Los intrincados caminos de un amor (28)

Los intrincados caminos de un amor. Capítulo 28

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 28

Pablo

Justo en el momento en que creí que las cosas empezaban a encaminarse, surgió un repentino viaje a Buenos Aires que no podía postergar, ni delegar en nadie más la firma de esos documentos.

Volver a estar en contacto con Patricia era lo mejor que me estaba pasando en los últimos tiempos, solo faltaba volver a encontrarnos íntimamente, deseaba a cada instante que ese momento llegara, necesitaba expresarle también con el cuerpo lo que seguía sintiendo por ella.

Cenamos juntos en su casa el martes en la noche y me fui temprano a casa, al día siguiente salía temprano a la ruta.

Mientras manejaba por la ruta, iba pensando en terminar todo lo más rápidamente posible para poder volver a Mar del Plata cuanto antes, incluso ese mismo día si fuera posible. También iba pensando en hacerle algún regalo, para que sintiera que a pesar de estar lejos, seguía pensando en ella.

Llegué a la oficina con macitas para las chicas, me saludaron muy amablemente y me recibieron con el café preparado.

Mientras tomábamos el café, me fueron poniendo al tanto de algunas cosas, firmé otras tantas y antes del mediodía, me encontraría con el importador, para cerrar la provisión de unos insumos que empezaríamos a comprar a un nuevo proveedor.

Luego del encuentro y de dejar todo resuelto, volví a la oficina, me tomé unos mates con las chicas mientras les dejaba algunas directivas y nos despedimos hasta la próxima visita, que sin imprevisto mediante, sería a fines de julio.

De allí me fui a la inmobiliaria de Mariana para saludarla, no le había avisado que vendría y me quedé en el auto hasta la hora de salida.

Cuando la vi salir, bajé del auto y caminando unos pasos detrás de ella, cuando estuve cerca, le dije:

-PABLO: Disculpe señorita, ¿me podrá decir usted donde podría cenar esta noche?

No se dio vuelta hasta que no terminé de hablar, cuando miró de reojo como queriendo sacarse al plomazo de encima, y me reconoció, se le dibujó una amplia sonrisa y se apuró a llegar a mí y abrazarme.

-MARIANA: Pabloo!!! ¿Qué hacés por acá? No me dijiste que venías!

-PABLO: Disculpe señorita, ¿Acaso la tengo que poner al tanto de mi agenda?

-MARIANA: No tarado! Para saber que venías! ¿Hasta cuándo te quedás?

-PABLO: Me voy mañana al mediodía!

-MARIANA: ¿Nada más?

-PABLO: Fue repentino, tenía que venir a firmar unos papeles.

-MARIANA: ¿Y tenés planes para hoy?

-PABLO: Si, me invité a cenar a tu casa!

-MARIANA: Muy bien! Hiciste muy bien!

Nos fuimos para su casa y le fui contando cómo estaban las cosas con Patricia y pude ver que se alegró sinceramente. Mientras nos tomábamos unos mates, me dijo que le gustaría conocerla. Después salimos a hacer unas compras para la cena.

Mientras Mariana cocinaba, me puse a pensar que no le ocultaría a Patricia el encuentro con Mariana, la consideraba una amiga y no tenía que ocultarle que me encontraba para cenar con una amiga.

Estábamos cenando cuando me llegó un mensaje de Patricia con una foto suya en una de las cervecerías que solíamos frecuentar, estaba sola y me dijo que Valeria había ido al baño. Le contesté que la pasaran lindo y que le de mis saludos a Valeria.

Cómo una hora después me llegó un mensaje, creí que sería de Patricia que me diría que ya estaba en su casa, pero al abrir la aplicación, el mensaje era de un número desconocido.

Cuando abrí el chat me encontré con una foto que me sorprendió de tal manera que me quedé inmóvil mirando la pantalla del teléfono. Una foto de Patricia besándose con un tipo en esa misma cervecería, el tipo la tenía agarrada de la cabeza, y las manos de Patricia en las muñecas del tipo. Debajo de la foto, un mensaje que decía, “El gato no está y la ratoncita baila”

Se me vino a la cabeza ese juego de mesa en la que uno avanza casillero por casillero y por alguna penalidad del juego, pierde todos los lugares recorridos y vuelve al inicio.

Mi cara se debe de haber transfigurado porque Mariana me preguntó:

-MARIANA: ¿Estás bien Pablo? ¿Qué pasó?

Y girando el teléfono para que viera la foto que yo estaba viendo y leyera el mensaje, cuando la vio, llevó sus manos a su cara sin poder creerlo.

No dijo nada por un momento, volví a mirar ambas fotos y ambas eran en el mismo lugar, Patricia estaba con la misma ropa y detrás de ella, el barman en la barra, también con la misma ropa, decididamente las dos fotos eran del mismo momento, quizás con minutos de diferencia, pero la segunda, aparentemente sacada desde más lejos.

Mi mente pretendía jugarme una mala pasada, pero traté de tranquilizarme, de pensar las cosas calmado, de encontrarle una explicación a todo aquello, mirando detenidamente la foto parecía que Patricia no colaboraba en ese beso, parecía un beso arrebatado.

Y ni bien terminé de comer, me disculpé con Mariana y me levanté de la mesa para sentarme en el sillón.

-MARIANA: ¿Quién es el hijo de puta que mandó eso!

-PABLO: No lo sé! Es un número desconocido.

Mariana antes de sentarse, sirvió dos whiskys, uno para cada uno.

-MARIANA: Tomá, creo que te hace falta!

-PABLO: Por favor! Pero también me hará falta entender! ¿Qué fue lo que pasó? ¿Tan solo me fui esta mañana? ¿Qué cambió? No quiero pensar mal, pero esa foto realmente me sentó muy mal!

-MARIANA: No te enojes! Quizás debas esperar la explicación! Pero creo que no está a gusto con ese beso, mirá como lo agarra de las muñecas.

-PABLO: No estoy enojado! Estoy desconcertado! Es verdad que en ningún momento hablamos de volver a estar juntos, o de vivir juntos o cualquier otro plan, pero como se venían dando las cosas estos días, sentí que lo nuestro de a poco iba volviendo a funcionar. Quizás me equivoqué y tan solo vi lo que quería ver y entendí lo que quería entender, aunque tenés razón, ella no parece estar besándolo.

