Los Juegos de la Adolescencia y mi Primo
Con mi primo mi mejor amigo despertamos al mejor despertar sexual...
Los Juegos de la Adolescencia y mi Primo
Me pregunté varias veces si me animaría a escribir mi historia, pero leyendo tantos buenos relatos al fin me decido.
Han pasado muchos años de mi despertar adolescente, pero es el día de hoy que recuerdo aquellos días tan felices y cargados erotismo juvenil.
Dos personas marcaron fundamentalmente mis primeros escarceos en el sexo, mi mejor amigo de la infancia, Luis y mi primo Alberto.
Con la muerte de mi madre, fui a vivir a la casa de unos tíos, que tenían tres hijos, que pasaron a ser mis hermanos, Yo era el mayor y me respetaban y querían, con los mas chicos no pasaba nada dado que nuestras diferencias de edad era muy marcada, pero Alberto era solo dos años menor que yo, muy compinche y confidente en todo.
Luego de la escuela, hacíamos los deberes, y luego nos íbamos al fondo a jugar. La casa era grande, con un gran terreno, donde en el fondo existía un viejo garaje que con la ampliación de la casa quedó solo para guardar trastos y herramientas. Era nuestro sitio preferido de juegos y donde ocurrieron nuestras primeras exploraciones.
Yo desde los once años me masturbaba, y acababa mojando por la noche mis calzoncillos que amanecían duros y algo amarillentos.
Los fines de semana me iba a casa de mis abuelos, donde tenía también un cuartito que oficiaba de laboratorio fotográfico, dado que me gustaba mucho la fotografía y había logrado hacer un curso de ampliación y revelado.
Ahí me acompañaba Luis, solo un año menor que yo. Con el comenzamos a ver revistas de desnudos y a empalmarnos. Al principio solo compartíamos alguna que otra paja, pero la soledad del cuartito nos ayudaba, y así empezamos a tocarnos y a pajearnos mutuamente. Mas tarde comenzamos con caricias y besos. Que besos, Luis realmente daba unos besos de lengua espectaculares, podíamos estar varios minutos intercambiando saliva y perforándonos con nuestras lenguas.
Los juegos fueron creciendo al igual que nosotros, no importaban los bailes o las noviecitas de turno, al final siempre terminábamos desnudos y chupándonos todo, el cuerpo el pene, el culo...
No tardamos mucho utilizando vaselina, en penetrarnos mutuamente. Nunca acabábamos adentro, generalmente lo hacíamos en nuestros cuerpos, tampoco en la boca, si bien nos hacíamos unos 69 de novela.
Con mi primo en cambio llegó su despertar, su primera paja compartida, su pequeño pene, que fue creciendo para luego ser mayor que el mío.
El era muy curioso, todo lo quería saber, y como yo era su guía me preguntaba todo.
Su cuerpo fue desarrollándose, hasta alcanzar y sobrepasar mi altura. Nos queríamos mucho, y también con el compartí el cuarto de fotografía.
Los besos, las caricias y las penetraciones anales. Los 69 interminables donde nos vaciábamos en nuestros cuerpos.
A veces no aguantábamos a que llegara el fin de semana, y aprovechábamos las salidas de sus padres para masturbarnos en nuestra casa. Nos íbamos desvistiendo despacio hasta juntar nuestros cuerpos y penes desnudos. Las caricias los besos y esas pajas interminables, o esas penetraciones donde nos satisfacíamos mutuamente.
Al llegar mis dieciocho años, tuve mi primera novia, y así muy despacio cada uno de nosotros volvió a la heterosexualidad.
A mi primo ya casado lo veo de vez en cuando, tiene dos hijas, a Luis lo perdí de vista hace mucho ya luego de mi mudanza, tiene 4 hijos varones.
Yo estoy felizmente casado y tengo dos varones adolescentes.
Lo que puedo decirles es que no me arrepiento de mi despertar sexual ni de los juegos compartidos con mi primo y con Luis, tal vez algún día volvamos a encontrarnos para vivir de nuevo unos días de sexo compartido.