Los intrincados caminos de un amor (19)
Los intrincados caminos de un amor Capítulo 19
Los intrincados caminos de un amor
Capítulo 19
Patricia
El estar en casa sin ir a trabajar, me permitía cuidar mejor de mi bebé, trataba de enfocarme en él, alimentarme bien, descansar bien, no quería que se volviera a repetir aquello. Pero por otro lado, me dejaba mucho tiempo para pensar, y a pesar de querer estar tranquila, mi futuro próximo era una incertidumbre, le volví a decir a Pablo, que necesitábamos volver a encontrarnos para hablar, lo espere toda la semana.
El miércoles vino Alejandra, por supuesto no sabía que estaba embarazada, y decidí no contárselo para que no se divulgara en el sindicato. Me trajo los papeles de mi baja y la liquidación que luego de firmarlos, me depositarían en mi cuenta, al ver la suma de mi liquidación, creí que había un error, la suma era mayor de la que yo esperaba. Al consultárselo a Alejandra, me dijo que además de mi sueldo y las vacaciones proporcionales, me liquidaban viáticos, por los viajes realizados. El importe era, cinco veces más de lo que imaginaba, y ahí se me ocurrió pensar que estaba la mano de Carlos.
Esa semana Pablo no pasó por casa, el domingo decidí mandarle un mensaje para qué pasara.
El miércoles al mediodía, me avisó que ese día pasaba. Me alegré y me preparé para esperarlo. Dejé el mate preparado y cuando sonó el timbre, se me acelero el corazón, había decidido, según como fuera todo, contarle del embarazo.
Pero cuando las cosas están mal, siempre pueden estar peor, cuando empezamos a hablar, me dijo que había pasado la semana anterior, pero al ver el auto de Carlos se había ido.
En ese momento pensé qué ese arranque de celos, me decía, que aún no estaba todo perdido, y sin querer me salió una sonrisa, pero el tono de la conversación se tornó un tanto áspero, incluso luego que le explicara, qué el auto ya no era de Carlos, que se lo había vendido a Alejandra.
Y automáticamente pensé, que quizás no todo sería tan fácil, a pesar de haberle dicho que ya no quería ver más a Carlos, su tono, era de desconfianza. ¿Cómo podríamos arreglar nuestra relación, si en la primera situación, no existió esa confianza?
Pablo se puso mal, y se levantó para irse, esa actitud, me puso a la defensiva y no conseguí que se quedara, salió de casa, bajó por las escaleras, yo bajé en el ascensor, y al encontrarnos en la planta baja, estaba llorando.
No logré que se quedara para seguir nuestra conversación y se terminó yendo. La puta madre! No encontraba la forma, y el momento adecuado para contarle de su hijo.
Volví a casa y me senté a llorar en el sillón.
Cada vez veía más complicado que pudiéramos seguir juntos.
El viernes me llamo María Marta, preguntándome si podía pasar por casa a verme, le dije que sí, y cuándo salió del sindicato, se vino para casa.
-MARIA MARTA: Hola Pato, ¿cómo estás?
-PATRICIA: La verdad no muy bien, el miércoles vino Pablo para hablar, pero la conversación no estuvo bien, me dijo que había pasado la semana pasada, el día que vino Alejandra, y como vio el auto que era de Carlos, creyó que él que estaba acá era Carlos!
-MARIA MARTA: ¿Y qué pasó?
-PATRICIA: Hablamos solo un momento, la conversación se puso tensa y después se fue llorando.
-MARIA MARTA: ¿Le pudiste contar del embarazo?
-PATRICIA: Era mi intención, sí todo iba bien quería contárselo ese día, pero no pude!
-MARIA MARTA: Lo tiene que saber Pato, no puede estar al margen, estoy segura que cuando lo sepa, las cosas van a cambiar entre ustedes!
-PATRICIA: No sé Mary, me tiene muy mal este tema, y solo trato de enfocarme en el bebé, sé que lo tiene que saber, sé que es su hijo también, aunque no sigamos juntos.
-MARIA MARTA: Creo qué necesitás a alguien que también se preocupe por vos, ya sufriste una vez, creo que debés contárselo y que se preocupe por los dos.
-PATRICIA: Tenés razón Mary! Pero no pude encontrar el momento!
-MARIA MARTA: Dejá pasar un par de días y lo volvés a llamar para decirle que necesitás seguir hablando con él!
-PATRICIA: El tema es que él quiera volver a hablar conmigo!
-MARIA MARTA: Estoy segura de que sí, es entendible que en la situación en que están los dos, no sea fácil sentarse a hablar y entenderse, las heridas son recientes y eso los pone a la defensiva, los desconcierta. Así como por momentos vos no sabés para que lado salir, a él también le debe pasar eso, tratá de ser paciente, de estar tranquila, ya los dos se dijeron lo que se tenían que decir, ya los dos tienen las cosas en claro, saben a quién tienen adelante, se han dicho las verdades necesarias y ahora toca hacerle frente y tratar de superarlas, al menos por el bien del hijo que están esperando.
-PATRICIA: Te juro Mary que es lo que más quiero!
No es que me olvidara de mi primer bebé, pero a diferencia, en este embarazo sigo medicada y el riesgo de una crisis es mucho menor. Pero María Marta tiene razón, me haría más feliz que Pablo se ocupara de nosotros dos.
