Los intrincados caminos de un amor (22)

Los intrincados caminos de un amor Capítulo 22

Los intrincados caminos de un amor

Capítulo 22

Patricia

Pablo estaba tan pendiente de mí todo el tiempo y yo sentía que no podía retribuirle del mismo modo y eso me ponía cada vez peor.

En las sesiones, lo hablaba todo el tiempo y Viviana trataba de hacerme pensar en que si lo que sentía por Pablo era realmente amor o solo tenerlo por su dedicación hacia mí para sentirme segura y contenida.

No dudaba de lo que sentía por Pablo, ya ni siquiera pensaba en su infidelidad, todo lo que había pasado después, le había restado importancia, pero Viviana me decía que quizás, solapadamente no lo perdonaba por aquello, sumado a la culpa que aun sentía por la pérdida de nuestro hijo, más mis cambios de actitud para con él, podrían indicar que quizás ya no era amor lo que sentía por él.

Salí de aquella sesión con la cabeza hecha un lio, ¿Tendría razón Viviana y ya no estaría enamorada de Pablo? No lo sentía así, ¿o me estaría engañando a mi misma? De ser así, también lo estaba engañando a él. ¿Cómo saberlo?

Ese mismo día, hablé con Martina y me dejó picando una idea en la cabeza, ¿tomarme un tiempo? Tenía que analizar muy bien el tomar una decisión así, tensaría mucho la cuerda de nuestra relación y correría el peligro de que Pablo ya no esperara a que aclarara mi situación con él. Pero por el otro lado, no había logrado volver a encontrar esa conexión que teníamos.

Lo hablé en terapia y me dijo que de tomar una decisión así, estaría en mi derecho de hacerlo, que ella no podía decirme que hacer respecto de mi relación con Pablo, pero que tendría que tener ciertas precauciones respecto de las consecuencias y que fundamentalmente, no tenía que interrumpir mi tratamiento, que tendría que seguir tomando la medicación y que tendríamos las sesiones por videollamada semanalmente.

Tardé unos días en decidir qué hacer, creo que inconscientemente, lo creía necesario y eso me tuvo nerviosa incluso en mi relación diaria con Pablo. Hablé varias veces con Martina y le conté que tenía casi decidido tomarme unos días para estar sola, me preguntó donde iría y le dije que no sabía, quizás a alguna localidad cercana. Fue entonces donde me contó de su casa en Punta del Este y que Felipe a mediados de mes tenía que viajar al norte del país y que ella estaría sola, y me propuso que fuéramos las dos a Punta del Este y pasar unos días juntas.

Esa propuesta me decidió, me iría el viernes diecisiete de noviembre, el tema ahora era hablar con Pablo, tratar de hacerle entender que necesitaba estar un tiempo sola, sin él, para tratar de aclarar mi cabeza y lo que me estaba pasando.

Sabía que lo iba a tomar por sorpresa y conociéndolo sabía que le sentaría mal que lo volviera a dejar solo, que corría el riesgo de  despedazar lo que aún sentía por mí, y era consciente de que nuestra relación podría llegar a un punto de no retorno que terminara en nuestra separación.

Y así fue, esa tarde que al llegar del trabajo lo esperaba para decírselo, estaba tan nerviosa que no pude evitar las lágrimas, al verme su cara de preocupación y su mirada de amor, me hizo dudar sobre la decisión que había tomado, sabía que lo mataría, pero en ese momento creí que era lo mejor. ¿Si fui egoísta pensando solo en lo que yo necesitaba? Seguramente que sí, pero pensaba en cómo tarde o temprano nuestra relación se iría deteriorando y no quería que me volviera a pasar lo que me había pasado con Mariano. A pesar de ser una decisión drástica, era la única opción que encontraba para tratar de no lastimarlo. Aunque esto también lo lastimaría, creí que era importante para mí confirmar que realmente el estar con él y de la mejor manera de la que fuera capaz, era lo que deseaba para mi futuro.

Desde que le conté lo que había decidido, lo vi devastado, incluso lo vi llorar cuando creyó que estaba solo, me hacía muy mal verlo así y no encontrar la manera de seguir con él sin lastimarlo, me sentía una mierda, pero no encontraba la salida.

Se metió para adentro, casi no me hablaba, no me objetó mi decisión, pero me daba cuenta que no la compartía, y que seguramente pensaría que con todo lo que él también ha sufrido, a pesar de eso estaba pendiente de mí y que yo a pesar de amarlo no lo podía corresponder. Todo un lio.

El viaje a Buenos Aires y la espera hasta la hora de salida del ferri, fueron muy tensas, casi no hablábamos y podía ver la tristeza en su mirada, me parecía que todo el tiempo estaba aguantando las lágrimas.

Cuando le dije que era por nuestro bien, creo que en ese momento no podía verlo así, pero cuando me dijo que no me llamaría, me dio una punzada en el pecho, sabía que le estaba causando un dolor que quizás no pude dimensionar, dándome a entender que si yo necesitaba la distancia, la tendría.

La despedida fue muy triste, los dos llorando, lo abracé y lo besé, aunque en su abrazo, pude sentir como si se estuviera despidiendo de mí para siempre, y eso me hizo mierda.

Le hice el corazón con los dedos, como tantas veces lo había hecho en los viajes, para que supiera que este era otro tipo de viaje, que este era para adentro, pero que como aquellos, también volvería, y me mató verlo parado ahí, inmóvil, llorando y seguramente sintiendo que esta despedida, sería para siempre…


Pablo

Salí de la terminal del ferri, sin volver a mirar para atrás, no podía parar de llorar, me subí al auto y estuve sin poder arrancar por más de media hora.

Tenía esa sensación de que esta despedida podía ser la última, ella estaba buscando algo que no conseguía tener conmigo, ¿y yo? ¿Qué estoy buscando yo? ¿Cuál es mi razón de ser, solo estar pendiente de ella, cuando ella no ha podido estar pendiente de mí? Y por primera vez en nuestra vida juntos, tuve la sensación de que quizás, lo nuestro no tenía futuro, demasiadas cosas habían nublado el camino y quizás sea tiempo de parar para ver bien qué camino tomar, que pasos dar.

Di unas vueltas por Buenos Aires, hacía mucho tiempo que no paseaba solo sin nada en que pensar, ya no quería pensar, me dolía pensar.

Faltando minutos para las cinco y media, me llegó un mensaje de Patricia con una foto, en ella estaban las dos en su auto, seguramente camino a su casa y el mensaje decía: “Ya estoy en Punta del Este con Martina, ya te extraño, no te olvides lo que te amo!”

Para que mentir, no quería contestar ese mensaje, si tanto me ama, ¿Por qué me deja solo? ¿Acaso no piensa en mí? Pero no quise ser descortés y le contesté: “Espero que encuentres lo que fuiste a buscar. Te amo” no hubo más mensajes y en ese momento decidí que no la llamaría ni le escribiría aunque me muriera de ganas de hacerlo.

Cené en una parrilla y me tomé una botella de vino, decidí quedarme esa noche en Buenos Aires y volver al día siguiente.

Busqué un hotel y después de me dieran la habitación, subí, me di un baño y salí a caminar por la noche porteña, sin saber a dónde ir, sin saber qué hacer.

