Los intrincados caminos de un amor (25)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo25

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 25

Pablo

Volví ese martes a Buenos Aires más triste y desorientado de lo que me había ido. Llegué pasado el mediodía y fui directamente a la oficina, aun no le había confirmado a don Mario la decisión de hacerme cargo de la empresa, pero seguramente en los próximos días le confirmaría mi respuesta, era una oportunidad que no podía dejar pasar, sobre todo en lo económico, esos ingresos me permitirían finalmente poder pensar en comprarme mi casa.

Al día siguiente le hice una videollamada a don Mario, y le confirmé que aceptaba hacerme cargo de la empresa, que a finales de febrero, seguramente volvía a Mar del Plata y arreglaríamos todo. Don Mario se puso muy contento y me dijo que ya sabía que iba a aceptar su propuesta.

Ese día, llegué a las diez de la mañana a la oficina, llevando unos sándwiches de miga y algunas macitas para festejar con Florencia y Emilia.

Al verme llegar, no entendían nada, luego de preparar el café, Emilia preguntó:

-EMILIA: ¿Qué festejamos Pablo? ¿Es tu cumpleaños?

-PABLO: No chicas, serán las primeras en saberlo, a partir del día de ayer, soy el nuevo responsable de la empresa, don Mario se quiere retirar, y me propuso que yo me hiciera cargo.

-EMILIA: Felicidades jefe! Se lo tiene merecido!

Y acercándose a mí y dándome un abrazo, Florencia me dijo:

-FLORENCIA: Felicidades Pablo! Me alegro mucho por vos!

Nos sentamos los tres a tomarnos el café con lo que había comprado y después nos volvimos cada uno a su trabajo.

Antes de salir, le mandé un mensaje a Mariana preguntándole a qué hora salía para pasarla a buscar.

A las cinco de la tarde, la esperaba en el auto en la puerta de la inmobiliaria.

-MARIANA: Hola Pablo! Qué bueno que me llamaste, desde que volviste no pudimos vernos!

-PABLO: Si, estuve bastante ocupado en la empresa, tengo algo que contarte!

-MARIANA: Por la cara que traés, supongo que te arreglaste con Patricia!

En ese momento se me fue la sonrisa y lo único que pensé es que me hubiera gustado con ella compartir este momento.

-PABLO: No estaba en Mar del Plata el fin de semana, la verdad no sé donde está, así que no se arregló nada, corté por lo sano y me terminé alquilando un departamentito al que me llevé todas mis cosas.

-MARIANA: Perdón! Metí la pata! Lamento escuchar eso! ¿Ya lo das por terminado?

-PABLO: No pasa nada! Como están las cosas, creo que ya no queda nada! Lo que te quería contar era otra cosa! A partir de ayer, soy el nuevo responsable de la empresa, el dueño se quiere retirar y me la dejó a cargo!

-MARIANA: Que bueno! Eso hay que festejarlo!

-PABLO: Y eso no es nada, mi sueldo va a ser casi la mitad de las ganancias de la empresa!

-MARIANA: Con más razón entonces hay que festejar!

Llegamos al edificio, y mientras subíamos, me dijo:

-MARIANA: Ponete lindo que esta noche nos vamos a cenar para festejar!

No estaba como para festejos, pero no quise parecer un amargo, después de todo, se había puesto contenta por mis logros.

-MARIANA: Cuando esté lista, te mando un mensaje y bajo.

-PABLO: Ok, dale!

Entré al departamento y me fui a fumar un cigarrillo al balcón, no podía dejar de pensar en Patricia y en cómo me hubiera gustado compartir este momento con ella, mientras fumaba, recordaba cuando ella había sido elegida como delegada del jardín y lo que me había gustado compartir eso con ella, aunque después las cosas resultaran de otra manera, pero eso no podría ser.

Me tomé unos mates y me fui a dar un baño.

Casi a las nueve, Mariana me mandó un mensaje diciéndome que ya estaba lista y bajaba. Por supuesto yo ya estaba cambiado hacía como una hora, nada elegante, un pantalón gris de tela fina y una chomba rosa.

Golpeó mi puerta y al abrir, me encontré con una Mariana desconocida, con un vestido corto a medio muslo, ceñido marcando su cintura, con dos tirantes en los hombros, y claramente, iba sin corpiño, el pelo recogido y unas hermosas argollas en sus orejas. Estaba realmente hermosa y se lo dije:

-PABLO: Epa! Estás muy linda Mariana!

-MARIANA: Vos también estás guapo! Yo me puse lo primero que encontré!

Nos reímos los dos y bajamos.

Fuimos a cenar a un lindo restaurante, nos sentamos frente a frente y en varios momentos de la cena, podía ver diferente su forma de mirarme, llegó a inquietarme pensando en que me propondría algo que no tenía en mis planes aceptar.

Después de cenar, fuimos a tomar un trago a un bar de San Telmo, fueron dos ron con cola para mí y dos gintonic para ella.

La verdad es que la pesé muy bien, me reí mucho de sus ocurrencias y su desparpajo.

Antes de la una de la mañana, volvimos a los departamentos, subimos al ascensor y al llegar a mi piso, salí y ella también lo hizo, aunque parezca mentira ese movimiento suyo logró ponerme nervioso.

El ascensor seguía ahí y parados los dos en el pasillo me dijo:

-MARIANA: Me alegro mucho por vos! Y gracias! La pasé muy bien esta noche!

Y acercándose a mí me abrazó, pude sentir sus tetas contra mi pecho y sus brazos rodearme y sus manos acariciar mi espalda, fue solo un momento, pero logró despertar en mí una sensación que hacía tiempo no tenía.

Y separándose de mí, volvió a subir al ascensor, de un vistazo a la pasada pude ver sus pezones erguidos, indudablemente, a Mariana no le era indiferente, como mínimo, le atraía.

-MARIANA: Nos vemos mañana!

-PABLO: Así es! Te llevo! Voy temprano!

-MARIANA: Perfecto caballero!

Esa noche la había visto de de otra manera, quizás me había sentido atraído por su cuerpo, el sentirlo contra el mío había despertado algo. Seguramente porque hacía tiempo que no le daba alegrías a mi cuerpo.

Al día siguiente dejé a Mariana en su trabajo y fui para la oficina, las chicas me saludaron sonriendo con un “Buen día jefe” les seguí la broma por un rato tratándolas de usted.

Me conecté con Mar del Plata y fui haciendo algunas tareas para que estuvieran listas antes de mi regreso.

Por la tarde, volví a pasar a buscar a Mariana por su trabajo, al subir al auto, notaba su cara algo contrariada, durante el camino, le pregunté si había tenido algún problema en el trabajo, me contestó que no, pero no me dio más explicaciones.

Al llegar nos despedimos yendo cada uno a su departamento, al bajar del ascensor, me saludó seria y sin mirarme a los ojos, ¿Habría dicho o hecho algo mal con ella? Entré a mi departamento pensando en que le podría pasar.

