Los intrincados caminos de un amor (27)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo 27

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 27

Patricia

El mes de junio, fue una mezcla de sentimientos, los primeros días no podía dejar de recordar, lo feliz que me encontraba un año atrás, pero a medida que pasaban los días y se acercaba el veintidós, la tristeza me iba inundando.

En la semana de ese día tan triste para mí, me encontré con María Marta, y le conté cómo me sentía, le dije que no quería estar ese viernes en Mar del Plata, y menos que menos, sola. Le conté que quería irme a algún lado y ella siempre tan divina, me ofreció su casita en Córdoba y se ofreció a acompañarme.

Esa tarde cuando nos despedimos, le dije que lo pensaría y le contestaría al día siguiente.

Acostada en casa sin poder dejar de llorar, decidí aceptar la oferta de María Marta, tomarme un par de días en el jardín, e irme desde el jueves hasta el domingo.

Me volví a encontrar con María Marta para que me de las llaves de la casa y las indicaciones para llegar.

El jueves bien temprano, me tomé el colectivo para Córdoba, y desde allí, otro colectivo hasta el pueblo.

Llegué a la casita de Villa Icho Cruz, cerca de las ocho de la noche, había comido algo en la terminal de ómnibus de Córdoba mientras esperaba el colectivo hacia el pueblo.

Fue llegar a la casa y acostarme a dormir.

Al siguiente día, se cumplía un año de uno de los momentos más tristes y dolorosos de mi vida.

Me desperté como a las diez de la mañana. No tenía nada para desayunar y salí a caminar por el pueblo para buscar algún mercado.

Me crucé con un señor mayor qué me indicó dónde podría encontrar uno.

Compré algunas cosas y también algo para el almuerzo y volví para la casa.

Me tomé un café con unas galletitas y salí a caminar, no podía parar de llorar.

Qué falta me hacía un abrazo de Pablo, que daría por tenerlo a mi lado en este momento, tan doloroso para mí y también para él.

Caminé unas cuadras por una calle de tierra que iba hasta el río, ya me había dicho María Marta, por dónde ir y que era un lugar hermoso.

Al llegar al río, caminé un poco bordeándolo, una cuadra o más quizás, y sobre una piedra a la orilla del río, me senté a llorar sola.

No sé cuánto tiempo estuve ahí, no podía dejar de pensar, en todo lo que había sido mi vida en los últimos tiempos, mis alegrías, mis tristezas, mis dolores, mis errores y por sobre todo mi soledad.

Lloré por mi hijo perdido, lloré por mí y lloré por haber perdido a Pablo.

En un momento, absorta como estaba en mis pensamientos, con la mirada en ningún lugar, escuché un ruido a unos metros, y al mirar hacia el lugar de dónde vino el ruido, lo vi!

Creí que mi subconsciente, me estaba jugando una mala pasada, y me explotaron las lágrimas, lo miré fijamente caminar hacia mí, me quedé quieta, como congelada, no podía moverme, cuando se acercó tan solo a dos o tres pasos, me pude parar, se subió a la enorme piedra en la que yo estaba, y parado frente a mí me dijo:

-PABLO: Hoy necesitaba abrazarte y que lloremos juntos.

Y sin decirnos nada más, nos fundimos en el abrazo más deseado, el que más necesitaba, el que más esperaba.

Sentirme entre sus brazos, fue lo mejor qué me podía pasar en este día.

Lloramos los dos, abrazados y en silencio, no hacían falta las palabras.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, con mi cabeza apoyada en su pecho y sus brazos rodeándome, en un momento, enderece mi cabeza y lo miré a los ojos, tiernamente, con sus dedos, aparto los cabellos que cubrían mi cara, y con sus pulgares, secó suavemente mis lágrimas, nos miramos a los ojos, nuestras bocas se juntaron en un suave y corto beso y nos volvimos a abrazar.

-PABLO: Necesitaba esto! No puedo explicarte cuánto!

Y por primera vez desde que lo tenía frente a mí, pude decir algo.

-PATRICIA: Es el abrazo qué más necesité en mi vida!

Me ayudó a bajar de la piedra y volvimos caminando abrazados hasta la casa, en silencio, llorando los dos.

Entramos a la casa y nos sentamos en el sillón, seguimos abrazados un buen rato, sin decirnos nada, mis lágrimas pararon de brotar por un momento y le pregunte:

-PATRICIA: ¿Cómo sabías que estaba acá?

-PABLO: María Marta, siempre María Marta!

-PATRICIA: ¿Te llamó?

-PABLO: En realidad, yo la llamé ayer y le pedí de encontrarnos, y como si supiera lo que le quería decir, después de un rato de charla, sacó un planito con las indicaciones para llegar hasta acá y un juego de llaves de la casa, por las dudas, me dijo.

-PATRICIA: ¿Por qué querías verme?

-PABLO: Porque hoy necesitaba tu abrazo y poder llorar con vos, no sé qué pasará mañana, pero hoy lo necesitaba!

-PATRICIA: Yo también, era lo que más necesitaba! Gracias por venirte hasta acá!

-PABLO: Por este abrazo, hubiera ido hasta el fin del mundo!

-PATRICIA: ¿Hasta cuándo te quedás?

-PABLO: No lo sé, pensé en volverme mañana por la mañana.

-PATRICIA: ¿No te querés quedar hasta el domingo y volvemos juntos?

-PABLO: Por mí encantado, pero no sabía sí vos preferías quedarte sola.

-PATRICIA: Me encantaría que te quedes y qué podamos hablar.

-PABLO: Por supuesto, creo que es lo que nos debemos desde hace tiempo.