El domingo a la tarde, le mandé un mensaje " Hola Pablo, me gustaría que pases por casa poder hablar" ese día no hubo respuesta.
El martes al mediodía, le volví a escribir, "Hola Pablo, por favor pasa por casa"
Su respuesta llegó a la noche, y me decía, " Hola Patricia, no sé si es buena idea, quizás debamos dejar pasar un poco de tiempo. Espero que estés bien"
Después de leer su respuesta, me largué a llorar, no se lo quería decir con un mensaje de texto, necesitaba hacerlo cara a cara, y ver su reacción.
La distancia entre nosotros se va agrandando y cada vez veo más difícil, la posibilidad de volver a estar juntos...
Pablo
Salí de la que fuera nuestra casa, dándome cuenta, que definitivamente lo nuestro, iba camino a no tener solución.
Esa semana fue terrible, no dejar de pensar en qué, de seguir las cosas así, ya tendría que empezar a pensar en mi nueva vida.
El domingo me llegó un mensaje de Patricia que no contesté.
El martes me volvió a mandar un mensaje, que no pude contestar, en ese momento no supe cómo.
La sesión de terapia del martes, me hizo pelota, con los sentimientos a flor de piel, sin guardarme nada delante de Daniela, lloré durante la sesión y salí llorando.
Recién a la noche mientras me tomaba una cerveza, le contesté que quizás no sea buena idea, que dejemos pasar un tiempo.
No tenía cabeza para trabajar, tuve que hacer un gran esfuerzo para poder concentrarme en la empresa.
En esos días, el único refugio fue la cerveza, para tratar de acostarme sin pensar.
El fin de semana solo, volvió a ser un martirio, no sabía qué hacer, el sábado salí a caminar sin rumbo, solo caminar tratando de no pensar.
El martes a eso de las cuatro de la tarde, me sonó el teléfono de un número desconocido, en un primer momento no pensaba atender, pero pensando que quizás era algo relacionado con la empresa, lo atendí.
-PABLO: Hola, ¿quién habla?
-MARIA MARTA: Mi nombre es María Marta, ex compañera de trabajo de Patricia en el sindicato, ¿me recordás?
-PABLO: Creo que sí, si no me equivoco!
-MARIA MARTA: Te preguntarás como conseguí tu teléfono y el motivo de mi llamada.
-PABLO: La verdad es que sí!
-MARIA MARTA: Tu número me lo dio Patricia hace mucho tiempo, por si alguna vez le pasaba algo!
-PABLO: Tiene razón, creo que alguna vez me lo comentó!
-MARIA MARTA: Y te llamé porque necesitaba hablar con vos, antes que nada, tengo que decirte que Patricia no sabe que te estoy llamando.
-PABLO: ¿Pasó algo?
-MARIA MARTA: No tranquilo, no pasó nada! ¿Crees que nos podamos encontrar? Me gustaría hablar en persona con vos, lógicamente de Patricia. Cuando vos quieras, me decís y nos vemos.
-PABLO: Está bien, si usted puede, en un rato puede ser donde usted me diga, hasta las seis tengo tiempo, luego tengo que ir a terapia.
-MARIA MARTA: Perfecto, vivo en el centro, si te parece, aquí cerca hay un café, te mando un mensaje con la ubicación y te espero.
-PABLO: En media hora estoy ahí, ¿Usted me conoce? Le pregunto por si no la reconozco!
-MARIA MARTA: Si claro, cuando llegues, te hago una seña.
No entendí cual era la razón de querer verme, supongo que hablarme de Patricia, de lo mal que está, de lo que me quiere, ¿qué otra cosa?
Me intrigó su llamado y por eso decidí que fuera lo antes posible.
Media hora después, entré al café y antes de que levantara su mano, ya la había reconocido.
Me acerqué a la mesa y nos saludamos con un beso.
-MARIA MARTA: Sentate por favor! ¿Un café?
-PABLO: Si por favor!
Le hizo una seña al mozo pidiéndole un café y me dijo:
-MARIA MARTA: Pablo, antes que nada, por favor tuteame. Tengo que decirte que con Pato nos seguimos viendo y hablando, la quiero mucho, hasta te podría decir que es como una hija para mí, y es por eso que me atreví a llamarte, de hecho soy la única persona del sindicato con la que sigue en contacto. Y además te quiero aclarar que no tengo vínculo alguno con Carlos, más allá de lo laboral. He tenido muchas conversaciones con Pato y estoy al tanto de todo lo que pasa entre ustedes. ¿Vos como estas?
-PABLO: Entenderás entonces como me siento! La verdad es que no estoy bien, no encuentro la manera de seguir adelante con esto!
-MARIA MARTA: Me lo imagino, lo que les está pasando no es fácil, una situación así, no es fácil de superar para ninguno de los dos.
-PABLO: Realmente! Es más, hace tres semanas empecé terapia, me di cuenta que necesitaba ayuda!
-MARIA MARTA: Y eso está muy bien, es un momento muy duro para vos y la terapia te va a ayudar.
-PABLO: Eso espero! La verdad no se para donde arrancar, hay días en que ni quisiera salir de la cama.
-MARIA MARTA: Lo sé! Hay situaciones en la vida que nos ponen al límite de nuestras resistencias, que nos interpelan, pero también nos sirven para ser más fuertes.
-PABLO: Es lo que necesitaría!