Tomé unos mates pensando en si de alguna forma la había hecho sentir mal, no sé por qué, pero me sentía responsable.

Decidí entonces, preparar algo de comer e invitarla a cenar, le mandé un mensaje y después de un rato, me contestó que se había bañado y que ya no se volvería a cambiar.

-PABLO: Mariana, si me permitís subir, quisiera que hablemos.

-MARIANA: Está bien, subí!

Subí con la comida que había preparado y una botella de vino, al abrir la puerta, me la encontré con una larga remera de tirantes que le llegaba a mitad de muslo, y a mi vista, se notaba que no llevaba corpiño. Podía ver cierta tristeza o algo así en su cara.

-PABLO: Me invité a cenar a tu casa! Pero traje todo!

Y ahí le salió una sonrisa.

-MARIANA: Pasá Pablo, no hacía falta! Sentate!

Tomó la bandeja con los fideos con crema que había preparado y la botella de vino, fue a la cocina y volvió con una bandeja con dos vasos, el vino abierto y unos platos con queso y fiambres para picar. Sirvió vino en ambos vasos y se sentó a mi lado en el sillón.

-PABLO: Hoy no te vi bien, no parecés la Mariana de todos los días, ¿pasó algo? ¿Hice o dije algo mal?

-MARIANA: No Pablito, no hiciste nada malo, soy yo, hoy no tuve un buen día.

-PABLO: ¿Puedo hacer algo para que mejore?

-MARIANA: Servime más vino!

-PABLO: Tranquila que entiendo si no querés contarme, no hay problema, solo comemos y pasamos un buen rato.

-MARIANA: No es que no quiera contarte, es que anoche cuando me quedé sola, me puse a pensar que no tengo a nadie con quien pasar una noche como la que pasamos anoche, quisiera estar con alguien, compartir cosas así, no sé…, compartir la vida, me doy cuenta que eso me hace falta, desde que me separé, no estuve con nadie y me doy cuenta cuanta falta me hace querer a alguien y ser querida.

-PABLO: Creo que todos necesitamos eso, creo que el amor es lo que nos mueve, lo que nos hace imaginar, proyectar, pensar en futuro. Mariana, sos una mujer hermosa, tenés buenos sentimientos, un buen carácter, sos laburadora, no te pongas mal, ya aparecerá esa persona con la que compartir tu vida, cuando menos la esperes, la vida te la pondrá delante.

-MARIANA: Si, siempre pienso eso, siempre pienso que alguien va a aparecer en mi vida cuando menos lo espere, pero ¿mientras tanto?, siento que la vida se me está yendo.

-PABLO: Mientras tanto, disfrutá de las cosas que tenés, yo no soy un buen ejemplo, tengo un sentimiento, pero lo tengo guardado, no lo puedo expresar como quisiera, no lo puedo demostrar, pero mientras tanto, trato de seguir adelante, de pasar buenos momentos, como anoche por ejemplo, si te soy sincero, ayer no estaba con mucho ánimo de festejar, pero después de todo, la pasé muy bien, disfruté el momento, dejando lo demás de lado.

Con la conversación se fue aflojando, la botella de vino se había terminado y fue a buscar otra que ya trajo descorchada.

Cenamos charlando más animadamente y dimos cuenta de la segunda botella también.

A Mariana se le habían subido los colores y se reía de todo, arrastrando un poco las palabras me dijo:

-MARIANA: Te lo voy a decir, seguramente por todo el vino que me tomé, y probablemente, me arrepentiré mañana, pero tenés razón, mientras no aparezca esa persona que me sacuda el piso, tengo que aprovechar lo que tengo y por eso tengo que confesarte que… que… anoche hubiera sido una noche ideal para mí, si hubiéramos pasado la noche juntos.

Aquella confesión no me tomó por sorpresa, había notado la reacción de su cuerpo en ese abrazo en el pasillo, y también la del mío.

-PABLO: Si de confesiones se trata, me  pude dar cuenta en ese abrazo delante del ascensor, que tu cuerpo decía algo más y debo reconocer, que el mío no fue indiferente, ese abrazo me hizo sentir algo que hace tiempo no sentía.

Y ni bien terminé de decir eso, se acercó a mí y me besó, no lo rechacé en un primer momento, quizás sopesando la situación a duras penas por el vino, pero me terminé entregando a ese beso, a nuestras lenguas encontrándose y recorriendo nuestras bocas.

Mariana se separó un momento de mí y en un solo movimiento se sentó a horcajadas sobre mis piernas, volviéndome a besar.

Al no ver resistencia de mi parte, me tomó del cuello apoyando sus tetas en mi pecho, mis manos fueron a sus piernas, que por la abertura de las mismas, la remera se había subido dejándolas desnudas. Las acaricié llegando a la parte baja de sus nalgas, Mariana se separó de mi boca y en un solo movimiento, mirándome a los ojos, se quitó la remera, quedando a mi vista sus hermosas tetas, ni grandes ni chicas, pero bien puestas y con sus pezones ya endurecidos.

Me volvió a besar y se volvió a separar para esta vez, sacar mi remera. Sus tetas se aplastaron contra mi pecho y nuestras bocas se volvieron a juntar, nuestros movimientos por momentos eran algo torpes, seguramente por todo el vino que nos habíamos tomado.

Ahora sí, mis manos llegaron a su culo, casi completamente desnudo por la pequeña tanguita blanca que aún le quedaba.

Besé su cuello y fui bajando hasta llegar a besar sus tetas, sus pezones terminaron en mi boca, y sus primeros jadeos se dejaron oír.

Mi lengua jugó con ellos alternativamente, tan duros y tan erguidos era una invitación a seguir chupándolos.

Estaba consciente de lo que estaba por suceder, pero la incertidumbre reinante en mis días, me hicieron seguir adelante y vivir el momento.

Acercó su boca a mi oído y en un susurro me dijo:

-MARIANA: Estoy empapada, ¿vamos a mi cama?

Y sin llegar a contestarle la tomé del culo alzándola y caminando hacia su habitación.

Al llegar, la apoyé en la cama, y recostándola boca arriba, tomé la tanguita por ambos costados y la fui bajando lentamente, fui descubriendo un pubis recortado prolijamente y una raja completamente empapada, terminé de sacarla y subí besando y acariciando sus piernas hasta llegar a su sexo, brillaba de excitación y no me hice de rogar, recorriéndolo con la lengua y los dedos, buscando llegar a su clítoris. Sus manos tomaban mi cabeza acompañando mis movimientos. Lo lamí, lo besé, lo presioné con los labios hasta que llegó su orgasmo, un leve temblor, y una tensión en sus piernas y cadera, elevando unos centímetros el culo de la cama.

Subí besando su panza y sus tetas hasta llegar a su boca que volví a devorar con pasión. Me separé unos centímetros y mirando sus ojos le dije:

-PABLO: ¿Preservativos?

-MARIANA: No tengo, pero estoy sana y hace años que tomo anticonceptivos!

