cuando oí que hablaban en el living y reconocí las voces de mi hermanito y de Tamara. Eso me alegró porque supuse que el chico se había traído a mi novia para follársela y así yo iba a tener la oportunidad de comerle el coño lleno de semen luego que él terminara de clavarla.
Pero entonces empezó a suceder algo para lo cual yo no estaba preparado. Antes de que pudiera darme cuenta, Tedy había entrado en su habitación y había pasado derecho hacia el cuarto de baño. Al encontrarme allí en cuatro patas fregando el piso, me dedicó una mirada de completo desprecio y sin siquiera dirigirme la palabra, se paró frente al excusado, abrió un poco el compás de sus piernas, corrió el cierre de sus vaqueros y liberó su enorme verga morcillona para dedicarse a mear sin el menor recato ni pudor.
Aquel acto de tanta chulería de mi hermanito me conmocionó. Me quedé estático, puesto en cuatro patas pero con mi cabeza levantada a penas lo suficiente como para poder ver cómo de la poderosa verga de Tedy iba saliendo un grueso chorro de meo amarillento y oloroso. ¡Joder…qué superioridad la de mi hermanito…y qué inferioridad la mía!
Terminando de mear, sin que yo hubiese podido despegar ni un instante mis ojos de su potente verga, Tedy se volvió a verme y esbozando apenas una media sonrisa, me ordenó que me acercara y yo le obedecí de inmediato reptando sobre mis cuatro patas. En ese instante no imaginé lo que me haría el muy cabrón, pero estaba tan metido en la situación de verlo a él tan poderoso y de sentirme yo tan ínfimo, que no se me ocurrió más que obedecer con total mansedumbre.
— ¡Venga cornudo… – me ordenó –…arrodíllate y saca la lengua!
Ni me lo pensé para obedecerle. Me puse de rodillas a sus pies, saqué la lengua lo más que pude y levanté mis ojos para poder verle el rostro, sin siquiera tener idea de a dónde iba la cosa. Su hermosa cara adornada por aquella media sonrisa me hizo perder la noción de mí mismo y cuando quise darme cuenta, unas gotas de líquido salobre y tibio estaban sobre mi lengua. El muy cabrón había sacudido su verga sobre mi lengua obligándome a saborear aquellas gotas de su meo.
Eso me sorprendió mucho y sobre todo me hizo sentir muy humillado y avergonzado. Pero lejos de escupir sus gotas de meo, me las tragué como con resignación, sintiendo como mi pequeña polla empezaba a despertarse con rebeldía entre mis apretados shorts. Aquello había sido más humillante que todas las humillaciones que me había infligido Tedy.
Eso era casi más humillante y vergonzoso que el hecho de que a mis 16 años, mi hermanito, tres años más joven que yo, me hubiese convertido en un cornudo y además en un puto esclavo servil y lame pies. Sentía incluso que aquello era más degradante que ir a lamer el semen de Tedy del coño recién follado de mi novia. ¡Joder…qué humillación y qué vergüenza! Y al mismo tiempo qué calentura tan insoportable la que estaba sintiendo.
Mi expresión de calentura y de desconcierto debió parecerle a Tedy tan graciosa, que se soltó a reírse a carcajadas mientras yo me encogía todo lo que podía, hasta terminar poniéndome de nuevo en cuatro patas para agachar la cabeza casi pegando mi rostro a sus pies. El muy tuno se torcía de risa y yo quería que me tragara la tierra y me aterraba tan solo de imaginar que mi hermanito fuera a enterarse de lo excitado que me había puesto la humillación con la que acababa de obsequiarme. Seguro que si hubiera tenido el valor y la desvergüenza de tocarme yo mismo mi polla, me habría corrido con solo un par de sobijos.
Y para terminar de sazonar mi humillación y mi calentura, mal conteniendo las carcajadas que lo sacudían, Tedy apuntó su dedo hacia el excusado y me espetó:
— ¡Mira, cornudo…acá no has limpiado!