-PATRICIA: Pero dejemos eso para mañana, hoy necesito este abrazo, y pasar este día de dolor a tu lado. Sé que también es doloroso para vos, y no encuentro mejor manera de recordar lo que nos pasó.

-PABLO: ¿Sabes una cosa?

-PATRICIA: ¿Qué cosa?

-PABLO: Debajo del tatuaje del angelito, me tatué la fecha, para que nuestro angelito sepa, qué siempre estará conmigo.

-PATRICIA: Tenés razón, cuando vuelva me voy a tatuar también las dos fechas.

Pasado el mediodía, Pablo preparó una ensalada con lo que había comprado, después salimos a caminar y volvimos al río, nos sentamos en la misma piedra y estuvimos ahí toda la tarde, hablando imaginando lo que hubiera sido nuestra vida si nuestro angelito estuviera con nosotros.

Cuando empezaba a caer el sol, decidimos volver a la casa, Pablo salió a hacer unas compras, mientras yo me daba un baño.

Mientras yo preparaba la cena, él se fue a bañar, y cuándo salió terminamos de preparar la comida entre los dos.

Cenamos charlando cosas del trabajo, y ahí me enteré qué se había hecho cargo de la empresa por eso había tenido que viajar, varias veces a Buenos Aires.

Llegó la hora de dormir, y Pablo me dijo:

-PABLO: Vos dormí en la cama y yo duermo acá en el sillón.

-PATRICIA: Por favor, dormí conmigo esta noche!

-PABLO: ¿Segura?

-PATRICIA: Por supuesto, necesito dormirme abrazada a vos!

Nos fuimos a acostar, dormí con la remera que tenía puesta y Pablo con bóxer y una remera.

No estaba yo como para que pasara algo más entre nosotros, no era el día, y Pablo lo entendió sin que le dijera nada.

Nos acostamos y me abrazó,  no pudimos evitar las lágrimas, fue una situación muy movilizante para mí, sentir su abrazo en este día, y por supuesto, volverlo a sentir pegado a mí, después de tanto tiempo.

A la mañana siguiente, al abrir los ojos, me encontré con Pablo mirándome, sentado en la cama y con una bandeja con el desayuno.

-PABLO: Cuanto extrañaba esto!

-PATRICIA: ¿Traerme el desayuno o amanecer juntos?

-PABLO: Las dos cosas!

Desayunamos los dos sentados en la cama, el día estaba lindo y decidimos salir a caminar.

Los dos estuvimos de acuerdo en volver al río.

Preparamos el mate, unos sándwiches, algunas frutas y nos fuimos caminando.

Llegamos a la piedra del día anterior y nos sentamos a conversar.

Sabía que hablar sobre nosotros no sería para mí nada fácil, tenerlo allí adelante, me hizo pensar irremediablemente en lo hecho aquella vez con Carlos y con Clara y la noche en casa de Román. A pesar de seguir amándolo, había estado por distintas razones con otras personas.

Con Clara y con Carlos por esas tentaciones que no supe frenar,y con Román, creo que porque me sentía sola y cedí en un momento de debilidad, sin mediar las consecuencias, quizás intentando olvidarme de Pablo. Con todo ese bagaje de desaciertos, así tenía que enfrentarlo para tratar de seguir adelante, sin ninguna certeza sobre sus sentimientos.

Nos sentamos en la misma piedra y nos pusimos a conversar.

-PATRICIA: Amor, te lo digo así, porque así lo siento, porque nunca dejé de amarte, a pesar de mis errores, lo sigo sintiendo así.

-PABLO: Yo siento lo mismo, te podría asegurar, que nunca dejé, ni nunca dejaré de amarte, mi vida en estos últimos tiempos, es un gran vacío.

-PATRICIA: Aunque no lo hayas podido ver ni sentir, nunca deje de extrañarte, de pensarte, pero tengo que decirte algunas cosas que quiero que sepas, no sé qué pueda pasar después de esta conversación, pero te voy a contar lo que vengo pensando en este tiempo que no hemos estado juntos.

-PABLO: Por favor, digámonos todo cuanto tengamos para decirnos, creo que es la única forma de seguir adelante.

-PATRICIA: Quizás haya cosas que te cueste entender, porque hasta a mí me cuesta entenderlas, pero voy a empezar por el principio.

Maldigo cada día el haber aceptado ser secretaria en el sindicato, ahí es donde comenzó todo, las mentiras, los ocultamientos, las fiestas, la ropa, tantas cosas que nunca había vivido y que no supe manejar, me dejé llevar por todo aquello, por Clara y sus juegos y viéndolo a la distancia, también por Carlos, por esas atenciones que no rechacé y terminé entrando en su juego.

No me va a alcanzar la vida para pedirte perdón por todo aquello, por dejarte solo, fui tan egoísta, siento que en ese momento no pensé en vos, perdón Pablo, no sé si algún día podrás perdonarme!

También tengo que decirte algo que te lo tendría que haber dicho hace mucho tiempo, pero cuando te conté que estaba embarazada, al verte tan feliz no tuve el valor y es una espina que llevo clavada.

-PABLO: Creo saberlo!

-PATRICIA: Cuando supe que estaba embarazada, me llené de angustia, en ese momento tuve la duda sobre quién de los dos era el padre de ese hijo que estaba esperando, había tenido relaciones con los dos.

-PABLO: Supuse que era eso!

-PATRICIA: Tuve que hablar con Carlos en ese momento, no sabía qué hacer, iba decidida a hacer una prueba de paternidad, pero cuando le conté que estaba embarazada, me dijo que el hijo era tuyo, que él, años atrás había decidido no tener hijos y se había hecho la vasectomía. Pero de todas formas te lo tendría que haber contado en ese momento.