-MARIANA: Por favor no te hagas la cabeza hasta no saber realmente lo que pasó.

-PABLO: Tenés razón! Pero eso no me hace sentir mejor, al menos no por ahora, me trajo esos fantasmas.

Mientras me tomaba el segundo whisky, me llegó un mensaje de Patricia, diciéndome que ya estaba en casa. No lo pude contestar, no quería que mi sentimiento de ese momento hablara por mí.

Le dije a Mariana que me iba para el hotel, me preguntó si quería quedarme, solo a dormir, para no irme tan tarde, pero le agradecí la invitación y la cena, le pedí disculpas por como terminó todo y me volví al hotel.

Faltando cuadras para llegar, me entró una llamada de Patricia que no respondí. La verdad no me sentí con ganas, tenía miedo de que me ocultara lo que había pasado esa noche.

Volví a mirar el mensaje, no tenía foto de perfil y decidí contestarle, “¿Quién sos? Da la cara cagón o cagona!”.

Momentos después, la respuesta fue, “¿Qué pasa cornudito? ¿No te gustó la foto?” y ya caliente mi respuesta fue, “Ni bien me entere quien sos, te voy a bajar todos los dientes!, ya voy a saber quien sos”

Me dormí re caliente con quien quiera que haya mandado esos mensajes y esa foto.

Me levanté temprano y cuando salí de bañarme, vi un mensaje de Patricia que no había escuchado.

Pasé por la oficina, levanté los contratos y me fui para firmarlos con el representante de importación,  y a eso de las doce del mediodía me volvía para Mar del Plata. Antes de subir al auto le mandé un mensaje a Miguel para encontrarnos a la tardecita a tomar una cerveza, necesitaba escuchar su opinión.

Cuando me subí al auto y emprendí el regreso, me entró una llamada de Patricia, y decidí responderle, no diría nada de la foto ni de los mensajes, me dijo que estaba preocupada, le dije que estaba volviendo, que me vería con Miguel antes de ir a casa, y me dijo que necesitaba contarme algo, ¿Sería lo que había ocurrido la noche anterior?

Durante toda la ruta de regreso a Mar del Plata, fui pensando en qué yo estaba preparado para volver a intentarlo, pero… ¿sería lo correcto? ¿Era el momento? El hecho disparó mis dudas sobre la confianza que nos teníamos.

También pensé qué esa foto, seguramente era de un beso arrebatado sin el consentimiento de Patricia y que seguramente la persona que me lo envió tiene interés en que lo nuestro no se recomponga, si era una mujer, seguramente pretendía tener algo conmigo, pensando en quien podría ser, se me cruzó Fernanda, pero no la veía en esos menesteres, ella no es así, y de ser un hombre, tenía que ser alguien qué pretendía a Patricia, y automáticamente se me vino a la cabeza el tipo con el que se iba del jardín los mediodías, Patricia me había contado que no había querido ya tener nada más con él.

Plantearía la conversación, tratando de dejarle en claro, que si bien esa foto me había dolido, y que no pensé en qué estaba jugando conmigo.

Entre a Mar del Plata antes de las seis de la tarde, le mandé un mensaje a Miguel y nos encontramos a las seis y media.

-MIGUEL: ¿Qué pasó boludo, para que me llames tan urgente?

Buscando la foto que me llegó, se la mostré.

-MIGUEL: ¿Y de cuando es esa foto?

-PABLO: De anoche!

-MIGUEL: ¿Cómo sabes que es de anoche?

-PABLO: Porque un rato antes me había mandado ella una foto, en el mismo lugar, con la misma ropa!

-MIGUEL: No me jodas boludo! A ver, mostrame otra vez la foto!

La volvió a mirar y me dijo:

-MIGUEL: Boludo, no parece que ella estuviera colaborando en ese beso, mirá como lo agarra de la muñeca, ¿no será un beso robado?

-PABLO: Yo también pensé en esa posibilidad, pero, ¿quién fue el hijo de puta que me la mandó? ¿Cómo sabía mi número de teléfono?

-MIGUEL: ¿Hablaste con ella sobre esto?

-PABLO: Ahora después voy para allá, necesitaba saber tu opinión!

-MIGUEL: Terminate la cerveza y anda a hablar con ella, no la encares mal, si no va a creer que no volviste a confiar en ella! Escuchala primero!

-PABLO: No, no pensaba ir con los tapones de punta, pero la verdad es que la foto me descolocó un poco!

Me terminé la cerveza, y nos despedimos con Miguel. Me subí al auto, eran las siete y diez y le mandé un mensaje a Patricia., "Hola Pato en diez minutos llego".

Intenté ser lo cariñoso que no había sido desde anoche, no quería que el encuentro sea tenso.

Llegué al edificio y toque timbre, la puerta se abrió y subí, ya en el ascensor, respire hondo, y traté de estar lo más sereno posible.

Al abrir la puerta del ascensor, Patricia esperaba allí y me abrazó llorando.

Correspondí el abrazo y entramos al departamento.

-PABLO: Tranquila ya estoy acá!

-PATRICIA: Es que estaba muy preocupada, anoche no pudimos hablar y hoy te noté algo distante, ¿pasó algo en Buenos Aires?

-PABLO: No nada, todo bien!

-PATRICIA: Yo necesito contarte algo que pasó anoche, y qué me tiene muy mal!

En ese momento, me corrió un frío por la espalda, pero me serené decidido a escucharla.

-PATRICIA: Viste que te había dicho que me encontraba con Valeria anoche para tomar una cerveza, y te mandé la foto de donde estábamos, era donde estuvimos un montón de veces.

-PABLO: Sí me di cuenta!

En el momento que me saqué la foto, Valeria había ido al baño, y yo me quedé para que no perdamos el lugar. Un momento después, se apar....

-PABLO: ¿El boludo del jardín?

