Los juegos del amor

Me citó en su casa para celebrar mi cumpleaños. La sorpresa fue muy excitante.

Todo empezó un viernes de un caluroso mes de julio. Cuando llegué por la mañana a la oficina ni por asomo me podría imaginar las nuevas sensaciones que habría de experimentar al cabo del día. Estaba saliendo con un chico que había conocido tres meses atrás en la playa de Gandia. Me gustó desde el primer momento que le vi. El candor de su mirada y la dulzura de sus palabras me cautivaron de tal manera que estaba convencida de haber encontrado el hombre de mi vida. Me resultaba extremadamente sexy, con su encanto tímido y adolescente y sus grandes ojos castaños. Cuando me miraba me hacia sentir como si estuviera desnuda. Además la casualidad hacia que ambos cumpliéramos años el mismo día.

Y precisamente ese día era hoy. Habíamos quedado a la 7 de la tarde para celebrarlo y me había advertido con anterioridad que lo íbamos a pasar como nunca. A pesar de mi insistencia no me quiso adelantar nada de lo que íbamos hacer, ni a donde íbamos a ir. "Déjalo en mis manos, cariño"-fue lo único que me dijo.

En el trabajo, la mañana transcurre con la normalidad típica de un viernes víspera de fin de semana. Es media mañana cuando suena mi móvil. En ese momento estoy recibiendo a un cliente interesado en suscribir un plan de pensiones. Me disculpo y cojo el teléfono:

Felicidades mi amor -era él- , en el día de nuestros cumpleaños nos merecemos un regalo muy especial. Pero antes debes saber que serás la protagonista estelar y para ello es condición indispensable que acates todas mis decisiones. ¿Estas dispuesta o no?.

Nada más decir que sí, cuelga. Lo inesperado de la pregunta y, el momento y el lugar, me deja un poco perpleja y nerviosa. El cliente debe notar algo raro ya que me pregunta si me encontraba bien. Rápidamente recupero la situación y todo vuelve a la normalidad.

Al cabo de media hora me avisan que un mensajero ha dejado algo para mí en recepción. Al bajar me entregan un precioso ramo de flores junto con un sobre. Nada más llegar a mi mesa de trabajo abro el sobre y enseguida reconozco su letra.

María ve al cuarto de baño y quítate las bragas. Has de permanecer sin ellas durante todo el día.

Me quedo otra vez casi inoptizada, no me puedo creer que me pida algo así. Me cuesta reaccionar, pero al final me decido a hacerlo. Llevo un vestido de verano de lino por encima de las rodillas, que se ajusta al cuerpo. Al ser tan fina la tela temo que mis compañeros se den cuenta que no llevo nada debajo. No obstante, al final me decido a hacerlo. Voy al lavabo y hago lo que me pide.

Cuando vuelvo a mi sitio estoy notablemente nerviosa. Al sentarme en la silla me percato de la sensación de sentir la tela del vestido directamente sobre mi piel. Presiento que todos mis compañeros se han dado cuenta y no me puedo concentrar en el trabajo.

En esas estamos cuando vuelve a sonar mi móvil. Esta vez ya sé quien es.

Espero que me hayas obedecido y estés con el culo desnudo. Ahora pon cualquier excusa para salir de la oficina. Te espero en mi casa dentro de media hora, si yo no estuviera coge la llave que está debajo del felpudo y entra.

Como en la anterior ocasión no me deja contestar y cuelga inmediatamente. Por suerte, no tengo problemas para salir con la excusa de visitar a un par de clientes. Cojo un taxi y en veinte minutos me encuentro en la puerta de su casa; efectivamente no hay nadie. Luis comparte el apartamento con un compañero suyo de la facultad, pero este mes está solo ya que su amigo está de vacaciones. Como me ha indicado cojo la llave y entro.

Pegada en el espejo del recibidor encuentro una nota, que dice:

No he podido llegar a tiempo mi amor. Acuérdate que tienes que hacer todo lo que te pida. Dirígete al dormitorio, desnúdate por completo, ponte el antifaz que hay encima de la cama y túmbate boca arriba. No te quites el antifaz por nada del mundo. Espérame. Enseguida voy para allá. Te quiero.

Voy a su dormitorio, que ya conocía de anteriores ocasiones, y me quito el vestido. Efectivamente hay un antifaz negro encima de la cama, me lo pongo y me tumbo boca arriba. La verdad que debido al calor que hace apetece estar desnuda. No sé cuanto tiempo pasa hasta que oigo un ruido. Alguien abre la puerta de la calle y entra en la casa. Por el ruido de las pisadas sé que se acerca a la habitación.