Encontré un bonito bar en San Telmo y entré a tomar alguna copa.

Finalmente fueron dos gintonic, que me dejaron colocadito y listo para derrumbarme en la cama.

Que distinta era la noche de Buenos Aires, el movimiento es incesante, un sinfín de gente yendo de un lado para otro, los bares por los que pasaba estaban a reventar, mucho alcohol, mucha diversión, pero ajena a mí, nada me sacaba de aquella soledad perforante que sentía.

Volví al hotel bastante borracho, entré en la habitación y me tiré a la cama, así como estaba.

Al día siguiente, me levanté y me di un baño, tenía una linda resaca, bajé a desayunar y luego del desayuno dejé el hotel.

¿Y ahora? ¿Qué hago de mi vida ahora? Patricia me dijo que serían un par de semanas, ¿Serían reamente un par de semanas? ¿Estaría intentando dejarme y no encontraba la manera?

Demasiadas preguntas sin respuestas, me acompañaron en el viaje de vuelta a Mar del Plata.

Volver a entrar en nuestra casa vacía, me mató. Volvían los fines de semana de tristeza y soledad, la puta madre! ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil?

Ese sábado a la noche me emborraché solo en casa y me quedé dormido en el sillón. Me despertó la luz que entraba por la ventana, miré la hora y me fui a la habitación, bajé bien la persiana para que no entrara luz, cerré la puerta y me acosté a seguir durmiendo.

Cuando me desperté eran casi las diez de la noche, como por inercia, miré mi teléfono para ver si había algún mensaje de Patricia, pero no, no había escrito ni llamado.

Arrancó la semana y ya quería que fuera martes, necesitaba ir a terapia, necesitaba contarle todo a Daniela, necesitaba sacarlo todo, y ese era el mejor lugar.

La sesión me hizo pelota, confirmando mi terapeuta, lo que ya me había dicho unas semanas antes, pero que a pesar de que me sintiera desolado por su decisión, tenía que pensar también en mí y en lo que yo estaba necesitando, pero ¿qué era lo que yo estaba necesitando? Por supuesto sentía que era volver a mi vida con Patricia, mi trabajo y proyectar un futuro. Aunque por el momento, la vida con Patricia y mi futuro, eran una incógnita.

De Patricia no había tenido noticias en estos días, trataba de no estar todo el tiempo pensando en ella.

El jueves al llegar al trabajo, don Mario me llamó a su oficina, quería consultarme y saber mi opinión, sobre montar una oficina en Buenos Aires, muchos trámites, la importación de insumos y la exportación de productos, se manejaban en Buenos Aires, había visto una oficina bien ubicada, y me preguntó si yo podría viajar para verla y si me parecía bien, hacer el contrato de alquiler.

Le dije que no tenía problema en viajar, y que cuando él lo decidiera me avisara.

Quería montar allí, en una primera instancia, un apéndice de la parte legal de la empresa, con un abogado y algún empleado administrativo para agilizar muchos de los trámites.

Hablamos un momento más y me dijo que si quería podía ir el lunes siguiente, qué la empresa corría con todos los gastos.

Ese fin de semana tampoco tuve noticias de Patricia, ¿si las esperaba? Claro que sí, necesitaba saber algo de ella, saber cómo estaba, no me podía negar que la extrañaba y que necesitaba al menos, escuchar su voz.

El lunes temprano, pasé por la empresa recogí todo lo que tenía que llevar a Buenos Aires y salí a la ruta a eso de las ocho y media de la mañana.

Iba bien de tiempo y decidí parar a tomar un café en una de las estaciones de servicio de la ruta.

Mientras tomaba el café, me llegó un mensaje de Patricia, " Hola amor mío, quería que te quedes tranquilo, estoy bien, te extraño mucho, hablamos mucho con Martina, te manda un beso. ¿Vos cómo estás? Te amo" y un corazoncito.

Hubiera preferido aunque sea un audio, para poder escuchar su voz y darme cuenta cómo estaba, pero algo es algo, y le respondí, " Yo estoy bien, camino a Buenos Aires por el trabajo, también te extraño, Te mando un beso. Te amo"

No quise ser demasiado cariñoso, ni tampoco contarle lo mal que me encontraba, ¿de qué hubiera servido?

Retomé la ruta y llegué a Buenos Aires cerca de las dos de la tarde.

A las cuatro me encontraría con el agente de la inmobiliaria para ir a ver la oficina.

Almorcé algo rápido y me fui hacia el edificio, dónde ya había acordado encontrarme con quién me mostraría la oficina.

Puntual llegó aquel muchacho, y luego de las presentaciones, subimos. El edificio era completamente de oficinas, la que iríamos a ver, estaba en el octavo piso.

Tenía un ambiente más o menos amplio, un pequeño office y el baño, y separado una oficina, además de un espacio en el estacionamiento del subsuelo.

Estaba muy bien, muy prolijo y moderno, y luego de que me contó las condiciones, le dije que al día siguiente por la mañana, le daría la respuesta. Les pedí sacar un par de fotos para calcular el mobiliario necesario y para enviárselas a Don Mario.

Al salir de ahí busque un hotel no muy lejos y tome una habitación.

Desde allí lo llamé a Don Mario y le conté de la oficina, le mandé las fotos y me dijo que si me parecía bien, que ya la alquilara.

Al día siguiente, llame a la inmobiliaria para pasar a firmar el contrato, hicimos todos los trámites, Y antes del mediodía, ya tenía las llaves.

Almorcé en un restaurante y después me fui para la oficina.

Tomé nota de todos los muebles que habría que comprar, también habría que pedir una línea telefónica, una conexión de internet, un pequeño letrero para poner en la planta baja y en la puerta de la oficina con el nombre de la empresa.

Seguramente, todo aquello sería hecho en un próximo viaje, también la selección de las personas que trabajarían ahí, en un principio serían solo dos. Salí de la oficina y volví al hotel, junte mis cosas y me volví para Mar del Plata.

Al día siguiente ya en la empresa, Don Mario me pregunto sí yo podría ocuparme de poner en funciones la oficina, encargarme de los muebles, las instalaciones y la selección del personal.

Esa muestra de confianza que Don Mario, me hacía ver lo importante que era mi trabajo para él.

Durante la semana, preparé todo lo que tendría que llevar a Buenos Aires y programé el viaje para el lunes siguiente.

Patricia me había dicho, que estaría en Uruguay un par de semanas, pero mi intuición, me decía qué no serían solo esos días.

Cómo el martes no había podido ir a la sesión de terapia, Daniela me la había pasado para el viernes.

La sesión me movilizó muchos sentimientos, pero me hizo entender, que no tenía que supeditar mi vida, a las decisiones de Patricia, que si tenía que viajar por cuestiones de trabajo, no podía supeditarlo a su regreso, sin saber siquiera, si ese regreso sería en esos días.

Y como si ya lo hubiera sabido, el domingo por la tarde, me llegó un mensaje de Patricia qué decía, "Amor mío, espero me entiendas, necesito quedarme unos días más, te extraño y te amo, pero lo necesito. Te mando un beso"

Con qué pocas palabras, lograba aumentar mi tristeza y mi incertidumbre respecto de nuestra relación, y recordando las palabras de Daniela, le contesté, " Hola Pato, creo que esta distancia, nos viene bien a los dos, para entender lo que realmente necesitamos y lo que deseamos para nuestras vidas"

Adrede no le dije que la extrañaba ni que la amaba, aunque realmente seguía siendo así, si necesitaba distancia, pues se la estaba dando y también me la estaba dando a mí.