-PATRICIA: Sí, ¿cómo sabés?, no sé qué boludez me dijo y de repente me agarró de la cabeza y me dio un beso en la boca, cuando me pude soltar le di vuelta la cara de un cachetazo, en ese momento volvía Valeria del baño y cuando dijo algo de vos, le pegué de vuelta, después de eso los chicos de seguridad, se lo llevaron y lo echaron de la cervecería. Me puse muy nerviosa y nos término yendo a buscar Facundo, el esposo de Valeria, me daba miedo salir de ahí y que me estuviera esperando en la puerta.

Y mientras sacaba mi teléfono del bolsillo, le dije:

-PABLO: Ya lo sabía!

-PATRICIA: ¿Te llamó Valeria?

Y girando el teléfono para que viera la foto le dije:

-PABLO: Supuse que era algo así, aunque no lo reconocí al pelotudo, pero seguramente es el que me mandó la foto! Ya lo voy a agarrar!

Y cuando vio los mensajes, me dijo:

-PATRICIA: Por favor Pablo, no quiero que te metas en problemas con este boludo, Valeria me dijo qué volvió a las drogas y que incluso ellos ya no quieren saber nada con él.

-PABLO: Ya me va a escuchar el boludo ese!

Patricia no dejaba de llorar y la abracé y le di un beso en los labios, acaricié su pelo y su espalda para que se tranquilice.

Después de un rato, me dijo:

-PATRICIA: ¿Qué creíste cuando viste la foto?

-PABLO: La verdad es que me descolocó, no supe que pensar, las cosas entre nosotros no se han resuelto definitivamente y en ese momento, pensé que quizás me había hecho la película equivocada, pero cuando me desperté en la mañana, me puse a pensar en estos últimos días y tu mirada me decía otra cosa, entendí que algo pasaba con esa foto, qué no era lo que parecía ser, que alguien estaba queriendo meter un palo en nuestra rueda, incluso hace un rato lo hablábamos con Miguel, y ahora lo confirmo, ese pelotudo me va a conocer!

-PATRICIA: Te juro mi amor que no tuve nada que ver, ese beso fue a la fuerza, cuando lo vi no creí que haría eso, por suerte Valeria volvía del baño. Este hijo de puta lo debe haber hecho a propósito para que alguien saque la foto y te la mande, se debe haber quedado caliente, porque no le di más bola y lo terminé bloqueando. Por favor creeme mi cielo! Ya me he equivocado bastante y te juro que nunca quise, ni permití eso!

-PABLO: Ya lo sé corazón! Quédate tranquila que ya lo sé!

Y como para dejar ese tema de lado, le dije:

-PABLO: Dejemos esto de lado y vayámonos a cenar a algún lado, ¿te pinta?

-PATRICIA: Sí mi amor, me cambio y nos vamos!

Se fue a cambiar y yo me quedé esperándola sentado en el sillón, pensando que ya iba a encontrar al pelotudo ese.

Tardó como veinte minutos en volver, pero valió la espera, estaba hermosa y se lo dije.

-PABLO: Estás muy linda! Pero yo estoy así nomás!

-PATRICIA: Vos estás lindo siempre!

Fuimos a cenar a un bonito restaurante del puerto, comimos variedad de pescados y mariscos y nos tomamos un par de cervezas.

Durante la cena le conté que la noche en Buenos Aires había cenado en casa de Mariana, le expliqué por si hacía falta, qué la consideraba una amiga y que me había dicho que quería conocerla, y le dije que yo también quería que la conociera, con ella había hablado todo lo que me pasaba, y que después de aquella noche que había dormido con ella, le había aclarado que eso no volvería a pasar.

Lo tomo muy bien y me dijo que si alguna vez íbamos a Buenos Aires que también le gustaría conocerla.

Volvimos para casa y en el camino me preguntó si me quería quedar a dormir con ella.

Por supuesto le dije que sí, nos acostamos y nos dormimos abrazados.

Al día siguiente, como tantas mañanas, la dejé en el jardín y me fui a la empresa, cuando bajó del auto, no me preguntó, me dijo que me esperaba con el mate preparado.

El viernes de esa semana, me llamó don Mario, diciéndome que necesitaba hablar conmigo, le dije que encantado, que me dijera a qué hora y dónde y nos encontrábamos, me dijo si me venía bien a eso de las tres de la tarde en un café, él almorzaba con un amigo, y luego me esperaba.

Me fui de la empresa a las once y media y le avisé a mi secretaria, que ya no volvería.

Sin decirle nada a Patricia, fui a la hora de la salida del jardín, cuando el tipo ese recogió a su hija, lo seguí, dejó a la pequeña en una casa y lo volví a seguir.

Diez minutos después, estacionó una zona semi céntrica y yo estacioné a unos metros de él, me bajé rápido antes que entrara a dónde iba, y unos metros detrás de él lo llamé por su nombre.

-PABLO: Román?

Se dio vuelta y con cara de qué no me conocía, me dijo:

-ROMAN: Si, ¿nos conocemos?

-PABLO: No sé si sabes mi nombre, pero yo sí conozco el tuyo, seguramente para vos soy el cornudito!

Y la cara se le transfiguró, me acerqué rápidamente a él y sin mediar palabra, lo tomé del cuello, se puso pálido!

-PABLO: El cornudito te advierte, te volvés a acercar, a llamar, a intentar contactar o a nombrar siquiera a Patricia Miralles, y yo te voy a encontrar dónde mierda sea que te metas y te voy a despegar la cabeza del cuerpo!

Y apretando más su cuello, hasta que se empezó a poner colorado, le dije:

-PABLO: ¿Te quedó claro o te lo tengo que volver a explicar? Me llegó a enterar qué dijiste o hiciste algo y Valentina se queda sin padre, ¿estamos? Es la única vez que te voy a hablar, la próxima te desfiguro! ¿estamos?

-ROMAN: Sí sí...

-PABLO: Ya sé dónde vivís y dónde trabajás, así qué no te hagas el pelotudo y desaparecé!

En ese momento le solté el cuello y rápidamente con el pánico en la cara, se metió en un edificio.

Me fui más tranquilo, este cagón no jode más.

De allí me fui a comer algo, y a hacer un poco de tiempo hasta la hora de encontrarme con don Mario.