A pesar de mi desnudez y de no ver absolutamente nada, no siento ningún temor ya que estoy segura que la persona que entra es Luis, ¿quien si no puede ser?. Pasa otro rato sin oír absolutamente nada. Con el paso del tiempo me voy poniendo nerviosa. ¿Que pretende hacerme?, ¿por qué no me dice nada?, ¿por que no me toca?, ¿cuanto tiempo me dejará en esta situación? ¿y si no es Luis y se trata de otra persona?. Comienzo a preocuparme y ya estoy a punto de quitarme el antifaz, cuando noto que me agarra los brazos y me los coloca por encima de la cabeza. De pronto me sobresalto al darme cuenta de que me ha atado a la cama. Qué estúpida había sido. ¿Cómo pude haberme dejado engañar así?

No me deja reaccionar, me sujeta la cara con sus manos, me dá un beso y me dice que tranquila, que me estoy portando muy bien y que no debo pronunciar palabra alguna. Ya no tengo ningún miedo, pero mi curiosidad y mi deseo son casi incontrolables. Las ataduras me permiten mover los brazos con cierta facilidad, pero lo que está claro es que él controla la situación; y yo no puedo hacer nada para detenerlo.

Al rato coge mi cintura y con cierta fuerza hace que mi cuerpo se dé la vuelta, ahora estoy boca abajo. La violencia es tan inesperada que me quedo sin aliento. No sé lo que va a hacerme, pero me hormiguea la piel como si me hubieran vertido ácido en los nervios. Durante unos minutos, se entretiene en besar distintas partes de mi cuerpo.

Enseguida noto que un liquido recorre mi espalda y se escurre hasta la raja del culo, debe ser aceite. Comienza a masajearme lentamente los hombros y luego comienzan a bajar los dedos por la espalda, frotando y apretando ligeramente a lo largo de mi columna. Dejo escapar un suspiro de placer mientras me besa la nuca. Sus manos se mueven con destreza por mi cuerpo. Me hace sentir como una valiosa obra de arte a la que es tratada con temor reverente. Me está dando un masaje de lo más sensual. Me acaricia con suma delicadeza y noto que sus manos se acercan lentamente a mis nalgas. Se detiene en ellas y las separa ligeramente. Me coloca un almohadón debajo de mi cintura para que la prominencia de mi culo sea más extrema. Noto caer un par de gotas en el ojete, y contengo el aliento porque la crema está fría como el hielo. Ha debido de tenerla en la nevera durante días. Me la extiende y mete un dedo en el culo.

Se detiene un instante y me acaricia los pezones y me estimula el clítoris...y vuelve a follarme lentamente con el dedo mi culo. Es maravilloso, advierte mis temblores y es consciente de que el orgasmo está próximo. Ello le hace detenerse. No puedo más y le grito que me folle pero él se aleja de la cama.

Sale de la habitación. Espero impaciente que vuelva, pero me resisto a llamarle. Enseguida siento su presencia junto a mí; ha entrado sin que yo le oiga. Me dice cariñosamente y al oído que me dé la vuelta y me ponga boca arriba.

Me besa los labios, luego me acaricia con besos húmedos los párpados y la nariz, y luego, la oreja. Me acaricia los pezones con la lengua hasta ponerlos erectos. Traza una línea con su lengua hasta el ombligo. Va bajando y me besa el vientre, antes de llegar a mi pubis. Me chupa la parte interior de las piernas y finalmente me abre los labios vaginales y me acaricia el clítoris. Empieza a mover su lengua lentamente, dentro y fuera. Sigue acariciándome las piernas y el vientre con sus dedos. Mientras acelera la velocidad de su lengua. Otra vez estoy en situación de correrme en cualquier momento.

Al instante noto que algo extraño sucede. Siento que alguien se sienta a horcajadas en mi vientre y comienza a acariciarme los pezones. Sea quien sea está desnuda ya que noto la suavidad de su piel encima de mi ombligo. Y es una tercera persona ya que Luis continua con la cabeza hundida entre mis piernas. No sé porque extraña razón no grito pero siento un cierto pánico. Intento levantarme, pero rápidamente me tapan la boca y sujetan con fuerza las piernas. En un santiamén tengo atados los tobillos a los pies de la cama. Estoy totalmente indefensa. ¿Todo aquello es un sueño descabellado?. Siento excitación y repulsión a la vez. Estoy siendo llevada al límite del placer, pero ¿quien hay en la habitación aparte de Luis?. Es una situación tan ajena a mi experiencia anterior que no puedo compararla con nada.