Levanté a duras penas mi cabeza para observar lo que me señalaba Tedy y me encontré con que el borde del excusado estaba bien salpicado y muy húmedo de su meo. La verdad es que no entendí qué quería ahora mi hermanito y me quedé estático contemplando aquellos pequeños charquitos de orina amarillenta. Hasta que el muy cabrón terminó por explicarme lo que deseaba que yo hiciera:
— ¡Limpia, cornudo! – me ordenó y enseguida remarcó con un tono autoritario: ¡LIMPIA CON TU LENGUA DE CORNUDO!
Sin atreverme a desobedecer, adelanté un poco mi cabeza hacia el excusado y saqué mi lengua tímidamente para empezar a lamer, muriéndome de la vergüenza y de la humillación. Y tan pronto como di el primer lametazo, Tedy explotó de nuevo en carcajadas y en ese mismo instante mi pequeña pija dio un respingo entre mi ajustado short, acabando de ponérseme tiesa como una diminuta varilla de hierro.
¡Joder que no me lo pensé ni un instante! Me dediqué entonces a lamer con empeño el borde del excusado, empezando a tragarme los restos de orina que había allí, mientras Tedy se descojonaba de risa y balbuceaba insultos y burlas que yo no alcanzaba a entender muy bien.
Mi lengua se impregnó de inmediato de aquel sabor a orina y por mis narices entró a raudales el penetrante olor al meo de macho joven de mi hermanito. Las carcajadas y las burlas de Tedy me hacían sentirme el más miserable y rastrero de los esclavos cornudos y eso precisamente aumentaba mi calentura hasta ponerme al borde de la locura.
En esas estaba, lamiendo el meo de mi hermanito sin poder ni querer detenerme, puesto a cuatro patas, cuando oí algo que me puso los pelos de punta y me paralizó casi por completo, hasta tal punto que de entre todos mis músculos solo mi lengua se movía sobre el borde del excusado y mi pollita trataba de dar tumbos entre mi apretado shortcito.
— ¿Qué haces? – preguntó alguien y en su voz reconocí a mi novia.
Sin duda que atraída por las carcajadas de Tedy, Tamara había venido desde el living a su habitación y había entrado a su cuarto de baño. Yo hubiera querido meter mi cabeza en el excusado para evitarme la vergüenza de ver a mi novia a la cara en semejante situación tan humillante. Habría preferido ahogarme en el meo de mi hermanito antes que sufrir la humillante vergüenza de que Tamara me viera lamiendo el excusado.
Pero como la muy zorra no tenía más ojos que para mi hermanito, en el primer instante no se había percatado de mi presencia, pero al verme allí, tan ridícula y precariamente vestido con mi shortcito, puesto en cuatro patas y lamiendo el borde del excusado pringado con el meo de Tedy, mi novia soltó una risita algo estúpida y comentó con un cierto tono de asco:
— Jijijiji…pero que cerdo… –…jijijiji…Jijijiji…
Tedy no le prestó demasiada atención a su comentario, muy por el contrario dejó él de carcajearse y agarrándola de los pelos haló hacia abajo obligándola a ponerse de rodillas a sus pies y con ese tono de autoridad que yo ya le conocía a mi hermanito y que él utilizaba siempre que se dirigía a mí para mandarme que hiciera algo, le ordenó a mi novia:
— ¡Venga, zorra…límpiame la verga que aún la traigo con algo de meo!
Mi novia no emitió ni la menor protesta. Empezando a jadear sin duda por la excitación, sacó también ella su lengua y se dedicó a lamer con mimosa entrega el glande a medio descapullar de la enorme verga de mi hermanito, mientras yo seguía lamiendo el meo de él que salpicaba el borde del excusado.
La polla se me quería explotar viendo la cara de vicio que ponía mi novia mientras le lamía la poderosa verga a Tedy y contemplando además como aquella fabulosa tranca iba erectándosele aceleradamente a mi hermanito con las acuciosas caricias con que se la homenajeaba la lengua de Tamara.
— ¡Mira cómo me has puesto la verga, zorra! – le espetó Tedy sacudiendo a Tamara un poco por los pelos – ¡Ahora vas a tener que hacerme una buena mamada!