-MARIA MARTA: No quiero ni puedo, meterme en la vida de ustedes, son dos personas adultas y estoy segura que hacen lo mejor que pueden. Seguramente cuando Patricia se entere de esta conversación, se va a enojar conmigo, pero de todas formas, decidí que la tuviéramos. Hablo casi todos los días con Patricia, se cómo se siente, se que tampoco sabe cómo seguir adelante con lo que les pasa, y sé que la última conversación que tuvieron no estuvo bien.
-PABLO: En realidad, me comporté como un boludo, le monté un reclamo por que vi el auto blanco en casa y cuando me explicó, me sentí un tarado, que en la primera situación, sin siquiera saber el motivo, desconfié de ella.
-MARI MARTA: Sentir ese tipo de cosas en estas situaciones, suele ser lo más difícil de reparar, porque tendemos a pensar que si una vez pasó, puede volver a ocurrir, pero pongo las manos en elfuego por Patricia, estoy completamente segura que no quiere volver a tener nada con Carlos, ni siquiera quiere verlo, cuando me dijo que dejaba el sindicato, yo misma le dije que era la mejor decisión que podía tomar, cometió un error, y sería imposible para ella, tratar de superar eso viéndolo todo el tiempo.
-PABLO: Lo supongo, yo aun no puedo superar mi estupidez, me arrepiento cada día!
-MARIA MARTA: Ya lo veo, es la primera vez que hablamos, pero me puedo dar cuenta que te sentís culpable por lo que hiciste, y el no deslizar alguna justificación en referencia a Patricia y al tiempo que no estaban juntos por su trabajo, habla bien de vos. Cualquier otro hombre, hubiera dicho que era culpa de ella por dejarte solo.
-PABLO: Jamás la hice responsable, es más, ni siquiera pretendo su perdón, sé que me equivoqué y que eso puede ser el detonante de nuestra separación!
-MARIA MARTA: No lo des todo por perdido, se que seguís enamorado de ella, tanto como sé que ella sigue enamorada de vos.
-PABLO: Pero ¿Cómo hacemos para superar esto? Nos lastimamos, nos traicionamos, quebramos nuestra confianza mutua, no nos respetamos! Llegado el momento, no pensamos en el otro! ¿Cómo salir de ese pozo?
-MARIA MARTA: Creo que con la voluntad de salir, pero la voluntad conjunta, la de los dos, tienen que hablarlo y ver si lo pueden hacer, el amor está, y para mí, es lo fundamental.
-PABLO: De mi lado el amor por ella sigue estando, de hecho no puedo dejar de pensar en ella y en lo que nos pasó, ocupa mi cabeza todo el tiempo.
-MARIA MARTA: Necesito decirte algo, y acá es en donde me meto sin que me hayan llamado, Patricia tiene algo más que contarte, pero no ha encontrado la forma, ni el momento para hacerlo, es algo que vos tenés que saber, pero no soy yo quien te lo deba decir, tiene que ser ella, porque les atañe a ustedes dos.
-PABLO: ¿Tiene que ver con su salud?
-MARIA MARTA: No, al menos hasta donde yo sé, no es ningún problema de salud, pero es necesario que te lo cuente, ya le he dicho varias veces, pero aún no ha podido hacerlo.
-PABLO: No entiendo! ¿Por qué no ha podido decírmelo? ¿Acaso esa no fue la única vez?
-MARIA MARTA: No, no tiene que ver con eso! Por eso necesito pedirte que le des la oportunidad de decírtelo, encuéntrense, permitile hablar, escuchala! Es el consejo de una vieja que quiere mucho a Patricia y que considera que por lo de ustedes vale la pena luchar!
-PABLO: Está bien, voy a decirle a Patricia de vernos! Aunque no puedo prometerte nada, los últimos encuentros, me han dejado bastante mal, con pocas ilusiones de que lo nuestro se pueda salvar.
-MARIA MARTA: Yo estoy segura de que sí, por el amor que sé que se tiene ustedes, tienen que tratar de que esté por sobre todo lo demás, ambos se equivocaron, ambos están arrepentidos y ambos quieren dejar atrás lo que pasó!
-PABLO: Gracias María Marta! Escuchándote, puedo ver por qué Patricia te aprecia tanto!
-MARIA MARTA: Y yo a ella! Y daría lo que no tengo porque puedan ser felices! Gracias a vos por escucharme! Y por no pensar que soy una vieja metida!
-PABLO: Nunca pensaría eso! Veo que tu interés es genuino! Y tu preocupación por Patricia es sincera! Gracias!
Y pidiéndole que me permita invitarle el café, nos despedimos y volví a casa de Miguel.
La conversación con María Marta, me dejó intrigado, ¿qué otra cosa tenía que contarme Patricia? ¿Acaso algún otro desliz? No sé si estaba preparado para eso, creo que algo así, acabaría definitivamente con nuestra relación. Pero por las palabras de María Marta, no estaba seguro que viniera por ese lado.
Pero me hizo ruido, que me dijera que yo lo tenía que saber, y en ese momento me vinieron las palabras de Patricia en el sueño de esa noche, “lo tiene que saber”
No sabía si llamarla o esperar que ella lo hiciera, luego de la sesión con Daniela, vería que hacer.