-PABLO: Cuando me contaste del embarazo, ¿Creés que no tuve esa duda? Claro que la tuve, pero inmediatamente pensé que a pesar de todo lo que había pasado, no te creí capaz de decirme que iba a ser padre de tu hijo, si no estabas segura de que era mío.

-PATRICIA: Me arrepiento de tantas cosas…! Tantas cosas hice mal…, tantas veces no pensé en vos…., cuantas veces solo lo hice en mí…

Y cuando volvimos a estar juntos después de la internación, aunque estaba mejor, tenía muchas cosas en mi cabeza y no podía resolverlas, la que más me afectó, fue no poder volver a conectarme con vos y sobre todo no poder volver a hacer el amor. Me hizo pensar, me hizo preocuparme y creer que ya no podría, es por eso que necesité aclarar lo que me estaba pasando y la forma que encontré fue distanciándome de vos. Quiero que sepas que plantearte esa distancia, no tuvo otra razón que tratar de encontrar eso que siempre me unió a vos y que en ese momento no encontraba.

Ese hombre que escuchaste aquel día, fue en gran parte, quien me hizo ver muchas de las cosas que me estaban pasando desde otro lado, haciendo que pueda sacarme la culpa que sentía por muchas de las cosas que me estaba sintiendo. Quizás no haga falta que te lo diga, pero con él no paso nada más allá qué conversaciones sobre mí y sobre cómo me sentía.

Cuando volví a Mar del Plata, creí que podríamos volver a estar juntos, sentí que había podido resolver muchas de las cosas que me atormentaban, pero me encontré que estabas en Buenos Aires,leyendo tu carta, que llevo siempre conmigo, ese mismo día decidí ir a buscarte. No sabía dónde estabas viviendo, pero vi en la página web de la empresa, la dirección de la oficina, y te esperé en la puerta, pero cuando saliste ese día, el mundo se me vino abajo, una mujer te esperaba y al verlos abrazarse, e irse abrazados, pensé que ya todo estaba perdido para mí y pensé que sería lo mejor para vos, estar con una mujer que te diera lo que yo no supe darte.

Sin saber si entre vos y esa mujer pasaba algo, volví al día siguiente, y me animé a subir a verte, pero ese día ya te habías ido, y sin poder verte ni saber qué pasaba, decidí no insistir y volver para Mar del Plata.

Después de eso, me enojé, me enojé conmigo, me enojé con la vida, me enojé con mi suerte, me enojé por dejarte solo, y me enojé con vos, sentí en ese momento, que no me habías esperado, como que tu vida seguía adelante sin mí. Y me sentí muy mal, y tuve que tratar de imaginarme una vida distinta, una vida sola.

-PABLO: Respecto de esa mujer con la que me viste, la conocí una noche en un bar por casualidad en mis primeros días en Buenos Aires. Esa noche, a ella la había plantado una amiga y yo tomaba solo una cerveza.

En un primer momento, creí que se había acercado a mí, buscando un hombre para pasar la noche, pero nunca dijo ni insinuó nada, solo charlamos, después de un rato de hablar, me di cuenta que estaba tan sola como yo.

Hablamos largo rato, y luego la llevé a la casa. Después nos vimos otra vez y fue entonces, cuando a través de la inmobiliaria en la que trabaja, alquilé el departamento donde viví en Buenos Aires.

Solo y en Buenos Aires, con la única persona que pude hablar fue con ella, me contó de su vida y yo le conté de la mía, a pesar de que hace poco tiempo que la conozco, la podría considerar una amiga, pude entenderla y ella a mí.

No era mi intención, ni estaba en mis planes, pero los últimos días que estuve en Buenos Aires, dormí con ella, la situación solo se dio y terminamos en su cama. Después de esa vez, necesité que entienda, que no tenía nada para ofrecerle, más que hacernos compañía esa noche.

Cuando volví a Mar del Plata, necesitaba aunque sea verte y estuve un par de días frente al jardín, a la hora de la salida. En esas tres veces, vi que te ibas con un hombre y una niña que supuse su hija. En ese momento sentí que nuestras vidas estaban tomando caminos diferentes.

-PATRICIA: A ese hombre lo conozco desde hace mucho tiempo, incluso antes de conocerte, es del grupo de amigos de Valeria, y en su cumpleaños nos volvimos a encontrar, hablando me contó que su pequeña hija, comenzaba el jardín ese año y justamente en mi jardín,  por ende yo sería la maestra de su hija. Él la retira todos los mediodías y la lleva a casa de su ex suegra, y de camino me dejaba en casa.

Viéndonos todos los días y hablando de nuestras cosas, entramos en confianza y en una de las cenas con Valeria y los amigos, que fue en su casa, algo bebida y después de unas pitadas a un porro, intentó llevarme a la cama. No me voy a justificar, yo misma llegué a esa situación, quizás intentando olvidarte, pero resultó que ni siquiera dejé que me toque. Ya no quise estar más en su casa y tuve que volver en un taxi. A partir de ese día, solo soy la maestra de su hija, ni siquiera quise volver a verlo a la hora de la salida.

-PABLO: En la oficina de Buenos Aires, en este momento, trabajan tres chicas, Emilia que hace las veces de administrativa, Antonella, que es contadora y la última en ingresar, y Florencia que es abogada y tiene un niño de tres años.

Una mañana mientras estábamos trabajando llamaron del jardín de su hijo, diciéndole que el pequeño no se encontraba bien, la vi nerviosa y alterada y decidí llevarla al jardín a buscar a su pequeño, de allí la llevé a un médico y luego a su casa.