Y sin dudarlo apoyé mi glande en su entrada, frotándolo suavemente, demorando la penetración, el tiempo suficiente para que me dijera:

-MARIANA: Entrá Pablo! Te quiero sentir adentro!

Y sin dudarlo la penetré, sin prisa pero sin pausa hasta que nuestros cuerpos se juntaron.

Empezó un vaivén lento pero constante, Mariana abrió completamente sus piernas y rodeó con ellas mi cuerpo. Acariciaba mi espalda y mi culo acompañando mi ritmo.

Un momento después estiró sus piernas y sentí las contracciones de su conchita por el orgasmo que estaba teniendo. Esperé que terminaran sus espasmos para seguir bombeando y besándola.

Momento después me salí y me miró extrañada, me acosté boca arriba en la cama y entendió rápidamente la movida, se sentó sobre mi introduciéndosela hasta el fondo, para luego comenzar un movimiento de adelante hacia atrás dándose placer en cada roce.

Tomé sus tetas y las toqué a gusto, presionando sus duros pezones entre mis dedos.

Aceleró su ritmo y me imaginé que vendría otro orgasmo, la tomé del culo y acompañé sus movimientos dándola aún más ritmo para llegar junto con ella.

Momentos después, ya sin poder retenerlo más, exploté en su interior al momento que su cuerpo daba cuenta de un nuevo orgasmo.

Recostó su cuerpo sobre el mío y podía sentir aun su respiración agitada.

-MARIANA: Gracias Pablo! Que falta me hacía! Me hiciste volar!

-PABLO: A vos gracias!

Extenuada, se fue quedando dormida sobre mí, y me dio pena moverla.

Nos despertó a alarma de su teléfono, ella a mi lado, pegado su cuerpo desnudo al mío y con su cabeza apoyada en mi pecho.

-MARIANA: Buen día lindo!

-PABLO: Hola hermosa!

-MARIANA: Que linda noche me hiciste pasar!

-PABLO: Qué linda noche pasamos!

Y viendo la erección con que solía despertarme, me miró y me dijo:

-MARIANA: Me dio mucho gusto conocer a tu amiguito! Bueno en realidad amigote! Lo único que no pude saludarlo anoche!

Y diciendo eso bajó su cabeza hasta encontrarse con mi miembro y metérselo en la boca, comenzó una hermosa mamada que me llevó a acabar en pocos minutos, sacando su boca y masturbándome hasta eyacular en sus manos y sobre mi cuerpo.

-MARIANA: Anoche me sacaste varios orgasmos y vos me diste uno solo, me lo estabas debiendo!

Nos levantamos y nos duchamos juntos, mientras Mariana se preparaba y se cambiaba, preparé unos mates y mientras se terminaba de arreglar, me fui a mi departamento a cambiarme.

Mientras me cambiaba, me sentí raro por haberlo hecho con Mariana, más allá de todo lo que venía pasando con Patricia, en realidad lo que no venía pasando con Patricia, mis sentimientos hacia ella seguían siendo los mismos, pero a diferencia de la vez anterior, en el fondo sentí que no tenía a quien darle explicaciones, no estábamos juntos y no sabía si volveríamos a estarlo, quizás mi vida necesitaba un cambio de rumbo.

Salimos los dos, como todos los días, como si nada hubiera pasado, la dejé en su trabajo y me fui para la oficina.

Durante todo el día pensé en que debería hablara con Mariana, para aclararle lo de la noche anterior.

Aún tenía demasiado lio en mi cabeza, como para pensar en otra cosa, la había pasado muy bien, es cierto, pero me quedé pensando en que no tengo más que ofrecerle, no tengo corazón, al menos de momento…


Patricia

A principio de febrero, la psiquiatra, me comenzó a bajar la medicación y para el quince, ya había vuelto a mi medicación habitual, solo las pastillas para la epilepsia.

Mis días eran raros, seguía enojada con todo y con todos, con el futuro incierto y dando por terminada la relación con Pablo, y más me enojaba el pensar que ni siquiera me lo había dicho a la cara. Pero tampoco puedo hacer responsable solo a Pablo, en gran medida fui yo la que le mentí, la que le oculté, la que lo engañé, la que lo dejó solo y la que decidió esta distancia, me toca afrontar las consecuencias de mis desiciones y mis errores.

El último viernes de febrero, sonó el  teléfono mientras hacía algunas cosas en casa, al ver de quién era la llamada, me sorprendió que fuera de Clara, hacía tiempo que no hablábamos, por un momento pensé si atenderla o no, pero finalmente decidí tomar la llamada.

-CLARA: Hola Patito! Qué alegría me da que me hayas atendido, no sabía si querrías hablar conmigo, ¿Cómo estás?

-PATRICIA: Aquí ando ¿Vos?

-CLARA: Bien por suerte, me vine unos días a Mar del Plata y pensé en que quizás podríamos vernos, tomar un café tan solo! ¿Qué decís?

-PATRICIA: Dale, ¿dónde estás?

-CLARA: En el mismo hotel, pero nos encontramos en el centro si querés!

-PATRICIA: ¿Te acordás el café que está cerca de casa, al que fuimos una vez?

-CLARA: Sí claro, decime a qué hora y estoy ahí!

-PATRICIA: ¿A las siete de la tarde te queda bien?

-CLARA: A esa hora te veo! Un beso!

Quizás si las cosas estuvieran de otro modo, no hubiera aceptado verla, pero venía tan enojada y desencantada con mi presente, que decidí encontrarme con ella.

Me puse un pantalón liviano, una remera y zapatillas, no estaba para ir arreglada.

Al llegar al café Clara ya estaba ahí, se paró para darme un abrazo, acepté y nos dimos un beso en la mejilla.

Pedimos dos café y nos pusimos a conversar

-CLARA: ¿Cómo estás? ¿Cómo anda Pablo?

-PATRICIA: Ahí voy! Con Pablo en este momento estamos separados.

-CLARA: ¿Por qué, qué pasó?

-PATRICIA: Después de la pérdida del embarazo, quedé muy mal, estuve un tiempo internada en una clínica neuropsiquiatría, después de eso, no pudimos volver a conectarnos, y sentí que tenía que tomar una distancia, para entender lo que me estaba pasando, cuando volví, me encontré que Pablo estaba viviendo en Buenos Aires, y desde entonces, no nos hemos vuelto a  encontrar, el volvió a Mar del Plata justo cuando yo estaba unos días con mi amiga Martina en Punta del Este, y al volver, me encontré con qué se había llevado todas sus cosas de casa. Desde entonces, no hemos tenido contacto.

-CLARA: Qué pena me da escuchar eso, siempre pienso en vos, siempre deseando tener algo como lo que ustedes tienen, o tenían no sé…

-PATRICIA: Yo tampoco lo sé, sigo enamorada de él, lo sigo extrañando, no puedo dejar de pensar en él y en lo nuestro, pero no hemos encontrado la forma de poder juntarnos para solucionarlo o terminarlo definitivamente. Cuando vi que se había llevado todas sus cosas, me entristecí, me dolió mucho y me enojó, supongo que porque no pudo esperar a que volviera a su lado, y quizás tenga razón.