Pero la ansiedad me ganó y cuando salí de la psicóloga, le mandé un mensaje, “Hola Patricia, si te parece, mañana después del trabajo paso”, su respuesta fue inmediata, “Hola Pablo, me alegro que puedas pasar, te espero! Te mando un beso”
Pude notar cierta emoción en sus palabras, ¿Qué sería eso que tengo que saber?
Esa noche increíblemente, dormí más tranquilo, al día siguiente en el trabajo estuve más distendido y cuando salí pensé en mandarle un mensaje avisándole, “Poné la pava, en quince minutos estoy ahí” y su respuesta fue, “Ya está el mate listo, y también hice una torta”
El ánimo en esta instancia, era diferente, iba predispuesto a escucharla, a tratar de que podamos hablar tranquilos. ¿Le tendría que contar de mi charla con María Marta?
Toqué timbre y la chicharra sonó, como la vez anterior, Patricia me esperaba con la puerta abierta, al acercarme, esbozó una sonrisa que correspondí y nos abrazamos, para que negarlo, necesitaba ese abrazo tanto como al aire que respiro. El olor a torta, inundaba la casa y el mate estaba listo en la mesita del estar.
-PABLO: ¿Cómo estás?
-PATRICIA: La verdad que un poco más tranquila, el estar en casa sin ir a trabajar, me permite descansar bastante! ¿Vos cómo estás?
-PABLO: Con muchas ganas de probar esa torta!
-PATRICIA: Dale, y me decís como me salió!
Probé una porción de torta mientras ella cebaba un mate, podía ver en ella una expresión relajada, lo que me hacía pensar que aquello que me tuviera que decir, no era tan grave, pero… ¿qué era lo que me tenía que decir?
Tuve que manejar mi ansiedad para no preguntarle y tener que contarle, en ese momento, que había hablado con María Marta, y que aquella predisposición a que hablemos tranquilamente, dependía en gran parte de la conversación que habíamos tenido.
Aunque para que mentirme, este momento en que compartíamos el mate y una torta hecha por ella para esperarme, me hacía recordar tantas tardes al llegar del trabajo y pasar un buen momento juntos.
Hablamos un par de cosas de mi trabajo, y en un momento, la noté como inquieta, nerviosa, entendí que el momento de decirme aquello que me tenía que decir había llegado, y así fue.
-PATRICIA: Pablo, tengo que decirte algo que te tendría que haberte dicho antes, pero no encontré el momento adecuado, y creo que ahora que estamos tranquilos hablando, creo que es el momento.
-PABLO: Decime lo que necesites decirme, estoy de acuerdo en que necesitamos hablar de lo que nos pasa, creo que es la única manera de poder seguir adelante.
-PATRICIA: Tenés razón, no paro de pensar y darle vueltas al asunto, necesitamos seguir adelante, necesitamos resolver lo que nos pasa!
-PABLO: Pues bien! Intentémoslo y vemos como resulta!
Su mirada se iluminó y sus ojos se pusieron brillosos.
-PATRICIA: Lo que te tengo que decir es que…. que… estoy embarazada!
-PABLO: ¿Embarazada? ¿Estás embarazada?
Y una felicidad me invadió el cuerpo, el corazón y el alma, se me llenaron los ojos de lágrimas, me levanté y viendo también sus lágrimas, le di el abrazo más sentido de mi vida! En tan solo unos segundos, todo lo demás había pasado a un segundo plano, ya nada me importaba de todo lo que habíamos vivido, la felicidad de saber que el amor de mi vida espera un hijo mío, de un soplido borró todos los nubarrones que me nublaban el futuro.
Y sin dejar de abrazarla, la ametrallé a preguntas.
-PABLO: ¿Y de cuanto estás? ¿Desde cuándo lo sabés? ¿Cómo te sentís? ¿Es por esto que no estás yendo a trabajar? ¿Ya lo sabe la neuróloga? ¿Tuviste que dejar la medicación? ¿Estás comiendo bien? ¿Tenés qué hacerte controles?
-PATRICIA: Pará! Pará! Muchas preguntas! Sentate, respirá y te cuento!
Me senté a su lado sin dejar de abrazarla, no podía parar de llorar, y lo primero que pasó por mi cabeza, fueron las palabras de María Marta.
-PABLO: ¿Por eso las nauseas de la otra vez?
-PATRICIA: Me tienen loca! A cada rato me vienen!
-PABLO: Bueno contame!
-PATRICIA: Estoy de once o doce semanas, lo primero que hice fue hablar con la neuróloga para que me diga lo que tengo que hacer, al ser un embarazo de riesgo, me dio licencia médica, por eso no estoy yendo a trabajar, me bajó la dosis de la medicación, pero tengo que seguir tomándola.
También fui a ver a la ginecóloga, me dio todas las indicaciones y se contactó con la neuróloga para que ambas estén al tanto de todo, todo el tiempo.
En unos días tengo que ir a un control con la ginecóloga, me va a hacer una ecografía para ver cómo va todo.
-PABLO: ¿Puedo acompañarte?
-PATRICIA: Claro que sí, es también tu hijo! Nada me haría más feliz!
No podía dejar de llorar, de reírme, el corazón parecía que se me iba a salir del pecho, me temblaban las manos
-PABLO: ¿Te sentís bien? ¿Sentís algo?