Días después, en agradecimiento, me invitó a cenar y después de varias cervezas y algunos whiskys, terminé también en su cama. No puedo decirte qué con esas mujeres no lo pasé bien, pero después de hacerlo, me sentía tan vacío como antes, fueron solo ratos de sensaciones, pero sin sentimientos. Fueron solo sensaciones para el cuerpo, pero nada para el alma.

Después por esas casualidades que tiene la vida, una noche que salí tarde de la empresa, buscaba un lugar para cenar, pase por un restaurante y te pude ver cenando con un hombre, no sé porqué, pero volví y lo reconocí por haber visto fotos suyas, me di cuenta que era Mariano, y pude ver cómo te tomaba de la mano. Como un tarado me quedé sentado en el auto hasta que salieron, y los seguíhasta tu casa dónde los vi entrar. No te voy a mentir, me fui a casa llorando y sentí que lo nuestro ya no tenía solución.

-PATRICIA: Con Mariano nos encontramos por casualidad un día en la calle, no lo había vuelto a ver desde que nos habíamos separado, y necesitaba hablar con él sobre lo que había pasado, sentía que le debía una explicación.

Nos encontramos en un café y necesité pedirle perdón, por no haber podido en ese momento, hacer nada por nuestra relación. Ese día que nos viste, me había invitado a cenar, me contó que tiene un hijo, qué está separado y que nunca dejó de quererme, yo le dije que no podía corresponder ese sentimiento, le conté de vos y de cómo estaba nuestra situación. Días antes ordenando el placard, había encontrado unas fotos suyas de cuando era niño y adolescente, esa noche me había olvidado de llevarlas, y cuando me llevó a casa le dije que subiera para dárselas, tomamos un café y charlamos otro rato y luego se fue a su casa. Desde ese día no he vuelto a verlo, aunque me preguntó si de vez en cuando, me puede mandar algún mensaje para saber cómo ando, por supuesto le dije que sí, es un buen hombre, y aunque hace tiempo estuve enamorada de él, sé que no tiene otras intenciones.

Llevábamos horas hablando, a pesar de sincerarme con él por todo lo que había estado haciendo y viviendo, me sentía tranquila, relajada, podía sentirme entendida por Pablo, y aunque no me hiciera gracia que se haya acostado con esas mujeres, también pude entenderlo, se sentía tan solo y vacío como yo, el sincerarme, me dio tranquilidad de no haberle ocultado nada más, pero no me auguraba un futuro a su lado, y lo entendía…


Pablo

No sabía qué pasaría después de ese encuentro, pero yo lo necesitaba, necesitaba tenerla frente a frente, mirarla a los ojos, escucharla.

Yo había pensado volver para Mar del Plata al día siguiente, pero cuando me dijo qué me quedara y volviéramos juntos, a pesar de la tristeza y el dolor, decidí quedarme.

Y más aún cuando me dijo que necesitaba dormir abrazada a mí, en ese momento a pesar del día, me sentí tranquilo.

Al día siguiente, abrir los ojos y verla allí me hiso recordar viejos tiempo, aunque después de decirnos lo que nos tendríamos que decir, no sabía cómo iba a continuar, pero dormir esa noche abrazados, fue algo inesperado pero grato.

Nos fuimos al río con el mate y hablamos por horas, fui totalmente sincero con ella, y ella lo fue conmigo. Nos contamos todo, y a pesar de eso pude entender en sus palabras y en su mirada, que se sentía mal por todo lo que había pasado.

A pesar de contarle que había estado con otras mujeres, y que ella me contara que casi había con otro hombre, me sentí todo el tiempo tranquilo, como si en cada palabra, en cada frase, en cada verdad dicha y oída, el lastre que llevaba dentro de mí, se fuera diluyendo, saliendo de mí. Y a pesar de no saber en que resultaría este encuentro, supe que era necesario decirnos todo.

No me enorgullecía el hecho de haber estado con otras mujeres, a pesar de haberlo disfrutado, nada tenía que ver con mi vida, aquello nada tuvo que ver con mis sentimientos, con lo que mi corazón sentía.

Cómo a las cinco de la tarde, volvimos para la casa, caminamos tomados de la mano, como quien pasea un domingo de sol por una plaza.

Al llegar nos sentamos en el sillón y me dijo:

-PATRICIA: Necesitaría recostarme un rato, estoy como agotada!

-PABLO: Si claro! Vamos que te acompaño a la cama.

La acompañé hasta la cama, se sentó, le desaté las zapatillas y se las saqué, también las medias y levantando sus piernas, le ayudé a acostarse.

La tapé con la manta y cuando me volvía al sillón me dijo:

-PATRICIA: Por favor! Quedate conmigo!

Y sacándome mis zapatillas me recosté a su lado, ella levantó la manta para que me acostara junto a ella y así lo hice.

Apoyó su cabeza en mi pecho y momentos después se quedó dormida. Yo no me pude dormir, pero escuchar su plácida respiración mientras dormía, me dio una paz que hacía tiempo no sentía.

Durante el tiempo que estuvo dormida me puse a pensar como seguirían las cosas entre nosotros, ¿estaríamos en condiciones de volver a estar juntos? ¿Habríamos podido sanar con nuestra charla todo lo que nos mantenía distanciados? A pesar de que yo en este tiempo había estado con otras personas, no sentía ese sentimiento de traición o de engaño, que seguramente hubiera sentido en otras circunstancias, seguramente porque no estábamos juntos.

Quizás lo vi de otra forma, la soledad que sentí en esos momentos, me llevó a encontrar consuelo en otros brazos.

La noche anterior, me había pedido “dormí conmigo esta noche” ¿sería solo esa noche?