Igual que la semana anterior, el lunes temprano salí para Buenos Aires, llegué al mediodía, y antes de ir a la oficina, paré para almorzar.

No sabía cuántos días me llevaría dejar la oficina en condiciones, pero Don Mario, me dijo que me quedara los días que hicieran falta.

Lo primero que hice, fue solicitar a la compañía de teléfonos una línea, luego la conexión de internet, y después publicar un aviso, para cubrir los cargos.

Luego salí a ver dónde comprar los muebles, me fui para avenida Belgrano y estuve mirando un par de negocios, en uno compré los dos escritorios y las dos sillas con respaldo, para los empleados. Me las entregarían al día siguiente por la mañana. En otro negocio compré cuatro sillas para las personas que visitaran la oficina, junto con un mueble con estantes y un mueble fichero.

También compré una pequeña heladera para poner debajo de la mesada del office, una cafetera eléctrica, una pava eléctrica y dos computadoras de escritorio que también me entregarían al día siguiente.

Como a las cinco de la tarde me fui al hotel donde había estado la semana anterior que estaba a pocas cuadras de la oficina.

Ya en la habitación lo llamé a Don Mario y lo puse al tanto de cómo iban las cosas.

Cené en un restaurante cerca del hotel y después me fui a tomar algo a un bar.

Al día siguiente, llegué temprano a la oficina, de camino compré lo necesario para la limpieza y para el office.

A media mañana, llegaron los muebles, desembalé y ordené cada cosa en su lugar, cerca del mediodía, llegaron el resto de las cosas.

Iba sacando fotos de todo para mandárselas a Don Mario.

A las seis de la tarde, volví al hotel y revisé la cuenta de correo, para ver si alguien había respondido al aviso. Me sorprendí al encontrar más de doce postulantes, con algunos datos que había pedido en el aviso, deseché algunas y seleccioné a cuatro de ellos para el cargo de administrativo y cuatro para el de abogado. Organicé las entrevistas para el día jueves, la oficina ya estaría bastante ordenada para recibirlos. Me contestaron todos por lo tanto, el jueves tendría ocho entrevistas.

Los cité con una hora de diferencia entre uno y otro, en ese tiempo, sería más que suficiente para averiguar sus antecedentes y su experiencia.

El miércoles instalaron el servicio de internet por la mañana y por la tarde, la línea telefónica.

Después salí a comprar algunas cosas para ambientar un poco los ambientes, algunos cuadros, unas plantas, percheros y un par de sillones pequeños, para completar los muebles de la parte qué funcionaría como recepción.

El jueves, llegué temprano y prepare café para ofrecerle a los entrevistados.

Fueron cuatro por la mañana, después bajé a almorzar y los otros cuatro por la tarde.

En esa primera selección, quedé conforme con dos mujeres, Emilia una chica de veintiocho años para el puesto de administrativa, y Florencia, una abogada de treinta y seis años con experiencia en una consultora que al quedar embarazada tuvo que dejar por cuestiones de horario.

Los sueldos estaban bien, y las jornadas laborales serían de seis horas de lunes a viernes, con la salvedad de algún trámite urgente.

Le comuniqué todo a don Mario y me dijo que si para mí estaba bien, que las contratara.

Las volví a citar a ambas para el día viernes para confirmarles el puesto, a ambas a la misma hora para que se conozcan, y para ponerlas al tanto de sus tareas en la empresa.

A Florencia, la puse en contacto con Roberto, el abogado de la empresa en Mar del Plata, quien luego me diría que había elegido bien.

El lunes ambas comenzarían a trabajar, el horario que pactamos, sería de nueve a quince. Ambas estuvieron de acuerdo y me agradecieron el trabajo.

Cuándo Emilia se fue, Florencia me comentó, qué hacía más de un año, que estaba separada, que Vito su hijo de tres años, había comenzado el jardín de infantes, y me preguntó si en algún momento que fuera necesario, podía ausentarse un momento por cuestiones del jardín. Le dije que por supuesto, qué en los primeros tiempos, hasta que se acostumbre al trabajo, se daría cuenta que no era muy exigente, que incluso de ser necesario ante algún problema, podría trabajar desde su casa.

Me lo agradeció muy alegremente con un abrazo que me sorprendió, pero al que no me negué, noté un agradecimiento sincero de su parte.

Aunque a decir verdad, supongo que por mi abstinencia, el contacto con su cuerpo, aunque mínimo, me provocó cierto cosquilleo.

Me fui de la oficina como a las seis y media de la tarde, llegué al hotel, lo llamé a Don Mario para ponerlo al tanto de todo y me fui a dar un baño.

Salí a cenar y después a tomar algo a algún bar.

Encontré un lindo pub y entré a tomarme una cerveza, estaba bastante lleno y el único lugar que encontré,  fue un banco alto en el final de la barra, me pedí una cerveza negra y me puse a escuchar música y a mirar el panorama.

El ambiente era tranquilo y cuando iba por mi segunda cerveza, una mujer de unos treinta y cinco años, se sentó a mi lado y me saludó amablemente presentándose como Mariana, le dije mi nombre y nos pusimos a conversar.

Me contó que había quedado con una amiga, que le había cancelado sobre la hora y que estaba sola, yo le dije que estaba por trabajo en la ciudad, pero que era de Mar del Plata.

En un primer momento, pensé que buscaba un hombre para pasar la noche, pero a medida que transcurría la charla, me di cuenta de que no, qué tan solo buscaba hablar con alguien.

La conversación fue muy amena y distendida, cuando se desocupó una mesa, pedimos otra cerveza y nos sentamos a seguir conversando, era muy fácil hablar con ella, muy educada y muy alegre. En un momento, me preguntó hasta cuando me quedaba en Buenos Aires, le dije que por lo menos una semana más y me dijo que le había encantado hablar conmigo, y que si a mí me parecía, nos podríamos volver a encontrar.

Le dije que estaría bien y quedamos en encontrarnos en ese mismo bar al otro día.

Pasadas las tres de la mañana, nos fuimos, me ofrecí a llevarla hasta su casa y acepto muy agradecida.

La dejé en la puerta de su edificio, nos despedimos con un beso y volví para el hotel.

Me sentí bien pudiendo pasar un momento distendido con una mujer, hacía mucho tiempo que no lo hacía con alguien sin conocerlo y en un bar, me tuve que remitir a mis tiempos de juventud.

¿Acaso sería lo que me depararía el futuro?...


Patricia

Subí al barco llorando, me senté en un asiento pegado a la ventana para poder ver el rio durante el viaje. ¿Era correcta la decisión que había tomado? ¿Realmente me serviría para poder entender lo que me estaba pasando con Pablo?

Pude ver la tristeza en su mirada, y seguramente su dolor por volver a estar separados.

Me sentía comprendida y contenida por él, pero sentía que no podía corresponderle de la misma manera y necesitaba aclarar lo que me estaba pasando.

Las casi tres horas de viaje me la pasé llorando, solo pensaba en que esta distancia no lo arruinara todo.