-CLARA: ¿Y crees que no va a volver?

-PATRICIA: La verdad no lo sé, no sé nada, estoy tratando de volver a mi vida, en unos días vuelvo a trabajar, y estoy tratando de poner la cabeza en eso. ¿Hasta cuándo te quedas?

-CLARA: Hasta el domingo, vine con una prima qué se había peleado con el novio, y resulta que el novio estaba en Pinamar y le dijo que se fuera para allá, se fue con él y vuelve el domingo.

Hablamos un buen rato de un montón de cosas, le pedí no hablar de Carlos ni que supiera que nos habíamos encontrado y me dijo que hacía tiempo que no lo veía.

Se hicieron las nueve de la noche y decidimos buscar un lugar para cenar, caminamos un par de cuadras y entramos en un restaurante.

Cenamos unas ensaladas y las dos nos tomamos unas cervezas, desde que había vuelto a mi medicación habitual, no lo había hecho.

Después de la cena, el restaurante nos ofreció una copa de champagne de cortesía, y las dos la aceptamos.

Estaba desacostumbrada a tomar alcohol, y cuando nos paramos para irnos me reí por el mareo que tenía, Clara me tomo del brazo, y al salir me tomo de la cintura para que pudiera caminar.

Me acompañó hasta casa, y me dijo que se tomaba un taxi hasta el hotel.

-PATRICIA: Quédate, no vuelvas sola a esta hora!

-CLARA: ¿Te parece? No te quiero incomodar

-PATRICIA: Sí boluda, acá hay lugar!

Le dije de tomarnos un café y aceptó, me dijo que me sentara, que ella lo preparaba. Mientras lo hacía, fui a mi habitación a sacarme el pantalón y las zapatillas, me puse un short de jean y me quedé en pata. Cuando volví, ya me esperaba con el café preparado.

Nos tomamos el café y seguimos conversando, le conté qué al salir de la clínica, no había podido volver a hacer el amor con Pablo, y por eso había decidido la distancia con él.

Le conté que desde antes de la pérdida del embarazo no tenía relaciones, que solo me había masturbado algunas veces.

Aquel comentario, hizo que ella me contara, que también se masturbaba y lo hacía pensando en mí, que no había borrado el video que le había mandado y que cada vez que se tocaba, lo hacía pensando en mí.

Quizás en otro momento, hace meses, ese comentario me hubiera generado algo, pero después de todo lo que había pasado, no quería volver a pasar por esos momentos que no hicieron más que complicarme la cabeza.

Quizás ese comentario haya sido para tantearme, para ver que tan receptiva estaba para sus juegos, pero en ese momento se me cruzó Pablo por la cabeza, y a pesar de no estar juntos, a pesar de pensar que quizás no volvamos a estar juntos, no quería volver a pasar por esas situaciones.

Charlamos  largo rato, cuando quisimos acordar, eran casi las cuatro de la mañana.

Nos fuimos a dormir, yo lo haría en mi dormitorio y ella en la salita, creo que en un último intento por conseguir algo conmigo esa noche, antes de acostarse, vino a mi dormitorio, golpeó mi puerta y le dije que entrara, yo ya tenía mi remera de dormir y ella entró en tetas, solo con una diminuta tanguita blanca puesta.

-CLARA: Pato, te quería decir que me gustaría que nos demos un abrazo!

-PATRICIA: Clara, siempre te consideré una mujer abierta, frontal, tu desparpajo me hacía gracia y siempre admiré en vos, el buscar la forma de conseguir lo que querés, sos para mí una buena mina haciendo la suya. Accedí a encontrarme con vos para conversar, sabés lo que pasó mientras estuve en el sindicato y las consecuencias que tuvo en mi vida con Pablo, te traje a mi casa y te permití que te quedaras para no volver sola al hotel, pero en este momento te salió tu parte egoísta, venís en tetas a mi dormitorio buscando lograr algo que vos deseas y siento que no te importa cómo me estoy sintiendo. Las cosas que han pasado entre nosotras, no debieron haber pasado y por supuesto, no volverán a pasar, y te voy a pedir un último favor, quiero que me permitas tu teléfono para borrar el video que te mandé, ya no quiero que  lo tengas. Espero que me entiendas y respetes mi decisión.

Me miraba con cara de no entender nada de lo que estaba pasando, cruzó los brazos cubriendo sus tetas y por momentos bajaba la mirada.

-CLARA: Perdón Pato, no era mi intención que te sientas así, perdón soy una tarada, hasta mañana que descanses.

Diciendo eso, salió del dormitorio avergonzada diría yo.

Fui tras ella y al entrar en la salita, le pedí el teléfono, me lo entregó hasta con miedo de que le hiciera algo. Busqué el video y lo borré.

-PATRICIA: ¿Tenés copia en algún otro lado? ¿Se lo pasaste a Carlos o a alguien más?

-CLARA: No! Te juro que no! A nadie! En el teléfono era el único lugar.

-PATRICIA: Gracias Clara! Hasta mañana!

Hasta que me quedé dormida, estuve pensando en que todo aquello lo debería haber dicho mucho tiempo atrás.

Nos levantamos, comimos algo y salimos a dar una vuelta, entramos en un bar y nos tomamos un café,  allí nos despedimos, ella volvía a su hotel, y yo para casa.

-PATRICIA: Bueno Clara, espero no hayas tomado a mal lo que pasó anoche en casa, quiero dejar atrás todo aquello y espero que lo entiendas.

-CLARA: Aunque te soy sincera, en un momento tuve miedo, te vuelvo a pedir perdón, no tendría que haber hecho todo lo que hice.

-PATRICIA: Yo tendría que haber sido la que no entrara en esos juegos.

-CLARA: Espero que puedas recomponer lo tuyo con Pablo, el amor que yo vi en ustedes no puede terminar así, merecen darse la oportunidad de estar juntos y ser felices.

-PATRICIA: Supongo que el tiempo lo dirá, aunque hoy no lo veo muy claro! Que sigas bien!

Volví para casa caminando y pensando en lo que había pasado con Clara, aunque no se lo dijera directamente, supongo que habrá entendido que ese fue nuestro último encuentro.

Sigo amando a Pablo, aunque no sepa nada de él, sigue en mi corazón, ¿sí estoy tratando de olvidarlo? No, por ahora no, o sí, no lo sé, aunque quizás él esté tratando de olvidarme,  seguramente no soportó la distancia y este intentando seguir adelante con su vida. ¿Sin pensar nunca más en mí? Ese pensamiento, no hizo más que agrandar mi frustración y mi enojo, enojo conmigo y con lo hija de puta que fui con él.

Necesitaba volver a encauzar mi vida, y el trabajo era una parte importante, necesitaba ocupar mi cabeza y volver a estar con los chicos.

Comenzó marzo y fui unos días antes al jardín, estuve hablando con la directora y me puso al tanto de los proyectos del jardín para ese año. Le mostré mis planificaciones y las miró por arriba sabiendo que estarían perfectas y quedamos en vernos el lunes cinco.