Por favor cariño, -me habla Luis muy cerca de mi oído- estás disfrutando, ¿no?.¿Por qué parar ahora?. Prometiste hacer todo lo que yo te mandara. No grites y disfruta de los juegos del amor.

Me tranquilizo un poco. Luis me besa apasionadamente mientras me acaricia las tetas. Sin parar de masajear mis pezones me pide que abra la boca y saque la lengua. Al instante noto algo húmedo y no tardo en averiguar que estoy lamiendo el sexo de otra mujer. Así que la tercera persona es una chica. ¿Quién será?. Siento una cierta repulsión, en mi vida había hecho una cosa así, pero al mismo tiempo siento muchísimo morbo por saber quien se ha confabulado con Luis para llevarme a esta situación. El proceso continúa y al poco tiempo vuelvo a estar relajada ya que, lejos de hacerme daño, estoy siendo acariciada a la vez por cuatro manos. Dos de ellas no paran de masajearme los pezones, mientras que las otras dos se encargan de estimularme el clítoris y meterme un dedo por el culo. Estoy más excitada que nunca y deseo salvajemente ser follada.

Estoy a punto de romper la norma y gritar a Luis de que pare y me introduzca su

polla antes de que me corra, cuando de repente se detienen. Pasa un rato, estoy calentísima y la espera se me hace interminable. Al rato y sin oír nada noto una sensación muy fresca en mi pubis. ¿Que están haciendo?.

No te muevas mi amor, te vamos a depilar tu precioso monte de venus. Este va a ser el mejor regalo de cumpleaños que voy a recibir en la vida.

Después de extender la fresca espuma de afeitar con la brocha por todo mi coño, le toca el turno a la cuchilla que esquila todo vestigio de pelos cerca de la raja. Mantengo el vello púbico bastante corto, de modo que la cuchilla se desliza con facilidad por el pequeño triángulo moreno del pubis. Me acarician al mismo tiempo los pechos, pero yo sólo atiendo a la sensación del recorrido de la cuchilla. La operación culmina con una toalla empapada en agua que se lleva todo vestigio de espuma.

Ahora una vez afeitada te toca disfrutar. Te vamos a soltar las manos pero recuerda que no puedes quitarte el antifaz.

Me sueltan las manos que las había tenido atadas todo el tiempo al cabezal de la cama. Al recobrar la libertad puedo tantear a mí alrededor. Ella se había sentado otra vez encima de mí. Suelta de las ligaduras, mis manos comienzan a descubrir las redondeces femeninas y la elasticidad de una piel, entre sedosa y aterciopelada. Efectivamente está desnuda y mis manos acarician su pecho. Siento que sus pezones se endurecen al mismo tiempo que los míos. El placer es absolutamente compartido. Dejo sus tetas para ir al encuentro de sus caderas y sus nalgas. Se incorpora un poco y le abro las piernas y siento la humedad de su coño. Recorro su vagina con movimientos circulares infinitamente lentos y suaves. Cuando esta a punto de correrse Luis nos ordena que nos detengamos.

Me dice que me ponga de rodillas y enseguida él se pone detrás de mí. Noto la punta de su pene rozar mi culo. Al mismo tiempo la chica se coloca debajo de mí y de modo que con su boca comienza a lamerme el pezón derecho. De inmediato me vuelvo a excitar, la polla de Luis entra con suma facilidad en mi coño, pero parece que ese no es el camino que pretende, ya que enseguida la saca para buscar el otro camino más estrecho. Otra experiencia nueva ya que jamás me habían follado por el culo. Mientras soy penetrada, su amiga se encarga de lamer mi coño afeitado. Siento una corriente eléctrica subir y bajar por mi cuerpo mientras él se tensa. Siento sus testículos golpeando locamente contra mi culo, más y más deprisa mientras me penetra. Le oigo gemir y siento su polla palpitar dentro de mí. El placer llega al máximo y noto que el orgasmo llega en una ola de placer y alivio.

Después de esta celebración de cumpleaños tuvimos otros juegos de amor igual de excitantes. Pero lo que nunca supe jamás, quién de mis amigas había sido quienes le ayudó a realizar la fiesta de celebración de mis 26 años.