Al llegar a Punta del Este, bajé del barco y realicé los trámites pertinentes, al salir Martina me esperaba en el hall de la empresa.

Nos dimos un abrazo, necesitaba ese abrazo y no pude evitar volver a llorar.

-MARTINA: Hola Patito! Qué ganas tenía de verte y abrazarte!

-PATRICIA: Yo también! No sabés cuanto lo necesitaba!

-PATRICIA: Bueno tenemos varios días para abrazarnos!

Le pedí sacarnos una foto para enviarle a Pablo diciéndole que ya estaba con Martina y que había llegado bien.

Salimos de allí y fuimos a su casa, una hermosa casa por la zona de playa Montoya, en un complejo de tres unidades iguales rodeadas de jardines, y frente al mar, tan solo cruzar la avenida.

La casa no era muy grande pero estaba completa, no le faltaba nada, un amplio estar comedor con la cocina a un costado, un amplio baño y dos dormitorios, el principal con una cama matrimonial y otro un poco más pequeño, con dos camas individuales.

-MARTINA: Vení vamos las dos en el grande, así estamos más cómodas.

-PATRICIA: Si corazón, donde vos digas!

Acomodé mis cosas en el placard donde ya estaban las de Martina y nos sentamos en el sillón.

-MARTINA: Bueno linda, contame como estás!

-PATRICIA: La verdad, como puedo, si bien estoy un poco mejor, el salir de la clínica y volver a casa me ha tenido muy nerviosa, como que no encuentro nuevamente el camino.

-MARTINA: ¿Y con Pablo?

-PATRICIA: Ese es el problema! Pablo desde que salí no me descuidó un segundo, se ocupa todo el tiempo de mí, se preocupa por mi bienestar, está todo el tiempo pendiente, re cariñoso, re dulce, re paciente.

-MARTINA: ¿Pero?

-PATRICIA: Pero no le pude corresponder, no sé qué me pasa!

-MARTINA: No te exijas, por todo lo que tuviste que pasar, no es fácil seguir como si nada, quizás se tengan que ir acomodando las cosas de a poco.

-PATRICIA: Eso es lo que me pone mal, estoy muy tranquila con Pablo, sé que me sigue amando, me lo demuestra con cada gesto, con cada mirada, con cada caricia. Pero a pesar de que me lo ha dicho muchas veces, no puedo dejar de sentirme culpable por lo que pasó!

-MARTINA: ¿Por la pérdida del bebé?

-PATRICIA: Si Marti, me sigo sintiendo culpable, no pude darle ese hijo que lo había puesto tan feliz, que lo había ilusionado tanto!

-MARTINA: Pero no fue culpa tuya, a muchas mujeres les pasa eso, pierden embarazos y en muchos casos, ni siquiera se puede saber por qué, no sos vos responsable por que el bebé no logró sobrevivir.

-PATRICIA: Entiendo eso, pero es el segundo! Ya tendría un hijo y otro en camino!

-MARTINA: Lo sé corazón! Lo sé y entiendo tu dolor, no me tocó pasar por eso, pero estoy segura que sentiría ese mismo dolor, y no te lo voy a negar, estamos pensando con Felipe tener un hijo y también tengo ese miedo. ¿Sentís que Pablo de algún modo te hace responsable?

-PATRICIA: No, al contrario, ya me ha dicho varias veces que no soy responsable de eso, pero no lo puedo evitar.

-MARTINA: ¿Seguís con la terapia?

-PATRICIA: Si claro, es más cuando le dije que me iría unos días, me dijo de hacer las sesiones por videollamada, que es importante continuarlas.

-MARTINA: Claro que sí! No las cortes! A pesar de estar mejor, es importante que sigas hablando de lo que te pasa.

Salimos a hacer unas compras para la cena, hablar con Martina siempre me daba tranquilidad, sé lo que me quiere y que todo cuanto me dice es desde ese sentimiento.

Caminamos un rato por la costa hasta que cayó el sol, preparamos entre las dos la cena y después nos fuimos a dormir, la verdad estaba cansada.

Al día siguiente, Martina se levantó antes que yo y preparó el mate con algo para comer y me dijo de ir a desayunar a la playa.

Llevamos dos reposeras y tomamos los mates con galletas y frutas y nos quedamos hablando toda la mañana.

-MARTINA: Contame como está Pablo.

-PATRICIA: La verdad es que no lo sé del todo, no muestra todo el tiempo su dolor, creo que lo esconde delante de mí, lo he visto llorar cuando creía que no lo veía, se que lo pasó tan mal como yo, y para colmo solo, cuando nos despedimos en Buenos Aires, podía ver su tristeza, creo que en el fondo no entiende esta distancia y seguro debe estar pensando que ya no quiero estar con él y eso me hace sentir una mierda!

-MARTINA: ¿Y vos que sentís? ¿Querés seguir con él? ¿Seguís enamorada de él?

-PABLO: Si, lo sigo amando, pero después de la internación, no volví a sentir esa conexión que teníamos, los primeros días estaba tensa, creyendo que me buscaría sexualmente y yo no sabía si estaba lista, pero no, me tuvo toda la paciencia, nunca me insinuó nada, creo que esperaba que yo lo buscara. Es más la primera semana, ni siquiera me mostré desnuda delante suyo.

-MARTINA: No te martirices, creo que lo entendió y respetó tus tiempos!

-PATRICIA: Si, eso sí,  pero yo sentía que él necesitaba ese encuentro, siempre fuimos muy sexuales, sobre todo antes de lo que nos pasó con otras personas. El segundo fin de semana, me decidí a intentarlo, como para poder relajarme, le dije de bañarnos juntos.

-MARTINA: ¿Y cómo estuvo?

-PATRICIA: Re bien, nos metimos los dos en la bañera y mientras hablábamos me acariciaba re suave, no eran caricias apasionadas, fue muy delicado, eran mimos. Yo le tuve que llevar su mano a mis tetas y a mi entrepierna para que me tocara, eso me fue relajando y cuando salimos me fui a la salita y lo esperé desnuda en la cama, se sorprendió al verme y se le paró automáticamente, te juro que estaba re nerviosa. Nos besamos, me tocó y besó re lindo, re suave, me chupó las tetas delicadamente, y cuando llegó a la conchita, no estaba ni por asomo húmeda, no me mojé boluda!

-MARTINA: Porque estabas nerviosa! Te hubiera hecho falta un trago!

-PATRICIA: Seguramente, si no hubiera estado tomando tanta pastilla, me lo hubiera tomado sin dudarlo, para aflojarme.

-MARTINA: ¿Y qué pasó después?

-PATRICIA: Estuvo re comprensivo, no volvió a insistir, me dijo que no me forzara, que ya podríamos, me besó tiernamente y nos terminamos durmiendo abrazados, pero me dormí sintiéndome re culpable y él con la pija dura.

-MARTINA: Boluda! Cero egoísta, si hubiera sido otro, te hubiera cogido igual, sin importar lo que sentías, está claro que te ama, que te entiende y que respeta tus tiempos.

-PATRICIA: Si, me lo demuestra todo el tiempo, el tema soy yo, siento que no puedo corresponderle!

-MARTINA: ¿Lo hablaste en la terapia?