-PATRICIA: En realidad, estaba muy preocupada, en nuestras últimas conversaciones, no pude contártelo, no encontré el momento, tenía tanto miedo, que no sabía qué hacer. Además que no quería que lo nuestro se pueda resolver porque estoy embarazada, me parecía que usaba al bebé para tapar todo lo demás, necesitaba que resolviéramos nuestra situación más allá de que esperemos un hijo juntos. Este hijo va a ser tuyo y mío durante toda nuestras vidas, más allá de lo que pase en nuestra relación.
-PABLO: Eso es verdad! Sé que pasamos por un momento difícil en nuestra relación, se que nos defraudamos, pero un hijo lo cambia todo, dejemos de lado lo que pasó, nuestro bebé es lo más importante ahora! Y tengo que decirte que nunca dejé de amarte! A pesar de todo, aún seguís en mi corazón!
-PATRICIA: Yo en ningún momento dejé de amarte, me hizo muy mal causarte ese dolor, y no me lo voy a perdonar en la vida!
-PABLO: Yo no me lo perdono, pero no hablemos de eso ahora, necesitamos enfocarnos en el bebé y en la mamá, que nada les falte, que nada te preocupe, que nuestro hijo crezca sano dentro de una madre tranquila!
-PATRICIA: Es todo cuanto deseo, pero tengo miedo, no puedo sacar de mi cabeza ese sufrimiento, ese dolor me acompaña siempre!
-PABLO: Ya lo sé! pero no fuiste responsable de lo que pasó, fue un accidente, no tuviste la intención de que pasara!
-PATRICIA: Ya lo sé, pero tengo mucho miedo de que vuelva a pasar!
-PABLO: Tranquila, ahora es diferente, estás controlada por la doctora!, nada te va a pasar! Ya vas a ver!
-PATRICIA: Es lo único que espero! No sé si podría volver a pasar por eso!
-PABLO: Tengo que preguntarte algo!
-PATRICIA: Si, claro!
-PABLO: ¿Me permitirías volver a casa?
-PATRICIA: Claro que sí! Nada me haría más feliz! Quedate conmigo! Necesito tenerte cerca! Ya no aguanto la distancia entre nosotros!
En un momento de la charla, se levantó y fue corriendo al baño, le habían venido unas náuseas, corrí detrás de ella
-PATRICIA: Tranquilo amor, no pasa nada, me dan todo el tiempo!
Realmente no cabía dentro de mí de tanta felicidad, la noticia de nuestro hijo, había cambiado totalmente mi visión del futuro.
Un rato después, le dije que iba a casa de Miguel a buscar mis cosas, y de paso contarle del embarazo.
Llegué a lo de Miguel y lo encontré tomando un café, y mirando televisión.
-PABLO: ¿A qué no sabes?
-MIGUEL: Por tu cara tiene que ser algo bueno, ¿Te arreglaste con Patricia?
-PABLO: No solo eso! También vamos a ser papás!
-MIGUEL: Jodeme!
-PABLO: Sí boludo! Pato está embarazada!
Levantándose del sillón, me dio un abrazo qué me aplastó.
-MIGUEL: Te dije boludo que todo se iba a arreglar! Y mira de qué manera! Me alegro mucho por ustedes! Se merecían esa felicidad! Papi!
-PABLO: Y vos vas a ser tío boludo! El tío Miguel!
-MIGUEL: Me encanta verte así! Ya no te bancaba más con la cara por el piso boludo!
-PABLO: No sé cómo voy a hacer para agradecerte lo que hiciste por mí!
-MIGUEL: Fácil boludo! Siendo el padrino de tu hijo!
-PABLO: Eso dalo por hecho! y me vuelvo a casa, me tengo que ocupar de los dos!
-MIGUEL: Por supuesto, tu lugar ahora es ahí, con tus dos amores! Anda déjame solo! Malo!
Y riéndonos los dos, le di otro abrazo, junte las pocas cosas que tenía ahí y volví para casa.
De camino, le pregunté a Patricia, qué quería cenar, y su respuesta, me hizo llorar, " lo que quieras amor", volver a escuchar que me dijera “amor”, me hizo olvidar de todo, en este momento, era todo cuánto necesitaba, cómo dijo Miguel, estar con mis dos amores.
Hice las compras y volví a casa a cocinarles.
Le pregunté a Patricia si había alguna comida que le cayera mal, había comprado para hacer carne al horno con papas y batatas. Dijo que no, y me puse manos a la obra.
Mientras preparaba la comida, Patricia vino para ayudarme.
-PABLO: Ustedes vengan y siéntense acá, yo me ocupo de todo!
-PATRICIA: Estoy embarazada, no enferma!
-PABLO: Ya lo sé mi cielo! Pero las quiero mimar!
-PATRICIA: ¿Las quiero? ¿Ya sabes que va a ser nena?
-PABLO: Me salió sin pensar! ¿Será verdad? ¿Vos qué preferís?
-PATRICIA: Es lo mismo, lo voy o la voy amar con todo mi ser!
-PABLO: Eso no me cabe duda! Sé qué vas a ser la mejor madre del mundo!
-PATRICIA: Después de verte con Sara, sé qué vas a ser el mejor padre!
Dejé todo lo que estaba haciendo, para darle un abrazo, un beso en la boca y decirle que la amo como nunca amé a nadie!
Después de cenar, nos sentamos en el sillón a mirar una película, la abracé y acaricie su pelo, hasta que me di cuenta qué se había dormido.