Minutos antes de las tres, me encontré con don Mario. Nos saludamos con un abrazo, y nos pedimos dos cafés.

-MARIO: Pablo, necesitaba decirte algo, pero tengo una condición.

-PABLO: Dígame Don Mario!

-MARIO: La condición, es que no podés decir que no, ¿Estás de acuerdo?

-PABLO: Aunque no sé de qué se trata, estoy de acuerdo!

-MARIO: Muy bien hijo! La cosa es así, no sé si alguna vez te lo comenté, pero desde hace años, tengo un terreno por Parque Luro, y quiero que ese terreno sea tuyo.

Sabés lo que te aprecio, y sé de tu esfuerzo en la empresa, por eso es que quiero, que ese terreno sea tuyo, para que puedas ahí, construir tu casa!

-PABLO: Me tomó por sorpresa Don Mario, me encantaría, es más, ya había empezado a mirar terrenos para comprar, estaba pensando en pedir un préstamo, si usted me permite pagárselo en cuotas, me encantaría!

-MARIO: Pablo, no te lo quiero vender, te lo quiero regalar, yo a esta altura, ya no voy a hacer nada con él, y vos necesitás hacerte tu casa, estoy seguro que en algún tiempo llegarán los hijos, y necesitás una casa.

Lo que me decía Don Mario, me emocionó y se me llenaron los ojos de lágrimas.

-PABLO: Don Mario no puedo aceptar eso, si usted me permite se lo pago en cuotas!

-MARIO: Dijimos que no podías decir que no! No quiero que me pagues un centavo! Quiero que sea tuyo! Te lo merecés!

No pude más que levantarme, y darle un abrazo.

-MARIO: Tu emoción y ese abrazo, es pago suficiente para mí!

Le agradecí de corazón, todo lo que ha hecho y hace por mí, después de seguir hablando un rato, me volví para casa, llorando de la emoción, por supuesto.

De camino, decidí que no le contaría a Patricia por el momento, para los próximos días tenía algo planeado y este regalo venía como caído del cielo...


Patricia

La situación de anoche con Román, me había dejado muy mal, estaba deseando que llegara Pablo de Buenos Aires, necesitaba contárselo y que entendiera que yo no había hecho nada para que eso pasara. Solo deseaba qué Pablo no pensara otra cosa.

Cuando me avisó que venía para casa, estaba nerviosa y ansiosa, cuándo tocó el timbre, le abrí y lo fui a esperar a la salida del ascensor, llorando lo abracé con todas las ganas y entramos a casa, le expliqué todo lo que había pasado y me sorprendió que él ya lo supiera, el enfermo de Román le había mandado una foto de ese beso. Por suerte Pablo entendió que yo no había hecho nada para provocar esa situación, y que por suerte estaba Valeria en ese momento.

Después me di cuenta que quería cambiar de tema y me dijo de ir a cenar, yo no tenía muchas ganas de salir, pero decidí que era lo mejor para pasar ese mal trago.

En la cena en el puerto, me pude tranquilizar y dejar eso de lado.

Durante la cena, Pablo me contó que había cenado con Mariana, su amiga de Buenos Aires, con la que se había acostado, no me enrosqué en pensar otra cosa, sí Pablo la consideraba una amiga y encima me quería conocer, me quedaba claro, qué Pablo ya no me quería ocultar más nada, y que sin lugar a duda, la compañía de esa mujer, lo había sostenido mientras estaba solo.

Después de la cena volvimos a casa, le pedí que se quedara en casa y nos dormimos abrazados.

La verdad es que ya estaba deseando, que trajera todas sus cosas, que dejara ese departamento y se volviera a vivir a casa, que nos compartiéramos por completo, ya quería que se sienta de nuevo

en su casa, pero no quería apresurara nada, que lo decidiera cuando así lo sienta, mientras tanto, disfrutaba de él, las veces que estaba en casa, me sentía como de novios.

El viernes llegó más temprano que otros días y me puso más contenta, cuando me dijo que ya no volvía a la empresa.

-PABLO: Tuve un encuentro con don Mario que me quería comentar unas cosas de la empresa y de ahí ya me vine!

-PATRICIA: Qué bueno!

-PABLO: Al mediodía antes de encontrarme con don Mario, ¿sabés con quien me encontré?

-PATRICIA: No amor, ¿con quién?

-PABLO: Con Román!

-PATRICIA: ¿Cómo? ¿Dónde amor?

-PABLO: No te quise decir nada que estaba ahí, lo esperé a la salida el jardín cuando fue a buscar a su hija, lo seguí hasta que la dejó y después cuando iba supongo que a su trabajo.

-PATRICIA: Ay amor, tengo miedo de que te haga algo!

-PABLO: Quedate tranquila que ese no me puede hacer nada! Es un tremendo cagón!

-PATRICIA: ¿Qué pasó?

-PABLO: Tuvimos una pequeña conversación, va! En realidad hablé yo, él no pudo del cagazo que tenía! Cuando lo agarré del cuello se puso blanco y pensé que se iba a mear del pánico que tenía, y le advertí que ni se le ocurra hablarte, contactarte, mandarte mensajes, acercarse a vos, ni siquiera mirarte! Si se le ocurre algo de eso, le dije que la próxima vez no hablo, directamente le despego la cabeza del cuerpo!

-PATRICIA: Ay amor! No quiero que tengas problemas con ese tipo! Todo por culpa mía!

Y abrazándola le dije:

-PABLO: Tranquila que no vamos a tener más problemas con ese tipo, ni vos ni yo!

Preparé unos mates y nos sentamos en el sillón a tomarlos con unas galletitas, hablamos de lo que había sido nuestro día y se me ocurrió preguntarle qué haría el fin de semana.

No veía la hora de volver a hacer el amor con él, desde hace días lo venia deseando, incluso en un par de ocasiones, al darme cuenta de sus erecciones, me tuve que contener para no buscarlo.

Nuestro último encuentro antes de nuestra distancia, había sido un desastre, en ese momento no podía, no me salía, pero en estos últimos días lo estaba deseando ardientemente.