-PATRICIA: Si, con las dos, la psiquiatra me dice que la medicación puede tener efecto sobre mi libido y la psicóloga, me dice que tengo que seguir trabajando el tema de la culpa, que indirectamente, no busco tener relaciones por temor a volver a quedar embarazada, y que también puede haber, solapadamente, culpas y reproches por el tema de las infidelidades.

-MARTINA: Claro que sí, puede que todos esos sentimientos, estén bloqueando tu necesidad de acercamiento a Pablo, que indirectamente busques distanciarte.

-PATRICIA: Eso supongo que es lo que debe estar pensando, que me quiero alejar de él, y eso también me da miedo, ¿qué hago si él se aleja de mí? Me muero! Ahí sí que me pego un tiro!

-MARTINA: Callate boluda! Que un tipo te deje de querer no es para pegarse un tiro!

-PATRICIA: Es que nadie me ha querido como él en mi vida! Nadie me bancó como él, nadie se alegró tanto por mí como él! Nadie estuvo para mí como lo ha estado él!

-MARTINA: Eso es maravilloso! Es lo mejor que nos puede pasar a las mujeres, tener un hombre así a nuestro lado, pero… eso es lo que recibís…. ¿Y vos tenés lo mismo para darle?

-PATRICIA: Ese es el lio en mi cabeza, siento que no le estoy dando nada, ni siquiera podemos hacer el amor!

-MARTINA: Quizás te suene duro lo que te voy a preguntar… ¿Tuviste deseos sexuales con otras personas? ¿Alguna situación te despertó alguna sensación?

-PATRICIA: No, la verdad es que ni pienso en sexo, ni he tenido necesidades, ni me he excitado en ninguna circunstancia!

-MARTINA: Te voy a decir otra cosa, que quizás te parezca aún más dura…? ¿Estás segura que seguís enamorada de Pablo? Quizás solo te sientas contenida y comprendida, quizás necesitás sentirte segura con alguien y Pablo está a tu lado incondicionalmente, es más, comparten el mismo dolor y sabés que puede entenderte, ¿Pero eso es realmente amor? ¿Es realmente amor lo que sentís por él?

Pensá que pasaron por un dolor que no se va a ir nunca, pero también se fueron infieles, quizás el dolor esté tapando ese resentimiento anterior.

-PATRICIA: No lo sé, creo que en parte por eso necesitaba la distancia, necesitaba saber qué me pasa cuando no estoy con él, el tiempo que estuve en la clínica fue otra cosa, esto es la vida real y necesito aclarar mi cabeza!

-MARTINA: Pero tengo que prevenirte de algo, quizás a vos la distancia te haga entender y aclararte si seguís enamorada de Pablo, pero… ¿Y a él? ¿Cómo puede tomar él esta distancia? Quizás te sientas segura de su amor por vos, pero ¿él puede estar seguro de tu amor por él? ¿No crees que quepa la posibilidad de que piense que estás queriendo distanciarte de él, pero no te animás a cortarlo de una?

-PATRICIA: Es que sentí que no podía seguir así, los últimos días casi no nos hablábamos, no quería que nos termináramos separando, y después que le dije del viaje, se metió para adentro, te juro que no sabía qué hacer.

-MARTINA: Si creés que lo seguís amando, decíselo, no lo dejes pensar que ya no te importa, preguntale como está, preocupate por él, no lo dejes solo, el tampoco la debe estar pasando bien, que pueda sentir que a pesar de la distancia, seguís pensando en él.

Volvimos para la casa, le dije que necesitaba recostarme un poco y ella me dijo que se ocuparía de la comida.

El lunes después de desayunar le hice caso a Martina y le mandé un mensaje diciéndole que lo extrañaba, que lo amo y también un corazoncito. Me contestó al momento diciéndome que estaba en viaje a Buenos Aires por trabajo y que también me extraña y me ama, y eso me dejó algo más tranquila.

En los días con Martina hablábamos mucho, íbamos a la playa, al centro, a caminar, salimos un par de veces a cenar, la verdad es que la pasábamos muy bien, y me hacía bien hablar con ella, me decía las cosas de frente, no se callaba nada, lo que pensaba me lo decía y yo se lo agradecí.

-MARTINA: Pato, yo tengo que volver a Rio el domingo, Felipe vuelve de Fortaleza y necesito estar en casa para ese día, tenemos que firmar algunos documentos, y además ya lo extraño.

-PATRICIA: Si corazón cuando vos digas, nos vamos!

-MARTINA: No boluda, yo me voy, vos te podés quedar el tiempo que quieras, esta es tú casa, quedate lo que necesites, hasta el año que viene si querés, nosotros venimos para acá después del quince de enero, por favor quedate lo que te haga falta y te dejo dinero también, para que nada te falte.

-PATRICIA: No dinero no me hace falta, cuando dejé el sindicato me liquidaron una buena suma por los viáticos y tengo los sueldos que ni toqué en estos meses.

-MARTINA: Pero si necesitás me lo pedís, te voy a dejar un juego de llaves, cuando te vas te los llevás, así tengo una excusa para ir a verte a Mar del Plata.

-PATRICIA: Sos terrible! Pero cómo te quiero!

-MARTINA: Yo también corazón! Y lo único que quiero es que puedas estar bien y ser feliz!

Pasamos unos hermosos días con Martina hablando de todo, el domingo por la mañana nos despedimos, tenía que ir hasta Montevideo, devolver el auto alquilado y tomar el avión hasta Rio de Janeiro.

-MARTINA: Llamame! No seas boluda! Cuando lo necesites, no importa el día ni la hora!

-PATRICIA: Gracias Marti! No sabés lo que te quiero y te agradezco todo esto!

-MARTINA: No me tenés que agradecer nada! Yo también te quiero y de corazón te deseo que puedas resolverlo todo!

Me dejó llorando, ¿y ahora? Ahora estaría sola, no estaba segura aún de volver a Mar del Plata y decidí quedarme unos días más, necesitaba estar sola y tratar de ver cómo sentía con eso. Se lo tendría que decir a Pablo, quizás me esperaba en estos días y si no llegaba sería peor aún.

Recién el domingo tres de diciembre por la tarde, me decidí a escribirle, diciéndole que me quedaría unos días más y su respuesta me hizo pelota, " Hola Pato, creo que esta distancia, nos viene bien a los dos, para entender lo que realmente necesitamos y lo que deseamos para nuestra vida" no había usado ninguna palabra de cariño como era su costumbre hacia mí, y al decirme que la distancia nos hacía bien a los dos, me quitó esa seguridad que tenía respecto de lo que suponía que sentía hacia mí, y por sobre todo me estallaron las lágrimas al no haber un “te amo”.

¿Estaría pensando en no seguir conmigo? ¿Tanto había tensado la cuerda de sus sentimientos que se habían roto? ¿Estaría pensando que ya no quería seguir con él y por eso ya estaba tomando distancia de mí?

Seguramente ya no quiera seguir conmigo, la que no pudo darle un hijo, la que se encamó con otros! La que le mintió tantas veces! La puta madre! ¿Nada me sale bien?

No pude más que llorar el resto del domingo, esperé en vano algún otro mensaje, estaba segura que se había enojado conmigo y ya no quería hablarme. ¿Y ahora qué hago? ¿Vuelvo sin haber podido resolver nada o arriesgo mi futuro con Pablo tratando de encontrar respuestas?