Y pensando el giro que habían dado las cosas, no pude evitar las lágrimas.
Un rato después, Patricia despertó y me dijo:
-PATRICIA: Perdón, el sueño me agarra así, de repente, me desmayo.
-PABLO: Vamos a la cama, así descansas bien!
-PATRICIA: Solo si vos venís a dormir conmigo!
-PABLO: ¿En la misma cama?
-PATRICIA: Sí tontito! ¿Dónde sino? Extrañé mucho dormirme abrazada a vos!
-PABLO: Y yo, no sabes cuánto!
Nos acostamos y mientras me contaba algo, su voz se empezó a ir y se volvió a dormir, ¿qué más podía pedir? Ya no me importaba lo que había pasado, lo que habíamos hecho, con un hijo, se nos presentaba un nuevo comienzo, y quería poner todo de mí, para que esta etapa, fuera la más feliz de su vida, y por ende de la mía.
Al día siguiente, me desperté temprano y prepare el desayuno, Patricia me había dicho qué el mate por la mañana, le producía acidez, hice un té para ella y un café para mí y le llevé el desayuno a la cama, mientras desayunamos, decidí contarle mi conversación con María Marta.
-PABLO: Amor, tengo que contarte algo!
-PATRICIA: Contame!
-PABLO: El martes, me llamo María Marta!
-PATRICIA: ¿María Marta? ¿Del sindicato?
-PABLO: Sí, me dijo que necesitaba hablar conmigo y nos encontramos en un café. Me di cuenta lo que te quiere!
-PATRICIA: Y yo a ella, me recuerda a mi mamá! ¿Para qué quería hablar con vos?
-PABLO: De vos, obviamente!
-PATRICIA: ¿Y qué te dijo de mí?
-PABLO: Nada que no supiera, pero me pidió qué te escuche, que tenías algo para decirme, por suerte le hice caso! Qué hermoso lo que tenías para decirme!
-PATRICIA: Es una cosita esa María Marta! ¿Por eso decidiste venir?
-PABLO: No solo por eso, me hizo ver las cosas desde otro punto de vista, salir de mí y de lo que me pasa, y darme la posibilidad de escucharte y entender también lo que a vos te pasa.
-PATRICIA: Perdón amor! Te lo tendría que haber dicho antes!
-PABLO: Eso ahora no importa! Ahora ya lo sé y me llena de felicidad, tenemos que disfrutar de esto que nos pasa! La vida nos está dando una nueva oportunidad y yo estoy feliz de tomarla!
PATRICIA: Yo también amor! Si es con vos, nada más me importa!
Me di una ducha y me fui a la empresa.
-PABLO: Por favor, llamame por cualquier cosa, aunque se una pavada, ni lo pienses!
-PATRICIA: Si mi amor! Quedate tranquilo! Cualquier cosa te llamo! Seguramente, voy a seguir durmiendo! Al mediodía te llamo!
-PABLO: Te dejé el almuerzo, solo lo tenés que calentar en el microondas!
-PATRICIA: Gracias mi cielo!
Al llegar a la empresa con la cara que llevaba, me preguntaron qué había pasado, que por qué estaba tan contento, cuando se los conté, todos me abrazaron y felicitaron.
Pude volver a trabajar a pleno, estaba en una reunión con don Mario y un proveedor, cuando me llamó Patricia.
-PABLO: Disculpen caballeros, es mi esposa y tengo que atender!
-MARIO: Si claro Pablo, atendé tranquilo!
Salí de la oficina de don Mario para hablar tranquilamente con la madre de mi hijo, me contó que estaba todo bien, que estaba por almorzar y que me esperaba con el mate. Nos despedimos y volví a la reunión.
-PABLO: Disculpen la interrupción, pero en su estado es necesario que atienda!
-MARIO: Está muy bien Pablo, no tenés que disculparte!
Salí de la oficina minutos antes de las cuatro, estaba deseoso de volver a casa, no me interesaba otra cosa, que estar con ella y con nuestro hijo.
Al llegar, Pato me esperaba con el mate, nos dimos un abrazo y un beso, después salí a hacer unas compras para la cena, mientras ella se quedó en el sillón mirando televisión.
Mientras estaba en la cola de la caja del mercado, pensaba que en esta nueva etapa, a pesar de lo que había pasado, me volvía a sentir muy cerca de Patricia y por supuesto sentía muchas ganas de encontrarme sexualmente con ella, aunque no sabía si era el momento correcto para planteárselo, volver a dormir abrazado a ella me había vuelto a despertar el deseo de hacerle el amor. ¿Podría volver a ser como antes?...
Patricia
El mensaje de Pablo, me hizo muy bien, que saliera de él, que me dijera de venir a casa me daba un montón de esperanza, deseaba poder hablar tranquilamente de nosotros y contarle de nuestro hijo.
Se me ocurrió esperarlo con una torta para la hora del mate, estaba contenta que viniera y quería que pudiera verlo.
Soy consciente que en nuestra situación, el enterarse de que tendríamos un hijo no era el escenario ideal, pero tampoco podía ocultárselo, salvo que dejáramos de vernos, en poco tiempo, empezaría a crecer la panza y sería imposible ocultarlo. Y primordialmente lo tenía que saber porque era el padre, tenía tanto derecho como yo a vivir este momento.
No pude decirle en ese momento que tuve dudas de quien era el padre de mi bebé, ya llegaría ese momento, lo vi tan feliz que no pude.