El domingo por la tarde preparé todas mis cosas para el comienzo de las clases al día siguiente.

Llegué al jardín temprano preparé el salón para recibir a los chicos.

A las ocho en punto se abrieron las puertas y comenzaron a entrar los pequeños con sus padres, el jardín se llenó de vida.

Cada maestra se juntó con sus chiquitos y fuimos todos al salón de actos.

Comenzó el acto de bienvenida con unas palabras de la directora, luego se presentó a todo el plantel docente y finalizado el acto de apertura, cada maestra fue a su salón con los pequeños y sus papás, en el salón saludé a todos los papás y entre ellos a Lorena y a Román.

Ese día los niños estarían solo un rato conociéndome y familiarizándose con sus compañeros y con el salón.

Durante los siguientes días se irían incrementando las horas que los niños pasan en el jardín, y pasadas dos semanas, ya harían el horario completo.

Esos días a Valentina la traía Lorena y se quedaba hasta que salía.

En dos días era el cumpleaños de Pablo, no sabía qué hacer, ese día al salir del jardín, me fui a comprarle un regalo con la esperanza de que quizás pudiera verlo. No me decidía que comprarle, Y terminé comprándole una camisa y un perfume qué sabía que a él le gustaba.

El día de su cumpleaños, al salir del jardín, estaba indecisa, no sabía si escribirle un mensaje, llamarlo por teléfono escribir en sus redes sociales, lo imaginaba no queriendo saber nada de mí.

Caminé hasta casa sin todavía saber qué hacer.

Me senté en el sillón a tomar unos mates, prendí la compu abrí el Facebook y lógicamente, me recordó su cumpleaños.

Pensé si publicar un saludo en su perfil o en el mío, decidí hacer una publicación en el mío, si él veía su Facebook, la vería, y escribí: “Feliz cumpleaños. Que la felicidad llene tus días”

Luego de publicar eso, pensé en que si por sus ocupaciones, no abría el Facebook, no lo vería y decidí mandarle un mensaje por Whatsapp. “Hola Pablo, Feliz Cumpleaños! De todo corazón deseo que pases un hermoso día, que la vida te sonría y te llene de felicidad”, al terminar de escribirlo, no sabía si expresarle algún sentimiento y decidí agregar un corazón rojo a final. Lo envié sin saber a ciencia cierta cuál sería su reacción, ni siquiera si lo respondería. Pero momentos después, podía ver en a aplicación que decía “escribiendo” una alegría me llenó el alma, pero la ansiedad por saber su respuesta, me mataba. Por fin llegó el mensaje, “Hola Pato, ¿cómo estás? espero que muy bien! Gracias por tu saludo. Me han llegado muchos mensajes, éste no me lo esperaba.”  No pude evitar las lágrimas y pensé en volver a escribirle, él me había preguntado cómo estaba y yo no. Pero también recordé que justo un año atrás, estando yo en Brasil, había estado con otra mujer, y esa mezcla de sensaciones, de culpa por haberlo traicionado, me impidieron volver a escribirle.

Me hubiera gustado saber si estaba acá o en Buenos Aires y para qué negarlo, me hubiera gustado verlo.

Cómo a las ocho, se me ocurrió la loca idea de ir a la cervecería donde él siempre iba, si estaba en Mar del Plata, seguramente se juntaría con sus amigos allí. No quería ir sola y la llamé a Valeria para ver si me acompañaba. Estaba preparando la cena, pero de todos modos me dijo que después de las nueve, nos podríamos encontrar.

A las nueve y media, nos encontramos en la esquina de la cervecería, yo estaba muy nerviosa por la posibilidad de encontrarlo. Conversamos un momento en la esquina y luego entramos.

Había mucha gente, y en un primer vistazo, no lo veía por ningún lado. Recorrimos el lugar y dándome cuenta que no estaba, le dije a Valeria:

-PATRICIA: Vamos Vale, no está!

-VALERIA: Pará boluda, por ahí se juntan más tarde, nos tomamos una cerveza y esperamos un rato.

-PATRICIA: Quizás no esté en Mar del Plata!

Nos pedimos una cerveza y unas papas y mientras esperábamos, aprovechamos para charlar un rato.

Casi a las once de la noche, decidimos irnos, Pablo no había aparecido.

Valeria me llevó hasta casa y me dijo:

-VALERIA: No seas boluda, llamalo, forzá un encuentro, que se haya ido no quiere decir que deje de quererte, vos también te fuiste un tiempo y no dejaste de quererlo.

Cuando entré en casa, me quedé pensando y recordando momentos vividos con él, hasta que me quedé dormida. De mi vida con Pablo, ya nada quedaba, y todo era culpa mía, me lo tenía merecido, con ese sentimiento, me dormí llorando.

Cuando los chicos del jardín comenzaron a hacer el horario completo, Román retiraba todos los mediodías a su hija Valentina.

Un día a la hora de la salida, se había largado a llover con todo, cuando retiró a Valentina, me dijo si quería que él me alcanzara, para ir a la casa de su ex suegra, mi casa quedaba de camino, solo se desviaba un par de cuadras.

Le dije que si, y a partir de ese día, todos los mediodías, me insistía de alcanzarme a casa. Al principio me daba vergüenza, no quería que se tomara el trabajo de llevarme todos los días a casa, pero finalmente acepté y me dejaba todos los días en casa. Al principio hablábamos solo de Valentina y de cómo le iba en el jardín, pero a medida que fueron pasando los días, fuimos hablando de otros temas, de su trabajo y del mío, de su vida y de la mía.

Estaba siempre de buen humor y con algún comentario lograba sacarme una sonrisa, me hacía pensar en otras cosas.

Incluso llegué a extrañar, algún día que Valentina faltó al jardín.

El jueves veintidós de marzo, me llamó Valeria invitándome a cenar el día siguiente en su casa con unos amigos, le dije que no andaba con ganas de salir, pero me insistió, que solo era una cena de amigos en su casa, y me terminó convenciendo.

El viernes al salir del jardín, cuando Román me llevó hasta casa, me comentó que él iba también a la casa de Valeria, y me dijo que si yo quería me podía pasar a buscar, le dije que no se tomara tanta molestia, podía ir en un taxi, y su respuesta fue que a las nueve me pasaba a buscar.

Puntual sonó el timbre, lo atendí y le dije que ya bajaba. Cómo era solo una cena en casa de Valeria, no me arreglé demasiado, un jean, una camisa turquesa y unos zapatitos sin taco.

Llegamos a lo de Valeria, y ya estaban dos parejas, Valeria y su esposo.

En un momento me dio por pensar, si no me estarían queriendo, enganchar con Román, pero yo no estaba en esas, no podía sacar a Pablo de mi vida.

La cena estuvo muy bien, entre conversaciones historias y anécdotas nos reímos mucho. Tomé un par de cervezas, y una copa de champagne para brindar.

Cerca de las tres de la mañana, Román me llevó a casa. En el camino me dijo:

-ROMAN: La verdad que la pase muy bien esta noche!