Supongo que Pablo no querrá acelerar las cosas y por temor a que nos vuelva a pasar lo de aquella vez, estará dejando pasar el tiempo hasta que volvamos a relajarnos y conectar.

Esa noche salimos a tomarnos unas cervezas, decidí ponerme algo más provocativa, como para mostrarle que me iba soltando y que nuestra vida de a poco volvía a la normalidad.

Por supuesto la pasamos muy bien, como hacía mucho no lo hacíamos, hablamos mucho y me reí mucho, me sentía feliz.

Nos tomamos tres cervezas cada uno y cuando salimos cerca de la una de la mañana, yo estaba bastante mareadita.

Caminamos hasta el auto y cuando faltaban unos metros para llegar, se detuvo, me tomó de la cintura, me acercó a él y me besó, suave, lento, tímidamente su lengua buscó mi boca y la encontró, la entreabrí y nuestras lenguas se encontraron. Inmediatamente sentí la humedad en mi entrepierna, quería que siguiera, que no dejara de besarme y abrazarme.

Después de ese beso tan apasionado, subimos al auto. En el trayecto a casa, apoyé mi cabeza en su hombro y el pasó su brazo por sobre los míos para abrazarme.

Así llegamos hasta casa, entramos y subimos al ascensor, y dentro me volvió a besar.

Entramos en casa y nos seguimos besando en el estar.

En un momento dejó de besarme y mirándome a los ojos, su mirada me lo dijo todo, bajé mis parpados en señal de afirmación y separándose de mí, comenzó a desprenderme la camisa, mi respiración se agitó y el corazón se me aceleró. Me la sacó muy delicadamente y me volvió a besar. Después fue el turno de la pollera, la desprendió y cayó al piso. Me volvió a besar y esta vez fui yo la que desprendió su camisa y la sacó.

Nos volvimos a besar, me sentía totalmente mojada y mis pezones estaban duros.

Después fue el turno de su pantalón, desabroché el cinturón y todos los botones, metí mis manos dentro, se lo bajé, quedando hecho un boyo en sus tobillos, con sus pies sacó sus zapatillas y pisando del pantalón se lo quitó.

Su erección estaba en su máxima expresión, era imposible ocultarla dentro del bóxer.

Nos volvimos a besar y nuestros cuerpos se juntaron y sentí sus manos recorrer mi espalda con suaves caricias, para luego desprenderme el corpiño. Me separé levemente de él para que pudiera quitármelo y después de que lo hiciera mis tetas se encontraron con su pecho. Esa sola sensación, sirvió para que me derritiera en sus brazos.

Me tomó por la cintura y las piernas, y alzándome, me llevó a nuestro dormitorio.

Me recostó suavemente en la cama y recorrió mi cuerpo con su boca, desde los pies hasta mi boca. Me volvió a besar apasionadamente y volvió a bajar, esta vez para sacarme delicadamente la tanguita, dejando al desnudo mi empapada entrepierna.

Volvió a subir besando mis piernas, y en el momento que posó su lengua en mi conchita y la movió suavemente, tuve un orgasmo. Tomé su cabeza con mis manos para que no se fuera de ahí, siguió en la labor y momentos después tuve otro orgasmo, tuve que arquear mi cadera y tensar las piernas durante los temblores.

Pablo se paró junto a la cama para quitarse el bóxer, en ese momento, me enderecé, tome su pija con las dos manos, y mirándolo a los ojos, me la metí en la boca. Primero solo el glande haciendo círculos con mi lengua en él, después lo fui metiendo más y más, acariciando lo que no me entraba en la boca con una mano y con la otra sus testículos. La podía sentir latiendo dentro de mi boca, quería darle todo el placer del que fuera capaz.

Imaginé qué sin hacerlo por tanto tiempo, no duraría mucho, no importaba, en ese momento sentí que teníamos todo el tiempo por delante, y continuando con la mamada y las caricias, seguí hasta hacerlo acabar en mi boca, ya me ocuparía después de que se volviera a parar para poder sentirlo dentro mío.

Sus manos siguieron acariciando mi cabeza, podía sentir su amor en cada caricia, se agachó y me volvió a besar apasionadamente, su lengua invadió mi boca y no dejó lugar por recorrer.

No recostamos y para mí sorpresa, aún seguía empalmado.

-PATRICIA: Amor mío, quiero volver a sentirte dentro de mí! Necesito volver a sentirte! Hace tiempo deseo este momento!

-PABLO: Tanto como yo, mi cielo! Tanto como yo!

Y sin decir más nada, lo sentí entrar, lento, suave, pero estaba ya todo su sexo en el mío!

Cuándo entró por completo, me besó y empezó a bombearme, despacio, salía y volvía a entrar profundamente, varias veces así y un momento después comenzó a acelerar el ritmo, me estaba volviendo loca, loca de placer, loca de amor por mi hombre.

Acaricié su espalda y mis manos bajaron hasta su culo para acompañar las embestidas, que iban aumentando en velocidad e intensidad, sentía llegar mi orgasmo, tensé un poco mis piernas y en el momento que sentí que él acababa, explote en un orgasmo maravilloso, lo abracé y lo apreté fuerte contra mi cuerpo.

-PABLO: No me sueltes nunca!

-PATRICIA: No mi cielo, nunca más!

Así abrazados cómo estábamos, nos quedamos dormidos.

No sé cuánto tiempo pasó, pero me desperté con la hermosa sensación de su boca chupando mis tetas, al abrir los ojos, vi la luz del día. Ni quise preguntarle qué hora era, no me importaba y no quería dejar de sentir su lengua en mis pezones.

Mi mano derecha fue a mi entrepierna que ya se había vuelto a mojar, la acaricié toda y luego mi dedo mayor fue a mi clítoris para darme placer. Pablo se quedó mirándome, podía ver su erección y mi otra mano, la fue a buscar. Se la empecé a pajear y él volvió a chupar mis pezones.

Momentos después, su cuerpo ya estaba sobre el mío, buscando su glande mi entrada, cuando la encontró, empezó una penetración suave cuando la tuve toda adentro, extendiendo sus brazos al costado de mi cuerpo para elevar el suyo, me miró a los ojos, y me dijo:

-PABLO: ¿Sabías vos todo lo que yo te amo?