Me dormí con la tristeza invadiéndome.

Ya sola el lunes por la mañana, me levanté, desayuné y salí a caminar, cuando estaba saliendo, al complejo entraba un hombre de unos cincuenta años, no muy alto, de pelo corto que se ve que venía de la playa, con un short de baño, una remera y en ojotas. Al ver que salía sostuvo la puerta de entrada para permitirme el paso, al llegar a la entrada, con una leve sonrisa, me saludó muy amablemente:

-VICTOR: Buenos días señorita, soy Victor de la casa tres!

-PATRICIA: Buenos días, soy Patricia y estoy en la casa uno, soy amiga de Martina y Felipe.

Y estirando su mano, para tomar la mía, me dijo:

-VICTOR: Mucho gusto señorita! ¿Argentina verdad?

-PATRICIA: Si, de Mar del Plata!

-VICTOR: Yo también soy argentino, pero de Buenos Aires, más precisamente de Caballito.

-PATRICIA: Mucho gusto Victor!

Finalmente después del saludo yo salí y él entró. Me pareció que su intención, era seguir conversando, aunque yo no tenía ganas de hablar con nadie.

Caminé un par de horas por la playa, tratando de entenderme a mí misma.

No dejaba de pensar en Pablo, en como la estaría pasando, en qué estaría pensando de mí.

Volví a la casa cerca de la una del mediodía, comí algo y me fui un rato a la playa.

Estaba tirada en la arena, cuándo a unos treinta o cuarenta metros de distancia, vi al vecino sentarse en una reposera mirando al mar. Seguí leyendo y tomando sol sin prestarle atención.

Un rato después, noté que alguien se acercaba, era Víctor que al llegar a mi lado, me preguntó si tenía problemas en que se sentara junto a mí, aunque no tenía ganas de hablar, por no ser cortante le dije que no tenía problema y abrió su reposera.

-VICTOR: Esta es la mejor época para disfrutar de Punta del Este, cuando llegan los turistas, estas playas se abarrotan de gente.

-PATRICIA: Es la primera vez que vengo, no conocía Punta del Este.

-VICTOR: Yo hace más de diez años que vengo, con mi difunta esposa, compramos está casita y desde entonces, veníamos los dos, y luego de su muerte, yo vengo solo varias veces al año, ahora me quedo hasta el quince de enero, después viene uno de mis hijos con su familia.

-PATRICIA: Lamento lo de su esposa!

-VICTOR: La verdad es que yo lo lamento también, en el momento en que podíamos empezar a disfrutar de la vida, ese maldito cáncer, se la llevó en menos de seis meses, pero en el último tiempo lo preferí al ver su sufrimiento, la medicina ya no tenía nada más para ofrecerle y verla sufrir fue lo peor que tuve que vivir a su lado.

-PATRICIA: ¿Toda la vida juntos?

-VICTOR: Así es muchacha! Aunque muy corta, siempre juntos. Fue mi único amor, nos conocimos muy jovencitos y hasta su muerte, no nos separamos nunca.

-PATRICIA: ¿Ella fue feliz junto a usted?

-VICTOR: Espero que así haya sido, al menos es lo que intenté con todo el amor que tuve por ella!

-PATRICIA: Qué difícil habrá sido para usted su partida!

-VICTOR: Así es, y aún lo sigue siendo! No hay cosa que haga en qué no la tenga presente.

-PATRICIA: Me imagino!

-VICTOR: ¿Tomaría usted Patricia a mal qué nos tuteáramos?

-PATRICIA: Claro que no!

-VICTOR: La verdad es que me siento más cómodo tuteando a la gente, aunque conozco personas que les parece una falta de respeto.

-PATRICIA: No es mi caso, yo tuteo a todo el mundo sin perder el respeto.

-VICTOR: En eso coincidimos Patricia! ¿Me permitirías ser indiscreto?

-PATRICIA: Veamos, según el nivel de indiscreción!

-VICTOR: No, no demasiado, solo me preguntaba, el por qué una chica joven, está sola aquí, y mis conclusiones, fueron dos, mal de amores o problemas de familia.

-PATRICIA: En verdad un poco de ambas!

-VICTOR: No es necesario que me cuentes, no quiero ponerte en ese compromiso, solo era curiosidad, de viejo chusma nomás!

-PATRICIA: Pero no sos viejo Víctor, chusma no lo sé, pero viejo no me parecés!

-VICTOR: En unos meses cumplo cincuenta y dos, ¿te parece que no estoy viejo?

-PATRICIA: La verdad es que no!

-VICTOR: Bueno, gracias por el cumplido!

-PATRICIA: Es la verdad, no considero que las personas en sus cincuentas sean viejas!

-VICTOR: ¿Y qué te pareció Punta del Este?

-PATRICIA: La verdad es hermoso, sobre todo las playas!

Charlamos por más de una hora, luego le dije que estaba un poco cansada y que me iba a dormir una siesta. Ambos volvimos caminando al complejo, y nos despedimos yendo cada cual a su casa.

Aquella conversación, me había sacado un poco de mis entuertos mentales.

Me dormí una siesta hasta las seis de la tarde.

Tomé mi teléfono, no estaba segura si escribirle a Pablo o no, de momento no lo hice, ya vería después.

No dejaba de pensar en qué podría estar haciendo, lo imaginaba solo y triste en casa, o haciendo algo para matar el tiempo, o quizás pensando en su nueva vida, y eso me hizo volver a llorar.

A eso de las siete de la tarde, golpearon la puerta, era Víctor, qué me decía que iba al centro, si necesitaba que me comprara algo. Le agradecí, diciéndole que por el momento tenía todo.

Comí algo y me tiré en la cama, extrañaba a Pablo, sus atenciones, sus caricias, el estar tan pendiente de mí.

Al día siguiente, tenía sesión con Mónica, no fue muy larga, solo me preguntó si seguía con la medicación y como me encontraba.

Le conté que había decidido quedarme unos días más y me dijo que por el momento no dejara las pastillas.

Al día siguiente, me levanté y salí a caminar, cerca de las once volví y me crucé con Víctor, que iba para la playa.

-VICTOR: Me voy un rato a la playa Patricia, si querés venite y charlamos otro rato!

-PATRICIA: Veo Víctor, no te aseguro nada!

Después de un rato en la casa, decidí ir a charlar otro poco con Víctor, me había sentido cómoda hablando con él.

Me llevé una reposera y al encontrarlo fui hasta dónde estaba y saludándolo me senté a su lado.

-VICTOR: No me canso de mirar el mar, vos debés estar acostumbrada, al ser de Mar del Plata digo!

-PATRICIA: La verdad es que sí, nací en Mar del Plata, el mar me acompaña desde pequeña, y siempre que salimos a pasear terminamos en la costa.

-VICTOR: Veo que utilizaste el plural!

-PATRICIA: Es verdad, con mi marido.

-VICTOR: Entonces creo ir entendiendo una parte del asunto que te trajo hasta aquí.

-PATRICIA: En realidad, es algo bastante más complejo, atravesamos una situación dolorosa, y las cosas no estaban funcionando. Que yo esté acá, no fue de común acuerdo, fue una decisión mía Y supongo que lo debe estar pasando mal.