-PATRICIA: En serio, me reí como hacía tiempo no lo hacía.

-ROMAN: Me encanta verte sonreír, te cambia la cara!

-PATRICIA: ¿Eso quiere decir que cuando no me río tengo cara de culo?

-ROMAN: Nada de eso! Solo que sos mucho más linda cuando te reís!

-PATRICIA: Bueno gracias, pasa que a veces no me sale reírme.

-ROMAN: ¿Seguís sin saber de Pablo?

-PATRICIA: La última vez que cruzamos mensajes fue el día de su cumpleaños, hace más de diez días.

-ROMAN: ¿Está acá o en Buenos Aires?

-PATRICIA: La verdad es que no sé, no hablamos de eso.

-ROMAN: ¿Seguís enganchada?

-PATRICIA: Sí, no puedo sacarlo de mi vida, al menos hasta que podamos encontrarnos y ver qué nos pasa.

-ROMAN: ¿Sabés si está con alguien más?

-PATRICIA: No, no lo sé, y respeto sus tiempos, se lo debo, cuando lo necesité, el respeto los míos.

-ROMAN: Antes de separarnos definitivamente con Lorena estuvimos un tiempo distanciados, quizás mis sentimientos por ella no eran como los tuyos, y en ese tiempo, tuve mis necesidades.

-PATRICIA: Me imagino, pero en mi caso, aún lo sigo esperando.

-ROMAN: Más allá de eso, creo que también deberías pensar en vos, ¿cómo sabés si en este tiempo, el no está cubriendo sus necesidades con otra mujer?

-PATRICIA: No lo sé, pero no quiero hacerme la cabeza con ese tema.

En ese momento llegamos a casa, la conversación estaba yendo por un lugar, por el que no quería que fuera. Por momentos hasta sentí como que estaba hablando mal de Pablo.

Nos despedimos, le agradecí por llevarme y traerme y le dije que nos veríamos el lunes.

Entré a casa, y lo que había dicho Román me dejó pensando, sabiendo del temperamento sexual de Pablo, ¿se estaría acostando con otra mujer?

Si así fuera, ¿qué podía reprocharle yo? Así como yo me dejé llevar, también le puede pasar a él. ¿Se estará acostando con esa mujer con la que lo vi?

Solo podría ser, si estuviera en Buenos Aires, ¿estará aún en Buenos Aires o lo tendré aquí en la ciudad? ¿Cómo saberlo?

Y ya acostada, pensé en cuanto lo extrañaba, en cuánto desearía un abrazo suyo, y cuánto quisiera que me haga el amor mirándome a los ojos...


Pablo

El veinte de Febrero, llegué temprano a la oficina, momentos después, llegó Emilia, y a las nueve en punto Florencia.

Tomamos un café con unas masitas como todas las mañanas y nos pusimos a trabajar. Como a las diez y media de la mañana, Florencia recibió un llamado del jardín, su hijo estaba descompuesto y le avisaban para que lo fuera a retirar.

La vi un poco nerviosa, y avisándole a Emilia que se quedaría un rato sola, le dije a Florencia que yo la llevaba al jardín.

Al llegar al jardín, bajo corriendo y minutos después, salió con su hijo en brazos.

Cuándo subió al auto, le pregunté:

-PABLO: ¿Querés que lo llevemos a un médico?

-FLORENCIA: Ay, no sé qué hacer, me parece que tiene fiebre!

-PABLO: Decime a qué médico y lo llevamos.

Me dio la dirección de una clínica con guardia pediátrica y lo llevamos.

Mientras ella hacia el papeleo, yo tuve a Vito alzado.

Por suerte no tuvimos que esperar mucho, al salir del consultorio, con Vito en sus brazos, la llevé a su casa, de camino me contó qué podría haber sido algo que comió y le cayó mal, o alguna afección viral.

Llegamos a su edificio, y subí a Vito hasta su piso.

Entramos, recostó a Vito en el sillón, y me ofreció un café.

Lo tomamos sentados en la mesa, y me agradeció mil veces el haberle dado una mano.

Volví a la oficina a la una del mediodía, y Emilia se había ocupado de todo. Estaba muy conforme con las dos.

Al día siguiente Florencia trabajó desde su casa, para poder cuidar a Vito, que por suerte ya estaba mejor.

El viernes Vito volvió al jardín, y Florencia al trabajo.

Ese día a la hora de salir, después que se fuera Emilia, Florencia me dijo:

-FLORENCIA: Pablo, si no tenés planes, me gustaría agradecerte lo del otro día invitándote a cenar esta noche en casa.

-PABLO: Dale, no tengo planes últimamente! Decime qué llevo.

-FLORENCIA: No hace falta que traigas nada, solo vení con hambre!

-PABLO: Por favor déjame llevar algo, me siento mal yendo con las manos vacías,  decime qué te gusta tomar y lo llevo!

-FLORENCIA: Bueno está bien! Vino tinto o cerveza lo que vos prefieras!

-PABLO: Perfecto! Decime a qué hora y estoy ahí!

-FLORENCIA: Ocho y media o nueve cuando quieras!

-PABLO: Perfecto! Nos vemos Esta noche!

Volví a casa, la que sería mi casa una semana más.

Hacía un par de días que solo veía a Mariana a la mañana cuando la dejaba en el trabajo, y decidí llamarla para tomar unos mates, bajó y estuvimos mateando y conversando un rato, le conté de la cena en casa de Florencia, y pude notar cierta cara de contrariedad, pero le había dejado claro, que lo que había pasado con ella esa noche, había sido un buen momento, pero había quedado ahí.

Cuándo se fue Mariana me fui a dar un baño y a cambiarme.

De camino compré tres botellas de cerveza y una de vino tinto, como para que hubiera para elegir.

Llegué a lo de Florencia a las nueve menos diez de la noche, subí a su piso, y cuando abrió la puerta me sorprendí, nunca la había visto con el pelo suelto, con ropa más informal, tenía un pantalón de tela fina que dejaba los tobillos al descubierto, unos zapatitos sin taco y una remera ajustada, ese atuendo le marcaba su silueta, qué en ropa de trabajo siempre formal, no mostraba.

Sobre la mesa, una bandeja con canapés y un rico olor a salsa.

-FLORENCIA: ¿Pablo, te gustan los canelones? Hice de carne y de verdura!

-PABLO: En ese orden! ¿y Vito?

-FLORENCIA: Este fin de semana le toca con el padre!

-PABLO: Bueno! Pero esta noche nada de hablar de trabajo!

-FLORENCIA: Me parece bien!

Con los canapés nos tomamos la primera botella de cerveza, y en la charla, conocí a otra Florencia, nada formal, mucho más suelta que en la oficina, y hablando de un montón de cosas, algunas ironías, doble sentido y también sarcasmos.

Me sorprendió también lo risueña que estaba, yo conocía su faceta profesional, pero me di cuenta, que fuera del trabajo era otra persona.