-PATRICIA: Claro que sí! Tanto como te amo yo! Que boluda fui! Perdón amor mío por todo lo que te hice!.

-PABLO: Shhhh!

Me besó  y empezó un vaivén delicioso, minutos después, nuestros orgasmos se pusieron de acuerdo, y nuestros gemidos se dejaron oír.

Qué plena y feliz me sentí! Quería que el tiempo no pasara, quería quedarme así!

Nos relajamos un poco y le pregunté:

-PATRICIA: ¿Qué hora es amor?

-PABLO: Deben ser como las dos de la tarde!

-PATRICIA: Con razón tengo tanto hambre!

Se levantó y salió de la habitación, momentos después, volvió con una bandeja con sándwiches de miga tostados, fruta, jugo de naranja y café.

-PATRICIA: ¿A qué hora te despertaste?

-PABLO: Como a las doce y media!

-PATRICIA: ¿Cómo está el día?

-PABLO: Cuando me levanté estaba lloviendo, y creo que sigue lloviendo aún!

-PATRICIA: Qué lástima, ¿no?

-PABLO: Realmente, hoy no es un día para andar por la calle!

Después de ese desayuno o almuerzo o lo que fuera, nos quedamos acostados, abrazados y escuchando la lluvia.

Un rato después, nos levantamos y nos bañamos juntos. Pablo me secó el pelo y nos fuimos desnudos al sillón.

-PABLO: ¿Te dije alguna vez que sos la mujer más hermosa del mundo?

-PATRICIA: No, nunca!

-PABLO: Entonces te lo digo, sos la mujer más hermosa del mundo!

Y nos volvimos a besar, ese beso me llegó hasta la entrepierna, qué se volvió a mojar.

Me levanté y estire mi mano para que él la tomara.

-PATRICIA: Con esta lluvia no se puede salir!

Y mientras lo llevaba para la salita me iba diciendo:

-PABLO: Tenés razón! No se puede salir, pero se puede entrar!

Entramos a la salita, prendió una luz violeta y puso música suave.

-PATRICIA: Tenés razón! Entrá mi cielo! Entrá por donde quieras!

Nos acostamos en la cama de la salita y nuestros cuerpos se entrelazaron, sus manos me recorrían, su boca me besaba, su lengua me lamía, me recorrió por completo.

Me acosté boca abajo y su lengua fue desde mi nuca hasta mi culo, lo besó, lo lamió, y elevando mis caderas, se lo ofrecí. Sentí su lengua en mi esfínter y ya la quería adentro.

Jugó con su lengua, con sus dedos y ya estaba deseando que lo haga también con su pija. Pude sentir un dedo jugar en mi recto, su otra mano frotaba mi clítoris, todo aquello me tenía en el aire, luego fueron dos dedos, y luego tres, ya quería sentirlo también en mi culito y se lo dije.

-PATRICIA: Es solo tuyo mi amor! Necesito sentirte ahí también!

Se levantó un momento a buscar el lubricante, mi embadurnó a mí y desparramó lubricante en su pija, sentí su glande en mi esfínter y me relajé. Lo sentí entrar despacio, de a poco, podía sentir como se abría pasó en mi interior, cómo lo sentía! Me quería entregar completamente a él, que supiera y que sintiera que era completamente suya.

Sentí su cuerpo chocar contra mis nalgas y supe que ya estaba todo en mi interior, el vaivén fue suave, acompañado de sus caricias en mi conchita, acelero las embestidas y supe que estaba por acabar. Lo sentí explotar en mi interior y momentos después tuve también mi orgasmo.

Se salió de mi interior muy delicadamente, se recostó a mi lado y mi besó.

Nos volvimos a quedar dormidos, cuándo nos despertamos, ya no entraba luz por la ventana.

Nos volvimos a duchar juntos y nos pusimos a pensar en algo para la cena.

Con lo que había en la heladera, entre los dos preparamos unos sándwiches y una ensalada. Nos sentamos en el sillón a cenar y nos tomamos un par de cervezas.

Miramos una película y después nos fuimos a la cama.

-PABLO: ¿Sabés cuánto extrañaba tu cuerpo?

-PATRICIA: Y yo sentirte así! Nadie en este mundo me ha hecho sentir lo que siento con vos!

-PABLO: ¿Puedo preguntar algo?

-PATRICIA: Por supuesto, lo que quieras! Nunca más te voy a ocultar nada!

-PABLO: Yo no me imagino con otro hombre, pero si me preguntaran tampoco te imaginaría con otra mujer

-PATRICIA: Te voy a ser plenamente sincera, desde que conocí a Clara nos llevamos bien y después de un tiempo, ella siempre me decía que tendría algo conmigo, yo siempre le esquivé a sus proposiciones,  aunque tenían cierto punto que me hacía ir más allá, pero también las cosas que habíamos hecho me hacían sentir mal, porque las hacía a espaldas tuya.

Después de lo que pasó, estuvimos un tiempo sin vernos ni hablar, cuando me llamó diciéndome que estaba acá, yo en ese momento me sentía bastante desorientada, sin saber que vendría de ahí en adelante y enojada, estaba bastante enojada.

Cuando nos encontramos, hablamos  mucho, de muchos temas y le conté como estaban las cosas.

Después fuimos para casa y tuve que poner freno a sus avances ya no quería volver a todo aquello.

-PABLO: Yo te quiero contar que con Mariana, surgió en uno de los últimos días antes de volverme de Buenos Aires a vivir acá, la relación que teníamos era como de amigos, hablábamos mucho, cenamos muchas veces juntos, salíamos a pasear, tomábamos mate por las tardes, ella siempre supo de vos y de lo que yo sentía y estaba pasando.

Ese día la había visto triste, bajoneada, cuando le pregunté me dijo que era porque yo me volvía, que en el tiempo en que viví allá, no se había sentido tan sola.

Cenamos, nos tomamos unas copas y juntamos nuestras soledades en su cama. No te voy a mentir, como relación sexual estuvo bien, pero la satisfacción fue solo para el cuerpo. Después de hacerlo, solo me sentí aliviado sexualmente, pero en el fondo me seguía sintiendo solo.