-VICTOR: A veces las distancias, sirven para mirar las cosas con otra perspectiva, pero tenés que tener cuidado con la soledad, a veces puede no ser una buena consejera.

-PATRICIA: ¿Víctor puedo preguntar a qué te dedicas?

-VICTOR: Por supuesto, aunque ya no me dedico, hace tres años que dejé de trabajar, después de la muerte de mi esposa, no pude volver a hacerlo. Soy psicólogo y desde su muerte, no he podido retomar mi trabajo, ya lo dirá el tiempo sí me siento en condiciones, aunque te diría que ya le tome el gustito a no trabajar, mi esposa era abogada, y nuestra situación económica, era más bien holgada, teníamos algunos ahorros, algunas inversiones y propiedades en alquiler. Con esos ingresos, me sobra para vivir, si decido volver a trabajar, solo será por lo que me gusta mi profesión.

-PATRICIA: Te entiendo, yo soy maestra jardinera, pero en este momento estoy con licencia psiquiátrica, hace poco más de tres meses, perdí mi segundo embarazo, y estuve muy mal, incluso internada por casi dos meses.

-VICTOR: ¿Seguís en tratamiento?

-PATRICIA: Sí claro, mientras estoy acá, las sesiones son por videollamada.

-VICTOR: Está muy bien, te aconsejaría que no las suspendas, ¿puedo preguntar en qué circunstancias perdiste los embarazos?

-PATRICIA: Sí por supuesto, pero antes te tengo que contar que soy epiléptica. El primer embarazo lo perdí al sexto mes, luego de una crisis en el baño de mi casa, producto de los golpes en la caída, dos días después por complicaciones, el bebé murió. Y el segundo, de once o doce semanas, pero aún no se las causas.

-VICTOR: ¿Estas pérdidas provocaron la crisis en tu pareja?

-PATRICIA: En el primer embarazo con mi primera pareja, término en separación, no me pude sobreponer y él no lo pudo soportar. En el segundo no, habíamos tenido problemas en la pareja, cuando me enteré que estaba embarazada, eso hizo que los problemas quedarán a un costado y volviéramos a estar juntos, pero después todo se complicó, el embarazo no prosperó y me internaron en una clínica psiquiátrica, cuando salí de la internación, no pudimos volver a conectarnos, en realidad yo no pude volver a conectar con él.

-VICTOR: ¿Tu marido te culpa por lo ocurrido?

-PATRICIA: La que me culpo soy yo, por no poder darle el hijo qué tanto lo había ilusionado.

-VICTOR: ¿Cómo fue el trato de tu marido?

-PATRICIA: El mejor, no pudo ser mejor, me comprendió, me contuvo, se preocupó día y noche por mí, y me dijo un montón de veces, que yo no era la culpable. Creo que no puedo devolverle todo cuanto me da, hasta siento que no soy merecedora de tanto.

-VICTOR: Asumo entonces, que lo que te trajo aquí, sos vos misma, necesitaste distanciarte de él. Si me lo permitís, te puedo decir algunas cosas con conocimiento de causa.

-PATRICIA: Sí por supuesto.

-VICTOR: En primer lugar, le doy la razón a tu esposo, y seguramente también a tu terapeuta, de ninguno de los dos embarazos perdidos, sos responsable, el primero fue un accidente, pensar que también podría haber sido otro tipo de accidente, que nada tenga que ver con la epilepsia, te podría haber atropellado un auto, haberte resbalado en una escalera y un montón de circunstancias más, en el segundo embarazo, te pasó cómo le pasa a muchas mujeres, a veces nuestro organismo es sabio, y si el feto no estaba en las condiciones correctas, el cuerpo lo interrumpe, aunque suene cruel, y en otros casos, la medicina aún no encuentra todas las respuestas. Pero desde ya te digo, qué la culpa no fue tuya y no deberías cargar con eso, aunque no te conozco bien, quizás cargues con otras culpas y las canalices en la pérdida del embarazo.

-PATRICIA: En verdad no lo sé, aunque si, cargo con otra culpa, que fue la que provocó la distancia entre nosotros.

-VICTOR: ¿infidelidad?

-PATRICIA: Sí, y es el día de hoy, qué maldigo esos putos momentos, en que me dejé llevar, y terminé en la cama con el que era mi jefe y con otra mujer.

-VICTOR: Creo que esa puede ser la culpa que te atormenta. ¿Pudiste contárselo a tu marido?

-PATRICIA: Sí, pero tiempo después de que él me confesará su infidelidad.

-VICTOR: ¿Qué sentiste ante su confesión?

-PATRICIA: En verdad fue algo raro, por un lado sentía el dolor de su traición, la decepción, pero por otro sentía que compensaba lo que yo había hecho, que no había sido yo la única infiel, y en parte alivió mi culpa.

-VICTOR: Viendo los hechos, supongo que esa culpa tampoco es lo que te atormenta. Creo que hay algo más qué no podés identificar, ¿me permitís seguir preguntando?

-PATRICIA: Sí, dale!

-VICTOR: ¿Cómo es la intimidad con tu marido?

-PATRICIA: Ese creo que fue el desencadenante de esta distancia. Siempre fue maravilloso, las mejores relaciones sexuales de mi vida las tuve con él, con él me solté a disfrutar de mi cuerpo y del suyo, experimentamos mucho en nuestra sexualidad, es más, la infidelidad ni siquiera valió la pena como experiencia, lo que sentí con mi ex jefe, no llega a los talones de lo que me ha hecho sentir mi marido. Pero desde que salí de la clínica, no pude volver a hacer el amor con él.

-VICTOR: ¿Me podrías decir sinceramente sí tenés algún sentimiento hacia tu jefe? ¿Aunque lo reprimas?

-PATRICIA: No, ni por asomo, lo que pasó fue en un congreso en Brasil y al volver lo primero que hice fue renunciar a ese trabajo, no podía volver a verlo, no quería saber más nada de é ni de ese ambientel, creo que me sentí deslumbrada por algunos lujos de la clase alta, y con unas copas de más, no pude medir las consecuencias, lo que pasó con esa otra mujer también tuvo que ver con mi trabajo en el sindicato.

-VICTOR: Si el problema no es tu jefe o esa otra mujer, tendrías que pensar y analizar sinceramente si aún seguís enamorada de tu marido.

-PATRICIA: Estos días que estuve con Martina, ella me hizo pensar lo mismo.

-VICTOR: Quizás ahí este la respuesta, te vuelvo a decir, la distancia les puede servir a ambos o solo a vos, pero tenés que pensar, el efecto que pueda tener la distancia en tu marido. Quizás a vos te pueda aclarar si deseas seguir con él o no, pero él puede estar evaluando lo mismo. Dependerá del sentimiento de cada uno por el otro. ¿Podés sentir que tu marido aún te sigue amando? Las mujeres siempre se dan cuenta sí son amadas o no, ¿podés estar segura que tu marido aún te ama?

-PATRICIA: Estoy más que segura, lo conozco hace años, lo puedo ver en su forma de mirarme, su mirada nunca me mintió, incluso cuando me confesó su infidelidad, pude ver en sus ojos su arrepentimiento y la culpa que sentía por su error.

-VICTOR: ¿Y él puede ver lo mismo en vos? ¿Fuiste sincera con él? ¿Plenamente sincera?