El encuentro resultó mucho mejor de lo que esperaba, pudimos hablar tranquilos y en el momento que se lo dije, su reacción fue una explosión de felicidad tanto para él como para mí, todo cuanto deseaba, lo tenía frente a mí, sus lágrimas no paraban de brotar de sus ojos y de los míos, pero esta vez eran de felicidad.
Me llenó de preguntas, pero su felicidad era absoluta, lo veía en su cara y en su forma de mirarme, y que me pidiera volver a casa y acompañarme a los controles, me llenó de emoción, los dos viviríamos este momento juntos y eso era todo cuanto deseaba.
Volver a dormir abrazada a él, me supo a gloria, pero a pesar de tener sueño todo el tiempo, pegar mi cuerpo al suyo y sentir su calor y su olor, me hizo despertar el deseo de ser suya nuevamente, aunque me dormí antes siquiera de insinuarlo.
Al día siguiente me quedé en la cama, hasta casi el mediodía, hablamos por teléfono y después de almorzar, me dormí una siesta, no quería tener mucho sueño, para ver si pintaba volver a “jugar” con él.
A la tarde, fue a hacer las compras para la cena y mientras tanto me di un baño, quería estar lista por si se daba la ocasión.
Le pedí de cenar temprano, por si me daba sueño. Pablo no me dejaba hacer nada, después de cenar, juntó la mesa y se puso a lavar los platos, le dije que me iba recostar, me dijo que terminaba de ordenar todo e iba conmigo.
Llegué a nuestra habitación y prendí la luz de la mesa de noche, me desnudé, guardé la ropa en el placard para que no la vea y me fui a la “salita de juego”, cerré la puerta sin hacer ruido y encendí la luz de colores, la cambié por la violeta y puse una música suave, a poco volumen para que no la escuchara desde afuera, elegí un diminuto conjunto blanco y me lo puse, me recosté en la cama a esperarlo.
Iría a nuestra habitación y al no encontrarme seguramente se fijaría en el baño, al no estar allí, el único ambiente que le quedaba, era la salita, y ahí me encontraría esperándolo para reencontrarnos.
Tardó unos diez minutos en llegar, abrió lentamente la puerta y me vio, su cara de asombro fue de campeonato, y con cara de pícara, le dije:
-PATRICIA: Necesitaba recostarme un poco!
-PABLO: ¿Siempre que necesites recostarte lo vas a hacer así? Porque si me esperás así, no creo que puedas descansar mucho.
-PATRICIA: Pero seguramente después voy a descansar mucho mejor!
-PABLO: ¿Te dije alguna vez que amo tu cuerpo?
-PATRICIA: Nunca!
-PABLO: Mentirosa!
-PATRICIA: En este momento, me gustaría que en vez de decírmelo, me lo demuestres!
No terminé de decir esto, que se empezó a sacar la ropa mirándome a los ojos, cuando solo le quedaba el bóxer, me dijo:
-PABLO: ¿Creés que puedas esperar a que me dé una ducha?
-PATRICIA: Claro, pero no te demores mucho! Si no voy a tener que arrancar solita!
-PABLO: Mmm!
Se fue al baño y volvió unos minutos después, al entrar, me encontró tocándome con una mano las tetas por sobre el corpiño y con la otra mi conchita que ya estaba húmeda.
Entró a la salita con una tremenda erección que me volvió loca.
-PABLO: Veo que empezaste sin mí! Pero sabés que me gusta mucho!
Se quedó parado al borde de la cama sobándose lentamente su pija, mirando como mis manos recorrían mi cuerpo.
Se sentó en la cama, y suavemente, empezó a recorrer mis piernas desde los pies, hacia arriba con la yema de sus dedos, una electricidad recorrió mi cuerpo.
Llegó a mi entrepierna y acarició mi mano que se encontraba ya dentro de la tanguita.
Volvió a mis pies pero esta vez subió besando y lamiendo mis piernas, al llegar a mi conchita, saqué mi mano, para que pudiera llegar con su lengua donde él quisiera.
Sus dedos, tomaron delicadamente los bordes de la tanguita y comenzaron a bajarla, dejando mi húmedo sexo al descubierto, trazó una línea con su lengua desde mi muslo hasta mi hendidura y empezó a recorrerla deliciosamente, sacándome los primeros jadeos.
No tardé en empaparme, y su hábil lengua minutos después, me sacó el primer orgasmo. Cuanto lo deseaba!
No se detuvo, mientras mi cuerpo se sacudía, un nuevo orgasmo, me hizo temblar las piernas.
Su lengua recorrió mi panza camino a mis tetas, bordeó la prenda para luego centrarse en mis pezones que se trasparentaban en el encaje.
El corpiño se desabrochaba por delante, y muy delicadamente, lo desprendió liberando mis tetas, que recorrió con la yema de sus dedos primero y luego con su lengua.
Mis pezones terminaron en su boca recibiendo una deliciosa succión que los puso completamente duros alternando con suaves lamidas.
Llegó a mi boca y me besó suavemente, lentamente su lengua fue buscando la mía y al encontrarla, nos saboreamos.
Su cuerpo estaba sobre el mío y sentía su glande rosar mis muslos, como buscando la puerta de ingreso a mi placer.