Y con Florencia, pasó la noche que me invitó a cenar a su casa para agradecerme por lo que había hecho por ella y por su hijo unos días atrás.

Después de cenar y tomarnos varias cervezas, nos tomamos un par de whiskys, y se dio, ese día estaba particularmente triste y creo que mi cuerpo lo decidió por mí.

Tampoco te voy a mentir y decir que no fue placentero, porque lo fue, pero al igual que con Mariana, era solo algo corporal, fueron momentos en que dejé de pensar en cómo iba mi ida y me entregué a disfrutarlo.

-PATRICIA: Estoy segura que las dos la deben haber pasado muy bien con vos, conociéndote y sabiendo como sos en la cama, siempre has puesto por delante mi placer, siempre te has preocupado por hacerme disfrutar y supongo que con ellas no has sido diferente.

-PABLO: Es que tu placer es el mío, si no puedo hacerte disfrutar, gozar, sentir, siento que no estoy haciéndolo bien, para mi es más importante tu placer que el mío,  y es verdad también me preocupé por darles placer. No me importa el título, ni alimentar mi ego, ni nada de eso, es solo que me gusta entregarme.

-PATRICIA: Ya lo sé, y es lo que me enloquece de vos! Todo lo contrario me pasó con el boludo de Román, me di cuenta que lo de llevarme los mediodías era para hacerme el entre y conseguir llevarme a la cama, pero me di cuenta la clase de hombre que es, un creído que se piensa que es un galán y no tiene ni idea de lo que es tratar a una mujer, solo le importó su ego, por eso es que no pude soportar que me tocara.

-PABLO: Un pobre boludo!

Charlamos un rato más, hasta quedarnos dormidos.

El domingo por la mañana, me despertó con el desayuno, en tan solo un par de días me había vuelto a acostumbrar a ese mimo en las mañanas.

Había parado de llover pero aún seguía nublado, me dijo de ir a almorzar a algún lugar y le dije que sí.

Salimos sin un destino decidido y terminamos almorzando en un restaurante de Sierra de los Padres.

A eso de las cuatro de la tarde, volvimos para Mar del Plata y fuimos a tomar un café a un bar de calle Güemes. No quería que el fin de semana se terminara, quería seguir pegada a él, al día siguiente, ambos debíamos volver a trabajar.

Volvimos para casa después de tomarnos unas cervezas y picar algo en una cervecería de calle Olavarría.

-PATRICIA: ¿Te quedás conmigo esta noche también?

-PABLO: Esta noche sí!

Su respuesta me dejó pensando pero no dije nada, que me dijera “esta noche sí” quería decir que habría noches que no, y eso me entristeció en parte, ya había creído que lo nuestro se había encausado a vivir definitivamente juntos, me sentía como estando de novios y compartir algunas noches y otras no. Decidí no decir nada y esperar a que se decidiera, ¿Tendría dudas de volver conmigo?...


Pablo

En ese fin de semana, sentí que existía la posibilidad de recuperar mi vida con Patricia, volver a hacer el amor con ella fue sublime, no hizo más que confirmarme que era ella, que con ella era con quien quería compartir mi vida. Me sentí pleno como hacía tanto tiempo no me sentía.

El domingo por la noche me preguntó si me quedaría con ella y le dije que ese día sí, dándole a entender que otros no.

La volví a despertar con el desayuno preparado, que felicidad me daba eso!

Nos cambiamos y salimos, la dejé en el jardín y le dije que a la tarde iba para la hora del mate.

De allí me fui a la dirección del terreno que me había regalado don Mario, para ver la zona.

Es una zona de casas bajas, de terrenos amplios con todos los servicios, en la cuadra era el único terreno sin edificación, el resto eran todas hermosas casas de una o dos plantas en una zona con añosos árboles, realmente un barrio muy lindo.

Me fui para la empresa con una sonrisa, pensando los días por venir.

Se acercaban las vacaciones de invierno escolares, el viernes próximo era el último día de clases y empecé a buscar un destino para hacer un viaje con Patricia, la quería sorprender con unas vacaciones,  y ese mismo viernes, invitarla a cenar y proponerle matrimonio.

Ya le había sacado sin que se diera cuenta, un anillo para saber la medida.

Pasé por una joyería y elegí un bonito anillo, sencillo pero bonito de oro blanco con una pequeña piedra turquesa.

Lo dejé encargado y le hice poner a fecha “20 – 07 – 2018” fecha en que le pediría matrimonio.

Cuando llegué a la empresa, les avisé a mi secretaria y a los jefes de área que me tomaría las vacaciones de invierno.

Fui adelantando y postergando tareas que tenía para esos días y después me puse a pensar donde podríamos ir.

Se me ocurrió punta del este, pero no podríamos disfrutar de las playas. A Brasil pero tendría que ser al norte para tener un clima de playa o tal vez al verano europeo.

Y no me decidía si viajar a Europa, visitar Madrid, Barcelona, Paris, Milán, Venecia, Florencia, Roma o elegir un solo destino y quedarnos allí. Ese destino podría ser Grecia o quizás Paris o quizás una ciudad italiana.

Ya iría a alguna agencia de viajes y averiguaría un poco más.

Finalmente me decidí por Fortaleza en el norte de Brasil, para Europa estaba complicado conseguir pasajes faltando tan pocos días.

Compré los pasajes en primera clase de Buenos Aires a San Pablo y de allí a Fortaleza.

Estaríamos en un hotel cinco estrellas de una cadena internacional y también alquilaría un auto para movernos. Quería que sea un viaje inolvidable para los dos.

Durante los días que quedaban hasta el viernes veinte, me quedaría en el departamento, para empezar a embalar todas mis cosas y sorprenderla el veinte llegando con todas las cajas.

Los días pasaron en nuestra rutina diaria, solo una noche me quedé a dormir con ella, su carita de tristeza me mataba, pero la sorpresa al final, sería más grande.

El miércoles dieciocho fue el último día que dormí en el departamento, pasé por la inmobiliaria y a pesar de tener todo el mes abonado, les avisé que el veinte lo dejaba.