-PATRICIA: Le conté todo lo que pasó, incluso algún acercamiento que tuve con esa mujer, solo una cosa no le dije aún, se lo tendría que haber dicho en ese momento, pero la felicidad que lo invadió cuando le conté del embarazo, no me permitió decírselo, no quería enturbiar ese momento.

-VICTOR: ¿Tu terapeuta lo sabe?

-PATRICIA: Sí, y ya me ha dicho qué se lo tendría que contar, sí nuestra relación tiene una oportunidad, lo tiene que saber.

-VICTOR: ¿Puedo preguntar?

-PATRICIA: Me enteré del embarazo, en una clínica luego de una crisis, cuando me hicieron análisis, supieron que estaba embarazada. Yo no lo sabía, me enteré en ese momento y cuando el médico me dijo el tiempo aproximado de gestación, haciendo cuentas, coincidía con mi infidelidad en Brasil, y tres días después con las relaciones que tuve con mi esposo.

-VICTOR: ¿Y cómo tuviste la certeza de que ese hijo era de tu marido?

-PATRICIA: Volví a ver a mi jefe, había pensado en hacer una prueba de paternidad, pero no tuve el coraje de hacerlo con Pablo, decidí hacerlo con mi ex jefe, pero en ese encuentro, él me dijo que hacía años había decidido no tener hijos, y se había hecho la vasectomía. Eso lo descartó como padre de mi hijo y me dio la certeza de que era de Pablo. Aunque no tuve el coraje de decirle, que tuve dudas sobre quién de los dos era el padre.

-VICTOR: Bueno, sí me permitís te doy mi opinión como profesional, quizás ya te lo haya dicho tu terapeuta, pero creo que la situación en la que te encontrás, tiene que ver con todo eso, la culpa por la infidelidad, la culpa por la pérdida del embarazo, y lo que aún le ocultas a tu marido, quizás inconscientemente, sientas que sí lo sabe, cambiará su forma de verte. Creo que eso sumado a los efectos de la medicación, pueden haber afectado tú predisposición en el plano sexual.

-PATRICIA: Todo puede ser, mi cabeza es un lío!

-VICTOR: No sé cuántos días vas a estar acá, pero si me permitís, me gustaría ayudarte, y quizás también me esté ayudando a mí para ver si puedo volver a mi profesión.

-PATRICIA: Tampoco yo sé cuántos días voy a estar acá, pero necesito aclararme, encontrar la salida a cómo me siento, tu ayuda será bienvenida!

-VICTOR: Yo creo que tenés que ir por partes, hecho por hecho, sentimiento por sentimiento, desgranando lo que te pasa para ir solucionándolo por partes. Si te parece, mañana podemos empezar, por hoy ya fue suficiente, no es bueno que te agobies.

Volvimos de la playa cada cual a su casa, al despedirnos, le agradecí su preocupación por mí.

Al día siguiente, nos volvimos a encontrar en la playa, pero solo hablamos de otros temas, me propuso empezar a las cuatro de la tarde, dónde yo prefiera, en su casa o en la de Martina. Decidí que fuera en casa de Martina, quizás podría sentir algo más segura.

A las cuatro en punto, golpeó mi puerta.

Lo hice pasar y me pidió que me sentara en el sillón y él se sentó en uno de los sillones individuales.

-VICTOR: No lo tomes esto como una sesión profesional, sólo vamos a conversar como amigos, sí preferís no mirarme, no hay problema.

-PATRICIA: Es lo mismo, no tengo problema en hablar mirándote.

-VICTOR: Perfecto! De lo primero que me gustaría hablar, es sobre tu sentimiento de culpa, pero exclusivamente por la pérdida de tus embarazos. Tratá de identificar la culpa por la pérdida del primer embarazo. Contame como fue ese momento, lo que recuerdes, lo que tengas guardado, lo que no hayas hablado con nadie.

-PATRICIA: En ese momento, mi relación con Mariano, estaba en su mejor momento, y decidimos tener un hijo, yo entendía los riesgos de quedar embarazada siendo epiléptica, cuando supe del embarazo, deje de tomar la medicación que tomaba en ese entonces para la epilepsia. Cómo era considerado un embarazo de riesgo durante el embarazo tuve licencia en el trabajo, no salía de casa por temor a que me pasara algo en la calle. Pero me pasó en casa. Me enojé mucho conmigo, con la epilepsia y con la vida. Estaba tan hundida en mi dolor y mi culpa, qué no pude sostener la relación con Mariano.

-VICTOR: Vos sabes muy bien que hay muchas personas qué nacen o se predisponen para un montón de enfermedades. ¿Creés que los diabéticos, se sienten responsables por lo que les pasa? ¿Y los que sufren de miopía o los que tienen problemas cardíacos? Son sus condiciones, y tal como en tu caso, tienen que convivir con ellas. ¿Pueden aspirar a una vida normal? En algunos casos sí, en otros sus afecciones los limitan de por vida. En tu caso, has podido tener una vida casi normal, pudiste estudiar, podés trabajar, podes decidir lo que deseas, ¿elegiste tener epilepsia? Claro que no, es una condición con la que tendrás que convivir toda la vida. Hay muchas mujeres que luchan durante mucho tiempo por quedar embarazadas y no lo logran, vos has podido, estás en condiciones de hacerlo, esa batalla no la tenés que librar.

Dejando un momento de lado la culpa, te pregunto, ¿Entendés la pérdida de tus embarazos como un fracaso en tu condición de mujer? ¿Volverías a intentarlo?

-PATRICIA: En parte sí, pero no solo eso, también me enoja, y por el momento no estoy segura de volver a intentarlo.

-VICTOR: Todas las pérdidas implican un dolor, pero pensando en esto, después de perder tu embarazo, te terminaste separando de tu pareja de ese momento, ¿verdad?

-PATRICIA: Si, no pude luchar por esa relación.

-VICTOR: Lo entiendo, ¿pero qué pasó después? Tiempo después lo volviste a intentar, te permitiste conocer a alguien y te permitiste enamorarte de esa persona. ¿Donde estuvo esa decisión? En vos! En tu cabeza y en tu corazón! La culpa no te va a llevar a ningún lado, al contrario, es un ancla que te frena, pensalo! Se sincera con vos misma, ¿Tuviste realmente la culpa por la pérdida de tus bebés? ¿Tuviste la intención o el descuido en esos embarazos?

-PATRICIA: No, creo que me culpé por el enojo que tenía.

-VICTOR: Ahí está la respuesta, creo que querés castigarte a vos misma por algo que no tendrías por que hacerlo, ¿Te castigás por ser epiléptica? Es tu condición! ¿Te castigás porque tu embarazo se detuvo? No estuvo en tus manos detenerlo o no! La vida nos da y nos quita, está en nosotros como tomamos lo que nos da y como dejamos ir lo que nos quita!

Ahora te pido que te vayas un rato a la playa y pienses solamente en esto que hemos hablado, tratá de dejar de lado por un rato todo lo demás y enfócate solo en esto.

Me fui a la playa y mirando el mar, no pude evitar las lágrimas y lo primero que pensé fue en cuento me gustaría volver a sentirme embarazada de Pablo y en cuanto desearía ver su felicidad por eso, pero claro que eso en este momento, podría quedar solo en un deseo…

Continuará…