Abrió la segunda cerveza, y dimos cuenta de ella, terminando los canapés.

Después vinieron los canelones, que estaban buenísimos, me preguntó si seguíamos con cerveza y le dije que por mí estaba bien.

Terminamos de cenar, y Florencia junto la mesa y llevó todo a la cocina, no me permitió que la ayudara, y en los viajes que hizo a la cocina, no pude evitar mirarle el culo, un poquitín más grande qué la media, pero bien puesto, y por primera vez, la vi como mujer.

Con la cerveza que nos quedaba, nos sentamos en el sillón y seguimos charlando y riéndonos.

-FLORENCIA: ¿Te puedo hacer una confesión?

-PABLO: Por supuesto!

-FLORENCIA: Me gusta el whisky!

Y estirando mi mano, choque la suya diciéndole.

-PABLO: Somos dos! Pero si me permitís, me encanta acompañarlo de un cigarrillo.

-FLORENCIA: Siempre y cuando me convides uno!

-PABLO: No sabía que fumabas!

-FLORENCIA: Es que hace poco que nos conocemos y hay muchas cosas que no conocés de mí!

-PABLO: Eso es cierto! lástima que me quedan pocos días en Buenos Aires! pero hoy conocí a otra Florencia.

-FLORENCIA: Es cierto, te vamos a extrañar! Nos tenés mal acostumbradas!

Se levantó y fue a la cocina a buscar hielo y no pude evitar volver a mirarle el culo.

Después buscó la botella de whisky y dos vasos, sirvió para los dos y chocamos los vasos. Encendí un cigarrillo, se lo pasé y luego encendí uno para mí.

-FLORENCIA: Por una linda noche!

-PABLO: Por una hermosa cena, en muy linda compañía!

Fumamos y tomamos el whisky en el balcón, al terminar, volvimos al sillón y serví otro para los dos.

-FLORENCIA: Pablo, tengo que agradecerte la oportunidad que me diste, con un hijo es bastante difícil conseguir un buen trabajo, y vos a pesar de eso me contrataste, quiero decirte que no te voy a defraudar, voy a hacer lo mejor que pueda, en todo aquello que me toque hacer. Y además, también agradecerte por la buena onda y el buen trato, con Emi siempre hablamos de eso.

-PABLO: Yo he sufrido con jefes jodidos y odio eso, es mucho mejor trabajar en un buen ambiente. Pero dijimos que nada de trabajo!

-FLORENCIA: Tenes razón,  pero te quería agradecer!

No pude evitar el mirarle también la tetas, nada exuberantes, pero en buena forma.

-FLORENCIA: Siempre me gustó ser frontal, aunque a veces no resultó bien, pero prefiero no guardarme las cosas, para no arrepentirme después, ¿Me permitís ser sincera y un poco indiscreta?

-PABLO: Por supuesto, me gusta la gente sincera!

-FLORENCIA: El día de la entrevista, en mi primera impresión al verte, me pareciste un tipo serio, hasta amargo te diría, pero cuando empecé a trabajar,  me di cuenta, que sos buen tipo, hasta podría decirte que en este poco tiempo, mostraste como sos, me doy cuenta en tu mirada y en tu trato.

-PABLO: Me gusta el buen trato con la gente!

-FLORENCIA: Ya lo vi,  y también me di cuenta que cargas con alguna pena o algún dolor, te he visto en varias oportunidades con la mirada perdida en la nada.

-PABLO: Es así,  llevo meses separado de Patricia, después de perder un embarazo en junio del año pasado, quedó muy mal y estuvo unos meses internada, después de eso no pudimos volver a conectar.

-FLORENCIA: ¿La seguís amando?

-PABLO: Así es, no la puedo sacar de mi vida!

-FLORENCIA: ¿Y ella?

-PABLO: Siempre creí que sí, pero hace tiempo que no nos vemos, ni hablamos.

-FLORENCIA: Entiendo lo que sentís, ya me tocó vivirlo, aunque no terminó bien, en aquel momento nos tomamos un tiempo, pero ese tiempo fue para siempre, con esto no quiero decir que sea tu caso!

No pude evitar las lágrimas, y en ese momento, se acercó y me abrazó, realmente necesitaba un abrazo en ese momento.

Se recostó en el respaldo del sillón y yo apoyé mi cabeza en sus hombros.

-FLORENCIA: A fuerza de reveses en mi vida, aprendí que todo pasa, la vida te quita, pero también te da, siempre te deja una buena razón para seguir adelante, en mi caso es Vito, vivo para él, hago lo mejor que puedo por él.

-PABLO: Yo trato de seguir adelante, pero por momentos, la soledad me mata.

-FLORENCIA: Ya lo sé, a mi también! ¿Puedo seguir siendo sincera y descaradamente atrevida?

-PABLO: Por supuesto!

-FLORENCIA: ¿Me gustaría pedirte qué juntemos tu soledad y la mía esta noche y que te quedes a dormir conmigo? Extraño un abrazo cálido, te juro que no tengo más pretensiones.

Cuándo terminó de decir eso, la miré a los ojos, la abracé y la besé.

Un beso suave que ella correspondió.

-FLORENCIA: Por favor olvidá por un momento que sos mi jefe.

-PABLO: Yo no soy tu jefe!

Y la volví a besar, esta vez, nuestras lenguas se encontraron en un largo juego qué sumó caricias en nuestras espaldas.

-FLORENCIA: ¿Te quedarías conmigo esta noche?

-PABLO: Me encantaría!

Y nos volvimos a besar, esta vez más apasionadamente.

-FLORENCIA: Sabés cuanto necesitaba algo así!

-PABLO: ¿Solo eso?

-FLORENCIA: Bueno quizás algo más!

Y poniéndome de pie, estiré mi mano para tomar la suya y que también se pusiera de pie. Parados frente a frente, la volví a abrazar y la volví a besar.

Tomé su remera, por los costados en la parte de abajo, y comencé a subirla, entendió mi intención, y levantó sus brazos para permitirme sacarla.

Después fue ella la que tomó mi remera y la sacó.

Pasé mis manos por su espalda, y desabroché su corpiño, movió sus hombros para permitirme retirarlo, quedando a mi vista, sus tetas de oscuros pezones. La abracé y sentí sus tetas contra mi pecho, nos volvimos a besar y a acariciar.

-PABLO: No tengo más para ofrecerte, que pasar un buen momento, en esta hermosa noche.

-FLORENCIA: No pretendo más que eso!

Desprendí su pantalón, y metiendo mis manos por los costados, lo bajé hasta que cayó al piso por su propio peso, dejando a mi vista, una pequeña tanguita color piel. Ya no podía ocultar mi erección, desprendió el cinturón y los botones del jean y también lo bajó. Se sentó en el sillón y bajó mi bóxer, dejando mi pija ante su cara, la miró, la tomó con ambas manos, la acarició y mirándome a los ojos, se la fue introduciendo de a poco en su boca, la chupaba suavemente, mientras que con una mano la pajeaba lentamente.