Y pensando así, decidí que no forzaría ninguna situación, que si entre nosotros, existiera un nuevo comienzo, que se diera naturalmente, sin presiones, sin buscar ninguna situación que la haga o me haga dudar.

Por ende, a pesar de tenerla pegada a mí y desearla con locura, me guardaría mis deseos para cuando la oportunidad sea la correcta.

Como a las siete de la tarde se despertó, al abrir sus ojos se encontraron con los míos, nos miramos un momento sin decirnos nada, una leve sonrisa se dibujó en su cara y entendí que quizás lo nuestro aunque lejana, tenía alguna posibilidad.

-PATRICIA: Hola Pablo!

-PABLO: Hola Pato! ¿Pudiste dormir bien?

-PATRICIA: Si, realmente lo necesitaba, se me cerraban los ojos! Hasta soñé y todo!

-PABLO: ¿Y qué soñaste? Si puedo preguntar!

-PATRICIA: Si, claro! estaba como en una plaza o un parque y miraba a un nene jugar, iba de un juego al otro y cada tanto me miraba, como viendo si yo seguía ahí, desde uno de los juegos, me miraba y me saludaba con la mano y después de un rato, nos íbamos caminando juntos de la mano. ¿Sería nuestro angelito que vino a decirme que estaba bien?

-PABLO: Seguramente! Allí donde esté debe estar bien, ya nos encontraremos algún día!

Nos abrazamos y estuvimos así por un rato.

Después nos pusimos a pensar en que podríamos cenar, no teníamos muchas cosas y al día siguiente ya nos volveríamos para Mar del Plata.

Decidimos salir a buscar algún lugar para cenar. Encontramos una parilla modesta, pero en la que comimos muy bien. Nos tomamos entre los dos una botella de cerveza y a eso de las once de la noche, nos volvimos para la casa.

Cuando llegamos, le dije a Patricia que me iba a dar una ducha, ella me dijo que mientras tanto prepararía un café.

Cuando salí del baño, me esperaba un rico café con unas macitas.

Nos sentamos en el sillón a tomarlo y en ese momento me preguntó:

-PATRICIA: ¿Podremos volver a dormir juntos esta noche también?

-PABLO: Por supuesto! Las que quieras!

Me quedé esperando quizás algún comentario suyo diciéndome que durmiéramos juntos todas las noches y al no decir nada, pensé que haberle dicho eso había sido precipitar las cosas, que quizás aún no estaba allanado el camino para pensar en algo más, incluso ni yo mismo estaba seguro.

Nos volvimos a dormir abrazados, no sin antes, dejar todo listo para salir temprano al día siguiente.

Cuando ya estábamos acostados y abrazados, me puse nervioso y se me agitaron los latidos, al sentir que su cuerpo pegado al mío, me había provocado una erección. Era imposible que no se diera cuenta, su pierna apoyada sobre mí, lo debe haber sentido.

Su cabeza estaba apoyada en mi pecho y seguramente habría notado mis latidos acelerados porque me preguntó:

-PATRICIA: ¿Estás bien? Siento tu corazón que va al galope!

-PABLO: Perdón! No lo pude evitar!

Y enderezando su cabeza para mirarme a los ojos, con una leve sonrisa, me dijo:

-PATRICIA: No pasa nada!

Momentos después, escuchando su respiración pausada, me di cuenta que se había dormido.

A las seis de la mañana, sonó mi teléfono, nos levantamos los dos, nos turnamos en el baño y cargamos todo en el auto. Cerramos la casa y emprendimos el regreso. Decidimos desayunar al llegar a la ciudad de Córdoba.

Desayunamos en una estación de servicio, llené el tanque de combustible y pasadas las ocho de la mañana salimos de Córdoba con dirección a Rosario.

A la media hora o cuarenta minutos de haber tomado la ruta, la vi a Patricia, cabecear del sueño, puse las balizas y paré a un costado, recliné su asiento y de mi bolso, saqué una campera que doblé en cuatro para que la usara a manera de almohada.

Durmió toda la ruta hasta Rosario, bordeamos la ciudad y paramos en Figuiera, una localidad unos kilómetros después de Rosario dónde en un parador podríamos almorzar.

El día había amanecido lindo en Córdoba, pero se había puesto tormentoso y amagaba llover.

Almorzamos allí, y pasada la una y media de la tarde, tomamos la ruta con destino a Buenos Aires, a la media hora se largó a llover bastante fuerte, el tráfico se empezó a poner más lento, y tardamos casi una hora más en llegar a Buenos Aires.

Cruzamos la capital y tomamos la ruta dos hacia Mar del Plata, eran cerca de las cuatro de la tarde, cuando el tráfico se detuvo, seguramente habría habido algún accidente en la ruta. Estuvimos detenidos más de tres horas, calculé que llegaríamos a Mar del Plata ya en la madrugada del lunes.

Le dije a Patricia si quería aprovechar para dormir el resto del viaje, para no quitarle horas al sueño. La tapé con un abrigo y durmió lo que nos quedaba de espera y el resto del viaje.

¿Me diría de quedarme a dormir con ella esta noche también?

Antes de entrar a Mar del Plata, paramos para cenar algo y pueda dormir el resto de la noche.

Después de cenar ya no se volvió a dormir y llegamos a la que fuera nuestra casa cerca de la una de la mañana.

De camino me preguntó:

-PATRICIA: ¿A qué hora tenés que ir a la empresa?

-PABLO: Como siempre, tipo ocho y media o nueve!

-PATRICIA: ¿Y necesitas cambiarte?

-PABLO: Sí, darme un baño y cambiarme!

-PATRICIA: ¿Te podré pedir algo?

-PABLO: Por supuesto!