Ese viernes la dejé en el jardín y le dije que llegaría a eso de las seis, que tenía que hacer un par de cosas antes de volver.

Después de ultimar todos los detalles en la empresa por mi ausencia en las próximas dos semanas, me fui para la joyería a retirar el anillo, después de eso me fui para el departamento.

La camioneta que llevaría todas mis cosas, llegaría a las cinco.

Llegó puntual y empezamos a cargar las cajas y las bolsas con mis cosas.

Decidí no decirle nada a Patricia y tocarle timbre cuando ya todas mis cosas estuvieran en la puerta de nuestra casa.

Así fue, bajamos todo y lo subimos a nuestro piso, le pagué sus servicios y despedí al hombre en la puerta del edificio, toqué timbre y subí a nuestro piso por el ascensor, ya en la puerta de casa, golpeé la puerta y me abrió.

Al ver las cajas y las bolsas, se le iluminó el rostro y salió a abrazarme llorando pero con una sonrisa.

-PABLO: ¿Creés que habrá lugar para estas cosas?

-PATRICIA: Claro que sí! Todo lo tuyo tiene un lugar en esta casa! En tu casa!

Entramos todo y lo llevamos a la salita, ya luego acomodaríamos todo.

-PABLO: Cocinaste algo amor mío?

-PATRICIA: Todavía no! Estaba esperando que llegaras para preguntarte que querías comer!

-PABLO: Mejor, porque nos vamos a comer a un lugar lindo que me recomendaron!

Le dije que después acomodaríamos todo, la veía feliz, le dije que me iba a dar un baño y ella dijo que venía conmigo.

Le hubiera hecho el amor en ese momento, pero ya lo haríamos al regreso, quería seguir el libreto que tenía preparado.

-PABLO: Pongámonos bonitos qué vamos a ir a un lugar coqueto!

Patricia se puso un pantalón de vestir color gris bien ajustado qué le hacía una cola hermosa, camisa blanca con ropa interior blanca, arriba una chaqueta de cuero negro y zapatos negros de taco, y yo un pantalón de vestir, zapatos, una camisa lila con saco. Aprovecharía los bolsillos del saco para guardar el anillo y el sobre donde había impreso los pasajes y la reserva del hotel.

Llegamos al restaurante, que ya estaba lleno pero en la mañana había hecho una reserva.

Pedimos la comida y la bebida y charlamos animadamente durante la cena, a Patricia el lugar le encantó y la comida también.

Pedimos el postre, y luego de que lo comiéramos el mozo retiró los platos y en ese momento con mi gesto más serio y sin expresar lo que estaba sintiendo, le dije:

-PABLO: Amor, necesito preguntarte algo, pero necesito, por favor, que seas sincera en tu respuesta, que me contestes con la verdad!

Su cara también se puso seria, no entendiendo el porqué de mi seriedad. En ese momento y sin que pudiera verlo, del bolsillo del saco, saqué la pequeña cajita del anillo.

-PATRICIA: Sí mi amor, siempre voy a ser sincera a todo lo que me preguntes!

-PABLO: Quizás no sea una pregunta sencilla!

-PATRICIA: Pregúntame mi vida! Lo que sea te lo voy a responder con la verdad!

Y sin darle tiempo a que reaccionara, mientras abría la cajita frente a sus ojos le pregunté:

-PABLO: ¿Te casarías conmigo?

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero con una inmensa sonrisa, su mirada me lo decía todo.

-PATRICIA: Claro que sí mi amor! Una y mil veces! Claro que sí!

Y los dos nos paramos para abrazarnos y besarnos, no nos importó que todo el mundo nos mirara.

Nos volvimos a sentar y le pedí un champagne al mozo.

Cuando lo trajo y sirvió Las dos copas, brindamos y le dije:

-PABLO: Tengo otra pregunta para hacerte!

Y sacando el sobre del bolsillo y entregándoselo le dije:

-PABLO: ¿Crees que puedas acompañarme?

Y mirando lo que había dentro del sobre, volvió a llorar.

-PATRICIA: Claro que sí! Con vos voy hasta el fin del mundo!

Y volvimos a brindar.

Mientras nos tomábamos el champagne, hablamos del viaje, de lo que tendríamos qué preparar para llevarnos y todo lo que haríamos en esos días.

Pedí la cuenta y salimos de aquel lugar abrazados.

Pero aún faltaba algo más.

Subimos al auto y fuimos en dirección del barrio Parque Luro, quería mostrarle el terreno que me había regalado don Mario.

-PATRICIA: ¿Para dónde vamos amor?

-PABLO: Estuve en una zona muy linda y quería ver qué tal era el barrio de noche.

-PATRICIA: ¿Estás pensando en mudarnos?

-PABLO: Podría ser! ¿Vos qué decís?

-PATRICIA: Lo que vos digas mi cielo!

Llegamos a la cuadra del terreno que estaba toda iluminada.

-PATRICIA: Es re linda esta zona! No debe ser barato por acá!

Paré frente al terreno y los dos lo miramos.

-PABLO: ¿Te gustaría un terreno así por esta zona?

-PATRICIA: Me encantaría!

Bajé del auto, di la vuelta, abrí su puerta y le tomé de la mano para que bajara.

La abracé y nos apoyamos en el auto mirando el terreno.

-PABLO: Es un lindo terreno, ¿no?

-PATRICIA: Hermoso! Y hermoso el barrio!

-PABLO: Bueno, me encantó que te guste, porque ese terreno es nuestro y en él construiremos nuestra casa!

Me miró sin entender bien lo que había dicho.

-PATRICIA: ¿Cómo nuestro?

-PABLO: Sí corazón! Nuestro! Y aquí seremos felices en nuestra casa! Hace unas semanas, don Mario me lo regaló!

Me abrazo fuerte y volvió a llorar.

-PATRICIA: Es demasiado por un día! Me vas a matar del corazón!

-PABLO: Esto no es nada! Lo mejor está por venir!

Nos abrazamos, nos besamos y volvimos para casa.

Al entrar en casa nos volvimos a besar y nos fuimos directo para el dormitorio, no fue una sesión muy larga, pero sí con mucha pasión...

Continuará…