Después de unos minutos dándome placer con su boca, la tomé para que se ponga de pie y le bajé lentamente la tanguita, encontrándome con una conchita con solo un pequeño triangulito de bello prolijamente recortado.

Ya desnudos los dos, me tomó de la mano y me llevó hacia su habitación, retiró el cubrecama, nos recostamos, abrazados con nuestros cuerpos pegados y nos volvimos a besar.

Besé su cuello, su oreja, fui bajando hasta sus tetas, que besé y lamí, dejando los erguidos pezones para lo último. Los rodeé con la lengua, hasta que terminaron por completo en mi boca, los chupé y presioné con mis labios.

La respiración de Florencia ya estaba agitada, y podía sentir los acelerados latidos de su corazón.

Después de saborear sus tetas, seguí mi recorrido hasta su sexo, que húmedo ya, recibió el primer roce de mi lengua con un leve arqueo de su cadera.

Me esmeré en recorrerlo por completo, Florencia abrió completamente sus piernas, ofreciéndome toda su intimidad. Besé, lamí, chupé, mordí toda su conchita desde su pubis hasta su ano, sus manos en mi cabeza, acompañando mis movimientos, introduje dos dedos en su empapada cavidad, y los fui moviendo lentamente, no paré hasta sacarle un tembloroso orgasmo.

-FLORENCIA: Cuanto necesitaba esto!

No le di demasiado tiempo para recuperarse y puse mi cuerpo sobre el suyo, mis brazos extendidos a los costados de su cuerpo, soportando mi peso, la volví a besar y a mordisquear sus pezones.

-PABLO: Sos hermosa, ¿lo sabías?

-FLORENCIA: Vos sos un divino! Ya te quiero sentir dentro mío!

-PABLO: No traje preservativos! Solo venía a cenar!

-FLORENCIA: No tengo ningún problema de salud y tengo puesto un DIU, por favor, dejame sentirte así! Te quiero sentir así adentro mío!

Y sin más preámbulos, mi glande buscó su entrada, y como si ya conociera el camino, fui introduciéndola despacio, sin problemas, resbalaba por lo mojada que estaba, hasta entrar por completo.

-FLORENCIA: Siiiii! Asiiiii! Cómo me gusta!

El bombeo fue lento, disfrutando de entrar y salir de su lubricada conchita. Sus manos acariciaban mi espalda y bajando hasta mis nalgas.

Su respiración agitada, me hizo acelerar las embestidas, hasta hacerla llegar al orgasmo.

Sus brazos presionaron mi cuerpo contra el suyo y nos volvimos a besar.

Me salí y le pedí que me cabalgara, me acosté y ella se sentó sobre mí entrándosela toda en su interior. Apoyó sus manos en mi pecho y empezó a moverse, tomé sus tetas con mis manos y las acaricié por completo, presioné sus pezones entre mis dedos, haciendo que acelerara su ritmo.

Enderezó su cuerpo apoyando sus manos en mis tobillos y aceleró aún más su ritmo, ver su cuerpo moverse, sus tetas al ritmo de sus movimiento, me llevaron al punto de ya no poder aguantar, me enderecé y tomándola del culo y chupando sus pezones, aceleré los movimientos de su cuerpo para inundar su interior con mi semen, al tiempo que emitía un jadeo, casi un grito al tener un nuevo orgasmo.

Quedamos abrazados, sus tetas contra mi cuerpo y sus manos tomando mi cabeza durante un nuevo beso.

Volví a apoyar mi espalda en la cama, y su cuerpo quedó pegado al mío, estiró sus piernas, y quedamos abrazados, me volvió a besar y me dijo al oído.

-FLORENCIA: Fue maravilloso! En mi vida tuve más de un orgasmo en una relación, es la primera vez!

-PABLO: Sos hermosa y me excitó terriblemente tu excitación!

Abrazados como estábamos, nos quedamos dormidos.

Al día siguiente me despertaron las ganas de ir al baño, Florencia aún dormía y al ver su cuerpo desnudo, me pareció más hermoso que en la noche.

Al regresar del baño, me puse el bóxer  y al recostarme, abrió sus ojos con una hermosa sonrisa.

-FLORENCIA: Buen día Pablo, ¿Qué hora es?

Y mirando mi teléfono, le contesté:

-PABLO: Buen día Flor! Las dos y cuarto.

-FLORENCIA: Con razón tengo tanto hambre! Ya preparo algo para comer.

Se levantó desnuda y fue al baño, no pude evitar volver a mirarle el culo. Salió del baño, se puso una remera larga y fuimos para la cocina.

-FLORENCIA: ¿Mate o café?

-PABLO: Me da lo mismo, lo que prefieras!

Preparó unos mates y unos sándwiches de jamón y queso.

Mientras comíamos necesité decirle:

-PABLO: Flor, necesito decirte que lo de anoche fue fantástico, sos una mujer hermosa y me diste un enorme placer!

-FLORENCIA: Sin mentirte, fue la más placentera de las relaciones que he tenido en mi vida! ¿Pero?

-PABLO: Pero espero que entiendas, que no tengo más para ofrecerte, no me arrepiento de lo que hicimos, más allá del alcohol, éramos conscientes de lo que estábamos haciendo y lo disfruté mucho, disfruté mucho de toda la noche, pero no dejo de ser tu jefe y en unos días, al volver a Mar del Plata, necesito resolver mi situación con Patricia.

-PABLO: Te entiendo Pablo, pero quedate tranquilo que esto va a quedar entre vos y yo, como una noche especial en donde nos encontramos y la pasamos bien, sé que no estamos para algo más, ni vos, ni yo. Quisiera encontrar a ese hombre que se enamore de mí y poder compartir la vida con él.

La pasé muy bien anoche, tampoco me arrepiento, pero soy consciente, que lo que pasó, pasó y debemos volver a nuestra realidad.

-PABLO: Sos una hermosa mujer, por donde se te mire, ojalá tengas la suerte de encontrar un buen tipo, te merecés eso y mucho más.

Terminamos de comer, me vestí y despidiéndonos con un abrazo, me fui para casa, en el trayecto pensaba que aunque el sentimiento por Patricia sigue existiendo, el sentir  que no volveríamos a estar juntos, no me hacía sentir culpa.

El domingo empecé a preparar todas mis cosas para dejar el departamento. Mariana me ayudó mientras tomábamos unos mates.

El veintisiete Invité a Emilia y a Florencia a almorzar para despedirme de ellas, fuimos a un lindo restaurante y luego de almuerzo les dije que se tomaran la tarde libre.

Me despedí de Mariana con una cena en su casa y no faltaron las lágrimas diciéndome que me iba a extrañar.

Volví a Mar del Plata el veintiocho y fui a mi nueva casa y compré todo lo necesario, comida, cosas de limpieza y cerveza, sobre todo cerveza.

¿Qué sigue ahora? ¿Cómo vuelvo a la vida en Mar del Plata? Sigo pensando todo el tiempo en ella…. Pero…. Creo que mi vida deberá tomar nuevos rumbos.

Continuará…