-PATRICIA: ¿Te quedarías a dormir conmigo hoy también y me podrás llevar al jardín mañana? Así puedo dormir un rato más.

-PABLO: Claro que sí, te dejo en el jardín y después paso a bañarme y cambiarme por el departamento.

Se dio un baño rápido y nos fuimos a la cama, después de tanto tiempo, volvía a dormir con ella en nuestra cama.

Se abrazó a mí y en pocos minutos se quedó dormida.

Luego que se durmió, a pesar de que estaba cansado por el viaje, me quedé pensando y me surgió la duda de porque me había preguntado sí me quedaría “hoy también” con ella, si por mí fuera, me quedaría todas las noches, pero si me detuviera a pensar, creo que estaríamos precipitando las cosas. Pero como ya lo había decidido, no iba a forzar ninguna situación, no quería ponerla ni ponerme en situaciones para la que no estuviéramos decididos.

A la mañana siguiente, la desperté con el desayuno, su cara de paz me conmovió hasta las lágrimas,  que hice esfuerzo para que no las viera.

Nos cambiamos y la llevé al jardín, durante el camino, sentía que había vuelto a la vida que añoraba, pero no tenía ninguna certeza aún, de que me dijera de volver a intentarlo, quizás estaría pensando en ir de a poco.

Al llegar a la puerta del jardín, me miro a los ojos me dijo:

-PATRICIA: Gracias por estos días!

-PABLO: Es al contrario, el agradecido soy yo por haberme permitido estos momentos.

Y antes de bajarse del auto, me dio un beso en los labios.

Me fui pensando en que hacer, tenía que pensar seriamente qué camino seguir…


Patricia

Lo que iba a hacer el fin de semana más triste, terminaron siendo tres días en los que me volví a sentir contenida y querida.

No podía tomar real dimensión del impacto que generarían en Pablo, todas las cosas que le había contado, sobre lo que había hecho y con las personas que había terminado en la cama. Sí bien durante este tiempo, él también estuvo con otras mujeres, no sabía en qué condiciones había quedado nuestra relación, y eso mi género muchas dudas, no sabía si era el momento de plantearle el volver a intentarlo, yo lo deseaba, pero no sé él.

Decidí esperar sus reacciones, pero podía ver en su mirada, que no había rencor o decepción hacia mí, quizás como nos había pasado en las anteriores infidelidades, nos sentíamos  tranquilos después de habernos dicho todo, y quizás exista la posibilidad de plantear un nuevo comienzo, dejando atrás todo lo vivido, sería lo deseado para mí.

Despertar ese lunes en casa con él y volver a desayunar juntos, me lleno de ilusión, me levanté contenta, y cuando me dejó en el jardín, le agradecí con un beso en la boca.

No quedamos en nada para la tarde cuando el saliera del trabajo, esperaría ver su intenciones y sus deseos de verme y estar conmigo.

Volví del jardín caminando como todos los días, antes de llegar a casa, compré lo necesario para hacer una torta y esperarlo, no sabía si vendría, pero de todas formas lo esperaría.

Como a las cinco de la tarde, me llegó un mensaje suyo, diciéndome que no me había hablado antes, por si estaba durmiendo una siesta. No me pude aguantar y le pregunté si quería pasar por casa a tomar unos mates. Creo que no esperaba la invitación y me dijo que necesitaba ir a su casa. No quise insistirle, no sabía cómo estaría procesando lo que habíamos hablado el fin de semana.

Me puse a pensar en cómo actuaría yo en su lugar, y creo que la inseguridad de volver a intentarlo, de volver a confiar, de volver a estar con alguien que le había hecho tanto mal, no sería una decisión fácil de tomar, como dice el dicho, el que se quema con leche ve una vaca y llora.

Pasaron varios días en que solo cruzamos mensajes, recién el viernes me mandó un mensaje para saber si estaba en casa, para pasar a tomar unos mates, le dije que sí y a eso de las cinco tocó el timbre

Al abrir la puerta, me lo encontré con ese traje y corbata qué le quedan tan lindo.

Y como haciéndole una escena de celos pero en broma, le dije:

-PATRICIA: ¿Siempre vas tan bonito a trabajar? Me imagino cómo debe suspirar el personal femenino de la empresa!

-PABLO: En realidad,  no siempre, pasa que hoy tenía una reunión importante!

-PATRICIA: Con alguna mujer seguro!

-PABLO: Así es, con una mujer que me esperaba con unos ricos mates!

-PATRICIA: Mentiroso!

Y riéndome como hacía tiempo no lo hacía, pasamos al estar y nos sentamos a tomar unos mates con la torta que había hecho.

-PABLO: Tengo que contarte dos cosas, el miércoles tengo que viajar a Buenos Aires, y la segunda, que esta noche tengo una cena con un cliente.

-PATRICIA: ¿Si? ¿Y cuándo volvés?

-PABLO: De Buenos Aires, el jueves por la tarde, y de la cena, no sé si volveré, depende!

-PATRICIA: ¿Va a terminar muy tarde? ¿De qué depende?

-PABLO: Supongo que no muy tarde, y depende, porque no sé si esta mujer me dejará volver!

-PATRICIA: ¿Qué mujer?

-PABLO: La que me esperó con torta hoy a la tarde!

Y dándole un golpe en el brazo, por la broma, nos reímos los dos.

-PATRICIA: Vas a tener que estar atento, quizás mientras estés cenando esa mujer te avise si podes volver.

-PABLO: Esperaré su llamado entonces!

Que podía decirle, tantas veces había viajado o había salido yo, y él me había tenido que esperar.

Tomamos unos mates, charlamos un rato y cerca de las ocho y media, se fue para la cena.