Tamara no se lo pensó ni un instante. Fue oír la orden de Tedy y lanzarse a mamarle la verga como una perra hambrienta. Y aunque no logró encajar ni la mitad de la poderosa tranca de mi hermanito, se notaba que la muy salida se esforzaba por chupar y lamer de tal manera que él se quedara muy complacido. ¡Joder…aquello era alucinante! ¡Y yo que ni siquiera me había atrevido a rogarle a mi novia que me hiciera una mamada!
Me quedé alucinado viendo el hambre con la que mi novia le mamaba la poderosa verga a mi hermanito. Puesto en cuatro patas y con mi lengua pegada al borde del excusado en donde Tedy acababa de mear hacía unos minutos. Mi polla daba tumbos entre mi apretado shortcito y mis bolas me dolían de tanta excitación contenida.
Y por estar de fisgón, me había olvidado de seguir lamiendo el borde del excusado y limpiando el meo que había allí en forma de pequeños chaquitos amarillentos y olorosos. Eso me valió una reprimenda de mi hermanito y una amenaza que me puso los pelos de punta:
— ¡Sigue limpiando mi excusado, cornudo! – me ordenó Tedy – ¡¿O es que acaso quieres venir tú también a atenderme la verga como lo hace tu novia?!
¡Joder que eso sí que no me lo esperaba! Por más semen que me hubiera comido del coño recién follado de mi novia, por más esclavo cornudo que fuera yo, no se me había pasado ni por la imaginación que algún día tuviera que mamar. La idea de ir a comerle la verga a mi hermanito no me atraía para nada, pues yo no tenía ni un pelo de maricón.
Así que para evitarme que Tedy cumpliera su amenaza, me apliqué a seguir lamiendo con todo empeño y entusiasmo el borde de su excusado para ir tragándome las gotas de su meo, claro que sin sustraerme a mirar de soslayo cómo mi novia seguía de rodillas a sus pies, mamándole la verga con una devoción que parecía que estuviera postrada ante el mismísimo Dios dándole placer.
Entre tanto Tedy dejaba que Tamara hiciera su labor a gusto, hasta que al cabo de algunos minutos, mi hermanito decidió tomar por completo las riendas de su placer, agarró a mi novia por los pelos para sostenerle la cabeza y se dedicó a follarle la boca a saco, obligándola a comerse todo el monumental rabo bien tieso y enorme.
Ahí sí ya se veía que la muy zorra no estaba disfrutándolo tanto, pues el rostro se le ponía rojo y de los ojos se le escurrían las lágrimas, atorada sin duda con la poderosa verga de mi hermanito que seguramente le entraba casi hasta el pecho. Pero aún así a la muy guarra se le notaba todo el empeño que ponía en darle placer a Tedy, lamiéndole y chupándole la enorme tranca.
Al cabo de un buen rato de estarle follando la boca, Tedy la haló de los pelos obligándola a echar la cabeza hacia atrás y liberando su verga ya demasiado tiesa y babosa. Con su mano libre, mi hermanito empezó a darle sobijos a su poderosa herramienta y sin que se tardara ni un minuto, empezó a eyacular sobre la cara de Tamara, soltándole uno tras otro potentes trallazos de semen espeso y caliente.
Y entonces sucedió. ¡Joder…entonces fue cuando sucedió aquello! Y no puedo decir si fue que mi hermanito lo calculó así, o si fue que en medio de su clímax y tan descolocado que estaba por el placer provocó aquel accidente, el caso es sucedió…uno de los trallazos de semen que disparaba su verga, voló por encima de la cabeza de mi novia y fue a estrellarse sobre mi cara, justo en mi frente. No me faltaba más para humillarme.
Mi pequeña polla se convulsionó con entusiasmo entre mi shortcito y puesto ahí en cuatro patas, con mi lengua pegada al excusado de Tedy, con el sabor de su meo inundándome la boca y con su semen resbalándome desde mi frente, me estremecí sin poder contenerme y sin necesidad siquiera de rozarme la pilila, me corrí como un cerdo, gimiendo y babeando.