Ya lo deseaba dentro, la ansiedad de tenerlo en mi interior me excitaba aún más, lo dejé hacer, me dejé llevar, que hiciera de mi cuanto quisiera.
La penetración fue lenta y suave, facilitada por lo mojada que estaba, su cuerpo chocó con el mío cuando ya lo tenía todo adentro y el placer me inundó.
Mis manos fueron a su culo para acompañar sus embestidas y minutos después tuve otro orgasmo, mientras me comía la boca.
Se salió y aproveché para enderezarme en la cama, apoyando mi mano en su pecho para que esta vez fuera él quien se recostara.
Besé su boca, su cuello, su pecho su ombligo, bajé a su pija y mirándolo a los ojos, me la fui metiendo lentamente en la boca, lo más que podía mientras mi lengua jugaba en su tronco. La sacaba y la metía, mi mano la pajeaba lentamente.
Luego pasé mi pierna sobre su cuerpo y me senté introduciéndola por completo en mi interior. Me empecé a mover hacia arriba y hacia abajo, hacia adelante y hacia atrás, haciendo círculos con mi cadera, apoyando mis manos en su pecho y juntando mis tetas para que queden a su disposición.
Sin permitirme salir, se sentó en la cama, tomándome del culo y nos abrazamos y volvimos a besar.
Aceleré el ritmo, porque sentía llegar un nuevo orgasmo, que me estremeció. Sus manos acariciaban mi espalda, mi culo, llegaban a mi nuca y sostenían mi cabeza mientras me besaba.
Mi orgasmo llegó junto con el suyo, sentirlo acabar en mi interior me hizo erizar la piel.
Nos quedamos en esa posición y no pude evitar las lágrimas, estaba muy emocionada de volver a sentirlo, cuando enderezó su cabeza para mirarme, pude también ver las suyas.
Esto fue amor en estado puro, nos sentimos como hacía tiempo no lo hacíamos. Nos recostamos, Pablo me tapó y nos dormimos abrazados en la salita.
Antes de desmayarme por lo extenuada que estaba, alcancé a decirle que lo amaba y que había sido maravilloso.
Me desperté sola en la salita, minutos después, entró Pablo con el desayuno. Desayunamos juntos y se fue a trabajar.
Me quedé despierta y a eso de las diez de la mañana la llamé a Martina, le conté como estaban las cosas con Pablo y se puso tan feliz como lo estaba yo.
Más tarde la llamé a María Marta, y estuvimos hablando un buen rato, también se puso feliz por cómo estaban las cosas y le agradecí que hubiera hablado con Pablo.
Al mediodía, mientras almorzaba la comida que Pablo me había dejado preparada, me llegó una llamada suya, diciéndome si queríamos salir a dar una vuelta y cenar por ahí aprovechando que era viernes y al otro día no trabajaba. Le dije que me encantaba la idea, pero que me dormiría una siesta para no dormirme donde fuéramos.
Llegó, tomamos unos mates y a eso de las seis de la tarde, salimos los dos, va!, los tres.
Fuimos a un centro comercial y aunque no nos lo habíamos propuesto, terminamos mirando locales de ropa de bebé, muebles para bebés y cochecitos, sin duda estábamos tan entusiasmados que no lo podíamos evitar.
Después fuimos a cenar y un restaurante donde siempre nos gusta ir. Pablo se tomó su cerveza y yo solo agua saborizada. Durante la cena, hablamos mil cosas, de la salita que se tendría que convertir en habitación para el bebé y riéndonos, dijimos de dejarle al bebé nuestra habitación y nosotros irnos a la salita.
Llegamos a casa y nos fuimos a la cama, yo como siempre con mi remera de dormir y la tanguita y Pablo solo en bóxer.
Nos abrazamos, nos besamos y sin proponerlo, terminamos los dos desnudos haciendo el amor nuevamente.
Por supuesto esta situación me llenaba de felicidad y ya casi ni recordaba lo que nos había pasado, prefería pensar en este presente que me colmaba.
El fin de semana, el tiempo estuvo lluvioso y nosotros fogosos.
Hicimos el amor el sábado al despertarnos y a la noche volvimos a jugar en la salita, esta vez por mucho más tiempo, creo que ambos necesitábamos recuperar el tiempo perdido.
Hicimos de todo, en todas las posiciones, me masturbé para él, le pedí que tuviéramos sexo anal, necesitaba volver a sentirme completamente suya.
Pablo acabó dos veces, la segunda en mi boca y me lo tragué todo, no quise guardarme nada, le entregué todo cuanto deseaba. Terminamos los dos extenuados cerca de la una de la mañana.
El domingo después de almorzar, nos tiramos en el sillón a mirar una película y en un momento, le bajé el bóxer y su casi completa erección terminó en mi boca, me ocupé de él, haciéndolo acabar y volviéndome a tragar toda se eyaculación.
Antes de cenar, Pablo me devolvió la gentileza, llevándome alzada hasta la salita, recostándome delicadamente en la cama, sacándome la ropa, dejando mi sexo ya mojado al desnudo, me besó, lamió y chupó hasta sacarme un terrible orgasmo con la lengua.
Nuestra conexión había vuelto y era todo cuanto necesitaba en ese momento, estar embarazada y volver a estar juntos a pesar de lo ocurrido, me daban esperanza de que nuestra relación vuelva a ser la de antes, o incluso mejor! Ya el tiempo lo dirá…
Continuará…