A los cinco minutos, le mandé un mensaje, "Si el señor de traje, vuelve con helado de dulce de leche y chocolate, será bienvenido”

-PABLO: Perfecto!

La situación en qué nos encontrábamos, me ilusionaba, podía ver qué en cada propuesta que yo le hacía el la aceptaba con una sonrisa.

Me quedé en el sillón mirando un capítulo de una serie.

Pasadas las once de la noche, sonó el timbre y le abrí, cuando abrí la puerta del departamento, estaba el bonito en su traje, una sonrisa y con el helado en la mano. Le di un abrazo y un beso en los labios.

-PATRICIA: ¿Cómo estuvo la cena?

-PABLO: Muy bien, era una cena de cortesía, pero no comí postre, porque me esperaba un helado en buena compañía!

Nos sentamos en el sillón con dos cucharas comiendo el helado directamente del pote.

Después del helado tomamos un café y cerca de la una de la mañana, se fue a su casa. Estuve tentada en decirle si quería quedarse, pero me aguanté.

Mentiría si dijera que no tenía ganas de volver a dormir con él.

A la tarde, le mandé un mensaje invitándolo a cenar, sabía que viajaba al otro día y quizás aceptaría, me dijo que sí, pero que se iría temprano.

Al llegar a casa por la tarde, decidí cocinarle un pastel de papas para la cena, sé que le gusta.

Llegó a eso de las siete y media, y venía con cara de cansado, al otro día, saldría muy temprano para Buenos Aires y le dije de cenar temprano para que pudiera descansar.

Cenamos temprano y antes de las once de la noche se fue para su casa, cada vez me costaba más dejarlo ir. Antes de irse mientras nos saludábamos me dijo:

-PABLO: Pasado mañana a la tardecita, estoy de vuelta.

-PATRICIA: Buen viaje! Tené cuidado en la ruta!

Y con picardía le dije:

-PATRICIA: Y también tené cuidado en Buenos Aires! Avísame cuando llegues, así me quedo tranquila

-PABLO: Tranquila! Resuelvo esos temas y vuelvo.

Nos despedimos con un beso en la boca y lo acompañé hasta la puerta.

Al día siguiente, pasadas las once, me llegó un mensaje de Pablo con una foto suya entrando en el edificio de la oficina, cruzamos un par de mensajes y me dijo que a la noche me llamaba.

Me fui para el jardín, no había vuelto a hablar con Román, pero después de unos días sin contacto, ni siquiera para entregarle a Valentina a la salida del jardín, me empezó a mandar mensajes, al principio solo diciéndome que extrañaba nuestras charlas de los mediodías, que como andaba, que como iban mis cosas, yo por no parecer una asquerosa, le contestaba escuetamente y sin darle demasiadas respuestas a sus preguntas, hasta que en un mensaje, que no respondí, me dijo “a ver cuando terminamos lo que quedó pendiente aquella noche” y a partir de allí, los mensajes iban por ese lado, decidí dejar de contestarle hasta que luego de uno donde decía “¿Qué pasó, volviste con el cornudito que ya no me das bola?” Después de ese mensaje lo bloqueé. ¿Qué le pasa al pelotudo este? Y para colmo todos los días, va al jardín.

Una mañana al llegar al jardín decidí hablar con la directora y pedirle si otra maestra o ella misma podían entregarle la niña al padre, por suerte Isabel me dijo que sí, que ella se la entregaría.

Ese día al salir del jardín, había quedado en encontrarnos con María Marta en el café de siempre a su salida del sindicato.

Hice tiempo en el café hasta que a las cuatro pasaditas, la vi entrar, nos dimos un abrazo y nos sentamos.

-MARIA MARTA: Hola corazón! Tu cara me dice muchas cosas!

-PATRICIA: Hola Mary! Por eso quería verte!

De mi cartera saqué los dos juegos de llaves de la casita de Córdoba y al verlos, me miró con una tierna sonrisa.

-MARIA MARTA: ¿Esto quiere decir que no volviste sola?

-PATRICIA: No Mary, estuvimos todo el fin de semana juntos y volvimos juntos de Córdoba!

-MARIA MARTA: No sabés cuanto me alegro! Contame!

-PATRICIA: Estaba sentada en una piedra en la orilla del rio, cuando de repente se me apareció! No te puedo explicar! No sabía ni lo que sentía, era un día triste pero de repente se me iluminó! Y le pedí que se quedara conmigo y que volvamos juntos. Ese día casi no nos dijimos nada, pero sentirme en sus brazos era lo único que necesitaba. Pero el sábado tuvimos una larga charla, horas estuvimos hablando en el rio, le conté todo, volvimos a hablar de mi tiempo en el sindicato, lo de Román y todo lo que había estado sintiendo, incluso sobre la duda que tuve sobre quien era el padre de mi hijo.

-MARIA MARTA: Hiciste muy bien!

-PATRICIA: Él me contó que en este tiempo también estuvo con un par de mujeres, pero te juro que no le di importancia, lo importante para mí era que en ese momento estuviera ahí conmigo, que haya hecho tantos kilómetros solo para abrazarme en ese día, me llenó el corazón!

-MARIA MARTA: Cuando me llamó, ya sabía que era para verte, y estaba segura que se iría hasta Córdoba, por eso le traje las llaves y el plano para llegar.

-PATRICIA: Me parece que vos nos conocés más a nosotros dos, que nosotros mismos!

-MARIA MARTA: Es que no lo pueden ocultar! Se les note a kilómetros que se quieren y que se mueren por estar juntos! Pero contame como están las cosas después de volver!

-PATRICIA: Desde que nos encontramos, estuve tentada en decirle que se quedara a dormir conmigo, pero no me animé, las veces que nos vimos, se volvió a su casa.

-MARIA MARTA: Tranquila, ya va a pasar! No lo pueden negar, los dos quieren volver a estar juntos, y más temprano que tarde llegará ese momento!

Hablamos largo rato con María Marta y a eso de las seis de la tarde me fui para casa.

Me estaba preparando unos mates, cuando sonó mi teléfono. Era Valeria que quería verme y me dijo de encontrarnos un rato después en una cervecería para tomar algo y cenar. Le dije que si, también yo quería verla y contarle como estaban las cosas, aunque no me aguanté y le di un adelanto.

Antes de salir de casa, le mandé un mensaje a Pablo diciéndole que iríamos con Valeria a tomar una cerveza, me contestó que le avisara al volver para quedarse tranquilo.

Nos encontramos a las ocho y media en calle Olavarría, buscamos la cervecería y entramos, las mesas estaban todas ocupadas y decidimos sentarnos en la barra a tomar una cerveza hasta que alguna se desocupara. Le fui contando todo lo que veía pasando con Pablo y también le conté las boludeces que había hecho Román y que lo había terminado bloqueando.

Me dijo que últimamente estaba hecho un boludo y que en la última juntada con los amigos, no lo habían invitado.

-VALERIA: No estoy segura, no lo podría confirmar, pero la última vez que lo vi, me pareció que iba colocado, según él, hacía tiempo que no se drogaba, pero me pareció que había vuelto.

Seguimos charlando mientras esperábamos una mesa, después de la segunda cerveza, Valeria me dijo que iba al baño, y yo la esperé en la barra para no perder el lugar.

Me saqué una selfie en la barra y se la mandé a Pablo, diciéndole que Valeria había ido al baño, su respuesta fue, “Pasalo lindo, un beso a Valeria”

En un momento en que me encontraba mirando el movimiento sin mirar nada en particular, alguien se sentó a mi lado en el lugar de Valeria, y cuando le iba a decir que estaba ocupado, al levantar la vista me encontré con Román, que mirándome con gesto serio, me dijo:

-ROMAN: ¿Qué pasa nena, me bloqueaste?

Y sin siquiera darme tiempo a nada, me tomó con ambas manos de la cabeza y me estampó un beso en la boca, pude sentir su lengua buscando mi boca y tratando de soltarme, forcejeé hasta que me soltó.

-PATRICIA: ¿Qué hacés tarado?!!!

-ROMAN: ¿Volviste con el cornudo y me bloqueaste?

No terminó de decir eso cuando le di vuelta la cara de un cachetazo, justo en el momento que Valeria volvía del baño.

-VALERIA: ¿Qué hacés Román? Andate de acá desubicado!

Me tenía agarrada de la muñeca y le volví a dar otro sopapo con la otra mano, en el momento que dos hombres de la seguridad del local se acercaron. En ese momento, me soltó.

-PATRICIA: Me tocás otra vez y te denuncio!

Los dos hombres lo acompañaron a la salida y lo obligaron a retirarse.

Me quedé muy nerviosa, Valeria me abrazó y lo llamó a Facundo para que nos viniera a buscar.

Casi media hora después, entró Facundo y después de contarle lo sucedido, nos dijo:

-FACUNDO: Volvió a las drogas el pelotudo! Vamos que nos vamos de acá!

Me llevaron hasta casa, y se quedaron un rato conmigo. Eran cerca de las doce de la noche cuando le mandé un mensaje a Pablo diciéndole que ya estaba en casa. Esperé que Pablo me contestara o me llamara para contarle lo que había pasado. Después de casi media hora sin recibir respuesta, marqué su número, pero no atendió mi llamado. Le dejé otro mensaje pensando que ya estaría dormido y no había escuchado el teléfono.

Me dormí preocupada, por lo que pasó en la cervecería y por no tener respuesta de Pablo.

Me desperté a la mañana siguiente y no había respuesta. Me cambié y antes de salir para el jardín le mandé un mensaje preguntándole si todo estaba bien.

Más me preocupé porque llegué al jardín aún sin una respuesta suya.

Esa mañana miré mi teléfono a cada rato, a la hora de la salida, no quería encontrarme con él, le conté a la directora lo que había pasado la noche anterior, y fue ella quien entregó a Valentina.

Le agradecí y decidí no ir caminando a casa, por las dudas se le ocurriera seguirme o algo así, me tomé ese día un taxi.

No sabía qué hacer y se me ocurrió llamar a su amigo Miguel, para decirle que no tenía noticias de Pablo y tenía miedo que le hubiera pasado algo.

Su respuesta me dejó helada, me dijo que hacía una hora más o menos habían estado cruzando mensajes y que habían quedado en verse esa nochecita para tomar una cerveza.

Seguía Pablo sin responderme, y ya me estaba desesperando, lo volví a llamar y por fin me atendió.

-PATRICIA: Hola amor! Estaba preocupada! No sabía nada de vos y me asusté!

-PABLO: No pasó nada! En un rato ya vuelvo!

-PATRICIA: ¿Vas a venir a casa cuando llegues?

-PABLO: Me voy a encontrar con Miguel que necesito hablar algo con él y después voy!

-PATRICIA: Por favor, vení pronto! Necesito contarte algo!

-PABLO: Me contás cuando llego!

-PATRICIA: Te espero!

Me desconcertó el tono de la llamada y me quedé preocupada, había sonado distante y no entendía por qué.

¿Qué pasó? ¿Qué había cambiado en tan solo un par de días? ¿Acaso alguna de las mujeres de Buenos Aires? Pensar eso me entristeció hasta las lágrimas…

Continuará…